
En el pueblo de al lado están de fiestas y mientras redacto esta entrada (domingo por la mañana) oigo el incesante ir de coches hacia la localidad para disfrutar de sus tradicionales
“espantes”, un espectáculo taurino de arraigada tradición que mueve a muchísimos aficionados. Y es que, hay que ver el tirón que tienen los toros por estos lares, que ayer era laborable y el tráfico fue el mismo, que yo creo que hay quien se coge el día para ir, pues no todos los espectadores y participantes pueden ser personas que no trabajen los sábados, que no, que aunque se vea mucho jubilado y mucho chaval, también hay mucho personal en edad de trabajar y no todos van a tener jornadas laborales de lunes a viernes, digo yo, que es que si no no me salen las cuentas... O eso, o que hay muchas ganas de fiesta. Ahora que lo pienso, va a ser eso, pues a las cinco y media de la mañana no os hacéis una idea del tráfico que había que venía del referido pueblo, imagino que ya había acabado el baile y mucha gente volvía a sus casas, principalmente supongo que jóvenes pero seguro que también había bastantes
talluditos, pues por aquí también tira mucho eso del baile y las verbenas. En esta zona los ayuntamientos reparten el presupuesto municipal para festejos casi por un igual entre los toros y la música, en otras zonas más taurinas, los primeros se llevan el grueso del presupuesto, lo que se nota en la calidad de las orquestas; en cambio, en aquellos lugares donde los espectáculos taurinos son mínimos o inexistentes, echan el resto en las orquestas, existiendo incluso “piques” entre los pueblos por ver quién lleva la mejor y más grande, que no sería la primera vez que no ha cabido el camión trailer en la plaza del pueblo, lugar tradicional de celebración de los bailes, o no ha podido entrar por la estrechez o sinuosidad de las calles y han tenido que estacionarlo en otro lugar y ofrecer allí su espectáculo. Conste que ésto no es una exageración, que me lo han contando personas que lo han presenciado y de las que no tengo razones para dudar de su palabra.
Como tampoco podéis dudar de la mía cuando os digo que este solomillo de pavo ha quedado tremendamente rico. Es la primera vez que uso salsa teriyaki, una salsa de sabor fuerte, dulce y salada a la vez, que nos ha gustado mucho y que no será la última vez que utilice. Como no había cocinado nunca con ella, no me atreví a ponerle demasiada, de hecho lleva poquita, pero la suficiente para darle un sabor distinto al plato, nada dulce ni tampoco salado, pero lo suficientemente sabroso como para no ponerle nada de sal y vaaaleee, ya sabemos que cocino con poca sal, pero mi costillo casi siempre me dice que la comida está un poco sosa y esta vez no se lo pareció.
No os paséis con el punto de cocción del pavo pues si no sólo conseguiréis una carne correosa. Con el tiempo que indico queda perfectamente cocinada, tierna, jugosa y en su punto, pero ante la duda de si está hecha o no, nada más fácil que tomar uno de los trozos y cortarlo para comprobar su interior. El calabacín queda ligeramente crujiente, aportando al plato un contraste de textura muy agradable al paladar.
Aunque el guiso gana algo en sabor con el reposo, el recalentamiento afecta mucho a la textura del pavo y del calabacín, salvo que lo calentéis tan sólo hasta que esté templado. Pero si os gustan las comidas bien calientes, no os lo aconsejo para consumir de un día para otro, pues como es lógico al calentarlo se sigue cocinando, lo que endurece tanto la carne como el calabacín.
Es una receta rápida que no os tendrá mucho rato delante de los fogones, cosa de agradecer en estos días de calor y que con pocos y sencillos ingredientes ofrece un resultado que os dejará con ganas de repetir.
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:
320 gr de solomillo de pavo
60 gr. de cebolla tierna o cebolleta
2 dientes de ajo pequeños o 1 grande
175 gr. de calabacín, preferiblemente de la variedad verde claro
30 ml. de salsa teriyaki
5 gr. de jengibre fresco, pelado
120 ml. de agua
1 tsp de almidón de maíz
AOVE
sal, optativa (no le he puesto)
*Y además:
una prensa para ajos
ELABORACIÓN:
Lavar la carne de pavo y secar con papel de cocina. Eliminar restos de grasas e impurezas y cortar en dados del tamaño de dos bocados. Reservar tapada sobre la encimera para que se atempere.
Pelar la cebolla o cebolleta y cortar en dados de 1-1'5 cm. de lado. Pelar los dientes de ajo, cortar al medio de arriba a abajo y eliminar el germen, si lo tuvieren. Reservar.
Lavar y secar el calabacín. Sin necesidad de pelarlo, cortar en cuñas medianas. Reservar.
Picar el jengibre ya pelado en 4-5 trozos. Reservar.
Llevar al fuego una sartén grande y honda provista de un fondo de aceite de oliva virgen extra. Introducir la cebolla y los ajos cuando el aceite esté caliente y cocinar a fuego medio hasta que la primera empiece a dorarse. Agregar entonces el pavo y el calabacín, subir el fuego a alto y dorar 5 minutos sin dejar de remover. Colocar los trozos de jengibre en la prensa y prensar encima de la carne para no desperdiciar nada de jugo (desechar la pulpa). Cocinar 30 segundos y añadir la salsa teriyaki y 100 ml. de agua, reservando la sobrante.
Bajar el fuego a medio y colocar una tapadera. Cocinar 5 minutos, dando la vuelta a los trozos de pavo a mitad de cocción.
Disolver el almidón de maíz en los 20 ml. de agua reservados e incorporar a la sartén. Mezclar delicadamente, tapar de nuevo y cocinar hasta que la salsa espese, aproximadamente un minuto.
Apartar del fuego y rectificar de sal, si procede (no le he puesto). Dejar reposar tapado tres minutos y servir.
A comer.