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lunes, 28 de octubre de 2024

Bizcocho de pistacho y limón

Si hay algo que me guste son los postres con frutos secos (con permiso del chocolate), de preferencia en formato bizcocho, pero que tampoco lo hago ascos a otras presentaciones que conste. Ese punto húmedo que los frutos secos aportan a las masas de los bizcochos es para mí adictivo, nunca tengo suficiente con una porción, siempre vuelvo a por una segunda, así que las corto finas para que la suma de ambas no resulte excesiva, que de calorías ya van bien cargados esta clase de bizcochos y precisamente falta no me hacen. Pero un día es un día...

Este es un bizcocho poco dulce y ligeramente húmedo, con el suave aroma de los pistachos y la frescura del limón. El contraste con el glaseado dulce y ácido a la vez es delicioso. No tenéis que agradecerme a mí esta delicia, la receta no es mía, la adapté de una que vi en internet y contrariamente a mi costumbre, no anoté el sitio, así que pido disculpas a su autor/a por el lapsus.

No os limitéis a imaginar su sabor. Hacedlo y disfrutad.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para el bizcocho:

170 gr. de harina de trigo

75 gr. de pistachos tostados sin sal (pesados sin cáscara), picados

150 gr. de azúcar blanquilla

1 tsp de impulsor químico

1/2 tsp de bicarbonato de sodio

1/4 tsp de sal rosa del Himalaya

3 huevos tamaño L a temperatura ambiente

100 ml. de aceite de girasol

200 ml. de nata con un 18% de materia grasa

15 gr. de azúcar vainillada

10 gr. de ralladura de limón

*Para el glaseado:

75 gr. de azúcar glas

15 ml. de zumo de limón, recién exprimido y filtrado

pistachos tostados sin sal ni cáscara y picados, para decorar

*Y además:

un molde de 21 cm. de largo por 11 cm. de ancho (medidas base) y 7 cm. de alto o 1,650 ml. de capacidad

margarina y harina o papel sulfurizado, para el molde

ELABORACIÓN:

Enmantequillar y enharinar el molde o bien forrar con papel sulfurizado. Dejar a un lado.

Precalentar el horno a 200º C, con calor arriba y abajo.

*Del bizcocho:

Mezclar los dos azúcares y la ralladura de limón. Frotar con los dedos para que los azúcares se impregnen de los aceites de la ralladura y reservar.

Tamizar juntos la harina, la sal, el impulsor y el bicarbonato. Añadir la mezcla de azúcar y ralladura, así como los pistachos picados y mezclar. Reservar.

Batir los huevos con un tenedor, añadir el aceite y la nata e integrar. Verter sobre la mezcla de ingredientes secos y mezclar justo hasta que éstos se vean completamente impregnados de los ingredientes húmedos, cuidando de no batir en exceso.

Volcar la mezcla en el molde preparado. Dar unos golpecitos sobre la encimera para eliminar las posibles burbujas de aire, nivelar la superficie e introducir en el horno, colocando la rejilla en la segunda posición (contada desde abajo).

Hornear a 180º C con calor sólo por abajo durante 40 minutos. Comprobar el punto de cocción pinchando el bizcocho con una brocheta, estará listo cuando salga seca.

Sacar el molde a una rejilla y desmoldar a los diez minutos. Dejar enfriar completamente sobre la rejilla antes de bañar con el glaseado.

*Del glaseado:

Mezclar en una taza el azúcar glas y el zumo de limón hasta que el glaseado quede liso. Rociar inmediatamente sobre el bizcocho y espolvorear enseguida con pistachos picados.

Dejar que el glaseado se seque y servir.

A comer.

lunes, 18 de septiembre de 2023

Bizcocho de arroz y almendras

Esta no es la receta que tenía pensado publicar hoy, mi intención era colgar una receta salada, pero a veces las circunstancias “obligan”... Os cuento. Sigo desde hace un tiempo esta página (que por cierto, han modificado no hace mucho y se queda un poquito colgada cargando entradas). Publican receta casi todos los días, así que entre tantas siempre se encuentra algo rico que cocinar, como el bizcocho que hoy os muestro y cuya receta original podéis consultar aquí. Me gustó desde que se publicó hace ya cuatro meses y quería haberla hecho antes pero entre unas cosas y otras, lo fui retrasando.

El caso es que ayer domingo (ésta no es una entrada programada, la estoy redactando a las 19'45 del 18/09/23, lo que significa que después de cenar me tocará terminar de pulirla, editar las fotos que aún no tengo descargadas y colgarla en el blog, todo aprisa y corriendo si quiero que salga publicada hoy) estaba buscando una receta en los archivos del blog y vi que mi último bizcocho publicado fue hace un año y me dije que tenía que ponerle remedio de inmediato, a ver si así de paso me sacudo de encima la pereza reposteril de la que os hablaba no me acuerdo cuándo, porque en el año que ha mediado entre mi anterior bizcocho publicado y éste, sólo he hecho un humilde bizcocho de yogur. ¡Con razón se me queja el costillo de que últimamente no hago nada bolloso! Un apunte, la palabra bolloso tiene el mismo “origen etimológico” que la palabra dulzanga, sólo que mientras ésta hace referencia a dulces en general, la otra lo hace a bizcochos y bollería en particular. Pues eso, que aprovechando que hoy no trabajaba, esta mañana me metí en faena y lo hice.

La receta original utiliza ralladura de limón y esencia de vainilla. Limón no tenía y vainilla no me apetecía, además tenía unas esencias aburridas en la despensa, así que hice el cambio y creo que no me he equivocado. Las esencias que he utilizado son de la marca propia de Lidl y son muy concentradas. Dan muchísimo sabor y lo más importante, natural. El resultado ha sido un bizcocho con un intenso sabor a almendra amarga, suave aroma a ron y mantequilla, dulce, con la típica humedad y jugosidad de las almendras y muy tierno y aunque a primera vista pueda parecer denso, no lo es. Queda bajito, no sé qué molde utilizaron en la receta o tal vez sea una cuestión de perspectiva, pero el suyo parece más alto. Da igual, está buenísimo. a pesar de que debido a la cantidad de grasas que lleva pensé por un momento que su rico olor me había engañado (olía tan bien que me dieron ganas de publicarlo nada más sacarlo del horno), pero afortunadamente estaba confundida, ya que es más graso en los dedos que en el paladar. De la cadera ni hablamos...

Os animo a que lo hagáis, bien siguiendo mi receta en la que realicé un par de modificaciones sin importancia o bien la original, como queráis.

No puedo deciros cuánto se conserva tierno, como os digo lo he hecho hoy y a la hora de comer aún estaba en el horno, pero está taaaannnn rico, que no le va a dar tiempo a ponerse seco...

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

Actualización: justito nada más publicar la entrada, veo que publiqué un bizcocho en junio pasado. Lo de este desastre de cabeza me lo voy a tener que hacer mirar...

INGREDIENTES:

Todos los ingredientes a temperatura ambiente

125 gr. de harina de arroz

100 gr. de almendra molida

1 tsp de impulsor químico

una pizca de sal

175 gr. de mantequilla

175 gr. de azúcar moreno

4 huevos tamaño L

2 ml. de esencia de almendra amarga Belbake

2 ml. de esencia de ron Belbake

30 ml de nata con un 18% de materia grasa

mantequilla para el molde

* Y además:

un molde rectangular de 21 cm. de largo, 11 cm. de ancho (medidas de la base) y 7 cm. de alto o 1'650 litros de capacidad

papel sulfurizado

una varillas eléctricas

una picadora eléctrica o procesador de alimentos (opcional)

ELABORACIÓN:

En una picadora eléctrica o procesador de alimentos, moler el azúcar moreno hasta que quede lo más fino posible. Eso facilitará su posterior batido con la mantequilla. Este paso es opcional. Reservar.

Untar con mantequilla el molde elegido, forrar por dentro con papel sulfurizado y embadurnar éste con más mantequilla, procurando que quede una capa fina. Dejar a un lado.

Tamizar juntas la harina de arroz, la almendra molida, la sal y el impulsor químico. Si quedaran trocitos de almendra en el tamiz, incorporar a la mezcla. Reservar.

Precalentar el horno a 200º C, con calor arriba y abajo.

Disponer la mantequilla en un cuenco, preferiblemente alto y estrecho y batir con las varillas durante 20 segundos. Agregar el azúcar y batir de 7 a 9 minutos, empezando en la velocidad más baja hasta que el azúcar se incorpore y continuando con la más alta, raspando ocasionalmente con una espátula o similar las paredes y el fondo del cuenco. La mezcla estará lista cuando su color se vuelva algo pálido, aumente de volumen y tenga un aspecto sedoso.

Cascar un huevo en una taza, batir ligeramente con un tenedor y agregar al cuenco de la mezcla de mantequilla y azúcar. Batir a velocidad media hasta integrar. Proceder igual con el resto de los huevos, siempre de uno en uno y no añadiendo el siguiente hasta que el anterior no esté perfectamente integrado. Antes de incorporar el tercer huevo, raspar el fondo y las paredes del cuenco.

Añadir la nata y las dos esencias y batir con las varillas hasta integrar.

Incorporar con una espátula o similar y en tres veces la mezcla de ingredientes secos. Resultará un mezcla densa pero fluida.

Verter la mezcla en el molde. Alisar la superficie e introducir en el horno, colocando la rejilla a media altura. Hornear a 180º C con calor sólo abajo y durante 42 minutos. Comprobar el punto de cocción pinchando el centro del bizcocho con una brocheta; estará listo cuando ésta salga seca.

Sacar el bizcocho del horno y dejar enfriar encima de una rejilla durante 10 minutos.

Desmoldar, eliminar el papel y dejar enfriar completamente el bizcocho encima de una rejilla.

A comer.

lunes, 19 de junio de 2023

Bizcocho con chocolate blanco y arándanos rojos

Por fin he desempolvado los moldes de repostería o mi pereza para hacer dulces, no sé si ésto es más correcto que lo primero, porque mis moldes están casi todos metiditos en bolsas de plástico y polvo no tienen, pero mi pereza sí lo tiene, aunque sea metafórico y es que llevo mucho tiempo pensando en hacer alguna dulzanga pero no paso del pensamiento a la acción, ya os he comentado (creo) que no estoy nada motivada y como cocinar galgadas es algo, llamémoslo, supérfluo, ni abro el armario de los utensilios de repostería, si tengo ganas de algo dulce lo compro y asunto arreglado. Cocinar para el día a día lo sigo haciendo, porque así como no le hago remilgos a los dulces industriales, sí a muchas de las comidas preparadas y aunque guisar-guisar, lo que se dice guisar, guiso poco (¡vivan la plancha y el horno!), en casa se sigue comiendo lo que sale de mis manitas, nada del otro mundo, por cierto, lo que algunos días me estresa un poco porque hay que darle de comer al blog y no es plan publicar un filete a la plancha, pero al paso que voy o espabilo o hago un paréntesis blogueril por falta de material para publicar.

Como os decía, me decidí por fin a coger la escalera y bajar uno de los moldes (como podéis observar, a mano no están, señal inequívoca de lo poco o nada que los uso) y hacer un sencillo bizcocho de yogur con chocolate blanco, uno de mis bizcochos estrella en la época en que horneaba todas las semanas. Me apetecía ponerle arándanos deshidratados aunque me da mucha rabia que siempre se me vayan al fondo, de nada me sirve enharinarlos, invariablemente acaban en el fondo. Esto tiene dos problemas: que el azúcar que contienen los arándanos se carameliza haciendo que la base del bizcocho se tueste mucho y que queden todos apelotonados en la parte de abajo en vez de armoniosamente repartidos por toda la masa, razones por las que tampoco pongo muchos, porque total, pa qué. Si alguien conoce algún truco para que no se hundan (y que no sea aumentar la cantidad de harina para que una masa más densa impida su hundimiento), que me lo diga, que estoy deseando hacer un bizcocho que resulte con un corte tan bonito como esos que se ven en muchos blogs.

¿Sabe a chocolate blanco? Eso depende mucho de la marca que se use, si tiene un sabor muy suave, simplemente aportará sus matices a vainilla y su característico dulzor, sin más. Así que tenedlo en cuenta. También que resulta imprescindible utilizar papel sulfurizado si no queréis que desmoldar el bizcocho sea tarea imposible, pues irremediablemente el azúcar de los arándanos hará que se pegue al molde. Ya aviso.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

3 huevos tamaño L a temperatura ambiente

150 gr. de azúcar blanquilla

100 gr. de aceite de girasol

1 yogur natural desnatado sin azúcar

165 gr. de harina

16 gr. de impulsor químico

una pizca de sal

100 gr. de chocolate blanco

75 gr. de arándanos rojos deshidratados

*Y además

batidora de brazo o varillas eléctricas o manuales

un molde alargado de 27 cm de largo, 9 cm. de ancho y 8 cm. de largo o 1.700 ml. de capacidad (mínimo)

papel sulfurizado para el molde

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

Humedecer el molde con agua y forrar el interior con papel sulfurizado dejando que sobresalga por todos los lados. Humedecer también éste, una vez colocado, para que resulte más fácil acomodarlo al molde. Reservar.

Precalentar el horno a 200º C, con calor arriba y abajo.

Hidratar los arándanos durante 10 minutos en agua templada. Escurrir, secar con papel de cocina, enharinar con una cucharada de los 165 gramos de la harina del bizcocho y sacudirlos a fin de retirar la sobrante. Reservar los arándanos y juntar la harina sobrante con la preparada para el bizcocho.

Picar groseramente el chocolate blanco y reservar.

Tamizar juntos la harina, el impulsor y la pizca de sal. Dejar de lado.

Cascar los huevos en un cuenco amplio y añadir el azúcar, el aceite y el yogur. Batir con la batidora de brazo hasta que no se noten los granos de azúcar. Añadir en dos veces la mezcla de harina tamizada, batiendo hasta que no queden grumos. Agregar el chocolate picado y la mitad de los arándanos e integrar con una espátula.

Verter la masa en el molde, distribuir por encima el resto de los arándanos y hundirlos muy ligeramente.

Bajar la temperatura del horno a 180º C y poner el calor sólo por abajo, colocar la rejilla en la segunda posición empezando por abajo e introducir el molde en el horno.

Hornear 22 minutos, subir la rejilla una posición y hornear otros 22 minutos. Comprobar el punto de cocción pinchando el centro del bizcocho con una brocheta: debe salir seca. Si no fuera así, prologar la cocción otros dos minutos y volver a comprobar antes de finalizar el horneado.

Sacar el molde del horno y colocar en una rejilla. Desmoldar el bizcocho pasados diez minutos y ponerlo nuevamente en la rejilla. Transcurridos otros 10 minutos, quitar el papel sulfurizado delicadamente y dejar que se enfríe completamente encima de la rejilla,

A comer.

lunes, 22 de agosto de 2022

Bizcocho de mantequilla y coco

Este verano, con el calor que ha hecho, me ha dado bastante pereza encender el horno, así que cada vez que mi pareja me decía que a ver si hacía un bizcocho, yo escurría el bulto cambiando de tema y cuando ya insistía reconocía que sólo pensar en el calor al hornear me echaba para atrás. Evidentemente se quedó con la copla y en cuando bajó la temperatura a un nivel más normal volvió a la carga y es que en casa somos muy de bizcocho; el de yogur, que es el que más horneo, ya casi se hace sólo de tanto que lo repito. Pero de bizcocho casero, que los industriales, con ese saborcillo a esencia de limón, vainilla o lo que sea, no son mucho de nuestro agrado. Al resto de bollería, galletas y otras dulzangas no le hacemos remilgos, pero a los bizcochos sí y de hecho no recuerdo la última vez que compré uno.

El caso es que a mí también me apetecía y por no repetirme, busqué en la red un bizcocho en el que pudiera utilizar algún ingrediente de los que ya tuviera en la despensa porque entre ésta y el arcón congelador, tengo comida para parar un tren y me he propuesto comprar lo menos posible e ir utilizando lo que ya tengo. Y encontré este bizcocho. Si os gusta el sabor a mantequilla, os encantará, porque es el predominante. El coco se percibe más en la textura que en el sabor, pensé que llevando leche y ralladura se notaría más, pero no, tal vez con una leche de coco con menor contenido en agua (he usado una mitad leche mitad agua y sin espesantes, que me dan un poco de asquete) sepa más a coco. Eso sí, no busquéis por ningún lado el de la leche condensada, no sabe en absoluto a ella, cosa que no esperaba porque lleva bastante pero que tampoco me ha importado porque prefiero que su sabor se note poco a que predomine por encima de los demás, que es la pega que le encuentro muchas veces a los postres que la llevan.

Bizcocho de aspecto contundente pero muy tierno que alegrará vuestros desayunos y meriendas y que no os puedo decir cuánto tiempo mantiene la ternura porque casi casi está recién sacado del horno. Pero está tan bueno que no le va a dar tiempo a ponerse duro...

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

* Todos los ingredientes a temperatura ambiente

300 gr. de harina de trigo de todo uso

10 gr. de impulsor químico

350 gr. de leche condensada desnatada casera o industrial

240 ml. de leche de coco

3 huevos talla L

150 gr. de mantequilla a punto de pomada

60 gr. de coco rallado

mantequilla y harina para el molde

azúcar glas para espolvorear

* Y además:

un molde de corona de 2.250 ml. de capacidad (mínimo)

unas varillas eléctricas (optativo)

ELABORACIÓN:

Enmantequillar y enharinar (retirando el exceso de harina poniéndolo boca abajo y dándole unos golpecitos en la base y costados) el molde elegido y dejar a un lado.

Tamizar juntos la harina y el impulsor y reservar.

Batir la leche de coco para que se mezclen uniformemente las partes sólida y líquida y mezclar en un bol, hasta homogeneizar, con la leche condensada. Reservar.

Precalentar el horno a 200º C, con calor arriba y abajo.

Disponer la mantequilla en un bol profundo y batir unos segundos con las varillas eléctricas, si se usan. Añadir los huevos de uno en uno e integrar. La mezcla parecerá cortada, es así.

Añadir a la mezcla de huevos y mantequilla la mitad de la mezcla de leches condensada y coco e integrar. Agregar la mitad de la mezcla de harina e impulsor e integrar. Incorporar el coco rallado y mezclar. Proceder de igual modo con el resto de las mezclas líquidas y sólidas.

Verter la mezcla en el molde, dar unos golpecitos para asentar la masa e introducir en el horno colocando la rejilla a media altura. Bajar la temperatura a 180º C y poner el calor sólo por abajo. Hornear 45 minutos.

Comprobar el punto de cocción pinchando con una brocheta el centro del bizcocho: debe salir seca. Si no fuera así, prolongar el horneado otros tres minutos o hasta que la brocheta salga seca.

Sacar del horno y colocar el molde sobre una rejilla. Desmoldar a los 10 minutos, colocando el bizcocho nuevamente en la rejilla hasta que se enfríe por completo.

Una vez frío, espolvorear con azúcar glas y servir.

A comer.

martes, 5 de abril de 2022

Muffins de mandarina y semillas de amapola

Últimamente tengo ganas de magdalenas o muffins o cupcakes, lo mismo me da. He probado dos o tres recetas nuevas que no me han convencido, tanto que unas se fueron directamente a la basura pues resultaron incomibles, eso que la fuente se suponía fiable y por una vez, cosa rara en mí, seguí la receta al pie de la letra. Como no tenía ganas de otro fracaso, consulté el muy fiable Pasteles, pastas, galletas, merengues, tartas, panes dulces y salados, apunté la receta (nunca me veréis cocinando con un libro de cocina abierto en la encimera, qué disgusto si se mancha), hice alguna pequeña modificación y aquí tenéis estos muffins, crujientes y perfumados, que me han quitado un poco, sólo un poco, las ganas de magdalenas. Porque seguramente pruebe otra receta nueva en breve, pues me pasa a veces que cuando algo me apetece mucho, principalmente dulce, para que os voy a engañar, tardo en verme satisfecha y tiendo a cocinar recetas de la misma clase o con el mismo ingrediente en poco tiempo. Me pasa mucho con el chocolate, que o bien no me acuerdo de él o no me lo puedo quitar de la cabeza y como obsesionarse con algo no es bueno, pues chocolate para varias semanas. Es por salud mental, ya sabéis, mens sana in corpore sano...

Mi idea inicial fue hacer un poco de glaseado con el zumo de mandarina que me sobraba y adornar los muffins con él, no sólo porque estéticamente quedan mejor sino también para reforzar el sabor de la fruta, que yo no distingo mucho, aunque se nota que algo lleva. Ocurrió que en lo que se humedecía la masa fui recogiendo trastos y me bebí el zumo porque se me olvidó lo que tenía pensado hacer, aunque si soy sincera, no ha sido hasta que me he puesto a escoger fotos que me he dado cuenta que faltaba el glaseado... ¡Ay, qué cabeza!.

Aquí os dejo la receta para que la hagáis si os apetece. Yo me voy a preparar un cafecito bien caliente, que con las temperaturas tan frías con las que nos está obsequiando abril apetece más que una cerveza y para que no se sienta solo, lo acompañaré con un par de muffins, ahora que no me ve nadie...

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para 18 unidades, todos los ingredientes a temperatura ambiente

250 gr. de harina de trigo de todo uso

30 gr. de harina integral de trigo

10 gr. de impulsor químico (tipo Royal)

200 gr. de azúcar blanquilla

30 gr. de azúcar vainillada

1 pizca de sal

20 gr. de semillas de amapola

1 tsp de ralladura de piel de mandarina

60 gr. de margarina vegetal

1 huevo tamaño L

200 ml. de leche desnatada

50 ml. de nata con 18% de materia grasa

50 ml. de zumo de mandarina sin filtrar

* Y además:

1-2 bandejas para hornear magdalenas

cestillos de papel para magdalenas de 5 cm. de base

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

Preparar una o dos bandejas de hornear con 18 cestillos de papel y reservar.

Derretir a fuego bajo la margarina y dejar templar. Reservar.

Precalentar el horno a 220º C con calor arriba y abajo.

Tamizar juntos en un cuenco grande las harinas, los azúcares, el impulsor y la sal. Añadir al cuenco el salvado que quede en el cedazo. Incorporar las semillas de amapola y mezclar. Proceder de igual modo con la ralladura de mandarina. Hacer un hueco en el centro y reservar.

En otro cuento, cascar y batir el huevo. Añadir la margarina, la leche, la nata y el zumo de mandarina. Mezclar.

Verter la mezcla líquida en el hueco practicado en el cuenco de los ingredientes secos y dejar reposar 5 minutos para que se vayan humedeciendo. De esta forma luego habrá que remover menos la mezcla, ya que hacerlo en exceso perjudica la textura final de los muffins, volviéndolos gomosos.

Mezclar cuidadosamente con la ayuda de una lengua de cocina y de abajo a arriba, justo hasta que dejen de verse los ingredientes secos, cercionándose de que no quedan restos de ellos en el fondo del cuenco. Dejar reposar la masa 10 minutos.

Distribuir la masa en los cestillos preparados e introducir en el horno, colocando la rejilla en la zona intermedia del mismo. Hornear 15 minutos a 220º C con calor sólo por abajo. Comprobar el punto de cocción pinchando con una brocheta el centro de uno de ellos. Si no saliera seca, hornear dos minutos más. Es preferible que el interior quede ligeramente tierno a sobrecocerlos.

Sacar del horno y desmoldar pasados cinco minutos. Disponerlos en una rejilla hasta que se enfríen.

Conservar, una vez completamente fríos, en un recipiente hermético.

A comer.

martes, 1 de febrero de 2022

Bizcochitos de nata y turrón de crema catalana

A estas alturas del año aún queda algún resto de turrón por casa, dando vueltas por la cocina sin que nadie lo coma y eso que este año apenas he comprado turrón, pero está visto que pasadas las fiestas, ya no le hacemos ni caso a los dulces navideños. Como sé que ésto pasa todos los años, ya tenía yo ideado un postre con las sobras del turrón de Jijona, pero precisamente ése se acabó hace tiempo, así que, cambio de planes. ¿De qué turrón hay más sobras, del de crema catalana? Adjudicado para un bizcocho, que siempre es apuesta fácil y segura. Bueno, segura en esta ocasión no, porque en vez de utilizar una receta ya probada, me vine arriba y decidí experimentar, aunque no vayáis a pensar que he arriesgado mucho, que en repostería no me atrevo y tampoco quería que el experimento acabara en la basura, que acababa de tirar un paquete de nata imposible de aprovechar, que de tanto que se había pasado de fecha ya lo tenía que tratar de usted y no quería que el bizcocho siguiera el mismo camino. Y la suerte del principiante, han salido unos bizcochitos muy ricos, suaves y tiernos.

También he aprovechado un brick de nata del que había utilizado sólo un poco. Lo de utilizar moldes pequeños ha sido una excusa para estrenarlos, que los compré haces unos meses y aún no los había usado y porque quedaban más monos.

Como he aprovechado el turrón y la nata, es mi propuesta de este mes para el proyecto 1+/-100, desperdicio 0

que Marisa, desde su blog Thermofan, promueve para evitar el desperdicio de alimentos y el reciclaje en general.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

120 gr. de harina de trigo de todo uso

30 gr. de almidón de maíz, tipo Maizena

8 gr. de impulsor químico, tipo Royal

una pizca de sal

2 huevos talla L, a temperatura ambiente

75 gr. de azúcar moreno

150 gr. de nata con un 35% de materia grasa, a temperatura ambiente

2-3 gotas de extracto de almendras amargas

70 gr. de turrón de crema catalana, frío

azúcar glas

* Y además:

un rallador de agujero grueso

unas varillas manuales

3 moldes rectangulares metálicos de 12'5 cm. de largo por 5'5 cm. de ancho (medidas de la base) y 5 cm. de alto o de 380 ml. de capacidad, mínima, cada uno

papel sulfurizado

mantequilla para los moldes

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

La noche anterior, llevar al frigorífico el turrón bien envuelto o dentro de un recipiente hermético para que no coja olores extraños.

Al día siguiente, rallar el turrón frío con un rallador de agujeros grandes. Tapar y devolver al frigorífico hasta el momento de su utilización.

Precalentar el horno a 180º C, con calor arriba y abajo.

Enmantequillar los moldes, forrar bases y costados con papel sulfurizado y enmantequillar ligeramente el papel. Dejar a un lado.

Tamizar juntos la harina de trigo, el almidón de maíz, el impulsor químico y la sal. Reservar.

Cascar los huevos en un bol, agregar el azúcar moreno y batir con las varillas manuales hasta que los huevos espumen ligeramente. Añadir la nata y el extracto de almendra y mezclar. Agregar la mezcla de harinas en tres veces e integrar sin batir. Por último, incorporar el turrón picado frío y mezclar someramente para distribuirlo.

Repartir la mezcla entre los moldes e introducirlos en el horno, colocando la rejilla a media altura. Hornear 30 minutos a 180º C, con calor arriba y abajo. Comprobar el punto de cocción pinchando con una brocheta el centro de un bizcochito: debe salir seca. Si no fuera así, prolongar el horneado otros dos minutos o hasta que la brocheta salga seca.

Sacar del horno y colocar los moldes sobre una rejilla. Desmoldar a los 10 minutos, colocando los bizcochos nuevamente en la rejilla hasta que se enfríen por completo, retirando delicadamente el papel sulfurizado cuando la temperatura de los bizcochos permita su manipulación.

Una vez fríos, espolvorear con azúcar glas al gusto.

A comer.

viernes, 10 de diciembre de 2021

Magdalenas veganas de piña y coco

Cambiamos de tercio y lo hacemos con una receta dulce, antes de que turrones y demás repostería navideña invada todos los rincones de nuestras vidas. Hoy tocan magdalenas, ese, para mí, pecado de media tarde y al que no pienso renunciar aunque los diseñadores de la pirámide nutricional coloquen la bollería en todo lo alto y en color rojo, que parece que desde ahí nos señalan con un dedo acusador (“estás comiendo más de lo que debes”) o prohibitivo (“no comas”) y que no sé porqué en una extraña asociación de ideas de mi cabeza se me asemeja al Tío Sam de los antiguos carteles de reclutamiento del ejército estadounidense, que, fríamente, la similitud no se la veo por ningún lado, salvo en el hecho de que siempre me ha parecido que el famoso cartel más que animar a los jóvenes a alistarse en el ejército, los reñía por no haberlo hecho ya. Pues con la pirámide de marras, me pasa eso, que me riñen y no sólo desde arriba, sino en todas las capas pues, sinceramente, cumplirla a rajatabla es tarea complicada y poco menos que imposible si ya entran en juego alergias e intolerancias alimenticias y gustos personales. Así que yo la pirámide se la dejo a quien quiera cumplirla y en mi casa seguiremos comiendo variado, magdalenas incluidas. Porque yo me pregunto, ¿esa bollería de la pirámide, es la industrial o la casera? Porque la primera se parece a la segunda como un higo a una castaña, la verdad, ya que la una está llena de ingredientes ultraprocesados y/o añadidos para alargar su vida útil y la otra, pues no y mientras que me parece muy bien limitar el consumo de la industrial, no así el de la que yo hago en casa, porque las magdalenas de hoy, ¿qué tienen de malo?. Vale que se podrían hacer más saludables utilizando harina y azúcar integrales, aceite de oliva y zumo natural casero, pero que tampoco son veneno tal y como las hago y una diaria poco daño puede hacer.

Todo esto porque hoy tengo al gusanillo de la conciencia dándome una voces que ya ya, sorda me tiene y es que esta mañana me pesé y la báscula me echó la bronca ¡y a las puertas de las navidades! Así que no hice propósito de enmienda y me he comido una magdalena esta tarde, pues total, como ya no me da tiempo a hacer dieta pre-navideña, de perdidos al río.

La receta está muy modificada de una publicada en una revista del grupo Lecturas, no sé en cual porque lo que tengo es una fotografía de la receta, no la susodicha revista. La versión original no está mal, pero me gusta mucho más mi adaptación, la cual os animo a que preparéis antes de que el turrón se haga omnipresente en nuestras mesas. Además es vegana, perfecta para quienes siguen esta dieta o tienen intolerancia al huevo.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para 12 unidades

125 gr. de azúcar blanquilla

40 ml. de aceite de girasol u oliva suave

250 ml. de zumo de piña y coco a temperatura ambiente

200 gr. de harina de todo uso

16 gr. de impulsor químico

25 gr. de piña desecada

20 gr. de coco rallado

*Y además:

1 bandeja para magdalenas de 12 cavidades de 5 cm. de base

12 cestillos de papel para magdalenas de 5 cm. de base

ELABORACION:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

Precalentar el horno a 200º C con calor arriba y abajo.

Preparar la bandeja de las magdalenas, poniendo un cestillo de papel en cada cavidad.

Tamizar juntas la harina y el impulsor. Dejar a un lado.

Picar la piña muy menuda y mezclar con 15 gr. de coco rallado, separando los trocitos de piña que hayan podido pegarse entre sí. Reservar.

Disponer en un bol el zumo y el azúcar y batir con la batidora de brazo hasta que éste se disuelva. Agregar el aceite y mezclar. Incorporar la harina y la levadura y batir con la batidora hasta que no queden grumos. Añadir la mezcla de coco y piña e integrar con una espátula.

Repartir la mezcla entre las cavidades del molde y espolvorear por encima con los cinco gramos restantes de coco rallado.

Bajar la temperatura del horno a 180º C y poner el calor sólo por abajo. Colocar la rejilla en la segunda posición empezando por abajo y encima el molde de magdalenas. Cerrar el horno y hornear durante 25 minutos. A los veinte minutos de horneado, comprobar la cocción pinchando el centro de una magdalena con una brocheta: si no sale seca, continuar el horneado otros cinco minutos o hasta que salga seca.

Sacar la bandeja del horno y colocar encima de una rejilla. A los diez minutos sacar las magdalenas de las cavidades y ponerlas en la rejilla hasta que se enfríen completamente.

A comer.

lunes, 1 de noviembre de 2021

Bizcocho de helado de leche merengada

Los helados son para el verano, como las bicicletas y aunque el resto del año cae alguno porque siempre hay en el congelador, los consumimos muy esporádicamente, salvo en navidades, que suelo hacer helado de turrón de Jijona y le damos un aire, que ya ya, que después de la comida al personal le apetece más un helado que un polvorón y con eso de que es de turrón y estamos en esas fechas, parece que se “peca” menos. Tiene gracia eso, nos pegamos buenas comilonas o cenas (cada día menos, se notan mucho los años) sin dolernos prendas con las calorías saladas pero nos ponemos dignos con las dulces, “sólo un trocito de turrón, que engorda mucho” (¿y los canapés y el lechazo no?), “yo nada, que no me entra” (bueno, eso lo entiendo) “si hay helado sí, que es digestivo” (ya, como el chupito y como éste, “tampoco engorda”).

Disquisiciones aparte, tenía por el arcón congelador una tarrina con un poco de helado de leche merengada y ya me estaba aburriendo de verla, así que, aprovechando que tocaba limpieza de arcón y lo había sacado todo, decidí que la tarrina no volvía dentro. Como sabía que frío no se iba a comer, dejé que se derritiera y lo reconvertí en este tierno bizcocho, con ese sabor a canela que tanto me gusta. Quedó tan rico, que lo he repetido después con helado de vainilla y está igualmente muy rico, aunque nos gustó más el de leche merengada. Tengo que probar con helado de chocolate, seguro que también está muy bueno.

Al haber utilizado un resto de helado, es mi aportación de noviembre al proyecto 1+/-100, desperdicio 0 que Marisa, desde su blog Thermofan, promueve para evitar el desperdicio de alimentos y el reciclaje en general.

Si tenéis helado en el congelador, animaos a hornear este bizcocho, perfecto para el desayuno o para disfrutar a media tarde con un café o un té calentito, para pecar antes de ir a dormir o hacer más llevadero el insomnio.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

3 huevos L a temperatura ambiente

180 gr. de azúcar blanquilla

215 gr. de harina de trigo de todo uso

100 gr. de margarina vegetal a temperatura ambiente

120 gr. de helado de leche merengada, descongelado y a temperatura ambiente

12 gr. de impulsor químico

1/8 tsp de canela molida

margarina para el molde

harina para el molde

azúcar glas para espolvorear

*Y además:

un molde redondo con chimenea central de 22 cm. de diámetro o de 2'250 litros de capacidad

ELABORACIÓN:

Enmantequillar y enharinar el molde elegido, retirando el exceso de harina poniéndolo boca abajo y dándole unos golpecitos en la base y costados. Dejar a un lado.

Tamizar juntas la harina, la canela y el impulsor químico. Reservar.

Precalentar el horno a 200º C, con calor arriba y abajo.

Poner la margarina en un cuenco, preferiblemente estrecho y profundo y batir durante 20 segundos con las varillas eléctricas. Añadir el azúcar en forma de lluvia en tres veces y batir con las varillas hasta que la mezcla esponje y blanquee ligeramente. Agregar un huevo y batir con las varillas, primero a velocidad baja y cuando esté integrado, a velocidad alta durante unos 20 segundos. Proceder de igual modo con los otros dos huevos, no añadiendo el siguiente hasta que al anterior no esté perfectamente integrado.

Incorporar la mezcla de harina en tres veces y el helado en otras tres veces, alternado y empezando con los ingredientes secos. Integrar manualmente.

Verter la mezcla en el molde, colocar un paño de cocina en la encimera y dar unos golpecitos al molde contra ésta y encima del paño.

Introducir en el horno, colocando la rejilla en la posición central y hornear a 180º C y con calor abajo durante 40-42 minutos. Comprobar el punto de cocción pinchando el bizcocho con una brocheta: debe salir seca.

Sacar el molde del horno y colocarlo sobre una rejilla. Desmoldar a los 10 minutos y poner el bizcocho sobre la rejilla para que termine de enfriarse.

Cuando esté completamente frío, espolvorear con azúcar glas y servir.

A comer.

martes, 10 de agosto de 2021

Bizcocho con semillas de amapola y glaseado de licor de limón

Aprovechando que estamos teniendo un verano bastaste inestable en lo que a temperatura se refiere (lo de “inestable” es lenguaje políticamente correcto y eso porque por escrito queda muy fea la retahíla de sapos y culebras que salen por mi boquita cada vez que se menciona el tema del clima) y el sábado hizo francamente frío, decidí encender el horno y hacer, por fin, un bizcocho con semillas de amapola, que no sé el tiempo que llevo queriéndolo hacer, pero es que me faltan días para tantas recetas que se acumulan en la carpeta de “pendientes”. Bueno, días no, vidas, que este blog, como muchos, empezó con la pretensión de tener ordenadas en un mismo lugar las recetas que pululaban por ahí escritas en cualquier sitio y de cualquier manera y que andando el tiempo, se ha convertido en algo de un tamaño inmanejable, no el blog, sino las recetas pululantes, que en vez de disminuir, aumentan y “crecen” por los rincones como si fueran setas. ¿Qué me consuela? Pues que, a pesar de no haber conseguido mi objetivo inicial, he descubierto muchísimas recetas muy interesantes, he desarrollado mucho mi creatividad culinaria (ya antes creaba recetas, pero ahora es un no parar), he conocido virtualmente a gente que me alegra los días con sus comentarios, a la que considero mi amiga y a la que, con la estampida del verano, echo mucho de menos (salvo l@s fieles que continúan al pie del cañón) y porqué no decirlo, porque sé que a vosotr@s os pasa lo mismo. Ya se sabe, mal de muchos... Pero siempre con cariño, ¿eh?.

En fin, que me disperso. Que como hacía frío y estaban aquí mis sobrinas, a las que hacía un año y medio que no veía (ya sabemos todos porqué) y había que entretenerlas de alguna manera pues dada la situación actual lo de bajar a la plaza a jugar con los niños del pueblo estaba completamente descartado, aproveché para hacer el bizcocho. Así, mientras les explicaba el proceso como si fuera la maestra de la escuela y se turnaban para batir los huevos, pasamos la tarde en un suspiro, bueno, hasta que metimos el bizcocho en el horno y empezaron a preguntar “¿cuándo lo podemos comer?” y explícale tú a un niño que tiene que esperar varias horas para comerse una golosina. ¡Já! Los niños no entienden de relojes, así que, como ya se estaban poniendo pesadas, las mandé con sus padres y con su abuela, que habían pasado una tarde muy tranquila sin niñas y ya les tocaba un poco. Y conste que no me quejo, que se portaron muy bien y no dieron guerra (su madre no se lo creía cuando se lo contaba), pero de alguna manera tenía que conseguir que se olvidaran del bizcocho, pues ninguna de las dos es mucho de dulces (chuches aparte) y aunque querían probarlo porque habían colaborado en su elaboración, dudo mucho que les gustara la textura.

Afortunadamente y como cabía esperar, al día siguiente ya ni se acordaban del bizcocho, así que pude hacer el glaseado con licor, que de otra manera no hubiera podido ser posible si lo iban a comer ellas.

Finalmente, no hice ninguna de las recetas que tenía guardadas de bizcocho con semillas de amapola, sino que seguí la receta de mi bizcocho cuatro cuartos ligeramente adaptada. En esta ocasión, como la miel y las semillas hacen que la masa sea más densa y pesada, añadí impulsor químico para ayudarla a subir en el horno y asegurar un bizcocho esponjoso. Ha quedado muy rico, con ese ligero e interesante crujiente que aportan las semillas de amapola y el suave aroma a licor del glaseado, este último todo un “peligroso” descubrimiento por lo adictivo y tremendamente bueno que está.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

* Para el bizcocho:

4 huevos talla L a temperatura ambiente

el peso de los huevos, sin cáscara, de harina

3/4 partes del peso de los huevos, sin cáscara, de azúcar

1/4 parte del peso de los huevos, sin cáscara, de miel de mil flores

el peso de los huevos, sin cáscara, de margarina vegetal

30 gr. de semillas de amapola

1 tsp de ralladura de piel de limón

1 tsp de impulsor químico

* Para el glaseado:

200 gr. de azúcar glas (azúcar impalpable)

50 ml. de licor de orujo con limón (tipo limoncello)

semillas de amapola, para decorar (optativo)

* Y además:

unas varillas eléctricas

papel sulfurizado

un molde de plum cake de 21 cm. de largo por 11 cm. de ancho (medidas de la base) y 7 cm. de alto o un molde de 1'650 litros, mínimo, de capacidad

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

* Del bizcocho:

Humedecer el molde con agua y forrar el interior con papel sulfurizado. Humedecer también éste, una vez colocado, para que resulte más fácil acomodarlo al molde. Reservar.

Precalentar el horno a 200º C, con calor arriba y abajo.

Poner un cuenco amplio en la báscula de cocina, destarar, cascar los huevos en el cuenco y pesar.

Pesar el mismo peso de margarina. Ponerla en un cazo y calentar a fuego muy bajo para que se licue. Retirar del fuego cuando aún quede algo de margarina semi sólida (terminará de derretirse con el calor residual), añadir las semillas de amapola y la ralladura de limón, remover y dejar enfriar a temperatura ambiente. Reservar.

Pesar el mismo peso de harina y tamizar junto con el impulsor químico. Reservar.

Pesar una cuarta parte del peso de los huevos, de miel. Si estuviera sólida, templar a fuego muy bajo para que se licue y dejar enfriar. Reservar.

Pesar tres cuartas partes del peso de los huevos, de azúcar y añadirlo a los huevos.

Batir la mezcla de huevos y azúcar con las varillas a velocidad alta hasta que blanquee, duplique su volumen y alcance el punto de cinta (*) .

Agregar en hilo y de una sola vez, la mezcla de margarina, semillas y ralladura e integrar someramente con una espátula, con movimientos suaves y envolventes, de abajo hacia arriba, para que la mezcla de huevos no pierda volumen.

Proceder del mismo modo con la miel.

Incorporar la mezcla de harina y levadura en dos o tres veces e integrarla de la misma manera.

Verter la masa en el molde, bajar la temperatura del horno a 180º C y poner el calor sólo por abajo, colocar la rejilla en la segunda posición empezando por abajo e introducir el molde en el horno.

Hornear 40 minutos. Comprobar el punto de cocción pinchando el centro del bizcocho con una brocheta: debe salir seca. Si no fuera así, prologar la cocción otros cinco minutos y volver a comprobarla antes de finalizar el horneado.

Sacar el molde del horno y colocar en una rejilla. Desmoldar el bizcocho pasados diez minutos y ponerlo en la rejilla. Dejar que se enfríe completamente,

* Del glaseado:

Una vez el bizcocho esté bien frío, preparar el glaseado.

Poner en un cuenco el azúcar glas, añadir el licor y batir con un tenedor hasta conseguir una mezcla perfectamente integrada y fluida. Seguidamente, colocar la rejilla junto con el bizcocho sobre un plato y verter el glaseado por toda la superficie del bizcocho. Espolvorear por encima con semillas de amapola (si se usan), dejar que el glaseado se seque por completo y servir.

A comer.

(*) A SABER:

El punto de cinta es aquél que alcanza el batido cuando al levantar las varillas y caer la mezcla, ésta cae d forma fluida, lisa y continua, formando un dibujo que tarda en desaparecer unos segundos. También recibe el nombre de punto de letra.

martes, 30 de marzo de 2021

Magdalenas con mermelada casera de melón

Qué rico sabe a media tarde una cafetito con una magdalena. Hacía mucho que no me daba el capricho, así que saqué por la mañana los huevos y la mantequilla del frigorífico para que se templaran, ya que en este tiempo y en mi cocina que es fresca, tardan bastante en perder temperatura y por la tarde me dispuse a prepararlas. Cogí la batidora planetaria de la despensa y la llevé a la cocina, saqué las bandejas de magdalenas y las preparé con los cestillos, preparé la mise en place (cosa rara en mí, no suelo hacerlo), encendí el horno y me puse al lío.

No llevaba la batidora funcionando ni cinco minutos cuando decidió fallecer en acto de servicio. No podía ser. ¡Si está nueva! No es nueva, tampoco vieja precisamente, lo que tiene es muy poquito uso. Pero sí, lo era, había dejado de funcionar. Después de proferir unos cuantos improperios, saqué la batidora eléctrica de varillas (¡será por aperos!) y continué con el resto de la receta.

Al final de la tarde, tenía la cocina y la despensa llena de chismes varios y de cacharrerío sucio. Este no era problema, al lavavajillas y listo, pero el resto del trasterío había que recogerlo: la caja de los cestillos de papel, la que estaba encima en el armario y que también tuve que sacar para poder coger la otra, la caja de la batidora de varillas más tres o cuatro cosas que estaban delante y que también tuve que sacar, el montón de moldes que estaban encima de las bandejas de magdalenas y las bolsas en las que las guardo...uf, tenía que haber hecho una foto para enseñárosla porque no sé si os hacéis a la idea. A veces no me meto en estos berenjenales por no sacar tanto trasto, no os digo más.

Pero bueno, reconozco que no me da pereza recoger la cocina, así que después de dejarlo todo recogidito, me encontré con 24 ricas magdalenas y el cadáver de la batidora planetaria. Con las primeras sé lo que voy a hacer: disfrutarlas con un cafetito o palo seco, que tampoco le hago ascos. Con la segunda, no sé si mandarla a arreglar o a hacer puñetas. En eso ando todavía...

Normalmente hago estas magdalenas con mermelada hecha con los melocotones de mis árboles, pero esta vez la he cambiado por una de melón que hice este verano y que me encanta. Cuando sea temporada de melones y salga alguno “pepino”, volveré a hacer mermelada y os traeré la receta. En esta ocasión la integré por completo y como tiene un color muy parecido al de la masa de las magdalenas, no se aprecia. Si utilizáis mermelada de frambuesas, como la receta original (que he modificado a mi gusto), fresa o cereza y la removéis poco, al abrir las magdalenas se verán unas bonitas trazas rosadas.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

* Para 24 unidades

350 gr. de harina de trigo de todo uso

160 gr. de mantequilla, en pomada

3 huevos tamaño L, a temperatura ambiente

200 ml. de leche desnatada, a temperatura ambiente

250 gr. de azúcar blanquilla

12 gr. de impulsor químico, tipo Royal

85 gr. de mermelada casera de melón (u otra, al gusto)

* Y además

1 ó 2 bandejas para magdalenas de 12 cavidades

24 cestillos de papel para magdalenas

ELABORACIÓN:

Precalentar el horno a 180º C, con calor sólo por abajo.

Preparar la o las bandejas, poniendo un cestillo de papel en cada cavidad.

Tamizar juntas la harina y el impulsor.

En el recipiente de la batidora planetaria o en un bol, introducir la mantequilla troceada y el azúcar. Batir con el accesorio de varillas o con unas varillas eléctricas hasta que la mantequilla blaquee y se ponga esponjosa.

Incorporar los huevos ligeramente batidos y de uno en uno, no añadiendo el siguiente hasta que el anterior no esté bien integrado.

Añadir una tercera parte de la harina al recipiente de la mantequilla y mezclar con una espátula justo hasta que esté integrada. Añadir la mitad de la leche y proceder de la misma manera. Del mismo modo, incorporar otra tercera parte de harina, seguidamente el resto de la leche y por último el resto de la harina, procurando no batir en exceso para evitar que la mezcla de vuelva áspera.

Finalmente, incorporar la mermelada. Remover sólo ligeramente si se desea que se vea en la masa o integrarla por completo.

Rellenar los cestillos hasta dos tercios de su capacidad. Introducir una bandeja de magdalenas en el horno, colocando la rejilla en la segunda posición empezando por abajo. Hornear 23 minutos y sacar la bandeja a una rejilla. Desmoldar pasados cinco minutos, colocando las magdalenas encima de una rejilla para que terminen de enfriarse. Proceder de la misma forma con la segunda bandeja.

Una vez frías, guardar en un recipiente hermético en una sola capa, para que no se peguen unas a otras.

A comer.

viernes, 20 de noviembre de 2020

Sobao

Si hay un sabor que asocie con mi infancia y juventud es el de este bizcocho. Así como mi madre no recuerdo que hiciera nunca un bizcocho de yogur (lo mismo que jamás hizo una tarta de galletas), éste lo hizo cientos de veces para nuestros desayunos y meriendas, para regalar y para llevar a una invitación. Es posiblemente la receta que más veces a dado, junto con la de las cañas de crema (otro de sus postres estrella). Un bizcocho muy rápido de hacer y más si, como ella, no pesas los ingredientes, pues utilizaba una taza de desayuno para medir azúcar y harina, una cucharilla para el impulsor y la margarina la calculaba a ojo y siempre le quedaba bien. He pasado sus medidas caseras a gramos para que sea más fácil y preciso, pues adaptarlas a tazas medidoras convencionales resultaba muy complicado.

Como es un bizcocho sin ningún tipo de aromatizantes, es fundamental que tanto los huevos como la margarina sean de buena calidad, pues es lo que va a dar sabor al sobao. Que por cierto, que es así como siempre se llamó en casa de mi madre, pero no tengo ni idea de porqué.

Al tener una gran carga de grasa, se conserva fresco muchos días, aunque yo, como todos los bizcochos, lo meto dentro de una bolsa de plástico para que se seque menos y también, porqué no decirlo, para evitar la tentación de cortar un trocito cada vez que paso a su lado.

Es un bizcocho denso, que llena y en el que descubres en cada bocado el sabor de las cosas sencillas. No tengo foto del corte, lo siento, pero era para llevarlo a una casa en la que no tengo la confianza suficiente para llevarlo cortado.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

8 huevos tamaño L, a temperatura ambiente

320 gr. de harina de trigo de todo uso

450 gr. de azúcar blanquilla

400 gr. de margarina vegetal, fundida y enfriada

12 gr. de impulsor químico

margarina y harina para el molde

*Y además:

un molde de corona desmontable de 28 cm. de diámetro

ELABORACIÓN:

Precalentar el horno a 200º C con calor sólo por abajo.

Embadurnar con margarina y enharinar (retirando el exceso de harina poniéndolo boca abajo y dándole unos golpecitos en la base y costados) el molde elegido y dejar a un lado.

Tamizar juntas harina e impulsor y reservar.

En una ensaladera grande o similar, verter la margarina fundida y enfriada, cascar los huevos y añadirlos, así como el azúcar y la mezcla de harina e impulsor. Batir con la batidora de brazo justo hasta que la mezcla quede homogénea y sin grumos y verter dentro del molde. Golpear ligeramente el molde contra la encimera, colocando un paño de cocina en medio, para que suban a la superficie las posibles burbujas de aire.

Introducir el molde en el horno colocando la rejilla en posición intermedia, bajar la temperatura a 175º C y hornear, 50 minutos.

Finalizado el tiempo de horneado, comprobar la cocción pinchando el bizcocho con una brocheta: debe salir seca. Si no fuera así, hornear otros cinco minutos y volver a comprobar.

Sacar el bizcocho del horno y colocarlo encima de una rejilla para que se enfríe. Pasados diez minutos, quitar el aro y cinco minutos después, dar la vuelta y quitar la otra pieza del molde.

Dejar enfriar por completo encima de la rejilla antes de consumir.

A comer.

sábado, 5 de septiembre de 2020

Muffins doble chocolate


Estos muffins densos y chocolatosos, adaptados del libro Pasteles, pastas, galletas, merengues, tartas, panes dulces y salados, son sólo aptos para adictos al chocolate y desde luego para quienes que no contamos las calorías, porque son una auténtica bomba. Menos mal que no son muy grandes y al ser individuales, no se cae en la tentación de cortar un trozo un poquito más grande de lo conveniente, como pasaría con un bizcocho. Claro, esto siempre que sólo comamos uno, que si comemos dos ya la hemos liado.

No crecen mucho, pese a la cantidad de impulsor que llevan y tienden a secarse muy rápidamente, así que aconsejo meterlos en una lata en cuanto se enfríen. Esto tiene dos ventajas: al estar juntos y dentro de un recipiente hermético, conservan su humedad natural durante más tiempo y al no estar a la vista, es más fácil no caer en la tentación de coger uno. Y es que si os gusta el chocolate, están de muerte, sobre todo cuando aún están un poquito calientes porque te encuentras las gotas de chocolate medio deshechas. Puro vicio.

Apuntad en la lista de la compra los ingredientes que no tengáis, los hacéis y luego me contáis. Seguro que os encantan.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.


INGREDIENTES:


* Para 18 unidades, todos los ingredientes a temperatura ambiente:

225 gr. de harina de trigo de todo uso

50 gr. de cacao puro desgrasado en polvo

13 gr. de impulsor químico (tipo Royal)

1 pizca de sal fina

150 gr. de azúcar blanquilla fino

100 gr. de gotas de chocolate negro

100 gr. de queso fresco batido (tipo quark) con 0% de materia grasa

150 ml. de leche desnatada

90 ml. de aceite de girasol

2 huevos tamaño L


* Y además:

1-2 bandejas de hornear para magdalenas

cestillos de papel para magdalenas de 5 cm. de base


ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

Preparar una o dos bandejas de hornear con 18 cestillos de papel y reservar.

Precalentar el horno a 200º C con calor arriba y abajo.

Tamizar juntos en un cuenco grande la harina, el cacao, el impulsor y la sal. Añadir el azúcar y los chips de chocolate y homogeneizar hasta que no queden rastros de harina o azúcar en la mezcla. Hacer un hueco en el centro y reservar.

Cascar los huevos y disponerlos en el vaso de la batidora de brazo. Añadir el queso fresco, la leche y el aceite y batir con la batidora hasta conseguir una mezcla fina y homogénea. Verter su contenido en el hueco practicado en el cuenco de los ingredientes secos y dejar reposar 5 minutos para que se vayan humedeciendo. De esta forma luego habrá que remover menos la mezcla, ya que hacerlo en exceso perjudica la textura final de los muffins.

Mezclar cuidadosamente con la ayuda de una lengua de cocina de abajo a arriba justo hasta que dejen de verse los ingredientes secos, cercionándose de que no quedan restos de ellos en el fondo del cuenco. Dejar reposar la masa 10 minutos.

Distribuir la masa en los cestillos preparados e introducir en el horno, colocando la rejilla en la zona intermedia del mismo. Hornear 15 minutos a 200º C con calor sólo por abajo. Comprobar el punto de cocción pinchando con una brocheta el centro de uno de ellos. Si no saliera seca, hornear dos minutos más. Es preferible que el interior quede ligeramente tierno a sobrecocerlos.

Sacar del horno y desmoldar inmediatamente. Disponerlos en una rejilla hasta que se enfríen.

Disfrutarlos sin cargo de conciencia.

A comer.

miércoles, 15 de julio de 2020

Cuatro cuartos con mermelada y chocolate


El golosón de mi pareja me ha hecho la ola con este pastel. Y es que a él, que todos los postres que hago le parecen ricos pero siempre poco dulces, éste, con la mermelada y el chocolate, le ha encantado. Vamos, que me ha dicho “por fin un dulce-dulce”. Así que lo he hecho tan feliz con un simple bizcocho cuatro cuartos, un básico clásico de la gastronomía, que con el relleno y la cobertura se convierte en un pastel de fiesta con el que siempre se queda bien.

A pesar de ser un bizcocho básico, que parece que todo el mundo tendría que hacer igual, se encuentran diversas recetas para su elaboración: algunas baten huevos y azúcar y luego incorporan la margarina o mantequilla y la harina, en ese orden o al revés y otras baten huevos y mantequilla y luego incorporar azúcar y harina, las hay que separan los huevos en claras y yemas y otras que los utilizan enteros, unas llevan impulsor químico y otras no y por último, se incorporan o no aromatizantes según qué receta. O sea, que como suele decirse, para gustos los colores. A mí me parece que la forma que utilizo yo es la más sencilla y para este pastel no añadí aromatizantes porque quería un sabor neutro ni impulsor, pues al batir tanto los huevos me parece innecesario para un bizcocho de este tamaño. Cosa distinta es que se quiera hacer un bizcocho con muchos huevos (alguna vez he preparado un bizcocho similar con diez huevos) y entonces ahí sí, viene muy bien la ayuda del impulsor químico pues es inevitable que el batido de huevos pierda aire al integrar tanto peso de margarina y harina.

Ya sé que ahora da mucha pereza encender el horno, pero también planchar y si aprovechamos el fresco de la mañana para la plancha, ¿porqué no también para encender el horno? Además la plancha no plancha sola (por desgracia) pero el horno sí hornea solo, con lo que no tenemos que estar encima de él, salvo maniáticas como yo que lo miramos cada diez minutos...

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.


INGREDIENTES:


* Para el bizcocho:


4 huevos a temperatura ambiente

el peso de los huevos sin cáscara, de harina

el peso de los huevos sin cáscara, de azúcar

el peso de los huevos sin cáscara, de margarina vegetal


* Para la cobertura:


175 gr. de mermelada de arándanos rojos

165 gr. de chocolate de cobertura con un 56% de cacao

100 gr. de nata con un 18% de materia grasa (de la de cocinar)

granillo de colores para decorar (optativo)


* Y además:


una batidora planetaria con accesorio batidor o unas varillas eléctricas

papel sulfurizado

un molde de plum cake de 27 cm. de largo por 11 cm. de ancho (medidas de la base) y 8 cm. de alto o un molde de 1'650 litros, mínimo, de capacidad



ELABORACIÓN:


NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

* Del bizcocho:

Humedecer el molde con agua y forrar el interior con papel sulfurizado. Humedecer también éste, una vez colocado, para que resulte más fácil acomodarlo al molde. Reservar.

Precalentar el horno a 200º C, con calor arriba y abajo.

Cascar los huevos en el bol de la amasadora o en un cuenco amplio (si se utilizan varillas eléctricas) y pesarlos.

Pesar el mismo peso de margarina. Ponerla en un cazo y calentar a fuego muy bajo para que se licue. Retirar del fuego cuando aún quede algo de margarina semi sólida (terminará de derretirse con el calor residual) y dejar enfriar a temperatura ambiente. Reservar.

Pesar el mismo peso de harina y tamizar. Reservar.

Pesar el mismo peso de azúcar y añadirlo a los huevos.

Colocar el cuenco en su posición en la amasadora, poner el accesorio batidor y batir a velocidad alta hasta que la mezcla blanquee, duplique su volumen y alcance el punto de cinta (*) o bien batir con las varillas eléctricas hasta que la mezcla de huevos y azúcar alcance el punto requerido.

Agregar de una sola vez la margarina e integrar someramente con una espátula, con movimientos suaves y envolventes, de abajo hacia arriba, para que la mezcla de huevos no pierda volumen.

Incorporar la harina de dos o tres veces e integrarla de la misma manera.

Verter la mezcla en el molde, bajar la temperatura del horno a 180º C y poner el calor sólo por abajo, colocar la rejilla en la segunda posición empezando por abajo e introducir el molde en el horno.

Hornear 40 minutos. Comprobar el punto de cocción pinchando el centro del bizcocho con una brocheta: debe salir seca. Si no fuera así, prologar la cocción otros cinco minutos y volver a comprobarla antes de finalizar el horneado.

Sacar el bizcocho del horno. Desmoldar inmediatamente con la ayuda del papel y con cuidado de no quemarse y colocar boca abajo en una rejilla. Quitar con delicadeza el papel sulfurizado y dejar que el bizcocho se enfríe completamente.

Una vez el bizcocho esté bien frío (yo lo suelo envolver en papel film y lo dejo hasta el día siguiente para que esté bien asentado), cortar en dos a lo largo.

Templar ligeramente la mermelada en el microondas para hacerla más fluida y extenderla uniformemente sobre la plancha de bizcocho que se va a utilizar de base, que será la parte del bizcocho que al hornear era la de arriba, y por el lado del corte. Colocar encima la otra parte de bizcocho, con el corte sobre la mermelada, presionar ligeramente para nivelar el relleno y llevar al frigorífico en lo que se prepara la cobertura, así la mermelada volverá a adquirir solidez y evitará que la parte superior del bizcocho se mueva.

* De la cobertura:

Picar el chocolate a cuchillo o con un procesador de alimentos o rallar con un rallador, dejándolo lo más fino posible para que sea más fácil de fundir. Reservar.

Disponer la nata en un cacito y llevarla al fuego. Calentar a fuego medio removiendo de vez en cuando y retirar del fuego justo antes de que rompa a hervir. Volcar inmediatamente sobre el chocolate, dejar unos segundos y remover posteriormente con una lengua de cocina hasta que el chocolate se funda completamente. Hay que trabajar deprisa para evitar la que cobertura se enfríe y pierda fluidez.

Sacar el bizcocho del frigorífico, colocar cobre una rejilla con un plato grande debajo y cubrir de forma uniforme con la cobertura. Alisar someramente la parte superior procurado dejar una capa de cobertura un poco gordita y alisar igualmente los laterales dejando una capa fina de chocolate.

Antes de que la cobertura de enfríe del todo, distribuir por encima el granillo de colores para que quede pegado pero no se funda con el calor.

Dejar enfriar por completo y servir.

A comer.

(*) A SABER:

El punto de cinta es aquél que alcanza el batido cuando al levantar las varillas y caer la mezcla, ésta cae d forma fluida, lisa y continua, formando un dibujo que tarda en desaparecer unos segundos. También recibe el nombre de punto de letra.




lunes, 15 de junio de 2020

Bizcocho de plátano, ciruelas pasas y canela


Receta adaptada del libro "Pasteles, pastas, galletas, merengues, tartas, panes dulces y salados" de Caroline Bretherton, un libro tan extenso como su título en castellano, porque en inglés es bastante más corto Baking, step by step, pero se conoce que a los responsables de la edición en castellano les sonaba a poco y decidieron que un título mucho más largo y difícil de recordar era mejor. Pues a mí que me lo expliquen que la verdad, no lo veo. Eso me recuerda a esas películas en las que el título en español no tiene absolutamente nada que ver con el título original. Otro cambio que tampoco entiendo.

He hecho un poquito lo que he querido con la receta. Para empezar le he cambiado el nombre (total, si los editores pueden hacer lo que les de la gana con el título, yo también lo puedo hacer con el nombre de la receta). Originalmente viene como pan de plátano, pero pan, lo que se dice pan, no es y creo que además esa denominación lleva a confusión, así que, bizcocho. Tampoco he machacado el plátano con un tenedor, porque no quería que quedaran trocitos de plátano en la masa para evitar que la zona donde estuvieran quedara más húmeda que la de alrededor, que es una textura que no me acaba de convencer. También he cambiado el tipo de harina y hay algún cambio más pero no es muy significativo.

Con cambios y todo ha quedado un bizcocho compacto, ideal para mojar en la leche del desayuno o de la merienda, con un sabor muy sutil a plátano y canela y verdaderamente rico. Quería que las ciruelas pasas quedaran en la superficie del bizcocho, pero si las queréis integradas en la masa, sería recomendable doblar la cantidad de ciruelas, pues son pocas si se van a mezclar.

Respecto a la forma de preparar el molde, hace ya tiempo que no encamiso los moldes cuadrados o rectangulares. Humedezco el interior del molde con agua, utilizando para ello el pulverizador que utilizo para la plancha, coloco el papel y lo humedezco también con el pulverizador para que se ablande un poco y se adapte mejor; según la marca de papel sulfurizado que se utilice, habrá que humedecerlo más o menos. Prefiero hacerlo así que humedeciendo el papel y estrujándolo antes de ponerlo en el molde, creo que el resultado es mejor y se evita el riesgo de romperlo en el proceso. Además, de esta forma, se evita igualmente incorporar más grasa y harina a la masa. Pero si preferís encamisarlo de forma tradicional, no voy a ser yo quien os diga que no lo hagáis. Lo que sí os digo es que hagáis el bizcocho, porque ha quedado muy bueno.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:


* Todos los ingredientes a temperatura ambiente


375 gr. de harina de trigo de todo uso

300 gr. de pulpa de plátano muy madura

150 gr. de azúcar blanquilla

100 gr. de azúcar morena

3 huevos tamaño L

125 ml. de aceite de girasol

1 tsp. de canela en polvo

tsp. de impulsor químico (polvos de hornear) tipo Royal

1/2 tsp. de sal fina

la ralladura de la piel de medio limón pequeño

15 ml. de zumo de limón sin filtrar

50 gr. de ciruelas pasas sin hueso


* Y además:


un molde de plum cake de 27 cm. de largo por 11 cm. de ancho (medidas de la base) y 8 cm. de alto

papel sulfurizado



ELABORACIÓN:


NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

Humedecer el molde con agua y forrar el interior con papel sulfurizado. Humedecer también éste para que resulte más fácil acomodarlo al molde. Reservar.

Precalentar el horno a 180º C, con calor arriba y abajo.

Picar las ciruelas pasas en trozos no muy pequeños. Reservar.

Tamizar en un cuenco la harina, el impulsor, la sal y la canela. Reservar.

Pelar los plátanos y eliminar las hebras. Disponerlos en una jarra o cuenco amplio, añadir el aceite y el zumo de limón, cascar los huevos e incorporarlos y batir el conjunto con la batidora de brazo hasta triturar por completo los plátanos. Añadir el azúcar blanquilla y el moreno y volver a batir hasta conseguir una mezcla homogénea. Incorporar la ralladura de limón e integrar con una cuchara.

Incorporar la mitad de la mezcla de huevos y plátanos al cuenco de la harina. Mezclar poco a poco con una cuchara y añadir la otra mitad. Mezclar lo justo hasta que la harina se vea integrada. No remover demasiado para no endurecer la mezcla.

Verter el contenido del cuenco en el molde, dar unos golpecitos contra la encimera para que suban las posibles burbujas y para nivelar la mezcla y distribuir por encima las ciruelas pasas picadas.

Introducir el molde en el horno, colocando la rejilla en la tercera posición empezando por abajo, apagar la resistencia superior del horno dejando el calor sólo por abajo y hornear 50 minutos. Antes de sacar el bizcocho del horno, pinchar con una brocheta en la parte central, debe salir seca. Si no fuera así, hornear otros cinco minutos.

Sacar el bizcocho del horno y colocar el molde sobre una rejilla. Desmoldar a los diez minutos con la ayuda del papel sulfurizado y sin quitarlo, dejar que el bizcocho se enfríe por completo encima de una rejilla.

Eliminar el papel una vez esté el bizcocho completamente frío.

A comer.