lunes, 24 de julio de 2023

Melocotones rellenos de atún, tomate y pepinillos

Sin darme cuenta ya llevamos un mes de verano, lo que significa, por aquí, la mitad del verano, una estación que este año está siendo más benévola que el año pasado, que fue horrorosa y salvo algunos días en los que sí, ha hecho un calor diurno de tres pares y un calor nocturno fuera de lo normal, está siendo como tiene que ser, ni más ni menos, porque por mucho que diga el hombre del tiempo, aquí no estamos teniendo olas de calor, afortunadamente. Eso no significa que no esté haciendo calor, ya quisiera yo, ni que me apetezca mucho liarme en la cocina. De hecho me estoy limitando a comidas muy sencillas, mucha plancha, mucho horno y muchos platos fríos, recetas casi todas ya publicadas, pues tampoco tengo ganas de experimentos y ni de romperme la cabeza, lo que en la práctica supone que no tengo mucho material para el blog, así que, aunque no tengo idea de cerrar este año, sí publicaré algo menos (el lunes pasado ya hice “pellas”) pero seguiré por aquí, colgando alguna receta y visitando las pocas cocinas que resistáis como jabatas la calorina estival.

Los melocotones rellenos se pusieron de moda hace algunos años. Casi no había sitio de cocina que se preciase que no tuviera su propia versión. Se siguen publicando recetas pero ya no es el furor de antaño, las modas pasan y ésta también. La verdad que es una preparación muy resultona, sobre todo si gusta el contraste dulce/salado, además de tremendamente sencilla y versionable. Y si tenéis peques pululando por la casa a los que ya no sabéis cómo entretener, me parece una receta perfecta para hacer con ellos, salvo la parte en la que hay que usar cuchillo, que esa mejor dejársela a un adulto, pero el resto, que es desmenuzar, mezclar y rellenar, lo pueden hacer perfectamente, aunque no les guste eso de tener que esperar hasta el día siguiente para comer lo que han ayudado a cocinar, pues aunque para un adulto ese lapso de tiempo es un suspiro, para un niño es una eternidad. Ya se sabe, la relatividad de la percepción del tiempo.

Es importante dejar que la farsa repose para que se asienten y mezclen los sabores. Este tipo de rellenos me gusta hacerlos de un día para otro, pero si no se dispone de tanto tiempo, al menos dejadla reposar cuatro horas. Y no rellenéis los melocotones hasta poco antes de servir, pues por mucho que los escurráis y los sequéis, siempre soltarán almíbar.

La cantidad de melocotones que indico es aproximada, pues dependerá del tamaño de los mismos y de la cantidad de relleno que se le ponga. Yo he usado unos pequeños que eran poco más grandes que dos bocados porque los puse como entrante y tampoco los rellené mucho. Tenedlo en cuenta.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

18 mitades de melocotones en almíbar (pequeños)

100 gr. de atún en aceite, peso escurrido

50 gr. de atún en escabeche, peso escurrido

50 gr. de tomates cherry, peso sin pepitas

50 gr. de pepinillos en vinagre, escurridos

120 gr. de queso de untar bajo en grasa (tipo Philadelphia), a temperatura ambiente

30 gr. de mayonesa

ELABORACIÓN:

Desmenuzar con un tenedor las dos clases de atún.

Picar los pepinillos y los tomates cherry en trozos menuditos de tamaño similar y añadir al pescado.

Mezclar el queso y la mayonesa hasta homogeneizar y añadir a lo anterior. Mezclar el conjunto, tapar y reservar en el frigorífico hasta el día siguiente para integrar sabores.

Escurrir los melocotones del almíbar de conservación. Secar ligeramente con papel absorbente de cocina y rellenar al gusto con la farsa de atún.

Servir frescos.

A comer.

lunes, 10 de julio de 2023

Pavo con salsa teriyaki y calabacín

En el pueblo de al lado están de fiestas y mientras redacto esta entrada (domingo por la mañana) oigo el incesante ir de coches hacia la localidad para disfrutar de sus tradicionales “espantes”, un espectáculo taurino de arraigada tradición que mueve a muchísimos aficionados. Y es que, hay que ver el tirón que tienen los toros por estos lares, que ayer era laborable y el tráfico fue el mismo, que yo creo que hay quien se coge el día para ir, pues no todos los espectadores y participantes pueden ser personas que no trabajen los sábados, que no, que aunque se vea mucho jubilado y mucho chaval, también hay mucho personal en edad de trabajar y no todos van a tener jornadas laborales de lunes a viernes, digo yo, que es que si no no me salen las cuentas... O eso, o que hay muchas ganas de fiesta. Ahora que lo pienso, va a ser eso, pues a las cinco y media de la mañana no os hacéis una idea del tráfico que había que venía del referido pueblo, imagino que ya había acabado el baile y mucha gente volvía a sus casas, principalmente supongo que jóvenes pero seguro que también había bastantes talluditos, pues por aquí también tira mucho eso del baile y las verbenas. En esta zona los ayuntamientos reparten el presupuesto municipal para festejos casi por un igual entre los toros y la música, en otras zonas más taurinas, los primeros se llevan el grueso del presupuesto, lo que se nota en la calidad de las orquestas; en cambio, en aquellos lugares donde los espectáculos taurinos son mínimos o inexistentes, echan el resto en las orquestas, existiendo incluso “piques” entre los pueblos por ver quién lleva la mejor y más grande, que no sería la primera vez que no ha cabido el camión trailer en la plaza del pueblo, lugar tradicional de celebración de los bailes, o no ha podido entrar por la estrechez o sinuosidad de las calles y han tenido que estacionarlo en otro lugar y ofrecer allí su espectáculo. Conste que ésto no es una exageración, que me lo han contando personas que lo han presenciado y de las que no tengo razones para dudar de su palabra.

Como tampoco podéis dudar de la mía cuando os digo que este solomillo de pavo ha quedado tremendamente rico. Es la primera vez que uso salsa teriyaki, una salsa de sabor fuerte, dulce y salada a la vez, que nos ha gustado mucho y que no será la última vez que utilice. Como no había cocinado nunca con ella, no me atreví a ponerle demasiada, de hecho lleva poquita, pero la suficiente para darle un sabor distinto al plato, nada dulce ni tampoco salado, pero lo suficientemente sabroso como para no ponerle nada de sal y vaaaleee, ya sabemos que cocino con poca sal, pero mi costillo casi siempre me dice que la comida está un poco sosa y esta vez no se lo pareció.

No os paséis con el punto de cocción del pavo pues si no sólo conseguiréis una carne correosa. Con el tiempo que indico queda perfectamente cocinada, tierna, jugosa y en su punto, pero ante la duda de si está hecha o no, nada más fácil que tomar uno de los trozos y cortarlo para comprobar su interior. El calabacín queda ligeramente crujiente, aportando al plato un contraste de textura muy agradable al paladar.

Aunque el guiso gana algo en sabor con el reposo, el recalentamiento afecta mucho a la textura del pavo y del calabacín, salvo que lo calentéis tan sólo hasta que esté templado. Pero si os gustan las comidas bien calientes, no os lo aconsejo para consumir de un día para otro, pues como es lógico al calentarlo se sigue cocinando, lo que endurece tanto la carne como el calabacín.

Es una receta rápida que no os tendrá mucho rato delante de los fogones, cosa de agradecer en estos días de calor y que con pocos y sencillos ingredientes ofrece un resultado que os dejará con ganas de repetir.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

320 gr de solomillo de pavo

60 gr. de cebolla tierna o cebolleta

2 dientes de ajo pequeños o 1 grande

175 gr. de calabacín, preferiblemente de la variedad verde claro

30 ml. de salsa teriyaki

5 gr. de jengibre fresco, pelado

120 ml. de agua

1 tsp de almidón de maíz

AOVE

sal, optativa (no le he puesto)

*Y además:

una prensa para ajos

ELABORACIÓN:

Lavar la carne de pavo y secar con papel de cocina. Eliminar restos de grasas e impurezas y cortar en dados del tamaño de dos bocados. Reservar tapada sobre la encimera para que se atempere.

Pelar la cebolla o cebolleta y cortar en dados de 1-1'5 cm. de lado. Pelar los dientes de ajo, cortar al medio de arriba a abajo y eliminar el germen, si lo tuvieren. Reservar.

Lavar y secar el calabacín. Sin necesidad de pelarlo, cortar en cuñas medianas. Reservar.

Picar el jengibre ya pelado en 4-5 trozos. Reservar.

Llevar al fuego una sartén grande y honda provista de un fondo de aceite de oliva virgen extra. Introducir la cebolla y los ajos cuando el aceite esté caliente y cocinar a fuego medio hasta que la primera empiece a dorarse. Agregar entonces el pavo y el calabacín, subir el fuego a alto y dorar 5 minutos sin dejar de remover. Colocar los trozos de jengibre en la prensa y prensar encima de la carne para no desperdiciar nada de jugo (desechar la pulpa). Cocinar 30 segundos y añadir la salsa teriyaki y 100 ml. de agua, reservando la sobrante.

Bajar el fuego a medio y colocar una tapadera. Cocinar 5 minutos, dando la vuelta a los trozos de pavo a mitad de cocción.

Disolver el almidón de maíz en los 20 ml. de agua reservados e incorporar a la sartén. Mezclar delicadamente, tapar de nuevo y cocinar hasta que la salsa espese, aproximadamente un minuto.

Apartar del fuego y rectificar de sal, si procede (no le he puesto). Dejar reposar tapado tres minutos y servir.

A comer.

lunes, 3 de julio de 2023

Pudding de espárragos verdes y emmental, con salsa de yogur

Actualmente hay espárragos verdes todo el año pero en las huertas su temporada ya ha finalizado y si aún nace alguno, es muy finito y apenas aprovechable, salvo para preparaciones como la que hoy os traigo, estos ricos puddings individuales de espárragos verdes y queso emmental, hechos con los últimos espárragos que produjo mi huerta, que este año fueron muchos y que me daba pena tirar, pues siempre se puede cocinar algo con ellos. Llevaba semanas con la idea en la cabeza pero pasaban los días y otras recetas se ponían por delante, de tal forma que a punto estuvo de no ver la luz. Pero la buena temporada de espárragos propició que, aunque fue precisamente la última receta que hice con ellos, aún me dio tiempo a prepararla dos veces, tanto nos gustó la primera vez y tantos espárragos siguió dando la tierra, muy delgados, pero válidos para estos puddings y para algún revuelto que también cayó.

Es una receta muy sencilla, llena del sabor fresco y verde de los espárragos y del ligeramente dulzón del queso emmental, perfecta para preparar con antelación pues como más ricos están es frescos, que no fríos. Aunque los puddings están más ricos el mismo día que se cocinan, aguantan bastante bien 24 horas, por lo que se pueden preparar de un día para otro. Yo los he servido con una salsa de yogur, mayonesa y perejil fresco, pero también están ricos con una mayonesa simple o sin nada de salsa.

Para que la receta sea un éxito, hay dos cosas muy importantes a tener en cuenta. La primera, es primordial eliminar la mayor cantidad de agua de los espárragos una vez cocidos, pues de lo contrario aguarán el pudding, ya que seguirán soltando agua una vez horneado. Y la segunda, evitar cocerlos en exceso, siendo preferible un interior ligeramente húmedo que dará como resultado un pudding jugoso, que un interior seco, ya que con éste sólo conseguiremos un ladrillo que ni toda la salsa del mundo logrará mejorar.

Como he aprovechado los espárragos, es mi propuesta de este mes para el proyecto 1+/-100, desperdicio 0

que Marisa, desde su blog Thermofan, promueve para evitar el desperdicio de alimentos y fomentar el reciclaje en general.

Animaos a prepararlos, aprovechando que siempre hay espárragos verdes en el mercado. Los que compréis no serán tan finos como los que usé yo, por lo que tendréis que cocerlos más tiempo y también escurrirlos algún tiempo más, pero no dejéis de hacer estos puddings, están muy ricos y con el calor son muy agradecidos de comer, por no hablar de lo cómodo que es llegar de la playa o piscina y tener la cena preparada. Por cierto, llenan.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

150 gr. de espárragos verdes muy finos (peso en limpio)

4 huevos tamaño L a temperatura ambiente

40 ml. de leche desnatada a temperatura ambiente

1/4 tsp de tomillo seco

1 tbs de cebollino fresco picado

75 gr. de queso emmental rallado

20 gr. de pan rallado

sal

*Para la salsa

75 gr. de yogur natural desnatado, sin azúcar

25 gr. de mayonesa

perejil fresco picado (sólo las hojas)

*Y además:

2 moldes rectangulares de 12'5 cm de largo, 5'5 cm. de ancho y 5 cm. de alto o 340 ml. de capacidad

margarina y pan rallado para los moldes

ELABORACIÓN:

Poner en el fuego una cazuela con agua salada y llevar a ebullición. Cuando hierva, introducir los espárragos y cocer hasta que estén tiernos pero firmes. Los míos eran muy finos y estuvieron listos en siete minutos, contados desde que el agua recuperó el hervor.

Sacar los espárragos a un recipiente con agua muy fría para cortar el hervor y dejar enfriar completamente. Sacar del agua y extender en una bandeja provista con varias capas de papel absorbente de cocina. Cubrir con más papel y dejar escurrir al menos cuatro horas. Es muy importante eliminar la mayor cantidad de agua de los espárragos para conseguir una buena textura final del pudding.

Precalentar el horno a 200º C (392º F).

Embadurnar con margarina los moldes, espolvorear con pan rallado, sacudiendo el exceso y dejar a un lado.

Cortar los espárragos en trozos de 3 cm. Reservar.

Batir los huevos junto con el tomillo, la leche y una pizca de sal. Incorporar el cebollino y el queso emmental y mezclar. Añadir el pan rallado y los espárragos y mezclar delicadamente.

Distribuir la mezcla entre los dos moldes e introducir en el horno, colocando la rejilla a media altura. Hornear a 200º C (392º F) durante 23 minutos. Comprobar el punto de cocción pinchando el centro de uno de los puddings con una brocheta: debe salir un poquito húmeda, incluso con algún trocito de masa. Hay que tener en cuenta que el calor residual seguirá cuajando el pudding y si la brocheta sale seca, al enfriarse puede que el pudding quede un poco mazacote.

Dejar enfriar completamente sobre una rejilla antes de desmoldar. Una vez desmodados, tapar con papel film y llevar al frigorífico 30 minutos antes de degustar.

Preparar la salsa mezclando el yogur, la mayonesa y el perejil. Conservar en frío hasta el momento de consumir.

Servir los puddings ligeramente frescos y con la salsa aparte.

A comer.