¡Uf, vaya perorata que os he soltado y todo para presentaros esta humilde receta! Que si os hubiera traído no sé, algo de cocina molecular pongo por caso, tal vez se justificara pero para unos níscalos al ajillo que seguro que no son nada nuevo para quienes me leéis, tal vez me he pasado, aunque sea verdad lo que digo, pero, sinceramente, me da un perezón tremendo reescribir la entrada, que no sería la primera vez, todo lo contrario, que hay días que no me convence nada lo que escribo y es un borrar y empezar de nuevo muy trabajoso, que a veces lo tengo que dejar un rato porque me meto en un bucle del que no saco nada que me satisfaga. Otros en cambio me sale del tirón, no sé dónde está el secreto, en mi proceso creativo no, porque no lo tengo, en ese tema soy muy anárquica, lo mismo me viene la inspiración cuando no me duermo (las más de las veces), que cuando voy conduciendo hacia o desde el trabajo (¡peligro!) o cuando paso la aspiradora, porque, cosa curiosa, el ruido del motor me absorbe de tal manera que me aísla del exterior y me fomenta unas conversaciones con mi yo interior que ni os cuento. A saber.
Estoy muy dispersa hoy, así que sin más os voy a dejar con la receta, rica y muy sencilla y si los níscalos están tan limpitos como los que me regalaron, no da nada de trabajo. A mi me gusta que queden con bastante salsa para mojar bien de pan, pero dejadla consumir tanto como os guste, que como ya os dije al principio, cada cual que haga las modificaciones que le plazcan.
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
800 gr. de níscalos
30 gr. de dientes de ajo
1 pimienta de cayena
50 ml. de agua
AOVE
sal
ELABORACIÓN:
Cortar y desechar la parte terrosa del pie de los níscalos. Si están muy limpios, frotarlos delicadamente con un paño húmedo para eliminar tierra y restos vegetales y si no, lavarlos bajo el grifo con un hilo de agua y uno a uno, frotándolos con un cepillito para eliminar la suciedad e ir colocándolos en un escurridor. Una vez limpios y escurridos, cortar en trozos regulares y reservar.
Pelar y eliminar el germen de los dientes de ajo. Laminar y reservar.
Disponer un buen fondo de aceite de oliva virgen extra en una sartén grande y honda y llevar al fuego. Una vez el aceite esté caliente, añadir los ajos y la pimienta de cayena, partida para un sabor picante o pinchada con un palillo para un sabor más suave. Rehogar a fuego bajo y sin que se doren los ajos, durante cinco minutos. Añadir los níscalos y sal al gusto, remover rápidamente, añadir el agua, subir el fuego a medio y tapar. Cocinar 10-12 minutos o hasta que las setas estén tiernas, removiendo de vez en cuando.
Destapar y subir el fuego a alto para reducir la salsa. Rectificar de sal si procede y servir.
A comer.