lunes, 30 de octubre de 2023

Crema de calabaza con tahini, en olla lenta (slow cooker)

Aprovechando que saqué del altillo la olla lenta para hacer la crema untable de manzana especiada (si os perdisteis la receta pinchad en el enlace y ya veréis que cosa más rica) le estoy dando bastante uso, antes de que vuelva a su sitio y se pase allí sin tocarla un montón de meses. Entre lo que estoy cocinando se encuentra esta crema de calabaza con tahini, sólo apta para los amantes del sésamo (o ajonjolí, según desde dónde me leáis), pues lo lleva en todas sus versiones y eso se nota en el resultado final. Como a mí me vuelve loca, esta crema ha alegrado mis cenas durante varios días, pues me la he comido yo solita y confieso que pocas veces me he alegrado tanto de que al costillo no le guste el cuchareo (sí, ya sé, me acaba de salir la vena egoísta). También he de decir que me dio mucha pena que se acabara, pues la última ración estaba aún más rica que la primera, el paso de los días la mejoró sustancialmente, volviéndola más suave y aromática, casi parecía una receta distinta a la de la primera ración. Que ni que decir tiene que la voy a repetir, aunque la haré en la olla rápida porque si os soy sincera, no creo que haya diferencia de sabor entre uno y otro método y yo, que tengo en ésta a mi mejor amiga, para este tipo de recetas prefiero usar la rápida pues el ahorro de tiempo es considerable. ¿Que porqué utilicé entonces la slow cooker, os preguntaréis? Pues porque tenía curiosidad por ver cómo quedaba, la tenía a mano y además fue un día en la que tenía la encimera trabajando a tope y me venía bien despreocuparme de la elaboración de la crema.

Seguramente habréis leído en muchos sitios que no hay que levantar la tapadera de la olla cuando está funcionando para evitar que pierda temperatura. Bueno, pues como hoy va de confesiones, os voy a hacer otra: es superior a mis fuerzas no abrir y remover, es más, en todas las recetas que tengo en el blog hechas con olla lenta (pocas, la verdad), siempre revuelvo el guiso o le doy vuelta a las piezas de carne y es que no sé si será porque la que yo uso (es la de Lidl) tal vez tenga poca potencia o sea poco eficiente, el caso es que hay diferencia de cocción entre los alimentos que están al lado de la pared de la olla y los que están en el centro. Tampoco debe ser tanto manía mía porque una conocida marca de ollas de cocción lenta tiene en el mercado un modelo que incorpora un accesorio removedor...

La sal inicial que os indico es poca, pero como no todas las calabazas son igual de sabrosas, es preferible ajustar la sazón cuando ya está hecha la crema; al final, añadí una pizca más de pimienta blanca y otro poco de sal rosa (recordad que cocino con poca sal). El agua utilizada cubre justo las hortalizas, pero al igual que pasa con la sal y la pimienta, es preferible ajustar la densidad una vez triturados los ingredientes; para mi gusto quedó perfecta y no añadí más.

Esta crema se puede consumir tanto caliente como templada, aunque a mi me parece que está más rica templada, se aprecia más su sabor. El aceite picante le va muy bien al gusto ligerísimamente dulce de la crema. Si no tenéis, utilizad aceite de oliva virgen extra y unas gotas de Tabasco u otra salsa picante. Y no olvidéis las semillas de sésamo, que no sólo aportan sabor, si no también textura.

Con más o menos tahini, con o sin picante, con semillas o sin ellas, os animo a que hagáis esta receta. Y en general, a que consumáis esta hortaliza tan llena de fibra que aunque se encuentra en el mercado todo el año, ahora está en su apogeo.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

700 gr. de calabaza (sin piel, tripas y semillas)

150 gr. de cebolla morada

70 gr. de tahini

30 ml. de aceite de sésamo

sal rosa

pimienta blanca molida

500 ml. de agua

AOVE aromatizado con guindilla, para servir

semillas de sésamo negro, para servir

ELABORACIÓN:

Cortar la calabaza, ya limpia, en dados de 2'5-3 cm. de lado y la cebolla en trozos pequeños.

Introducir la calabaza y la cebolla dentro del recipiente de cerámica de la olla lenta y añadir 1/2 tsp de sal rosa, 1/8 tsp de pimienta blanca y el aceite de sésamo.

Disolver el tahini en un poco del agua indicada en los ingredientes y añadir a la olla lenta, así como el resto del agua. Mezclar, colocar la tapadera y cocinar en ALTO durante dos horas. Remover y cocinar una hora más en ALTO.

Triturar el contenido de la olla lenta con la batidora de brazo hasta conseguir una crema fina y homogénea. Rectificar de sal y pimienta y dejar reposar, mínimo, 24 horas antes de consumir para integrar y suavizar sabores.

Servir templada o caliente, espolvoreada con semillas de sésamo negro y con un hilo de aceite de oliva virgen extra aromatizado con guindilla,

A comer.

lunes, 23 de octubre de 2023

Morcillo en salsa sriracha, en olla rápida WMF

Este morcillo en salsa sriracha no pica mucho, he querido ser moderada en el uso de la sriracha porque me he dado cuenta que últimamente le pongo picante a todo. Que sí, que los platos quedan muy ricos con el toque picantito pero si se abusa, al final todo sabe picante aún cuando sean distintos tipos de picor e intensidad. Así que no busquéis hoy un plato de sabor fuerte, el toque de sriracha es sutil, apenas lo suficiente para que, después de contrarrestar el dulzór de los pimientos y de la cebolla, deje un lejano recuerdo picante en el paladar, ese típico “parecía que no picaba pero algo pica”. Pero si queréis que pique de verdad, os doy permiso para añadirle toda la sriracha que queráis, el límite es vuestro paladar. Le pongáis poca o mucha, lo que es seguro es que os va a hacer falta un buen pan para mojar la salsa, porque sería pecado dejarla en el plato con lo rebuena que está.

Normalmente pico la carne en trozos que, una vez cocinados, sean de tamaño bocado, teniendo en cuenta al momento de cortarlos, que las carnes guisadas y la de morcillo aún más, encogen mucho al cocer. Pero en esta ocasión el carnicero me dio un morcillo pequeño, limpio y muy bien sacado, una pieza bonita, la verdad, que tanta pena me daba hacerla cachos que pensé que bien merecía un corte distinto, en medallones concretamente. El corte no afecta al sabor pero sí a la presentación, quedado un plato más bonito y “ordenado”. Os puede pasar, como a mí, que algún músculo de la carne, al encoger, combe ligeramente algún medallón, como se puede apreciar en las fotografías. La verdad que no me di cuenta al hacerlas, ha sido ahora al escoger las que iban a acompañar la publicación cuando lo he visto y ¿sabéis una cosa? Son del tipo de cosas que me repatean que me pasen, con el cuidado que pongo siempre al escoger los alimentos que voy a fotografiar, que si no tengo más que dos muslos de pollo pues me aguanto con lo que hay pero si es un guiso de carne no sabéis el rato que estoy “este trozo sí, este trozo no, aquí un poco de pimiento, ahí me estorba el diente de ajo...”. A veces me digo a mí misma “a ver, guapita de cara, que es un plato de comida, no una obra de arte, no te obsesiones” y dejo que en el plato reine un poco el caos. Lo irónico de todo ésto es que en casa, en el día a día, paso de adornar una ensaladilla o de servir la comida en una fuente y lo hago directamente de la cazuela, por ejemplo, pero con las fotos, no os hacéis una idea de lo tiquismiquis que me pongo. Y todo eso para que al final no me satisfagan el 99% de las que hago. En fin...

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

1 morcillo de ternera pequeño (600 gr. aprox.), entero

150 gr. de cebolla morada

30 gr. de pimiento amarillo

70 gr. de pimiento rojo

100 gr. de tomate, pelado

1 diente de ajo mediano

1 tsp de salsa sriracha

100 ml. de vino blanco seco

AOVE

sal

cebollino fresco para servir

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.

Cortar la cebolla en plumas finas y los pimientos y el tomate en dados pequeños. Reservar todo por separado.

Pelar el ajo y eliminar el germen, si tiene. Prensar con una prensa para ajos y reservar.

Eliminar grasas e impurezas del morcillo y cortar en medallones de 3'5-4 cm. de ancho, aproximadamente. Reservar.

Disponer un fondo de aceite de oliva virgen extra en la olla rápida WMF, llevar al fuego y freír la cebolla a fuego medio-alto. Cuando empiece a dorarse, añadir los pimientos y cocinar a fuego medio 5 minutos. Agregar el ajo, cocinar 1 minuto e incorporar el tomate. Cocinar el conjunto hasta que se evapore el agua del tomate, unos 4 minutos, aproximadamente. Añadir los medallones de carne sazonados con sal y rehogar por todos los lados justo hasta que cambien de color. Verter entonces el vino, evaporar el alcohol durante 1 minuto e incorporar la salsa sriracha.

Mezclar el contenido de la olla, levantar el hervor, colocar la tapadera y cocer 18 minutos contados desde que la válvula suba completamente.

Transcurrido el tiempo, apartar la olla del fuego y dejar que pierda toda la presión antes de abrirla. Rectificar de sal, si procede, dejar que repose 5 minutos y servir con cebollino fresco picado.

A comer.

lunes, 9 de octubre de 2023

Huevos rellenos de langostinos y manzana

Recuerdo de cría oír decir a los mayores “el tiempo está loco” cuando el tiempo meteorológico no coincidía con el que correspondía a la fecha del calendario. Y yo añadiría ahora “de atar”, pues hay que ver lo largo y caluroso que está siendo el veranillo de San Miguel, que también me trae loca a mí, que hace cosa de tres semanas andábamos por aquí pelaos de frío, que hasta en casa nos planteamos poner un rato la calefacción porque ya se había quedado helada y aunque hacía fresco en la calle se estaba más calentito fuera que dentro. Que guardé casi toda la ropa y calzado de verano y saqué una mantita para la cama, no digo más. Estaba yo tan contenta (ya os he comentado que prefiero el frío al calor), preparando los primeros platos de cuchara, señal inequívoca en mi casa de la llegada del mal tiempo, lamentando únicamente que por estos lares casi no hay otoño y se pasa muy deprisa al largo invierno, pero sin llevarme mal rato, no vayáis a creer, pues una de las cosas que más me gustan es salir a la calle uno de los muchos y muy luminosos días de invierno, sentir el aire frío en la cara y ver la inmensidad de un cielo intensamente azul y sin nubes. Y es que para mí, los cielos de Castilla son los más hermosos, pues al tener un clima seco suele haber pocas nubes y poseen un color que he visto en pocos sitios, tal vez en los Pirineos, pero ahí, al estar entre montañas, no se ve tanto cielo como en la meseta. Y por supuesto, los cielos invernales sobre los veraniegos, en esta época la luz atenúa bastante su color, mientras que en invierno, la incidencia de los rayos solares da como resultado un cielo profundamente azul. Además, una de las ventajas de vivir en un zona rural poco poblada es que el índice de polución es bajísimo, con lo que disfrutamos de unos cielos muy limpios.

El descalabro climático ha hecho que vuelva a sacar la ropa de verano y las sandalias, que la manta esté recogida todas las noches a los pies de la cama, que me pase casi todo el día abanico en mano diciendo “ay qué calor” y que vuelvan a predominar en mi mesa los platos fríos. Y para muestra, un botón: huevos rellenos de langostinos y manzana, fáciles, rápidos, de sabor suave y llenos de texturas. Creo que no necesitan más presentación, los huevos rellenos son de esos platos en los que la mayor dificultad suele ser que no se estropeen mucho al pelarlos, pero por lo demás y si son una elaboración fría, se hacen en un plis y no hace falta técnica culinaria alguna. Éstos os van a gustar mucho, seguro.

A los que cojáis el puente de El Pilar, que lo disfrutéis mucho, aunque dicen que va a cambiar el tiempo y parece que ahora sí, se va a poner otoñal. Y a los que no, disfrutadlo también en vuestro lugar de residencia, que tampoco hace falta irse al quinto pino para sacarle el jugo a la vida. En el trabajo lo hemos sorteado y he tenido suerte en el sorteo y como afortunadamente mi pareja ha podido organizarse en su trabajo para también poder disfrutarlo, nos iremos fuera. Nos vamos a mojar, lo sé, y además parece ser que mucho, pero con el año de sequía que llevamos, va a ser tan emocionante como una atracción de feria.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

5 huevos tamaño L, a temperatura ambiente

60 gr. de langostinos cocidos, pelados

30 gr. de manzana roja sin piel u otra dulce de textura crujiente

2 tsp de cebollino fresco picado, más un poco para decorar

60 gr. de salsa cocktail (comercial)

salsa Tabasco

sal gruesa

sal fina (optativa, no le he puesto)

ELABORACIÓN:

Poner una olla al fuego con suficiente agua para cubrir los huevos y llevar a ebullición. Cuando rompa el hervor, añadir un puñado de sal gruesa e introducir los huevos con cuidado para que no se rompan. Cocerlos 14 minutos contados desde que el agua recupere el hervor.

Una vez finalizado el tiempo de cocción, sacar los huevos a un bol con agua muy fría, incluso con hielo, para detener la cocción y facilitar después la eliminación de la cáscara. Dejar enfriar completamente.

Pelar los huevos cuando estén fríos. Pasarlos por un chorro de agua para eliminar posibles restos de cáscara, secar con papel de cocina y cortar a lo largo. Reservar claras y yemas por separado, tapadas y en la nevera hasta el momento de usar.

Picar los langostinos en trozos pequeños. Picar la manzana en trozos más pequeños que los langostinos. Dejar a un lado.

Disponer las yemas, reservando una para decorar, en un plato hondo. Machacar con un tenedor y agregar los langostinos y la manzana. Mezclar hasta que se integren correctamente todos los ingredientes.

Poner en un cuenco la salsa cocktail y agregar salsa Tabasco al gusto, la suficiente para que esté ligerísimamente picante para compensar el dulzor de la manzana pero sin que anule el resto de sabores. Añadir el cebollino y mezclar. Verter sobre la farsa de yemas e integrar. Rectificar de sal, si procede (no le he puesto), tapar y reservar 30 minutos en frigorífico para que los sabores se asienten.

Rellenar el hueco de las claras con la farsa. Añadir más relleno por toda la superficie plana de las claras dándole forma abombada como si fuera la otra mitad del huevo y colocarlos en una fuente de servir con el relleno hacia arriba. Rallar la yema reservada y espolvorear por encima de los huevos. Decorar con un poco de cebollino y servir.

A comer.

lunes, 2 de octubre de 2023

Crema untable de manzana especiada en slow cooker u olla lenta

Septiembre para mí es mes de asar pimientos y hacer mermeladas. Este año ha sido malo para los pimientos y he asado muy poquitos. Tampoco fue bueno para todos los frutales, pero aún así he podido hacer alguna mermelada, es más, según escribo ésto se está enfriando un lote de frascos de la mermelada de melocotón que hice esta mañana y que he metido en conserva esta tarde. Siempre hago conserva de todas las mermeladas ya que al no ponerles mucho azúcar no me fío del clásico método de rellenar los frascos en caliente y darles la vuelta para que hagan el vacío, prefiero hervirlos y así evito posibles disgustos.

En esas estaba, haciendo mermelada de melocotón y miel con las frutas que me había tirado el aire y que en su mayoría estaban un poco verdes, motivo por el cual aumenté un poco la cantidad de azúcar que normalmente utilizo. Al probarla la encontré dulcísima, demasiado para mi gusto y más teniendo en cuenta que lo dulce me gusta cada vez menos dulce. Así que decidí pedirle opinión al catador oficial, que al final es quien se come todas las mermeladas que hago y que me protestó la última que hice de ciruelas claudias porque según él “estaba insípida”. Se la dí a probar y me dice tan ufano “qué buena, sabe igual que la comprada”. No supe ni cómo reaccionar, porque siempre pensamos que lo casero no sólo es mejor (y ojo, que hay mermeladas en el mercado de calidad realmente extraordinaria), sino también más rico. Confieso que pasados unos minutos empezó a molestarme el comentario, aunque no le dije nada, pues sé que fue bienintencionado, pero no sé si mi espalda y las quemaduras en la muñeca opinaban lo mismo, así que decidí correr un tupido velo...

Con lo que no pudo hacer comparaciones fue con esta crema untable de manzana especiada. Sí, el nombre es muy largo, pero llamarla “mantequilla de manzana” como así lo hacen en los sitios de recetas estadounidenses, me parece que induce a error y requiere muchas aclaraciones. Curiosamente en los muchos sitios en los que he consultado esta receta, siempre hacen la aclaración de que en puridad no es una mantequilla, pero la denominan así por lo untuosa que es, en un símil con la mantequilla pomada, aunque a juzgar por sus fotos no tiene esa consistencia y si siendo esta receta muy popular en ese país necesitan hacer aclaraciones, como para traducirlo literalmente al español, por eso el nombre que le he dado.

Hacía tiempo que tenía ganas de hacer esta crema. La descubrí hace ya mucho en muchos sitios de recetas de EEUU, donde llegando finales de verano es un auténtico desfile de recetas con calabaza o con manzanas, siendo esta apple butter muy popular. Es también una magnífica receta de aprovechamiento y como ésta es época de recogida de melocotones, peras y manzanas, parte de las cuales hay que cocinar porque es imposible consumirlas todas, resulta una alternativa diferente y deliciosa a las tradicionales mermeladas.

Como ya os comentaba, andaba liada haciendo mermelada de melocotón y miel y hacer la crema en la olla lenta me pareció una magnífica idea, porque se ahorra uno el tener que remover para evitar que se agarre a la cazuela. He adaptado esta receta, reduciendo la cantidad de fruta pues mi slow cooker es pequeña (tengo la de Lidl) y he cambiando las especias, utilizando en lugar de las indicadas, la mezcla de especias para pan de especias cuya receta ya os mostré en esta entrada y cuyo aroma y sabor me vuelve loca y que, dicho sea de paso, ya tenía que gastar. Creo, de verdad, que me ha quedado una crema deliciosa, adictiva, aromática y dulce,

He utilizado las manzanas rojas que se ven en las fotos. No sé de qué clase son, tienen carne amarilla y firme cuando están aún un poco verdes, pero que se vuelve harinosa al madurar, una textura que no me gusta nada. Como sólo las como yo y no me iba a dar tiempo a consumirlas todas antes de que cambiaran de textura, fueron las elegidas para esta receta. Supongo que se podrá utilizar cualquier manzana, con que esté sana es suficiente. El punto de maduración es indiferente, aunque una manzana más madura tendrá más líquido y tal vez haya que prolongar la cocción con la cazuela semi abierta para evaporarlo.

Aunque la receta no es mía, es perfecta como aprovechamiento de fruta que no va a dar tiempo a comer, que se quiere conservar o que está muy madura. Además utilicé las especias para pan de especias que ya había que consumir, aunque conservaba todo su aroma. Por ese motivo y con permiso de Marisa, es mi propuesta de este mes para su proyecto 1+/-100, desperdicio 0

que desde su blog Thermofan, promueve para evitar el desperdicio de alimentos y fomentar el reciclaje en general.

Sin más ya os dejo con la receta. Otros días no tendré nada que contaros, pero hoy os he hecho leer un rato largo...

Por cierto, al costillo le encantó. Y a mí, ni os cuento.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

1 kgr. de manzanas, peladas y descorazonadas (1'500 kgr. de manzanas pequeñas, aproximadamente)

150 gr. de azúcar moreno de caña integral

1 tsp de mezcla de especias para pan de especias

1 pizca de sal

ELABORACIÓN:

Lavar y escurrir las manzanas. Pelar, eliminar partes dañadas y corazón. Picar en trozos del tamaño de una nuez del país, aproximadamente. Introducir en la olla lenta (la mía es la de Lidl).

Mezclar en un cuenco el azúcar moreno, las especias y la sal. Agregar a la fruta y remover hasta que todos los trozos se impregnen de forma homogénea.

Encender la olla lenta. Colocar el selector de temperatura en posición MEDIUM y cocinar cuatro horas. Pasado ese tiempo, remover las manzanas y cocinar otras cuatro horas a la misma temperatura.

Comprobar el punto de cocción de la fruta, si aún estuviera firme, prolongar la cocción comprobando cada 30 minutos. A mí no me hizo falta.

Desconectar la olla lenta y triturar las manzanas con una batidora de brazo hasta conseguir una crema fina y homogénea. Dejar que la crema se enfríe dentro de la olla lenta, destapada. De esta forma el calor residual espesará un poco más la crema.

Aunque la crema se puede consumir en cuanto se enfría, los sabores se suavizan pasadas 24 horas, mejorando considerablemente.

Si no se va a consumir toda en pocos días, es aconsejable meterla en conserva, dado que lleva poco azúcar. Por esa misma razón y si no se hace conserva, debe mantenerse refrigerada.

Obtuve 860 gr. de crema de manzana, cantidad que variará según la clase y punto de maduración de la fruta.

A comer.