domingo, 30 de agosto de 2020

Rollitos de berenjena con pollo y piña


La idea de asar la berenjena en el microondas se la vi a mi amiga Mariam en su blog Recetecum. Decidí probar y reconozco que me ha gustado el resultado. Además de esta manera, se puede utilizar menos aceite aún que en la plancha, que ya sabemos que las berenjenas son como una esponja y a la que te descuidas se empapan de aceite, razón por la cual nunca las hago fritas con miel, que me vuelven loca, pero es que no le cojo el punto a la fritura y para mi gusto me quedan demasiado aceitosas. Y mira que he probado distintas recetas, todas de autoras andaluzas, que para los fritos tienen otra mano, pero aún así no me quedan bien, así que en casa no las hago pero cuando voy al sur, creo que las pido en todos los sitios que las veo, es que están taaaan ricas...

Esta vez no quería arriesgar con el relleno y como el binomio pollo-piña siempre funciona bien, no me compliqué la existencia, aunque no puede evitar añadir el sésamo (ajonjolí) que me encanta, pero su presencia apenas se nota, ya que aporta un aroma muy tenue.

Y como cocinar en el microondas, lo que se dice cocinar no cocino, pero sí lo utilizo como pinche de cocina porque me resulta práctico para la elaboración de determinadas partes de algunas recetas, presento ésta a la iniciativa En Buena Onda que Elisa de “Que no te falte un perejil” y Marisa de “Thermofan” promueven mensualmente en sus respectivos blogs y en el que nos animan a cocinar con el horno microondas.




Gracias a ellas yo lo voy usando cada vez un poquito más ¿y vosotras?.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:


*Para 12 rollitos:

1 berenjena de unos 380-400 gr.

2 tsp. de semillas de sésamo (ajonjolí) crudo

50 gr. de cebolla

150 gr. de pechuga de pollo en un trozo

140 gr. de piña en conserva en su jugo (peso escurrido)

1 tbs. del jugo de conservación de la piña

pimienta blanca molida

aceite

sal

110 gr. de salsa de tomate espesa

40 gr. de queso fresco batido (tipo quark) con 0% de materia grasa

1/2 tsp. de orégano seco

queso emmental rallado


*Y además:

una mandolina


ELABORACIÓN:


Lavar la berenjena y eliminar el tallo verde. Cortar con una mandolina doce láminas de berenjena. Apartar 70 gr. de los recortes sobrantes de la berenjena, sin piel y guardar el resto para otra preparación.

Pincelar un plato con aceite y poner 3 ó 4 láminas de berenjena, según tamaño, procurando que no se monten. Pincelar cada lámina muy ligeramente con aceite, tapar con una tapadera para microondas y asar en éste dos minutos a 800 watios. Si se desean más tiernas, asar a la misma potencia en intervalos de 30 segundos hasta conseguir el punto deseado. Proceder del mismo modo con el resto de las láminas de berenjena.

Poner las semillas de sésamo en una sartén pequeña sin nada de aceite y tostar a fuego medio hasta que adquieran un tono dorado y desprendan aroma a tostado. Apartar del fuego y cuando se enfríen, machacar en el mortero hasta reducir a polvo y procurando que no suelten su aceite. Reservar.

Lavar y secar la pechuga de pollo. Cortar en tres tiras a lo largo procurando que queden todas parejas, sazonar con sal y pimienta blanca molida y asar tapadas en el microondas un minuto y medio a 800 watios de potencia. Dejar dentro del microondas un minuto, sacar y dejar que se enfríen. Una vez frías, desmenuzar con los dedos en trozos pequeños y reservar. Reservar igualmente los jugos que haya soltado la pechuga al asarse.

Cortar la piña bien escurrida en trozos de tamaño similar al pollo. Reservar.

Picar menudas la cebolla y los recortes de berenjena y pochar ambas tapadas en una sartén con un poco de sal y un fondo de aceite hasta que estén blanditas. Machacar con un tenedor, añadir el sésamo molido, el pollo, sus jugos, el zumo y la piña, mezclar y cocinar a fuego fuerte durante un minuto para unificar sabores. Rectificar de sal, si procede y dejar templar la farsa.

Precalentar el horno a 180º C con calor arriba y abajo.

Rellenar cada lámina de berenjena con una cucharada de la farsa, enrollar con cuidado para que no se salga el relleno (es un relleno suelto con tendencia a escaparse) e ir colocándolos con el cierre hacia abajo en una fuente apta para horno ligeramente aceitada.

Mezclar en un bol la salsa de tomate, el queso fresco batido y el orégano seco. Verter por encima de los rollitos, espolvorear con queso emmental rallado al gusto y hornear 20 minutos en la parte media del horno.

Servir calientes.

A comer.




martes, 25 de agosto de 2020

Pan con tomate seco, queso curado de cabra y orégano, en panificadora Lidl


Después de tres rotundos desastres, en los que los panes que he hecho han ido a la basura pues no eran ni mínimamente aprovechables, me ha salido un pan en condiciones. Bueno, más que en condiciones, un pan muy rico, estupendo sólo recién hecho, tostado con unas lonchas de pavo o sin tostar con chutney de tomate, por poner algunos ejemplos.

Os contaba que los tres panes anteriores a éste habían acabado en la basura. Hice tres recetas distintas, de tres páginas web diferentes y en las tres ocasiones, seguí las recetas al pie de la letra pues con el pan no me atrevía a experimentar, dada mi poca experiencia. Y sólo obtuve tres estrepitosos fracasos. No voy a entrar en el debate de receta probada/no probada, sólo voy a decir que algunos blogs deberían tener algo más de ética en su trabajo pues no están las cosas para tirar dinero, que es lo que pasa cuando una receta no sale.

Si os fijáis, digo que no me atrevía a experimentar. Pero vistos los nefastos resultados, me dije a mí misma (me hablo mucho, no sé si ya os habíais dado cuenta): “peor de lo que te han salido los otros panes, no te puede salir éste”. Así que siguiendo el consejo que una vez leí en no sé que blog, que venía a decir (no lo recuerdo con exactitud) que si una fórmula te salía bien, experimentaras con ella hasta hacerla tuya, me armé de lápiz y papel y me puse a hacer matemáticas con el porcentaje panadero hasta que la suerte o el instinto, a saber, me hizo discurrir esta delicia. ¡Y encima salió bien a la primera!. Y a la segunda, que ya lo he repetido otra vez. Así que, a partir de ahora, ¿quién dijo miedo?.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:


300 ml. de agua templada

8 gr. de sal fina

30 ml. de AOVE de sabor suave

500 gr. de harina de trigo de fuerza

40 gr. de tomate seco hidratado en aceite durante al menos 3 días, escurrido

25 gr. de queso de cabra curado picado fino

tsp. de orégano seco

13 gr. de levadura fresca de panadería



ELABORACIÓN:


Picar en trocitos los tomates secos escurridos y mezclar con una cucharada de harina para que queden sueltos y se distribuyan mejor por la masa. Ayudarse con los dedos para separar los trozos de tomate.

Sacar la cubeta de la panificadora e introducir, por este orden: el agua templada, la sal, el aceite de oliva virgen extra, la harina, el tomate enharinado junto con la harina sobrante (si la hubiere), el queso, el orégano y la levadura desmenuzada.

Colocar la cubeta en el interior de la panificadora. Cerrar la tapa y conectar el aparato. Seleccionar el programa 1 (normal), peso 1.000 gr. y tueste medio.

Cuando la máquina emita los tonos de aviso en la segunda fermentación, sacar la cubeta y con las manos húmedas quitar las palas amasadoras e introducir éstas inmediatamente en un bol con agua que las cubra para facilitar su posterior limpieza.

Con las manos húmedas, acomodar la masa para evitar las burbujas de aire que se puedan haber introducido en la misma al quitar las palas. Colocar nuevamente la cubeta en la panificadora y continuar con el programa.

Una vez finalizado el programa, sacar la cubeta de la máquina, desmoldar y dejar enfriar encima de una rejilla.

Cuando esté completamente frío, introducirlo en una bolsa de plástico para que se conserve tierno por más tiempo.

A comer.




jueves, 20 de agosto de 2020

Conejo de campo con salsa de uvas, en olla WMF


Ya llevo una semana de vacaciones y he parado menos que si estuviera trabajando. ¡Y no he salido de casa!. Literal. Que como tengo congelador y frigorífico hasta los topes y el pan me lo traen a la puerta de casa, no he salido a la calle para nada. Bueno, de casa sí, porque tenemos la huerta y los frutales justo en la parte de atrás de la vivienda, pero no he ido más allá.

Y es que estar en casa de vacaciones no es estar ociosa. Siempre he dicho que cuando estoy de vacaciones de verdad es cuando salgo por ahí de viaje, porque no tengo que preocuparme de cuestiones domésticas ya que me lo dan todo hecho, aunque descansar en vacaciones, lo que se dice descansar, pues como que no, que hay años que volvemos de ellas más cansados de lo que nos fuimos, pero es que yo no las concibo tumbada en una playa, media hora “pa'rriba”, media hora “pa'bajo” (lo confieso, odio tomar el sol). Para mí las vacaciones es ir a conocer sitios nuevos o volver a sitios antiguos de los que estoy enamorada, visitar monumentos, museos, paisajes naturales y si de casualidad estamos en un sitio pequeño donde se están celebrando las fiestas locales o una semana cultural, me encanta mezclarme con lugareños y turistas y vivir la fiesta como lo hacen ellos, salvando las distancias claro (y no hablo de las físicas, en este caso), pues cada localidad tiene sus propias manifestaciones culturales y su propia idiosincrasia a la hora de vivirlas. El año pasado, sin ir más lejos, coincidió nuestra estancia en Tapia de Casariego (Asturias) con la celebración de sus Fiestas del Carmen, fiesta grande del Concejo, en las que la localidad se pone hasta los topes de gente, sobre todo el día de la Misa en honor de la Virgen del Carmen, aunque el año pasado, según nos comentaron, hubo menos gente que otros años y aún así no cabía un alma, con lo que no quiero ni imaginar cómo se podrá aquéllo en años con una afluencia más “normal” de turistas y parroquianos.

Pero este año, de salir de viaje, nada de nada. Entre la situación actual y la familiar con la que hoy no os voy a aburrir, toca quedarse en casa, aunque a ver si salgo un poco más a la huerta, aunque sólo sea porque me de el aire, que cuando me enclaustro no me saca nadie ni con agua caliente, es que me pongo a cocinar y me olvido del mundo o guiso un conejo como éste, ligeramente dulce por la presencia de la uvas y suave y equilibrado en sabores.

He utilizado una uva rosa sin pepitas que tiene un ligero sabor a fresa. No sé como se llama, nos dieron un plantón hace unos años y son las únicas uvas que como, porque las demás no me gustan. Como este año vienen adelantadas, ya se pueden comer algunos racimos y casi estoy esperando sentada debajo de la cepa a que maduren del todo para ponerme morada. A falta de éstas, se puede utilizar uva blanca dulce sin pepita, el sabor tiene que resultar parecido.

La elección del vino es importante, pues tiene que contrarrestar el dulce de la uva, por lo que conviene utilizar uno seco o ligeramente ácido. Lo mismo pasa con los tomates secos, pues si están condimentados como los que he utilizado yo de la marca Hacendado, aportarán al guiso el sabor del aderezo.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:


un conejo de campo

35 gr. de tomate seco en aceite Hacendado (peso escurrido)

70 gr. de queso fresco batido (tipo quark) con 0% de materia grasa

1/8 tsp. de jengibre en polvo

1/8 tsp. de clavo en polvo

1/8 tsp. de nuez moscada molida

100 gr. de cebolla

40 gr. de apio

2 hojas de laurel

150 ml. de vino blanco seco

180 gr. de uvas rosas sin pepitas

AOVE

sal



ELABORACIÓN:


NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.

El día antes, lavar minuciosamente el conejo y dejarlo escurrir bien.

Picar muy menudos los tomates secos y disponerlos en un bol. Añadir el queso fresco batido, el jengibre, el clavo y la nuez moscada y mezclar bien. Untar con toda la pasta resultante el interior y el exterior del conejo, colocarlo en una bandeja, tapar y llevar al frigorífico toda la noche.

Al día siguiente, sacar el conejo de la nevera y trocear. Colocarlo de nuevo en la bandeja donde maceró, salar y dejar que se atempere. Cortar en trozos pequeños la cebolla y el apio y rehogar con un poco de sal y a fuego medio-alto en la olla rápida dispuesta con un fondo de aceite de oliva virgen extra. Cuando la cebolla empiece a ablandarse, subir el fuego e incorporar el conejo troceado. Cocinar el conjunto hasta que el conejo cambie de color.

Añadir el vino blanco a la bandeja del conejo y recoger los jugos de la maceración, si los hubiere y los restos de la pasta con la que se untó el conejo e incorporarlo a la olla. Añadir las hojas de laurel lavadas y las uvas lavadas y sin tallos.

Levantar el hervor y colocar la tapa de la olla. Cerrarla y cocer 25 minutos contados desde que suba la válvula del todo. Apagar el fuego y dejar que la olla pierda toda la presión antes de abrirla.

Abrir la olla, sacar los trozos de conejo a una fuente, eliminar las hojas de laurel y pasar la salsa por un chino o pasapurés de grano fino. Devolver la salsa y el conejo a la olla, hervir cinco minutos para que la carne recupere temperatura y la salsa espese ligeramente, rectificar de sal, si procede y servir.

A comer.




martes, 18 de agosto de 2020

Una gran sorpresa


Bueno, bueno, bueno, no quepo en mí de gozo y aún no me lo creo, estoy nerviosa y todo...

¿Y porqué? os preguntaréis acertadamente: pues porque hoy, mi querida Liliana Fuchs, a la que leo desde hace un montón de años (y a la que últimamente añoro en su blog Albahaca y Canela en el que nunca he dejado un comentario, por cierto, porque leo muchos, muchos blogs, pero comento en poquísimos), menciona mis Radiatori con calabacín, champiñones y queso azul en su entrada 15 recetas con verduras de temporada en el veraniego paseo por la gastronomía de la red que publica hoy en Directo al Paladar. Y es que ver mi modesto blog en un grande como es Directo al Paladar es algo que desde luego no me esperaba. Tanto que cuando vi el aumento de visitas que desde ayer había tenido la entrada, pensé que ya había vuelto a tener la visita de alguna de esas páginas que se dedican a copiarte los enlaces con fines meramente publicitarios (para ellas, evidentemente). Mi sorpresa fue mayúscula cuando al mirar las fuentes de tráfico vi la URL de Directo al Paladar. Por mucho que lo leyera no podía creérmelo, tenía que ser una confusión... hasta que al leer la entrada completa, ahí me vi, al final del artículo. ¡Uf, qué subidón!.

Así que aquí me tenéis, en una nube, publicando esta pequeña entrada fuera de fecha para agradecer a Liliana su amable mención. Para ella, estas flores virtuales. Mil gracias.

sábado, 15 de agosto de 2020

Radiatori con calabacín, champiñones y queso azul


Hoy, quince de agosto, debería estar de fiesta casi toda España, con toros, verbenas, juegos infantiles, concursos de tortilla de patatas y demás eventos, que en localidades pequeñas como en la que yo vivo se convierte en un fiesta casi “comunal”, en la que de una u otra forma participa casi todo el pueblo, hasta los topes de gente con los agosteros, que es como llaman, al menos aquí, a los hijos del pueblo que viven fuera y que vuelven en agosto, como el turrón por navidad. Pero en este quince de agosto, tan extraño y triste, (a pesar de que hay más gente que nunca por todos los sitios), no ha habido celebraciones. Sí ha habido cuadrillas que se han juntado para comer o cenar, algunas con menos miembros que otros años, pero hablas con la gente y en general la mayoría se ha quedado en su casa. Sin ir más lejos, todos los años tal día como hoy, comemos toda la familia en casa de mi suegra, cosa que yo agradezco un montón pues normalmente he estado en la verbena hasta las cuatro o las cinco de la madrugada y la verdad, que levantarse tarde y llegar a mesa puesta, pues qué queréis que os diga, que es un gusto. Pero anoche yo estaba en la camita a las doce, he madrugado como cualquier día y he estado haciendo las tareas domésticas como es habitual. Y resulta un poco raro, porque sabes que no debería haber sido así, que deberías llevar un par de días de fiestorro, disfrutando y lamentándote a la vez de que los años no pasan en balde, pero pensando ya esta noche al acabarse la fiesta, en la del año que viene. En cambio hoy, lo que piensas, es que las cosas no mejoran demasiado, que cuando se acaben las vacaciones no podremos seguir mirando hacia otro lado y que en septiembre, que está a la vuelta de la esquina, habrá que tomar algunas decisiones, unas nosotros y otras las autoridades, que no creo que sean fáciles.

Para fácil la receta de hoy y es que la pasta siempre está rica, da igual con qué la adereces. No entiendo cómo hay personas a las que no les gusta, bueno, un poco sí, porque yo he visto preparar unos macarrones tan mal cocinados que te hacían odiar a los italianos por haber universalizado la pasta. Y es que hay gente que no cocina, perpetra la comida.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:


130 gr. de radiatori

100 gr. de cebolla tierna

125 gr. de calabacín, preferiblemente verde claro

95 gr. de champiñón laminado en conserva (peso escurrido)

70 gr. de queso azul

70 gr. de nata con un 18% de materia grasa

sal

aceite



ELABORACIÓN:


Cocer la pasta en abundante agua con sal el tiempo que indique el fabricante o al gusto.

Mientras se cuece la pasta, mezclar en un bol el queso azul y la nata. Reservar.

Pelar la cebolla y lavar el calabacín. Picar la primera muy menudita y el segundo, sin pelar, en dados de un centímetro de lado.

Poner a calentar un fondo de aceite en una sartén honda y amplia y rehogar el calabacín y la cebolla con un poco de sal hasta que ambas hortalizas estén blanditas. Añadir los champiñones escurridos de su agua de vegetación y continuar cocinando otros cinco minutos. Agregar la mezcla de queso y nata y calentar a fuego medio hasta que se integre con el resto de ingredientes.

Una vez cocida la pasta, volcarla en un escurridor, eliminar todo el agua y ponerla en la fuente de presentación. Añadir por encima la salsa bien caliente y servir.

A comer.




lunes, 10 de agosto de 2020

Carrilleras de cerdo ibérico a la cerveza negra con quenelles de parmentier de patata y calabacín, en olla WMF


No me gusta nada el calor. O al menos estos calores que estamos teniendo. Lo único que me gusta del verano es que los días son largos, hay mucha luz y la ropa es cómoda y liviana. Pero el calor... Como que no. A me derrite las neuronas, en serio, me cuesta hasta pensar y ya de dormir ni hablamos, que si normalmente es una odisea, ahora es misión imposible. Total, que me paso todo el día cansada, de mal humor y pensando cómo son capaces de soportarlo las personas que viven, por ejemplo, en Extremadura o Andalucía (de las que viven los trópicos ya ni hablamos). Y es que ni playita ni piscina ni aire acondicionado ni nada, que uno no se puede pasar todo el día en remojo ni pegado al aire. No sé si será por el cambio climático o porqué, pero antes por esta zona, las noches de verano eran frescas, con lo que al menos se podía dormir; ahora y cada año, van subiendo las temperaturas nocturnas, por lo que cada vez hay más noches de esas que llaman tropicales y en las que yo al menos, odio a toda la humanidad y envidio a los esquimales (a los que también odio, por suertudos).

Bueno, al menos me queda el consuelo de que como aún estoy trabajando, en la oficina pongo el aire acondicionado a toda pastilla y me da igual que digan que es malo: como lo mismo me da morirme de una sofoquina que de un mal aire, por lo menos estiro la pata fresquita. Estoy por no cogerme vacaciones este año...

¿Qué os cuento hoy de la receta? Lo primero, lógico y evidente, que está muy buena. La carne está muy rica pero la salsa es puro vicio y si os gusta, como a mí, mezclarla con el parmentier, entonces ya podéis ir poniendo los ojos en blanco.

El sabor de la salsa dependerá mucho de la cerveza negra que se utilice, así que, por favor, usad una de buena calidad. No sé donde leí que la calidad del guiso es aquélla que le da el vino que se use y por extensión, la de todos los ingredientes que se utilicen. Además, la cerveza sobrante nos la podemos beber según cocinamos, así que ya que estamos guisando, nos merecemos una buena birra, ¿no creéis?.

Veréis más abajo que utilizo calabacín con bastante piel para el parmentier. La única razón es para que así le dé color verde claro (en las fotos no se aprecia mucho), no tiene más misterio. Lo que sí es más importante es el apunte sobre evitar utilizar carne que contenga semillas pues si ya están muy desarrolladas, habría que pasar por el chino el puré de calabacín antes de agregarlo a la patata machacada para así eliminar los restos que de aquéllas pudiera haber.

La receta parece muy larga, pero es muy sencillita. Y siempre se puede preparar la carne el día antes, ya que es más fácil de recalentar que el parmetier, que está mucho mejor recién hecho.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:

* Para el caldo de jamón (sobrará):

1 hueso de jamón ibérico
30 gr. de zanahoria
50 gr. de cebolla
1 diente de ajo mediano
1 rama de perejil
1 hoja de laurel
400 ml. de agua

* Para las carrilleras:

650 de carrilleras de cerdo ibérico
150 gr. de cebolla
100 gr. de calabacín preferiblemente verde claro (*)
1 diente de ajo mediano
100 ml. de caldo de jamón
150 ml. de cerveza negra de calidad
1/8 tsp de nuez moscada molida
pimienta negra molida
tbs. de maizena
2 tbs. de agua
sal
AOVE

* Para el parmentier de patata y calabacín (sobrará):

260 gr. de patata
130 gr. de calabacín (*)
10 gr. de mantequilla
35 ml. de vino blanco seco
1 punta de cuchillo de pimienta blanca molida
30 ml. de nata con un 18% de materia grasa a temperatura ambiente
sal

* Para la guarnición:

pimientos tipo padrón fritos

ELABORACIÓN:

* Del caldo de jamón:

Lavar el hueso de jamón y disponerlo en la olla rápida WMF. Añadir la rama de perejil y el laurel lavados, el diente de ajo sin pelar, lavado y chafado, la zanahoria lavada y entera y la cebolla cortada en dos trozos. Agregar el agua, colocar la tapa de la olla, cerrarla y llevarla a ebullición. Cocer 20 minutos contados desde que suba la válvula por completo. Apagar el fuego y dejar que la olla pierda toda la presión antes de abrirla. Colar el caldo y dejar que se enfríe del todo. Si el hueso de jamón tuviera algo de carne, recuperarla, deshilacharla con los dedos y reservarla. Si no, tirarlo junto con el resto de ingredientes sólidos del caldo. Una vez que éste esté frío, eliminar la capa superior de grasa e impurezas. Reservar 100 ml. y guardar el resto para otra preparación.

* De las carrilleras:

(*) Lavar los 165 gr. totales de calabacín. Sin pelarlo, cortar unas tiras a lo largo que incluyan piel (esto es para dar color al parmentier) y carne, pero sin llegar a las semillas y reservar 65 gr. para el parmentier y 100 gr. para las carrilleras. Picar estos cien gramos en trozos no muy pequeños y reservar.

Cortar groseramente la cebolla y reservar.

Pelar el diente de ajo y eliminar el germen, si lo tuviere. Reservar.

Limpiar las carrilleras de grasas y telillas y sazonar con generosa pimienta negra molida y sal. Marcarlas a fuego fuerte en una sartén honda con un fondo de aceite de oliva virgen extra y pasarlas a la olla rápida WMF. Agregar más aceite si fuera necesario y dorar la cebolla a fuego fuerte sin deja de remover. Cuando empiece a tomar color, agregar el calabacín y el ajo y seguir cocinando hasta que el calabacín empiece a dorarse. Incorporar entonces la nuez moscada molida, remover y cocinar un instante y añadir los 100 ml. De caldo reservados y la cerveza negra. Dejar que levante el hervor, desglasar los jugos de la sartén y añadir su contenido a las carrilleras.

Colocar la tapadera de la olla, cerrarla y llevarla a ebullición. Cocer de 15 a 18 minutos (según tamaño de las carrilleras) contados desde que suba por completo la válvula. Apagar el fuego y esperar a que la olla pierda toda la presión antes de abrirla.

Pinchar una de las carrilleras con una aguja para comprobar el punto de cocción, volviendo a cerrar la olla y llevándola al fuego otro par de minutos si no estuvieran hechas.

Sacar las carrilleras a un cazo y triturar la salsa con la batidora de brazo. Desleír la maizena en el agua y añadir a la salsa, dejar que hierva a fuego fuerte hasta que espese ligeramente, rectificar de sal, añadir el jamón reservado, en su caso, y verter sobre las carrilleras. Reservar calientes.

* Del parmentier de patata y calabacín:

Lavar y pelar la patata. Cortarla en 4 o 6 trozos y colocarla en el cestillo para vapor de la olla rápida. Poner un fondo de agua en la olla, introducir el cestillo, colocar la tapa y cerrarla. Cocer 8 minutos contados desde que suba la válvula por completo, apartar del fuego y dejar que pierda toda la presión. Dejar las patatas dentro de la olla cerrada para que no pierdan temperatura.

Mientras, rehogar en una sartén pequeña con la mantequilla, las tiras de calabacín reservadas picadas menudas. Añadir la pimienta blanca y sal y cocinar hasta que el calabacín esté transparente. Añadir entonces el vino blanco y cocer cinco minutos. Apartar del fuego y triturar con la batidora de brazo hasta conseguir un puré fino. Reservar caliente.

Sacar las patatas de la olla y machacarlas con un tenedor o un prensa patatas hasta que no quede ningún trocito. Añadir el calabacín triturado y la nata y homogeneizar. Rectificar de sal y reservar caliente hasta el momento de servir.

* Del emplatado:

Disponer en un lado del plato de servicio dos o tres carrilleras por comensal y salsear. Formar las quenelles de parmentier con la ayuda de dos cucharas humedecidas con agua caliente y disponer dos o tres en otro lado del plato y en un tercer lado, unos pimientos tipo padrón fritos. Servir con la salsa sobrante aparte.

A comer.




miércoles, 5 de agosto de 2020

Ensalada de garbanzos con mejillones


¿No tienes tiempo de cocinar? O te faltan ganas, que no todos los días apetece meterse entre fogones, pues nada, a tirar de conservas y a preparar una rica ensalada, en este caso de garbanzos, una forma de comer legumbre en verano, que la verdad, a mi en caliente no me apetece nada, sólo pensarlo ya me da calor, pero así, fresquita, se come estupendamente.

Un plato rápido, como esta entrada porque hoy estoy muy liada y no tengo tiempo para más, además esta tarde me he cortado un dedo con la mandolina (por hacer las cosas mal, mea culpa) y aparte de dolerme mogollón, tengo un vendaje bastante aparatoso que me dificulta a la hora de escribir.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:


210 gr. de garbanzos cocidos en conserva (peso escurrido)

1 lata de mejillones al natural de 115 gr.

40 gr. de cebolla tierna

40 gr. de pimiento verde

1 huevo tamaño L

4 tomates cherry

6 corazones de alcachofa baby en conserva

2 tsp. de AOVE

1 tsp. de vinagre de Jerez (D.O.P.)

sal



ELABORACIÓN:


Poner una cazuela al fuego con suficiente agua para cubrir el huevo y llevar a ebullición. Cuando rompa el hervor, añadir un puñado de sal gruesa e introducir el huevo con cuidado para que no se rompa. Cocerlo 15 minutos contados desde que el agua vuelva a hervir. Una vez finalizado el tiempo de cocción, sacar el huevo a un bol con agua muy fría para detener la cocción y facilitar después la eliminación de la cáscara. Dejar enfriar completamente. Pelar el huevo y pasarlo por un chorro de agua para eliminar posibles restos de cáscara, secar con papel de cocina y cortar a lo largo en seis trozos. Reservar.

Colocar los garbanzos en un colador y lavar con agua. Escurrir y disponer en una fuente.

Pelar la cebolla y picar pequeña. Añadir a los garbanzos.

Lavar el pimiento, eliminar nervaduras interiores y semillas y cortar en trozos similares a los de la cebolla. Añadir a los garbanzos.

Lavar los tomates cherrys, cortar en rodajas y añadir a los garbanzos.

Escurrir los corazones de alcachofa, cortar a la mitad a lo largo y añadir a los garbanzos.

Escurrir y reservar el agua de la lata de los mejillones y agregar éstos a los garbanzos.

Disponer en un frasco el agua de la lata de los mejillones, el aceite de oliva virgen extra, el vinagre y sal al gusto. Cerrar y agitar fuertemente para disolver la sal y emulsionar la vinagreta. Añadirla a la ensalada y remover con delicadeza para no deshacer los mejillones y las alcachofas. Disponer por encima el huevo cocido y llevar al frigorífico una hora antes de consumir.

A comer.





sábado, 1 de agosto de 2020

Ternera picante con manzana y pimiento verde, en olla WMF


¿Alguna de vosotras hace conserva de pimiento rojo asado? ¿Y qué hace con el jugo que sobra después de rellenar los frascos? ¿No lo tiraréis, verdad? Que no me entere yo... Con lo rico que está y lo bien que se puede aprovechar. Os cuento: casi todos los años hago conserva de pimiento rojo. A lo mejor me estoy cuatro o cinco días asando y embotando pimientos para tener para todo el año y siempre, una vez utilizado el necesario para la conserva, siempre sobra parte del jugo que sueltan los pimientos al asarlos, sobre todo si están muy maduros. Por supuesto que no lo tiro, al contrario, también lo meto en frascos, generalmente de paté y lo cuezo al baño María para hacerle el vacío. Luego lo utilizo para aliñar ensaladas, agregarlo a la salsa de las albóndigas y para cocinar carne de cerdo y de ternera.

Los platos cocinados con ese jugo queda riquísimos, con un toque dulzón y una salsa, si se deja reducir mucho, espesa y acaramelada. Si nunca lo habéis utilizado, os invito a hacerlo, por ejemplo con esta ternera, picantita y dulce a la vez, en la que además de aprovechar el ya mencionado jugo, utilicé una pobre manzana golden que había quedado relegada en un rincón del cajón de las verduras y que ya estaba más arrugada que yo. Sana sí, arrugada también y muy dulce, todo hay que decirlo. El plato quedó muy bueno y admitía más pimienta de cayena para equilibrar su picante con el dulce del jugo, de la cebolla y de la manzana. No le quise reducir la salsa para no acentuar el sabor dulzón del pimiento, porque al llevan tanta cantidad de jugo, si te pasas reduciendo la salsa su sabor dulce predomina en exceso sobre los demás, que ya me ha pasado alguna vez y he tenido que corregir la salsa añadiendo agua, porque a base de sal no se consigue, ojo.

Como utilicé el jugo de pimiento y la pobre y solitaria manzana, este plato va para el proyecto 1+/-100, desperdicio 0


que promueve mensualmente Marisa en su blog Thermofan enfocado a reducir el desperdicio de comida y fomentar la reutilización. Imagino que además esta entrada será muy bien recibida (como todas en realidad) porque seguramente COMO OS HABEIS IDO CASI TODAS DE VACACIONES (dicho sin envidia cochina) el número de aportaciones a su proyecto bajará bastante este mes. Pinchad en el icono de la barra lateral si queréis ver los recopilatorios mensuales del proyecto.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:


* Todos los pesos en limpio

500 gr. de carne de ternera para guisar

130 gr. de cebolla

2 ajos medianos

130 gr. de manzana golden madura

60 gr. de pimiento verde italiano

180 ml. de jugo de pimiento rojo asado

3 pimientas de cayena

2 hojas de laurel

6 gr. de mantequilla

AOVE

sal



ELABORACIÓN:


Eliminar la posible grasa de la carne y cortar en cubos regulares de tamaño bocado. Salar y reservar.

Cortar la cebolla en plumas y reservar.

Lavar el pimiento verde, cortar en aros de un centímetro y medio de ancho, eliminar las semillas y reservar.

Lavar las hojas de laurel, las cayenas y los ajos con la piel y reservar.

Pelar y descorazonar la manzana. Cortar en medias lunas y reservar.

Disponer un fondo de aceite de oliva virgen extra en la olla rápida WMF junto con la mantequilla. Calentar a fuego medio y dorar la carne a fuego vivo. Retirarla a un plato y reservar.

En el aceite sobrante (o añadiendo un poco más si hiciera falta) y a fuego medio alto, dorar la cebolla, los ajos, la manzana y las cayenas, removiendo con frecuencia. Cuando el conjunto tome color, agregar la carne reservada, las hojas de laurel, el jugo de pimiento asado y sal. Remover y disponer encima el pimiento verde.

Levantar el hervor, colocar la tapadera de la olla, cerrarla y cocer 15 minutos contados desde que suba la válvula por completo.

Retirar del fuego y esperar que la olla pierda toda la presión antes de abrirla. Rectificar de sal si procede y dejar reposar 5 minutos tapado y fuera del fuego. Servir caliente.

A comer.