sábado, 30 de noviembre de 2019

Bibliografía


Hoy no toca receta. En esta entrada, que iré actualizando, pondré los libros de los que hago alguna de las recetas o en los que me inspiro (a veces muy libremente) para cocinar. La idea es no tener que repetir cada vez todos los datos del libro en cuestión y para que quién tenga curiosidad, pueda conocer sus portadas, aunque algunos supongo que la han cambiado en las reediciones.

No van a estar ordenados ni alfabéticamente ni por autor ni por tema o tipo de comida, sino que los iré incluyendo en el orden en que aparezcan por primera vez en alguna entrada.
 
 

 
“Pasteles rápidos y tartas frías” de editorial NGV. Pequeño libro de esos libros hechos con fondos editoriales. Algo más de cien recetas de pasteles y bizcochos, muchos de ellos con frutas, con explicaciones muy concisas y todas ilustradas con una fotografía. Muy recomendable.
 
 
 

“1.069 recetas”, de Karlos Arguiñano, publicado por Editorial Asegarce-Debate la edición que yo tengo, que es del año 1996. Recetas la mayoría muy sencillas y con no muchos ingredientes, que van desde explicaciones breves y concisas (como las cinco líneas de las anchoas a la cazuela con cebolla) a otras más largas e igualmente precisas (como la poco más larga de media página del pollo escalfado a la sidra). Sin fotografías ni ilustraciones.
 
 

“Cocina griega. 300 recetas tradicionales” de editorial Summer Dream Editions, no se indica/n autor/es. Libro de cocina de recetas griegas editado en español y adquirido en Grecia. Explicaciones excesivamente simplistas y poco precisas en cuanto a volumen/peso de ingredientes, sin apenas fotografías y con algunas inexactitudes, ya que hay fotografías que no se corresponden claramente con el plato que se supone ilustran. Recetas muy sencillas entre las que se incluyen bastantes platos clásicos griegos.
 
 
 

“Quiches y tartas saladas” de Émile Perrin, editado por RBA. Más de 60 recetas de quiches, tartas saladas, pizzas y cakes salados, todas ellas ilustradas por una fotografía y bien explicadas. Uno de los libros de los que más recetas he hecho.
 
 
 

“80 recetas de pan para elaborar con la panificadora, masas y panes sencillos, aromatizados, dulces, bizcochos y mucho más”, de Richard Ehrlich, publicado por editorial Blume. Panes dulces y salados elaborados en la panificadora de principio a fin, amasados en la máquina y formados a mano con posterior cocción en el horno convencional, recetas de otras masas amasadas en la panificadora, bizcochos horneados en la máquina y hasta pasteles de carne cocinados en la panificadora. Casi todas las recetas vienen con una fotografía y con explicaciones claras. El inconveniente que le he visto es que no distingue entre levadura seca y seca instantánea, con lo que hay que andar con ojo con las recetas, aunque para quien tenga un poco de experiencia es algo que no supone ningún problema.
 
 

 
“La Cocina Asiática Clásica”, de Sri Owen, publicado por Editorial Dorling Kindersley. Más de 150 páginas, en los que la autora, nacida en la isla de Sumatra, hace un recorrido por la cocina tradicional de 14 países asiáticos, presentando recetas por lo general muy sencillas en su elaboración, no así en algunos de los ingredientes, aunque para algunos se dan alternativas, pero otros son imposibles de sustituir. Libro interesante y una buena manera de introducirse en la cocina de esos países.
 
 
 
“Bizcochos fáciles”, editado por RBA y vendido con una conocida revista de cocina. Más de 50 recetas de bizcochos sencillos publicados previamente en la revista en cuestión. Cada receta, explicada de forma breve y concisa, viene ilustrada por una fotografía.
 
 

“Un viaje por la cocina mediterránea” de Daniel Rouche, editado por Somoslibros. Más de 200 recetas, dulces y saladas, de diversos países de la Cuenca Mediterránea. Cada receta viene ilustrada con una fotografía del plato y un breve paso a paso en imágenes, además de un corto texto explicativo sobre el origen, características o ingredientes del plato. Interesante.

 

“El libro de la cocina judía” de Claudia Roden editado por Zendreda Zariquiey. Un libro sin fotografías de los platos ni ilustraciones, cuya primera edición data de 1996 y en el que su autora, nacida en Egipto en el seno de una familia judía, indica en las primeras páginas que la comida judía como tal no existe (opinión que, según indica igualmente, no comparten todos los expertos), ya que los platos difieren mucho de una comunidad a otra y lo que en algunas puede ser un plato cotidiano, resulta completamente desconocido para otras, ya que los judíos, observando siempre las reglas dietéticas (las cuales también difieren entre los dos grandes grupos, los serfarditas y los asquenazíes), adoptan y adaptan la cocina del lugar donde se encuentran y la trasladan consigo al emigrar, proporcionándole, en general, unos rasgos característicos y distintivos. Dicho esto, recopila más de 800 recetas (no todas exclusivamente judías), dividas en dos grandes bloques, el mundo sefardita (de Sefarad, España en hebreo y que designa a todos los judíos con origen en el Mediterráneo) y el mundo asquenazí (de Ashkenaz, Alemania en hebreo y que así mismo designa a todos los judíos con origen en Europa occidental y oriental y en Rusia). La autora no sólo se limita a dar recetas bien explicadas y sencillas sino que también habla de las culturas asquenazí y sefardita, de las leyes dietéticas y del calendario judío y de la historia y características de las comunidades judías de las que nos enseña su comida. Un libro interesante, tanto en el aspecto culinario como en el cultural.



“Jerusalen” de Yotam Ottolenghi y Sami Tamimi, editado por Publicaciones y Ediciones Salamandra. Una selección de platos tradicionales, algunos de ellos modernizados, que pretenden ser una pequeña muestra de la cocina de Jerusalen, tan diversa debido a la gran cantidad de culturas y religiones presentes en la ciudad. Recetas muy sencillas, casi todas ellas acompañadas de una fotografía del plato, moderadamente especiadas y explicadas con claridad y precisión. Un libro de lectura fácil y muy recomendable para quien esté interesado en introducirse en las cocinas árabe y judía, principalmente.



“Pasteles, pastas, galletas, merengues, tartas, panes dulces y salados” de Caroline Bretherton, editado por Blume. Más de quinientas páginas con recetas de tartas, pasteles, hojaldres, pastelillos, galletas, empanadas y panes, recetas en su mayoría dulces pero también saladas. Todas las recetas indican, de forma clara y precisa, las raciones, el tiempo de elaboración y el de horneado, si la elaboración es apta para congelación o no y los utensilios especiales necesarios. La autora divide las recetas en clásicas y variaciones de las mismas, las primeras siempre ilustradas con una fotografía, así como la mayoría de las variaciones. También incluye bastantes recetas con fotografías del paso a paso. La autora, ex-modelo internacional, ha escrito varios libros de cocina y colaborado y presentado diversos programas de cocina. Un libro práctico con una cuidada edición y unas recetas explicadas de forma clara y sencilla.








lunes, 25 de noviembre de 2019

Tarta salada de pescadilla, cebolla y mayonesa


Las tartas saladas de pescado son menos habituales que las de vegetales o carne, pero no por eso son menos ricas y para muestra, la que hoy os enseño. Está adaptada de ésta del blog Cubes n Juliennes. Le he rebajado casi todo el picante, porque la primera vez que la cociné, la hice siguiendo más fielmente la receta y la verdad, rica estaba pero para mi gusto, el picante mataba el sabor del pescado. El sabor del ajo no se nota, así que se puede aumentar un poquito para así distinguirlo.

En mi opinión, esta receta tiene dos grandes aciertos: el orégano de la masa, que le da un sabor buenísimo y la ralladura de naranja del relleno, que al primer bocado puede sorprender, pero con el segundo te acostumbras y al tercero piensas “pero qué rico está esto con ese toque de naranja”.

¿Y a nadie le llama la atención la mayonesa?. Porque fué precisamente eso lo que me hizo pararme a leerla, ya que me pareció novedoso sustituir la nata por mayonesa, ya que sin apreciarse ésta, le da un sabor diferente.

En resumen, que es diferente, está tremendamente rica tanto recién hecha, que huele a pizza, con lo que a lo mejor se puede engañar a algún pequeñajo anti-pescado, como templada o fría y aguanta bien hasta tres días, que como sale grande es lo que dura en casa. Muy recomendable desde todos los puntos de vista y otra manera de “colar” pescado en el menú semanal.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:
 

* Para la masa quebrada:

225 gr. de harina de todo uso

100 gr. de mantequilla fría cortada en trozos pequeños

1/2tsp. de sal

1 tsp. de orégano seco

40 ml. de agua fría
 

* Para el relleno:

440 gr. de pescadilla en filetes, aproximadamente dos filetes (peso sin piel ni espinas)

80 gr. de cebolla tierna

75 gr. de mayonesa espesa

5 gr. de ajo (un diente grande o dos pequeños, peso en limpio)

60 ml. de leche desnatada

4 huevos talla L

1/4 tsp. de hierbas provenzales

la ralladura de la cuarta parte de una naranja

1/4 tsp. de pimienta blanca molida

mezcla de cuatro quesos

aceite y sal
 

* Y además:

un molde redondo antiadherente de paredes bajas y de 26 cm. de diámetro

una hoja de papel sulfurizado

legumbres secas o pesos para hornear


ELABORACIÓN:

* De la masa quebrada:

Precalentar el horno a 190º C con calor arriba y abajo.

Tamizar la harina junto con la sal sobre una fuente o cuenco grande. Añadir el orégano y remover con una cuchara para distribuirlo. Agregar la mantequilla fría y frotar con los dedos hasta que la preparación tenga aspecto de serrín y la harina haya cambiado de color y se haya vuelto amarillenta al haberse integrado toda la mantequilla. Incorporar 30 ml. de agua en forma de lluvia y remover. Se irán formando bolas grandes de masa a medida que la harina absorba el agua. Compactar la masa con las manos como si se tratara de plastilina; si resultara demasiado seca, añadir los otros 10 ml. de agua e integrarla. En función del grado de absorción de la harina, puede que sea necesario agregar más agua. En ese caso, incorporarla de 5 en 5 ml. Apretar la masa, sin amasar, formado una bola. Tapar con papel film y refrigerar 30 minutos.

Disponer la masa sobre la mesa de trabajo sin enharinar o sobre una lámina de silicona o una hoja de papel sulfurizado y estirar con el rodillo hasta formar un disco de unos 29 cm. de diámetro y 4 mm. de espesor. Con la ayuda del rodillo o lámina de silicona u hoja de papel de hornear, colocar la masa en el molde (no es necesario encamisarlo pero si ya estuviera muy usado o no fuera de muy buena calidad, enmantequillarlo previamente para evitar disgustos al desmoldar). Acomodar la masa en el molde apretando contra la base y las paredes y evitando bolsas de aire. Eliminar el exceso de masa de los bordes pasando por encima el rodillo para cortarla. Pincharla varias veces con un palillo u otro utensilio que no raye, colocar encima de la masa una hoja de papel sulfurizado y seguidamente las legumbres secas o los pesos de hornear. Presionar delicadamente con la palma de la mano e introducir el molde en el horno, colocando la rejilla en la segunda posición empezando por abajo. Hornear 20 minutos, retirar las legumbres (guardarlas para próximas ocasiones) y el papel y hornear cinco minutos más. Sacar el molde del horno y dejar que se enfríe encima de una rejilla.

* Del relleno:

Precalentar el horno a 200º C con calor arriba y abajo.

Lavar la pescadilla y secar con papel de cocina. Sazonar con sal y la mitad de la pimienta blanca molida. Cortar cada filete en cuatro trozos y cocinar brevemente en una sartén muy caliente con un hilo de aceite. Reservar.

Pelar la cebolla y cortarla en plumas muy finas. Reservar.

Pelar el ajo o ajos, eliminar el germen, picar y reservar.

Lavar la piel de naranja, secarla y rallarla con un rallador fino. Reservar.

Disponer en el vaso de la batidora de brazo los huevos, la mayonesa, la leche, el ajo, sal y la otra mitad de la pimienta blanca molida. Batir con la batidora hasta tener una mezcla uniforme. Agregar la ralladura de naranja y las hierba provenzales y remover con una cuchara.

* Del horneado:

Picar el pescado groseramente con las manos y distribuir por toda la superficie de la tarta. Disponer por encima la cebolla formando una capa uniforme y agregar la mezcla de huevos; si quedara algún trozo de pescado o cebolla sin cubrir, hundirlo delicadamente con un tenedor. Espolvorear por último con la mezcla de cuatro quesos al gusto y hornear 35 minutos a 180º C con calor arriba y abajo y con la rejilla situada en la tercera posición contando desde abajo. Pinchar el centro de la tarta con una aguja para comprobar si está cuajada, horneando cinco minutos más si fuera necesario.

Consumir caliente, templada o fría.

A comer.


miércoles, 20 de noviembre de 2019

Setas shiitake con langostinos al curry


Hace unos días, en uno de los super en que suelo comprar, tenían las setas shiitake de oferta. Para lo que suelen costar, tenían un precio muy asequible y no me puede resistir, así que me llevé dos bandejas para casa. No sabía cómo las iba a cocinar, porque era la primera vez que las compraba, pero ya se me ocurriría algo. ¿Y sabéis cuándo me vino la inspiración? Pues al día siguiente en la oficina. Como lo cuento. La verdad es que tenía mala mañana, no estaba nada concentrada, era viernes y llevaba toda la semana durmiendo poco y fatal y literalmente, no podía con mi alma y ni tenía ganas de trabajar ni la mente para ello. A pesar de todo, estaba trabajando cuando me vino a la cabeza una idea para cocinarlas; la cabeza es algo muy complejo (y raro), se conoce que estaba trabajando en segundo plano (con más éxito que en el primero) y aunque me dió una idea nada elaborada, ha resultado muy buena, con sabores muy equilibrados y de textura crujiente, pues no me gusta cocinar las setas en exceso y prefiero que queden ligeramente “al dente” antes que blandurrias. El curry es el adecuado para no robar protagonismo al resto de ingredientes, el puerro confiere cierta melosidad a la salsa y el sabor a langostino, aunque sutilmente presente en el fondo del plato, sólo se hace evidente al morderlo. No es un plato muy fotogénico, pero merece la pena probarlo. Animaos a cocinarlo y me contáis.

Con las cantidades que indico se puede presentar como un entrante para dos, que es lo que yo hice, o como un buen primer plato para uno.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:


150 gr. de setas shiitake frescas

10 langostinos crudos medianos (aproximadamente 200 gr.)

200 ml. de agua

40 gr. de puerro (de la parte blanca)

1/2 tsp. de curry en polvo

AOVE y sal


ELABORACIÓN:


Lavar bajo el grifo, con un hilo de agua y una a una las setas, frotándolas con un cepillito. Ir colocándolas con las celdillas hacia abajo en un escurridor. Una vez limpias y escurridas, picar en trozos regulares y reservar.

Pelar los langostinos, reservando cabezas y cáscaras. Poner éstas a cocer 5 minutos con los 200 ml. de agua. Una vez cocidas, tapar y dejar en infusión otros 10 minutos. Colar, eliminar cabezas y cáscaras y reservar el agua de cocción.

Picar los langostinos en tres trozos y reservar.

Eliminar las raíces y las hojas exteriores del puerro y picar en brunoise. Reservar.

Disponer un fondo de aceite de oliva virgen extra en una sartén honda mediana y calentar. Rehogar someramente los langostinos a fuego vivo, sacar a un plato escurriéndolos y reservar.

Volver a colocar la sartén en el fuego, añadiendo un poco más de aceite si fuera necesario y rehogar a fuego medio el puerro con un poquito de sal y hasta que se ponga transparente. Añadir el curry y rehogarlo. A continuación incorporar la setas troceadas y otro poco de sal, rehogar el conjunto un par de minutos, agregar el agua de cocción de los langostinos, tapar la sartén y cocer a fuego medio-alto 15 minutos o hasta que las setas estén tiernas.

Una vez cocinadas, si tuvieran mucha salsa, cocer destapadas a fuego fuerte hasta reducir a la cantidad deseada. En ese momento, rectificar de sal, si procede, incorporar los langostinos, remover, y proseguir la cocción un minuto más.

Servir inmediatamente.

A comer.


viernes, 15 de noviembre de 2019

Mollejas de ternera guisadas


Ya sé que la receta de hoy no le va a gustar a mucha gente y es una lástima, porque el guiso está realmente rico: es de esos platos en los que casi está más rica la salsa que el ingrediente principal, que invitan a hacer barquitos de buen pan en ella. Sólo por eso merece la pena probarlo, aunque no se coman las mollejas, que como buen producto de casquería, tienen una textura y un sabor con personalidad. Entiendo que a mucha gente le de reparo comerlas, por aquéllo de su origen. A mí personalmente me encantan, más las de cordero que las de ternera, pues las primeras son mucho más finas, suaves y sabrosas que las segundas y también más caras (el doble o el triple) y difíciles de encontrar. Ambas se cocinan igual, necesitando menos tiempo de cocción las de cordero que las otras, ya que son bastante más tiernas.

Por esta zona hay mucha costumbre de comerlas. Pocos bares con tapas de cocina tradicional no las tienen en sus barras, al igual que la mayoría de los restaurantes tipo “castellano” las ofrecen en sus cartas. Casi siempre se encuentran guisadas de forma parecida a como yo las hago, pero también se ofrecen a la plancha, empanadas, con setas... De cualquier forma están muy ricas, para quien le gusten, claro.

Me gusta cocinarlas con poco aceite, pues las mollejas suelen tener un alto contenido en grasa y no soporto que me queden grasosas (ni este ni ningún guiso), pero eso es algo personal, cada cual que le ponga todo el aceite que quiera. Eso sí, no os olvidéis del pan, un buen pan... y mucho.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:

1'600 kgr. de mollejas de ternera

400 gr. de cebolla tierna

4 dientes de ajo grandes

1 rama grandecida de perejil

1 tbs. y 1 tsp. de pimentón agridulde de La Vera (IGP)

1 tsp. de pimentón picante de La Vera (IGP)

200 ml. de vino blanco seco

aceite y sal



ELABORACIÓN:

Limpiar de grasas y telas gruesas las mollejas. Lavar, escurrir y secar con papel de cocina. Cortar en trozos regulares no demasiado pequeños (como de dos bocados), aderezar con sal y reservar.

Pelar la cebolla y cortarla en trozos menuditos. Reservar.

Pelar los dientes de ajo, eliminar el germen, picar menudos y reservar.

Lavar y secar el perejil. Picar fino las hojas y reservar.

Disponer un fondo de aceite en una olla amplia y calentar a fuego medio. Una vez se haya calentado el aceite, incorporar la cebolla, los ajos y el perejil, añadir un poco de sal, tapar y rehogar a fuego medio removiendo de vez en cuando y hasta que la cebolla se ponga transparente. Subir el fuego y agregar los dos pimentones, remover rápidamente para rehogarlos y con cuidado de que no se quemen, introducir también las mollejas, rehogar el conjunto y verter por encima el vino. Volver a remover raspando el fondo de la olla para despegar los posibles restos adheridos, tapar y cocer a fuego medio-alto durante 40-45 minutos o hasta que estén tiernas. Si tuvieran mucha salsa, cocer a fuego fuerte cinco minutos con la olla destapada. Rectificar de sal, si procede y servir.

Mejoran considerablemente de un día para otro.

A comer.

domingo, 10 de noviembre de 2019

Bizcocho de avellanas, almendras y chocolate negro


Llueve. ¡Por fin!. Vale, en algunas zonas de España ya os sale el agua por las orejas, lo sé, pero es que en esta cada vez más árida meseta castellana, la lluvia se está convirtiendo en algo anecdótico. No sé si será por el cambio climático o porqué, pero el tiempo ya no es como el que había cuando yo era cría. Entonces, los inviernos aunque secos, eran mucho más fríos, con más heladas y más nieblas, las primaveras, tardías, frescas y lluviosas daban paso a veranos calurosos en los que eran frecuentes las tormentas y la mayoría de las noches se podía salir “a la fresca”, porque salvo algunas pocas muy cálidas, eran en general eso, frescas y antes de que te pudieras dar cuenta había pasado de puntillas el corto otoño, con sus días cálidos y sus días frescos, con algunas lluvias tan bien venidas para la sementera y esa disminución de las horas de luz que anunciaba la llegada de otro crudo invierno. Pero ahora... los inviernos son tremendamente más cálidos, con heladas puntuales, nieblas escasas y más secos que antes, las primaveras son más largas y secas, los veranos mucho más calurosos de día y de noche y sin tormentas y los otoños duran más, llueve menos y las temperaturas son más altas. La naturaleza está “descolocada”, algunos de mis perales vuelven a florecer en otoño, a estas alturas del año sigue habiendo mosquitos (enormes, por cierto) y mariposas nocturnas, aún tengo pimientos en la huerta y muchos días apenas pongo la calefacción. No sigo porque os aburro.

Decía que llovía, lo cual es una muy buena excusa para prepararse un cafecito y acompañarlo con un trocito de este rico bizcocho, que si tenéis todos los ingredientes, os aconsejo que lo hagáis para la merienda de esta tarde. Está adaptado del libro “Bizcochos fáciles” de la editorial RBA y se vende con una conocida revista de cocina. El original no lleva almendras, pero no tenía suficientes avellanas, ni tampoco chocolate pero tenía una tableta empezada y para evitar tentaciones propiciadas por el aburrimiento, se la añadí al bizcocho, que ese no me lo como yo sola, pero el chocolate sí y me estoy poniendo demasiado “buena”, como dicen por aquí los mayores.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.


INGREDIENTES:

80 gr. de avellanas crudas peladas

50 gr. de almendras crudas peladas

175 gr. de azúcar moreno

90 gr. de aceite de girasol

4 huevos talla L a temperatura ambiente

220 ml. de leche desnatada a temperatura ambiente

250 gr. de harina de todo uso

10 gr. de impulsor químico

60 gr. de chocolate negro con un 85% de cacao

mantequilla y harina para el molde
 

Y además:

un molde redondo desmontable de 24 cm. de diámetro

papel sulfurizado para el molde



ELABORACION:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

Precalentar el horno a 170º C con calor arriba y abajo.

Disponer en una bandeja y en una sola capa, las avellanas y las almendras y hornear durante 15 minutos, situando la bandeja en la mitad del horno. Quedan poco tostadas, así que, si gustan los frutos secos más tostados, continuar el horneado de cinco en cinco minutos, comprobando cada vez para evitar que se quemen y amarguen.

Sacar del horno y extender en una superficie fría. Una vez completamente fríos, frotar con un paño, si se desea, para desprender la piel de las avellanas (yo no lo hago); la de las almendras no se soltará.

Con un procesador de alimentos, molinillo, rallador u otro utensilio al efecto, rallar los frutos secos hasta que queden como harina. No importa si queda algún trozo grueso. Reservar.

Picar a cuchillo y groseramente el chocolate y reservar.

Tamizar juntas harina e impulsor químico. Reservar.

Volver a precalentar el horno, esta vez a 200º C con calor arriba y abajo.

Enmantequillar las paredes y la base del molde. Forrar la base con papel sulfurizado y enmantequillar éste. Si el molde tiende a pegarse, forrar también las paredes con papel sulfurizado y enmantequillarlo igualmente; si no es el caso, enharinar las paredes del molde, sacudiendo y eliminando el exceso de harina. Reservar.

Disponer en un bol amplio el aceite y el azúcar y batir con las varillas eléctricas a velocidad alta hasta que la mezcla blanquee (después de diez minutos yo no lo conseguí). Incorporar los huevos ligeramente batidos y de uno en uno, no añadiendo el siguiente hasta que el anterior se haya integrado por completo, batiendo con las varillas a velocidad alta. Agregar la leche y mezclar a baja velocidad. Añadir la mezcla de harina e impulsor en cuatro o cinco veces, mezclando con la espátula hasta integrarla por completo.

Comprobar que la mezcla no tiene ningún grumo. Si fuera así, darle unos golpes de batidora introduciendo aire a la vez que se bate.

Añadir los frutos secos rallados y mezclar. Agregar el chocolate y volver a mezclar.

Volcar la mezcla en el molde e introducirlo en el horno, con la rejilla colocada en la tercera posición empezando por abajo. Hornear a 180º C con calor sólo por abajo durante 50 minutos. A los 45 minutos de horneado, comprobar la cocción pinchando el centro del bizcocho con una aguja o brocheta, continuando la cocción si no saliera seca y comprobando cada cinco minutos.

Sacar el molde del horno y colocarlo encima de una rejilla para que se enfríe. Quitar con cuidado el aro del molde a los diez minutos y veinte minutos después, la base, dejando el papel de horno hasta que el bizcocho se enfríe por completo encima de la rejilla.

Eliminar el papel, colocar el bizcocho en la fuente de presentación y disfrutar.

A comer.



martes, 5 de noviembre de 2019

Pollo al curry con piña y pasas, en MC+


Que me gustan las especias y los contrastes dulce-salado es un hecho y eso se ve en varias de las recetas del blog, más de lo primero que de lo segundo, por eso me gusta tanto este pollo, porque tiene ambas cosas. En un receta que me pasó mi hermana hace ya varios años y a pesar de lo que me gusta, la cocino pocas veces, simplemente porque no me acuerdo de ella. Seguro que también os pasa, que después de darle vueltas al magín para ver qué cocinar para el día siguiente, siempre hay recetas que aunque os gusten mucho, no os acordáis de su existencia. Luego un día os viene a la mente determinado plato y exclamáis “la de tiempo que hace que no cocino tal cosa con lo que nos gusta en casa” o algo parecido y si en ese momento no cuadra hacerlo, es fácil que caiga en el olvido hasta la siguiente vez que se produzca el flasazo mental. Eso es lo que me pasa a mí con esta receta y con la de las patatas a la importancia, que anda que no me habré comido peroles bien grandes yo solita cuando estaba soltera porque me encantan y ya que me ponía hacía un cangilón y ahora casi nunca me acuerdo de guisarlas. Pues ya para esta semana no, porque ya tengo programados todos los primeros platos pero para la siguiente... se me olvidará, seguro.

Pues eso, que si también os gustas las especias, curry y cayena en este caso y los sabores dulces en la recetas saladas, ya estáis tardando.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:

500 gr. de carne de pollo (pechugas u/o cuartos traseros deshuesados y sin piel)

75 gr. de cebolla

145 gr. de piña en conserva en su jugo

75 ml. del jugo de la piña en conserva

20 gr. de pasas sultanas sin pepitas

20 ml. de aceite

1 tsp. de curry en polvo

1 pimienta de cayena seca

sal



ELABORACIÓN:

Remojar previamente las pasas en agua templada durante 10 minutos. Escurrir y reservar.

Lavar y secar el pollo. Eliminar grasas y si se utilizan cuartos traseros, eliminar huesos y piel. Partir la carne en trozos medianos y reservar.

Pelar la cebolla y cortarla en tres trozos. Introducir en el vaso del robot Monsieur Cuisine Plus (MC+) y triturar a velocidad 5 durante 12 segundos, con el orificio tapado.

Abrir el vaso, bajar los restos adheridos a la pared con la espátula y añadir el aceite y una pizca de sal. Programar 6 minutos, tecla rehogar, velocidad uno, marcha atrás, orificio destapado. A los cuatro minutos, incorporar por el orificio el curry y la guindilla.

Pasado el tiempo, abrir el vaso, incorporar el pollo y sal al gusto. Tapar nuevamente el vaso y programar 6 minutos, 100º C, velocidad 1, marcha atrás, orificio destapado.

Mientras, cortar cada rodaja de piña en ocho trozos y cuando pare el robot, quitar la tapa, bajar los restos de las paredes con la espátula, añadir la piña , el jugo y las pasas. Programar otros 5 minutos a 100º C, velocidad 1, marcha atrás, orificio tapado.

Abrir el vaso, rectificar de sal si procede y servir.

A comer.






viernes, 1 de noviembre de 2019

Pimientos del piquillo (y tomates) rellenos de salmón fresco y langostinos


Hace justo un año, tal día como hoy, comenzaba mi andadura por estos lares. Crear un blog de cocina era una idea que me venía rondando desde hacía mucho tiempo, de hecho, desde muchos meses atrás ya empecé a probar y guardar recetas con la anotación para DUCOZA (De DUlzangas, COmiditas y otras ZArandajas), porque el blog tuvo nombre muchísimo tiempo antes de existir. El caso es que un día por otro, iban pasando los meses y DUCOZA no pasaba de ser una idea, en parte porque me daba pereza ponerme a investigar cómo se creaba un blog y en parte porque, siendo una cocinera de andar por casa, sin nada de técnica y con conocimientos cocineriles “a nivel de usuario”, pensaba qué tenía que aportar a este mundillo, porque seamos sinceros, esto, a nivel personal, sirve para tener a mano y ordenadas las recetas y como aprendizaje, pero también pretendemos (al menos la mayoría) mostrar nuestras propias recetas o nuestras versiones de las de otros y que gusten y alguien se anime a reproducirlas.

Un año después, con temporadas de “sequía” (“¿y yo que cocino para el blog?”) y otras de “abundancia” (“tengo que descargar las fotos de la cámara que se me ha llenado la tarjeta”), aquí sigo, dispuesta a seguir dando guerra, aunque sólo sea a esas poquitas personas que me leen, tanto las que pasan en silencio como las que comentan y a quienes agradezco que se asomen por mi cocina .

Quiero desde aquí mandar un beso a Elisa de Que no te falte un perejil, a Lola de Con sabor a huerto y a Mariam de Recetecum, por comentarme cariñosamente casi todas las entradas y en especial a Marisa, de Thermofan, por el cariño con el que siempre me trata, por sus consejos y porque de su mano me introduje en este mundillo a través de su proyecto 1+/-100, desperdicio 0



y por el que se me empezó a conocer y al que este mes iba a traer unos flanes que aunque ricos en sabor han resultado un desastre en presencia, así que le ha tocado el turno a estos pimientos de piquillo rellenos de carne de salmón rescatada de media espina y de la cabeza de uno entero que compré hace unos días y que era una pena tirar, porque además se conoce que la pescadera tenía mal día y dejó muchísima carne tanto en la cabeza como en la espina, con el consiguiente “destrozo” de los lomos de pescado que le pedí me preparara. Menos mal que siempre le pido que me lo guarde todo para luego prepararme unas sopitas de pescado y pan duro que me encantan y sobre todo ya de cara al tiempo que viene.
 
Pero esta vez salió tanto pescado que decidí emplearlo para rellenar unos pimientos, 21 concretamente y aún me sobró para rellenar otros dos o tres, pero no quise abrir otra lata y lo empleé para rellenar unos tomates. Los langostinos se los añadí no ya por el sabor, porque al ser cocidos no aportan mucho, sino porque le dan una textura crujiente al relleno muy recomendable y también porque ya llevaban mucho tiempo en el congelador y había que buscarles destino.

La leche en polvo también la usé por la necesidad de dar salida a un paquete que tengo abierto desde hace tiempo y que va a terminar por apolillarse, aunque para evitarlo, últimamente la estoy incorporando en varias elaboraciones. En caso de no tenerla, basta con sustituir parte del caldo por leche y asunto arreglado.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
 
 
 
INGREDIENTES:
 
 
* Para el caldo:
 
la cabeza y las espinas de un salmón fresco
 
2 cascos de cebolla
 
1 diente de ajo mediano
 
1 rama de perejil
 
1 hoja de laurel
 
verduras al gusto (optativo)
 
agua
 
 
* Para los pimientos:
 
la carne de la cabeza y de las espinas del salmón o 308 gr. de salmón cocido o asado
 
400 ml. del caldo de cocción del salmón o de caldo de pescado
 
8 langostinos medianos cocidos
 
50 ml. de aceite
 
55 gr. de harina
 
1/4 tsp. de eneldo seco
 
sal
 
20-22 pimientos de piquillo en conserva (según tamaño)
 
 
* Para la salsa:
 
15 ml. de aceite
 
1 diente de ajo pequeño
 
60 gr. de cebolla tierna o cebolleta (peso en limpio)
 
20 gr. de zanahoria (peso en limpio)
 
150 gr. de pimiento rojo asado o de pimiento de piquillo
 
200 ml. del caldo de cocción del salmón o de caldo de pescado
 
3 tbs. de leche desnatada en polvo
 

ELABORACIÓN:
 
* Del caldo:
 
Lavar las espinas y la cabeza del salmón eliminando los restos de intestinos y grasas que pudieran tener y disponerlas en una cazuela. Agregar la cebolla partida, el perejil y laurel lavados y el diente de ajo partido sin piel ni germen, así como las verduras elegidas al gusto (yo no le pongo), cubrir con agua fría y llevar a ebullición. Cocer 10 minutos, desespumando si fuera necesario, retirar del fuego, tapar y dejar que se temple.
 
Una vez que la temperatura permita la manipulación, desechar las verduras de cocción, limpiar la cabeza y las espinas del salmón recuperando toda la carne posible y con mucho cuidado de que no quede ninguna espina, desechar espinas, huesos y pieles y colar el caldo. Reservar el caldo y la carne del pescado por separado.
 
* De los pimientos:
 
Sacar los pimientos de su envase y retirar los posibles restos de piel y pepitas. Colocarlos boca abajo en un escurridor y reservar. Desechar el líquido de conservación.
 
Pelar los langostinos, reservando las cabezas y desechando las pieles. Picar en trozos menudos los cuerpos de los langostinos y reservar.
 
Disponer el aceite en una sartén honda y amplia y calentar. Cuando alcance temperatura, introducir las cabezas de los langostinos y sofreír dos o tres minutos. Sacar las cabezas aplastándolas al mismo tiempo para que suelten el aceite y los jugos de su interior y desecharlas. Añadir la harina y rehogar removiendo hasta que adquiera un tono dorado. Incorporar el caldo (frío o templado) poco a poco y sin dejar de remover y llevar a ebullición a fuego bajo. Cocer un par de minutos, agregar el eneldo seco, el salmón desmenuzado y los langostinos picados. Remover para homogeneizar la mezcla, lo justo si nos gusta con el pescado más entero o alegremente si lo queremos muy desmenuzado. Rectificar de sal, retirar del fuego, tapar a piel con papel film y dejar templar.
 
Introducir la farsa en una manga pastelera y rellenar los pimientos, disponiéndolos en un par de cazuelas de paredes bajas y en una sola capa. Reservar tapados.
 
* De la salsa:
 
Pelar el ajo y laminar, eliminando el germen si lo tuviera. Reservar.
 
Pelar la cebolleta y cortarla en brunoise. Reservar.
 
Lavar, raspar y rallar la zanahoria. Reservar.
 
Disolver la leche en polvo en el caldo del salmón. Reservar.
 
Picar groseramente el pimiento rojo asado y reservar, junto con su jugo, si lo tuviera.
 
Poner a calentar a fuego bajo el aceite en una sartén honda y añadir el ajo. Cocinar suavemente y en cuanto empiece a coger color, sacarlo del aceite y desecharlo. Añadir la cebolleta y la zanahoria y rehogar despacio y tapado hasta que la cebolleta se vuelva transparente. Incorporar entonces el caldo del pescado con la leche disuelta y el pimiento asado con su jugo. Cocer tapado cinco minutos, retirar del fuego, disponer el contenido de la sartén en el vaso de la batidora de brazo y triturar hasta conseguir una salsa fina.
 
Añadir la salsa a las cazuelas de los pimientos y calentar a fuego suave para que éstos cojan temperatura y sin remover, para evitar que se salga el relleno. Si fuera necesario, mecer muy suavemente las cazuelas.
 
Servir calientes.
 
A comer.
 
Y con el relleno sobrante...
 
 
Lavar unos tomatitos de no más de 100 gr. cada uno (el número de tomates dependerá de la cantidad de relleno que haya sobrado). Cortar una tapita de la parte del pedúnculo, es decir, del lugar en que el tomate va unido a la mata y vaciar el interior con la ayuda de una cucharilla, reservando la pulpa.
 
Colocar dos hojas de papel de cocina en un plato y disponer en él los tomates con la parte abierta hacia abajo. Tapar el plato con una tapadera apta para microondas e introducirlo en éste. Asar los tomates a 800 W de potencia a intervalos de un minuto; según tamaño y maduración, serán necesarios sólo un minuto o dos, sólo se pretende que el tomate quede a medio hacer. Esperar a que se templen, salpimentar su interior con sal y pimienta negra al gusto y rellenar con la farsa de salmón y langostinos (que habrá de estar a temperatura ambiente) y con la ayuda de la manga pastelera. Colocar nuevamente en el plato y asar en el microondas durante un minuto a 800 W de potencia. Eso será suficiente para calentar el relleno y asar un poco más el tomate, no del todo, porque si no, no mantendrá la forma. Colocar los tomatitos en el plato de presentación y distribuir por encima queso de cabra curado y picado a cuchillo.
Servir templados.
 
A comer.
 
 
Y la pulpa del tomate...
 
¡No la tires! Utilízala para un sofrito o como yo hice, para unas tostadas de pan con tomate (de esas ya no hice foto). Aquí no se tira nada.
 
A comer.