lunes, 27 de febrero de 2023

Sopa de puerro, patata y manzana

El tiempo nos concedió un respiro los días de carnaval para que pudiéramos disfrutarlos sin los fríos habituales, pero no esperó mucho a volver por sus fueros y nos regaló una tan inusual como bonita nevada y unos intensos fríos propios de la zona y el calendario, esos a lo que ya no estamos acostumbrados y que hacen que la gente proteste todo lo protestable porque “hace frío”. Bueno, es febrero, estamos en el centro peninsular, ¿qué esperan?. Está visto que enseguida nos acostumbramos a lo bueno y que tenemos una memoria pésima pues sólo hay que irse seis u ocho años atrás, más o menos, para encontrar temperaturas como las de estos días, o sea, las normales, esas con las que se curan tan bien los chorizos y cuya ausencia ha provocado que lleve cinco años sin hacer matanza, por que sí, en mi casa se sigue haciendo, no se compra el magro y se hacen los embutidos, qué va, se cría el cerdo y una vez que le llega “su san Martín”, se chamusca, se raspa, se destaza, se lavan las tripas culares, se pica y compone la carne y se hacen chorizos y salchichones. Uf, un rollo, que de verdad que no sé cómo a alguien le puede gustar, que aquéllas personas que la recuerdan bonita de su niñez yo creo que tienen el recuerdo idealizado y las que la siguen haciendo y les gusta pues bueno, hay gustos para todo y son muy respetables, pero qué queréis que os diga, la matanza es sucia, fría y húmeda, amén de trabajosa aunque sinceramente éso no me importa y ya no entro en el tema, digamos, personal (“pues en mi casa no se hace así”, “le has puesto demasiada sal a las chichas”, “uy, qué tripas más malas, las mías eran mejores”, etc, etc, etc,,,), pues es meterme en un golondro (lío, para que lo entendáis) del que a lo mejor salgo mal parada; quienes aún la hacéis seguro que ya sabéis de qué hablo. Mejor, vamos a hacer un silencio administrativo...

Así que, aprovechando los fríos, sopita al canto. Que luego se adelanta la primavera y ya no hago platos calientes de cuchara porque, aunque me gustan mucho, enseguida son sustituidos por ensaladas y platos fríos, aquéllos a los que el cuchareo desplaza a codazos en cuanto asoma el mal tiempo. Y es que, aunque no deje de cocinar ninguno de ellos durante todo el año, reconozco que para mí son muy estacionales y fuera de su tiempo, apenas los preparo, sobre todos los de cuchara.

La sopa que os muestro es sustanciosa, muy reconfortante y como diría aquél “con fundamento”. Para hacerla, elegid una patata que no sea muy harinosa y que se mantenga entera al cocer, algo en lo que no os puedo aconsejar porque no entiendo nada de patatas, el que sabe es mi pareja, al que le pido que siembre en la huerta una que valga para frita y para cocida y aunque suele decirme cuál ha plantado, nunca consigo memorizarlo como tampoco aprendo qué variedad es apropiada para cada uso, es como una especie de bloqueo mental, Aunque si os gusta una patata que suelte el almidón y engorde el caldo, adelante, pues sólo variará la textura sin afectar al sabor. Hablando de texturas, tanto la patata como la manzana tienen que quedar enteras, con cuerpo, nada de blandurrias, por lo que esta sopa no es muy adecuada para el recalentamiento ya que los ingredientes se seguirán cocinando y poniéndose blandos y la patata la espesará.

¿Manzana en una sopa?. Pues sí y queda bien buena, por cierto. Además su textura ligeramente esponjosa combina perfectamente con la mantecosa de la patata y su sabor un poquito ácido casa muy bien con el dulcecito del puerro.

Disfrutadla muy caliente y con bien de perejil por encima, que no sólo le aporta color, sino también frescura y textura crocante.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

125 gr. de puerro, de la parte blanca

100 gr. de patata, pelada

75 gr. de manzana granny smith, pelada y descorazonada

25 gr. de mantequilla con sal

15 ml. de AOVE

400 ml. de agua

la punta (generosa) de un cuchillo romo de pimienta negra molida

sal

perejil fresco (para servir)

ELABORACIÓN:

Cortar el puerro a lo largo en cuatro partes y luego cada una en rodajas de un centímetro de ancho, aproximadamente. Reservar.

Picar la patata en dados de un centímetro de lado. Proceder de igual modo con la manzana. Reservar ambos ingredientes por separado.

Lavar el perejil, cortar las hojas groseramente y reservar.

Poner en un cazo la mantequilla y el aceite de oliva virgen extra. Calentar a fuego medio y cuando se deshaga la mantequilla, añadir la manzana y rehogar justo hasta que empiece a ablandarse, de minuto y medio a dos minutos. Escurrir y apartar a un plato.

Introducir el puerro en el cazo y cocinar a fuego medio hasta que empiece a dorarse. Añadir entonces las patatas, rehogar dos minutos e incorporar el agua, la pimienta negra y sal al gusto. Levantar el hervor y cocer a fuego suave hasta que la patata esté cocida pero con cuerpo, unos 8-10 minutos. Devolver al cazo la manzana junto con los jugos que hubiera soltado, hervir un minuto, apartar del fuego, tapar y dejar reposar 3 minutos.

Rectificar de sal, si procede y servir espolvoreada con perejil en cantidad al gusto.

A comer.

lunes, 20 de febrero de 2023

Pollo con zanahoria y mejorana

En este tiempo, por la disposición de mi casa, el mejor momento para hacer las fotografías es justo antes de comer, cuando durante 30-40 minutos, la luz que entra por la ventana tiene el ángulo más apropiado para iluminar el plato de turno. También, muchas veces, el plato que fotografío es el que nos vamos a comer después. Esto tiene dos serios inconvenientes: el primero, que te tienes que conformar con la luz que haya en ese momento (poca, la mayoría de las veces) y el segundo, que alguien está esperando a que dejes la cámara para comer (precisamente lo que miras a través del objetivo) y ésto ¡ay!, es muuucha presión. Porque yo necesito mi tiempo, para montar el tenderete, para elegir el cacharrerío, para organizar la escena, para buscar el ángulo y por último, para hacer las fotos, todo con tranquilidad, parsimonia si queréis, pero nunca con prisas porque si ya empiezo acelerada, no me van a gustar las fotografías desde el principio. Y es que eso de saber que del otro lado de la puerta tienes a alguien cansado y hambriento aguardando a que acabes, recalientes el plato y lo pongas en la mesa, me condiciona mucho porque no me deja concentrarme en lo que estoy haciendo. No son manías mías pues las fotografías que mejor me han quedado siempre son las hechas de mayo a septiembre, cuando la luz entra en mi casa de otra forma y tengo más horas y mejores ángulos para hacerlas y no ese breve lapso que precede a la fatídica hora de la comida. No sé vosotr@s cómo os apañáis, la verdad que me gustaría saberlo a ver si vuestros trucos me ayudan, pues deseandito estoy que llegue la primavera para que mis fotografías luzcan mejores y hagan más justicia a los platos que cocino, como el que hoy os traigo, mucho más rico de lo que luce.

Es una receta sencilla en la que cobran protagonismo el dulce de la zanahoria y el ligeramente mentolado de la mejorana, dos ingredientes que me ha sorprendido lo bien que combinan y que son el alma de este plato. Lleva también mucha cebolla que, junto con el puerro y la zanahoria, conforman una salsa-guarnición que está para comerla sola y dejar a un lado el pollo. Tanto es así que mi pareja, al que normalmente le hacen poca gracia los tropezones hortofrutícolas de las salsas y tiende a dejarlos en el plato, salvo que estén muy deshechos o los haya triturado, cuando empezó a comer me pidió que si habían quedado en la cazuela le pusiera más. Con lo felices que me las había prometido yo que ya había probado antes el guiso y pensaba comerme la salsa sobrante a cucharadas, cáchis...

Si nunca habéis cocinado con mejorana, os animo a que os iniciéis con este guiso. Os sorprenderá, os gustará y me lo agradeceréis... o no.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

2 cuartos traseros de pollo

160 gr. de zanahoria

160 gr. de cebolla

55 gr. de puerro

1 diente de ajo pequeño

1/2 tsp de mejorana seca

1/2 tsp de cúrcuma molida

1/4 tsp de pimienta negra molida

1 hoja de laurel

sal

AOVE

300 ml. de agua

ELABORACIÓN:

Rallar la zanahoria y lavarla. Cortar en cuñas de un centímetro de ancho, aproximadamente y reservar.

Quitar las raíces y capa exterior de la cebolla y del puerro. Picar la primera en dados medianos y el segundo en dados pequeños. Reservar.

Pelar el diente de ajo, eliminar el germen si lo tuviere y prensar. Dejar a un lado.

Sazonar los cuartos de pollo con sal al gusto y dorar en una sartén amplia y honda dispuesta con un buen fondo de aceite de oliva virgen extra. Pasar el pollo escurriendo el aceite, a una cazuela de paredes bajas donde quepan los cuartos sin superponerse y con la piel hacia abajo. Reservar.

Añadir a la sartén donde se ha frito el pollo, a cebolla, el puerro, la zanahoria y el ajo y cocinar a fuego medio en el aceite que sobró, añadiendo más si fuera necesario. Cuando la cebolla empiece a ponerse transparente y blanda, agregar la mejorana, la pimienta negra y la cúrcuma, rehogar un minuto y volcar todo el contenido de la sartén en la cazuela del pollo. Verter en la sartén un poco de los 300 ml. de agua para recoger los jugos y añadir al pollo, así como el resto del agua y la hoja de laurel.

Tapar la cazuela y cocer a fuego medio-bajo durante quince minutos. Dar la vuelta a las tajadas de pollo, volver a tapar y cocinar otros diez minutos. Por último, destapar y cocinar a fuego alto diez minutos más para reducir la salsa. Rectificar de sal y servir.

A comer.

lunes, 13 de febrero de 2023

Ensalada de quinoa, edamame y granada

Seguro que conocéis el término “superalimento”, ese palabro (creo que la RAE no lo reconoce) inventado para definir a una serie de alimentos que se suponen que son el no va más, vamos, que sólo con ponerte al lado del alimento en cuestión ya notas cómo se te quitan las arrugas y te vuelves más delgad@ y más alt@. Bromas aparte, es innegable que hay alimentos con mayor valor nutricional que otros y la ensalada de hoy viene cargadita de ellos: quinoa, edamame, granada... Si hacéis caso de internet, en realidad absolutamente todos los que integran esta ensalada son superalimentos y es que el término se ha puesto tan de moda, que si quieres vender, o pones la etiqueta de superalimento o no te comes un rosco. O eso dicen los gurús del marketing...

Esta ensalada es un compendio de sabores, neutros (quinoa, palmito y edamame), dulces (pimiento), amargos (yogur), picantes (pimienta y jengibre) y ácidos (granada), texturas crujientes (quinoa, pimiento y granada) y mantecosas (edamame) y por supuesto, de colores, siendo aquí donde entra el huevo, que hace muy mono pero que en verdad no aporta demasiado a la ensalada, pues ni tiene mucho sabor ni una textura definida, pero eso sí, luce mogollón. Podéis presentarla con todos los ingredientes por separado, otra cosa muy de moda, por cierto, o hacer un totum revolutum como toda la vida. Optéis por lo moderno o lo clásico, hacedla, está realmente rica y además es muy saciante y completa. Y tueable (otro palabro) a más no poder ya que al predominar los sabores neutros, admite cualquier otro sabor que le pongáis. Imaginación al poder, que le dicen.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

40 gr. de quinoa blanca

45 gr. de edamame en conserva

50 gr. de pimiento amarillo

30 gr. de semillas de granada

20 gr. de palmito en conserva

1 huevo de codorniz

sal

*Para el aliño:

5 tbs de yogur natural tipo griego sin azúcar

1/8 tsp de pimienta negra molida

1/8 tsp de jengibre seco molido

ELABORACIÓN:

*Del aliño:

Mezclar en un recipiente el yogur, la pimienta negra y el jengibre. Reservar en lugar fresco.

*De la ensalada:

Llevar a ebullición un cazo con agua y abundante sal. Cuando empiece a hervir, incorporar delicadamente el huevo de codorniz y cocer tres minutos y medio desde que el agua recupere el hervor. Para refrescarlo, introducirlo en un cuenco con agua muy fría hasta que esté completamente frío. Pelar con cuidado y reservar.

Lavar el edamame y escurrir. Reservar.

Lavar y secar el pimiento amarillo. Eliminar pedúnculo, semillas y nervaduras y cortar en dados de tamaño similar a las habas de edamame. Reservar.

Secar el palmito y cortar en rodajas. Dejar a un lado.

Lavar la quinoa hasta que el agua salga limpia. Llevar a ebullición un cazo con abundante agua con sal, añadir la quinoa lavada cuando rompa a hervir y cocer 10 minutos a fuego medio contados desde que recupere el hervor. Escurrir, esponjar con un tenedor y dejar enfriar a temperatura ambiente.

Disponer en un plato la quinoa, el edamame, el pimiento, la granada y el palmito, sin mezclar los ingredientes (o todo revuelto, al gusto). Poner en un lado el huevo de codorniz partido al medio y en otro un poco del aliño. Servir con el resto del aliño a parte.

A comer.

lunes, 6 de febrero de 2023

Tortillas de trigo con trucha ahumada, lechuga y huevos de codorniz

A mi querida Concha, del conocido blog De Buena Mesa, le han borrado, sin ningún tipo de explicación, la cuenta de IG. Diez años de trabajo a la basura, así “porque yo lo valgo”. No sé de qué humor estará, yo estaría encendida, despotricando a todas horas en todos los sitios, incluido éste. Pero ella no, ha sabido separar su más que seguro cabreo, de su blog y nos ha seguido regalando su buen humor en sus muy cuidadas entradas. La verdad que no sé qué normas rigen IG, no tengo cuenta, pero supongo que las mismas que FB ya que son del mismo grupo y aunque a priori, éstas me parecen correctas (las he leído enteras), también es cierto que quien se encarga de comprobar que se cumplen no es un grupo humano, sino una serie de algoritmos y ¡ay de ti como la maquinita diga que no las cumples! Ya te puedes romper los cuernos diciéndoles que no es correcto, que por mucho que anuncien que tienen un grupo de personas que se encarga constantemente de revisar las normas comunitarias, no sé, deben tener mucho trabajo y aún no le ha tocado a las muestras de disconformidad que les envío desde hace año y medio, pues mi página de FB, aquélla que abrí con tanta ilusión hace dos años, fue castigada a los pocos meses por supuestos “incumplimientos” y aunque hoy en día no eres nadie si no estás en las RRSS, ganas me dan de eliminarla, pues no me deja enlazar ninguna publicación al blog, ni por supuesto, poner la dirección web del blog. ¡Si hasta me han bloqueado temporalmente la página personal en la que no tengo más actividad que seguir unas pocas páginas! A mayor abundamiento, el sistema que amablemente te proporcionan para revisar tu caso, no funciona. ¡Qué casualidad!

Si al final elimino la página de FB, no pienso abrir una nueva, al contrario de lo que ha hecho Concha, que con esa vitalidad que la caracteriza ya tiene en marcha un nuevo perfil en IG, debuenamesa_ (creo que es así) que seguro pronto llenará de fotografías y vídeos de los deliciosos platos que cocina. Daos una vuelta por su perfil, seguro que os gusta todo lo que veaís. Como espero os gusten estas tortillas de trigo rellenas de trucha ahumada, lechuga, huevos de codorniz y guacamole, fruto del aprovechamiento de un resto de trucha que tenía de las pruebas de platos para el menú de navidad. Sólo tenía 50 gr. y pensaba añadirlos a una ensalada, pero buscando otra cosa en la despensa, me topé con un paquete de tortillas que había comprado en un arranque curioso-consumista y que languidecían en la estantería esperando su ya próxima fecha de caducidad pues no sabía cómo utilizarlas. ¡Eureka! Fue ver el paquete e instantáneamente visualicé la tortilla rellena. No sé si fue porque estaba preparando una ensalada y tenía en la encimera lechuga, apio y unos huevos de codorniz ya cocidos, pero el caso es que en mi cabeza lo puse todo dentro de la tortilla y me pareció deliciosa. Bueno, si he de ser sincera, el guacamole no formaba parte de la receta originalmente imaginada pero una vez que preparé la mise en place encontré que le faltaba algo, así que hice lo que hago muchas veces, abrir el frigorífico o mirar la estantería de la despensa buscando inspiración y como casi siempre, la encontré.

Como no tenia más trucha para repetir la receta, hice las tortillas y las fotografié antes de probarlas, sabía que el resultado no me iba a decepcionar, como así fue. Mi única duda era si había suficiente trucha y suficiente relleno. Pues, sí y sí. La trucha ahumada tiene un sabor muy potente y con 25 gr. por tortilla fue, para nosotros, la cantidad adecuada para que se apreciara sin anular al resto de ingredientes. Quedaron bastante rellenas, al menos para nuestro gusto personal, pero una de las ventajas de estas tortillas es que son muy fácilmente adaptables, así que, ya sabéis, aumentad, reducid, cambiad, pero no dejéis de hacerlas, os encantarán. Para nosotros han sido un auténtico descubrimiento y no sólo nos comimos todo el paquete de tortillas antes de que caducara, sino que acabo de comprar el tercero...

Esta es, creo, una de las recetas nacidas del más puro, rápido e improvisado aprovechamiento y me alegra mucho presentarla al proyecto 1+/-100, desperdicio 0

que Marisa, del blog Thermofan promueve mensualmente para evitar el desperdicio de alimentos y fomentar el reciclaje en general.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Todos los ingredientes a temperatura ambiente

2 tortillas de trigo grandes (18 cm. de diámetro, aproximadamente)

50 gr. de trucha ahumada

50 gr. de lechuga

15 gr. de apio

5 huevos de codorniz

100 gr. de guacamole

sal

ELABORACIÓN:

Llevar a ebullición un cazo con agua y abundante sal. Cuando empiece a hervir, incorporar delicadamente los huevos de codorniz y cocer cuatro minutos desde que el agua recupere el hervor. Para refrescarlos, introducirlos en un cuenco con agua muy fría hasta que estén completamente fríos. Pelar con cuidado y reservar.

Lavar y secar la lechuga y el apio. Cortar en tiras la primera y en trocitos muy pequeños el segundo. Reservar separadamente.

Cortar la trucha a lo largo en tiras estrechas. Reservar.

Tostar ligeramente las tortillas en una sartén seca y extender sobre una tela limpia para que la condensación no las humedezca.

Mezclar el guacamole con el apio y untar cada tortilla con la mitad de la mezcla. Repartir entre ambas la trucha ahumada y a continuación la lechuga. Cortar los huevos por la mitad a lo largo y poner cinco mitades en el centro de cada tortilla. Doblar hacia adentro unos 2-3 cm. del borde de la tortilla más alejado de nosotros, a continuación doblar el lado derecho o el izquierdo hacia el centro y después doblar el lado contrario también hacia el centro montándolo ligeramente sobre el anterior. Por último, fijar con un palillo y servir.

A comer.