jueves, 30 de julio de 2020

Lasaña de berenjena y champiñones


Creo que en casa se come pasta casi todas las semanas y nunca había traído una receta por aquí. La verdad que pensé que sí tenía alguna publicada, pero al preparar ésta para editarla me di cuenta de que no. Ahora que lo pienso, es normal que así sea porque casi siempre hago pasta cuando tengo poco tiempo para cocinar, pues en lo que se cuece se prepara la salsa y si voy mal de tiempo para hacer la comida, de las fotos ya ni hablamos. A lo peor ahora os aburro publicando recetas de pasta, que cuando me da por ponerme mono temática no hay quien me pare aunque creo que voy a aburrir a pocas porque si desde mediados de julio ya se ha notado el principio del éxodo vacacional (del blog o de casa), dentro de un par de días va a ser como si alguien hubiera soltado una bomba nuclear en la blogosfera.

Bueno, pues yo, por llevar la contraria, aquí me voy a quedar todo el verano dando guerra (a quien se deje, ¡por fa, dejaros alguna!). Vaaaleee... lo confieso, que yo también tenía pensado escaparme unos días pero las cosas se han torcido de tal manera que me temo que este año va a ser imposible y como hay que seguir comiendo (a ver cuando aprendo a alimentarme del aire) y el sueldo no me da para comer de restaurante todos los días, pues seguiré cocinando y trayendo recetitas por aquí que espero que os gusten tanto como a nosotros esta lasaña, que suelo hacer en verano cuando las berenjenas están en plena temporada, ya que al llevar tanta su sabor predomina en el plato y está más rica con las de este tiempo, que son más suaves que las de invierno.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:


10 placas de lasaña precocida o las necesarias para tres capas de relleno (cuatro de pasta)

queso emmental rallado

queso curado de cabra picado grueso


* Para el relleno:

700 gr. de berenjena (peso en limpio)

115 gr. de champiñón en conserva (peso escurrido)

90 gr. de pimiento rojo (peso en limpio)

tbs. de salsa de tomate espesa

75 gr. de beicon ahumado en un trozo

12 lonchas de queso para fundir, tipo tranchette

1 ramita de perejil fresco

1/4 tsp. de albahaca seca

aceite y sal


* Para la bechamel:

40 ml. de aceite

45 gr. de harina

550 ml. de leche desnatada (a temperatura ambiente)

sal


* Y además:

un molde cuadrado de 20x20 cm. de lado



ELABORACIÓN:


* Del relleno:

Lavar la berenjena, cortar a lo largo en 4-5 rodajas gruesas, según tamaño, salar y dejar reposar 30 minutos para que sude y pierda amargor. Si fuera muy tierna, no sería necesario. Una vez finalizado el tiempo, lavar y secar bien con papel de cocina para eliminar el exceso de humedad. Cortar en tiras a lo largo y después en dados regulares. Reservar.

Escurrir los champiñones del agua de conservación y presionar ligeramente para eliminar todo el agua posible. Trocear y reservar.

Lavar el pimiento, eliminar semillas y tripas y cortar en cuadraditos. Reservar.

Cortar el beicon en bastones y freír a fuego bajo en una sartén con un fondo de aceite hasta que esté cocinado. Retirar a un plato procurando que quede en la sartén todo el aceite y la grasa que haya soltado. Reservar.

Subir un poco el fuego y añadir el pimiento rojo a la sartén. Cuando empiece a ablandarse, subir el fuego e incorporar la berenjena, añadiendo un poco más de aceite si fuera necesario. Cocinar a fuego fuerte y sin dejar de remover para que la berenjena no se pegue a la sartén y hasta que esté hecha. Agregar entonces los champiñones, la salsa de tomate y el beicon, cocinar otros cinco minutos y retirar del fuego.

Lavar la rama de perejil, picarla y añadirla a la sartén junto con la albahaca. Remover y rectificar de sal, si fuera necesario. Reservar la farsa.

Hidratar las placas de lasaña según indique el fabricante.

* De la bechamel:

Calentar el aceite en una sartén honda. Agregar la harina y rehogar hasta que empiece a cambiar de color y huela a harina tostada. Añadir entonces la mitad de la leche o menos y remover con unas varillas cuidando de disolver la harina para que no queden grumos; al hacerlo con la mitad del líquido, resultará más fácil. Una vez disuelta, agregar el resto de la leche y seguir removiendo sin parar hasta que la mezcla espese y empiece a cocer. Ha de quedar una bechamel ligera. Salar al gusto y continuar la cocción otros 2 minutos. Bajar el fuego al mínimo para que se mantenga caliente y fluida en lo que se monta la lasaña.

* Del montaje:

Disponer en el fondo del molde elegido una capa finísima de bechamel. Seguidamente, colocar las placas de lasaña necesarias para cubrir el fondo, completando los huecos con los trozos de placa de pasta que hicieran falta. Distribuir la tercera parte de la farsa (quedará muy justa y según el tamaño en que se haya picado la berenjena, puede que no cubra el fondo, pero al ser tres capas de relleno, no es necesario). Encima de ésta, colocar cuatro lonchas de queso para fundir. Poner otra capa de lasaña, otra muy fina de bechamel, otro tercio de la farsa de berenjena y otras cuatro lonchas de queso. Volver a poner otra capa de pasta y otra fina de bechamel, el resto de la farsa y las lonchas de queso restantes, cubrir con las últimas placas de lasaña y distribuir por encima el resto de la bechamel.

Espolvorear con abundante queso emmental rallado y con queso curado de cabra al gusto.

Gratinar bajo el grill del horno hasta que se dore la superficie. Sacar del horno y servir caliente.

A comer.




sábado, 25 de julio de 2020

Myma (pollo con higaditos). Receta de Grecia


He buscado referencias de este plato en la red y la verdad que no he encontrado nada salvo la misma receta que hoy traigo ligerísimamente adaptada del libro "Un viaje por la cocina mediterránea". Ni siquiera he encontrado una traducción aceptable de la palabra myma, salvo que se refiere a una antigua receta griega elaborada con cualquier tipo de carne (incluso pescado), sus despojos y su sangre y condimentada con especias, vinagre, aceite y miel.

Esta versión moderna se inspira en el clásico griego "El banquete de los eruditos" de Ateneo de Náucratis, obra literaria que gira en torno a las conversaciones que un grupo de personajes tienen sobre literatura helenística, filología, lujo, música, sexualidad, comida y chismes varios, escrita en Roma a principios del siglo III d.C. En dicha obra, en la que al parecer se habla de todo lo divino y lo humano (como en cualquier reunión de hoy en día, vamos, que mucho no hemos cambiado y si no que alguien confiese que nunca ha arreglado el mundo en una larga sobremesa de Navidad), se habla de la conducta en la mesa y de recetas de la época, entre ellas de este plato, que aunque no se describe su elaboración sí sus ingredientes, que son reinterpretados en esta receta, eliminando la sangre y los despojos salvo el hígado, basándose en los conocimientos de las costumbres alimentarias antiguas griegas.

El resultado es un plato sorprendente. Muy rico y diferente a otras cosas que he probado. Al cocinarse tapado los primeros cuarenta y cinco minutos, las cebollas sudan proporcionando una gran cantidad de líquido que hace que los ingredientes, más que asarse, se cuezan, dando como resultado una carne tierna y jugosa y un hígado que sorprendentemente no está como una piedra después de un cocinado tan prolongado. El sabor es muy ligeramente dulce, con un fondo muy aromático en el que no destaca ninguna de las especias y con personalidad. No me esperaba ese sabor, sinceramente y nos ha gustado mucho. Estuve por no ponerle el queso, pues no acababa de convencerme, pero me alegro de haberlo puesto ya que le da un toque diferente y saladillo al bocado en el que se toma. Una receta para repetirla, sin duda. Y además se conserva muy bien de un día para otro.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:


1 kgr. de filetes de cuartos traseros de pollo (peso sin piel ni huesos)

5 hígados de pollo

2 cebollas rojas medianas (300 gr. aprox.) con piel y sin raíces

300 gr. de cebolla tierna (peso en limpio)

1/2 tsp. de semillas negras de amapola

1 tsp. de semillas de cilantro

1 tsp. de semillas de alcaravea

tsp. de pimienta negra molida

2 tsp. de sal

50 gr. de pasas sultanas sin pepitas

70 ml. de miel de brezo

70 ml. de vinagre de vino tinto

70 ml. de AOVE más extra para saltear los hígados

200 gr. de queso feta (D.O.P.)


* Y además:

una fuente honda de borosilicato con tapadera apta para horno con un mínimo de 3 litros de capacidad o una bandeja grande y profunda apta para horno

papel de aluminio



ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

Eliminar las raíces de las cebollas rojas y lavarlas sin quitar la piel. Envolver en papel de aluminio y hornear en horno precalentado a 180º C con calor arriba y abajo con la bandeja a media altura. Según lo tiernas o duras que sean, tardarán entre 30 minutos y una hora en asarse. Dejar que pierdan temperatura dentro del envoltorio.

Limpiar los filetes de pollo de posible restos de grasa y cortar los contramuslos en seis trozos y los muslos en cuatro, según tamaño, procurado que los trozos sean más o menos iguales. Reservar.

Lavar los hígados de pollo, retirar las impurezas y cortar en cinco o seis trozos. Calentar una sartén a fuego fuerte con un hilo de aceite de oliva virgen extra y saltear los hígados justo hasta que cambien de color. Sacar a un plato y reservar.

Pelar la cebolla tierna y cortarla en medias lunas. Reservar.

Machacar ligeramente en el mortero las semillas de cilantro y mezclar con las de amapola, las de alcaravea, la sal y la pimienta negra molida. Reservar.

Cortar el queso feta en dados de un centímetro y medio de lado, aproximadamente y reservar.

Cuando la temperatura de las cebollas rojas permita manipularlas, desechar el papel de aluminio y la piel y capa exterior más duras y cortarlas en plumas. Reservar.

Precalentar el horno a 200º C con calor arriba y abajo.

En la fuente elegida para hornear, introducir el vinagre de vino tinto, la miel y los 70 ml. de aceite de oliva virgen extra. Remover hasta disolver la miel y añadir los dados de pollo, los hígados, las cebollas rojas y la tierna, las pasas y la mezcla de especias y sal. Revolver bien para que se distribuyan todos los ingredientes y todo quede bien impregnado y por igual de especias y líquidos.

Colocar la tapadera de la fuente si se usa una de borosilicato y en caso contrario, tapar bien con papel de aluminio, adaptando éste a los bordes de la fuente y practicando dos agujeritos para facilitar la salida de vapor. Introducir en el horno con la rejilla colocada en la segunda posición empezando por abajo si se usa una fuente de borosilicato o a media altura en caso el otro caso, bajar la temperatura a 180º C y hornear 45 minutos.

Sacar la fuente del horno, quitar la tapadera o el papel de aluminio, remover, procurando que no asome ningún trozo de hígado para evitar que se sequen en exceso y volver a introducir en el horno. En caso de utilizar la fuente de borosilicato, subir una posición la rejilla.

Continuar el horneado otros 45 minutos y añadir el queso feta. Hornear 10 minutos más, sacar del horno, dejar reposar cinco minutos y servir.

A comer.




lunes, 20 de julio de 2020

Buñuelos de lemon curd


Comeréis uno, dos, cuando nadie mire tres y al cuarto, cogeréis la bandeja y la esconderéis para no seguir comiendo. Está mal que yo lo diga, pero han quedado buenísimos. Están poco dulces, lo justo y tienen un delicado sabor a limón. La idea de integrar el lemon curd en la masa la tomé de una receta de buñuelos del nº 33 de la revista Postres Lecturas, donde lo que integraban en la masa era crema pastelera. La masa de los buñuelos no es la misma de la revista, he utilizado la receta de mi madre que sé que sale bien y no me arriesgo con otras, que estoy un poquito harta de fracasos con las masas, que los tres últimos panes que he hecho en la panificadora han ido a la basura.

Pero volviendo a los buñuelos, lo de mezclar la crema con la masa en vez de utilizarla de relleno me ha gustado y abre una ventana de infinitas posibilidades, ¿porqué no, en vez de crema de limón, utilizar de naranja o mandarina o una rica compota de manzana? Es algo que tengo que probar, seguro que también están para chuparse los dedos.

He utilizado lemon curd industrial, porque se necesita tan poca cantidad que no me merecía la pena hacerlo casero, con el que seguramente quedarán todavía más ricos. Gran invento el lemon curd, esa crema inglesa ácida y dulce a la vez, riquísima para untar en pan tostado o en un bollito y alma de postres como la conocida tarta de limón con merengue. O para comerla a escondidas a cucharaditas, que también...

Me voy a la cocina a coger un buñuelo (o dos...)

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.



INGREDIENTES:


* Para 21-22 unidades, según tamaño

150 ml. de agua

45 gr. de margarina vegetal

20 gr. de azúcar blanquilla

una pizca de sal

100 gr. de harina de trigo de todo uso

la ralladura de la piel de medio limón pequeño

75 gr. de lemon curd (crema de limón) a temperatura ambiente

2 huevos talla L a temperatura ambiente

3/4 tsp. de impulsor químico

aceite de sabor suave para freír

azúcar blanquilla para rebozar los buñuelos



ELABORACIÓN:


Poner en un cazo mediano el agua, la sal, el azúcar y la margarina y llevar a ebullición a fuego alto. Cuando rompa el hervor y sin quitar el cazo del fuego, añadir de golpe toda la harina previamente tamizada y remover a fuego medio hasta integrar. Continuar removiendo sobre el fuego un par de minutos, hasta que la mezcla se separe de las paredes.

Retirar el cazo del fuego y añadir la ralladura de la piel lavada de medio limón, sin nada de la parte blanca. Mezclar y agregar el lemon curd. Remover la mezcla hasta que éste se integre por completo.

Dejar que la masa de temple ligeramente. Cascar un huevo en una taza, para evitar que caiga algún trozo de cáscara en la masa, añadirlo al cazo y remover hasta que se absorba el huevo. No añadir el siguiente hasta que el primero no esté completamente integrado. Proceder de igual forma con el segundo huevo.

Una vez bien integrados los huevos en la masa, agregar el impulsor químico tamizado y remover para que se distribuya uniformemente.

Filmar la masa a piel y dejar reposar media hora a temperatura ambiente.

En un cazo pequeño, poner aceite suficiente como para que los buñuelos floten al freír. Llevar al fuego y calentar a fuego medio-alto. Cuando el aceite esté caliente, pero no en exceso para que los buñuelos no se arrebaten (es decir, se doren por fuera pero queden crudos por dentro y que luego se desinflen) incorporar bolitas de masa hechas con la ayuda de dos cucharillas de postre. No conviene poner muchas de cada vez para evitar que baje la temperatura del aceite (si fuera así, los buñuelos absorberán más aceite y se abrirán); además han de quedar holgadas para que la masa pueda darse la vuelta por sí sola a medida que se fríe. Sacar los buñuelos a un plato con papel de cocina para que absorba el exceso de aceite y antes de que se enfríen, rebozar en azúcar blanquilla

Degustar templados o a temperatura ambiente.

A comer.

miércoles, 15 de julio de 2020

Cuatro cuartos con mermelada y chocolate


El golosón de mi pareja me ha hecho la ola con este pastel. Y es que a él, que todos los postres que hago le parecen ricos pero siempre poco dulces, éste, con la mermelada y el chocolate, le ha encantado. Vamos, que me ha dicho “por fin un dulce-dulce”. Así que lo he hecho tan feliz con un simple bizcocho cuatro cuartos, un básico clásico de la gastronomía, que con el relleno y la cobertura se convierte en un pastel de fiesta con el que siempre se queda bien.

A pesar de ser un bizcocho básico, que parece que todo el mundo tendría que hacer igual, se encuentran diversas recetas para su elaboración: algunas baten huevos y azúcar y luego incorporan la margarina o mantequilla y la harina, en ese orden o al revés y otras baten huevos y mantequilla y luego incorporar azúcar y harina, las hay que separan los huevos en claras y yemas y otras que los utilizan enteros, unas llevan impulsor químico y otras no y por último, se incorporan o no aromatizantes según qué receta. O sea, que como suele decirse, para gustos los colores. A mí me parece que la forma que utilizo yo es la más sencilla y para este pastel no añadí aromatizantes porque quería un sabor neutro ni impulsor, pues al batir tanto los huevos me parece innecesario para un bizcocho de este tamaño. Cosa distinta es que se quiera hacer un bizcocho con muchos huevos (alguna vez he preparado un bizcocho similar con diez huevos) y entonces ahí sí, viene muy bien la ayuda del impulsor químico pues es inevitable que el batido de huevos pierda aire al integrar tanto peso de margarina y harina.

Ya sé que ahora da mucha pereza encender el horno, pero también planchar y si aprovechamos el fresco de la mañana para la plancha, ¿porqué no también para encender el horno? Además la plancha no plancha sola (por desgracia) pero el horno sí hornea solo, con lo que no tenemos que estar encima de él, salvo maniáticas como yo que lo miramos cada diez minutos...

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.


INGREDIENTES:


* Para el bizcocho:


4 huevos a temperatura ambiente

el peso de los huevos sin cáscara, de harina

el peso de los huevos sin cáscara, de azúcar

el peso de los huevos sin cáscara, de margarina vegetal


* Para la cobertura:


175 gr. de mermelada de arándanos rojos

165 gr. de chocolate de cobertura con un 56% de cacao

100 gr. de nata con un 18% de materia grasa (de la de cocinar)

granillo de colores para decorar (optativo)


* Y además:


una batidora planetaria con accesorio batidor o unas varillas eléctricas

papel sulfurizado

un molde de plum cake de 27 cm. de largo por 11 cm. de ancho (medidas de la base) y 8 cm. de alto o un molde de 1'650 litros, mínimo, de capacidad



ELABORACIÓN:


NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

* Del bizcocho:

Humedecer el molde con agua y forrar el interior con papel sulfurizado. Humedecer también éste, una vez colocado, para que resulte más fácil acomodarlo al molde. Reservar.

Precalentar el horno a 200º C, con calor arriba y abajo.

Cascar los huevos en el bol de la amasadora o en un cuenco amplio (si se utilizan varillas eléctricas) y pesarlos.

Pesar el mismo peso de margarina. Ponerla en un cazo y calentar a fuego muy bajo para que se licue. Retirar del fuego cuando aún quede algo de margarina semi sólida (terminará de derretirse con el calor residual) y dejar enfriar a temperatura ambiente. Reservar.

Pesar el mismo peso de harina y tamizar. Reservar.

Pesar el mismo peso de azúcar y añadirlo a los huevos.

Colocar el cuenco en su posición en la amasadora, poner el accesorio batidor y batir a velocidad alta hasta que la mezcla blanquee, duplique su volumen y alcance el punto de cinta (*) o bien batir con las varillas eléctricas hasta que la mezcla de huevos y azúcar alcance el punto requerido.

Agregar de una sola vez la margarina e integrar someramente con una espátula, con movimientos suaves y envolventes, de abajo hacia arriba, para que la mezcla de huevos no pierda volumen.

Incorporar la harina de dos o tres veces e integrarla de la misma manera.

Verter la mezcla en el molde, bajar la temperatura del horno a 180º C y poner el calor sólo por abajo, colocar la rejilla en la segunda posición empezando por abajo e introducir el molde en el horno.

Hornear 40 minutos. Comprobar el punto de cocción pinchando el centro del bizcocho con una brocheta: debe salir seca. Si no fuera así, prologar la cocción otros cinco minutos y volver a comprobarla antes de finalizar el horneado.

Sacar el bizcocho del horno. Desmoldar inmediatamente con la ayuda del papel y con cuidado de no quemarse y colocar boca abajo en una rejilla. Quitar con delicadeza el papel sulfurizado y dejar que el bizcocho se enfríe completamente.

Una vez el bizcocho esté bien frío (yo lo suelo envolver en papel film y lo dejo hasta el día siguiente para que esté bien asentado), cortar en dos a lo largo.

Templar ligeramente la mermelada en el microondas para hacerla más fluida y extenderla uniformemente sobre la plancha de bizcocho que se va a utilizar de base, que será la parte del bizcocho que al hornear era la de arriba, y por el lado del corte. Colocar encima la otra parte de bizcocho, con el corte sobre la mermelada, presionar ligeramente para nivelar el relleno y llevar al frigorífico en lo que se prepara la cobertura, así la mermelada volverá a adquirir solidez y evitará que la parte superior del bizcocho se mueva.

* De la cobertura:

Picar el chocolate a cuchillo o con un procesador de alimentos o rallar con un rallador, dejándolo lo más fino posible para que sea más fácil de fundir. Reservar.

Disponer la nata en un cacito y llevarla al fuego. Calentar a fuego medio removiendo de vez en cuando y retirar del fuego justo antes de que rompa a hervir. Volcar inmediatamente sobre el chocolate, dejar unos segundos y remover posteriormente con una lengua de cocina hasta que el chocolate se funda completamente. Hay que trabajar deprisa para evitar la que cobertura se enfríe y pierda fluidez.

Sacar el bizcocho del frigorífico, colocar cobre una rejilla con un plato grande debajo y cubrir de forma uniforme con la cobertura. Alisar someramente la parte superior procurado dejar una capa de cobertura un poco gordita y alisar igualmente los laterales dejando una capa fina de chocolate.

Antes de que la cobertura de enfríe del todo, distribuir por encima el granillo de colores para que quede pegado pero no se funda con el calor.

Dejar enfriar por completo y servir.

A comer.

(*) A SABER:

El punto de cinta es aquél que alcanza el batido cuando al levantar las varillas y caer la mezcla, ésta cae d forma fluida, lisa y continua, formando un dibujo que tarda en desaparecer unos segundos. También recibe el nombre de punto de letra.




viernes, 10 de julio de 2020

Huevos rellenos


Estos son LOS huevos rellenos que toda la vida se hicieron en casa de mi madre. Cuando nos decía que había huevos rellenos para comer, era siempre ésta receta. El resto de huevos rellenos llevaba “apellido”, es decir, eran huevos rellenos de gambas o huevos rellenos rebozados, por ejemplo, pero cuando eran huevos rellenos a secas, eran éstos. ¡Y qué ricos, así con un par de ingredientes nada más! Y es que los huevos rellenos están buenos con cualquier cosa, poco o mucho, da igual, siempre gustan. Creo que no conozco a nadie a quien no le gusten. Siempre habrá alguien, seguro, pero posiblemente poca gente.

Yo los preparo todo el año, pues son fáciles, rápidos, los ingredientes son muy comunes y habituales en la despensa y los puedes dejar preparados el día antes a falta de ponerles la mayonesa y bien cubiertos con papel film para que no se sequen. Un plato sin complicaciones, del tipo de recetas con las que uno se inicia en la cocina. Casi es más difícil pillarle el punto de cocción a la pasta…

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.




INGREDIENTES:


5 huevos tamaño L

80 gr. de pimiento rojo asado

80 gr. de atún en aceite (peso escurrido)

salsa mayonesa

leche desnatada (optativo)



ELABORACIÓN:


Poner una cazuela al fuego con suficiente agua para cubrir los huevos y llevar a ebullición. Cuando rompa el hervor, añadir un puñado de sal gruesa e introducir los huevos (mejor si están a temperatura ambiente) con cuidado para que no se rompan. Cocerlos 15 minutos contados desde que el agua vuelva a hervir.

Una vez finalizado el tiempo de cocción, sacar los huevos a un bol con agua muy fría, incluso con hielo, para detener la cocción y facilitar después la eliminación de la cáscara. Dejar enfriar completamente.

Escurrir el pimiento rojo asado si tuviera jugo y picar menudo. Añadir el atún escurrido y desmenuzado.

Pelar los huevos. Pasarlos por un chorro de agua para eliminar posibles restos de cáscara, secar con papel de cocina y cortar a lo largo. Disponer claras y yemas por separado, reservando una yema y media o dos y machacar el resto de las yemas con un tenedor. Añadirlas al pimiento y al atún y mezclar todos los ingredientes hasta homogeneizar.

Rellenar el hueco de las claras con esta farsa. Añadir más relleno por toda la superficie plana de las claras dándole forma abombada como si fuera la otra mitad del huevo y colocarlos en una fuente de servir con el relleno hacia abajo. Distribuir por encima mayonesa al gusto, aligerada con un poco de leche desnatada si fuera muy espesa. Rallar las yemas reservadas y espolvorear por encima de los huevos.

Refrigerar treinta minutos y servir.

A comer. 





domingo, 5 de julio de 2020

Tortitas de avena con fiambre de jamón de pavo y pimiento asado y con calabacín, tomate y anchoa


Pensando en cómo darle salida a los copos de avena en una receta salada y aprovechando que me habían sobrado unas rodajas de calabacín y de tomate que había cortado para una pizza la noche anterior, que tenía un aguacate muy maduro, unos pimientos asados caseros descongelados ya desde hacía días y un resto de crema agria ligera, se me ocurrió preparar estas tortitas, que más de restos no pueden ser, la verdad, aunque bien es cierto que admiten cualquier cosa que les pongas encima, pues tienen un sabor bastante neutro.

No he puesto cantidades pues las hice con lo que me había sobrado, de hecho, una de ellas quedó un poco escasa de calabacín, pero no tenía más. También como éste lo había cortado para otra cosa, estaba un poco gordito y creo que hubiera quedado mejor más fino.

Si habéis asado en casa alguna vez pimientos rojos, sabréis que una vez hechos sueltan mucho jugo, más cuanto más maduros están y que tiene un sabor muy rico. Casi todos los años hago pimiento asado en conserva y el jugo que me sobra también lo meto en conserva, en tarritos pequeños, pues da un sabor tremendamente bueno a los guisos de carne. Por eso unas tortitas están hechas con el jugo de los pimientos que tenía descongelados, que por cierto, es la primera vez que los congelo en vez de envasarlos y no me ha satisfecho excesivamente el resultado. En caso de utilizar pimiento asado de lata, cambiar el jugo de los pimientos por leche.

Y como la receta de hoy es casi cien por cien de aprovechamiento, es mi aportación de este mes al proyecto de Marisa 1+/-100, desperdicio 0
donde cada mes se reúnen recetas e ideas muy interesantes enfocadas a evitar el desperdicio y fomentar la reutilización.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:

Para cuatro tortitas

* Para las tortitas:

45 gr. de copos de avena suaves

1 huevo talla M

70 ml. de leche desnatada

70 ml. de jugo de pimiento asado (o leche, en su defecto)

mantequilla

* Relleno 1:


pimienta negra molida

pimiento rojo asado

fiambre de jamón de pavo

mantequilla

* Relleno 2:

50 gr. de pulpa de aguacate madura

20 gr. de cebolleta

1 tsp. de zumo de limón

sal

1/2 tomate de pera

calabacín

mantequilla

2 anchoas en aceite

aceite de las anchoas

* Y además:

1-2 aros de emplatar de 8 cm. de diámetro



ELABORACIÓN:


* De las tortitas:

Batir el huevo como para tortilla y mezclarlo con la avena. Dejar reposar 5 minutos para que ésta se hidrate, dividir la mezcla en dos y añadir a una parte la leche y a la otra el jugo de pimiento asado o leche. Tapar ambos recipientes y dejar reposar 15 minutos.

Si se va a trabajar con dos aros de emplatar, poner en el fuego una sartén lo suficientemente grande para que quepan ambos. Añadir un poco de mantequilla y calentar a fuego medio. Engrasar ligeramente el interior de los aros de emplatar (o del aro, en caso de utilizar uno solo) con mantequilla y colocarlos en la sartén una vez alcance temperatura. Distribuir la mezcla de avena y leche entre los dos aros y cocinar 3-4 minutos. Con la ayuda de un cuchillo de punta roma, despegar con cuidado la tortita del aro de emplatar: si al intentar despegarla se estropea el borde porque aún está poco cuajada, cocinar otro minuto y volver a intentarlo, así hasta que se despegue sin estropearse y siempre con la ayuda del cuchillo. Quitar los aros de emplatar, dar la vuelta cuidadosamente a las tortitas con una espátula, añadir otro poquito de mantequilla y cocinar otros 3 minutos. Sacar a un plato y reservar.

Limpiar el interior de los aros, volver a engrasar con mantequilla y proceder de la misma manera con la mezcla de avena y jugo de pimiento asado.

* Del relleno 1:

Cortar groseramente el fiambre de jamón de pavo y dorar ligeramente en la sartén con un poco de mantequilla. Sacar a un plato y reservar.

Escurrir el jugo del pimiento asado, si es casero o el agua de vegetación si es en conserva. Cortar dos o tres tiras no más largas que las tortitas.

Disponer crema agria ligera al gusto en cada una de las dos tortitas de la mezcla de avena y leche, añadir generosa pimienta negra molida, distribuir encima el pimiento rojo asado y seguidamente el pavo. Emplatar.

* Del relleno 2:

Disponer en el vaso de la batidora de brazo la cebolleta picada pequeña, el aguacate partido en tres o cuatro trozos, el zumo de limón y sal al gusto. Triturar con la batidora hasta conseguir una mezcla más o menos homogénea, según gusto. Reservar.

Lavar el tomate y cortar cuatro rodajas finas. Reservar.

Cortar el calabacín en rodajas finas (de cuatro a seis, según tamaño) y cocinarlo a la plancha en una sartén con un poco de mantequilla. Debe quedar crujiente. Reservar.

Poner salsa de aguacate y cebolla al gusto en cada una de las dos tortitas de avena y jugo de pimiento asado (sobrará salsa). Colocar encimar el calabacín, seguidamente el tomate y por último, una anchoa en aceite. Regar cada tortita con unas gotas del aceite de las anchoas y emplatar.

A comer.



miércoles, 1 de julio de 2020

Mollejas (cachuelas) de pollo con almendras


Hoy toca casquería, que hacía ya tiempo que no traía una receta y no será porque en casa no la consumamos. Tampoco digo que la comamos todos los días, pero seguro que con más frecuencia que en muchos hogares de personas que por su edad podrían ser mis hijas, pues creo que es un producto que mi generación está bastante más acostumbrada a comer que las más jóvenes.

He preparado las mollejas (o cachuelas, como le dicen aquí) en una cazuela convencional y la verdad que tardan una barbaridad en hacerse, yo que estoy acostumbrada a la olla rápida WMF Perfect no veía el momento de apagar el fuego. Cuando repita la receta la haré en esa olla con diez minutos de cocción a presión y quince más destapada una vez agregue el beicon, el pan rallado y las almendras, de esta manera las mollejas estarán tiernas antes y al agregar el resto más tarde, ni se pegará la salsa como consecuencia del pan ni se ablandaran en exceso el beicon y las almendras.

A propósito de estas últimas, las he picado gorditas para que se notaran bien, pero si no gusta encontrarlas por el guiso, habrá que picarlas más menuditas.

La salsa, que queda espesa, es una tentación con una barra de pan al lado. Ya estáis avisadas.

Es preferible hacer el guiso el día antes, pues mejora considerablemente con el reposo.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:


1 kgr. de mollejas de pollo

50 gr. de almendra repelada cruda

2 tbs. de pan rallado

50 gr. de beicon ahumado en un trozo

80 gr. de cebolla

65 gr. de puerro (incluyendo un poco de la parte verde)

65 gr. de pimiento verde

1/2 tsp. de albahaca seca

1 pastilla de caldo de pollo

200 ml. de agua

sal

AOVE



ELABORACIÓN:


Lavar las mollejas minuciosamente bajo el grifo de agua, retirando los posibles restos de grasa, piel y suciedad. Dejar que escurran en un escurridor.

Lavar el pimiento verde, eliminar los nervios interiores y semillas y cortar en cuadrados pequeños. Reservar.

Eliminar raíces y hojas exteriores de cebolla y puerro. Cortar la primera en plumas finas y el segundo en rodajas finas. Reservar ambas hortalizas junto con el pimiento verde.

Picar el beicon en taquitos regulares y reservar.

En una sartén sin aceite, tostar las almendras hasta que empiecen a dorarse y a desprender olor a almendra tostada. Sacar a un plato y picar groseramente con un cuchillo afilado cuando se enfríen. Reservar.

En la misma sartén, tostar el pan rallado hasta que se dore, removiendo constantemente para que se tueste de manera uniforme y con cuidado de que no se queme. Una vez tostado, sacar al recipiente de las almendras picadas y mezclar. Reservar.

Disponer un fondo de aceite de oliva virgen extra en una cazuela y llevar al fuego. Freír el beicon a fuego medio hasta que empiece a dorarse y haya soltado toda la grasa. Sacar de la cazuela y reservar en un plato.

Incorporar a la cazuela donde se ha frito el beicon, la cebolla, el puerro, el pimiento verde y un poco de sal y cocinar a fuego medio y tapado hasta que la cebolla empiece a ponerse transparente. Subir el fuego, agregar un poco más de aceite e introducir las mollejas. Rehogar el conjunto hasta que las mollejas cambien de color, entonces, añadir el agua, la pastilla de caldo de pollo desmenuzada y la albahaca seca.

Cocinar tapado a fuego medio-bajo durante cuarenta y cinco minutos, removiendo de vez en cuando. Agregar el beicon frito, las almendras y el pan rallado y continuar la cocción (siempre con la tapadera puesta) otros quince minutos o hasta que las mollejas estén tiernas, vigilando el nivel de líquido y la cocción ya que una vez añadido el pan, el guiso tiende a pegarse.

Si la salsa quedara demasiado espesa, añadir agua al gusto, dar un último hervor, rectificar de sal si procede y servir.

Mejoran de un día para otro.

A comer.