jueves, 30 de junio de 2022

Cerrado por vacaciones

Yo quería haberos hablado de las recientes Ferias y Fiestas de San Pedro de Zamora, finalizadas ayer mismo. Yo quería haberos hablado de la Feria de la Cerámica que se celebra durante esas fiestas. Yo quería haberos hablado de la muy conocida (al menos por aquí) Feria del Ajo de Zamora, seña de identidad de las susodichas fiestas. Yo quería haberos traído una riquísima salsa de cerezas para carne. Yo quería, yo quería, yo quería...

Pero querer no significa siempre poder y eso es lo que ha pasado, que no he podido hacer nada de eso ni de alguna otra cosilla que tenía pensado y directamente paso a cerrar por vacaciones. Los primeros días estaré fuera, trotando por ahí y luego descansaré otros días más del blog. Necesito desconectar del ordenador y dedicarle las horas estrictamente laborales, pues reconozco que tengo cierto cuelgue. Me cuesta un verdadero esfuerzo estar más de dos días sin conectarme, obligación que me he impuesto como medida terapéutica. Intento hacer lo mismo con el móvil pero eso me cuesta más, aunque poquito a poquito voy reduciendo el consumo de horas delante de la pantalla.

Nos vemos a la vuelta. Disfrutad del verano.

domingo, 26 de junio de 2022

Pan de yogur, en panificadora Lidl

Voy con retraso, tocaba publicar ayer pero me fue completamente imposible y hoy también voy pillada de tiempo, así que toca entrada exprés, como este pan, hecho en el programa del pan rápido de la panificadora. La verdad que tenía ganas de probar ese programa y me ha gustado el resultado, en una hora y quince minutos tenemos listo un buen pan, sin contar el tiempo de enfriado, ligeramente húmedo como suelen quedar los panes en la maquinita, de sabor neutro, osea que se le puede poner encima cualquier cosa y de miga tierna. Me encanta que haya quedado planito por arriba, pues así quedan las rebanadas cuadradas (una manía como otra cualquiera), lástima que la panificadora casi no tueste la parte superior del pan, dando como resultado un pan blancucho por arriba que, la verdad, lo afea un poco.

El pan se seca rápido, cosa que he observado que pasa con muchos de los hechos en la panificadora y eso que las migas suelen quedar ligeramente húmedas, así que aconsejo introducirlo en una bolsa de plástico en cuanto se enfríe e incluso congelarlo ya rebanado.

Receta adaptada de aquí.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

225 ml. de agua templada

8 gr. de sal fina

20 gr. de azúcar moreno

125 gr. de yogur natural tipo griego, sin azúcar y a temperatura ambiente

600 gr. de harina de trigo de todo uso

25 gr. de levadura fresca prensada, a temperatura ambiente

ELABORACIÓN:

Sacar la cubeta de la panificadora e introducir los ingredientes por este orden: agua, sal, azúcar, yogur, harina y levadura fresca previamente desmenuzada.

Colocar la cubeta en el interior de la panificadora. Cerrar la tapa y conectar el aparato. Seleccionar el programa exprés o pan rápido, peso un kilo y tueste medio.

En este programa la panificadora no emite tonos de aviso para quitar las palas amasadoras, así que, si se quieren quitar, en cuanto empiece la única fermentación que hace, sacar enseguida la cubeta y con las manos húmedas quitar las palas amasadoras, introducirlas en un bol con agua que las cubra para facilitar su posterior limpieza, acomodar la masa procurando eliminar las posibles bolsas de aire que se hayan podido formar al sacar las palas, alisar someramente la superficie, colocar nuevamente la cubeta dentro de la panificadora y cerrarla. Realizar todo este proceso lo más rápido posible para que la masa no pierda temperatura.

Una vez finalizado el programa, desconectar la panificadora, abrir la tapadera, desanclar la cubeta, colocarla encima de una rejilla durante 10 minutos, desmoldar y dejar enfriar el pan por completo sobre la rejilla lejos de corrientes de aire.

En cuanto se enfríe, introducirlo en una bolsa de plástico para que se conserve tierno por más tiempo.

A comer.

lunes, 20 de junio de 2022

Pechugas de pollo en salsa harissa

Normalmente cojo vacaciones a finales de agosto o primeros de septiembre, incluso en octubre, pero este año, por cuestiones laborales, tengo que cogerlas en julio, dentro de nada, en realidad y no sé si será porque no era lo que estaba previsto o qué, pero el caso es que no tengo la cabeza en modo vacaciones y se va acercando el día y no tengo nada preparado ni reservado. Al menos sí tengo claro el destino, será el Pirineo oscense, al que hace varios años que no vamos y tengo unas ganas tremendas de volver; ahora bien, el destino concreto creo que al final lo determinará la disponibilidad hotelera, que como no espabile y me ponga a ello me veo durmiendo en el coche y una ya no tiene cuerpo para eso y no es que lo haya hecho nunca, aunque casi, pues hace años nos íbamos de vacaciones a la aventura, con una ruta medio definida y sin nada reservado, nos alojábamos allí dónde nos parecía y encontrábamos habitación pero después de que un año nos resultó completamente imposible encontrar alojamiento en Lugo y alrededores (era San Froilán) y de milagrito no nos tocó dormir en el coche, se acabó el veranear peligrosamente y desde entonces todo bien reservado y más en temporada alta, pues he de confesar que en temporada baja y según dónde, aún tentamos alguna vez la suerte y nos vamos a lo que salga.

Pero ahora, en pleno verano, ya no me arriesgo a que esté acabándose el día, estemos medio perdidos por algún camino de cabras, no tengamos alojamiento para pasar la noche y nos pille en una zona con poca infraestructura hotelera. Ni siquiera me arriesgo ya a pasar del desayuno a la merienda sin transición porque no hayamos encontrado dónde comer y no me refiero a que no nos dieran de comer, sino a no encontrar establecimiento alguno donde tomar algo, que eso sí nos ha ocurrido más de una vez. Ahora, en previsión, siempre llevo algo para improvisar una comida en una cuneta o en la entrada a un camino o donde cuadre, porque nosotros somos poco de pasar una semana en un mismo destino, ni del hotel a la playa o al paseo, al contrario, pasamos dos días aquí, tres allá, uno en el otro lado, siempre viendo cosas, muchas, que tenemos un país con un patrimonio paisajístico y cultural enorme, haciendo muchos kilómetros, volviendo más cansados de lo que nos fuimos pero contentos de lo que hemos visto, disfrutado, aprendido, con alguna anécdota, algún chascarrillo, muchos recuerdos y casi siempre, con el deseo de volver.

Mirad por dónde, ahora sí tengo ganas de preparar las vacaciones, todas las que no tenía antes de empezar a redactar la entrada así que, sin más os dejo con esta receta de pechugas de pollo en salsa harissa que quedó muy rica y eso que soy poco amiga de las pechugas guisadas, pero no tenía cuartos traseros que es lo que habitualmente cocino. La harissa es una mezcla de especias muy utilizada en Oriente Medio, de sabor picante y que generalmente se encuentra en pasta o en salsa, aunque también la hay en polvo, que es la que yo utilizo. He puesto poca cantidad para que su sabor no predominara en exceso, ya sabéis que me gustan las especies pero no que el guiso sólo sepa a ellas. El poquito de vino dulce utilizado armoniza perfectamente con la harissa, dando como resultado un plato con un sabor muy equilibrado, poco picante y con la salsa justa para untar la carne y no pecar con el pan, que sí, que está muy bien eso de pringar la salsa, pero luego vienen los arrepentimientos cuando algunas nos probamos el bañador.

Que lo dicho, que aquí tenéis la receta. Yo me voy a buscar el mapa de carreteras.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

700 gr. de pechuga de pollo, cortada en dados grandes

50 gr. de puerro de la parte blanca, cortada en brunoise

35 gr. de apio de la parte del centro, cortado en mirepoix

1 diente de ajo, pelado, desgerminado y laminado

1/2 tsp de harissa en polvo

25 ml. de vino dulce

1/2 pastilla de caldo concentrado de pollo (5 gr.)

1 tbs de almidón de maíz (maizena)

agua

AOVE

sal

ELABORACIÓN:

Poner un fondo de aceite de oliva virgen extra en una cazuela de paredes bajas donde quepa la carne en una sola capa y calentar al fuego. Freír los dados de pechuga a fuego fuerte y cuando estén bien dorados, bajar el fuego a medio, añadir el puerro, el apio y el ajo, remover, tapar y cocinar hasta que el puerro se ablande. Añadir entonces la harissa, rehogar diez segundos y agregar el vino, hervir 30 segundos para que evapore el alcohol e incorporar 200 ml. de agua y la media pastilla de caldo desmenuzada.

Tapar la cazuela, levantar el hervor y cocinar a fuego suave durante 8 minutos. Dar la vuelta a los dados de pechuga y prolongar la cocción otros 5 minutos, siempre con la tapadera puesta. Apartar del fuego y rectificar de sal, si procede.

Disolver el almidón de maíz en 15 ml. de agua, añadir a la cazuela, mecer ésta para que se distribuya, devolverla al fuego, calentar a fuego medio y retirar justo cuando comience a hervir.

Dejar reposar el pollo tapado durante cinco minutos y servir.

A comer.

miércoles, 15 de junio de 2022

Berenjena rellena de cous cous con verduritas

¡El susto que me acabo de llevar! He ido a abrir el borrador de esta entrada y se me ha quedado bloqueado el portátil. Ni abría el archivo, ni cerraba carpeta, ni desconectaba internet, ni nada de nada. Le he toqueteado por todos los sitios (a veces pienso que le gusta que le toqueteen, el muy viciosillo) y no he conseguido desbloquearlo. Al final, lo he cerrado a lo bruto, osea, apagando el botón de encendido, la famosa fórmula mágica del “apaga y enciende” que para solucionar todos los problemas utilizaba la informática que había en uno de mis primeros trabajos, que sí, que la chica sería muy voluntariosa pero apenas tenía formación en la materia, claro que en aquellos años en los que el común de los mortales sólo sabíamos dónde se encendía el ordenador, personas como ella con una formación menos que mínima eran nuestro faro en la ignorancia informática que nos envolvía.

Pues eso, que he apagado y he encendido. Para ser más precisa, yo he pulsado el botón de encendido pero el portátil no se ha dado por enterado. Ahí es cuando me han entrado los siete males, ay que ésto no se enciende, ay que a ver si ahora pierdo todos los archivos (de los que no tengo copia de seguridad...), ay que luego qué hago si se borra todo... Y es que hoy en día, confiamos toda nuestra vida al portátil y sobre todo al móvil, de tal manera que si nos fallan, nos quedamos “desnudos”. Han sido unos cuatro minutos eternos de pantalla negra, más otros dos o tres de relojitos, punteros que no responden a nada, iconos que aparecen y desaparecen, mensajes alarmistas del tipo “su equipo no se encuentra protegido” y demás cosas por el estilo. Minutos en los que le haces promesas al santo X y juras y perjuras que si el portátil vuelve a funcionar, lo primero que vas a hacer es una copia de seguridad, bueno, lo segundo, que no tienes terminada la entrada y toca publicar.

Finalmente no ha habido nada que lamentar y os puedo enseñar estas deliciosas berenjenas rellenas de cous cous con verduritas, que a pesar de que llenan, te comes tu media berenjena y miras con ojos golosinos la que aún se está comiendo tu pareja y estás a un tris de decirle que si no le gusta mucho no se sacrifique, que tú te comes lo que él deje, pero en vez de eso le preguntas educadamente qué le parece y va y te dice “pues está bien rica, puedes volver a hacerla” y te consuelas pensado que ese poco de relleno que sobra te lo vas a comer tú y no lo vas a compartir, en un momento de ese egoísmo total-culinario que, confesadlo, tod@s hemos tenido alguna vez.

Están riquísimas, de verdad, suaves y satisfactorias, adaptables a los gustos personales o lo que haya en el cajón de las verduras del frigorífico y más ricas templadas que muy calientes. Animáos a prepararlas porque os van a encantar.

Como he asado la berejena en el microondas, me alegra mucho presentar esta receta al proyecto En Buena Onda

que Elisa, de Que no te falte un perejil y Marisa, de Thermofan promueven mensualmente para animarnos a utilizar más el microondas.

Sugerencia para el relleno sobrante: Templar en el microondas, añadir un huevo escalfado, una pizca de sal y un golpe de pimienta negra molida, picar el huevo groseramente, mezclar y disfrutar.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

* Todos los pesos en limpio

1 berenjena de unos 340 gr.

100 gr. de espárragos verdes finos

45 gr. de zanahoria

70 gr. de cebolla

20 gr. de pimiento rojo

1/3 tsp de garam masala

65 gr. de cous cous precocido de grano medio

1/8 tsp de pimienta blanca molida

AOVE

sal

agua

ELABORACIÓN:

Lavar la berenjena y sin cortar el tallo (así evitaremos que después se desarme la berenjena y nos ayudará en su manipulación), cortarla a lo largo. Realizar unos cortes en la carne de cada mitad de la berenjena siguiendo un patrón romboidal y cuidando de no llegar a la piel. Cuantos más cortes se practiquen, antes se asará.

Colocar contrapeadas las dos porciones de berenjena en un plato llano, tapar con una tapadera apta para microondas y asar en éste 5 minutos a 800 watios de potencia. Dejar reposar otros 5 minutos dentro del microondas, sacar y comprobar el punto de cocción: si la carne no se despegara de la piel, asar nuevamente a intervalos de un minuto, con reposos también de un minuto, hasta que esté hecha. Posiblemente sólo haga falta un minuto o dos más, según lo tierna que sea.

Cuando la temperatura de la berenjena permita su manipulación, retirar la carne con la ayuda de una cucharilla y con mucho cuidado para no romper la piel. Reservar tapadas las barcas de berenjena. Picar la pulpa y reservar separadamente de las barcas.

Lavar los espárragos. Coger cada espárrago por ambos extremos y doblarlo, sin forzar, formando un arco y hasta que chasque: lo hará por la parte que ya empieza a ser tierna. Desechar (o guardar para otros usos) la parte inferior dura de los espárragos. Cortar los espárragos en dos o tres trozos, según el tamaño del cazo en el que se vayan a cocer y reservar.

Preparar un bol con agua muy fría y reservar.

Llenar un cazo con agua y sal, llevar a ebullición, añadir los espárragos cortados y cocer, desde que el agua recupere el hervor, unos cinco minutos o algún minuto más, según los tiernos que sean: tienen que quedar ligeramente crujientes. Una vez cocidos, escurrir los espárragos e introducir inmediatamente en el bol de agua fría para cortar la cocción. Cuando se hayan enfriado por completo, escurrir sobre papel absorbente, cortar en trozos de 1-1'5 centímetros y reservar.

Picar la cebolla y el pimiento rojo en brunoise. Cortar la zanahoria en dados de tamaño similar.

Cubrir el fondo de una sartén con aceite de oliva virgen extra y llevar al fuego. Cuando alcance temperatura, agregar el pimiento rojo y la zanahoria y rehogar a fuego medio. En el momento que ésta última empiece a ablandarse, añadir la cebolla, el garam masala y una pizca de sal y cocinar hasta que las verduras estén tiernas pero con cuerpo. Incorporar los espárragos cortados (reservar unas puntas para decorar, si se desea) y la pulpa de berenjena picada, mezclar delicadamente y cocinar, siempre a fuego medio, durante cinco minutos para unificar sabores. La mezcla debe quedar jugosa, no seca. Apartar del fuego y reservar caliente.

Disponer el cous cous en un bol, incorporar 65 ml. de agua hirviendo, tapar y dejar reposar cinco minutos o lo que indique el fabricante. Destapar, añadir la pimienta blanca, una pizca de sal y 8 ml. de aceite de oliva virgen extra cruda, mezclar con dos tenedores para soltar el cous cous e integrar los ingredientes. Verter en una fuente, añadir el contenido de la sartén, mezclar, rectificar de sal, si procede y rellenar las barcas de berenjena reservadas. Sobrarán 2-3 cucharadas de relleno.

Si el relleno se hubiera enfriado, introducir las berenjenas en el microondas, dar un golpe de calor y servir templadas.

A comer.

domingo, 12 de junio de 2022

Lechazo al chocolate

Revisando la carpeta de las fotografías para el blog encontré las de este lechazo que cociné hace ya bastantes semanas. Decidí que ya era hora de publicar la receta y me fui a buscarla a la carpeta correspondiente. ¡Horror, no estaba! Y yo tan tranquila pensando que sí y es que, cuando cocino una receta nueva, procuro pasarla enseguida al ordenador, no sólo para no perderla, que no sería la primera vez que haciendo limpieza de papeles ha ido a parar alguna receta a la basura, si no porque suelo dejar algunos apuntes sobre el sabor, textura, necesidad de rectificaciones y cosas por el estilo, pues no puedo confiar en que mi mala cabeza recuerde todas esas cosas pasado un tiempo. Afortunadamente no ha sido el caso, pues según redactaba la receta iba recordando el sabor de la carne, la textura de la salsa y casi casi el olor del guiso. Seguro que también os ha pasado en alguna ocasión al recordar algún plato que habéis cocinado o comido en algún sitio, su recuerdo es tan vívido que parece que lo acabáis de comer. No pasa siempre, muchas veces comemos cosas deliciosas y al recordarlo sí nos acordamos que nos gustó muchísimo pero no tenemos esa sensación como de haber comido ese plato un momento antes. Como ya os comento, en esta ocasión parece que acabo de rebañar el plato, así que podéis confiar en mí cuando digo que está para chuparse los dedos, una delicia de sabores delicados que os enamorará aún cuando el gusto por el cordero lechal no sea mucho. Tampoco voy a deciros que vais a pasar del odio a esta carne a un amor incondicional, que todo tiene un límite, aunque tal vez, si os animáis a probarla...

Receta muy adaptada de aquí.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

700 gr. de lechazo, con hueso, troceado (pierna, paletilla, pescuezo...)

100 gr. de cebolla cortada en medias lunas de medio centímetro de grosor

25 gr. de apio picado en brunoise

100 gr. de puerro, de la parte blanca, cortado en medias lunas de 0'5 cm. de grosor

3 dientes de ajo, pelados, sin germen y picados menudos

25 gr. de almendras crudas enteras repeladas

1/8 tsp de clavo de olor en polvo

1/4 tsp de canela en polvo

30 gr. de ciruelas pasas sin hueso, picadas groseramente

1 tsp de tahini

50 gr. de salsa de tomate

1 pastilla (10 gr.) de caldo concentrado de verduras

1 pimienta de cayena picada

10 gr. de chocolate amargo troceado (70% de cacao)

350 ml. de agua

AOVE

sal

ELABORACIÓN:

Sazonar ligeramente el lechazo con sal y dorar en una sartén con un fondo de aceite de oliva virgen extra. Pasar la carne a una cazuela a medida que esté hecha.

Añadir más aceite a la sartén si fuera necesario, agregar la cebolla, el apio, el puerro, los ajos y las almendras, colocar una tapadera y rehogar a fuego bajo. Cuando las hortalizas estén blandas, incorporar el clavo, la canela y las ciruelas pasas, rehogar un minuto y añadir el tahini, la salsa de tomate, la pastilla de caldo desmenuzada y el agua. Remover para integrar todos los ingredientes, levantar el hervor y cocer dos minutos.

Espolvorear la pimienta de cayena por encima de la carne y verter el contenido de la sartén. Mecer suavemente la cazuela para mezclar los ingredientes, tapar y llevar al fuego. Hervir a fuego suave durante 15 minutos, destapar y prolongar la cocción otros 10 minutos o hasta que el lechazo esté tierno.

Bajar el fuego al mínimo y agregar el chocolate. Remover delicadamente y cocinar durante cinco minutos, sin que hierva para que el chocolate no se queme.

Rectificar de sal, si procede, dejar reposar cinco minutos y servir.

A comer.

miércoles, 1 de junio de 2022

Carrilleras ibéricas en salsa de cerveza y paté, en olla lenta de Lidl (slow cooker)

Sigo haciendo pruebas con la olla lenta. Hasta ahora los éxitos están equilibrados con los fracasos, ya que aunque su manejo es sencillo pues tiene el mecanismo de un colador, bien es cierto que para obtener los mejores resultados hay que tener cierto mimo en su uso. De momento, me han gustado más las recetas que he probado que llevan un cocinado previo que aquéllas en las que los ingredientes se introducen todos crudos dentro de la olla. Eso implica manchar una sartén además de la olla, de lo que se han debido dar cuenta los fabricantes y ahora ya existe en el mercado alguna slow cooker cuyo recipiente de cerámica puede ir al fuego y luego a la olla lenta, algo que me parece realmente práctico pues manchar un cacharro menos supone ahorro de detergente, agua y tiempo. Y diréis “pues anda, un cacharro más o menos da igual”, vale, uno sí, pero si puedo cocinar cada receta “en una olla” (como rezan muchas recetas de blogs norteamericanos) al final de la semana sí supone un ahorro. Es como en la cesta de compra, según dónde compres puedes ahorrar algún céntimo por artículo y eso, en la compra semanal o mensual, es dinero. Son esos pequeños ahorros con los que las amas de casa llevan sacando adelante a sus familias desde hace generaciones y que la gran mayoría habréis conocido en casa de vuestras madres. Al menos en la mía era así, pues aunque no vivíamos mal, tampoco se ataban los perros con longanizas.

Después de esta diatriba sobre economía doméstica, paso a hablaros de las carrilleras. ¡Madre del Amor Hermoso, qué cosa más rica! Creo que no las vuelvo a cocinar de otra forma y no me refiero al guiso, que está buenísimo pero como la nobleza, el blog obliga, así que habrá que probar otras recetas. No, hablo de la textura de la carne: melosa, tierna, entera, mantecosa. En dos palabras, in presionante, jajaja... Qué razón tienen cuando dicen que la olla lenta es perfecta para cocinar carnes con alto contenido en colágeno y/o gelatina. Que conste que en la olla rápida también quedan muy bien, llevo años cocinándolas en ella y quedan estupendas pero también es verdad que la textura final de la carne no es la misma y ahora me debato entre dos amores, olla lenta/olla rápida. Supongo que al final decidirá el tiempo que tenga o la cantidad que vaya a cocinar, pues en la lenta no me cabe tanta carne como en la rápida.

De momento, os cuento que éstas están para mojar pan en esa potente salsa que concentra toda la sustancia del guiso, así que no os recomiendo darle un hervor para espesarla, mejor utilizad almidón de maíz y por el mismo motivo, ojo con la sal, mejor con moderación. Para mejorar su textura, emulsionadla con unas varillas, yo no lo hice y hubiera quedado mucho mejor.

Podéis utilizar cerveza normal, yo usé una sin gluten porque había comprado varias en cierta ocasión para que las pudiera tomar una persona celiaca y las que sobraron todavía están dando vueltas por la despensa y antes de que se me estropeen las estoy usando para cocinar. Por ese mismo motivo, estas deliciosas carrilleras son mi propuesta de este mes para el proyecto 1+/-100, desperdicio 0

que Marisa, desde su blog Thermofan, promueve para evitar el desperdicio de alimentos y el reciclaje en general.

Si tenéis una slow cooker, no dejéis pasar esta receta. Os va a enamorar.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

6 carrilleras de cerdo ibérico, de unos 90-100 gr. cada una, limpias

125 gr. de beicon ahumado cortado en dados pequeños

100 gr. de cebolleta picada en brunoise

100 gr. de zanahoria pelada y cortada en cuñas de 0'5-1 cm. de ancho

330 ml de cerveza sin gluten (he utilizado Mahou 5 Estrellas sin gluten)

100 gr. de paté a las finas hierbas

20 gr. de pasta de tomate concentrado

1/4 tsp de sal de apio

1 tsp de cebollino seco

AOVE

sal

ELABORACIÓN:

Salar ligeramente las carrilleras y marcar a fuego muy fuerte en una sartén con un fondo de aceite de oliva virgen extra. Reservar en un plato.

Dejar que la sartén pierda un poco de temperatura, añadir más aceite de oliva si fuera necesario y agregar el beicon y la cebolleta. Freír a fuego medio-alto hasta que el beicon empiece a dorarse e incorporar la zanahoria. Cocinar cinco minutos y volcar el contenido de la sartén dentro del recipiente de cerámica de la olla lenta, distribuyéndolo de manera uniforme por todo el fondo. Colocar las carrilleras encima de la cama de verduras y dejar de lado. Reservar los jugos que haya soltado la carne.

En la misma sartén, verter la cerveza y hervir a fuego medio durante 2 minutos. Apartar.

Mezclar en un bol la pasta de tomate, el paté y la sal de apio hasta que quede una pasta homogénea. Agregar unas cucharadas de la cerveza caliente, las suficientes para que la mezcla se vuelva líquida y añadir a la sartén con el resto de la cerveza, así como los jugos de las carrilleras. Devolverla al fuego y hervir a fuego medio durante un minuto.

Espolvorear el cebollino por encima de la carne y añadir el contenido de la sartén. Colocar la tapadera de la olla lenta y poner el selector de temperatura en posición MEDIUM.

Cocinar tres horas, dar la vuelta a las piezas de carne y continuar la cocción otras dos horas. Pasado ese tiempo, pinchar con una brocheta el centro de la carrillera más grande, debe entrar con facilidad, si no fuera así, cocinar otros treinta minutos o hasta que estén tiernas.

Para que la salsa quede más homogénea, sacar las carrilleras a una fuente de servicio y emulsionar la salsa con unas varillas (yo no lo hice). Añadir la salsa a la carne y servir enseguida.

A comer.