lunes, 30 de enero de 2023

Morcillo de ternera al enebro con puré de manzana

Hace varias semanas que no publico una receta de carne, así que vamos a cambiar de tercio con este delicioso guiso de morcillo de ternera al enebro acompañado de un rico puré de manzana verde. “Vaya un arranque torero que ha tenido ésta” puede que piense alguien y sí, es cierto, debe haberme traicionado el subconsciente. No entendéis nada, ¿verdad?. Me explico: vivo en una zona en la que las fiestas de los pueblos giran alrededor de los toros y las verbenas y a mí, los primeros ni fu ni fa y las segundas más bien fu que fa, pues a la verbena se va a bailar y yo, no bailo. Nada. Nunca. Ni me gusta, ni se, ni tengo oído ni sentido del ritmo. Para colmo, todas mis amigas son unas bailonas, así que me aburro como una ostra. Durante la pandemia, quedó suspendido todo tipo de festejos y aunque ya el año pasado se pudieron celebrar, nosotros no fuimos a casi ninguno de los que se hicieron en invierno, por aquéllo de evitar las aglomeraciones en sitios cerrados, aunque ya en verano empezamos a asistir a casi todos los que normalmente vamos. Como ahora las cosas ya están en un nivel llamémoslo “normal”, toca cumplir con el calendario fiestero y ya he empezado a sufrir con la obligación de ir a los bailes y eso que toros en invierno no hay, afortunadamente, pero ya estoy dándole vueltas a la cabeza a dónde me toca ir el próximo fin de semana, así que en una asociación de ideas me ha salido la expresión, que por cierto, según anda el patio en el tema taurino, es posible que nuestros bisnietos ya no la conozcan, pues no sé yo si para entonces seguirá existiendo la lidia, al menos como es hoy en día.

Tenía muchas ganas de hacer esta receta que he seguido casi al pie de la letra. Lo que tiene de particular es que se empieza a cocinar en el fuego y se termina de hacer en el horno. Es una receta perfecta para hacer en una olla de hierro fundido tipo cocotte pues se evita ensuciar un cacharro más, pero como no tengo ninguna, he usado una fuente de borosilicato con tapa, que sirve perfectamente para esta receta. Es necesario remover la carne cada treinta minutos para una cocción uniforme pues el agua no la cubrirá por completo. Podéis cubrirla completamente con agua y despreocuparos pero quedará con demasiada salsa, además de aguada.

¿Resultado? Una carne tierna, jugosa e impregnada del sabor ligeramente a pino de las bayas de enebro, que combina a la perfección con el dulce y a la vez ácido del puré de manzana. Un guiso fácil y muy rico.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

1 kgr. de morcillo de ternera. limpio

150 gr. de cebolla, sin piel

200 gr. de manzana granny smith, pelada y descorazonada

2 gr. de bayas de enebro

200 ml. de agua

AOVE

pimienta negra molida

sal

*Y además:

1 fuente de borosilicato grande, con tapa

ELABORACIÓN:

Precalentar el horno a 200º C, con calor sólo por abajo.

Cortar la carne en dados grandes, como de dos bocados y reservar, tapada, a temperatura ambiente.

Picar la cebolla en dados menuditos y dejar a un lado.

Con la hoja plana de un cuchillo grande, golpear la mitad de las bayas de enebro o todas para un sabor más intenso y reservar.

Trocear la manzana en cubos grandes. Reservar.

Poner un fondo generoso de aceite de oliva virgen extra en una sartén amplia y llevar al fuego. Cuando esté bien caliente, añadir los dados de manzana y cocinar a fuego alto justo hasta que empiecen a dorarse. Sacar a un plato, escurriendo el aceite y reservar.

Incorporar la cebolla a la sartén y freír en el aceite sobrante y a fuego medio-alto hasta que esté bien dorada; agregar el enebro, mezclar y cocinar un minuto. Verter el contenido de la sartén en un colador, recuperar todo el aceite, devolverlo a la sartén y reservar aparte la mezcla de cebolla frita y enebro.

Llevar nuevamente la sartén al fuego. Sazonar la carne con sal y pimienta negra molida, al gusto y dorarla, por tandas, en el aceite muy caliente, agregando más aceite si fuera necesario. A medida que la carne esté dorada por todos sus lados, pasarla a la fuente en la que se vaya a hornear. Una vez esté toda la carne en la fuente, repartir por encima la cebolla con el enebro.

Agregar el agua a la sartén y llevar a ebullición, desglasando los jugos que hubieran quedado. Cuando rompa el hervor, verter sobre la carne. Colocar la tapa e introducir en el horno, colocando la rejilla en la segunda posición empezando por abajo.

Hornear a 170º C con calor sólo por abajo, durante dos horas, dando vuelta a la carne cada treinta minutos. Media hora antes de finalizar, disponer por encima los dados de manzana para que se terminen de cocinar al vapor. Pasado el tiempo, comprobar el punto de cocción de la carne, prolongando el horneado si fuera necesario hasta que esté tierna.

Sacar la fuente del horno y recuperar la manzana. Rectificar la sazón de la carne, así como el espesor de la salsa, si fuera necesario. Reservar caliente.

Machacar los dados de manzana con un tenedor hasta convertirla en un puré rústico. Agregar una pizca de sal y mezclar.

Servir el morcillo con el puré de manzana aparte. A comer.

lunes, 23 de enero de 2023

Curry de garbanzos y calabaza

No os engañe lo poco fotogénico que ha quedado el curry, está de miedo. Si bien es cierto que las fotografías están hechas al día siguiente de cocinarlo, habiéndose espesado mucho el guiso y teñido el brécol, ni recién hecho tenía el aspecto de ninguna de las dos recetas en las que me he inspirado para hacerlo. Vale, ya sé que todas las recetas de los blogs profesionales pasan por el departamento de “maquillaje”, por decirlo de alguna manera, ya me entendéis, pero aún sabiéndolo, es bastante frustrante terminar un plato y que su aspecto no se parezca ni de lejos a la receta original y ésta no es de las que menos se parece, después de todo, pero como la comida entra primero por los ojos, me fastidia que el resultado visual no sea el esperado. Está visto que no aprendo, pues me pasa con demasiada frecuencia.

Después de quejarme un rato, que creo que hacía tiempo que no me quejaba, raro en mí, deciros que es de los platos de garbanzos más ricos que he cocinado. Suave, muy aromático y ligeramente dulzón, lo he disfrutado como una cría y me ha costado no comérmelo de una sentada, pues una vez comida mi ración, con ganas me quedé de repetir, tanto me gustó. Pero no sucumbí a la tentación y volví a relamerme al día siguiente. Por cierto, que espesa una barbaridad al enfriarse y es necesario añadir un poco de agua para reconstituir el guiso. Y hablando de añadir, no le he puesto nada de sal, con la que tienen los garbanzos cocidos y la pasta de tomate, para mí ha sido más que suficiente, pero ya sabéis que no suelo utilizar mucha sal.

Y ahora os voy a confesar una cosa, en el trabajo me riñeron por no utilizar garbanzo de Fuentesaúco. Os cuento: en la oficina somos varios los cocinillas y algunos días, a última hora, cuando van disminuyendo las ganas de trabajar y aumentando las de hablar, sale el tema de lo que tenemos ese día cada uno para comer. Cuando dije que había cocinado un curry de garbanzos y calabaza, una de mis compañeras, que es de Fuentesaúco precisamente, me dijo que, por supuesto. habría utilizado garbanzos de la tierra y cuando le dije que no, que había usado un bote de garbanzos cocidos que languidecía de aburrimiento en la despensa, me riñó, (bueno, cariñosamente, pues es un amor de mujer), pues teniendo como tenemos una legumbre tan buena, era casi un sacrilegio utilizarla de bote. Aunque me lo dijo con todo el cariño, me sentí un poquito culpable pues tenía toda la razón, así que me prometí que, la próxima vez, utilizaría garbanzo “del bueno”, como dicen aquí. Pendiente lo tengo.

Si buscáis un plato vegano, saciante, fácil y lleno de matices y aromas, no busquéis más, ya lo habéis encontrado. De verdad.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

200 gr. de garbanzos cocidos en conserva, escurridos

125 gr. de calabaza cacahuete, pelada y sin semillas

80 gr. de cebolla roja

50 gr. de brécol

1/2 tsp de curry en polvo

1/2 tsp de garam masala

2 tsp de pasta de tomate

1/4 tsp de jengibre en polvo

1 pimienta de cayena

220 gr. de leche de coco

AOVE

sal (no le he puesto)

ELABORACIÓN:

Escurrir los garbanzos del agua de conservación y lavar bajo el grifo. Dejar que escurran.

Picar la cebolla muy menuda, la calabaza en dados de 1-2 cm. de lado y el brécol en ramitos pequeños.

Remover la leche de coco para que se homogeneicen las partes sólida y líquida.

Poner un fondo de aceite de oliva virgen extra en una cazuela y llevar al fuego. Cuando el aceite alcance temperatura, agregar la cebolla y la calabaza y rehogar a fuego medio-alto hasta que la cebolla esté dorada. Añadir el curry, el garam masala, el jengibre y la pimienta de cayena, entera, pinchada o partida según el nivel de picante que se desee. Rehogar treinta segundos y añadir la pasta de tomate y los garbanzos. Rehogar otros treinta segundos e incorporar la leche de coco. Cocer a fuego suave durante cinco minutos, meciendo la cazuela con suavidad para evitar que se pegue y destapada. Agregar el brécol, remover, tapar y cocinar cinco minutos más para que quede al dente y sin dejar de mecer la cazuela pues se agarra mucho.

Rectificar de sal, si procede y servir.

A comer.

lunes, 16 de enero de 2023

Tarta salada de salmón y maíz

Según preparaba esta entrada me entero que hoy es el día internacional de la croqueta. Y yo, que paso de calendarios y efemérides, empiezo a pensar si tengo alguna croqueta congelada que os pueda enseñar aprovechando la celebración de tan rico alimento. “Las de huevo son de mi madre, las de pollo también, igual las de lacón...”. Sí, todas me las he hecho ella y es que, lo confieso, me repatea formarlas, que no hacer la masa, pero porcionarlas y rebozarlas me aburre muchísimo, así que aprovecho cuando está en el pueblo para “abusar” de ella y que me las haga. Pero yo estaba con la idea de que tenía unas hechas por mí, así que me pongo a rebuscar en el arcón y et voilà, aparecen. ¡Genial!. Vale, ahora la segunda parte, ¿dónde tengo la receta? Ni idea. La busco y nada. Pa'rriba, pa'bajo, por aquí, por alá... Nada, ni viva ni muerta. Así que, desisto, para una vez que me entero a tiempo del “día de” y se me antoja participar, no puede ser, ¡cáchis!...

Como el mundo no se iba a acabar por este pequeño contratiempo, sigo a lo mío mientras escucho el programa de radio donde me había enterado de lo de la croqueta y al que la gente llamaba para comentar cuáles eran las mejores croquetas que habían comido en su vida, dónde las habían comido, qué llevaban... Os podéis imaginar, opiniones para todos los gustos, desde las clásicas de puchero o jamón y huevo, hasta las más moderas de morcilla, pimiento rojo y pistachos o acelgas y almendras, elaboraciones originales como tortilla de croquetas (me perdí la explicación) o tarta de croquetas (sí, una receta dulce con su nata y todo, no comment) y muchas menciones a bares y restaurantes. pero sobre todo a las caseras y por goleada “las de mi madre”. Curiosamente lo que más se repetía era que las mejores croquetas eran las hechas con cariño/amor. Y es que, en la cocina, tan importante o más que la pericia del cocinero, es el mimo que pone en lo que hace. ¿o no?. Aunque siempre hay a quien no le gustan, como a mi sobrina pequeña, que da igual que sean las del comedor del cole que las que le hace su abuela y aunque de las primeras no puedo opinar, sí de las segundas y no es porque las haga mi madre, pero las borda, de verdad.

Esta tarta salada no será una croqueta, pero está igualmente hecha con cariño. De sabor suave, la cebolla la hace jugosa y el maíz le aporta su toque ligeramente dulce que combina a la perfección con el salmón. La sencilla mezcla de sabores da como resultado una tarta muy rica que se come sin sentir, que aguanta perfectamente hasta tres días, eso sí, refrigerada y bien tapadita con film alimenticio y que gustará a todos, además de ser una forma diferente de comer pescado.

Antes de dejaros con la receta, un último apunte: cortad el salmón en trozos grandes, ya que, cuanto mayores sean, más jugoso quedará.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para la masa:

75 gr. de harina de trigo de todo uso

75 gr. de harina de trigo integral

1/8 tsp de pimienta blanca molida

1 pizca de sal

20 ml. de AOVE

75-80 ml. de agua

*Para el relleno:

250 gr. de salmón fresco en un trozo, sin piel ni espinas

75 gr. de maíz dulce en conserva, escurrido

150 gr. de cebolla morada

3 huevos tamaño L

125 ml. de leche desnatada

20 ml. de nata con un 10% de materia grasa

1'5 tsp de eneldo fresco

AOVE

sal

*Y además:

1 molde de paredes bajas apto para horno, de 22 cm. de diámetro (medida de la base)

ELABORACIÓN:

*De la masa:

Poner las harinas, la sal y la pimienta blanca en un bol, mezclar con una cuchara de palo y añadir el aceite de oliva virgen extra. Mezclar nuevamente. Añadir la mitad del agua y volver a mezclar. Se formarán como unas migas. Dejar que la harina se hidrate un par de minutos y amasar brevemente la mezcla, incorporando el agua poco a poco hasta que no se pegue a las manos y no se vean trazas de harina seca. Lo más probable es que no haga falta todo el agua, pero eso dependerá del grado de absorción de la harina.

Formar una bola, tapar con un paño limpio y dejar reposar 30 minutos a temperatura ambiente.

*Del relleno:

Cortar la cebolla en plumas finas. Pochar tapada a fuego suave en una sartén con un fondo de aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal hasta que esté blanda y transparente. Apartar del fuego, escurrir reservando el aceite y dejar templar.

Cortar el salmón en trozos grandes y reservar.

Lavar y secar el eneldo, picar las hojas y dejar a un lado.

Cascar los huevos en un cuenco, añadir sal al gusto y batir como para tortilla. Agregar la nata, la leche y el eneldo y mezclar sin batir para no introducir aire.

*Del montaje y horneado:

Precalentar el horno a 200º C con calor arriba y abajo.

Sobre una superficie de trabajo limpia y sin enharinar, estirar la masa con el rodillo lo suficiente para cubrir el molde y lo más fina posible. Si la masa tiende a encogerse al estirarla, ir dándole reposos de cinco minutos hasta que se relaje el gluten y resulte manejable. Acomodarla en el molde ligerísimamente aceitado procurando que no queden bolsas de aire y retirar el sobrante con el rodillo.

Colocar el salmón crudo encima de la masa, distribuir el maíz dulce entre los huecos y a continuación la cebolla por encima de ambos ingredientes. Añadir la mezcla de huevos y regar con el aceite reservado de rehogar la cebolla.

Hornear 45 minutos a 180º C con calor sólo por abajo, colocando la rejilla en la parte intermedia del horno.

Enfriar sobre una rejilla. Desmoldar, si se desea y servir a temperatura ambiente.

A comer.

lunes, 9 de enero de 2023

Puré de zanahoria y calabaza, en Monsieur Cuisine Plus (MC+)

Me gusta comprar zanahorias, sobre todo en temporada, cuando vienen tan tiernas y frescas, pero luego las pobres suelen languidecer en el frigorífico pues me cuesta encontrar en los guisos el punto justo de zanahoria sin que su sabor dulzón lo invada todo. Al final, como las uso muy poco, acaban convertidas en ensaladilla, con la consiguiente alegría de mi pareja, que no se cansa de comerla aunque sean tres días seguidos y si una semana después repito, no creáis que protesta, al contrario, tan feliz, Ya me gustaría a mí que hiciera lo mismo con los platos de cuchara, que cuando me preguntó qué estaba cocinando y le dije que puré, enseguida me dijo “a mí me harás otra cosa, ¿no?”. Tranquilo hombre, que no voy a torturarte, que ya irás sobrado de purés y cremitas cuando seas viejito, que al personal de la residencia no le vas a andar con tantos remilgos y si no, te auguro un futuro con mucho hambre...

El caso es que tenía ganas de un puré que llevara zanahoria y calabaza, no sé porqué, se me había metido en la cabeza esa combinación de ingredientes, pero no sabía cómo atenuar el sabor de la primera. En esto que mi hermana me regala un par de botellas de aceite de oliva virgen extra aromatizadas, una con guindilla y otra con ajo (el de guindilla lo hago yo en casa con las cayenas frescas pero este año no preparé pensando que aún tenía y resultó que se me había acabado) y de repente, vi la receta en mi cabeza, casi igualita a como os la enseño hoy, así que, en cuanto me vino bien incluirla en el menú, ¡zas! puré al canto. Tre-men-do, no digo más. Me quedó perfecto a la primera (para mi gusto, claro), de ingredientes, de sal, de picante, de textura... A veces tengo que repetir los platos para ajustar alguna cosa para mejorarlos, pero en esta ocasión no, conseguí que todos los sabores me quedaran equilibrados, están ahí todas las hortalizas pero ninguna destaca sobre las otras. El aceite de guindilla le proporciona un picante ligerísimo, pero sobre todo, lo que hace, es contrarrestar el sabor dulce de las hortalizas sin necesidad de agregar toneladas de sal, en realidad le puse muy poca y para mi paladar no resultó soso.

A la hora de servir he añadido un hilo de aceite de oliva virgen extra a la guindilla y he puesto yogur natural tipo griego con mucha pimienta, concretamente con mezcla de cinco pimientas, que al tener pimienta rosa y de Jamaica resulta muy aromática y es que me encanta que algunas cucharadas lleven el sabor lácteo del yogur y el picante de las pimientas y el aceite. La función de las hojas de apio es meramente decorativa, pero no creáis que las tiro, para nada, me encanta el apio y cada día más, tanto que ahora resulta raro abrir el cajón de las verduras y no encontrarlo. Por cierto, no le he quitado las hebras, el Monsieur Cuisine Plus deja el puré tan triturado que ni se notan ni es necesario pasarlo por un chino.

Lo he dejado muy pero que muy espeso, por un lado porque es como me gustan los purés y por otro porque lo he preparado para cenar como plato único, seguido de un poco de pan con queso desnatado y fruta y es que hay que darle al estómago un poco de alegría y tenerlo entretenido hasta la hora de ir a dormir (tarde, lo confieso), que yo con hambre no me puedo meter en la cama que me conozco y ya me veo asaltando el frigorífico antes de acostarme y no precisamente para comer algo saludable...

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Todos los pesos en limpio

300 gr. de zanahoria

300 gr. de calabaza cacahuete

100 gr. de apio

150 gr. de cebolla

75 gr. de puerro

15 ml. de AOVE

15 ml. de AOVE con guindilla

agua

sal

*Para servir

yogur natural tipo griego, sin azúcar, a temperatura ambiente

mezcla de cinco pimientas, molida

AOVE con guindilla

hojas de apio

ELABORACIÓN:

Cortar la zanahoria en trozos de 3-5 cm, introducir en el vaso del robot MC+, colocar el cubilete y programar 8 segundos, velocidad 6. Sacar a un plato y reservar.

Cortar la calabaza en dados de 4-5 cm, introducir en el vaso, colocar el cubilete y programar 15 segundos, velocidad 6. Sacar a un plato y reservar.

Cortar el apio en trozos de 2-3 cm, introducir en el MC+, poner el cubilete y programar 8 segundos, velocidad 6. Sacar a un plato y reservar.

Cortar el puerro en trozos de 3-4 cm y la cebolla en 4-5 trozos, introducir ambas hortalizas en el vaso del robot MC+, colocar el cubilete y programar 8 segundos, velocidad 6. Bajar los restos, colocar el cubilete y programar 4 segundos, velocidad 6. Agregar los dos aceites, seleccionar la tecla rehogar y programar 10 minutos, sin el cubilete puesto.

Añadir al vaso el apio, colocar el cubilete y programar 3 minutos, velocidad 1, 90º C,

Incorporar al vaso la zanahoria, programar 10 minutos, velocidad 1, 90º C, con el cubilete puesto.

Agregar la calabaza, colocar el cubilete y programar 10 minutos, velocidad 2, 90º C,

Por último, añadir al vaso 130 ml. de agua, colocar el cubilete y programar 15 minutos, velocidad 2, 110º C,

Triturar el contenido del vaso a máxima velocidad durante un minuto. Añadir agua al gusto (le he puesto 80 ml., así queda muy espeso) y volver a triturar 30 segundos. Añadir sal al gusto y triturar nuevamente treinta segundos o hasta conseguir una mezcla fina y homogénea. Rectificar de sal si fuera necesario.

Servir cada ración con una o dos cucharadas del yogur aderezado con una cantidad generosa de pimientas molidas, añadir un chorrito de aceite de oliva virgen extra a la guindilla y decorar con una o dos hojas de apio.

A comer.

lunes, 2 de enero de 2023

Flan de brécol

Acabadas las fiestas navideñas, pues para mí los reyes son para los niños y en mi casa no hay, amén de que el barbudo del norte se ha cargado a los magos de oriente (en fin), tratamos de volver a las rutinas diarias, las laborales, las domésticas, las familiares y por supuesto, las alimenticias, que personalmente cada día agradezco más, pues los excesos me “descolocan” y eso que este año hemos estado muy comedidos en todas las casas y ni nos hemos excedido ni ha habido muchas sobras. Pero qué queréis que os diga, ya añoraba, sobre todo, mis ensaladas y sopitas nocturnas y un poco más de verdura al medio día. Así que, habida cuenta que el médico me ha quitado la mitad de ellas y del resto mi pareja sólo come un par de cosas, (bueno, de las que me han prohibido tampoco creáis que mi antiverduras comía de todo, ya me gustaría a mí), me toca estrujarme la mollera para no servirlas de la misma manera. Así que, de esa necesidad y de la aprovechar un resto de brécol cocido que para dos no llegaba, nació este riquísimo, suave y ligero flan, que no acalórico, no os engañéis, que los huevos y la nata no lo hacen bajo en calorías, precisamente, pero que está tan bueno que se come sin sentir.

Y hablando de volver a las rutinas, a ver si vuelvo a coger la de participar mensualmente en el proyecto de Marisa, 1+/100, desperdicio 0,

del que, por pitos o por flautas, llevo ausente un tiempo y al que, como no podía ser de otra forma, va esta receta, pues de no haberme sobrado un poco de brécol cocido, seguramente ni se me hubiera ocurrido hacerla. Una lástima, porque está muy rica (¿lo había dicho ya, verdad?) y ha venido a mi recetario particular para quedarse.

Se hincha mucho en el horno, al sacarlo estará tan inflado que casi parece un bonito soufflé, lástima que enseguida se baje, así que necesitaréis un molde hondo con bastante capacidad para asegurar que no habrá desbordamientos ni disgustos.

Animáos a hacerla. Es sencilla y además perfecta para cocinarla con antelación, pues se consume fría o a temperatura ambiente y aguanta perfectamente en el frigorífico dos días bien tapada con film alimenticio.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

200 gr. de ramitos de brécol cocido

200 ml. de nata con un 18% de materia grasa

100 ml. de leche desnatada

4 huevos tamaño L

55 gr. de cebolla

15 gr. de puerro, de la parte blanca

15 ml de AOVE

1/8 tsp, escasa, de pimienta blanca molida

1/4 tsp de tomillo seco

60 gr. de queso emmental rallado

margarina para el molde

*Y además:

Una fuente honda apta para horno de 1'200 litros de capacidad

ELABORACIÓN:

Precalentar el horno a 200º C, con calor arriba y abajo.

Untar generosamente con margarina la fuente elegida. Colocar dentro los ramitos de brécol cocido y dejar de lado.

Picar muy menudas la cebolla y el puerro. Reservar.

Poner el aceite en una sartén y llevar al fuego. Cuando esté caliente, añadir la cebolla, el puerro y un poco de sal y rehogar, tapado y a fuego medio, hasta que las hortalizas estén blandas pero sin que tomen color. Una vez estén hechas, añadir la pimienta blanca molida, cocinar otros dos minutos y apartar del fuego. Dejar templar.

Introducir el contenido de la sartén en el vaso de la batidora de brazo, añadir la mitad de la leche, los huevos y sal al gusto y batir a velocidad baja para no incorporar aire. Agregar el resto de la leche, la nata y el tomillo, remover con una cuchara y rectificar de sal si fuera necesario. Verter sobre el brécol reservado, distribuir por encima y uniformemente el queso emmental e introducir en el horno, colocando la rejilla en la segunda posición empezando por abajo y hornear a 180º C, con calor arriba y abajo durante 40 minutos. Comprobar el punto de cocción con una brocheta.

Sacar del horno y servir templado o a temperatura ambiente.

A comer.