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lunes, 9 de octubre de 2023

Huevos rellenos de langostinos y manzana

Recuerdo de cría oír decir a los mayores “el tiempo está loco” cuando el tiempo meteorológico no coincidía con el que correspondía a la fecha del calendario. Y yo añadiría ahora “de atar”, pues hay que ver lo largo y caluroso que está siendo el veranillo de San Miguel, que también me trae loca a mí, que hace cosa de tres semanas andábamos por aquí pelaos de frío, que hasta en casa nos planteamos poner un rato la calefacción porque ya se había quedado helada y aunque hacía fresco en la calle se estaba más calentito fuera que dentro. Que guardé casi toda la ropa y calzado de verano y saqué una mantita para la cama, no digo más. Estaba yo tan contenta (ya os he comentado que prefiero el frío al calor), preparando los primeros platos de cuchara, señal inequívoca en mi casa de la llegada del mal tiempo, lamentando únicamente que por estos lares casi no hay otoño y se pasa muy deprisa al largo invierno, pero sin llevarme mal rato, no vayáis a creer, pues una de las cosas que más me gustan es salir a la calle uno de los muchos y muy luminosos días de invierno, sentir el aire frío en la cara y ver la inmensidad de un cielo intensamente azul y sin nubes. Y es que para mí, los cielos de Castilla son los más hermosos, pues al tener un clima seco suele haber pocas nubes y poseen un color que he visto en pocos sitios, tal vez en los Pirineos, pero ahí, al estar entre montañas, no se ve tanto cielo como en la meseta. Y por supuesto, los cielos invernales sobre los veraniegos, en esta época la luz atenúa bastante su color, mientras que en invierno, la incidencia de los rayos solares da como resultado un cielo profundamente azul. Además, una de las ventajas de vivir en un zona rural poco poblada es que el índice de polución es bajísimo, con lo que disfrutamos de unos cielos muy limpios.

El descalabro climático ha hecho que vuelva a sacar la ropa de verano y las sandalias, que la manta esté recogida todas las noches a los pies de la cama, que me pase casi todo el día abanico en mano diciendo “ay qué calor” y que vuelvan a predominar en mi mesa los platos fríos. Y para muestra, un botón: huevos rellenos de langostinos y manzana, fáciles, rápidos, de sabor suave y llenos de texturas. Creo que no necesitan más presentación, los huevos rellenos son de esos platos en los que la mayor dificultad suele ser que no se estropeen mucho al pelarlos, pero por lo demás y si son una elaboración fría, se hacen en un plis y no hace falta técnica culinaria alguna. Éstos os van a gustar mucho, seguro.

A los que cojáis el puente de El Pilar, que lo disfrutéis mucho, aunque dicen que va a cambiar el tiempo y parece que ahora sí, se va a poner otoñal. Y a los que no, disfrutadlo también en vuestro lugar de residencia, que tampoco hace falta irse al quinto pino para sacarle el jugo a la vida. En el trabajo lo hemos sorteado y he tenido suerte en el sorteo y como afortunadamente mi pareja ha podido organizarse en su trabajo para también poder disfrutarlo, nos iremos fuera. Nos vamos a mojar, lo sé, y además parece ser que mucho, pero con el año de sequía que llevamos, va a ser tan emocionante como una atracción de feria.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

5 huevos tamaño L, a temperatura ambiente

60 gr. de langostinos cocidos, pelados

30 gr. de manzana roja sin piel u otra dulce de textura crujiente

2 tsp de cebollino fresco picado, más un poco para decorar

60 gr. de salsa cocktail (comercial)

salsa Tabasco

sal gruesa

sal fina (optativa, no le he puesto)

ELABORACIÓN:

Poner una olla al fuego con suficiente agua para cubrir los huevos y llevar a ebullición. Cuando rompa el hervor, añadir un puñado de sal gruesa e introducir los huevos con cuidado para que no se rompan. Cocerlos 14 minutos contados desde que el agua recupere el hervor.

Una vez finalizado el tiempo de cocción, sacar los huevos a un bol con agua muy fría, incluso con hielo, para detener la cocción y facilitar después la eliminación de la cáscara. Dejar enfriar completamente.

Pelar los huevos cuando estén fríos. Pasarlos por un chorro de agua para eliminar posibles restos de cáscara, secar con papel de cocina y cortar a lo largo. Reservar claras y yemas por separado, tapadas y en la nevera hasta el momento de usar.

Picar los langostinos en trozos pequeños. Picar la manzana en trozos más pequeños que los langostinos. Dejar a un lado.

Disponer las yemas, reservando una para decorar, en un plato hondo. Machacar con un tenedor y agregar los langostinos y la manzana. Mezclar hasta que se integren correctamente todos los ingredientes.

Poner en un cuenco la salsa cocktail y agregar salsa Tabasco al gusto, la suficiente para que esté ligerísimamente picante para compensar el dulzor de la manzana pero sin que anule el resto de sabores. Añadir el cebollino y mezclar. Verter sobre la farsa de yemas e integrar. Rectificar de sal, si procede (no le he puesto), tapar y reservar 30 minutos en frigorífico para que los sabores se asienten.

Rellenar el hueco de las claras con la farsa. Añadir más relleno por toda la superficie plana de las claras dándole forma abombada como si fuera la otra mitad del huevo y colocarlos en una fuente de servir con el relleno hacia arriba. Rallar la yema reservada y espolvorear por encima de los huevos. Decorar con un poco de cebollino y servir.

A comer.

lunes, 3 de octubre de 2022

Barquitas de langostinos, surimi y piña

El veranillo de San Miguel ha hecho honor al refranero y nos está regalando unos días muy cálidos, por no decir calurosos, que 28º C en las horas centrales del día para mí ya es mucho calor, tan cálidos que yo, que ya tenía para guardar toda la ropa de verano, me he visto obligada a tirar de alguna prenda, pues con las de medio tiempo o mid season como se dice ahora, paso un calor que ya creía haber despedido hasta el año próximo. Vamos, que tengo trastocado el armario, que hace dos días puse una mantita fina en la cama porque las noches eran ya algo más que frescas y ahora me sobra y a la hora de planificar las comidas, tres cuartos de lo mismo, que ya estaba pensando en platos de cuchareo y de repente ha habido que cambiar el chip y volver a los platos fríos, que apetecen mucho más que un pote de patatas, no por lo ricas, que se entienda, sino porque un plato tan caliente y con fundamento como diría aquél, pues como que no.

En uno de esos cambios de menú de última hora, me acordé de este plato. Lo preparo de vez en cuando porque lleva ingredientes que siempre tengo en casa, es muy fácil, nada entretenido y está muy rico. A veces lo presento en el plato sin más florituras pero en otras ocasiones lo preparo como hoy os enseño. Está pensado para comerlo con la mano y en un par de bocados, así que os aconsejo utilizar las hojas centrales de los cogollos de lechuga y no cargarlas demasiado, porque si no no aguantarán el peso de los ingredientes con el peligro de convertirse, al primer mordisco, en un desastre de langostinos y surimi.

Conviene preparar el relleno con antelación, así los sabores de unifican e intensifican, sobre todo el sabor a mar de los langostinos y el dulce y ácido a la vez de la piña. No le pongo sal, la que ya aportan el marisco, el surimi y las salsas es más que suficiente, pero probadlo antes, por si acaso para vuestro paladar resultara soso.

No es una receta nueva, ni original, pero siempre gusta.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

180 gr. de langostinos cocidos, peso pelados

120 gr. de surimi

100 gr. de piña en su jugo, escurrida

2 huevos cocidos tamaño L, sin cáscara

95 gr. de salsa cocktail (o rosa)

65 gr. de mayonesa

1/2 tsp de salsa Worcestershire

2 tsp del jugo de conservación de la piña

la punta de un cuchillo de pimienta blanca molida, generosa

cogollos de lechuga

ELABORACIÓN:

Picar los langostinos, la piña y los huevos cocidos en trozos pequeños de tamaño similar. Reservar.

Desenrollar los palitos de surimi y cortas en tiras de 2x0'4 cm., aproximadamente. Reservar.

Disponer en un bol las salsas cocktail, mayonesa y Worcestershire, el jugo de piña y la pimienta blanca. Remover para integrar y agregar langostinos, piña, huevos y surimi. Mezclar el conjunto, tapar y llevar al frigorífico al menos media hora para que tome sabor.

Separar las hojas de los cogollos de lechuga. Lavar y secar con papel de cocina. Disponer en cada hoja una o dos cucharadas de la farsa fría de langostinos, según tamaño y servir inmediatamente.

A comer.

miércoles, 30 de marzo de 2022

Langostinos al whisky

Acabo de escuchar una canción y no se me va el estribillo de la cabeza “Y yo, y yo, un pagafantas... Y yo, y yo, un pagafantas...” Qué molesto puede llegar a ser ésto a veces; tratas de concentrarte en algo y ahí se te cruzan las estrofitas, te pones a hacer lo que sea y en tu cabeza resuena de música de fondo el estribillo de forma machacona e insistente. Y si la canción te gusta, esa especie de gota china es más llevadera, pero si no... A veces, para que mi cabeza se distraiga pongo algo de música, pero no siempre puedo pues para algunas tareas necesito silencio absoluto, como por ejemplo, escribir un post o leer, si no, no consigo concentrarme en lo que estoy haciendo. Cuando pienso en todos los libros que me he leído en el metro, incluso he leído por la calle, en el trayecto entre mi casa y la boca del metro, ahora no podría, me distrae cualquier ruidito o nada, que no me hace falta ni el vuelo de una mosca para que se me vaya la especie. La falta de concentración va por temporadas, pero ésta última se está alargando más que otras y sospecho que quiere quedarse de forma permanente. Espero que no, a ver si cambia, como el tiempo, pues afecta a muchos aspectos de mi vida, incluido este rinconcito.

Esta falta de concentración también la noto en la cocina. En condiciones normales, con tres o trescientos ingredientes preparo una receta en un plis. Ahora me quedo mirando el ingrediente principal esperando que me hable y me diga cómo quiere ser cocinado y no sé si es que los tengo cabreados, me han cogido manía o vaya usted a saber por qué, pero el caso es que no me dicen ni mu. Así que rebusco entre papelotes, revistas, libros, móvil y portátil hasta que encuentro una receta que me guste y se me acomode a los ingredientes de los que disponga en ese momento. En una de esas búsquedas encontré esta receta, sencilla y deliciosa, que he ido adaptando hasta dejarla a nuestro gusto. Me viene genial para cuando necesito una receta rápida, pues siempre tengo langostinos en el congelador, nata en la despensa y whisky en el mueble-bar. Hablando de éste, mis langostinos están bastante borrachos, vamos, que saben a whisky, así que, aunque no os voy a decir que utilicéis un Chivas de 12 años para cocinarlos, por favor, tampoco me uséis una marca blanca por muy buena que sea, que el licor es el alma de este plato y según sea aquél, así resultará éste.

No tiréis las cáscaras y cabezas de los langostinos. Cocedlas cinco minutos con el agua justa para cubrirlas, dejadlas en infusión tapadas hasta que se enfríen, colad el caldo y utilizadlo para dar sabor a sopas, arroces o pastas, ya veréis qué rico. Y si en ese momento no os va bien, congeladlo debidamente etiquetado, que ya se os presentará la ocasión de usarlo.

Tal vez alguien se pregunte si nunca tuve un tropezón al ir leyendo por la calle; pues no, jamás, la calle era ancha, poco transitada y la conocía de memoria. Eso sí, nunca conseguí bajar las escaleras del metro como una vedette, sin mirar los escalones. Si sentís curiosidad por la canción que me ha estado machacando el cerebro, podéis escucharla aquí, es más, os invito a hacerlo.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para dos raciones:

20 langostinos grandes crudos (unos 500 gr.) frescos o descongelados, peso sin pelar

40 gr. de cebolleta o cebolla tierna

60 ml. de whisky

60 gr. de nata con un 18% de materia grasa

10 gr. de salsa de tomate casera espesa

una rama grande de perejil fresco (sólo las hojas)

AOVE

sal

pimienta blanca molida

ELABORACIÓN:

Pelar y desvenar los langostinos. Reservar.

Pelar la cebolleta y picar en mirepoix. Reservar.

Lavar y secar el perejil. Picar las hojas y reservar.

Poner un fondo de aceite de oliva virgen extra en una sartén. Llevar al fuego y cuando esté caliente, añadir la cebolleta y una pizca de sal, tapar y pochar a fuego bajo hasta que la cebolla se torne transparente.

Subir un poco el fuego y agregar los langostinos. Saltear justo hasta que cambien de color y añadir el whisky. Llevar a ebullición y cocer a fuego suave un minuto para evaporar el alcohol. Agregar la nata, la salsa de tomate, el perejil picado y una pizca de pimienta blanca molida y continuar la cocción hasta que espese y reduzca un poco, unos tres minutos .

Rectificar de sal y servir inmediatamente.

martes, 25 de enero de 2022

Paté picante de mejillones y atún

Paté de mejillones y atún. Receta simple donde las haya, de esas de juntar todo, triturar y listo, pero por muy facilona que sea, si no la has hecho nunca, necesitas una receta o al menos unas directrices que te orienten para hacerla. Y es que a veces no nos acordamos que cuando empezamos a hacer nuestros pinitos en la cocina alguien nos enseñó o ayudó o leímos cómo hacer una receta o la vimos cocinar en la tele, porque nadie nace enseñado ni en ésto ni en nada, distinto es que se tengan habilidades para algo, a veces tan extraordinarias que parece que los conocimientos se han adquirido por ciencia infusa, pero que la sapiencia nos moja como lluvia caída del cielo, pues me vais a permitir que lo dude.

Os cuento ésto porque mi compañero de trabajo R, treintañero muy majete que se acaba de independizar y que nunca había frito un huevo (literal) porque no había tenido la necesidad de hacerlo, quiso hacer el otro día uno en la plancha eléctrica y se encontró con la primera dificultad: cascar el huevo sin hacer un estropicio. El chaval, que tiene en las manos toda la fuerza que a mi me falta, lo cascaba con tanta que hacía migas la cáscara, rompía la yema y ponía la encimera perdidita de restos de huevo. Yo hubiera hecho una llamada telefónica de socorro a mi madre, porque en mis tiempos no había internet, pero él, hijo de la era digital, buscó en el móvil “cómo cascar un huevo” (y no morir en el intento, eso es un añadido mío) y se empapó de vídeos explicativos que según confesó no le sirvieron para nada pues se quedó sin huevos antes de conseguir su objetivo.

Nos reímos mucho al día siguiente cuando nos lo contó en la oficina. La verdad que se lo tomó con mucho humor pues os podéis imaginar las bromas a cuenta de “los huevos de R” que tuvo que soportar esa mañana, pidiéndonos consejo a todos sobre la mejor forma de cascar un huevo y consultándonos sobre si tendría suficiente con seis o necesitaría una docena para practicar y los días sucesivos, comentando los resultados y enseñándonos fotos de sus prácticas hueveriles. Y el orgullo con el que nos mostró en el grupo de whatsapp de la oficina el primer huevo que consiguió cocinar, con una pequeña pérdida de clara ocurrida después de un ligero percance, pero al menos un huevo que se pudo comer, aunque siguiendo con la broma pensó en ponerle nombre y no comérselo, tan mono le quedó. Ahora, cada vez que R abre el explorador del móvil, le asaltan tantos vídeos de “cómo cascar un huevo” que va a poder hacer un doctorado, jajaja...

Y como nadie nace sabiendo, aquí os dejo esta sencilla y muy rica receta de paté picantito de mejillones y atún. No pica mucho, pero tiene su puntito. Si lo preferís dulce, utilizad sólo mejillones en escabeche normal y al contrario, si os gusta lo picante, ponedlos todos picantes e incluso si vuestro nivel de tolerancia al picante es alto, ponedle un poco de Tabasco, estará buenísimo. La textura es cremosa, lo suficiente para mojar unos picos de pan sin que escurra pero lo suficientemente denso como para resultar untable. Si os gusta con más cuerpo, omitid la adición de la salsa de escabeche.

Aunque en la receta no se diga, se entiende que tanto los mejillones como el atún son en conserva.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

68 gr. de mejillones en escabeche picante (peso escurrido)

68 gr. de mejillones en escabeche dulce (peso escurrido)

60 gr. de atún en aceite (peso escurrido)

30 gr. de queso crema (tipo Philadelphia) bajo en grasa, a temperatura ambiente

10 ml. de la salsa de escabeche picante

ELABORACIÓN:

Escurrir los mejillones picantes y reservar la salsa de escabeche. Eliminar los posibles restos de biso y cáscaras e introducir en el vaso de la batidora de brazo.

Escurrir los mejillones dulces y desechar la salsa de escabeche. Eliminar los posibles restos de biso y cáscaras e incorporar al vaso de la batidora de brazo.

Escurrir el atún de su aceite, desechar éste e introducir el atún en el vaso de la batidora de brazo, así como el queso crema.

Batir con una cuchara el escabeche picante reservado, tomar 10 ml. y añadir al vaso de la batidora. Triturar el contenido del vaso con la batidora de brazo hasta conseguir una crema fluida, fina y homogénea.

Verter la crema en un recipiente, tapar y llevar al frigorífico al menos una hora para que tome cuerpo y se asienten los sabores.

Servir fresco con picos o pan tostado.

A comer.

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Albóndigas chatas de salmón y mejillones

Ya os he contado más veces que siempre pido en la pescadería que me dejen las cabezas y espinas de los pescados. Siempre se puede sacar algo de ellas, a veces mucho y en otras ocasiones sólo para un caldo, pero siempre-siempre se pueden aprovechar. Clara muestra de ello es la receta de hoy: el salmón está obtenido de la cabeza, de la parte superior de los lomos que pedí los sacaran limpios y de las espinas de uno grande que compré y que con paciencia y un buen cuchillo limpié hasta sacarle toda la carne, tampoco es que me llevara mucho tiempo, no creáis, con un cuchillo bien afilado y la práctica que ya tengo, tardo poquito y el caldo lo había hecho con otras espinas y cabeza de pescado blanco, bacalao creo y que tenía congelado, Normalmente con el caldo suelo preparar sopa, pero también lo congelo cuando así me conviene (hago lo mismo con los huesos del pollo), de tal forma que casi siempre tengo caldo casero en el congelador, sin sal, para que congele mejor y sin grasa, para evitar que se enrancie y dé mal sabor al caldo. Los mejillones también eran otro resto, que por sí solos de poco me servían, salvo para sopa (otra vez), pero que me vinieron muy bien para darle más saborcillo a las albóndigas. Como alegría también les dan las cayenas, pues quedan picantitas, no os lo voy a negar, pero lo mismo que se le pueden poner tres, como hice yo, se puede prescindir de ellas, van a estar igual de ricas.

Y ahora os voy a contar un secreto: mi intención era hacer las albóndigas redondas, pero la masa es tan suave y tierna que apenas mantenían la forma y la primera que hice de prueba, porque ya veía yo que aquéllo iba por mal camino, al salir de la sartén había quedado plana por abajo y abollada por arriba y a ver luego cómo se sostenía al darle la vuelta al cocerlas. Solución: la del viejísimo chiste “mamá, qué hay de comida; albóndigas; yo quería filetes rusos; (plaf) toma, filetes rusos”, las aplané ligeramente y tan monas que quedaron. Mejor así además, porque con esa forma se puede hacer una cocción más corta, evitando así secar en exceso el pescado y obteniendo unas albóndigas muy tiernas y jugosas.

Como os digo, la masa es muy tierna, así que manipuladla lo mínimo. No hace falta que las aplanéis en exceso al formarlas, pues al freírlas se van a achatar otro poquito. Lo mejor es que hagáis una de prueba como yo, que tampoco es obligatorio, que se trata más de una cuestión estética que de otra cosa. Conviene humedecerse la manos para formarlas y mejor aún, si tenéis guantes de nitrilo de uso alimentario, os facilitará tremendamente la tarea, pues la masa apenas se pega a ellos. Si los usáis, recordad que también los tenéis que humedecer ligeramente.

Es primero de mes y toca cita con el proyecto 1+/-100 desperdicio 0, proyecto que mensualmente gestiona Marisa desde su blog Thermofan e ideado para reducir el desperdicio de alimentos y fomentar el reciclaje y reutilización en general.

Como ya os he dicho en más ocasiones, que no os oiga decirle al pescadero que os tire las espinas, que no será porque no os dé ideas para aprovecharlas, que en el blog tenéis más de una y si a lo mejor habéis sido un poco caprichosill@s y se os ha ido la mano con el black friday, lo compensáis con estas albóndigas chatas, que no sólo están muy ricas, sino que además salen tremendamente baratas. Y que seguro les gustan a los más anti-pescado de la casa, porque, como una vez me dijo un invitado a comer, “si el pescado no tiene raspas, sírveme, por favor”.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para 10-12 unidades, según tamaño. Todos los pesos en limpio

260 gr. de salmón fresco

65 gr. de mejillones cocidos

65 gr. de cebolleta

1 huevo tamaño L

1 rama hermosa de perejil fresco, sólo las hojas

25 gr. de pan rallado

2-3 pimientas de cayena, al gusto

1 diente de ajo pequeño

1/4 tsp de cúrcuma en polvo

175 ml. de caldo de pescado

AOVE

sal

harina

* Y además:

el accesorio picador de la batidora de brazo o un robot de cocina

ELABORACIÓN:

Eliminar las semillas y nervaduras interiores de las pimientas de cayena y picar en trozos pequeñitos. Reservar.

Pelar el diente de ajo, eliminar el germen si lo tuviere y laminar. Reservar.

Picar groseramente la cebolleta, el salmón y los mejillones e introducirlo todo en el accesorio picador de la batidora de brazo. Incorporar también las hojas de perejil, el huevo y el pan rallado y salar al gusto. Picarlo hasta conseguir una pasta sin apenas trozos, rectificar de sal si procede y pasarla a un bol. Agregar las cayenas picadas, integrar a mano, tapar y dejar reposar diez minutos para que adquiera algo de consistencia.

Llevar al fuego una sartén con aceite de oliva virgen extra y calentar. Con las manos humedecidas, tomar porciones de la masa, dar forma, pasar por harina, sacudir con delicadeza el exceso y dorar en el aceite bien caliente, lo justo para que se frían un poco por fuera pero queden sin hacer por dentro. Ir pasándolas a una cazuela baja donde quepan formando una sola capa.

Colar el aceite de freír las albóndigas para eliminar la harina y tomar 15 ml. Disponerlos en una sartén limpia y freír a fuego suave el ajo laminado. Apenas empiece a tomar color, sacarlo de la sartén y desecharlo, agregar la cúrcuma, rehogar unos segundos hasta que empiece a desprender olor y añadir el caldo. Levantar el hervor, verter sobre las albóndigas, tapar la cazuela y ponerla al fuego. Hervir dos minutos, dar la vuelta con cuidado a las albóndigas, volver a tapar y cocer otro minuto. Apartar del fuego, dejar reposar tapado cinco minutos para que el calor residual termine de cocinar las albóndigas sin secarlas y servir.

A comer.

domingo, 1 de agosto de 2021

Paté de cangrejo de río y atún

La receta que os traigo es, como dicen hoy en día, facilona no, lo siguiente. Y si conseguís “engañar” a alguien para que os ayude a pelar y desvenar cangrejos, ya, ni os cuento. Y es que lo más tedioso de este paté es el asunto de la peladura, bueno, del desvenado también, que aunque ambas tareas son fáciles, llevan su tiempo y más si los cangrejos, como ha sido en mi caso, son pequeños: necesité 640 gr. de cangrejo de río cocido para obtener los 125 gr. de colas que utilicé para la receta. No os harán falta tantos si los compráis cocidos en la pescadería, pues suelen ser de tamaño medio o grandes. Los míos eran salvajes y vivos y me los habían regalado. La verdad que lo agradecí un montón porque como os comentaba hace poco, hacía años que no los comía, pero casi todos eran muy pequeñitos y aunque los hemos comido de varias formas distintas, nos hemos pegado una “jartá” a pelar bichos y chupar cabezas, lo cual es muy entretenido y si lo miráis bien, hasta bueno para la línea, porque como con el marisco, chupar-chupar, mucho, pero comer-comer, poco, aunque tanto los unos como el otro están taaaannn buenos, que no importa el mucho tiempo y la poca chicha. ¿O sí?.

Os recomiendo encarecidamente que hagáis este paté, pues está tremendamente rico. La textura no es untuosa como la de los patés de carne, pues no tiene el elemento graso que se la proporciona. Pero no es seco, se unta bien y de forma uniforme y tiene la textura de un paté de pescado.

Para hacer esta receta utilicé dos yemas de huevo cocidas que me habían sobrado de otra receta y como ya podéis imaginar, esta es mi aportación del mes de agosto al proyecto 1+/-100, desperdicio 0

que Marisa, desde Thermofan, promueve mensualmente para la reducción del desperdicio en la cocina y el aprovechamiento y reutilización en general, tanto de alimentos como de utensilios, un proyecto muy interesante que si no conocéis os animo a que lo hagáis pinchando en el logo.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

125 gr. de colas cocidas de cangrejos de río (peso en limpio, sin cáscaras y desvenados)

60 gr. de conserva de atún al natural (peso escurrido)

2 yemas de huevo talla L, cocidas

1'5 tsp de leche desnatada

3/4 tsp de salsa worcestershire (salsa inglesa)

1/2 tsp de brandy

sal

ELABORACIÓN:

Disponer en el vaso de la batidora de brazo las colas cocidas de las cangrejos picadas, ,el atún escurrido y desmenuzado, las yemas de huevo picadas, la leche, la salsa worcestershire, el brandy y sal al gusto. Triturar con la batidora a máxima potencia hasta conseguir una pasta fina y homogénea.

Introducir en un recipiente procurando que no queden bolsas de aire, tapar, llevar al frigorÍfico y dejar reposar 24 horas antes de consumir para que gane en sabor.

Consumir fresco untado en pan tostado.

A comer.

viernes, 2 de julio de 2021

Crêpes de bacalao y langostinos con salsa de queso fresco y ajo confitado

Quienes ya me conocéis sabéis que me gusta aprovechar las cabezas y espinas del pescado para algo más que hacer sopa. La carne que se recupera de ellas es perfecta para utilizar en croquetas, canelones, lasañas, empanillas o como en el caso de hoy, crêpes. Me da mucha lástima oír en la pescadería que el cliente no las quiere cuando se las ofrece el pescadero, pero claro, a lo mejor es una persona muy ocupada con poco tiempo para cocinar y hay que reconocer que estas preparaciones, aunque sencillas y normalmente económicas, son entretenidas de elaborar. ¡La de hoy hasta de leer! Porque larga es un rato, pero que no os asuste, que en realidad es muy fácil.

Podéis ahorraros el paso de preparar la salsa, pero qué queréis que os diga, ¡está tan rica! Y además su sabor acompaña muy bien a las crêpes, así que, ya que os ponéis, pues preparad también la salsa. Se puede hacer el día antes, pero hay que tener en cuenta que el sabor del ajo se reforzará y si os gusta mucho, pues genial, pero sí no, reducid ligeramente la cantidad de ajo utilizado.

He confitado los ajos en el microondas, porque así se utiliza menos cantidad de aceite y esta receta lleva muy poca, porque la bechamel que se utiliza es la justa para mantener la farsa unida sin volver el relleno denso. El tiempo de confitado en el microondas es un poco orientativo, ya que dependerá de la cantidad de agua que contenga el ajo, cuanto más nuevos sean, más agua tendrán y cuanto más viejos, más deshidratados estarán. Hay que tener mucho cuidado porque los ajos se queman enseguida, por lo que este método lo uso sobre todo con ajos viejos, que al tener mucha menos agua, hay que andar con un ojo que no veas y en la sartén requieren mucha vigilancia. Cuando confito muchos ajos o son nuevos, sí lo hago en el fuego, para lo que utilizo un cazo pequeño en el que quedan los ajos completamente sumergidos en aceite y en el que se cocinan a baja temperatura durante bastante rato. Aquí como son pocos, utilizo el microondas por lo que os decía de la cantidad de aceite utilizado y porque es un método más rápido. Sentíos libres de hacerlo a vuestro gusto.

Tuesto las cabezas de los langostinos porque me gusta el sabor tostadito que le dan al aceite, aunque estén cocidas (si estuvieran crudas darían más sabor). Este paso también es opcional. El relleno queda igualmente rico sin este tostado.

Personalmente creo que las crêpes están más ricas a temperatura ambiente o templadas, que calientes. En cambio, la salsa está más rica ligeramente templada, en vez de recién sacada del frigorífico.

Según la cantidad de relleno que pongáis, es probable que os sobre una crêpe. Lo que yo hago, es que la primera, si me ha salido más fea porque la temperatura de la sartén no era la adecuada, no la tiro, la dejo para rellenarla la última y si no me llega la farsa, me la como, pues me gusta la masa de las crêpes sin rellenar. Lo que no se me ocurre es tirarla, como se dice en muchas recetas.

Esta es una receta perfecta para dejarla preparada con antelación y disfrutar de una cena informal después de una tarde en la piscina, en el campo o por ahí, que ahora el verano y si la temperatura lo permite, invita a pasar todo el tiempo posible fuera de casa (pero ¡por favor!, sin bajar las precauciones).

Como no podía ser menos, al haber utilizado el pescado recuperado de la cabeza y espinas del bacalao, ésta es mi aportación del mes de julio al proyecto que Marisa promueve desde su blog Thermofan 1+/-100, desperdicio 0 para reducir el desperdicio y fomentar la reutilización.

Al haber confitado los ajos en el microondas, también presento la receta al proyecto En Buena Onda
que Elisa, del blog Que no te falte un perejil y Marisa, promueven de forma conjunta para que utilicemos más este electrodoméstico y en el que participo con muchísima menos frecuencia de la que me gustaría, porque si bien es cierto que cada vez lo uso un poco más, también lo es que casi nunca preparo recetas completas en él, utilizándolo más bien como un ayudante de cocina con el que abreviar determinadas elaboraciones.

Os dejo con la receta, que ya es hora.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para la salsa de queso fresco batido y ajo:

100 gr. de queso fresco batido (tipo quark) 0% materia grasa

50 gr. de yogur natural desnatado sin azúcar

10 gr. de ajo, pelado, desgerminado y laminado finamente

10 ml. de aceite de girasol, para confitar el ajo

*Para el caldo de pescado:

la cabeza y espinas de un bacalao grande, lavadas

2-3 cascos de cebolla, partidos

1 diente de ajo pequeño, pelado, desgerminado y cortado en dos trozos

1 hoja de laurel lavada

275 ml. de agua

*Para la masa de las crêpes (15-16 unidades de 15 cm. de diámetro, aprox.):

100 gr. de harina de trigo blanca

15 gr. de harina de trigo integral

135 ml. de leche desnatada

120 ml. de agua

2 huevos tamaño L a temperatura ambiente

30 ml. de aceite

1 rama de perejil fresco, sólo las hojas, lavadas, secadas y picadas

sal

mantequilla para la sartén

*Para el relleno:

265 gr. del bacalao recuperado de la cabeza y espinas u otro pescado blanco cocido

120 gr. de langostinos cocidos y picados menudos, peso pelados

las cabezas de los langostinos

200 ml. del caldo de cocer el bacalao, colado u otro caldo de pescado

15 gr. de harina de trigo blanca

aceite

sal

mezcla de 5 pimientas, molida

ELABORACIÓN:

*De la salsa de queso fresco y ajo confitado:

Para confitar el ajo: Disponer en una tacita el ajo laminado y 10 ml. de aceite de girasol. Tapar con papel film, realizar en éste un agujerito para que salga el vapor e introducir en el microondas. Hornear dos minutos a 600 watios de potencia seguido de un minuto de reposo en el interior del microondas. Repetir la operación. Los ajos deben quedar blandos y no haber tomado color, lo que dependerá mucho de lo frescos que sean. Si no fuera así, hornear a la misma potencia en periodos de 20 segundos con reposos de otros 20 segundos, hasta que estén hechos. Proceder con cuidado dado que tienen a quemarse rápidamente.

Escurrir los ajos del aceite, reservar éste y disponer los ajos en el vaso de la batidora de brazo. Añadir el queso fresco batido y el yogur natural y triturar hasta conseguir una crema fina y homogénea. Tapar y llevar al frigorífico.

*Del caldo de pescado:

Disponer todos los ingredientes del caldo de pescado en una cazuela y llevar a ebullición. Cocer cinco minutos, desespumando para eliminar impurezas. Retirar del fuego, tapar y dejar templar.

Recuperar el bacalao de la cabeza y espinas cocidas y reservar; yo obtuve 265 gr. Colar el caldo y reservar; deberían obtenerse unos 250 ml. de caldo. Desechar espinas y verduras.

*De la masa de las crêpes:

Disponer en el vaso de la batidora de brazo los huevos sin cáscara, las harinas, el agua, la leche, el aceite y la sal y batir hasta homogeneizar. Añadir el perejil picado y remover con una cuchara. Dejar reposar media hora en el frigorífico para que se hidrate la harina.

*Del relleno:

Poner un hilo de aceite en una sartén. Llevar al fuego y añadir las cabezas de los langostinos. Tostar a fuego fuerte hasta que empiecen a dorarse y sacarlas de la sartén. Desechar las cabezas. Medir el aceite sobrante y el de confitar los ajos y añadir más aceite hasta completar 15 ml. Poner todos los aceites (el de tostar las cabezas de los langostinos, el de confitar los ajos y el crudo) en una sartén, calentar, incorporar la harina y rehogar hasta que adquiera un todo dorado. Agregar la mitad del caldo de pescado colado y remover bien para desleír la harina. Cuando ya no queden grumos, agregar el resto del caldo y llevar a ebullición suavemente sin dejar de remover. Sazonar con sal y la mezcla de cinco pimientas molida y cocer unos cinco minutos. Agregar el bacalao cocido desmenuzado y los langostinos picados, remover y cocer otros dos minutos. Rectificar de sal, remover, apartar del fuego y tapar con papel film a piel. Mantener caliente.

*De la fritura de las crêpes y rellenado:

Sacar del frigorífico la masa de las crêpes y remover con una cuchara, ya que la harina se habrá precipitado al fondo de la preparación. Untar de mantequilla con una brocha de silicona la sartén elegida y calentarla a fuego fuerte. Cuando esté bien caliente, verter en la sartén aproximadamente 22 ml. de masa y mover la sartén con movimientos circulares para distribuir la masa uniformemente por todo el fondo. Cuando al menear la sartén la crêpe se despegue, ya estará lista para darle la vuelta. Freír por el otro lado sin agregar mantequilla y sacar a un plato cuando las burbujas de aire caliente que se forman debajo de la masa la levanten ligeramente. Repetir la operación hasta acabar con la masa, engrasando cada vez con mantequilla la sartén y removiendo igualmente cada vez la masa de las crêpes antes de coger la cucharada que se vaya a freír.

En lo que se hace un crêpe en la sartén, distribuir en la que se acaba de hacer una cucharada del relleno templado de bacalao y langostinos, cerrar formando un paquete e ir colocando en una fuente o si se prefiere, hacer primero todas las crêpes y luego rellenarlas.

Servir templadas o a temperatura ambiente con la salsa templada aparte.

A comer.

viernes, 25 de junio de 2021

Cangrejos de río con especias cajún y ron añejo

Hace unos años, era fácil encontrar en la pescadería cangrejo rojo de río, el llamado americano, vivo. Como se trata de una especie invasora, para evitar su propagación ya no se puede comercializar vivo y sólo se encuentra actualmente cocido, salvo que tengas la suerte de conocer a algún pescador que aún madrugue para ir a pescarlos. Y digo “aún” porque no sé si ha disminuido la afición a su pesca o el número de cangrejos. El caso es que antes era fácil que alguien te los regalara u ofreciera, pero ahora es prácticamente imposible. Lástima, porque me encantan.

A cuenta de todo esto, llevaba mucho tiempo sin comerlos y el otro día no me pude resistir y compré unos pocos en la pescadería. Como ya estaban cocidos, no los hice con tomate y guindilla, porque es el cangrejo vivo el que le da el sabor a la salsa y pensando cómo los cocinaría, se me ocurrió que quedarían bien con una salsa de sabor fuerte en la que cocinarlos brevemente porque como digo, al estar ya cocidos, sólo se consigue al cocinarlos mucho que se sequen y queden estropajosos. Es por eso que conviene hacerlos de un día para otro, para que los bichos cojan algo de sabor y dejarlos enfriar tapados para que se impregnen de los efluvios de la salsa.

Hay veces, que cuando quieres hacer una receta nueva, anda la idea dando vueltas por tu cabeza pero no termina de materializarse. Otras, en cambio, surgen enteras y de corrido como si las hubieras hecho cientos de veces y eso es lo que ocurrió en esta ocasión. Fue preguntarme cómo y responderme de inmediato. Pues “mi dicho con mi hecho” y en un momento cangrejos con especias cajún y ron añejo. Lo más difícil fue esperar al día siguiente para probarlos, pero mereció la pena.

Nunca había cocinado con especias cajún y el sabor nos sorprendió. Al principio, el sabor diferente, aunque bueno, nos resultó extraño pero a medida que los íbamos comiendo, nos fue gustando cada vez más. Y los poquitos que sobraron, los encontramos deliciosos. No sé de qué se compone la mezcla que usé porque la compré en una tienda de esas en las que tienen especias, hierbas y condimentos todo a granel. Me encanta comprar en estas tiendas, creo que me llevaría un poco de todo, pero me da mucha rabia no saber qué llevan las mezclas de especias. Según internet, se compone principalmente de pimentón, pimienta, cebolla, ajo, tomillo, orégano y cayena, además de sal que actúa como antiapelmazante. Es una mezcla sabrosa, ligeramente picante y muy versátil, pues sirve tanto para carnes como para pescados y verduras.

Estuve por llamar a esta receta “cangrejos caribeños” pero me pareció que ese nombre podía confundir, pero es lo que me sugerían las especias y el ron. Hablando de éste, creo que la profundidad de matices y el sabor fuerte y aromático del que he usado, redondea muy bien la receta. No digo que utilicéis exactamente el mismo que yo, pero sí elegid un buen ron añejo. Son caros, pero la diferencia de sabor entre uno añejo o viejo y otro que no lo es, es más que abismal.

Os invito a que cocinéis estos cangrejos, que además están en temporada. Y si tenéis la posibilidad de conseguirlos vivos, seguro que quedan muchísimo más ricos.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

700 gr. de cangrejos de río cocidos

85 gr. de cebolla tierna

1 tbs de mezcla de especias cajún

150 ml. de ron Brugal Extra Viejo

100 ml de agua

4 tsp de maizena (almidón de maíz)

sal

aceite

ELABORACIÓN:

Disponer los cangrejos de río cocidos y a temperatura ambiente en una cazuela amplia. Tapar y reservar.

Pelar la cebolla y cortarla en dados de un centímetro de lado, aproximadamente. Reservar.

Separar un poco del agua en una taza y disolver en ésta la maizena. Reservar.

Disponer un buen fondo de aceite en una sartén, llevar al fuego y freír la cebolla a fuego medio alto, hasta que empiece a dorarse. Añadir entonces la mezcla de especias cajún y rehogar brevemente durante unos diez segundos. Apartar la sartén del fuego y de cualquier objeto inflamable, apagar la campana extractora (si se usa) y añadir el ron a la sartén. Flambear, dejar que la llama se extinga completamente, añadir el agua no usada para disolver la maizena y devolver al fuego. Llevar a ebullición, añadir sal y cocer suavemente la salsa, tapada, durante 10 minutos.

Incorporar a la sartén la maizena disuelta y continuar cociendo hasta que la salsa espese. Rectificar de sal y agregar el contenido de la sartén a la cazuela de los cangrejos, remover delicadamente y poner la cazuela en el fuego. Cocer tapado a fuego medio durante cinco minutos y retirar.

Dejar que la cazuela se enfríe, tapada y en lugar fresco y llevar al frigorífico hasta el día siguiente una vez se haya enfriado por completo.

Sacar la cazuela de la nevera con suficiente antelación para que se ponga a temperatura ambiente. Calentar el guiso a fuego bajo para evitar que los cangrejos se sequen y servir calientes.

A comer.

domingo, 10 de enero de 2021

Lenteja pardina con sepia y langostinos

Mi intención hoy era traer una receta dulce, que ya va tocando, pero con el temporal que nos está trayendo la borrasca Filomena, pues como que apetece más un reconfortante plato de legumbre, así que, cambio de planes y lentejas al canto.

¡Madre mía el caos que nos ha traído Filomena! La nieve es muy bonita (sobre todo blanquita y detrás de la ventana), sí, pero por estos lares, no estamos acostumbrados a ella y ni sabemos conducir ni tenemos calzado adecuado. A ver dónde voy yo con mis zapatos de tacón según está la calle y es que no tengo nada plano, lo mismo que no tengo cadenas para el coche ni sabría ponerlas. Recuerdo que después de la gran nevada que cayó en Madrid el día de nochevieja del año 1998 y que provocó el caos en la A-6, del que por cierto me libré porque me puse en carretera media hora antes del monumental atasco, compré unas cadenas para el coche y según me explicaba amablemente el dependiente cómo tenía que ponerlas, pensaba para mis adentros “uf, más vale que si llega el caso, me ayude algún alma caritativa porque ésto no lo pongo yo ni loca”. Afortunadamente han pasado un montón de años y nunca he tenido necesidad de ellas, pues aunque ahora mismo recuerdo un par de ocasiones en que me ha patinado el coche por placas de hielo y algún viajecito que no se acababa nunca, como aquélla ocasión en que un trayecto de una hora y media por autovía se convirtió en una odisea de tres horas en una fría madrugada de lunes, las nevadas en general han sido pocas y moderadas, tanto que he cambiado de coche, las cadenas que tengo no le sirven al que ahora conduzco y si no me han hecho falta en los veinte años pasados, malo ha de ser que me hagan falta en los próximos veinte. Después ya estaré más que jubilada y no creo que precisamente tenga que coger el coche un día de temporal de nieve.

Lo que sí pienso hacer es seguir cocinando durante muchos años, lo que me lleva de vuelta a las lentejas, a estas lentejas, espesitas y con sabor a mar, un sabor que seguro es mucho mejor si se utiliza sepia fresca, pero como espere a encontrarla en el mercado, me dan las uvas (y no sé las de qué año) y ni cocino estas lentejas ni los garbanzos que ya tengo en el blog ni la hago a la plancha que es como más me gusta y es que es dificilísimo que la haya en la pescadería, por lo que tengo que conformarme con utilizar congelada, que ni comparación, oiga, pero es lo que hay. ¡Envidia sana me da quien vive en la costa o en localidades grandes y tiene acceso a una gran oferta de pescados y mariscos! Así que, si alguien por ahí puede comprar sepia fresca, ya está tardando en echar las lentejas en remojo, porque se va a chupar los dedos con esta receta.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para las lentejas:

150 gr. de lentejas pardinas

20 gr. de apio (tallo y hojas)

40 gr. de pimiento verde

25 gr. de cebolleta

1 hoja de laurel

325 ml. de caldo de pescado

el caldo de cocción de los langostinos

10 ml. de AOVE

sal

agua (si fuera necesaria)

*Para los langostinos:

180 gr. de langostinos crudos

1 diente de ajo pequeño

75 ml. de brandy

75 ml. de agua

AOVE

*Para la sepia:

200 gr. de sepia

40 gr. de puerro (de la parte blanca)

AOVE

ELABORACIÓN:

Poner las lentejas en remojo con agua fría y sal la noche anterior.

*De los langostinos:

Pelar los langostinos, reservando cáscaras y cabezas separadamente de los cuerpos.

Llevar una sartén pequeña al fuego con un fondo de aceite de oliva virgen extra y el ajo pelado, laminado y desgerminado. Cocinar a fuego medio y en el momento en que empiece a freír el ajo, subir el fuego y añadir los langostinos. Cocinarlos justo hasta que cambien de color y vigilando que el ajo no se queme. Sacar los langostinos a un plato y añadir a la sartén las cáscaras y las cabezas reservadas. Freír, hasta que empiecen a cambiar de color y removiendo para que el ajo no se queme.

Apartar del fuego, alejarse de cualquier elemento inflamable, apagar el extractor de humos si estuviera encendido, añadir el brandy y flambear. El líquido no cubrirá el contenido de la sartén, por lo que habrá que removerlo para evitar que cáscaras y cabezas se quemen. Dejar que la llama se extinga completamente y añadir el agua.

Devolver la sartén al fuego, llevar a ebullición y hervir a fuego medio durante cinco minutos. Pasar el contenido de la sartén por el chino y reservar el líquido resultante, unos 100 ml. aproximadamente.

*De la sepia:

Lavar, escurrir y trocear la sepia no demasiado pequeña.

Poner una sartén pequeña al fuego con un fondo de aceite de oliva virgen extra. Cuando tome temperatura, añadir el diente de ajo pelado, laminado y desgerminado y el puerro sin raíces, pelado y picado en brunoise. Cocinar a fuego medio hasta que el puerro se ponga transparente, subir el fuego y añadir la sepia. Rehogar a fuego muy fuerte para evitar que el agua que suelte cueza la sepia y removiendo sin parar, durante dos minutos. Apartar y reservar.

*De las lentejas:

Escurrir y lavar las lentejas. Disponerlas en una cazuela, añadir la hoja de laurel lavada, la cebolleta pelada y cortada en aros finos, las hojas y tallo de apio lavados y picados finos, el pimiento verde lavado y cortado en dados de un centímetro de lado, el aceite de oliva virgen extra, el caldo de cocción de los langostinos, el caldo de pescado y si fuera necesaria, el agua justa para cubrir las lentejas. Tapar y llevar a ebullición a fuego suave durante diez minutos. Añadir la sepia cocinada y hervir otros cinco minutos. Agregar por último los langostinos picados en dos o tres trozos, según tamaño, cocer dos minutos, rectificar de sal, dejar reposar cinco minutos y servir.

A comer.

viernes, 1 de enero de 2021

Mejillones a la crema de verdejo y mostaza

Después de la noche vieja más íntima de los últimos años, empezamos enero con una receta sencilla para compensar los maratones “cocineriles” de los últimos días, que no por haber sido pocos hemos dejado de comer de capricho y económica, para equilibrar la balanza de gastos navideños. Estos ricos mejillones están adaptados de Directo al Paladar y os animo a que los hagáis porque seguro que os gustarán.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

18 mejillones frescos grandes

20 gr. de cebolleta

1 diente de ajo pequeño

1/8 tsp de jengibre molido

15 gr. de harina de trigo de todo uso

75 ml de vino blanco verdejo Rueda (D.O.)

75 ml de agua de cocer los mejillones

1 tbsde mostaza de Dijon

1 tspde zumo de limón

agua

AOVE

sal

ELABORACIÓN:

Lavar bajo el grifo los mejillones para eliminar la suciedad de las cáscaras. Disponerlos en una cazuela con un dedo de agua y donde quepan ampliamente. Tapar y llevarla a fuego alto. Voltear los mejillones para ir sacando a un plato los de abajo a medida que se abran y cuezan. No cocerlos en exceso ya que se endurecen además de encoger. Cuando la temperatura permita manipularlos, separar los mejillones de las conchas y eliminar éstas. Quitar con cuidado el biso de cada mejillón cortándolo con unas tijeras. Eliminarlo y reservar los mejillones. Colar dos veces el agua de cocción (mejor con un colador de tela) .

Picar muy menuda la cebolleta. Pelar el ajo, quitar el germen si lo tuviera y picar del mismo tamaño que la cebolleta.

En una sartén pequeña con un fondo de aceite de oliva virgen extra, pochar a fuego medio y tapada, la cebolleta y el ajo, hasta que la primera se ponga transparente. En ese momento, incorporar el jengibre y rehogar someramente. A continuación, agregar la harina y rehogarla hasta que se ponga dorada. Incorporar a la sartén el vino verdejo y 75 ml. del agua de cocer los mejillones. Remover con unas varillas para eliminar grumos y cocer a fuego suave hasta que espese.

Disolver la mostaza en el zumo de limón y añadir a la sartén. Mezclar, pasarla al vaso de la batidora y triturar hasta que quede fina. Devolver la salsa a la sartén, incorporar los mejillones y cocer a fuego suave cinco minutos para que tomen sabor y se calienten. Si la salsa espesara demasiado, añadir un poco de agua de cocción de los mejillones para aligerarla. Comprobar la sazón y rectificar sal, si procede (yo no le pongo).

Apartar del fuego y servir.

Congelar el agua sobrante de la cocción de los mejillones para otras preparaciones.

A comer.

viernes, 25 de diciembre de 2020

Cóctel de langostinos y alcachofas con salsa picante de yogur

Un clásico que sobrevive al paso del tiempo: el cóctel de gambas o en este caso, de langostinos. Rápido, sencillo, adaptable y vistoso en su presentación. Ésta es una receta adaptada de la que publicaba la revista alemana Burda a mediados del año 1980. Sí, habéis leído bien, hace 30 años, por eso lo de sobrevivir. Mi madre aún conserva algunos recortes de recetas de aquella revista, que no sé si aún se publica. Por aquél entonces, la revista se vendía en España en versión original, osea, en alemán y venía con un cuadernillo con los textos traducidos al español. La revista lo era de moda, con patrones para coser los modelos, no recuerdo si éstos venían traducidos pero sí las recetas de las últimas páginas. Traía recetas muy ricas, bastante diferentes a la cocina tradicional española, con una presentación moderna para la época y en las que, a veces, lo más difícil era encontrar algún ingrediente, muy exótico en España en aquellos años aunque hoy común. Las traducciones a veces eran un poco nefastas, parecían hechas a golpe de diccionario sin muchos conocimientos de gramática española, pero con buena voluntad y conocimientos culinarios se sacaban adelante. Varias de aquéllas recetas las cocinó mi madre durante muchos años, como este cóctel, que solía preparar con motivo de alguna celebración y en el que el yogur y la pimienta de la salsa, le dan un toque diferente muy alejado de la típica salsa rosa que tanto se usa para este tipo de platos.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Por ración, como aperitivo

4-5 canónigos, según tamaño

3 langostinos grandes, cocidos

2 corazones de alcachofa baby

2 tiras de jamón cocido de 10 cm. de largo por 3 cm. de ancho

1/2 tbs de mayonesa

1/2 tbs de yogur natural desnatado sin azúcar

1/4 tsp de zumo de limón

1 punta de cuchillo romo, generosa, de pimienta blanca molida

*Y además:

1 copa de champán de boca ancha o similar

ELABORACIÓN:

Poner a escurrir los corazones de alcachofa boca abajo sobre papel absorbente de cocina.

Pelar los langostinos, dejando uno de ellos con la cola. Dejar éste entero y partir al medio los otros dos.

Batir el yogur para licuarlo, agregar la mayonesa, el zumo de limón y la pimienta blanca y remover hasta integrar todos los ingredientes. Rectificar de pimienta, si fuera necesario, tiendo en cuenta que ha de quedar un poco picante.

Disponer los canónigos en el fondo del recipiente elegido, formando una cama. Formar dos rollitos con las tiras de jamón cocido y poner sobre los canónigos. Colocar de forma armoniosa los corazones de alcachofa y los langostinos troceados. Distribuir la salsa por encima, colocar el langostino entero en un lateral del recipiente y servir a temperatura ambiente o ligeramente fresco.

A comer.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Ensalada de garbanzos con mejillones


¿No tienes tiempo de cocinar? O te faltan ganas, que no todos los días apetece meterse entre fogones, pues nada, a tirar de conservas y a preparar una rica ensalada, en este caso de garbanzos, una forma de comer legumbre en verano, que la verdad, a mi en caliente no me apetece nada, sólo pensarlo ya me da calor, pero así, fresquita, se come estupendamente.

Un plato rápido, como esta entrada porque hoy estoy muy liada y no tengo tiempo para más, además esta tarde me he cortado un dedo con la mandolina (por hacer las cosas mal, mea culpa) y aparte de dolerme mogollón, tengo un vendaje bastante aparatoso que me dificulta a la hora de escribir.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:


210 gr. de garbanzos cocidos en conserva (peso escurrido)

1 lata de mejillones al natural de 115 gr.

40 gr. de cebolla tierna

40 gr. de pimiento verde

1 huevo tamaño L

4 tomates cherry

6 corazones de alcachofa baby en conserva

2 tsp. de AOVE

1 tsp. de vinagre de Jerez (D.O.P.)

sal



ELABORACIÓN:


Poner una cazuela al fuego con suficiente agua para cubrir el huevo y llevar a ebullición. Cuando rompa el hervor, añadir un puñado de sal gruesa e introducir el huevo con cuidado para que no se rompa. Cocerlo 15 minutos contados desde que el agua vuelva a hervir. Una vez finalizado el tiempo de cocción, sacar el huevo a un bol con agua muy fría para detener la cocción y facilitar después la eliminación de la cáscara. Dejar enfriar completamente. Pelar el huevo y pasarlo por un chorro de agua para eliminar posibles restos de cáscara, secar con papel de cocina y cortar a lo largo en seis trozos. Reservar.

Colocar los garbanzos en un colador y lavar con agua. Escurrir y disponer en una fuente.

Pelar la cebolla y picar pequeña. Añadir a los garbanzos.

Lavar el pimiento, eliminar nervaduras interiores y semillas y cortar en trozos similares a los de la cebolla. Añadir a los garbanzos.

Lavar los tomates cherrys, cortar en rodajas y añadir a los garbanzos.

Escurrir los corazones de alcachofa, cortar a la mitad a lo largo y añadir a los garbanzos.

Escurrir y reservar el agua de la lata de los mejillones y agregar éstos a los garbanzos.

Disponer en un frasco el agua de la lata de los mejillones, el aceite de oliva virgen extra, el vinagre y sal al gusto. Cerrar y agitar fuertemente para disolver la sal y emulsionar la vinagreta. Añadirla a la ensalada y remover con delicadeza para no deshacer los mejillones y las alcachofas. Disponer por encima el huevo cocido y llevar al frigorífico una hora antes de consumir.

A comer.





miércoles, 1 de abril de 2020

Huevos rellenos de langostinos, con su salsita


Siempre que cuezo pulpo, marisco, huesos de pollo y/o jamón, espinas de pescado o lo que se tercie, congelo el caldo sobrante en botellas de plástico de 330 ml. o de 500 ml., según las necesidades. Vienen muy bien después para una sopa o para enriquecer un arroz o un guiso, con lo que siempre tengo en el arcón congelador botellitas con caldo. Los caldos que más uso son los de carne y los de pescado, por lo que los de marisco suelen quedarme un poco más atrasados.

Buscando en el arcón a ver qué descongelaba para cocinar al día siguiente, apareció una bolsita con siete langostinos que me sobraron de otra elaboración y que ya llevaban un tiempo rondando sin que les diera salida, pero hete aquí que debía andar alguna musa despistada por ahí y se tropezó conmigo, con tan buena fortuna que me inspiró en un momento la receta que os traigo. La verdad que se me ocurrió de un tirón, tanto que fui a apuntarla para que al día siguiente no se me olvidara, cosa que me pasa con demasiada frecuencia, pero claro, también es verdad que la mayoría de los platos los ideo cuando el insomnio decide quedarse de juerga conmigo y no me levanto a escribirlas, porque sé que ya no me vuelvo a la cama y claro, por la mañana no me acuerdo ni de la mitad.

Y lo que son las cosas, quedaron unos huevos muy ricos y por cuatro perras, además.

Por si los hacéis, unas cosillas sin importancia, o sí:

No me he olvidado de la sal, es que no se la he puesto. Hay que tener en cuenta que el caldo que usemos, sea del marisco que sea, va a estar sabroso. Lo mismo pasa con el paté. En cualquier caso, antes de rellenar los huevos o añadir la salsa, probad el punto de sal.

Las almendras peladas no me hacen mucha gracia, pero la fibra de la piel es muy buena, por eso usé mitad y mitad, resultando indistinto que estén todas peladas o repeladas.

El colorante es optativo, pero cuando tenía la salsa hecha no me gustó el color y se lo añadí. Se me fue la mano, lo sé, las prisas, que nunca son buenas.

La mezcla de almendras y queso de oveja fue, para mí, todo un acierto, por el contraste de sabores del plato y por el punto crujiente que aporta. Eso sí, imprescindible que el queso tenga personalidad, pues en caso contrario el sabor a marisco lo anulará por completo.

Ya sólo me queda decir que, tratándose de una receta de aprovechamiento, va por descontando al proyecto que Marisa, de Thermofan, promueve para evitar el desperdicio de comida y para fomentar el reciclaje en general. Pinchad en el enlace para ver las propuestas que mensualmente se presentan al proyecto 1+/-100, desperdicio 0




Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.




INGREDIENTES:


6 huevos talla M

7 langostinos crudos medianos (unos 125 gr.)

160 gr. de paté de buey de mar y bogavante o de cualquier otro marisco

150 ml. de agua de cocción de buey de mar o de caldo de marisco

1 diente de ajo pequeño

1 tbs. de maizena

4 almendras crudas peladas

4 almendras crudas repeladas

1 tbs. de queso de oveja curado rallado grueso

aceite

colorante alimentario amarillo (optativo)

sal gruesa



ELABORACIÓN:


Poner una olla al fuego con suficiente agua para cubrir los huevos y llevar a ebullición. Cuando rompa el hervor, añadir un puñado de sal gruesa e introducir los huevos (mejor si están a temperatura ambiente) con cuidado para que no se rompan. Cocerlos 15 minutos contados desde que el agua vuelva a hervir.

Una vez finalizado el tiempo de cocción, sacar los huevos a un bol con agua muy fría, incluso con hielo, para detener la cocción y facilitar después la eliminación de la cáscara. Dejar enfriar completamente.

Pelar los langostinos y reservar las cáscaras y cabezas y los cuerpos por separado.

Disponer en un cazo el agua de cocción de buey de mar (o caldo de marisco), introducir las cáscaras y cabezas de los langostinos y llevar a ebullición. Cocer 5 minutos, apartar del fuego, tapar y dejar en infusión 10 minutos. Colar el caldo, aplastando las cabezas y cáscaras para que suelten todo el líquido y reservar éste. Eliminar cáscaras y cabezas.

Cortar los langostinos a lo largo en dos mitades, quitar el intestino y picar cada mitad en trocitos pequeños. Reservar.

Pelar el ajo, eliminar el germen si lo tuviera y laminar. Freír en una sartén pequeña con un fondo de aceite a fuego muy bajo hasta que empiece a tomar color. Sacar el ajo y desecharlo, subir el fuego para que el aceite coja más temperatura y agregar los langostinos picados. Sofreír y retirar del fuego justo cuando empiecen a cambiar de color. Reservar junto con el aceite sobrante.

Pelar los huevos. Pasarlos por un chorro de agua para eliminar posibles restos de cáscara, secar con papel de cocina y cortar a lo largo, Disponer claras y yemas por separado.

Machacar las yemas con un tenedor, añadir el paté de buey de mar y bogavante (o de marisco) y homogeneizar. Agregar los langostinos y el aceite y mezclar. Rellenar las claras con esta farsa y colocarlas, con el relleno hacia arriba, en una fuente que pueda ir al horno.

Disolver la maizena en el caldo de cocción reservado y calentar en un cazo hasta que espese. Añadir un poquito de colorante alimentario amarillo, si se usa. Verter por encima de los huevos.

Picar groseramente las almendras y mezclar con el queso curado de oveja. Distribuir encima de los huevos y gratinar en el horno hasta dorar ligeramente.

Sacar del horno y consumir calientes o templados.

A comer.




miércoles, 20 de noviembre de 2019

Setas shiitake con langostinos al curry


Hace unos días, en uno de los super en que suelo comprar, tenían las setas shiitake de oferta. Para lo que suelen costar, tenían un precio muy asequible y no me puede resistir, así que me llevé dos bandejas para casa. No sabía cómo las iba a cocinar, porque era la primera vez que las compraba, pero ya se me ocurriría algo. ¿Y sabéis cuándo me vino la inspiración? Pues al día siguiente en la oficina. Como lo cuento. La verdad es que tenía mala mañana, no estaba nada concentrada, era viernes y llevaba toda la semana durmiendo poco y fatal y literalmente, no podía con mi alma y ni tenía ganas de trabajar ni la mente para ello. A pesar de todo, estaba trabajando cuando me vino a la cabeza una idea para cocinarlas; la cabeza es algo muy complejo (y raro), se conoce que estaba trabajando en segundo plano (con más éxito que en el primero) y aunque me dió una idea nada elaborada, ha resultado muy buena, con sabores muy equilibrados y de textura crujiente, pues no me gusta cocinar las setas en exceso y prefiero que queden ligeramente “al dente” antes que blandurrias. El curry es el adecuado para no robar protagonismo al resto de ingredientes, el puerro confiere cierta melosidad a la salsa y el sabor a langostino, aunque sutilmente presente en el fondo del plato, sólo se hace evidente al morderlo. No es un plato muy fotogénico, pero merece la pena probarlo. Animaos a cocinarlo y me contáis.

Con las cantidades que indico se puede presentar como un entrante para dos, que es lo que yo hice, o como un buen primer plato para uno.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:


150 gr. de setas shiitake frescas

10 langostinos crudos medianos (aproximadamente 200 gr.)

200 ml. de agua

40 gr. de puerro (de la parte blanca)

1/2 tsp. de curry en polvo

AOVE y sal


ELABORACIÓN:


Lavar bajo el grifo, con un hilo de agua y una a una las setas, frotándolas con un cepillito. Ir colocándolas con las celdillas hacia abajo en un escurridor. Una vez limpias y escurridas, picar en trozos regulares y reservar.

Pelar los langostinos, reservando cabezas y cáscaras. Poner éstas a cocer 5 minutos con los 200 ml. de agua. Una vez cocidas, tapar y dejar en infusión otros 10 minutos. Colar, eliminar cabezas y cáscaras y reservar el agua de cocción.

Picar los langostinos en tres trozos y reservar.

Eliminar las raíces y las hojas exteriores del puerro y picar en brunoise. Reservar.

Disponer un fondo de aceite de oliva virgen extra en una sartén honda mediana y calentar. Rehogar someramente los langostinos a fuego vivo, sacar a un plato escurriéndolos y reservar.

Volver a colocar la sartén en el fuego, añadiendo un poco más de aceite si fuera necesario y rehogar a fuego medio el puerro con un poquito de sal y hasta que se ponga transparente. Añadir el curry y rehogarlo. A continuación incorporar la setas troceadas y otro poco de sal, rehogar el conjunto un par de minutos, agregar el agua de cocción de los langostinos, tapar la sartén y cocer a fuego medio-alto 15 minutos o hasta que las setas estén tiernas.

Una vez cocinadas, si tuvieran mucha salsa, cocer destapadas a fuego fuerte hasta reducir a la cantidad deseada. En ese momento, rectificar de sal, si procede, incorporar los langostinos, remover, y proseguir la cocción un minuto más.

Servir inmediatamente.

A comer.