lunes, 25 de febrero de 2019

Garbanzos de Fuentesaúco (IGP) con sepia, en olla WMF


En casa nos gusta mucho la sepia a la plancha acompañada de mayonesa con ajo machacado (osea, un falso ali oli). Así que de vez en cuando cae una sepia para comer. Lo malo es que las patas, las aletas y la cabeza son mucho más duras que el cuerpo y aunque las tengas más tiempo haciéndose en la plancha, la textura no es tan buena como la del cuerpo. Así que normalmente, esas partes no la aprovecho para la plancha y suelo utilizarlas para hacer arroz, porque las sopas en mi casa están descartadas, ya que si Mafalda se resignaba a que fuera San Estómago Mártir cuando su mamá le ponía sopa, si yo la pongo en la mesa, mi pareja me arma la de San Quintín. Hay que ver lo poquito que le gusta la cuchara a este hombre...
Así que un día que no me apetecía hacer arroz o no me cuadraba (ya ni me acuerdo), me sentí inspirada y surgió está receta. La verdad que desde el primer momento nos gustó mucho y aunque ya la he hecho varias veces, no he modificado nada de aquélla primera receta que fui apuntando según la cocinaba. Lo habitual es que cuando cocinas algo, ya sea una creación propia o ajena, es que introduzcas variaciones en la receta para adaptarla a tus gustos o a lo que tengas en la despensa o simplemente para corregir el balance de sabores del plato. Pero en ocasiones no resulta necesario y es lo que le pasa a esta receta. Evidentemente es una opinión personal y si alguien se anima a hacerla, que le haga todos los cambios que le pida el cuerpo y que la disfrute.
Recomiendo encarecidamente comerla al día siguiente.
Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:
200 gr. de garbanzos de Fuentesaúco (IGP), peso en seco
caldo de pescado *
1 diente de ajo pequeño
100 gr. de cebolla
tsp. de ñora picada
375 gr. de sepia (patas, boca, aletas...), peso en limpio
75 ml. de vino blanco seco
aceite
sal **
* en caso de no tener caldo de pescado, hará falta:
  • 1 pastilla de caldo de pescado
  • 1 diente de ajo mediano
  • 1 rama de perejil
  • 1 hoja de laurel
  • 50 gr, de cebolla en uno o dos trozos
  • agua
** yo no le pongo sal, salvo la que lleva el caldo de pescado. Si se comen recién hechos rectificar de sal, si se desea, antes de servir. Si se comen al día siguiente, rectificar de sal, si se desea, al día siguiente y antes de servir, puesto que el sabor del guiso se acentúa con el paso de las horas.

ELABORACIÓN:
La noche antes, poner los garbanzos en remojo en agua con sal.
Al día siguiente, escurrir y lavar los garbanzos. Disponerlos en la olla WMF y añadir caldo de pescado justo hasta que los cubra. En caso de no tener caldo de pescado, colocar en un cestillo un diente de ajo mediano, pelado, cortado a la mitad y sin el germen, una rama de perejil y una hoja de laurel lavadas y 50 gr. de cebolla en uno o dos trozos. Poner el cestillo junto con los garbanzos en la olla y añadir agua justo hasta que los garbanzos queden cubiertos. Desmenuzar la pastilla de caldo y añadirla a la olla.
Cerrar la olla y cocer 15 minutos contados desde que salgan todos los anillos de la válvula. Pasado el tiempo, apartar la olla y dejarla enfriar fuera del fuego. Cuando baje la presión, abrir la olla y retirar el cestillo de las verduras, si se ha utilizado y desecharlas.
Pelar un diente de ajo pequeño, quitar el germen y picar menudo. Reservar.
Picar la cebolla menuda y reservar.
Lavar la sepia y ponerla en un escurridor. Cuando esté bien escurrida, picarla en trozos no demasiado pequeños, teniendo en cuenta que encogerá al cocinarse. Reservar.
Cubrir el fondo de una sartén honda y grande con aceite. Cuando esté caliente, añadir el ajo, la cebolla y la ñora picada. Pochar el conjunto a fuego suave. Cuando esté hecho, incorporar la sepia picada y rehogar a fuego fuerte removiendo continuamente. Una vez rehogada la sepia, incorporar unos cacillos del caldo de los garbanzos y el vino blanco y cocer a fuego fuerte siete minutos.
Incorporar la mezcla de la sartén a la olla de los garbanzos, mezclar delicadamente el conjunto y cocer cinco minutos a fuego fuerte.
Deberán quedar unos garbanzos ligeramente caldosos, por lo que ambas cocciones (la de la sepia con el ajo y la cebolla, el caldo y el vino y la de todo esto con los garbanzos y el resto del caldo) deberán hacerse tapadas o no, dependiendo de la cantidad de caldo con que inicialmente se hayan cocido los garbanzos.
Mejoran sustancialmente de un día para otro.
A comer.




miércoles, 20 de febrero de 2019

Galletas con cerezas en almíbar

 
Me encantan las cerezas. De cualquier manera, ya sean recién cogidas del árbol y calentorras de haberles estado dando el sol toda la tarde, como en almíbar o confitadas, en mermelada, en un cafloutis, en macedonia... Es, junto con los albaricoques, mi fruta favorita y no me canso de ella. No sé los kilos que me puedo comer durante la temporada, pero unos cuantos, seguro. Así que cuando ví esta receta a Sandra, de ApfelStrudel Kuchen, me la apunté para hacerla ya. Pero como de costumbre mis “ya” se convierten en “a saber cuándo” porque tengo tantas recetas apuntadas que aunque hiciera una cada día, tardaría varios años en hacerlas todas. Seguro que eso le resulta familiar a alguien...
 
Y por fín les ha llegado su turno. Le he puesto más azúcar que en su receta y he cambiado su glaseado de limón por el chocolate, para que tuvieran un poco de color, pero que su sabor no se notara, por lo que es un mero adorno. Es muy poquito chocolate así que quien quiera más, que doble o triplique cantidades. Hice la cobertura con margarina porque había utilizado la mantequilla para otra preparación y ya no me quedaba y como era domingo, no había opción de comprar más. También reduje la cantidad de ralladura para que no predominase demasiado su sabor.

El resultado, unas galletas ligeramente crujientes, con un pronunciado sabor a mantequilla y un sutil sabor a limón, en las que se nota la textura de las cerezas pero la verdad, que su sabor no demasiado, pero creo que eso es debido a que las corté demasiado pequeñitas. Cuando las repita, cortaré las cerezas en trocitos más grandes y utilizaré escarchadas, que creo que tienen más sabor y su textura más dura propiciará que se perciban más.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:


* Para las galletas:


200 gr. de harina

115 gr. de mantequilla en pomada

50 gr. de cerezas en almíbar (peso escurrido)

45 gr. de azúcar blanquilla

45 gr. de azúcar moreno

1 yema de huevo tamaño L

1 gr. de sal

la ralladura de 1/4 de cáscara de limón


* Para adornar (opcional):


15 gr. de chocolate negro de cobertura

5 gr. de margarina o mantequilla

 

ELABORACIÓN:


Escurrir las cerezas de su almíbar y cortar en trozos pequeños. Reservar.

Tamizar la harina junto con la sal en un bol y reservar.

Poner en otro bol la mantequilla en pomada cortada en trocitos junto con los dos azúcares y batir con las varillas eléctricas hasta que la mezcla blanquee y se vuelva esponjosa.

Separar la yema de la clara. Reservar ésta para otra preparación y añadir la yema al bol de la mantequilla. Batir con las varillas hasta integrar.

Lavar la cáscara de limón, secar y rallarla con un rallador fino. Incorporar al bol de la mantequilla y batir ligeramente para integrar.

Cambiar las varillas eléctricas por los ganchos de amasar. Incorporar la harina tamizada poco a poco al bol de la mantequilla y amasar. Cuando se hayan incorporado dos tercios de la harina, agregar las cerezas, amasar y continuar añadiendo harina y amasándola hasta acabarla.

Hacer una bola con las manos, cubrir la masa con film y reservar media hora en el frigorífico.

Poner una hoja de papel vegetal en una bandeja apta para horno.

Precalentar el horno a 190º C con calor arriba y abajo.

Sacar la masa del frigorífico. Dividirla en dos y devolver una de las dos mitades a la nevera.

Sobre la superficie de trabajo limpia, estirar la masa con un rodillo hasta dejarla con un grosor de 6 milímetros. Cortarla con el cortador elegido e ir colocando las galletas en la bandeja del horno. Si la masa está lo suficientemente fría, apenas se pegarán a la mesa de trabajo. Ayudarse de una espátula fina para despegarlas y evitar en lo posible espolvorear la mesa con harina. Unir los recortes de masa y meterlos en el frigorífico. Sacar la otra mitad de la masa y proceder de la misma manera. Amasar los recortes de ésta con los que estaban en la nevera y proceder igual hasta acabar la masa.

Introducir en el frigorífico la bandeja con las galletas durante diez minutos.

Sacar la bandeja, introducirla en el horno en la segunda posición empezando por abajo y hornear 15 minutos con el ventilador, vigilando que no se tuesten demasiado.

Sacar la bandeja del horno cuando empiecen a dorarse por los bordes y ponerla a enfriar sobre una rejilla. Las galletas todavía estarán blandas para manipularlas, pero endurecerán al enfriar.

Si se van a adornar con chocolate, una vez completamente frías las galletas, disponer en un bol que se pueda poner al baño María, 10 gr. de chocolate y 5 gr. de margarina o mantequilla.

Poner un cazo al fuego con un poco de agua de tal manera que no toque el fondo del bol. Colocar éste sobre el cazo y remover el chocolate y la margarina hasta que se deshagan.

Apartar del fuego, agregar 5 gr. de chocolate y remover hasta que se funda por completo y temple la mezcla. Introducir en un biberón de cocina y trazar unas líneas sobre las galletas. Dejar enfriar.

A comer.









viernes, 15 de febrero de 2019

Conejo de campo en salsa de calabacín y almendras, en olla WMF



Aquí estoy con otra receta de conejo, que no será la última. Es lo que pasa cuando cada semana te traen uno o dos conejos, que tienes que inventar nuevas formas de hacerlo para no aburrir con la misma receta. Y aunque la temporada de caza ya se ha acabado, tengo todavía varios en el congelador, así que habrá conejo para rato.

El calabacín que he utilizado es de uno que tiene la piel de color que va del verde claro al casi blanco. Se llama calabacín Virginia y personalmente lo encuentro muchísimo más rico que el clásico verde. No lo venden en todos los sitios y en invierno es difícil de encontrar, pero para quien no lo conozca, le recomiendo encarecidamente que lo pruebe, me extrañaría que no le gustara. Además tiene la ventaja de que no se pela, con lo que el desperdicio es mínimo. Los que he usado los tenía congelados, ya cortados en cuadraditos. Todos los años ponemos un par de matas de calabacín y son tan productivos, que acabas por no saber que hacer con ellos y este verano probé a congelarlos. Para añadirlos a un guiso de este tipo valen, pero no he probado a hacerlos en pisto, por ejemplo, aunque no se si resultará bien porque el calabacín absorbe mucho agua con la congelación y más que freírse se cuecen al cocinarlos. Tengo que probar.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:

1 conejo de campo troceado

1 hígado de conejo

10 almendras crudas repeladas

100 gr. de puerro (sólo la parte blanca)

100 gr. de cebolleta

200 gr. de calabacín preferiblemente verde claro

2 ajos medianos

2 hojas de laurel

1 rama de 7 cm. de romero fresco

150 ml. de vino blanco seco

aceite, sal y pimienta negra recién molida


ELABORACIÓN:


Si las almendras no estuvieran peladas, lo primero que habrá que hacer es escaldarlas 50 segundos en agua hirviendo. Extender sobre papel de cocina y quitarles la piel en cuanto se puedan manipular. Extenderlas sobre otro papel de cocina seco.

Lavar minuciosamente el conejo y secar con papel de cocina. Trocear, salpimentar y reservar.

Lavar minuciosamente el hígado de conejo y secar con papel de cocina. Cortar en cuatro trozos, salpimentar y reservar.

Lavar el calabacín. Si es de piel verde clara o blanca, no es necesario pelarlo, ya que la piel es muy fina y no amarga. Si es verde oscuro, conviene pelarlo porque su piel es más dura y puede amargar. Cortar en dados pequeños y reservar.

Cortar la cebolleta y el puerro en brunoise y reservar.

Pelar los ajos, retirar el germen si lo tuvieran y laminar. Reservar.

Lavar el laurel y el romero. Reservar.

Poner un fondo de aceite en la olla rápida. Cuando esté bien caliente, freír las almendras cuidando que no lo hagan en exceso para que no amarguen. Retirar y reservar.

En el mismo aceite y a fuego medio, rehogar la cebolleta, el puerro, el calabacín y los ajos, junto con un poco de sal para que ayude a que suden las verduras. Cuando empiecen a estar transparentes, añadir las hojas de laurel y la rama de romero.

Agregar más aceite si fuera necesario e incorporar el conejo. Rehogarlo y cubrir con el vino. Incorporar las almendras, tapar la olla y cerrarla. Cocer 25 minutos contados desde que suba la válvula del todo. Apagar el fuego y dejar que la olla pierda toda la presión antes de abrirla.

Sacar las tajadas de conejo de la salsa y colocarlas en una cazuela. Reservar.

Poner la olla nuevamente al fuego y cuando hierva, añadir el hígado, tapar sin cerrar la corredera y cocer 2 minutos.

Retirar la olla del fuego, abrirla y quitar las hojas de laurel y la rama de romero que habrá perdido casi todas las hojas. Pasar la salsa por el chino o pasapurés con el disco de agujeros medianos. Costará que pasen los trozos de hígado y las almendras, pero lo harán.

Rectificar de sal, incorporar la salsa al conejo, dar un hervor y servir.

Mejora de un día para otro.

A comer.

domingo, 10 de febrero de 2019

Pollo con queso azul, en robot Monsieur Cuisine Plus (MC+)


El 1 de diciembre de 2018 salió a la venta el robot de cocina del Lidl, Monsieur Cuisine, Edición Plus (MC+). No me apeteció ir un sábado a pegarme por el aparato, aunque me rondaba por la cabeza el comprarlo, pero no terminaba de ver claro si lo iba a utilizar, así que, no fui. Luego me arrepentí, claro, porque para los cachivaches de cocina soy temible, tooodo se me antoja. El caso es que no fui por el supermercado hasta pasadas dos semanas (¡DOS!) y según me acerco a la parte de bazar, veo una caja con la maquinita. Me tiré en plancha. Es que ni me lo pensé. Es más, me parece que me adelanté a otra señora que creo que tuvo la misma idea que yo. Me sentí un poco Gollum…


Llegué a casa, la desempaqueté, instalé, fregué y como eran los días previos a navidad y no tenía tiempo de liarme a aprender a usarla, ahí quedó. Y después anduve liada y luego me fui unos días fuera y entre pitos y flautas he tardado una barbaridad en estrenarla. Pero por fin lo he hecho y ha sido con esta receta de Marisa de Thermofan , que me pareció sencilla para empezar y para adaptar. La receta es prácticamente la misma, sólo he prescindido de la leche evaporada y la pimienta y he cambiado la Maizena por el espesante instantáneo de esa misma marca. Ella la hace en la Thermomix, así que si alguien la tiene, que pinche en el enlace para ver su receta.


Como digo es la primera vez que la utilizo y tengo que practicar hasta que adapte su uso a mi manera de cocinar. Me explico: al cocinar con el orificio tapado se evapora muy poco líquido y para mi gusto tenía demasiada salsa cuando añadí el queso, por eso seguí la cocción con el orificio destapado. Por otro lado, no sé si era porque el aceite era poco, pero al cocinar el pollo con la cebolla, ésta se empezó a agarrar un poquito y eso que la máquina no superó los 90º C una vez alcanzados los 6 minutos. Si llego a usar la tecla rehogar con el programa establecido, creo que me estrello.


El pollo, buenísimo. A quien le guste el queso azul, ésta es su receta.


Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:


480 gr. de pollo deshuesado (cuartos traseros y/o pechugas), sin piel

50 gr. de queso azul

100 ml. de vino blanco seco

150 gr. de cebolla

15 ml. de aceite

sal

tsp. de espesante instantáneo (marca Maizena)



ELABORACIÓN:


Quitar la grasa que pudiera tener el pollo y cortar en trozos medianos. Salar y reservar.


Cortar la cebolla en dos trozos y ponerla en el vaso. Triturar 8 segundos a velocidad 5 con el orificio tapado. Si no gusta encontrar los trozos de cebolla, triturar un poco más y al contrario, si gusta notarlos, triturar un poco menos. Bajar los restos adheridos a la pared del vaso con la espátula.


Incorporar el aceite y el pollo al vaso. Programar 6 minutos, 100 º C, velocidad 1, marcha atrás, orificio tapado.


Añadir el vino y programar 10 minutos, velocidad 1, marcha atrás, orificio tapado.


Cortar el queso en trozos y agregar al vaso. Programar 4 minutos, 90º C, velocidad 1, marcha atrás, orificio destapado.


Por último, añadir el espesante y programar otros 5 minutos, 100º C, velocidad 1, marcha atrás, orificio destapado.


A comer.



martes, 5 de febrero de 2019

Patatas guisadas con sangrecilla de cordero o cerdo, en olla WMF

 
 
Hemos estado de matanza y como todos los años, mi suegra ha hecho un poco de sangrecilla. Personalmente prefiero la de cordero porque es mucho más fina, pero la de cerdo queda rica con patatas. Ya sé que ésto a más de uno le va a dar repelús, pero esto de la casquería es muy particular: seguro que mucha gente come morcilla pero no le pongas sangrecilla en ensalada, por ejemplo, que se pone malita. Y al fin y al cabo el ingrediente principal de las morcillas es la sangre...

Cuando era cría, muchos sábados por la mañana acompañaba a mi madre al mercado. Allí había una señora mayor con un caldero lleno de agua hirviendo haciendo sangrecilla de lechazo, que era lo único que vendía. Apenas tengo una imagen en la memoria de aquella mujer. Pero en mi memoria gustativa sí tengo muy vivo el recuerdo del sabor de la sangrecilla aún templada que nos íbamos comiendo mi madre y yo de camino a casa, pellizcando con los dedos los grandes dados de sangrecilla y mojándonos las manos con el agua salada que escurría de los agujeros que se forman dentro al cocerla. Cómo me gustaba. Y me gusta, aunque la última que he comido debía estar hecha con sangre de corderos grandes porque sabía demasiado a oveja y era poco fina, aunque en esto influye mucho la manera de cocerla.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
 
 

 
 
INGREDIENTES:
 
500 gr. de patatas (peso peladas)
50 gr. de cebolla
1 ajo mediano
1 hoja de laurel
1 clavo de olor
1 punta de cucharilla de pimienta negra molida
½ tsp. De pimentón agridulce de La Vera
175 gr. de sangre de cordero o cerdo
1 pastilla de caldo de carne
aceite y sal

 
ELABORACIÓN:
 
Pelar el ajo, partirlo a la mitad y quitar el germen. Reservar.
 
Picar menuda la cebolla. Reservar.
 
Lavar las patatas, pelar y cortar en trozos de tamaño medio. Al cortarlas, no llegar con el cuchillo hasta el final del corte, sino que tronchar el final del corte. De esta forma, la patata liberará almidón y espesará el caldo. Reservar.
 
Picar la sangrecilla groseramente con las manos en trozos más pequeños que las patatas o al gusto. Reservar.
 
Calentar un fondo de aceite en la olla rápida Perfect y freír el diente de ajo. Retirar y agregar la cebolla. Freírla y cuando empiece a dorarse, agregar las patatas y rehogar. Añadir el pimentón y volver a rehogar cuidando que no se queme para que no amargue. Cubrir con agua al gusto según gusten más o menos caldosas, añadir la hoja de laurel, la pimienta negra molida, el clavo de olor, la pastilla de caldo desmenuzada y un poco de sal. Cerrar la olla, subir el fuego al máximo y llevarla a ebullición hasta que suba la válvula del todo. Cocer cuatro minutos, vigilando la presión, apagar el fuego y retirar la olla. Abrir mínimamente la corredera del mango de la olla para que pierda presión y no siga cociendo. A medida que la pierda, abrir un poco más la corredera hasta que baje la válvula por completo. También se puede poner la olla bajo el chorro de agua fría hasta que pierda la presión.
 
Abrir la olla, incorporar la sangre cortada, colocar la tapadera encima y sin cerrar y llevar la fuego. Cocer dos minutos para integrar sabores, rectificar de sal, apagar el fuego, dejar reposar cinco minutos y servir.
 
A comer

 
 

viernes, 1 de febrero de 2019

Mini crêpes de crema de mermelada de ciruela



Auténtica receta de reciclaje. Me habían sobrado seis crêpes de una preparación anterior, tenía un resto de queso fresco batido desnatado de otra receta, un sirope de chocolate comercial que ya me miraba con cara de pena desde la puerta del frigorífico y un bote de nata en spray ya empezado que no recuerdo para qué lo usé y al que no le veía salida. Y como en mi casa la comida no se tira, aunque casi nunca me quedan sobras porque sólo somos dos y es bastante fácil ajustar la cantidad de comida, pues a pensar qué hacer con los restos y salió ésto. Quedaron ricas y las repetiré.

 
Hace poco tiempo descubrí el blog Thermofan. Me encantan sus recetas y su espíritu. Ya he hecho varias y alguna espera su turno en borradores. Tiene un proyecto llamado 1+/-100, desperdicio 0 que es algo más que una propuesta para reciclar y no tirar la comida que sobra en casa. Recomiendo leer su entrada para saber en qué consiste la iniciativa. Mi receta se ajusta a su proyecto y no se si enlazarla a su blog. Nunca he participado en ningún reto, concurso o iniciativa de cualquier tipo promovida por blogs culinarios (ni de otro tipo) y la verdad es que me da un poquito de corte (soy muy vergonzosa) porque estas crêpes son una “comidita", porque mis fotos están a años luz de las de los blogs que suelen participar y por alguna otra razón que no menciono por no aburrir. Así que no sé si al final la enlazaré o no. Además que con mi ignorancia supina sobre herramientas de internet y demás (aún no he conseguido saber como poner en el blog un icono para imprimir las entradas, por ejemplo) no sé si sabré hacerlo. Bueno, si aparece en Thermofan es que le eché valor y acerté a hacerlo (de chiripa, seguro).


Este es el logo de la iniciativa, para quien no la conozca.

 
 


Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

 



INGREDIENTES:

 
Para las crêpes:

 
* Salen 16-17 crêpes finas de un diámetro aproximado de 11 cm.

 
1 huevo tamaño L

65 ml. de leche desnatada

60 ml. de agua

15 ml. de aceite de girasol

58 gr. de harina de trigo

sal

margarina para la sartén

 

Para el relleno:


*Para rellenar 6 crêpes


tbs. de mermelada de ciruela

2 tsp. de queso fresco batido 0% materia grasa a temperatura ambiente

sirope de chocolate para acompañar (al gusto)

nata montada para acompañar (al gusto)

 

ELABORACIÓN:

 
De las crêpes:

 
Disponer en el vaso de la batidora de brazo el huevo, la harina, el agua, la leche, el aceite y la sal y batir hasta homogeneizar. Dejar reposar media hora en el frigorífico para que se hidrate la harina.

 

Del relleno:

 
Mezclar en un bol la mermelada y el queso batido hasta homogeneizar ambos ingredientes. Reservar.

 

De la fritura de las crêpes, rellenado y montaje:

 
Sacar del frigorífico la masa de las crêpes y remover con una cuchara, ya que la harina se habrá precipitado al fondo de la preparación. Untar de margarina con una brocha de silicona la sartén elegida y calentarla a fuego fuerte. Cuando esté bien caliente, verter en la sartén aproximadamente 12 ml. de masa y mover la sartén para distribuir la masa uniformemente por todo el fondo. Cuando al mover la sartén la crêpe se despegue, ya estará lista para darle la vuelta. Freír por el otro lado sin agregar margarina y sacar a un plato cuando las burbujas de aire caliente que se forman debajo de la masa la levanten. Repetir la operación hasta acabar con la masa, engrasando cada vez con margarina la sartén y removiendo igualmente cada vez la masa de las crêpes antes de coger la cucharada que se vaya a freír.

 
En lo que se hace un crêpe en la sartén, distribuir en la que se acaba de hacer dos cucharaditas de relleno y doblar en cuatro o si se prefiere, hacer primero todas las crêpes y luego rellenarlas.

 
Colocar las crêpes en los platos en el que se vayan a servir, distribuir por encima unos hilos de sirope de chocolate y poner dos rosetones de nata montada en cada plato.

 
A comer.