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lunes, 26 de junio de 2023

Hojaldre de champiñones, cebolla y queso azul

Ya han empezado las vacaciones escolares y de aquí a nada lo harán las de los adultos. Las de casi todos los adultos, porque este año a algun@s nos toca trabajar todo el verano. Y no me quejo, que al fin y al cabo ya me fui de vacaciones a primeros de junio y teniendo en cuenta que en casa no tengo aire acondicionado, donde mejor paso el verano es en la oficina y aunque el calor de las tardes no me lo quita nadie, al menos en las mañanas estoy fresquita. A ver, con el corazón en la mano, que preferiría estar de vacaciones aunque pasara calor pero como mi trabajo no cierra, alguien tiene que currar. Si podemos haremos alguna escapada de fin de semana y si no, habrá que esperar a finales de septiembre, cuando ya estén de vuelta todos los compañeros y pueda disfrutar yo el resto de las que me quedan, probablemente en casa, porque como os dije, este año ya nos hemos ido de viaje.

Así que, contadme, dónde tenéis planeado ir de vacaciones o “de veraneo” como dirían mis abuelas. Si es en terreno patrio, a lo mejor me dais alguna idea para mis próximas vacaciones, pues nos lo tenemos casi todo pateado y no se nos ocurre dónde ir. Y si es al extranjero me pondréis los dientes largos porque apenas hemos ido más allá de nuestras fronteras un par de veces y la verdad que ganas sí tenemos, pero el trabajo de mi pareja lo hace un poco complicado. Aún así, contadme, me servirá para distraerme mientras me aso en mi cocina, pues mi horno no descansa en todo el año, ni siquiera en verano, diría más, creo que en verano es cuando más lo uso, ya que la mayoría de las cosas que se hornean no requieren mucho trabajo previo ni estar muy pendiente del horno, de tal manera que una vez se introduce en él el alimento en cuestión, podemos irnos a otra parte de la casa más fresca y dejar que el horno haga todo el trabajo. ¿O no?.

Y como muestra de ello, este hojaldre de champiñones, cebolla y queso azul. Es muy fácil de hacer, apenas lleva elaboración previa más allá de un breve salteado de los champiñones para eliminar parte de su agua y así evitar que humedezcan en exceso la masa. La cebolla va cruda, con lo que aún se mantiene ligeramente crujiente una vez horneado el hojaldre, aportando así textura. La nata aporta humedad y suavidad y el curry aromatiza de forma tal sutil y se integra tan bien con el resto de sabores que apenas se nota su presencia, pero sí se notaría su ausencia. Que no os parezca poco queso azul; podéis aumentar su cantidad pero no os lo aconsejo, se trata de que aporte su sabor en algunos de los bocados, no de que se apodere de todo el hojaldre. No prescindáis del tomillo, le va genial a los champiñones y si podéis, utilizadlo fresco, su sabor en poco se parece al seco, pero ni no tenéis, éste también puede funcionar.

Es un hojaldre muy ligero y muy rico. Os quedaréis con ganas de repetir. Seguro.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

1 lámina de hojaldre refrigerado, de 30x32 cm., aproximadamente

250 gr. de champiñones frescos

85 gr. de cebolla morada

25 gr. de queso azul

50 ml. de nata con un 5% de materia grasa

1/4 tsp (un poco escasa) de curry en polvo

1/8 tsp de pimienta negra molida

1/4 tsp de hojas de tomillo, frescas

AOVE

sal

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

Sacar el hojaldre del frigorífico con diez minutos de antelación para que se atempere y sea más fácil de manejar. Una vez atemperado, sacar de su envase, desenrollar o desdoblar y poner en la bandeja del horno provista de una hoja de papel de hornear o bien utilizar el papel de soporte que suele traer el hojaldre. Pinchar toda la masa con un tenedor, hasta 1'5 cm. de los bordes. Tapar con paño limpio y llevar al frigorífico.

Precalentar el horno a 220º C (428º F) con calor arriba y abajo.

Cortar la cebolla en plumas finas y reservar tapada.

Picar el queso azul en trocitos pequeños. Dejar a un lado.

Limpiar los champiñones con papel de cocina para eliminar los restos de tierra. Una vez limpios, cortar en láminas de 4-5 milímetros.

Poner una pizca de aceite de oliva virgen extra en una sartén amplia, calentar y agregar los champiñones. Sin dejar de remover, dorarlos a fuego muy fuerte durante dos minutos, añadir la pimienta negra y las hojas de tomillo y dorar otro minuto. Apartar del fuego, salar ligeramente y enfriar.

Mezclar en una taza la nata y el curry.

Sacar el hojaldre del frigorífico. Pincelar con la mezcla de nata y curry sin llegar a los bordes, distribuir por encima la cebolla de forma homogénea, esparcir los champiñones enfriados y repartir el queso azul.

Introducir la bandeja en el horno colocándola en la segunda posición empezando por abajo. Hornear a 220º C (428º F) con calor arriba y abajo durante 18 minutos.

Sacar el horno y servir templado.

A comer.

lunes, 16 de enero de 2023

Tarta salada de salmón y maíz

Según preparaba esta entrada me entero que hoy es el día internacional de la croqueta. Y yo, que paso de calendarios y efemérides, empiezo a pensar si tengo alguna croqueta congelada que os pueda enseñar aprovechando la celebración de tan rico alimento. “Las de huevo son de mi madre, las de pollo también, igual las de lacón...”. Sí, todas me las he hecho ella y es que, lo confieso, me repatea formarlas, que no hacer la masa, pero porcionarlas y rebozarlas me aburre muchísimo, así que aprovecho cuando está en el pueblo para “abusar” de ella y que me las haga. Pero yo estaba con la idea de que tenía unas hechas por mí, así que me pongo a rebuscar en el arcón y et voilà, aparecen. ¡Genial!. Vale, ahora la segunda parte, ¿dónde tengo la receta? Ni idea. La busco y nada. Pa'rriba, pa'bajo, por aquí, por alá... Nada, ni viva ni muerta. Así que, desisto, para una vez que me entero a tiempo del “día de” y se me antoja participar, no puede ser, ¡cáchis!...

Como el mundo no se iba a acabar por este pequeño contratiempo, sigo a lo mío mientras escucho el programa de radio donde me había enterado de lo de la croqueta y al que la gente llamaba para comentar cuáles eran las mejores croquetas que habían comido en su vida, dónde las habían comido, qué llevaban... Os podéis imaginar, opiniones para todos los gustos, desde las clásicas de puchero o jamón y huevo, hasta las más moderas de morcilla, pimiento rojo y pistachos o acelgas y almendras, elaboraciones originales como tortilla de croquetas (me perdí la explicación) o tarta de croquetas (sí, una receta dulce con su nata y todo, no comment) y muchas menciones a bares y restaurantes. pero sobre todo a las caseras y por goleada “las de mi madre”. Curiosamente lo que más se repetía era que las mejores croquetas eran las hechas con cariño/amor. Y es que, en la cocina, tan importante o más que la pericia del cocinero, es el mimo que pone en lo que hace. ¿o no?. Aunque siempre hay a quien no le gustan, como a mi sobrina pequeña, que da igual que sean las del comedor del cole que las que le hace su abuela y aunque de las primeras no puedo opinar, sí de las segundas y no es porque las haga mi madre, pero las borda, de verdad.

Esta tarta salada no será una croqueta, pero está igualmente hecha con cariño. De sabor suave, la cebolla la hace jugosa y el maíz le aporta su toque ligeramente dulce que combina a la perfección con el salmón. La sencilla mezcla de sabores da como resultado una tarta muy rica que se come sin sentir, que aguanta perfectamente hasta tres días, eso sí, refrigerada y bien tapadita con film alimenticio y que gustará a todos, además de ser una forma diferente de comer pescado.

Antes de dejaros con la receta, un último apunte: cortad el salmón en trozos grandes, ya que, cuanto mayores sean, más jugoso quedará.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para la masa:

75 gr. de harina de trigo de todo uso

75 gr. de harina de trigo integral

1/8 tsp de pimienta blanca molida

1 pizca de sal

20 ml. de AOVE

75-80 ml. de agua

*Para el relleno:

250 gr. de salmón fresco en un trozo, sin piel ni espinas

75 gr. de maíz dulce en conserva, escurrido

150 gr. de cebolla morada

3 huevos tamaño L

125 ml. de leche desnatada

20 ml. de nata con un 10% de materia grasa

1'5 tsp de eneldo fresco

AOVE

sal

*Y además:

1 molde de paredes bajas apto para horno, de 22 cm. de diámetro (medida de la base)

ELABORACIÓN:

*De la masa:

Poner las harinas, la sal y la pimienta blanca en un bol, mezclar con una cuchara de palo y añadir el aceite de oliva virgen extra. Mezclar nuevamente. Añadir la mitad del agua y volver a mezclar. Se formarán como unas migas. Dejar que la harina se hidrate un par de minutos y amasar brevemente la mezcla, incorporando el agua poco a poco hasta que no se pegue a las manos y no se vean trazas de harina seca. Lo más probable es que no haga falta todo el agua, pero eso dependerá del grado de absorción de la harina.

Formar una bola, tapar con un paño limpio y dejar reposar 30 minutos a temperatura ambiente.

*Del relleno:

Cortar la cebolla en plumas finas. Pochar tapada a fuego suave en una sartén con un fondo de aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal hasta que esté blanda y transparente. Apartar del fuego, escurrir reservando el aceite y dejar templar.

Cortar el salmón en trozos grandes y reservar.

Lavar y secar el eneldo, picar las hojas y dejar a un lado.

Cascar los huevos en un cuenco, añadir sal al gusto y batir como para tortilla. Agregar la nata, la leche y el eneldo y mezclar sin batir para no introducir aire.

*Del montaje y horneado:

Precalentar el horno a 200º C con calor arriba y abajo.

Sobre una superficie de trabajo limpia y sin enharinar, estirar la masa con el rodillo lo suficiente para cubrir el molde y lo más fina posible. Si la masa tiende a encogerse al estirarla, ir dándole reposos de cinco minutos hasta que se relaje el gluten y resulte manejable. Acomodarla en el molde ligerísimamente aceitado procurando que no queden bolsas de aire y retirar el sobrante con el rodillo.

Colocar el salmón crudo encima de la masa, distribuir el maíz dulce entre los huecos y a continuación la cebolla por encima de ambos ingredientes. Añadir la mezcla de huevos y regar con el aceite reservado de rehogar la cebolla.

Hornear 45 minutos a 180º C con calor sólo por abajo, colocando la rejilla en la parte intermedia del horno.

Enfriar sobre una rejilla. Desmoldar, si se desea y servir a temperatura ambiente.

A comer.

lunes, 5 de julio de 2021

Tarta de atún, anchoas y feta

Ya sé que con estos calores os da mucha pereza encender el horno, pero como esta tarta está mucho más rica fría, siempre se puede hacer pronto por la mañana o a última hora de la tarde, ya que aguanta muy bien hasta el día siguiente. Además, si mientras la cocináis estáis pensando en la playa o en la piscina, como que el horno no se nota tanto, que sólo con pensar que tenéis la comida o la cena hecha cuando volváis del remojo, ya es otra cosa.

Yo, personalmente, no dejo de hornear en todo el verano, bien es cierto que tal vez lo uso menos, pero lo sigo utilizando, porque además muchas veces no tienes que estar en la cocina mientras se hornea lo que sea que estés haciendo y la mayoría de los platos que se hacen en el horno dan poco trabajo, pues hay una cantidad enorme de recetas en las que pones todos los ingredientes limpios y sazonados, picados o enteros, en la bandeja del horno y hala, “pa” dentro y a otra cosa. Vamos, que da más trabajo (y calor) hacer un kilo de albóndigas, pongamos por caso.

Esta tarta es muy fácil, muy rica y con ingredientes muy habituales en la mayoría de las despensas. La masa es suave y sencilla de hacer, pues apenas hay que manipularla para evitar que se desarrolle el gluten, con lo que no hay amasados ni nada. Tampoco es necesario un molde, vale cualquier recipiente que pueda ir al horno, pudiéndose hacer directamente en la bandeja de éste o sobre un tapete de silicona. He utilizado la base de un molde desmontable porque me resulta más cómodo para calcular la masa sobrante de los lados y porque como ésta es fina y el relleno pesa, de esa forma es más fácil de manipular al introducirla y sacarla del horno. Pero que si estáis en un apartamento playero con poco menaje de cocina, siempre la podéis hacer en un recipiente de aluminio de un sólo uso disponible en múltiples medidas en cualquier bazar.

Bueno, que ya no sé cómo más vendérosla para que la hagáis. ¿Deciros que está tremendamente rica? Si no fuera el caso no os la hubiera traído por aquí. ¿Deciros que mi santo, según la probó dijo “la puedes volver a hacer mañana”? Pues a lo mejor eso os convence más. ¿Que si ya tenéis hecha la salsa de tomate no hay que cocinar nada? Osea, que toda la elaboración previa al horno es en frío. ¿Que está hecha con ingredientes que le gustan a casi todo el mundo? Nota para los odiadores de anchoas: al ir picaditas no se distingue específicamente su sabor, en realidad potencian el conjunto del resto de ingredientes, aportando la sal que pudiera hacerle falta al relleno, pues no lleva ninguna añadida, pues todos los sus ingredientes ya tienen sal, menos la cebolla, por supuesto. Y hablando de la cebolla: al añadirse cruda, queda un poquito crujiente, dando textura a la tarta, que en general resulta blandita y suave. Si después de esta perorata nadie se anima a hacerla, cierro el blog.

Que no se me olvide, la receta está adaptada de aquí. A cada uno, su mérito.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

* Para la masa:

150 gr. de harina de trigo blanca de todo uso

75 ml. de nata con un 18% de materia grasa, a temperatura ambiente

15 ml. de AOVE

sal

* Para el relleno:

110 gr. de atún en aceite, peso escurrido

90 gr. de atún en escabeche, peso escurrido

25 gr. de anchoas en aceite de oliva, peso escurrido

200 gr. de salsa de tomate espesa

15 gr. de cebolla cortada en plumas finas

55 gr. de queso feta, escurrido, cortado en dados pequeños

orégano seco

unas hojas de orégano fresco para decorar (optativo), lavadas y secas

* Y además:

papel de hornear

la base de un molde desmontable de 22 cm. de diámetro

ELABORACIÓN:

* De la masa:

Tamizar la harina en un cuenco, añadir la nata, el aceite de oliva virgen extra y un poco de sal. Revolver los ingredientes con una cuchara hasta que se integren y amasar brevemente para terminar de homogeneizar la masa. El amasado ha de ser corto y rápido para no desarrollar el gluten. Formar una bola, tapar con un paño limpio que no suelte pelusa y dejar descansar en la encimera unos 10 minutos para que el gluten se relaje.

Volcar la masa sobre la superficie de trabajo limpia, seca y sin harina y estirar con el rodillo formando un círculo de unos 26-28 cm. de diámetro. Humedecer la base del molde y cubrir con una hoja de papel de hornear más grande que el círculo de masa. Colocar la masa centrada en la base del molde, encima del papel de hornear, tapar con un paño limpio y llevar al frigorífico 10 minutos.

* Del relleno:

Disponer en un bol los atunes escurridos y desmenuzados, las anchoas escurridas y picadas menudas, la cebolla en plumas y la salsa de tomate. Mezclar.

* Del montaje y horneado:

Precalentar el horno a 180º C, con calor arriba y abajo. Disponer la rejilla en la segunda posición empezando por abajo.

Sacar la masa del frigorífico. Distribuir uniformemente el relleno y doblar los extremos sobrantes de la masa sobre aquél. Introducir en el horno cuando alcance la temperatura requerida, poner el calor sólo por abajo y hornear 20 minutos a 180º C.

Sacar la tarta del horno, subir la rejilla una altura y poner el calor arriba y abajo.

Distribuir el queso por encima de la tarta y devolver al horno. Hornear otros quince minutos. Sacar del horno, espolvorear generosamente por encima con orégano seco y dejar enfriar.

Servir decorada con unas hojitas de orégano fresco (si se usan).

Consumir a temperatura ambiente o ligeramente fría.

A comer.

viernes, 25 de septiembre de 2020

Tarta salada de alcachofas y queso de cabra


Como hoy no estoy muy inspirada para contaros ninguna batallita, vamos a hablar del tiempo, que es muy socorrido cuando no sabes qué decir o no me digáis que la meteorología nunca os ha salvado de un silencio incómodo, por ejemplo en un ascensor o bien os ha servido de introducción a otras conversaciones más transcendentales, de esas en las que generalmente se arregla el país, porque de aeronáutica, pongamos por caso, no sabemos todos pero del tiempo y de cómo hacerlo mejor que nuestros políticos, cada uno de nosotros tiene un doctorado y si te gusta el fútbol ya es el acabose, pues todos los aficionados llevan un entrenador dentro...

Ironías aparte, ya tenemos por aquí el frío. Ha llegado de repente, como todos los años, pasando sin transición de dormir encima de la cama a sacar el edredón de plumas y qué queréis que os diga, que yo estoy encantada pues me gusta más el frío que el calor, ya que éste lo soporto fatal, es una cuestión física, en cuando sube un poco la temperatura se me pone mal cuerpo y si ya hace mucho calor puedo llegar a ponerme mala de verdad. Un incordio, vamos. Así que yo encantada con este tiempo, la lástima es que aquí son muchos los meses fríos y termina aburriendo un poco la monotonía del clima, pero en fin, no se puede tener todo, así que me quedo con el clima de mi tierra, con sus inviernos fríos como un demonio, predominantemente secos y llenos de días de un azul tan intenso que casi hace hasta daño mirar el cielo y es que si no hay nubes, Castilla es tierra de luz infinita, no conozco cielos más hermosos que los suyos y es lo único que he echado de menos cuando he vivido en otras comunidades autónomas.

Tanto me gusta el frío, que incluso se nota a la hora de comer, pues no soporto las comidas muy calientes (mi paladar no las aguanta) y casi todo lo como templado y aunque sea invierno, en mi casa se comen muchos platos fríos como esta tarta salada, que está igual de rica templada que fría y que he modificado muy ligeramente del libro "Quiches y tartas saladas", añadiendo pimentón a la masa y pocos cambios más. Si os gustan las tartas saladas, animaos a probarla.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:


* Para la masa:

75 gr. de harina de trigo blanca

75 gr. de harina de trigo integral

20 ml. de AOVE

1/2 tsp de pimentón dulce de La Vera (D.O.P.)

80 ml. de agua a temperatura ambiente

sal


* Para el relleno:

12 corazones de alcachofas baby

125 gr. de rulo de queso de cabra

45 gr. de bacon ahumado cortado en bastones

2 huevos tamaño L

100 ml. de nata con un 18% de materia grasa

100 ml. de leche desnatada

sal


* Y además:

un molde redondo de paredes bajas de 20 cm. de diámetro (medida de la base)


ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

Escurrir el agua de conservación de las alcachofas y colocarlas boca abajo en un plato cubierto con papel de cocina para que absorba el exceso de humedad. Dejar que escurran mientras se prepara el resto de la receta.

* De la masa:

Poner en un bol las harinas, el pimentón, el aceite de oliva virgen extra y un poco de sal y mezclar con una cuchara de palo. Añadir la mitad del agua y volver a mezclar. Se formarán como unas migas. Dejar que la harina se hidrate un par de minutos y amasar la mezcla, incorporando el agua poco a poco hasta que apenas se pegue a las manos. Según el grado de absorción de las harinas, sobrará o hará faltad un poquito más de agua.

Tapar la masa, que aún se notará un poco húmeda, con un paño limpio y dejar reposar 45 minutos. Pasado ese tiempo la harina habrá terminado de hidratarse y la masa resultará más seca.

Sobre una superficie de trabajo limpia y sin enharinar, estirar la masa con el rodillo lo suficiente para cubrir el molde y lo más fina posible. Si la masa tiende a encogerse al estirarla, ir dándole reposos de cinco minutos hasta que se relaje el gluten y resulte manejable. Acomodarla en el molde procurando que no queden bolsas de aire en la base y retirar el sobrante con el rodillo.Si la masa ha quedado bien hecha, no hará falta enharinar ni la superficie de trabajo ni el rodillo, pues no se pegará. Tampoco será necesario encamisar el molde.

* Del relleno:

Precalentar el horno a 180º C con calor arriba y abajo.

Disponer en el vaso de la batidora de brazo la nata, la leche, los huevos y sal al gusto y batir con la batidora. Verter el contenido en el molde preparado con la masa.

Poner el bacon en una sartén sin nada de aceite y cocinar a fuego bajo hasta que suelte la grasa. Subir el fuego y dorar ligeramente. Escurrir la grasa sobrante y distribuir el bacon en el molde.

Con un cuchillo humedecido, cortar el queso de cabra en seis o siete rodajas y distribuir en el molde. Distribuir igualmente las alcachofas escurridas, colocándolas boca arriba.

Introducir el molde en el horno colocando la rejilla a media altura y hornear 45 minutos a 180º C con calor sólo por abajo.

Sacar del horno y consumir templada o a temperatura ambiente.

A comer.




viernes, 1 de mayo de 2020

Quiche de relleno de berenjenas



Durante casi dos años trabajé cerca de la Casa-Museo Sorolla, en Madrid. Todos los días pasaba dos veces por delante de la puerta, al ir y al volver a la oficina y casi no había día que me dijera “tienes que ver este museo”. Por entonces cerraba a medio día, así que lo más práctico para mí, viviendo lejos como vivía, era quedarme un día a comer por la zona y visitarlo por la tarde. Se me ocurrió comentarlo en la oficina y alguna de las compañeras se apuntó a mi plan, pero... las unas por las otras, lo fuimos dejando y cuando ya ¡por fin! nos decidimos a organizarlo, resultó que la Casa-Museo cerró por obras. Como lo cuento. Unos meses después, cuando dejé de trabajar en esa oficina, las obras no habían finalizado, con lo que, por el momento, la visita quedó aplazada sine die, pues ahora el trabajo lo tenía mucho más lejos de casa que antes y por supuesto, mucho más lejos del museo. Y lo que pasa en ciudades grandes como Madrid, que sí, que tienes de todo, pero como pocas veces está a mano, tienes que organizarte muy bien para disfrutar de todo lo que te ofrece y esto no es una crítica, que a mí me gustaba vivir en Madrid, pero la realidad es ésa. Total, que fue pasando el tiempo (bastante, lo confieso), me vine a vivir al pueblo y la visita quedó por hacer.

Todo esto para contaros que una tarde que no tenía ganas de hacer nada, aunque ya sabéis que en una casa siempre hay trabajo pero tenía el día perro, qué le vamos a hacer, me dispuse a curiosear por internet y al abrir la aplicación, apareció un enlace directo que rezaba “visita los museos más famosos desde casa”. Y allá que fui o mejor dijo, pinché y se abrió ante mí todo un universo de arte en forma de museos de arte contemporáneo, de historia natural, arqueología, pintura, escultura, vestido, antropología, historia... pero no sólo museos y colecciones de arte, también visitas a monumentos, palacios y castillos e incluso a ¡La Casa Blanca!, pues la página en cuestión recoge enlaces a sitios web de todo el planeta. Algunas páginas ofrecen visitas virtuales bastantes completas, otras no tanto; en cualquier caso para perderse horas y horas disfrutando del arte en muchas de sus manifestaciones. Por citar algunos ejemplos, se puede visitar el monumental Palacio de Schönbtunn en Viena (Austria), conocido como el Versalles vienés, el maravilloso Museo del Oro de Bogotá (Colombia), el curioso Museo Nacional de la Muerte de Aguascalientes (Méjico) y un poquito más cerca, el bonito Museo de Art Nouveau y Art Dèco-Casa Lis de Salamanca, éste último un museo que ya me encantó hace veinticinco años cuando lo inauguraron y que seguro que ahora que habrá aumentado sus fondos, tiene que ser una maravilla; si alguna vez vais a Salamanca, la visita a la Casa Lis es obligada. ¡Ah, y por fin se me logró visitar la Casa-Museo de Sorolla, virtualmente, pero la visité!.

Después de una entrada tan involuntariamente larga, deciros que esta quiche surgió de la necesidad de aprovechar un relleno sobrante de unas berenjenas, que el día que las hice calculé fatal y me sobró una barbaridad. Podría haber hecho unos canelones o una lasaña, pero ya hago una rellena de berenjena (que no tardando caerá por aquí) y me apetecía algo diferente. Y resultó estar riquísima. Así que ya sabéis, si alguna vez os sobra relleno de berenjena o de calabacín, reconvertidlo en una tarta salada y si es poco, en tartaletas, que son muy apañadas para poco cantidad, además de monas.

Os dejo ya con la receta, que por supuesto va a formar parte del proyecto 1+/-100, desperdicio 0


auspiciado por Marisa para fomentar el reciclaje y la reutilización.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.



INGREDIENTES:


* Para la masa:


75 gr. de harina de trigo con levadura (tipo bizcochona)

25 gr. de harina de trigo integral

15 ml. de aceite de una lata de atún o de AOVE

50 ml. de agua

sal


* Para el relleno:


330 gr. de relleno sobrante de unas berenjenas (de atún, espárragos y champiñones, en este caso)

3 huevos tamaño M

50 ml. de nata con un 18% de materia grasa (de la de cocinar)

una pizca de orégano seco

queso emmental rallado

sal


* Y además:


un molde redondo de 16 cm. de base y 4'5 cm. de alto



ELABORACIÓN:


NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.


* De la masa:

En un bol amplio, poner las harinas, el aceite del atún en conserva o de oliva virgen extra y un poco de sal y mezclar con una cuchara de palo. Añadir la mitad del agua y volver a mezclar. Se formarán como unas migas. Dejar que la harina se hidrate un par de minutos y amasar la mezcla dentro del bol, incorporando el agua poco a poco hasta que apenas se pegue a las manos. Lo más probable es que no haga falta todo el agua, pero eso dependerá del grado de absorción de las harinas.

Como es poca cantidad, resulta difícil de manejar, pero con un poco de paciencia se consigue.

Hacer una bola con la masa, que aún se notará un poco húmeda, taparla con un paño limpio y dejar reposar 45 minutos. Pasado ese tiempo las harinas habrán terminado de hidratarse, aunque la masa resultará seca debido a la harina integral.


* Del relleno:

Batir los huevos como para tortilla, añadir la nata, una pizca de orégano y el relleno de berenjenas. Remover para homogeneizar y rectificar de sal, si procede. Reservar.


* Del montaje de la tarta y horneado:

Precalentar el horno a 200º C con calor arriba y abajo.

Sobre una superficie de trabajo limpia y sin enharinar, estirar la masa con el rodillo lo suficiente para cubrir el molde y lo más fina posible. Si la masa tiende a encogerse al estirarla, ir dándole reposos de cinco minutos hasta que se relaje el gluten y resulte manejable. Acomodarla en el molde procurando que no queden bolsas de aire en la base y retirar el sobrante con el rodillo si se desea o no hacerlo si se quiere darle a la quiche un aire rústico.

Si la masa ha quedado bien hecha, no hará falta enharinar ni la superficie de trabajo ni el rodillo, pues no se pegará. Tampoco será necesario encamisar el molde.

Verter en el interior del molde el relleno reservado, agregar queso rallado al gusto e introducir en el horno colocando la rejilla en la segunda posición empezando por abajo. Bajar la temperatura a 180º C y poner el calor sólo por abajo. Hornear 23 minutos. Pasado ese tiempo, subir una posición la rejilla y hornear otros 23 minutos. Comprobar que la tarta está cuajada pinchando en el centro con un aguja. Si sale seca, ya está cocinada, si no, hornear otros cinco minutos.

Sacar del horno, desmoldar pasados diez minutos y degustar templada o a temperatura ambiente.

A comer.


jueves, 30 de enero de 2020

Tarta salada de níscalos, pimiento amarillo y cebolla


Vale, ya no hay níscalos, pero no quería dejar esta tarta en borradores todo un año. Está hecha con níscalos (nícalos, rebollones, rovellones) frescos, pero se puede hacer igualmente con congelados o en conserva, aunque, claro, algo cambiará el sabor, pero seguro que está también rica.

Las medidas son para una tarta pequeñita, que para nosotros dos es suficiente (para dos veces) como entrante antes de un principal contundente y porque la hice los días de navidad, que en esas fechas llega un momento que se está saturado de comida.

Comprad, siempre que podáis, sésamo crudo y tostadlo en casa. Primero, porque el olor que desprende es maravilloso y segundo, porque una vez tostado empieza a perder aroma y lo que os quede al final de bote apenas tendrá sabor.

El sésamo se conserva bien en un frigorífico no frost dentro de una bolsa de plástico cerrada con un clip fuerte y con el mínimo aire dentro. Así aguanta mucho tiempo sin ponerse rancio. Yo siempre tengo porque me encanta y suelo utilizarlo mucho para las ensaladas. Se me ocurrió añadirlo a la masa para darle un toque diferente y aunque con el relleno no se distingue, sí le da otro aroma. Los recortes los horneé a la vez que la tarta como si fueran galletas y aunque un poco sosos porque le pongo muy poquita sal a la masa, sabían a sésamo y estaban muy ricos.

El brandy le proporciona un aroma y sabor interesantes y muy recomendables. Si no se quiere utilizar, sustituir por leche.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:
 

* Para la masa:

100 gr. de harina de trigo

tsp. de semillas de sésamo crudo

15 ml. de AOVE

50-55 ml. de agua

sal
 

* Para el relleno:

275 gr. de níscalos frescos

50 gr. de cebolla

40 gr. de pimiento amarillo

60 gr. de queso de untar, tipo Philadelphia, bajo en grasa

25 ml. de brandy

1 huevo talla M

queso gouda añejo rallado

1/8 tsp. de pimienta negra molida

aceite y sal
 

* Y además:

un molde redondo de 16 cm. de diámetro (medida de la base)



ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

* De la masa:

Tostar el sésamo a fuego medio en una sartén sin aceite y hasta que las semillas se doren ligeramente. Retirar del fuego y dejar que se enfríen. Una vez frías, machacarlas en el mortero hasta conseguir una pasta, diluirla en 20 ml. de agua y reservar.

En un bol, poner la harina, el aceite de oliva virgen extra, un poco de sal, la mezcla de agua y sésamo y 25 ml. de agua y remover con una cuchara de palo. Se formarán como unas migas. Dejar que la harina se hidrate un par de minutos y amasar la mezcla, incorporando el resto del agua poco a poco hasta que no se pegue a las manos. Dejar de amasar en cuanto se llegue a ese punto. Lo más probable es que no haga falta todo el agua, pero eso dependerá del grado de absorción de la harina.

Formar una bola con la masa, taparla con un paño limpio y dejar reposar 40 minutos.

* Del relleno:

Lavar bajo el grifo con un hilo de agua y uno a uno los níscalos, frotándolos con un cepillito para eliminar la suciedad. Ir colocándolos de canto en un escurridor. Una vez limpios y escurridos, picar menudos y reservar.

Picar la cebolla en brunoise y reservar.

Eliminar semillas y nervios interiores del pimiento amarillo previamente lavado y picar en dados de medio centímetro de lado. Reservar.

Poner un fondo de aceite en una sartén honda no muy grande y llevar al fuego. Una vez alcance temperatura, añadir la cebolla y un poco de sal y rehogar tapado a fuego suave hasta que empiece a ponerse transparente. En ese momento añadir el pimiento y seguir cocinando tapado hasta que empiece a ablandarse. Agregar entonces los níscalos, un poco más de sal y la pimienta negra. Rehogar el conjunto tapado y hasta que las verduras estén hechas y hayan consumido todo el agua de vegetación. Rectificar de sal si procede.

Apartar del fuego y dejar que pierda temperatura.

* Del montaje de la tarta y horneado:

Precalentar el horno a 200º C con calor arriba y abajo.

Sobre una superficie de trabajo limpia y sin enharinar, estirar la masa con el rodillo lo suficiente para cubrir el molde y lo más fina posible. Si la masa tiende a encogerse al estirarla, ir dándole reposos de cinco minutos hasta que se relaje el gluten y resulte manejable. Acomodarla en el molde procurando que no queden bolsas de aire en la base y retirar el sobrante con el rodillo.

Si la masa ha quedado bien hecha, no hará falta enharinar ni la superficie de trabajo ni el rodillo, pues no se pegará. Tampoco será necesario encamisar el molde.

Incorporar al molde la mezcla de níscalos, cebolla y pimiento y distribuir homogéneamente por encima de toda la masa.

Batir el huevo como para tortilla. Aparte, mezclar el queso de untar con el brandy para rebajar la densidad de aquél y unir la mezcla al huevo batido. Remover para homogeneizar y verter sobre la mezcla de verduras de la tarta. La mezcla es un poco densa, por lo que es conveniente golpear el molde delicadamente contra la encimera para que penetre entre los huecos de las verduras.

Espolvorear queso gouda añejo rallado por encima, al gusto e introducir en el horno, colocando la rejilla en la segunda posición empezando por abajo y bajando la temperatura a 180º C con calor sólo por abajo. Hornear 22 minutos, subir la rejilla una altura y hornear otros 22 minutos. Comprobar que la tarta está cuajada pinchando en el centro con un aguja. Si sale seca, ya está cocinada, si no, hornear otros cinco minutos.

Sacar del horno, desmoldar pasados diez minutos y degustar fría o caliente.

A comer.

lunes, 25 de noviembre de 2019

Tarta salada de pescadilla, cebolla y mayonesa


Las tartas saladas de pescado son menos habituales que las de vegetales o carne, pero no por eso son menos ricas y para muestra, la que hoy os enseño. Está adaptada de ésta del blog Cubes n Juliennes. Le he rebajado casi todo el picante, porque la primera vez que la cociné, la hice siguiendo más fielmente la receta y la verdad, rica estaba pero para mi gusto, el picante mataba el sabor del pescado. El sabor del ajo no se nota, así que se puede aumentar un poquito para así distinguirlo.

En mi opinión, esta receta tiene dos grandes aciertos: el orégano de la masa, que le da un sabor buenísimo y la ralladura de naranja del relleno, que al primer bocado puede sorprender, pero con el segundo te acostumbras y al tercero piensas “pero qué rico está esto con ese toque de naranja”.

¿Y a nadie le llama la atención la mayonesa?. Porque fué precisamente eso lo que me hizo pararme a leerla, ya que me pareció novedoso sustituir la nata por mayonesa, ya que sin apreciarse ésta, le da un sabor diferente.

En resumen, que es diferente, está tremendamente rica tanto recién hecha, que huele a pizza, con lo que a lo mejor se puede engañar a algún pequeñajo anti-pescado, como templada o fría y aguanta bien hasta tres días, que como sale grande es lo que dura en casa. Muy recomendable desde todos los puntos de vista y otra manera de “colar” pescado en el menú semanal.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:
 

* Para la masa quebrada:

225 gr. de harina de todo uso

100 gr. de mantequilla fría cortada en trozos pequeños

1/2tsp. de sal

1 tsp. de orégano seco

40 ml. de agua fría
 

* Para el relleno:

440 gr. de pescadilla en filetes, aproximadamente dos filetes (peso sin piel ni espinas)

80 gr. de cebolla tierna

75 gr. de mayonesa espesa

5 gr. de ajo (un diente grande o dos pequeños, peso en limpio)

60 ml. de leche desnatada

4 huevos talla L

1/4 tsp. de hierbas provenzales

la ralladura de la cuarta parte de una naranja

1/4 tsp. de pimienta blanca molida

mezcla de cuatro quesos

aceite y sal
 

* Y además:

un molde redondo antiadherente de paredes bajas y de 26 cm. de diámetro

una hoja de papel sulfurizado

legumbres secas o pesos para hornear


ELABORACIÓN:

* De la masa quebrada:

Precalentar el horno a 190º C con calor arriba y abajo.

Tamizar la harina junto con la sal sobre una fuente o cuenco grande. Añadir el orégano y remover con una cuchara para distribuirlo. Agregar la mantequilla fría y frotar con los dedos hasta que la preparación tenga aspecto de serrín y la harina haya cambiado de color y se haya vuelto amarillenta al haberse integrado toda la mantequilla. Incorporar 30 ml. de agua en forma de lluvia y remover. Se irán formando bolas grandes de masa a medida que la harina absorba el agua. Compactar la masa con las manos como si se tratara de plastilina; si resultara demasiado seca, añadir los otros 10 ml. de agua e integrarla. En función del grado de absorción de la harina, puede que sea necesario agregar más agua. En ese caso, incorporarla de 5 en 5 ml. Apretar la masa, sin amasar, formado una bola. Tapar con papel film y refrigerar 30 minutos.

Disponer la masa sobre la mesa de trabajo sin enharinar o sobre una lámina de silicona o una hoja de papel sulfurizado y estirar con el rodillo hasta formar un disco de unos 29 cm. de diámetro y 4 mm. de espesor. Con la ayuda del rodillo o lámina de silicona u hoja de papel de hornear, colocar la masa en el molde (no es necesario encamisarlo pero si ya estuviera muy usado o no fuera de muy buena calidad, enmantequillarlo previamente para evitar disgustos al desmoldar). Acomodar la masa en el molde apretando contra la base y las paredes y evitando bolsas de aire. Eliminar el exceso de masa de los bordes pasando por encima el rodillo para cortarla. Pincharla varias veces con un palillo u otro utensilio que no raye, colocar encima de la masa una hoja de papel sulfurizado y seguidamente las legumbres secas o los pesos de hornear. Presionar delicadamente con la palma de la mano e introducir el molde en el horno, colocando la rejilla en la segunda posición empezando por abajo. Hornear 20 minutos, retirar las legumbres (guardarlas para próximas ocasiones) y el papel y hornear cinco minutos más. Sacar el molde del horno y dejar que se enfríe encima de una rejilla.

* Del relleno:

Precalentar el horno a 200º C con calor arriba y abajo.

Lavar la pescadilla y secar con papel de cocina. Sazonar con sal y la mitad de la pimienta blanca molida. Cortar cada filete en cuatro trozos y cocinar brevemente en una sartén muy caliente con un hilo de aceite. Reservar.

Pelar la cebolla y cortarla en plumas muy finas. Reservar.

Pelar el ajo o ajos, eliminar el germen, picar y reservar.

Lavar la piel de naranja, secarla y rallarla con un rallador fino. Reservar.

Disponer en el vaso de la batidora de brazo los huevos, la mayonesa, la leche, el ajo, sal y la otra mitad de la pimienta blanca molida. Batir con la batidora hasta tener una mezcla uniforme. Agregar la ralladura de naranja y las hierba provenzales y remover con una cuchara.

* Del horneado:

Picar el pescado groseramente con las manos y distribuir por toda la superficie de la tarta. Disponer por encima la cebolla formando una capa uniforme y agregar la mezcla de huevos; si quedara algún trozo de pescado o cebolla sin cubrir, hundirlo delicadamente con un tenedor. Espolvorear por último con la mezcla de cuatro quesos al gusto y hornear 35 minutos a 180º C con calor arriba y abajo y con la rejilla situada en la tercera posición contando desde abajo. Pinchar el centro de la tarta con una aguja para comprobar si está cuajada, horneando cinco minutos más si fuera necesario.

Consumir caliente, templada o fría.

A comer.


miércoles, 25 de septiembre de 2019

Tarta salada de calabacín y chorizo criollo


Pero cómo me gustan las tartas saladas. Ya sé que me repito, pero son cómodas, versátiles, normalmente muy sencillas y se pueden hacer con antelación, es que lo tienen todo. Y si encima compras la masa hecha y el relleno es en crudo como la que traigo hoy, se hacen en un momento y sin esfuerzo, que eso es algo que también hay que valorar. Yo las hago de muchas cosas. Algunas son adaptadas, como ésta, que está adaptada del libro “Quiches y tartas saladas” de Émile Perrin, editado por RBA y otras completamente de cosecha propia. Así que, como podéis imaginar, seguirán desfilando por aquí tartas saladas para aburrir.
 
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:


* Para la masa:

140 gr. de harina de todo uso

20 ml. de AOVE

70 ml. de agua

una pizca de sal

la punta de un cuchillo romo de pimienta blanca molida
 

* Para el relleno:

265 gr. de calabacín (peso en limpio), preferiblemente de la variedad verde claro

120 gr. de chorizo criollo

3 quesitos tipo El Caserío

1 ramita de perejil

200 ml. de leche evaporada

3 huevos clase M

sal

queso mozzarella rallado para gratinar
 

* Y además:

un molde apto para horno de 23 cm. de diámetro



ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

* De la masa:

En un bol, poner la harina, el aceite de oliva virgen extra, la pimienta blanca y un poco de sal y mezclar con una cuchara de palo. Añadir la mitad del agua y volver a mezclar. Se formarán como unas migas. Dejar que la harina se hidrate un par de minutos y amasar la mezcla, incorporando el agua poco a poco hasta que apenas se pegue a las manos. Lo más probable es que no haga falta todo el agua, pero eso dependerá del grado de absorción de la harina.

Como es poca cantidad, no resulta fácil de manejar, pero con un poco de paciencia se consigue.

Tapar la masa, que no ha de notarse húmeda, con un paño limpio y dejar reposar 40 minutos como mínimo. Pasado ese tiempo la harina habrá terminado de hidratarse y la masa resultará más seca.

Sobre una superficie de trabajo limpia y sin enharinar, estirar la masa con el rodillo lo suficiente para cubrir el molde y lo más fina posible. Si la masa tiende a encogerse al estirarla, ir dándole reposos de cinco minutos hasta que se relaje el gluten y resulte manejable. Acomodarla en el molde procurando que no queden bolsas de aire en la base y retirar el sobrante con el rodillo. Reservar tapando el molde con un paño limpio.

Si la masa ha quedado bien hecha, no hará falta enharinar ni la superficie de trabajo ni el rodillo, pues no se pegará. Tampoco será necesario encamisar el molde.

Precalentar el horno a 200º C con calor arriba y abajo.

* Del relleno:

Lavar, secar y despuntar el calabacín. Si es muy tierno o de la variedad verde claro, no será necesario pelarlo. Con un cuchillo afilado o una mandolina, cortarlo en rodajas finitas de unos tres milímetros de grosor.

Disponer la mitad del calabacín en el molde ya forrado con la masa y cubriendo toda la base. Retirar la piel del chorizo criollo y cortar en rodajas un poco gruesas. Aplanarlas ligeramente con los dedos y distribuir encima del calabacín. Quitar el envoltorio de los quesitos y cortar cada uno en cuatro porciones triangulares. Colocar entre los huecos del chorizo y por toda la superficie de la tarta. Cubrir con el resto del calabacín.

Batir los huevos con sal como para tortilla. Añadir el perejil previamente lavado y picado finamente y la leche evaporada. Mezclar y agregar a la tarta. Dejar que la mezcla se distribuya por los huecos del relleno.

Distribuir por encima el queso mozzarella rallado e introducir en el horno precalentado, colocando la rejilla en la segunda posición empezando por abajo. Bajar la temperatura del horno a 180º C y poner el calor sólo por abajo. Hornear 45 minutos. Pinchar con una brocheta en el centro para comprobar el punto de cocción: si sale seca, ya estará lista.

Degustar fría o templada.

A comer.



lunes, 1 de abril de 2019

Tartaletas rápidas de carrilleras de ternera


Segunda entrega de las sobras de la cena de las fiestas. Congelé la mayoría de las carrilleras que sobraron y reservé un poco de carne para hacer unas tartaletas rápidas. Hacía un siglo que no cocinaba tartaletas de este tipo. La verdad que con las obleas de empanadilla es un plato que apenas da trabajo y junto con una ensalada resultan una cena muy apañada. Las suelo hacer con otros ingredientes, siempre cosas que sean de picar, mezclar y al horno, por eso las llamo “rápidas”, porque si tengo que cocinar previamente el relleno, prefiero ya que estoy liarme un poco más y hacer una tarta salada, que me arregla el primer plato de uno o dos días y en casa nos encantan.
Hice una primera versión que aunque quedó buena, me resultaba un poco “sosilla”, así que las repetí añadiendo los pistachos, que son también unas sobras de la cena y las pasas, que le aportan un toque dulce que a mí particularmente me gusta mucho. Para macerarlas siempre uso vino Málaga Virgen y el que me sobra, lo guardo en un tarro de cristal y lo reutilizo para hidratar las siguientes pasas que utilice. Aquí no se tira nada, así que la receta va de cabeza a...

Tenía una tercera entrega para participar en el proyecto de Marisa, un bizcocho de cuajada casera de leche de oveja, pero voló antes de que pudiera hacerle una foto decente. Si consigo la cuajada (ésta me la regalaron y como era mucha, sobró), ya traeré el bizcocho por aquí.
Venga, a lavarse las manos y a cocinar.



INGREDIENTES:


6 obleas de empanadillas de 10 cm. aprox. de diámetro

95 gr. de carne de carrilleras de ternera guisadas

16 gr. de queso fresco de cabra en rulo (sin corteza)

1 huevo tamaño L

10 gr. de tomate seco

50 ml. de leche desnatada

15 ml. de la salsa del guiso de las carrilleras

12 pistachos tostados con sal

18 uvas pasas sultanas

15 ml. de vino Málaga Virgen o Pedro Ximénez

margarina o mantequilla para el molde

sal


  • Y además:

  • papel de horno
  • molde de magdalenas de seis cavidades



ELABORACIÓN:


Templar la leche e introducir el tomate seco. Hidratar durante al menos 20 minutos. Reservar.

Sumergir las pasas en el vino dulce y reservar.

Precalentar el horno a 200º C con calor arriba y abajo.

Enmantequillar las cavidades del molde. Cortar seis tiras de papel de horno de 2-3 cm. de ancho y 14-15 cm. de largo, aproximadamente. Colocar una tira de papel en cada cavidad de manera que sobresalgan un poco por ambos lados y volver a enmantequillar.

Quitar el papel de una de las obleas de empanadilla y adaptarla delicadamente en una de las cavidades del molde, procurando que no quede ninguna bolsa de aire. Yo me ayudo de una mano de almirez.

Proceder del mismo modo con el resto de las obleas y reservar. Si hiciera mucho calor, tapar con una tela limpia de algodón.

Quitar la cáscara de madera de los pistachos y la piel que los recubre. Picar groseramente con un cuchillo afilado y reservar.

Deshilachar la carne en trozos pequeños e irregulares y reservar.

Trocear el queso en seis porciones iguales. Formar con cada porción una bola, aplastarla ligeramente y poner una en el fondo de cada tartaleta.

Sacar el tomate de la leche y escurrir, recogiendo la leche que suelte. Reservar toda la leche.

Picar el tomate seco ya hidratado en trocitos y mezclar con la carne y los pistachos. Escurrir las pasas del vino (guardar el vino para hacer un bizcocho o para hidratar otras frutas), cortarlas a la mitad si fueran grandes y añadir a la mezcla anterior. Repartir esta mezcla entre las seis tartaletas.

Cascar el huevo en un plato hondo. Salar y batir como para tortilla. Añadir la leche reservada en la que se hidrató el tomate y la salsa del guiso de las carrilleras y mezclar. Distribuir entre las tartaletas.

Introducir el molde de las tartaletas en el horno, colocando la rejilla del horno en la segunda posición empezando por abajo. Bajar la temperatura a 180º C, conectar el ventilador y hornear 17 minutos o hasta que se doren y al pinchar en el centro con una aguja, ésta salga seca.

Sacar el molde del horno y colocar en una rejilla para que se temple. Pasados cinco minutos, sacar las tartaletas con la ayuda de las tiras de papel y sin quitarlas, colocarlas en la rejilla para que se enfríen.

Consumir templadas o frías.

A comer.






lunes, 25 de marzo de 2019

Tarta salada de setas de ostra con queso azul


Las primeras veces que hice esta tarta, cociné previamente la setas, pero un día probé con las setas en crudo y no he vuelto a cocinarlas. Al estar crudas, necesitan algo más de tiempo de cocción en el horno porque soltarán el agua que de la otra manera habrían perdido con la cocción, pero el exceso lo absorberá la masa, haciendo que ésta tarde más en endurecerse. Además, los 15 minutos más de horno que necesita la tarta compensa los por lo menos treinta que tardan en cocinarse las setas en la sartén más el tiempo que necesiten para perder temperatura, a fin de evitar que los huevos puedan cuajarse al añadirlos a las setas calientes.

Personalmente me gusta más fría o templada, pero por supuesto que se puede consumir caliente.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:


* Para la masa:

150 gr. de harina de trigo

50 gr. de harina integral de trigo

25 ml. de aceite de oliva virgen extra

75-100 ml. de agua

sal


* Para el relleno:

250 gr. de setas de ostra frescas

150 ml. de nata para cocinar (18% materia grasa)

100 ml, de leche desnatada

3 huevos tamaño L

75 gr. de queso azul

queso rallado fundente al gusto

sal y pimienta negra molida


* Y además:

un molde de paredes bajas de 20 cm. de diámetro, aproximadamente

mantequilla para el molde
 


ELABORACIÓN:


Lavar bajo el grifo con un hilo de agua y una a una las setas, frotándolas con un cepillito suave. Ir colocándolas de canto en un escurridor.

Preparar la masa: En un bol, poner las harinas, el aceite de oliva virgen extra y un poco de sal y mezclar con una cuchara de palo. Añadir la mitad del agua y volver a mezclar. Se formarán como unas migas. Dejar que la harina se hidrate un par de minutos y amasar la mezcla, incorporando el agua poco a poco hasta que apenas se pegue a las manos. Lo más probable es que no haga falta todo el agua, pero eso dependerá del grado de absorción de las harinas. Tapar la masa, que aún se notará un poco húmeda, con un paño limpio y dejar reposar 30 minutos. Pasado ese tiempo la harina habrá terminado de hidratarse y la masa resultará más seca.

Mientras reposa la masa, picar las setas en trozos menudos y regulares y reservar.

Precalentar el horno a 200º centígrados con calor arriba y abajo.

Enmantequillar un molde redondo de 20 cm. de base.

Sobre una superficie de trabajo limpia y sin enharinar, estirar la masa con el rodillo lo suficiente para cubrir el molde y lo más fina posible. Si la masa tiende a encogerse al estirarla, ir dándole reposos de cinco minutos hasta que se relaje el gluten y resulte manejable. Acomodarla en el molde procurando que no queden bolsas de aire en la base y retirar el sobrante con el rodillo.

Desmenuzar el queso azul y cubrir uniformemente la base de la tarta. Repartir por encima la setas picadas y crudas.

En un plato hondo, poner los huevos, añadir sal y pimienta negra molida al gusto y batir con un tenedor. Añadir la leche y la nata y mezclar hasta homogeneizar. Verter esta mezcla sobre las setas y espolvorear con queso rallado fundente al gusto. Yo no tenía y utilicé uno para gratinar, pero no lo recomiendo.

Introducir el molde en el horno colocando la rejilla en la segunda posición empezando por abajo. Bajar la temperatura a 180º C y poner calor sólo por abajo. Cocer 30 minutos y pasado ese tiempo, subir una posición la rejilla y cocer otros 30 minutos.

Sacar el molde del horno y colocar en una rejilla para que se enfríe.

A comer.


martes, 15 de enero de 2019

Tarta salada de coliflor con medio pisto

 
 
Me encantan las tartas saladas. Son versátiles, no se tarda mucho en prepararlas y se pueden degustar tanto calientes como frías o templadas, el mismo día o al siguiente, con lo que son ideales para cuando tienes que dejar la comida hecha con antelación.
 
Las hago bastante a menudo y casi siempre con la misma masa, con pequeñas variaciones. La ventaja que tiene esta masa es que no hay que cocerla previamente y queda durita y por lo tanto, aguanta muy bien el paso de las horas, porque aunque se reblandece debido a la humedad que le proporcionan los rellenos, no se queda blandurria como otras masas. También me gusta porque no hace falta enharinar ni la superficie de trabajo ni el rodillo, con lo que resulta limpia de trabajar y además es manejable y resistente.
 
Esta tarta queda muy jugosita, con tanta verdura y muy suave de sabor. Contrariamente a lo habitual, no lleva nata, sino queso blanco bajo en grasa, aunque se puede utilizar entero sin ningún problema. La he hecho pequeñita, de dos raciones, porque no quería que me sobrara. Doblando las cantidades de la masa da para un molde redondo de 23 cm. de diámetro, aunque el relleno habría que triplicarlo para que no quede muy bajita.
 
¿Y porqué lo de “medio pisto”? Pues porque no lleva tomate.
 

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.
 
 
 
INGREDIENTES
 
* Para la masa:
 
100 gr. de harina
12 ml. de aceite de oliva virgen extra
40-50 ml. de agua
sal y pimienta blanca molida

* Para el relleno:
 
170 gr. de coliflor
60 gr. de calabacín verde claro
20 gr. de pimiento verde
20 gr. de pimiento rojo
25 gr. de cebolleta
1 huevo pequeño
50 gr. de queso blanco de untar (tipo Philadelphia) bajo en grasa
1 tsp. de leche
nuez moscada molida
sal
aceite
queso rallado (al gusto)
 

ELABORACIÓN

Preparar primero la masa: en un bol, poner la harina, el aceite de oliva virgen extra y un poco de sal y de pimienta blanca molida y mezclar con una cuchara de palo. Añadir la mitad del agua y volver a mezclar. Se formarán como unas migas. Dejar que la harina se hidrate un par de minutos y amasar la mezcla, incorporando el agua poco a poco hasta que apenas se pegue a las manos. Lo más probable es que no haga falta todo el agua, pero eso dependerá del grado de absorción de la harina. Como es poca cantidad, resulta difícil de manejar, pero con un poco de paciencia se consigue. Tapar la masa, que aún se notará un poco húmeda, con un paño limpio y dejar reposar 30 minutos. Pasado ese tiempo la harina habrá terminado de hidratarse y la masa resultará más seca.
 
Mientras reposa la masa, preparar el relleno. Para ello, lavar la coliflor, partirla en cuatro o cinco trozos y cocerla dos minutos en la olla rápida Perfect WMF, desde que suba la válvula, con el cestillo del vapor y un fondo de agua ligeramente salada. El tiempo de cocción dependerá de la olla utilizada.
 
Dejar que la olla pierda la presión antes de abrirla. La coliflor tiene que quedar ligeramente al dente.
 
Pelar y cortar la cebolleta en dados pequeños, incluyendo parte de la parte verde del tallo. Reservar.
 
Lavar y despepitar los pimientos y cortar en dados de tamaño similar a los de la cebolleta. Reservar.
 
Lavar el calabacín y sin pelar, cortar igual que las verduras anteriores. Reservar.
 
Poner un fondo de aceite en una sartén pequeña y honda y rehogar la cebolla, los pimientos y el calabacín, agregando un poco de sal. Abrir la olla, sacar la coliflor, escurrir y cortar en ramitos pequeños. Incorporarla a la sartén cuando los vegetales estén casi hechos. Añadir más sal y rehogar un par de minutos para mezclar sabores. Dejar templar la preparación.
 
Precalentar el horno a 200º centígrados con calor arriba y abajo.
 
Enmantequillar un molde redondo de 16 cm. de base.
 
Sobre una superficie de trabajo limpia y sin enharinar, estirar la masa con el rodillo lo suficiente para cubrir el molde y lo más fina posible. Si la masa tiende a encogerse al estirarla, ir dándole reposos de cinco minutos hasta que se relaje el gluten y resulte manejable. Acomodarla en el molde procurando que no queden bolsas de aire en la base y retirar el sobrante con el rodillo.
 
Rellenar el molde con la mezcla de verduras.
 
En un plato hondo, poner el huevo, añadir sal y nuez moscada molida al gusto y batir con un tenedor. Añadir el queso y la leche y mezclar hasta homogeneizar. Verter esta mezcla sobre la verduras y espolvorear con queso rallado al gusto.
 
Introducir el molde en el horno colocando la rejilla en la segunda posición empezando por abajo. Bajar la temperatura a 180º C y poner calor sólo por abajo. Cocer 22 minutos y pasado ese tiempo, subir una posición la rejilla y cocer otros 22 minutos.
 
A comer.