domingo, 31 de marzo de 2019

Empanadillas horneadas de cebolla caramelizada, champiñones y queso azul


Esta receta la tenía que haber publicado ayer, que era día 30 y tocaba publicar. Pero como no sé en que día vivo, ni me di cuenta de la fecha que era. Y eso que los informativos estuvieron dando la barrila con el cambio de hora al ser último fin de semana de marzo, pero nada, que eso parecía que no iba conmigo y no me di por enterada. Ni de la fecha ni del cambio de hora, dicho sea de paso, porque siempre cambio la hora de los relojes y del despertador antes de acostarme y ayer ni me acordé. De milagro que se me iluminó la mente a las tantas de la mañana, una de las veces que me desperté y cambié el despertador. Menos mal que hoy es domingo y si me hubiera levantado más tarde tampoco pasaba nada. No sé donde tengo la cabeza; bueno, sí, porque está sujeta al cuerpo pero si fuera a rosca nunca sabría dónde la había puesto...

Me encanta la combinación de setas y queso azul. Y aprovechando que me había sobrado un poco de queso y que tenía un paquete de obleas abierto, compré unos champiñones, hice la cebolla y preparé estas empanadillas. Por eso no pongo cantidades, porque fui rellenando obleas hasta que se me acabó el relleno (y porque se me olvidó pesarlo, lo confieso). Además el relleno dependerá del tamaño de las obleas y la proporción de ingredientes a gusto de cada cual.

Congelan muy bien. Para eso, ni las pinto con agua o leche ni le quito el papel con el que vienen. Las voy poniendo ya cerraditas y con su papel en una bandeja, ligeramente separadas y meto ésta en el congelador. Cuando ya están congeladas, las meto en una bolsa de congelación indicando el relleno y la fecha. Luego, a la hora de hacerlas, precaliento el horno a 200º C con calor arriba y abajo y sin descongelar y sin el papel, las dispongo de la misma manera que indico más abajo y las cocino 30 minutos. Resultan muy socorridas para una cena.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES


obleas de empanadilla


champiñones

queso azul

ajos

leche (opcional)

 

ELABORACIÓN


Limpiar los champiñones con un cepillo bajo un chorro fino de agua. Ponerlos en un escurridor a medida que se limpien. Cortar en láminas finas y reservar.

Picar finos unos dientes de ajo y confitar en una sartén pequeña con un fondo de aceite a fuego bajo. Una vez hechos y antes de que empiecen a tomar color, pasarlos junto con el aceite a una sartén grande y honda donde quepan los champiñones y añadir éstos. Llevar a fuego medio, salar ligeramente, remover, añadir un poco de agua y tapar. Dejar que los champiñones suelten su agua, destapar y cocinar a fuego fuerte hasta que se consuma todo el agua y se hagan los champiñones, entre 20 y 30 minutos, dependiendo del tamaño y lo frescos que sean. Escurrir el aceite si se desea y reservar los champiñones.

Precalentar el horno a 220º C con calor arriba y abajo.

Disponer las obleas de empanadilla en la encimera, sin quitar el papel con el que vienen. Colocar en el centro de cada oblea, cebolla caramelizada, champiñones y queso azul desmenuzado en la proporción que más guste. Humedecer con agua el borde de las obleas e ir cerrándolas una a una doblándolas sobre sí mismas con la ayuda del papel y con cuidado para que no se salga el relleno. Ir colocándolas en una bandeja de horno ya sin el papel de soporte. Cuando estén todas, pintarlas con agua o leche una brocha de silicona.

Introducir la bandeja en el horno en la segunda posición empezando por abajo. Hornear 12 minutos y colocar la bandeja una posición más arriba. Hornear otros 4-5 minutos, según gusten de tostadas, sacar del horno y servir.

A comer.


lunes, 25 de marzo de 2019

Tarta salada de setas de ostra con queso azul


Las primeras veces que hice esta tarta, cociné previamente la setas, pero un día probé con las setas en crudo y no he vuelto a cocinarlas. Al estar crudas, necesitan algo más de tiempo de cocción en el horno porque soltarán el agua que de la otra manera habrían perdido con la cocción, pero el exceso lo absorberá la masa, haciendo que ésta tarde más en endurecerse. Además, los 15 minutos más de horno que necesita la tarta compensa los por lo menos treinta que tardan en cocinarse las setas en la sartén más el tiempo que necesiten para perder temperatura, a fin de evitar que los huevos puedan cuajarse al añadirlos a las setas calientes.

Personalmente me gusta más fría o templada, pero por supuesto que se puede consumir caliente.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:


* Para la masa:

150 gr. de harina de trigo

50 gr. de harina integral de trigo

25 ml. de aceite de oliva virgen extra

75-100 ml. de agua

sal


* Para el relleno:

250 gr. de setas de ostra frescas

150 ml. de nata para cocinar (18% materia grasa)

100 ml, de leche desnatada

3 huevos tamaño L

75 gr. de queso azul

queso rallado fundente al gusto

sal y pimienta negra molida


* Y además:

un molde de paredes bajas de 20 cm. de diámetro, aproximadamente

mantequilla para el molde
 


ELABORACIÓN:


Lavar bajo el grifo con un hilo de agua y una a una las setas, frotándolas con un cepillito suave. Ir colocándolas de canto en un escurridor.

Preparar la masa: En un bol, poner las harinas, el aceite de oliva virgen extra y un poco de sal y mezclar con una cuchara de palo. Añadir la mitad del agua y volver a mezclar. Se formarán como unas migas. Dejar que la harina se hidrate un par de minutos y amasar la mezcla, incorporando el agua poco a poco hasta que apenas se pegue a las manos. Lo más probable es que no haga falta todo el agua, pero eso dependerá del grado de absorción de las harinas. Tapar la masa, que aún se notará un poco húmeda, con un paño limpio y dejar reposar 30 minutos. Pasado ese tiempo la harina habrá terminado de hidratarse y la masa resultará más seca.

Mientras reposa la masa, picar las setas en trozos menudos y regulares y reservar.

Precalentar el horno a 200º centígrados con calor arriba y abajo.

Enmantequillar un molde redondo de 20 cm. de base.

Sobre una superficie de trabajo limpia y sin enharinar, estirar la masa con el rodillo lo suficiente para cubrir el molde y lo más fina posible. Si la masa tiende a encogerse al estirarla, ir dándole reposos de cinco minutos hasta que se relaje el gluten y resulte manejable. Acomodarla en el molde procurando que no queden bolsas de aire en la base y retirar el sobrante con el rodillo.

Desmenuzar el queso azul y cubrir uniformemente la base de la tarta. Repartir por encima la setas picadas y crudas.

En un plato hondo, poner los huevos, añadir sal y pimienta negra molida al gusto y batir con un tenedor. Añadir la leche y la nata y mezclar hasta homogeneizar. Verter esta mezcla sobre las setas y espolvorear con queso rallado fundente al gusto. Yo no tenía y utilicé uno para gratinar, pero no lo recomiendo.

Introducir el molde en el horno colocando la rejilla en la segunda posición empezando por abajo. Bajar la temperatura a 180º C y poner calor sólo por abajo. Cocer 30 minutos y pasado ese tiempo, subir una posición la rejilla y cocer otros 30 minutos.

Sacar el molde del horno y colocar en una rejilla para que se enfríe.

A comer.


miércoles, 20 de marzo de 2019

Alcachofas en vinagreta


Estas alcachofas las tenían de tapa en un bar en el que tomaba café por las mañanas y que ya cerró. Nunca las pedí, pero siempre que las veía me decía que tenían que estar ricas y que aquello tenía las letras muy gordas y tenía que prepararlas en casa. Desde entonces las hago bastante y sobre todo en verano, porque es fresquita y muy socorrida, ya que siempre tengo conservas de alcachofas y de pepinillos y habitualmente pimientos rojos y verdes y por supuesto, cebolletas, porque solemos sembrar cebollas en la huerta, ya que gasto mucha y siempre se terminan naciendo, con lo que suelo estar bien surtida de cebolletas. Por cierto, que la cebolleta no es esa cebolla tierna con rama y en manada que nos venden en la tienda, sino que es el tallo que le sale a la cebolla cuando no está tratada para que no germine. Ni el sabor es el mismo ni por supuesto la textura al cocinarla. La cebolleta auténtica queda muy melosa al pocharla e incluir un trozo de la parte verde al cocinarla le proporciona otro sabor.

Por supuesto que las alcachofas se pueden consumir recién aliñadas, pero están más ricas si se deja macerar unas horas toda la preparación. De hecho, yo las hago de un día para otro.

De verdad que están muy ricas. Son resultonas, fáciles y rápidas y muy ligeras y refrescantes. Por descontado que también se pueden hacer con alcachofas naturales.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:

230 gr. de corazones de alcachofas baby en conserva (peso escurrido)

95 gr. de pimiento rojo (peso en limpio)

95 gr. de pimiento verde (peso en limpio)

40 gr. de cebolleta (peso en limpio)

40 gr. de pepinillos en vinagre

aceite de oliva virgen extra

vinagre de Jerez (IGP)

 
ELABORACIÓN:

Picar en cuadraditos el pimiento rojo y el verde. Reservar.

Picar la cebolleta y los pepinillos en trozos menudos. Reservar.

Lavar y escurrir el perejil. Secar y picar con un cuchillo. Reservar.

Sacar las alcachofas del líquido de conservación y reservar éste.

Poner las alcachofas en una ensaladera. Disponer por encima los pimientos, la cebolleta y los pepinillos. Añadir aceite de oliva virgen extra y vinagre de Jerez al gusto y remover delicadamente. Si se desea, se puede rebajar la vinagreta añadiendo parte del líquido de conservación de las alcachofas o agua.

Espolvorear con el perejil picado, tapar e introducir en la nevera para que se enfríe.

Dejar reposar al menos cuatro horas antes de consumir.

A comer.


viernes, 15 de marzo de 2019

Puding de almendras


Las fotos no le hacen justicia (de hecho son un horror) porque está realmente bueno. La receta es de Marisa, del blog Thermofan aunque con pequeños cambios. Ella la hace con avellanas, pero yo no tenía. Por contra tenía muchas almendras y no creo que ese cambio haya afectado para mal a la receta. Le añadí más azúcar porque no le puse caramelo y tal vez a los muy golosos les parezca poco dulce. No se lo puse porque aunque me gusta, me da la impresión de que el caramelo “se come” el sabor de algunos postres. En cuanto a lo estético, fue un error, porque es indudable que hubiera quedado más bonito con el color que aporta el caramelo. Además mi molde no tiene el fondo liso y las marcas quedaron impresas en el puding, lo que lo afeó aún más. Conclusión: la próxima vez le pongo caramelo, pero una capa finita para que no reste protagonismo al sabor del puding. También lo haré más pequeño porque resulta muy grande para dos que somos en casa.
Venga, a lavarse las manos y a cocinar.


INGREDIENTES:

4 huevos tamaño L

85 gr. de almendras repeladas crudas (*)

85 gr. de galletas Napolitanas (galletas de canela)

400 ml. de leche desnatada a temperatura ambiente

150 gr. de azúcar

1  tbs. de miel de mil flores

almíbar (30 gr. de azúcar y 25 ml. de agua)


ELABORACIÓN:

(*) Si las almendras son sólo peladas, es decir, no tienen la cáscara de madera y conservan la piel interior, lo primero que hay que hacer es repelarlas mediante su escaldado, preferiblemente el día antes para que estén bien secas a la hora de elaborar el postre. Para ello, poner un cazo pequeño con agua a hervir. En el momento que arranque el hervor, añadir todas las almendras de golpe, hervir cincuenta segundos, apagar el fuego y sacarlas inmediatamente. Ponerlas sobre papel absorbente y en cuando su temperatura permita la manipulación, pelarlas una a una retorciendo la piel a la vez que se presiona ligeramente. Ir colocando las almendras ya repeladas en una bandeja cubierta con papel absorbente y extendidas para que se sequen bien.

En una sartén sin nada de aceite, tostar las almendras removiéndolas hasta que se doren ligeramente, evitando que se quemen porque en ese caso amargarán. Dejar que se enfríen por completo y rallar con un rallador o picar con un robot. No ha de quedar como una harina, sino en trocitos que se noten al masticar. Reservar.

Preparar el almíbar: poner a cocer en un cazo, 30 gr. de azúcar y 25 ml. de agua. Hervir 5 minutos a fuego fuerte hasta que espese. Dejar que enfríe un poco y embadurnar con una brocha de silicona, las paredes y la base de un molde alargado de silicona de 1'250 litros como mínimo, de capacidad. Hay que tener en cuenta que sale un litro, aproximadamente, de mezcla y tiene que haber algo de espacio entre ésta y el borde del molde para poderlo manejar sin que se derrame.

Precalentar el horno a 200º centígrados con calor arriba y abajo. Poner agua a hervir en un cazo para el baño María.

Separar las claras de las yemas. Montar las claras a punto de nieve firme con unas varillas eléctricas. Cuando empiecen a estar, añadir tres cucharadas del azúcar en cinco o seis veces para que ayude darle volumen. Seguir batiendo hasta que estén. Reservar.

Poner la leche en el vaso de la batidora de brazo. Añadir la miel y batir. Agregar el azúcar y volver a batir. Incorporar las galletas, dejar que se empapen dos minutos y batir de nuevo con la batidora. Pasar la mezcla a un bol o ensaladera grande y añadir las almendras reservadas. Mezclar con una lengua o espátula. Agregar las claras montadas en seis u ocho veces e integrar delicadamente con movimientos envolventes de abajo hacia arriba para evitar que se bajen. Costará un poco. La mezcla quedará muy líquida, es así.

Volver a embadurnar el molde con el pincel, repartiendo de nuevo el almíbar que probablemente haya escurrido de las paredes. Colocar el molde en una fuente apta para el horno, verter la mezcla de huevos y almendras en el molde y el agua, que tiene que estar hirviendo, en la fuente de horno, de tal manera que cubra dos centímetros de la base del molde en el que está la mezcla de huevos. Introducir en el horno en la segunda posición empezando por abajo, bajar inmediatamente la temperatura a 180º C con calor sólo abajo y hornear 45 minutos o hasta que al pinchar el puding con una aguja salga seca.

Sacar la fuente del horno. Sacar con mucho cuidado el molde de la fuente y colocar en una rejilla para que se enfríe. El puding tendrá todavía una consistencia un poco blanda, por lo que hay que manipularlo con delicadeza. Terminará de endurecer al enfriar.

Una vez completamente frío, meter en el frigorífico hasta el día siguiente.

Desmoldar sobre una fuente y servir, si se desea, con un poco de nata montada.

A comer.


domingo, 10 de marzo de 2019

Frite extremeño, en olla WMF


Cuando empecé a cocinar, seguía todas las recetas al pie de la letra. Cuando no tienes experiencia, no sueles introducir cambios porque no sabes cómo van a salir las cosas. Luego, con los años, te sueltas y empiezas a quitar o a poner algún ingrediente o a cambiar la técnica de cocinado, a veces haces tantos cambios que el autor de la receta sería incapaz de reconocerla. En la mayoría de las ocasiones el resultado es bueno, aunque también hay algún estrepitoso fracaso. Con la práctica, cuando vas leyendo la receta, en tu paladar ya te vas haciendo una idea del sabor que va a tener el plato.
Pero, en alguna ocasión, no te haces idea del resultado de una preparación. Esto es lo que me pasó cuando leí esta receta de Miriam, de El Invitado de Invierno me pareció que tenía que estar buena, pero no lograba imaginar su sabor. Así que la hice al pie de la letra, con la salvedad de que utilicé la olla rápida para guisarlo y le añadí unas patatitas y ¡oh, cielos!, fue amor al primer mordisco. Decir que está rico es quedarse corta. Es un plato que pese a su sencillez y parquedad de ingredientes, está extremadamente rico. Y esa salsa... para mojar una hogaza de pan y quedarse con ganas de más. El frite extremeño vino a mi cocina para quedarse. Ya lo he cocinado más de una vez y lo repetiré. Receta altamente recomendable, patatas incluidas. Y como casi todos los guisos, mejora de un día para otro, concentrándose el sabor, así que cuidado con la sal.
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:


1 kgr. de lechazo cortado en trozos (falda, pierna, pescuezo...)

150 gr. de cebolla

35 gr. de dientes de ajo

tbs. de pimentón de La Vera (DOP) agridulce

250 ml. de vino blanco seco

2 hojas de laurel

8 patatas pequeñitas

aceite y sal



ELABORACIÓN:


Picar la cebolla menuda y reservar.

Lavar los dientes de ajo con su piel y reservar.

Lavar el lechazo, secar con papel de cocina y salar. Reservar.

Lavar las patatas, pelarlas, volverlas a lavar para eliminar cualquier residuo de tierra y reservar.

Poner a calentar un fondo de aceite en una sartén honda y amplia. Cuando coja temperatura, dorar el lechazo por tandas. Ir sacando los trozos de carne de la sartén y ponerlos dentro de la olla rápida. Reservar.

Pochar en el aceite sobrante y a fuego lento la cebolla reservada con un poquito de sal, hasta que transparente. Si fuera necesario, añadir más aceite. Cuando esté a medio hacer, añadir los dientes de ajo enteros y sin pelar y seguir rehogando el conjunto. Según se vayan haciendo los ajos se desprenderá la piel; retirarla cuando ocurra.

Una vez hecha la cebolla, incorporar a la sartén el pimentón y sofreír un minuto cuidando que no se queme porque amargará. Añadir el vino blanco y las hojas de laurel previamente lavadas. Desglasar el fondo de la sartén con una cuchara de madera y agregar su contenido a la olla donde está el lechazo. Remover delicadamente el conjunto y colocar encima las patatas enteras.

Poner la olla al fuego, taparla y cocer 15 minutos desde que suban los anillos de la válvula. Dejar que pierda toda la presión antes de abrir.

Rectificar de sal si fuera necesario y servir.

Mejora de un día para otro.

A comer.


martes, 5 de marzo de 2019

Setas de ostra con jamón y garam masala


Unas setas diferentes y muy muy ricas. Un acierto el garam masala, con su toque de canela y comino. La mezcla comercial de especias garam masala, según la Wikipedia incluye especias tales como chile, ajo, jengibre, sésamo, mostaza, cúrcuma, cilantro, clavo, pimienta negra, cardamomo, canela, laurel, comino, nuez moscada e hinojo. La que yo tengo la compré a granel en una tienda de esas que hay ahora en las que te venden al peso toda clase de especias, hierbas, legumbres, harinas, frutas deshidratadas y no sé cuantas cosas más y que a mi me pierden; si no me controlara, compraría de casi de todo aunque no supiera para qué usarlo. A lo que iba, que me pierdo; como es granel, no se la composición de la mezcla. La que yo tengo, en crudo, pica moderadamente y no predomina ningún sabor, tal vez un poquito el comino pero es más lo que huele que lo que sabe. Al tostar el garam masala en el aceite, la cocina se impregna del olor de la canela y el comino; es más, olía tanto a canela que pensé que las setas no se iban a poder comer porque sólo iban a saber a canela. Pero no podía estar más equivocada: aunque se perciben perfectamente las notas de canela y comino y del conjunto de especias de la mezcla (sin que yo sea capaz de diferenciar otros sabores), no es picante y resulta de un equilibrio perfecto en el paladar. Hasta le gustó a mi pareja, que al contrario que yo, no es nada aficionado a la especias.
Lo de tostar las especias es una manía personal, de esa forma me parece que se liberan más sus aromas y lo hago siempre. Además me encanta el olor que dejan en la cocina.

Repetiré la receta, sin duda, porque además, como la seta de ostra de cultivo tiene un sabor tan neutro (insulso, diría yo), permite apreciar los sabores y aromas del garam masala. También la haré con menos jamón, creo que le sobran unos treinta gramos.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:


600 gr. de setas de ostra

2 ajos medianos

100 gr. de jamón curado en un trozo

1/2 tsp. de garam masala

50 ml. de vino dulce

25 ml. de agua

100 gr. de queso fresco batido (tipo quark) 0% materia grasa

aceite de oliva y sal



ELABORACIÓN:


Lavar bajo el grifo con un hilo de agua y una a una las setas, frotándolas con un cepillito suave. Ir colocándolas de canto en un escurridor.

Una vez limpias y escurridas, picar en trozos regulares y reservar.

Pelar los ajos, quitar el germen y laminar. Reservar.

Picar el jamón curado en cuadritos y reservar.

Poner a calentar una sartén honda y amplia con un fondo de aceite de oliva. Cuando el aceite empiece a tomar temperatura, agregar el jamón y freirlo ligeramente. Añadir los ajos laminados y rehogar a fuego suave. Cuando éstos se hayan ablandado y antes de que cojan color, agregar el garam masala, tostar ligeramente e incorporar las setas. Salar al gusto y remover todo el conjunto, añadir el vino blanco y el agua, poner una tapadera y dejar que se hagan las setas a fuego suave. Remover de vez en cuando, añadiendo un poquito más de agua si fuera necesario. Tardarán unos 30 minutos, dependiendo del tamaño de los trozos en que se hayan cortado las setas.

Por último, añadir el queso fresco batido, remover, cocinar otros cinco minutos, rectificar de sal si fuera necesario y servir.

A comer.




viernes, 1 de marzo de 2019

Puding de merluza en salsa verde


¿Qué pasa cuando encargas comida para treinta personas, no se presentan seis y la mitad de los invitados son mujeres que cuidan su línea? Pues que te sobra comida para un regimiento. Y eso es lo que me pasó a mí hace unas semanas. Como siempre cuando son las fiestas del pueblo en el que vivo, invitamos a cenar a los amigos y como siempre, nunca sabes cuanta gente te va a venir. La cena se encarga a algún restaurante, porque preparar y sobre todo almacenar comida para tanta gente, es complicado; te estás tres días cocinando cuatro o cinco primeros para picar y dos segundos para elegir, lo suficiente de todo para que todos puedan comer de lo que quieran y la verdad, que sólo de pensar dónde guardar todo lo que vas cocinando, me dan los siete males. Así que se encarga y todos disfrutamos de la fiesta.

El problema es que siempre sobra. Y vale que hay comida que puedes congelar, pero otra..., pues no y no es plan comer lo mismo tres días seguidos. El pescado, por ejemplo, tiene muy mal arreglo, ni me gusta congelarlo una vez cocinado ni recalentarlo. Así que, después de comer un par de días, reconvertí los restos en este puding. También tenía unos pimientos del piquillo rellenos de surimi aburridos de entrar y salir del frigorífico y media barra de pan duro que no congelé porque quedó en una bolsa que no ví. Tanto los pimientos como el pan pertenecen a las sobras de la cena de las fiestas. Me sobraron más restos, así que amenazo con más “reconversiones”.

Con esta receta participo por segunda ocasión en el proyecto de Thermofan 1+/-100, desperdicio 0

 
La verdad es que no quería quedarme en una sola aportación, sin embargo tampoco pensé en volver a participar tan pronto, pero han venido así las cosas y me alegro mucho, porque como ya he dicho me encanta su espíritu. Recomiendo a quien no lo conozca que se pase por su blog.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.



INGREDIENTES:


365 gr. de merluza en salsa verde o cualquier pescado blanco guisado (peso sin piel ni espinas)

2 pimientos del piquillo rellenos de surimi (30 gr. de pimiento, 50 gr. de surimi picado menudo y 1 tsp. de mayonesa)

30 gr. de miga de pan duro

100 ml. de leche desnatada

1 yogur natural desnatado sin azúcar

2 huevos clase L

1 tsp.  de salsa verde (de la de cocinar el pescado)

1 rama de perejil fresco

sal



ELABORACION:


Enmantequillar un molde rectangular de al menos 900 ml. de capacidad. Forrarlo con papel de horno y enmantequillar éste (yo no lo hice y al desmoldar se me rompió). Reservar.

Precalentar el horno a 200º C con calor arriba y abajo.

Poner a hervir un cazo grande con agua, calculando la que será necesaria para el baño María que se utilizará para cocer el puding.

Picar el pan. En un cazo, templar la leche y añadir el pan. Reservar.

Limpiar el pescado de piel y espinas desmenuzar groseramente con las manos. Reservar.

Sacar el relleno de surimi de los pimientos y reservar.

Cortar los pimientos en cuadraditos pequeños y reservar.

Lavar el perejil, sacudir para eliminar el exceso de agua y picar no muy menudo. Reservar.

En una jarra amplia, disponer el pescado desmenuzado, la leche con el pan remojado, el yogur natural, la salsa de cocinar la merluza, los dos huevos y sal al gusto y batir con la batidora de brazo hasta conseguir una mezcla fina y homogénea. Agregar el surimi, los pimientos y el perejil y remover delicadamente con una espátula para distribuirlo por toda la mezcla. La mezcla resultante será de 750 ml., aproximadamente.

Verter la mezcla en el molde reservado.

Bajar la temperatura del horno a 170º C y poner el calor sólo por abajo.

Colocar la rejilla de horno a media altura y en ella una fuente lo suficientemente grande para que quepa el molde que contiene la mezcla de pescado. Colocar éste dentro de la fuente y añadir cuidadosamente a ésta el agua del cazo, que tendrá que estar hirviendo, de tal manera que cubra unos tres centímetros el molde.

Cerrar la puerta del horno y cocer una hora. Pinchar el puding con una aguja o brocheta para comprobar si está cocido. El tiempo de cocción dependerá del molde elegido: si es grande y el puding queda bajito, necesitará menos tiempo y si es pequeño y queda alto, necesitará más tiempo de cocción.

Sacar el molde del horno. Colocar sobre una rejilla para que enfríe y tapar (sin apretar para que circule el aire) con un papel de aluminio para evitar que forme una capa dura. Cuando se enfríe, meter en el frigorífico hasta el día siguiente.

Desmoldar con cuidado sobre una fuente, quitar el papel de horno y servir acompañado de salsa mayonesa, rosa o ali-oli.

A comer.