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lunes, 13 de noviembre de 2023

Garbanzos con carrilleras

Tengo al lado del portátil una caja de pañuelos, un bote de analgésicos y un café calentito. Sí, estoy acatarrada, con un constipado monumental que me tiene los ojos vidriosos, la nariz colorada, la garganta en llamas y el cuerpo de trapo. Así llevo desde el jueves y habida cuenta que el día crítico fue el sábado, este lunes por la tarde ya estaré casi (eso espero), como una rosa, con apenas algo de congestión residual. Esta situación me recuerda a mi infancia y juventud, durante las que nunca pillé una gripe (a lo largo de mi vida sólo recuerdo haberla tenido tres o cuatro veces) pero sí todos los años un catarro o dos como el de ahora, que me tenía hecha un penita... siempre en fin de semana. Nada de días de diario, no fuera a ser que perdiera clases, mi cuerpo era más sensato que mi voluntad y sólo me fastidiaba los días de fiesta, no mi futuro privándome de horas lectivas. Cómo cambian las cosas, en mi adultez la que ha mandado siempre ha sido mi voluntad ignorando olímpicamente a mi cuerpo yendo a trabajar como estuviera, mal o fatal, en algunos casos despreciando incluso la más mínima sensatez. Afortunadamente mi salud se ha resentido en contadas ocasiones con enfermedades de poca importancia, sólo me bastó una “gorda” para dejármela tocada, pero esa es hora historia.

Este otoño e invierno me he propuesto cocinar más legumbres. Nos gustan mucho pero por unas cosas o por otras siempre se me olvida ponerlas en remojo cuando tengo idea de incluirlas en el menú semanal. Es por eso que suelo tener algún bote de garbanzos o lentejas cocidas, pues me resultan muy socorridas si mi antojo de legumbre es mucho y mi memoria poca. Y así, con muy poco esfuerzo, surgió este guiso de garbanzos con carrilleras, facilísimo, sabroso, reconfortante y excelente como plato único.

Si todos los guisos de legumbres agradecen el reposo, éste aún más, pues al utilizar garbanzos ya cocidos resulta imprescindible dejar que se infundan de los sabores del guiso, dejando que el reposo haga el trabajo que no hicimos en los fogones. Lástima que el reposo no me friegue los cacharros...

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Todos los pesos en limpio

400 gr. de garbanzos cocidos

375 gr. de carrilleras de cerdo ibérico

100 gr. de cebolla

1 diente de ajo mediano

50 gr. de pimiento verde

50 gr. de pimiento rojo

1/8 tsp de pimienta negra molida

1/4 tsp de orégano seco

15 gr. de Bovril u otro concentrado de carne

sal

AOVE

agua

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.

Cortar las carrilleras en trozos de 25 gr., aproximadamente. Salar y reservar.

Cortar la cebolla y los pimientos en dados de medio centímetro de lado. Reservar separadamente.

Pelar el ajo y eliminar el germen, si lo tiene. Picar en trozos muy pequeños y dejar a un lado.

Disolver el Bovril en 100 ml. de agua caliente y reservar.

Disponer un fondo de aceite de oliva virgen extra en la olla rápida WMF y calentar a fuego alto. Sellar las carrilleras por todos los lados en el aceite muy caliente y sacar a un plato. Dejar que el aceite pierda temperatura e introducir la cebolla y el ajo. Cocinar a fuego medio-bajo, tapada para que sude la cebolla y se despeguen los trocitos de carne que se hubieran adherido a la olla.

Cuando la cebolla empiece a ablandarse, añadir los pimientos y cocinar 5 minutos a fuego medio. Agregar la pimienta negra, el orégano y el Bovril disuelto en el agua, remover y acomodar los trozos de carne. Levantar el hervor e inmediatamente colocar la tapadera de la olla, cerrarla y cocer 10 minutos contados desde que suba la válvula por completo.

Apartar la olla del fuego, despresurizar con mucho cuidado, abrirla y agregar los garbanzos, así como un poco de agua, si hiciera falta y teniendo en cuenta que no es un guiso caldoso.

Devolver la olla al fuego, levantar el hervor, poner una tapadera, bien la de la olla sin cerrar la corredera o bien otra adecuada al tamaño de la olla y cocer 10 minutos a fuego medio-bajo. Comprobar el punto de cocción de la carne y prolongar el cocinado si no estuviera hecha, siempre a fuego medio-bajo para que no se deshagan los garbanzos, hasta que la carne esté tierna.

Dejar en reposo 24 horas antes de consumir. Calentar a fuego suave, rectificar de sal y servir calientes.

A comer.

lunes, 23 de enero de 2023

Curry de garbanzos y calabaza

No os engañe lo poco fotogénico que ha quedado el curry, está de miedo. Si bien es cierto que las fotografías están hechas al día siguiente de cocinarlo, habiéndose espesado mucho el guiso y teñido el brécol, ni recién hecho tenía el aspecto de ninguna de las dos recetas en las que me he inspirado para hacerlo. Vale, ya sé que todas las recetas de los blogs profesionales pasan por el departamento de “maquillaje”, por decirlo de alguna manera, ya me entendéis, pero aún sabiéndolo, es bastante frustrante terminar un plato y que su aspecto no se parezca ni de lejos a la receta original y ésta no es de las que menos se parece, después de todo, pero como la comida entra primero por los ojos, me fastidia que el resultado visual no sea el esperado. Está visto que no aprendo, pues me pasa con demasiada frecuencia.

Después de quejarme un rato, que creo que hacía tiempo que no me quejaba, raro en mí, deciros que es de los platos de garbanzos más ricos que he cocinado. Suave, muy aromático y ligeramente dulzón, lo he disfrutado como una cría y me ha costado no comérmelo de una sentada, pues una vez comida mi ración, con ganas me quedé de repetir, tanto me gustó. Pero no sucumbí a la tentación y volví a relamerme al día siguiente. Por cierto, que espesa una barbaridad al enfriarse y es necesario añadir un poco de agua para reconstituir el guiso. Y hablando de añadir, no le he puesto nada de sal, con la que tienen los garbanzos cocidos y la pasta de tomate, para mí ha sido más que suficiente, pero ya sabéis que no suelo utilizar mucha sal.

Y ahora os voy a confesar una cosa, en el trabajo me riñeron por no utilizar garbanzo de Fuentesaúco. Os cuento: en la oficina somos varios los cocinillas y algunos días, a última hora, cuando van disminuyendo las ganas de trabajar y aumentando las de hablar, sale el tema de lo que tenemos ese día cada uno para comer. Cuando dije que había cocinado un curry de garbanzos y calabaza, una de mis compañeras, que es de Fuentesaúco precisamente, me dijo que, por supuesto. habría utilizado garbanzos de la tierra y cuando le dije que no, que había usado un bote de garbanzos cocidos que languidecía de aburrimiento en la despensa, me riñó, (bueno, cariñosamente, pues es un amor de mujer), pues teniendo como tenemos una legumbre tan buena, era casi un sacrilegio utilizarla de bote. Aunque me lo dijo con todo el cariño, me sentí un poquito culpable pues tenía toda la razón, así que me prometí que, la próxima vez, utilizaría garbanzo “del bueno”, como dicen aquí. Pendiente lo tengo.

Si buscáis un plato vegano, saciante, fácil y lleno de matices y aromas, no busquéis más, ya lo habéis encontrado. De verdad.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

200 gr. de garbanzos cocidos en conserva, escurridos

125 gr. de calabaza cacahuete, pelada y sin semillas

80 gr. de cebolla roja

50 gr. de brécol

1/2 tsp de curry en polvo

1/2 tsp de garam masala

2 tsp de pasta de tomate

1/4 tsp de jengibre en polvo

1 pimienta de cayena

220 gr. de leche de coco

AOVE

sal (no le he puesto)

ELABORACIÓN:

Escurrir los garbanzos del agua de conservación y lavar bajo el grifo. Dejar que escurran.

Picar la cebolla muy menuda, la calabaza en dados de 1-2 cm. de lado y el brécol en ramitos pequeños.

Remover la leche de coco para que se homogeneicen las partes sólida y líquida.

Poner un fondo de aceite de oliva virgen extra en una cazuela y llevar al fuego. Cuando el aceite alcance temperatura, agregar la cebolla y la calabaza y rehogar a fuego medio-alto hasta que la cebolla esté dorada. Añadir el curry, el garam masala, el jengibre y la pimienta de cayena, entera, pinchada o partida según el nivel de picante que se desee. Rehogar treinta segundos y añadir la pasta de tomate y los garbanzos. Rehogar otros treinta segundos e incorporar la leche de coco. Cocer a fuego suave durante cinco minutos, meciendo la cazuela con suavidad para evitar que se pegue y destapada. Agregar el brécol, remover, tapar y cocinar cinco minutos más para que quede al dente y sin dejar de mecer la cazuela pues se agarra mucho.

Rectificar de sal, si procede y servir.

A comer.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Ensalada de garbanzos con mejillones


¿No tienes tiempo de cocinar? O te faltan ganas, que no todos los días apetece meterse entre fogones, pues nada, a tirar de conservas y a preparar una rica ensalada, en este caso de garbanzos, una forma de comer legumbre en verano, que la verdad, a mi en caliente no me apetece nada, sólo pensarlo ya me da calor, pero así, fresquita, se come estupendamente.

Un plato rápido, como esta entrada porque hoy estoy muy liada y no tengo tiempo para más, además esta tarde me he cortado un dedo con la mandolina (por hacer las cosas mal, mea culpa) y aparte de dolerme mogollón, tengo un vendaje bastante aparatoso que me dificulta a la hora de escribir.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:


210 gr. de garbanzos cocidos en conserva (peso escurrido)

1 lata de mejillones al natural de 115 gr.

40 gr. de cebolla tierna

40 gr. de pimiento verde

1 huevo tamaño L

4 tomates cherry

6 corazones de alcachofa baby en conserva

2 tsp. de AOVE

1 tsp. de vinagre de Jerez (D.O.P.)

sal



ELABORACIÓN:


Poner una cazuela al fuego con suficiente agua para cubrir el huevo y llevar a ebullición. Cuando rompa el hervor, añadir un puñado de sal gruesa e introducir el huevo con cuidado para que no se rompa. Cocerlo 15 minutos contados desde que el agua vuelva a hervir. Una vez finalizado el tiempo de cocción, sacar el huevo a un bol con agua muy fría para detener la cocción y facilitar después la eliminación de la cáscara. Dejar enfriar completamente. Pelar el huevo y pasarlo por un chorro de agua para eliminar posibles restos de cáscara, secar con papel de cocina y cortar a lo largo en seis trozos. Reservar.

Colocar los garbanzos en un colador y lavar con agua. Escurrir y disponer en una fuente.

Pelar la cebolla y picar pequeña. Añadir a los garbanzos.

Lavar el pimiento, eliminar nervaduras interiores y semillas y cortar en trozos similares a los de la cebolla. Añadir a los garbanzos.

Lavar los tomates cherrys, cortar en rodajas y añadir a los garbanzos.

Escurrir los corazones de alcachofa, cortar a la mitad a lo largo y añadir a los garbanzos.

Escurrir y reservar el agua de la lata de los mejillones y agregar éstos a los garbanzos.

Disponer en un frasco el agua de la lata de los mejillones, el aceite de oliva virgen extra, el vinagre y sal al gusto. Cerrar y agitar fuertemente para disolver la sal y emulsionar la vinagreta. Añadirla a la ensalada y remover con delicadeza para no deshacer los mejillones y las alcachofas. Disponer por encima el huevo cocido y llevar al frigorífico una hora antes de consumir.

A comer.





lunes, 25 de febrero de 2019

Garbanzos de Fuentesaúco (IGP) con sepia, en olla WMF


En casa nos gusta mucho la sepia a la plancha acompañada de mayonesa con ajo machacado (osea, un falso ali oli). Así que de vez en cuando cae una sepia para comer. Lo malo es que las patas, las aletas y la cabeza son mucho más duras que el cuerpo y aunque las tengas más tiempo haciéndose en la plancha, la textura no es tan buena como la del cuerpo. Así que normalmente, esas partes no la aprovecho para la plancha y suelo utilizarlas para hacer arroz, porque las sopas en mi casa están descartadas, ya que si Mafalda se resignaba a que fuera San Estómago Mártir cuando su mamá le ponía sopa, si yo la pongo en la mesa, mi pareja me arma la de San Quintín. Hay que ver lo poquito que le gusta la cuchara a este hombre...
Así que un día que no me apetecía hacer arroz o no me cuadraba (ya ni me acuerdo), me sentí inspirada y surgió está receta. La verdad que desde el primer momento nos gustó mucho y aunque ya la he hecho varias veces, no he modificado nada de aquélla primera receta que fui apuntando según la cocinaba. Lo habitual es que cuando cocinas algo, ya sea una creación propia o ajena, es que introduzcas variaciones en la receta para adaptarla a tus gustos o a lo que tengas en la despensa o simplemente para corregir el balance de sabores del plato. Pero en ocasiones no resulta necesario y es lo que le pasa a esta receta. Evidentemente es una opinión personal y si alguien se anima a hacerla, que le haga todos los cambios que le pida el cuerpo y que la disfrute.
Recomiendo encarecidamente comerla al día siguiente.
Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:
200 gr. de garbanzos de Fuentesaúco (IGP), peso en seco
caldo de pescado *
1 diente de ajo pequeño
100 gr. de cebolla
tsp. de ñora picada
375 gr. de sepia (patas, boca, aletas...), peso en limpio
75 ml. de vino blanco seco
aceite
sal **
* en caso de no tener caldo de pescado, hará falta:
  • 1 pastilla de caldo de pescado
  • 1 diente de ajo mediano
  • 1 rama de perejil
  • 1 hoja de laurel
  • 50 gr, de cebolla en uno o dos trozos
  • agua
** yo no le pongo sal, salvo la que lleva el caldo de pescado. Si se comen recién hechos rectificar de sal, si se desea, antes de servir. Si se comen al día siguiente, rectificar de sal, si se desea, al día siguiente y antes de servir, puesto que el sabor del guiso se acentúa con el paso de las horas.

ELABORACIÓN:
La noche antes, poner los garbanzos en remojo en agua con sal.
Al día siguiente, escurrir y lavar los garbanzos. Disponerlos en la olla WMF y añadir caldo de pescado justo hasta que los cubra. En caso de no tener caldo de pescado, colocar en un cestillo un diente de ajo mediano, pelado, cortado a la mitad y sin el germen, una rama de perejil y una hoja de laurel lavadas y 50 gr. de cebolla en uno o dos trozos. Poner el cestillo junto con los garbanzos en la olla y añadir agua justo hasta que los garbanzos queden cubiertos. Desmenuzar la pastilla de caldo y añadirla a la olla.
Cerrar la olla y cocer 15 minutos contados desde que salgan todos los anillos de la válvula. Pasado el tiempo, apartar la olla y dejarla enfriar fuera del fuego. Cuando baje la presión, abrir la olla y retirar el cestillo de las verduras, si se ha utilizado y desecharlas.
Pelar un diente de ajo pequeño, quitar el germen y picar menudo. Reservar.
Picar la cebolla menuda y reservar.
Lavar la sepia y ponerla en un escurridor. Cuando esté bien escurrida, picarla en trozos no demasiado pequeños, teniendo en cuenta que encogerá al cocinarse. Reservar.
Cubrir el fondo de una sartén honda y grande con aceite. Cuando esté caliente, añadir el ajo, la cebolla y la ñora picada. Pochar el conjunto a fuego suave. Cuando esté hecho, incorporar la sepia picada y rehogar a fuego fuerte removiendo continuamente. Una vez rehogada la sepia, incorporar unos cacillos del caldo de los garbanzos y el vino blanco y cocer a fuego fuerte siete minutos.
Incorporar la mezcla de la sartén a la olla de los garbanzos, mezclar delicadamente el conjunto y cocer cinco minutos a fuego fuerte.
Deberán quedar unos garbanzos ligeramente caldosos, por lo que ambas cocciones (la de la sepia con el ajo y la cebolla, el caldo y el vino y la de todo esto con los garbanzos y el resto del caldo) deberán hacerse tapadas o no, dependiendo de la cantidad de caldo con que inicialmente se hayan cocido los garbanzos.
Mejoran sustancialmente de un día para otro.
A comer.