Es una receta muy sencilla, llena del sabor fresco y verde de los espárragos y del ligeramente dulzón del queso emmental, perfecta para preparar con antelación pues como más ricos están es frescos, que no fríos. Aunque los puddings están más ricos el mismo día que se cocinan, aguantan bastante bien 24 horas, por lo que se pueden preparar de un día para otro. Yo los he servido con una salsa de yogur, mayonesa y perejil fresco, pero también están ricos con una mayonesa simple o sin nada de salsa.
Para que la receta sea un éxito, hay dos cosas muy importantes a tener en cuenta. La primera, es primordial eliminar la mayor cantidad de agua de los espárragos una vez cocidos, pues de lo contrario aguarán el pudding, ya que seguirán soltando agua una vez horneado. Y la segunda, evitar cocerlos en exceso, siendo preferible un interior ligeramente húmedo que dará como resultado un pudding jugoso, que un interior seco, ya que con éste sólo conseguiremos un ladrillo que ni toda la salsa del mundo logrará mejorar.
Como he aprovechado los espárragos, es mi propuesta de este mes para el proyecto 1+/-100, desperdicio 0
Animaos a prepararlos, aprovechando que siempre hay espárragos verdes en el mercado. Los que compréis no serán tan finos como los que usé yo, por lo que tendréis que cocerlos más tiempo y también escurrirlos algún tiempo más, pero no dejéis de hacer estos puddings, están muy ricos y con el calor son muy agradecidos de comer, por no hablar de lo cómodo que es llegar de la playa o piscina y tener la cena preparada. Por cierto, llenan.
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
150 gr. de espárragos verdes muy finos (peso en limpio)
4 huevos tamaño L a temperatura ambiente
40 ml. de leche desnatada a temperatura ambiente
1/4 tsp de tomillo seco
1 tbs de cebollino fresco picado
75 gr. de queso emmental rallado
20 gr. de pan rallado
sal
*Para la salsa
75 gr. de yogur natural desnatado, sin azúcar
25 gr. de mayonesa
perejil fresco picado (sólo las hojas)
*Y además:
2 moldes rectangulares de 12'5 cm de largo, 5'5 cm. de ancho y 5 cm. de alto o 340 ml. de capacidad
margarina y pan rallado para los moldes
ELABORACIÓN:
Poner en el fuego una cazuela con agua salada y llevar a ebullición. Cuando hierva, introducir los espárragos y cocer hasta que estén tiernos pero firmes. Los míos eran muy finos y estuvieron listos en siete minutos, contados desde que el agua recuperó el hervor.
Sacar los espárragos a un recipiente con agua muy fría para cortar el hervor y dejar enfriar completamente. Sacar del agua y extender en una bandeja provista con varias capas de papel absorbente de cocina. Cubrir con más papel y dejar escurrir al menos cuatro horas. Es muy importante eliminar la mayor cantidad de agua de los espárragos para conseguir una buena textura final del pudding.
Precalentar el horno a 200º C (392º F).
Embadurnar con margarina los moldes, espolvorear con pan rallado, sacudiendo el exceso y dejar a un lado.
Cortar los espárragos en trozos de 3 cm. Reservar.
Batir los huevos junto con el tomillo, la leche y una pizca de sal. Incorporar el cebollino y el queso emmental y mezclar. Añadir el pan rallado y los espárragos y mezclar delicadamente.
Distribuir la mezcla entre los dos moldes e introducir en el horno, colocando la rejilla a media altura. Hornear a 200º C (392º F) durante 23 minutos. Comprobar el punto de cocción pinchando el centro de uno de los puddings con una brocheta: debe salir un poquito húmeda, incluso con algún trocito de masa. Hay que tener en cuenta que el calor residual seguirá cuajando el pudding y si la brocheta sale seca, al enfriarse puede que el pudding quede un poco mazacote.
Dejar enfriar completamente sobre una rejilla antes de desmoldar. Una vez desmodados, tapar con papel film y llevar al frigorífico 30 minutos antes de degustar.
Preparar la salsa mezclando el yogur, la mayonesa y el perejil. Conservar en frío hasta el momento de consumir.
Servir los puddings ligeramente frescos y con la salsa aparte.
A comer.