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lunes, 1 de julio de 2024

Pastel de bacalao, verduras y patata

Receta de aprovechamiento de unas patatas ya muy arrugadas, de una cabeza y espinas de un bacalao fresco hermoso y de un resto de champiñones que me habían sobrado de otra receta. Con eso y poco más preparé este pastel que además de estar muy bueno, cunde mucho y sale económico. La elaboración parece larga aunque en realidad no lo es, sólo es cuestión de organizarse e ir aprovechando los tiempos de enfriamiento de las partes de la receta que así lo requieren para ir preparando las demás y si se usa un resto de pescado cocido o guisado, puré instantáneo y/o caldo de pescado preparado, se abrevian muchísimo los tiempos.

Se puede degustar caliente, templado o a temperatura ambiente, aunque como más nos ha gustado ha sido templado. Las sobras admiten bien el calentamiento en el microondas a temperatura baja. Comimos tres días (somos dos en casa) y el pastel se conservó en perfectas condiciones hasta el final, por lo que es ideal no sólo como aprovechamiento, sino también para prepararlo con anticipación. Y por supuesto, para que coman pescado los más reticentes de la casa, esos a los que hay que disfrazárselo para que no protesten mucho.

Es primero de mes y la receta se va al proyecto 1+/-100, desperdicio 0

que Marisa, desde su blog Thermofan, promueve para evitar el desperdicio de alimentos y fomentar el reciclaje en general.

Espero que la receta os guste tanto como nos ha gustado a nosotros.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para el caldo de pescado:

Cabeza y espinas de un bacalao fresco

25 gr. de apio

30 gr. de cebolleta

1 hoja de laurel

agua

*Para el pastel:

400 gr. de patatas peladas y troceadas

180 gr. de bacalao cocido (obtenido de preparar el caldo de pescado)

60 gr. de cebolleta

100 gr. de pimiento amarillo

100 gr. de guisantes congelados

65 gr. de champiñones

80 ml. del caldo de pescado, aproximadamente (reservar el sobrante para otros usos)

margarina

pimienta negra molida

sal

aceite

cebollino

*Y además:

un molde desmontable de 16 cm. de diámetro

papel sulfurizado (optativo)

ELABORACIÓN:

*Del caldo de pescado:

Poner en una cazuela la cabeza y espinas, lavadas, de un bacalao fresco, el apio, la cebolleta y la hoja de laurel. Cubrir con el agua justa y llevar a ebullición. Hervir 10 minutos desespumando cuando sea necesario. Apartar del fuego, ponerle una tapadera y dejar enfriar.

Una vez frío, desechar el apio, la cebolleta y el laurel. Recuperar cabeza y espinas y sacar todo el pescado. Colar el caldo y reservar éste y el bacalao por separado.

*Del pastel:

Cocer las patatas al vapor en la olla rápida WMF durante 13 minutos. Una vez finalizado el tiempo, dejar la olla a un lado, sin abrir, para que las patatas se mantengan calientes mientras se prepara el relleno.

Escaldar los guisantes congelados durante dos minutos en agua hirviendo con sal. Refrescar con agua fría para detener la cocción, escurrir y reservar.

Picar en trozos no más grandes que los guisantes, la cebolleta, el pimiento amarillo y los champiñones Reservar por separado.

Poner un fondo de aceite en una sartén y calentar. Añadir el pimiento y una pizca de sal, tapar y cocinar a fuego medio-bajo hasta que esté casi hecho. Agregar la cebolleta y cocinar hasta que esté tierna y transparente. Incorporar los champiñones y cocinar tres minutos más. Dejar templar y añadir el bacalao, los guisantes y sal al gusto. Mezclar delicadamente y reservar.

Sacar las patatas de la olla y pasarlas por el pasapurés o chino. Sazonar con sal y pimienta al gusto y agregar 80 ml. de caldo de pescado. Trabajar las patatas hasta conseguir un puré fino, homogéneo, suave y ligeramente espeso. La cantidad de caldo necesario puede variar en función de lo harinosa que sea la patata,

Untar con margarina el interior del molde y forrar con papel sulfurizado. Untar también éste, si se usa, con un poco de margarina. Poner en la base del molde la mitad del puré de patatas, extender uniformemente y añadir el relleno. Nivelar y extender por encima el resto del puré. Pintar con margarina derretida e introducir en el horno (frío) a media altura. Encender el horno y hornear con calor arriba y abajo a 200º C hasta que se dore ligeramente,

Sacar el pastel del horno, dejar templar, desmoldar y servir inmediatamente espolvoreado con abundante cebollino picado.

A comer.

lunes, 1 de mayo de 2023

Crema tibia de champiñones, patatas y espárragos verdes, en Monsieur Cuisine Plus

Las temperaturas primaverales van relegando de nuestro menú diario los platos más contundentes y calientes, pero aunque por estos lares son más cálidas de lo habitual, no llegan a las extremas que ya padecen en algunos lugares de España, por lo que aún salen a la mesa platos, cómo llamarlos, de entretiempo, como la crema tibia que traigo hoy, que además es una receta de aprovechamiento, pues compré unos champiñones que estaban en oferta porque ya perdían su lozanía y que pasaron unos días en el frigo hasta que les tocó su turno, por lo que cuando los fui a coger estaban bastante lacios aunque sanos y para hacerlos guisados ya no me gustaban. Como la mejor forma de aprovechar verduras y hortalizas mustias es convertirlas en cremas y purés, la solución era fácil.

Creo que ya os he contado que tenemos unos pocos espárragos sembrados en la huerta. Las plantas son jóvenes por lo que dan frutos bastante finos que tienen poco aprovechamiento más allá de hacerlos en revuelto y poco más, para lo que suelo utilizar la parte más tierna y dejo los tallos duros para otras elaboraciones, principalmente cremas y purés. Tenía unos pocos tallos y decidí añadirlos, no aportarían mucho sabor pero sí toda su fibra, tan importante y necesaria en nuestra alimentación. Tenía, además, caldo de haber cocido las puntas de los espárragos, aproximadamente medio litro, que también usé para hacer la crema y que completé con agua hasta que conseguí la textura que buscaba. Como el agua de cocción de los espárragos ya tenía sal, no me hizo falta añadir más a la crema, pero hay que tener en cuenta que generalmente cocino con poca sal y sobre todo si el plato es sólo para mí, como era el caso y aunque para mi gusto quedó estupenda de sazón, posiblemente para los demás no, pero eso es algo que tiene fácil solución.

El toque crujiente y fresco del cebollino favorece mucho esta crema, así que, sed generos@s.

Como he aprovechado bastantes ingredientes, es mi propuesta de este mes para el proyecto 1+/-100, desperdicio 0

que Marisa, desde su blog Thermofan, promueve para evitar el desperdicio de alimentos y fomentar el reciclaje en general.

Una última cosa: la cantidad de caldo (o agua) es orientativa, pues la densidad de la crema dependerá del gusto personal de cada uno y sobre todo, de lo harinosa que sea la patata.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

350 gr. de champiñones limpios

350 gr. de patatas peladas

100 gr. de tallos de espárragos verdes, pelados

75 gr. de cebolla, sin piel

150 ml. de nata con un 5% de materia grasa

650 ml. de caldo vegetal o agua, aproximadamente

30 ml. de AOVE

una pizca de nuez moscada rallada

sal (no le puse)

cebollino fresco picado, para servir

ELABORACIÓN:

Cortar los champiñones a la mitad, las patatas en láminas, los tallos de espárragos en trozos de dos-tres centímetros y la cebolla en cuatro partes. Reservar todos los ingredientes por separado.

Introducir los champiñones en el vaso del robot Monsieur Cuisine Plus (MC+) y picar cinco segundos a velocidad diez. Sacar a un plato y reservar.

Sin lavar el vaso, picar los espárragos cinco segundos, velocidad 10. Reservar en otro recipiente.

Poner la cebolla en vaso sin lavar del MC+ y dar un golpe de turbo. Añadir las patatas y el aceite de oliva virgen extra, colocar el cubilete y pulsar la tecla rehogar, 7 minutos.

Añadir los espárragos, volver a colocar el cubilete y pulsar nuevamente la tecla rehogar, 7 minutos.

Agregar los champiñones y esta vez sin el cubilete puesto, volver a pulsar rehogar, 10 minutos.

Añadir al vaso 400 ml. de caldo vegetal o agua, ligeramente caliente y una pizca de nuez moscada rallada, colocar el cubilete en su posición y cocinar 20 minutos, 110º C, velocidad 2.

Triturar el contenido del vaso 30 segundos a velocidad 8 o hasta que esté fino y homogéneo. Añadir la nata y mezclar 30 segundos a velocidad 5. Incorporar poco a poco el resto del caldo o agua (ligeramente caliente), hasta conseguir la textura deseada, mezclando a velocidad 5 y sin tiempo.

Rectificar de sal si procede y servir con cebollino picado.

A comer.

domingo, 20 de marzo de 2022

Patatas duquesa con gorgonzola

Ya es primavera y no porque lo diga el CI, sino porque lo dice el calendario astronómico, claro, que según el meteorológico empezó el día uno de marzo y según el refranero, que en esta zona nunca falla ni a pesar del cambio climático, calorcito no hará hasta el 11 de junio, día arriba, día abajo. Comienza esa época del año en la empieza a convivir en el armario la ropa de invierno con la de verano, en la que te abrigas para salir a primera hora de la mañana y te sobra la ropa cuando vuelves a casa al mediodía, en la que sustituyes el edredón de plumas por la mantita fina y en la que están a la orden del día los catarrazos monumentales consecuencia de los cambios de temperatura “ahora me congelo/ahora me cuezo”. Esa estación bucólica de florecillas y pajarillos y explosión de polen que trae a tan mal traer a los alérgicos. Y en la que cambian la hora. M... Ya empiezo a protestar una semana antes, pero es que a mis habituales trastornos del sueño el cambio horario les hace flaco favor, vamos que si me veis comentándoos una entrada a las tres de la mañana no es que trabaje de noche, es que no puedo dormir y trastear por internet es una actividad bastante silenciosa que se puede hacer por la noche sin molestar a los que conviven con una. Porque si viviera sola seguramente me pondría a cocinar, como hacía una amiga mía que la pobre ya no sabía cómo entretener las horas de insomnio y no era raro que se pusiera a hornear un pollo a las cinco de la mañana. Claro que al precio que está la luz a lo mejor hay que replantearse el tema, que va a salir más barato insonorizar la casa y cocinar de noche que encender el horno a las siete de la tarde.

Y aunque al paso que va la cosa encender el aparatito va a ser un lujo al alcance de unos pocos, aprovechando que el fin de semana la luz está “algo” más barata, he horneado estas deliciosas patatitas duquesa, a las que yo doy una vuelta de tuerca y en vez de su versión clásica con mantequilla, las hago sustituyendo ésta por queso gorgonzola fuerte (piccante) y así el “ésto no es más que un puré de patata” se convierte en un “¡oh, ah, pero qué bueno está ésto!” y en un no dejar ni una en el plato. Lo que hay que hacer a veces...

Las patatas duquesa no tienen complicación ninguna y quedan monísimas en el plato. ¿Que el queso gorgonzola os parece un poco fuerte? Pues utilizad menos u otro queso azul más suave o mitad gorgonzola y mitad queso de untar o mantequilla como toda la vida, pero animaos a hacerlas. Yo no le pongo sal, la que aporta el queso es suficiente para nosotros. Tan pronto acabéis de preparar el puré, metedlo en la manga pastelera y formad los rosetones, pues al enfriarse endurece y se maneja peor. Si no vais a hornearlas inmediatamente u os sobra puré sin hornear, cuando vayáis a usarlo, introducid la manga, sin boquilla, en el microondas y calentad a intervalos cortos y a baja temperatura, amasando el puré entre intervalos para homogeneizar la temperatura.

Para que tengan un dorado más bonito, antes de hornear se suelen cepillar las patatas con yema de huevo ligeramente rebajada con agua; yo no lo hago. Si vuestro horno tiene ventilador, conectadlo los últimos minutos para un dorado más uniforme. Mi dominio de la manga pastelera es nulo, así que las vuestras quedarán mucho más bonitas.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

3 patatas medianas (unos 450 gr.)

70 gr. de queso gorgonzola fuerte, a temperatura ambiente

1 yema de huevo tamaño M, a temperatura ambiente

sal

* Y además:

Un aplasta patatas o un pasapurés

Papel sulfurizado o tapete de silicona

Manga pastelera

Boquilla (optativo)

ELABORACIÓN

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

Lavar las patatas y ponerlas a cocer enteras y con piel en agua con sal durante 25-30 minutos o hasta que al pinchar la más grande con una brocheta, ésta entre con facilidad.

Precalentar el horno a 200º C, con calor arriba y abajo y preparar una bandeja de horno con papel sulfurizado o un tapete de silicona.

Una vez cocidas las patatas, retirarlas del fuego, tirar la mitad del agua y sustituirla con otro tanto de agua fría para así detener la cocción. Dejar que pierdan temperatura y aún calientes, pelar y machacar con un aplasta patatas o pasar por un pasapurés. Agregar el queso troceado e integrar. Añadir la yema de huevo e integrar. Rectificar de sazón, si procede. Introducir el puré todavía caliente en una manga pastelera provista de boquilla rizada o lisa, si se usa. Si el puré se hubiera quedado frío, calentar brevemente al fuego, removiendo. El puré es más fácil de manejar si está caliente.

Hacer rosetones de puré sobre el tapete o papel. Introducir la bandeja en el horno, a media altura y hornear 20-25 minutos o hasta que se pongan dorados.

Sacar del horno, dejar reposar cinco minutos para que adquieran algo más de consistencia y se puedan manipular mejor y servir calientes.

A comer.

martes, 15 de febrero de 2022

Patatas con butifarra blanca, en olla WMF

Febrero volvió a jugar con nosotros y el primaveral sábado abrió la puerta a un domingo revuelto y un lunes algo más que fresquete. Hoy no sé qué tiempo tendremos, a lo que parece no más de lo mismo pero yo, por si acaso, he preparado unas patatas con butifarra, reconfortantes y calentitas y que nos van a saber a gloria. Y es que, aunque el tiempo intente engañarnos y nos animemos a preparar platos frescos, sigue siendo invierno y todavía, al menos por aquí, nos quedan muchos platos de cuchara por cocinar.

Las patatas guisadas son un plato rápido y fácil de preparar. Iba a decir también “barato”, pero llevamos unos meses que el precio de las patatas está por las nubes, tanto que habíamos dejado de cultivarlas porque salía más caro que comprarlas en la tienda pero vistos los precios que tuvieron el año pasado, volvimos a sembrarlas porque volvía a ser rentable.

Normalmente en casa suelen ser un plato de aprovechamiento: si me ha sobrado un poco de carne guisada y mucha salsa del guiso, con eso y un sofrito se preparan unas patatas guisadas para chuparse los dedos que en la mayoría de las ocasiones se convierten en un plato único y completo. Aunque no siempre es así, como las patatas de hoy que no están hechas con sobras pero siguen siendo un plato sabroso y satisfactorio. En casa nos gustan poco caldosas, incluso un poco espesas y suelo utilizar patatas harinosas para que el caldo quede trabado. Pero eso es una cuestión de gustos, lógicamente, así que coged las patatas que más os gusten, comprad una butifarra buena y disfrutad de este rico plato.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

500 gr. de patatas (peso sin piel)

175 gr. de butifarra blanca fresca

50 gr. de cebolla

75 gr. de pimiento rojo

1 diente de ajo

1 hoja de laurel

1/8 tsp de pimienta negra molida

10 granos de pimienta negra

2 clavos de olor

1 pastilla de caldo de carne

AOVE

sal

agua

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.

Lavar las patatas para eliminar la posible tierra que pudieran tener, pelar, volver a lavar por si quedaran residuos de tierra, secar y cortar en trozos de tamaño medio. Al cortarlas, no llegar con el cuchillo hasta el final del corte, sino tronchar el final. De esta forma, la patata liberará almidón y espesará el caldo. Reservar.

Pelar el ajo, eliminar el germen, si lo tuviere y laminar. Pelar la cebolla y cortarla en brunoise. Lavar el pimiento, eliminar semillas, pedúnculo y fibras interiores y cortar en trozos medianos. Reservar todas las hortalizas por separado.

Cortar la butifarra en rodajas sin quitar la piel y reservar.

Poner un fondo de aceite de oliva virgen extra en la olla rápida y llevar al fuego. Añadir el ajo y freír hasta que empiece a dorarse. Desechar el ajo y agregar a la olla la butifarra. Freírla hasta que empiece a dorarse ligeramente y apartarla a un plato.

Introducir en la olla la cebolla. Freír a fuego medio y en el momento en que la cebolla empiece a dorarse, agregar las patatas, rehogar un minuto y añadir agua, justo hasta cubrirlas. Incorporar a la olla la butifarra, el pimiento rojo, los clavos, el laurel lavado, la pimienta negra entera y la molida, la pastilla de caldo desmenuzada y sal al gusto. Levantar el hervor y colocar la tapadera de la olla. Cerrarla.

Cocer 5 minutos contados desde que suba la válvula por completo. Apagar el fuego, retirar y dejar que pierda toda la presión antes de abrirla.

Rectificar de sal, si procede y servir.

A comer.

lunes, 20 de septiembre de 2021

Gratinado de patatas y fiambre de pavo

Como de costumbre, el verano se ha marchado corriendo y sin avisar, dando paso al siempre, por aquí, corto y agradable otoño. Este cambio de meteorología también se nota en la cocina, pues apetecen platos más calentitos y cuando ves que el termómetro marca 7º C a las 9 de la mañana como lo hizo ayer domingo, pues como que a la hora de pensar en lo que vas a preparar de comida no se te viene a la cabeza una ensalada, precisamente, más bien un platito con un poco más de “chicha”, como estas patatas, otra receta fácil aunque con un poco más de elaboración que la última pero de complicación también cero, que todavía ando un poco al ralentí, a ver si le voy cogiendo el ritmo a ésto porque a este paso la próxima receta va a ser sobre cómo calentar un vaso de leche. ¿Que no os lo creéis? Pues yo no haría apuestas, por si acaso...

El tiempo de horneado es un poco orientativo, pues dependerá de la clase de patata y del grosor en que se corte. En cuando a esto último, es mejor hacerlas finas pues se cocinan mejor. Confieso que me quedó muy escaso de cherrys, pero como después de las protestas de rigor siempre acaban en mi plato, suelo poner pocos o ninguno. Si en casa no os protestan los tomates, sentíos libres de poner muchos más, cubriendo incluso las patatas casi en su totalidad, pues eso hará que la primera capa de patatas quede muchísimo más jugosa.

Probad este gratinado. Es sabroso, saciante y la materia prima es barata. Además, ¿a quién no le gusta un plato de patatas?.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

475 gr. de patatas sin piel (aproximadamente 560-575 gr. de patatas sin pelar)

125 gr. de cebolla

150 gr. de fiambre de jamón de pavo, en un trozo

125 gr. de queso mozzarella de vaca, escurrido

6 tbs de queso fresco batido 0% materia grasa (tipo quark), a temperatura ambiente

1 tsp de salsa de mostaza

1/8 tsp de pimienta blanca molida

1/4 tsp de sal fina

8-12 tomates cherry, al gusto

margarina para la fuente de horno

Y además:

una fuente apta para horno de 22x14x5 (largo, ancho, alto, en centímetros) ó 1.200 ml. de capacidad

ELABORACIÓN:

Precalentar el horno a 175º C, con calor abajo.

Embadurnar con margarina el interior de la fuente elegida y dejar a un lado.

Lavar y pelar las patatas. Cortarlas en rodajas finas, de unos 3-4 milímetros, como máximo e introducirlas en un recipiente amplio.

Pelar la cebolla y eliminar las raíces. Cortarla en plumas muy finas y añadir a las patatas.

Cortar el fiambre de pavo en dados de unos 8-10 milímetros de lado y agregar a las patatas.

Laminar el queso mozzarella y reservar.

Lavar y secar los tomates cherry. Cortar en rodajas y reservar.

Disponer en un cuenco el queso fresco batido, la salsa de mostaza, la pimienta blanca y la sal. Mezclar hasta que la sal se disuelva e incorporar al recipiente de las patatas. Remover bien para que todos los ingredientes se distribuyan uniformemente y se impregnen por igual de la salsa.

Distribuir en la fuente preparada la mitad de la mezcla de patatas y repartir por encima la mitad de las rodajas de mozzarella. Repartir el resto de las patatas, disponer por encima las rodajas de tomate en cantidad al gusto y colocar entre los huecos del tomate el resto del queso.

Introducir la fuente en el horno a media altura y hornear a 175º C con calor abajo durante una hora o hasta que al pinchar con un palillo se noten las patatas tiernas.

Sacar del horno, tapar con papel de aluminio y dejar reposar 10 minutos antes de servir para que las patatas absorban el líquido sobrante (puede que siga quedando un poco).

A comer.

lunes, 5 de abril de 2021

Patatas con limón y orégano

Creo que es la primera vez que el mismo día que veo una receta, la hago. Iba a preparar una guarnición de patatas para comer, pensaba cocerlas y dorarlas posteriormente en aceite bien caliente, vamos, nada del otro mundo. Como es habitual cuando no trabajo, me dí una vuelta por mis webs favoritas en lo que desayunaba y encontré esta receta en Smitten Kitchen y... me enamoré de ella ya antes de acabar de leerla. Por favor, eso prometía estar “rebueno”, así que ese mismo mediodía las comimos, no fuera ser que la receta se me quedara traspapelada entre la inmensidad de ellas que tengo apuntadas en pendientes.

La promesa se cumplió a pesar de haber modificado un poquito la receta. Están buenísimas. Bueno, siempre que guste el limón, porque saben a limón y mucho. El orégano se aprecia poco, cuando las repita, que lo haré, le pondré más, seguramente el doble pues probablemente lo agradecen. El punto de sal para mí es perfecto y el de pimienta negra no es exagerado, lo suficiente para dar carácter a las patatas sin que estén picantes.

El tiempo de horneado es orientativo, pues dependerá mucho de la clase de patata, de si es nueva o vieja y del tamaño en que se corten los trozos. Por el mismo motivo, la cantidad de agua tampoco es fija; lo importante en este caso es que en la última parte del horneado no se queden nunca sin líquido. Al final las patatas lo absorberán casi todo y si queda algo de salsilla, no la despreciéis, pues está muy rica.

No sé cómo se conservan con el paso de las horas, no sobraron. Imagino que también dependerá de la clase de patata, si es de la que se pone zapatera o no. La mías eran de padre desconocido y no se acorchaban si las cocinaba con antelación, así que supongo que hubieran estado buenas al día siguiente.

Animaos a hacerlas. Son fáciles, sabrosas y diferentes. Y están buenísimas ¿o ya lo había dicho?

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

625 gr. de patatas (peso sin piel)

60 ml. de AOVE

1 tsp de orégano seco

1 tsp de sal fina

75 ml. de zumo de limón

la ralladura de la piel de un limón grande

1/2 tsp de pimienta negra molida

150 ml. de agua caliente

ELABORACIÓN:

Precalentar el horno a 220º C, con calor arriba y abajo.

Lavar las patatas, pelar y volver a lavar para eliminar cualquier resto de tierra. Cortarlas a lo largo en gajos gruesos, procurando que todos los trozos sean de tamaño similar. Disponer en una sola capa en una bandeja de hornear. Reservar.

Lavar y secar un limón grande. Exprimir el zumo hasta obtener 75 ml. y reservar.

Con un rallador fino tipo Microplane, rallar toda la piel del limón, evitando la parte blanca amarga. Disponer la ralladura en una taza.

Agregar a la taza el orégano seco, la pimienta negra y la sal fina. Mezclar e incorporar el aceite de oliva virgen extra. Volver a mezclar y verter el contenido de la taza sobre las patatas. Remover concienzudamente para que todos los trozos queden bien impregnados de la mezcla de aceite, mejor con las manos.

Introducir la bandeja en el horno calentado a 220º C, colocándola a media altura. Hornear 25 minutos, dar la vuelta a las patatas y hornear otros quince minutos.

Agregar a la bandeja el zumo de limón y 100 ml. de agua caliente. Asar otros veinte minutos o hasta que las patatas estén tiernas, añadiendo más agua caliente poco a poco si les faltara líquido; seguramente no hará falta todo el agua. Hay que tener en cuenta que según la clase de la patata, ésta absorberá más o menos líquido.

Sacar del horno, tapar con otra bandeja o papel de aluminio y dejar que reposen cinco minutos, durante los que seguirán absorbiendo líquido.

Servir con o sin la salsa sobrante del horneado, al gusto.

A comer.

viernes, 15 de enero de 2021

Tartiflette (gratinado de patatas con queso Reblochon, D.O.P.). Receta de Francia

Aviso importante: después de comer este gratinado, resulta imprescindible ir a la mina a sacar carbón o al puerto a descargar contenedores o hacer una escalada de 1.000 metros o ejercicio similar, pues rico está un rato, pero calórico, más. Yo, ya lo dejo dicho.

Aún así, merece la pena hacerlo, ya que está realmente bueno, pero reconozco que es de esos platos que sólo se pueden hacer de vez en cuando o cuando hay adolescentes en casa de los que, como suele decirse, “se comen a Dios por un pié”. La ventaja que tiene es que al ser contundente, una ración pequeña deja satisfecho (salvo a los adolescentes mencionados).

La receta está adaptada de un blog francés y en contra de mi costumbre, no anoté cuál era, así que no puedo citar la fuente y conste que me he vuelto loca buscándola, pero nada. De hecho he tardado en publicarla porque seguí buscando el blog de referencia hasta que me rendí a la evidencia de que no iba a ser capaz, cosa que además me molesta doblemente porque me gusta indicar de dónde salen las recetas cuando no son mías o de familiares o amigas y porque hablaba del origen de un plato tan francés como es el gratinado de patatas con queso (tartiflette), una receta relativamente moderna cuyo nacimiento tiene una historia similar a la de la costumbre de comer uvas en nochevieja.

De lo que sí puedo hablaros es del queso Reblochon (D.O.P.), un queso francés de pasta blanda y corteza lavada comestible de textura y apariencia similar al más conocido Camembert (D.O.P.) y con distintos grados de maduración como éste, aunque yo no he encontrado en el comercio más uno relativamente tierno, pero supongo que en tiendas especializadas en quesos internacionales habrá más variedad donde elegir.

Es un queso untuoso y con un sabor peculiar, con carácter y persistente en boca. Y sabe a... a establo y a paja limpios. Como lo digo. No sé si alguna vez habréis entrado en un establo nuevo, con paja nueva y animales limpios recién metidos, cuando aún paredes y suelos no se han impregnado del olor de los animales o, lo que es más fácil, tal vez habéis ido a una feria de ganado vacuno en naves cerradas. Si es así, a lo mejor recordáis el olor, es muy característico, es una combinación de paja nueva, húmeda y limpia, de aire fresco y ganado selecto e impoluto. Pues el queso sabe igual, os lo garantizo. Y además está rico, no, rectifico, está muy bueno aunque alguien haya arrugado la naricilla al leer la descripción. Amantes del queso, no dejéis de probarlo. Como tampoco dejéis de hacer este gratinado, aunque no seáis muy fans de los quesos. Os gustará. Garantizado.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

1 kgr. de patatas

125 gr. de bacón ahumado en un trozo

150 gr. de cebolla

1 diente de ajo

150 ml. de nata con un 18% de materia grasa

200 ml. de leche desnatada

2 huevos tamaño L

240 gr. de queso Reblochon (D.O.P.), frío

aceite

sal

pimienta blanca molida

nuez moscada molida

*Y además:

1 fuente apta para horno de unos 24 cm. de lado y profunda

ELABORACIÓN:

Precalentar el horno a 210º C con calor arriba y abajo. Pelar el diente de ajo y quitar el germen. Frotar con él la base y las paredes de la fuente elegida.

Con la ayuda de una brocha de silicona, pincelar con aceite todo el interior de la fuente. Dejar a un lado y desechar el ajo.

Cortar el bacón en tiras y la cebolla pelada en aros. Sofreír ambos a fuego medio en una sartén con un fondo de aceite y un poco de sal, hasta que la cebolla esté blanda y transparente y el bacón empiece a dorarse. Apartar del fuego y reservar.

Introducir en el vaso de la batidora de brazo, los huevos, la nata y la leche. Añadir sal, pimienta blanca y nuez moscada molidas, al gusto y batir con la batidora. Reservar.

Lavar y pelar las patatas. Cortarlas en rodajas de no más de medio centímetro de ancho. Poner la mitad de las patatas en la fuente preparada formando una capa uniforme. Espolvorear por encima generosa pimienta blanca molida y sal y distribuir uniformemente la cebolla y el bacón, junto con el aceite sobrante.

Cortar en láminas finas y con un cuchillo afilado y húmedo, la mitad del queso Reblochon, con su corteza. Lavar el cuchillo entre cada corte para facilitar la tarea. Cuanto más frío esté el queso, mejor se cortará. Repartir el queso por encima de la cebolla. Distribuir el resto de las patatas y del queso cortado en láminas, añadir la mezcla de huevos y nata e introducir en el horno, colocando la rejilla en la segunda posición empezando por abajo. Hornear a 210º C, con calor arriba y abajo, durante 30 minutos. Subir la rejilla una posición, bajar la temperatura a 190º C, calor arriba y abajo y hornear 30 minutos más.

Comprobar el punto de cocción de las patatas pinchándolas con una brocheta; si aún no estuvieran cocidas, continuar el horneado hasta que estén hechas.

Sacar del horno, dejar reposar cinco minutos y servir.

A comer.

martes, 1 de diciembre de 2020

Patatas con salsa de verduras al curry

Hace unas semanas, Concha, del blog De Buena Mesa, publicaba unas Albóndigas de berenjena blanca con salsa de verduritas al curry que prometían estar muy ricas y la verdad, cumplen su promesa con creces. ¡Por favor, qué ricas! Por una cuestión meramente logística, hice primero la salsa y al día siguiente las albóndigas y no sé si fue por eso o porqué, que debí confundirme con las cantidades y me sobró salsa para un regimiento.

¿Iba a tirarla? Nooo..., con lo rica que estaba era una auténtica lástima así que se me ocurrió preparar unas patatas como para la importancia pero en vez de hacerles una salsa verde, les añadí la salsa sobrante de las berenjenas y una pimienta de cayena para darles un poco de alegría. ¡Oh delicioso descubrimiento! Como dicen ahora, “ricas no, lo siguiente”. Os recomiendo encarecidamente que hagáis las berenjenas de Concha pues están realmente buenísimas y ya que os ponéis a picar verduras, haced más cantidad de salsa de la necesaria y preparad al día siguiente estas patatas, dudo mucho que os arrepintáis tanto de su receta como de la mía.

Como la receta de es aprovechamiento, es mi propuesta de diciembre al proyecto 1+/- 100, desperdicio 0

que Marisa, de Thermofan promueve mensualmente para concienciarnos de la necesidad de evitar en la medida de lo posible el desperdicio y fomentar el reciclaje.

Pinchad en el icono de la barra lateral si queréis ver los recopilatorios mensuales del proyecto.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

400 gr. de patatas

350 ml. de salsa de verduras al curry

1 pimienta de cayena

1 huevo

harina (para rebozar las patatas)

agua

aceite

sal

ELABORACIÓN:

Lavar y pelar las patatas. Cortar en rodajas de un centímetro y medio de grosor y reservar.

Disponer un plato con harina. En otro plato, cascar el huevo, salar al gusto y batir como para tortilla. Enharinar las patatas, sacudir el exceso de harina y rebozar en el huevo. Escurrir un poco y freír por tandas en una sartén un poco honda con aceite caliente. A medida que se doren, sacarlas a una cazuela baja y amplia e ir colocándolas en una o dos capas, según el tamaño de la cazuela.

Agregar a la cazuela de las patatas la pimienta de cayena pinchada en un par de sitios con un palillo, la salsa de verduras al curry, sal, dos cucharadas del aceite de freír las patatas y el agua suficiente para que queden cubiertas. Tapar y cocer a fuego suave durante veinte minutos.

Comprobar el punto de cocción pinchando una de las patatas con un palillo, debe entrar sin encontrar resistencia. Si no fuera así, prolongar la cocción hasta que estén hechas.

Apartar del fuego, eliminar la pimienta de cayena, dejar reposar cinco minutos y servir.

A comer.

miércoles, 30 de septiembre de 2020

Ternera con vino tinto y hierbas provenzales con patatas picantitas, en olla WMF


Cuando esta tarde preparaba la entrada escribiendo sentada delante de la ventana, me acordaba de este verano cuando sentada en el mismo lugar, veía el trasiego de gente que iba o volvía del paseo y es que este pequeño pueblo, como muchos en los meses de julio y agosto, ha vivido un verano de oro, pues hacía muchos años que ni había tanta gente ni se habían quedado tanto tiempo, porque esa es otra, la gente este año se ha venido al pueblo a pasar todas sus vacaciones y no sólo los días de las fiestas y poco más, que es lo que habitualmente ocurre otros años. La verdad que ha sido una gozada ir por el pueblo y verlo lleno de coches a las puertas de las casas, gente en la tienda, en el bar, en la farmacia, por las calles, algarabía de niños y no tan niños en el parque, en el frontón, en la piscina, muchas bicicletas, muchos perros con correa, muchas mascarillas ocultando caras que de tantos años sin verlas ya no te resultan familiares. Hace semanas que han regresado todos a sus casas, que en las tardes ya no se oye el jaleo de los juegos de la chiquillería a la que los tremendos calores que hemos tenido no han impedido disfrutar del placer de corretear por las calles, libres, sin adultos, sin horarios y es que la infancia en un pueblo pequeño no tiene nada que ver con la de una ciudad o pueblo grande, salvo que vivas en un barrio de esos antiguos, de casas bajas, con pequeñas zonas verdes y en las que se conocen todos los vecinos y aún así tampoco es lo mismo, porque ¿qué va a pasar en un pueblo?. Pues nada y por eso mismo descansan padres, disfrutan niños y enloquecen abuelos, que todos han estado muy felices de tenerlos en casa, pero me los han dejado mentalmente agotados, que ya no están para esos trotes, pero como hasta las malas situaciones tienen un lado bueno, ésta va a dejar niños en sus ojos, risas en sus oídos, besos en sus caras y un nostálgico y bonito recuerdo de un verano como hacía muchos años que no vivían, porque al final los malos ratos se olvidan y sólo quedan los buenos.

No espero que el año que viene, en el que supongo y espero que las cosas hayan vuelto a la normalidad (la de verdad, no la estupidez de la “nueva normalidad” que se ha inventado alguien en un despacho en vez de llamar a las cosas por su nombre) la gente vuelva a pasarse todas las vacaciones en el pueblo, pero confío en que se acuerden de este buen verano y no hagan la visita del médico, quedándose algún día más de los acostumbrados, para que vuelvan a descansar padres, disfrutar niños y enloquecer abuelos.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:


*Todos los pesos en limpio

750 gr. de carne de ternera para guisar

125 gr. de cebolla

160 gr. de calabacín preferiblemente de la variedad verde claro

1 punta de cuchillo roma de pimienta blanca molida, generosa

tsp. de hierbas provenzales

125 ml. de vino tinto joven de Toro (D.O.P.)

aceite

sal

1 patata de 80-100 gr. por comensal

4-6 pimientas de cayena



ELABORACIÓN:


Lavar las patatas y sin pelar, colocarlas en una cazuela, cubrirlas con agua fría, añadir un buen puñado de sal gorda y cocer 25 minutos o hasta que estén tiernas, comprobando el punto de cocción pinchado con una brocheta una de ellas. Dejar que pierdan temperatura dentro del agua y fuera del fuego.

Limpiar la carne de restos de grasas y telillas y cortar en dados de tamaño bocado. Reservar.

Pelar la cebolla y lavar el calabacín. Cortar la primera en plumas y rallar fino el segundo, reservando por separado.

Poner un buen fondo de aceite en la olla rápida y llevar al fuego. Cuando esté caliente, añadir la cebolla y un poco de sal y cocinarla a fuego medio hasta que empiece a ponerse transparente; en ese momento añadir el calabacín y continuar cocinando el conjunto hasta consumir todo el agua que soltarán las verduras. Una vez hechas, agregar la nuez moscada y rehogar para que suelte los aromas. Incorporar las hierbas provenzales, subir el fuego y añadir la carne y sal al gusto y cocinar hasta que la ternera cambie de color. Agregar entonces el vino, llevar a ebullición, colocar la tapa de la olla, cerrarla y cocer l5 minutos contados desde que suba la válvula por completo.

Finalizado el tiempo de cocción, apartar la olla del fuego y dejar que pierda toda la presión antes de abrirla. Si el guiso tuviera mucha salsa, cocerlo cinco minutos a fuego alto y destapado para que evapore. Rectificar de sal, si procede y dejar reposar tapado en lo que se fríen las patatas.

Sacar las patatas del agua, pelarlas y cortarlas en trozos de tamaño bocado. Reservar.

Poner aceite en un cazo o sartén honda, en cantidad suficiente para que después las patatas queden cubiertas, añadir las cayenas previamente pinchadas con un palillo (de esta forma, al entrar el aceite en su interior, picará más sin ensuciarlo, como ocurriría en el caso de partirlas) y llevarlo al fuego. Freír las cayenas hasta que empiecen a oscurecerse, sacarlas y eliminarlas y en ese aceite muy caliente, dorar las patatas por tandas para que no pierda temperatura. Sacarlas a un plato dispuesto con papel de cocina para que suelten el exceso de aceite.

Servir la carne acompañada de las patatas.

A comer.




lunes, 10 de agosto de 2020

Carrilleras de cerdo ibérico a la cerveza negra con quenelles de parmentier de patata y calabacín, en olla WMF


No me gusta nada el calor. O al menos estos calores que estamos teniendo. Lo único que me gusta del verano es que los días son largos, hay mucha luz y la ropa es cómoda y liviana. Pero el calor... Como que no. A me derrite las neuronas, en serio, me cuesta hasta pensar y ya de dormir ni hablamos, que si normalmente es una odisea, ahora es misión imposible. Total, que me paso todo el día cansada, de mal humor y pensando cómo son capaces de soportarlo las personas que viven, por ejemplo, en Extremadura o Andalucía (de las que viven los trópicos ya ni hablamos). Y es que ni playita ni piscina ni aire acondicionado ni nada, que uno no se puede pasar todo el día en remojo ni pegado al aire. No sé si será por el cambio climático o porqué, pero antes por esta zona, las noches de verano eran frescas, con lo que al menos se podía dormir; ahora y cada año, van subiendo las temperaturas nocturnas, por lo que cada vez hay más noches de esas que llaman tropicales y en las que yo al menos, odio a toda la humanidad y envidio a los esquimales (a los que también odio, por suertudos).

Bueno, al menos me queda el consuelo de que como aún estoy trabajando, en la oficina pongo el aire acondicionado a toda pastilla y me da igual que digan que es malo: como lo mismo me da morirme de una sofoquina que de un mal aire, por lo menos estiro la pata fresquita. Estoy por no cogerme vacaciones este año...

¿Qué os cuento hoy de la receta? Lo primero, lógico y evidente, que está muy buena. La carne está muy rica pero la salsa es puro vicio y si os gusta, como a mí, mezclarla con el parmentier, entonces ya podéis ir poniendo los ojos en blanco.

El sabor de la salsa dependerá mucho de la cerveza negra que se utilice, así que, por favor, usad una de buena calidad. No sé donde leí que la calidad del guiso es aquélla que le da el vino que se use y por extensión, la de todos los ingredientes que se utilicen. Además, la cerveza sobrante nos la podemos beber según cocinamos, así que ya que estamos guisando, nos merecemos una buena birra, ¿no creéis?.

Veréis más abajo que utilizo calabacín con bastante piel para el parmentier. La única razón es para que así le dé color verde claro (en las fotos no se aprecia mucho), no tiene más misterio. Lo que sí es más importante es el apunte sobre evitar utilizar carne que contenga semillas pues si ya están muy desarrolladas, habría que pasar por el chino el puré de calabacín antes de agregarlo a la patata machacada para así eliminar los restos que de aquéllas pudiera haber.

La receta parece muy larga, pero es muy sencillita. Y siempre se puede preparar la carne el día antes, ya que es más fácil de recalentar que el parmetier, que está mucho mejor recién hecho.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:

* Para el caldo de jamón (sobrará):

1 hueso de jamón ibérico
30 gr. de zanahoria
50 gr. de cebolla
1 diente de ajo mediano
1 rama de perejil
1 hoja de laurel
400 ml. de agua

* Para las carrilleras:

650 de carrilleras de cerdo ibérico
150 gr. de cebolla
100 gr. de calabacín preferiblemente verde claro (*)
1 diente de ajo mediano
100 ml. de caldo de jamón
150 ml. de cerveza negra de calidad
1/8 tsp de nuez moscada molida
pimienta negra molida
tbs. de maizena
2 tbs. de agua
sal
AOVE

* Para el parmentier de patata y calabacín (sobrará):

260 gr. de patata
130 gr. de calabacín (*)
10 gr. de mantequilla
35 ml. de vino blanco seco
1 punta de cuchillo de pimienta blanca molida
30 ml. de nata con un 18% de materia grasa a temperatura ambiente
sal

* Para la guarnición:

pimientos tipo padrón fritos

ELABORACIÓN:

* Del caldo de jamón:

Lavar el hueso de jamón y disponerlo en la olla rápida WMF. Añadir la rama de perejil y el laurel lavados, el diente de ajo sin pelar, lavado y chafado, la zanahoria lavada y entera y la cebolla cortada en dos trozos. Agregar el agua, colocar la tapa de la olla, cerrarla y llevarla a ebullición. Cocer 20 minutos contados desde que suba la válvula por completo. Apagar el fuego y dejar que la olla pierda toda la presión antes de abrirla. Colar el caldo y dejar que se enfríe del todo. Si el hueso de jamón tuviera algo de carne, recuperarla, deshilacharla con los dedos y reservarla. Si no, tirarlo junto con el resto de ingredientes sólidos del caldo. Una vez que éste esté frío, eliminar la capa superior de grasa e impurezas. Reservar 100 ml. y guardar el resto para otra preparación.

* De las carrilleras:

(*) Lavar los 165 gr. totales de calabacín. Sin pelarlo, cortar unas tiras a lo largo que incluyan piel (esto es para dar color al parmentier) y carne, pero sin llegar a las semillas y reservar 65 gr. para el parmentier y 100 gr. para las carrilleras. Picar estos cien gramos en trozos no muy pequeños y reservar.

Cortar groseramente la cebolla y reservar.

Pelar el diente de ajo y eliminar el germen, si lo tuviere. Reservar.

Limpiar las carrilleras de grasas y telillas y sazonar con generosa pimienta negra molida y sal. Marcarlas a fuego fuerte en una sartén honda con un fondo de aceite de oliva virgen extra y pasarlas a la olla rápida WMF. Agregar más aceite si fuera necesario y dorar la cebolla a fuego fuerte sin deja de remover. Cuando empiece a tomar color, agregar el calabacín y el ajo y seguir cocinando hasta que el calabacín empiece a dorarse. Incorporar entonces la nuez moscada molida, remover y cocinar un instante y añadir los 100 ml. De caldo reservados y la cerveza negra. Dejar que levante el hervor, desglasar los jugos de la sartén y añadir su contenido a las carrilleras.

Colocar la tapadera de la olla, cerrarla y llevarla a ebullición. Cocer de 15 a 18 minutos (según tamaño de las carrilleras) contados desde que suba por completo la válvula. Apagar el fuego y esperar a que la olla pierda toda la presión antes de abrirla.

Pinchar una de las carrilleras con una aguja para comprobar el punto de cocción, volviendo a cerrar la olla y llevándola al fuego otro par de minutos si no estuvieran hechas.

Sacar las carrilleras a un cazo y triturar la salsa con la batidora de brazo. Desleír la maizena en el agua y añadir a la salsa, dejar que hierva a fuego fuerte hasta que espese ligeramente, rectificar de sal, añadir el jamón reservado, en su caso, y verter sobre las carrilleras. Reservar calientes.

* Del parmentier de patata y calabacín:

Lavar y pelar la patata. Cortarla en 4 o 6 trozos y colocarla en el cestillo para vapor de la olla rápida. Poner un fondo de agua en la olla, introducir el cestillo, colocar la tapa y cerrarla. Cocer 8 minutos contados desde que suba la válvula por completo, apartar del fuego y dejar que pierda toda la presión. Dejar las patatas dentro de la olla cerrada para que no pierdan temperatura.

Mientras, rehogar en una sartén pequeña con la mantequilla, las tiras de calabacín reservadas picadas menudas. Añadir la pimienta blanca y sal y cocinar hasta que el calabacín esté transparente. Añadir entonces el vino blanco y cocer cinco minutos. Apartar del fuego y triturar con la batidora de brazo hasta conseguir un puré fino. Reservar caliente.

Sacar las patatas de la olla y machacarlas con un tenedor o un prensa patatas hasta que no quede ningún trocito. Añadir el calabacín triturado y la nata y homogeneizar. Rectificar de sal y reservar caliente hasta el momento de servir.

* Del emplatado:

Disponer en un lado del plato de servicio dos o tres carrilleras por comensal y salsear. Formar las quenelles de parmentier con la ayuda de dos cucharas humedecidas con agua caliente y disponer dos o tres en otro lado del plato y en un tercer lado, unos pimientos tipo padrón fritos. Servir con la salsa sobrante aparte.

A comer.




lunes, 10 de febrero de 2020

Patatas con níscalos y jamón, en olla WMF


Hoy un plato de cuchara, que aunque no esté haciendo mucho frío, en este tiempo apetece. Y otra vez un plato con níscalos, solo que esta vez congelados, pues a estas alturas frescos ya no hay y porque además tengo bastantes en el arcón congelador, ya limpios y troceados, que la verdad, cuando no hay tiempo resulta muy cómodo tenerlos así preparados, pues luego sólo es abrir la bolsa, incorporar al guiso y listo. Sí te das la paliza el día que los preparas para congelar, pero luego es comodísimo. Evidentemente es una opinión personal; cada uno en su casa que haga lo que quiera.

Para el caldo, si no tenéis huesos de jamón, vale lo mismo un trozo de jamón que se os haya quedado un poco seco y las verduras, pues las que tengáis por el frigorífico, yo suelo utilizar las que ya se van poniendo feas o de las que tengo un trozo que me ha sobrado de otra cosa. -Es lo bueno de los caldos, que pueden ser cien por cien aprovechamiento, porque además las verduras cocidas no se tiran, ya que con ellas y un poco del caldo que también sobrará, salen un par de raciones de puré. Y si no tenéis verduras, pues un cubito de caldo también hace el apaño. Yo al caldo no le pongo sal, pues al llevar el jamón, éste ya le aporta algo de sal y prefiero rectificarla al acabar la receta.

Como parte de la receta es de aprovechamiento, me gustaría presentarla al proyecto de Marisa 1+/-100, desperdicio 0 

pero no sé que le pasa a mi ordenador que desde que empezó este mes de febrero, no me abre el enlace de Thermofan para poder colgar las recetas (ni para ver los recopilatorios de meses anteriores) y eso que ya le he toqueteado hasta donde mis escasos conocimientos de informática me permiten, pero sin ningún resultado. Aún así la etiquetaré por si en algún momento se soluciona el problema y la puedo colgar.

Níscalos frescos ya no hay, pero seguro que alguna los tiene congelados como yo y si no, también se puede hacer con otra clase de seta. U os guardáis la receta para hacerla cuando vuelva a haberlos, pues las patatas quedan muy ricas.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:


* Para el caldo:

1 ó 2 huesos de jamón (según tamaño) con jamón

1 zanahoria

1/2 calabacín

1/2 pimiento rojo

1 tronco de brécol

1 trozo de la parte verde de un puerro

unos cascos de cebolla

agua


* Para las patatas:

425 gr. de patatas (peso en limpio)

200 gr. de níscalos congelados

50 gr. de cebolla

40 gr. de pimiento verde

1 diente de ajo mediano

1/4 tsp. de comino en grano

1/2 tsp. de pimentón agridulde de La Vera (IGP)

4 semillas de pimienta negra

1 hoja de laurel

500 ml. del caldo previamente preparado

50 gr. del jamón del caldo

AOVE y sal



ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.

* Del caldo:

Disponer en la olla WMF los huesos de jamón lavados y las verduras igualmente lavadas y enteras. Añadir agua justo hasta que los huesos queden cubiertos, cerrar la olla, llevarla a ebullición y cocer 20 minutos desde que suba la válvula por completo. Apagar el fuego y dejar que pierda toda la presión antes de abrirla.

Abrir la olla. Sacar las verduras y reservarlas para otra elaboración. Recuperar el jamón de los huesos, eliminando éstos y la piel y el tocino. Deshilachar con los dedos el jamón, reservar 50 gr. y utilizar el sobrante para otro plato. Colar el caldo para eliminar impurezas y dejar que se enfríe. Una vez frío, retirar con una cuchara la grasa que pudiera tener en la superficie, apartar 500 ml. y con el resto, hacer una sopa, un puré o congelarlo para otra ocasión.

* De las patatas:

Pelar el ajo, partirlo a la mitad y quitar el germen. Reservar.

Picar la cebolla en brunoise y el pimiento en cuadrados de un centímetro de lado. Reservar ambos ingredientes.

Machacar en el mortero las semillas de comino, añadir la de pimienta negra y dar dos golpes para partirlas un poco. Reservar.

Lavar las patatas, pelar y cortar en trozos de tamaño medio. Al cortarlas, no llegar con el cuchillo hasta el final del corte, sino que tronchar el final del corte. De esta forma, la patata liberará almidón y espesará el caldo. Reservar.

Poner a calentar un fondo de aceite de oliva virgen extra en una sartén honda mediana. Cuando alcance temperatura, agregar la cebolla, el pimiento verde, un poco de sal y el contenido del mortero. Cocinar a fuego suave. Cuando las verduras se rindan un poco (es decir, cuando empiecen a ponerse blandas), añadir los níscalos sin descongelar y seguir rehogando justo hasta que se descongelen. Retirar del fuego y reservar.

Poner a calentar un fondo de aceite de oliva virgen extra en la olla rápida. Freír el diente de ajo y retirar cuando empiece a tomar color. Incorporar las patatas y rehogar. Añadir el pimentón y seguir rehogando cuidando que no se queme para que no amargue. Agregar el caldo, la hoja de laurel lavada, las setas cocinadas, el jamón y un poco de sal. Tapar y cerrar la olla, llevarla a ebullición y cocer 5 minutos desde que suba la válvula por completo. Apagar el fuego y dejar que pierda toda la presión antes de abrirla.

Rectificar de sal, si procede y servir.

A comer.






















miércoles, 1 de enero de 2020

Bolitas de patata y bacalao fresco


Reconozco que me da mucho dolor cuando el pescadero le pregunta a la clienta (hombres, no os ofendáis, pero haciendo la compra y cocinando, las mujeres aún somos legión) “¿le guardo cabeza y espina?” y la susodicha contesta “no, tíralas”. Pero por favor, por favor, por favor, que con eso que estás tirando y poquito más, das de comer a tu familia, si casi me dan tentaciones de decirle a la señora “pero llévelo, que si le añade tal o cual cosa, puede preparar unos pimientos de esta manera, unas croquetas de aquélla otra, unas patatas así...” o estas bolitas de bacalao, ricas y económicas a más no poder. Resultan un poco entretenidas, pero también lo son las croquetas, por ejemplo y seguro que casi todas las hacéis.
 
Como es una receta de aprovechamiento y Marisa no cierra por las fiestas navideñas, estas bolitas son mi aportación de enero para su proyecto 1+/-100, desperdicio 0


al que seguro que este mes se aportan muchas recetas pues una característica de estos días son las sobras de comida que se producen en casi todos los hogares.
 
Animaos a hacerlas. Son ricas y baratas, algo que también hay que tener en cuenta después del sobre gasto que, en la mayoría de las casas, suponen estas fiestas.

Que no me entere yo que tiráis las espinas y las cabezas del pescado, con la de cosas que se pueden hacer con su carne (clarísima amenaza de que ésta no será la última receta con restos de pescado que os traeré).

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

 
INGREDIENTES:
 
Salen unas 34 bolitas, según tamaño
 
* Para el caldo:
 
la cabeza y la espina central de un bacalao fresco
2 cascos de cebolla
1 diente de ajo mediano
1 rama de perejil
1 hoja de laurel
verduras al gusto (optativo)
agua
 
* Para las bolitas:
 
la carne de la cabeza y la espina del bacalao o 285 gr. de cualquier pescado blanco cocido
500 ml. del caldo de cocción del bacalao o de caldo de pescado
125 gr. de copos de puré de patata instantáneo
1 diente de ajo mediano
1 ramita de perejil
1/4 tsp. de sal
la punta (generosa) de un cuchillo romo de pimienta blanca molida
 
* Para el rebozado y fritura:
 
harina
huevos
pan rallado
aceite
 
* Para la salsa:
 
mayonesa
ajo
perejil
 

ELABORACIÓN:
 
* Del caldo:
 
Lavar la espina y la cabeza del bacalao eliminando los restos de intestinos que pudieran tener y disponerlas en una cazuela. Agregar la cebolla partida, el perejil y laurel lavados y el diente de ajo partido sin piel ni germen, así como las verduras elegidas al gusto (yo no le pongo), cubrir con agua fría y llevar a ebullición. Cocer 10 minutos, desespumando si fuera necesario, retirar del fuego, tapar y dejar que se temple.
 
Una vez que la temperatura permita la manipulación, desechar las verduras de cocción, limpiar la cabeza y la espina del bacalao recuperando toda la carne posible y con mucho cuidado de que no quede ninguna espina, desechar espinas, huesos, pieles y gelatinas y colar el caldo. Reservar el caldo y la carne del pescado por separado.
 
* De las bolitas:
 
Probar el caldo: si tuviera poco sabor a pescado, poner unos 200 ml. a reducir en una cazuela amplia para facilitar la evaporación y hasta que se quede a la mitad. Completar hasta los 500 ml., reservando el sobrante para otras preparaciones y llevar nuevamente a ebullición. Añadir los copos de puré de patata instantáneo y siguiendo las instrucciones del fabricante, hacer un puré semi espeso, teniendo en cuenta que espesará al añadir el pescado.
 
Fuera ya del fuego, agregar la sal y la pimienta blanca y remover para facilitar su distribución.
 
Pelar el ajo, partirlo en cuatro trozos, eliminando el germen y machacar en el mortero junto con la ramita de perejil lavada y secada. Incorporar el majado al puré, mezclar y añadir el bacalao desmenuzado. Remover para homogeneizar la mezcla, lo justo si nos gusta con el pescado más entero o alegremente si lo queremos muy desmenuzado. Tapar a piel con papel film y dejar enfriar.
 
* Del rebozado y fritura:
 
Disponer tres platos hondos, uno con harina, otro con huevo batido y un tercero con pan rallado.
 
Con el puré a temperatura ambiente, formar bolitas del tamaño deseado y con la ayuda de dos cucharas. Rebozar, por este orden, primero en harina, sacudiendo el exceso, luego por huevo, escurriendo igualmente el sobrante y por último por pan rallado. Freír en abundante aceite caliente, sacando las bolitas a un plato con papel de cocina para absorber el exceso de aceite.
 
*De la salsa:
 
Pelar ajo en cantidad al gusto, eliminar el germen, partir en trozos y junto con perejil lavado y secado, prensar con el prensa-ajos. Colocar en un bol, añadir salsa mayonesa al gusto y mezclar.
 
Servir las bolitas calientes o frías con la salsa aparte.
 
A comer.