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lunes, 13 de noviembre de 2023

Garbanzos con carrilleras

Tengo al lado del portátil una caja de pañuelos, un bote de analgésicos y un café calentito. Sí, estoy acatarrada, con un constipado monumental que me tiene los ojos vidriosos, la nariz colorada, la garganta en llamas y el cuerpo de trapo. Así llevo desde el jueves y habida cuenta que el día crítico fue el sábado, este lunes por la tarde ya estaré casi (eso espero), como una rosa, con apenas algo de congestión residual. Esta situación me recuerda a mi infancia y juventud, durante las que nunca pillé una gripe (a lo largo de mi vida sólo recuerdo haberla tenido tres o cuatro veces) pero sí todos los años un catarro o dos como el de ahora, que me tenía hecha un penita... siempre en fin de semana. Nada de días de diario, no fuera a ser que perdiera clases, mi cuerpo era más sensato que mi voluntad y sólo me fastidiaba los días de fiesta, no mi futuro privándome de horas lectivas. Cómo cambian las cosas, en mi adultez la que ha mandado siempre ha sido mi voluntad ignorando olímpicamente a mi cuerpo yendo a trabajar como estuviera, mal o fatal, en algunos casos despreciando incluso la más mínima sensatez. Afortunadamente mi salud se ha resentido en contadas ocasiones con enfermedades de poca importancia, sólo me bastó una “gorda” para dejármela tocada, pero esa es hora historia.

Este otoño e invierno me he propuesto cocinar más legumbres. Nos gustan mucho pero por unas cosas o por otras siempre se me olvida ponerlas en remojo cuando tengo idea de incluirlas en el menú semanal. Es por eso que suelo tener algún bote de garbanzos o lentejas cocidas, pues me resultan muy socorridas si mi antojo de legumbre es mucho y mi memoria poca. Y así, con muy poco esfuerzo, surgió este guiso de garbanzos con carrilleras, facilísimo, sabroso, reconfortante y excelente como plato único.

Si todos los guisos de legumbres agradecen el reposo, éste aún más, pues al utilizar garbanzos ya cocidos resulta imprescindible dejar que se infundan de los sabores del guiso, dejando que el reposo haga el trabajo que no hicimos en los fogones. Lástima que el reposo no me friegue los cacharros...

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Todos los pesos en limpio

400 gr. de garbanzos cocidos

375 gr. de carrilleras de cerdo ibérico

100 gr. de cebolla

1 diente de ajo mediano

50 gr. de pimiento verde

50 gr. de pimiento rojo

1/8 tsp de pimienta negra molida

1/4 tsp de orégano seco

15 gr. de Bovril u otro concentrado de carne

sal

AOVE

agua

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.

Cortar las carrilleras en trozos de 25 gr., aproximadamente. Salar y reservar.

Cortar la cebolla y los pimientos en dados de medio centímetro de lado. Reservar separadamente.

Pelar el ajo y eliminar el germen, si lo tiene. Picar en trozos muy pequeños y dejar a un lado.

Disolver el Bovril en 100 ml. de agua caliente y reservar.

Disponer un fondo de aceite de oliva virgen extra en la olla rápida WMF y calentar a fuego alto. Sellar las carrilleras por todos los lados en el aceite muy caliente y sacar a un plato. Dejar que el aceite pierda temperatura e introducir la cebolla y el ajo. Cocinar a fuego medio-bajo, tapada para que sude la cebolla y se despeguen los trocitos de carne que se hubieran adherido a la olla.

Cuando la cebolla empiece a ablandarse, añadir los pimientos y cocinar 5 minutos a fuego medio. Agregar la pimienta negra, el orégano y el Bovril disuelto en el agua, remover y acomodar los trozos de carne. Levantar el hervor e inmediatamente colocar la tapadera de la olla, cerrarla y cocer 10 minutos contados desde que suba la válvula por completo.

Apartar la olla del fuego, despresurizar con mucho cuidado, abrirla y agregar los garbanzos, así como un poco de agua, si hiciera falta y teniendo en cuenta que no es un guiso caldoso.

Devolver la olla al fuego, levantar el hervor, poner una tapadera, bien la de la olla sin cerrar la corredera o bien otra adecuada al tamaño de la olla y cocer 10 minutos a fuego medio-bajo. Comprobar el punto de cocción de la carne y prolongar el cocinado si no estuviera hecha, siempre a fuego medio-bajo para que no se deshagan los garbanzos, hasta que la carne esté tierna.

Dejar en reposo 24 horas antes de consumir. Calentar a fuego suave, rectificar de sal y servir calientes.

A comer.

lunes, 4 de septiembre de 2023

Lentejas estofadas con bacalao

Aprovechando la breve bajada de temperaturas y un poco de bacalao que me sobró de unos pimientos que sí, quedaron muy buenos pero estéticamente feuchos así que de momento no os cuento cómo los hice, puse unas lentejas en remojo y preparé este plato de cuchara, que ya tenía ganas, pues con el calor desaparecen del menú diario porque la verdad, sólo pensar en ellos me sube la temperatura corporal. Nos han gustado mucho y eso que en casa no somos muy amantes del bacalao en salazón, aunque si no es el ingrediente principal, de vez en cuando y por variar, lo comemos con gusto pero de ahí ha comernos una tajada de bacalao, como que no. Por eso mismo nunca lo compro y por lo tanto, tampoco sé desalarlo, por lo que en las poquísimas ocasiones que lo compro, elijo siempre migas desaladas, que para mí que tienen menos sabor que el bacalao desalado en casa, pues cuando mi madre prepara potaje apenas le pone y sabe mucho a bacalao. Así que si lo compráis habitualmente en salazón, os aconsejo usar éste, seguro que las lentejas quedan muchísimo más ricas y conste que éstas lo están.

Tengo la costumbre, pues así se lo vi hacer toda la vida a mi madre, de poner las lentejas en remojo la noche anterior. Sé que en el caso de las lentejas no es necesario remojarlas y que se pueden poner secas directamente en la cazuela, aunque en este caso necesitarán más tiempo de cocción. Según mi hermana, también rinden menos y hay que poner más peso (en seco) para las mismas raciones. No lo sé, la verdad, supongo que eso será porque aumentan de peso al absorber el agua del remojo, lo que me hace pensar que cocinadas sin remojar necesitarán más agua para cocinarlas y absorberán más caldo y por ende, más sabor, así que en ese caso tal vez no sea necesario dejarlas reposar hasta el día siguiente para que estén más ricas. O no.

La idea de preparar unas lentejas estofadas con bacalao llevaba tiempo rondándome por la cabeza, pero como compro poquísimo bacalao, nunca le llegaba el momento, así que cuando me encontré con la necesidad de utilizar lo que me sobró del paquete que compré para hacer los pimientos, no esperé más. Reconozco que es poco bacalao, pues al cocer se queda en nada y seguramente las lentejas hubieran quedado mejor con 50-80 gr. más, pero era lo que había y a eso me amoldé. Y precisamente por ser un resto, esta receta va directa el proyecto 1+/-100, desperdicio 0

que Marisa, desde su blog Thermofan, promueve para evitar el desperdicio de alimentos y fomentar el reciclaje en general.

Os animo a que preparéis esta receta, es facilísima de hacer, pues al ser un estofado todos los ingredientes van en crudo a la cazuela, con lo que os ahorráis tiempo al no tener que hacer sofrito y si queréis que sea aún más rápida, picad las hortalizas más grandes. En ese caso cortad la zanahoria más fina y prolongad la cocción un par de minutos, con ese tiempo debería ser suficiente para una optima cocción de los ingredientes. Y recordad que aunque el bacalao sea desalado, aún contiene un alto nivel de sal, así que ojito con ésta, no la rectifiquéis hasta el final.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Todos los pesos en limpio

150 gr. de lentejas pardinas (de cultivo ecológico, en mi caso)

50 gr. de zanahoria

30 gr. de cebolla

40 gr. de pimiento verde

1 diente de ajo mediano, con piel (7 gr., aprox.)

1 hoja de laurel grande

1 pastilla de caldo de pescado concentrado (10 gr.)

1 tbs de hojas picadas de perejil fresco

20 ml. de AOVE

agua

sal

100 gr. de migas de bacalao desaladas

ELABORACIÓN:

La noche anterior, poner las lentejas en remojo con agua fría y un poco de sal gruesa.

Al día siguiente, escurrir las lentejas, enjuagar e introducir en una cazuela.

Cortar la zanahoria en cuñas de 0'5 cm. de ancho, la cebolla en dados de 0'5 cm. de lado y el pimiento verde, en dados de 1-1'5 cm. de lado. Añadir todas las hortalizas a las lentejas.

Lavar el diente de ajo (con piel) y la hoja de laurel. Agregar a la cazuela de las lentejas junto con el aceite de oliva virgen extra, el perejil picado y la pastilla de caldo desmenuzada.

Cubrir con agua máximo un centímetro y medio por encima de las lentejas, tapar y llevar a ebullición.

Cocer quince minutos a fuego suave e incorporar las migas de bacalao desaladas y picadas en trozos pequeños. Remover, volver a tapar y una vez recupere el hervor, dejar que hierva tres minutos o hasta que las lentejas estén cocinadas.

Rectificar de sal, si procede (yo no le he puesto), retirar el ajo y el laurel y servir. Mejoran de un día para otro.

A comer.

lunes, 23 de enero de 2023

Curry de garbanzos y calabaza

No os engañe lo poco fotogénico que ha quedado el curry, está de miedo. Si bien es cierto que las fotografías están hechas al día siguiente de cocinarlo, habiéndose espesado mucho el guiso y teñido el brécol, ni recién hecho tenía el aspecto de ninguna de las dos recetas en las que me he inspirado para hacerlo. Vale, ya sé que todas las recetas de los blogs profesionales pasan por el departamento de “maquillaje”, por decirlo de alguna manera, ya me entendéis, pero aún sabiéndolo, es bastante frustrante terminar un plato y que su aspecto no se parezca ni de lejos a la receta original y ésta no es de las que menos se parece, después de todo, pero como la comida entra primero por los ojos, me fastidia que el resultado visual no sea el esperado. Está visto que no aprendo, pues me pasa con demasiada frecuencia.

Después de quejarme un rato, que creo que hacía tiempo que no me quejaba, raro en mí, deciros que es de los platos de garbanzos más ricos que he cocinado. Suave, muy aromático y ligeramente dulzón, lo he disfrutado como una cría y me ha costado no comérmelo de una sentada, pues una vez comida mi ración, con ganas me quedé de repetir, tanto me gustó. Pero no sucumbí a la tentación y volví a relamerme al día siguiente. Por cierto, que espesa una barbaridad al enfriarse y es necesario añadir un poco de agua para reconstituir el guiso. Y hablando de añadir, no le he puesto nada de sal, con la que tienen los garbanzos cocidos y la pasta de tomate, para mí ha sido más que suficiente, pero ya sabéis que no suelo utilizar mucha sal.

Y ahora os voy a confesar una cosa, en el trabajo me riñeron por no utilizar garbanzo de Fuentesaúco. Os cuento: en la oficina somos varios los cocinillas y algunos días, a última hora, cuando van disminuyendo las ganas de trabajar y aumentando las de hablar, sale el tema de lo que tenemos ese día cada uno para comer. Cuando dije que había cocinado un curry de garbanzos y calabaza, una de mis compañeras, que es de Fuentesaúco precisamente, me dijo que, por supuesto. habría utilizado garbanzos de la tierra y cuando le dije que no, que había usado un bote de garbanzos cocidos que languidecía de aburrimiento en la despensa, me riñó, (bueno, cariñosamente, pues es un amor de mujer), pues teniendo como tenemos una legumbre tan buena, era casi un sacrilegio utilizarla de bote. Aunque me lo dijo con todo el cariño, me sentí un poquito culpable pues tenía toda la razón, así que me prometí que, la próxima vez, utilizaría garbanzo “del bueno”, como dicen aquí. Pendiente lo tengo.

Si buscáis un plato vegano, saciante, fácil y lleno de matices y aromas, no busquéis más, ya lo habéis encontrado. De verdad.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

200 gr. de garbanzos cocidos en conserva, escurridos

125 gr. de calabaza cacahuete, pelada y sin semillas

80 gr. de cebolla roja

50 gr. de brécol

1/2 tsp de curry en polvo

1/2 tsp de garam masala

2 tsp de pasta de tomate

1/4 tsp de jengibre en polvo

1 pimienta de cayena

220 gr. de leche de coco

AOVE

sal (no le he puesto)

ELABORACIÓN:

Escurrir los garbanzos del agua de conservación y lavar bajo el grifo. Dejar que escurran.

Picar la cebolla muy menuda, la calabaza en dados de 1-2 cm. de lado y el brécol en ramitos pequeños.

Remover la leche de coco para que se homogeneicen las partes sólida y líquida.

Poner un fondo de aceite de oliva virgen extra en una cazuela y llevar al fuego. Cuando el aceite alcance temperatura, agregar la cebolla y la calabaza y rehogar a fuego medio-alto hasta que la cebolla esté dorada. Añadir el curry, el garam masala, el jengibre y la pimienta de cayena, entera, pinchada o partida según el nivel de picante que se desee. Rehogar treinta segundos y añadir la pasta de tomate y los garbanzos. Rehogar otros treinta segundos e incorporar la leche de coco. Cocer a fuego suave durante cinco minutos, meciendo la cazuela con suavidad para evitar que se pegue y destapada. Agregar el brécol, remover, tapar y cocinar cinco minutos más para que quede al dente y sin dejar de mecer la cazuela pues se agarra mucho.

Rectificar de sal, si procede y servir.

A comer.

lunes, 5 de diciembre de 2022

Lentejas pardinas con níscalos

Hay que aprovechar la corta temporada de níscalos, así que repetimos ingrediente y como ¡por fin! hace el tiempo que corresponde a la época, los he preparado con lentejas, que ya había ganas de cuchareo, que hasta ahora no había cocinado nada y es que estoy como el tiempo, que me cuesta ponerme en modo “frío” aunque ya tenga la calefacción funcionando desde hace unos días. Y a ver si este año el propósito de cocinar más legumbre no se queda en eso, en propósito, que todos los inviernos me digo que tengo que hacer más platos con ellas y se pasa el frio y apenas han aparecido en la mesa. No sé si os pasa, eso de que aún gustando mucho un ingrediente o un plato apenas lo cocináis, bien porque no cuadra en el menú, bien porque cuando pensáis en qué cocinar no os acordáis o bien por cualquier otra razón y hasta que alguien en casa no dice aquéllo de “hace mucho que no cocinas X plato”, ni caéis en la cuenta de que es cierto. Aunque justo, ese día, tampoco os va bien cocinarlo...

Pero afortunadamente los hados intervinieron o hubo una conjunción de astros, a saber, hacía frío (mucho), tenía níscalos y ganas de lentejas, así que lo metí todo en la cazuela con un par de cosillas más y aquí está el resultado, un plato suave y ligero que quita el frío sin ser pesado y muy fácil de hacer, que es otro ingrediente a tener en cuenta.

A nosotros no nos gustan muy caldosas, así que apenas cubro las lentejas con agua. Utilizo sal gruesa para el remojo y el cocinado, por nada en especial, supongo que porque se lo vi hacer toda la vida a mi madre y he heredado su costumbre. Tanto es así que no sé calcular la sal si uso de la fina, quedándome muy sosas o muy saladas, así que hace ya tiempo que decidí que si me quedaban en su punto con sal gruesa, ¿para qué cambiar?.

Por aquí ya no quedan níscalos, las heladas nocturnas han acabado con ellos, pero repetiré las lentejas cuando vuelva a haberlos. Si por vuestra zona aún hay, no dudéis en hacerlas, os gustarán.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Todos los pesos en limpio

175 gr. de lentejas pardinas

55 gr. de cebolla

35 gr. de pimiento verde

50 gr. de tomate

200 gr. de níscalos

1 hoja de laurel

1/4 tsp de hierbas provenzales

sal gruesa

AOVE

ELABORACIÓN:

La noche antes, poner las lentejas en remojo con agua fría y un poco de sal gruesa.

Al día siguiente, escurrir las lentejas, enjuagar y reservar.

Cortar y desechar la parte terrosa del pie de los níscalos. Si están muy limpios, frotarlos delicadamente con un paño húmedo para eliminar tierra y restos vegetales y si no, lavarlos bajo el grifo con un hilo de agua y uno a uno, frotándolos con un cepillito para eliminar la suciedad e ir colocándolos en un escurridor. Una vez limpios y escurridos, cortar en trozos pequeños de tamaño similar y reservar.

Picar la cebolla muy menuda. Cortar el pimiento y el tomate en dados pequeños. Reservar.

Poner un fondo de aceite de oliva virgen extra en una cazuela y calentar a fuego medio. Agregar la cebolla y el pimiento verde y pochar. Cuando la cebolla empiece a estar blanda, agregar el tomate y cocinar el conjunto a fuego medio. En el momento que el tomate empiece a ablandarse, añadir las lentejas, la hoja de laurel y las hierbas provenzales, cubrir con agua máximo un centímetro por encima de las lentejas, añadir sal gruesa al gusto, tapar y llevar a ebullición.

Cocer ocho minutos a fuego suave e incorporar los níscalos. Remover, volver a tapar y una vez recupere el hervor, dejar que hierva unos 10-12 minutos o hasta que las lentejas estén cocinadas.

Rectificar de sal, si procede y servir. Mejoran de un día para otro.

A comer.

viernes, 1 de abril de 2022

Puré de alubias pintas con anís verde (matalahúva) en olla WMF

Vivo en una comarca que es extraordinaria para el cultivo de legumbres, muy conocida por los garbanzos, que tradicionalmente se han cultivado de forma mayoritaria y que en la actualidad cuentan con la I.G.P. “Garbanzo de Fuentesaúco”, siendo la única legumbre de aquí cuya comercialización está extendida por el territorio nacional. De forma local se pueden adquirir a pequeños agricultores lentejas y alubias de varias clases que en calidad nada tienen que envidiar a los garbanzos, pero es que el terreno ama a cualquier tipo de legumbre (los guisantes son pura delicia) tanto como a las vides y a los espárragos. Es por eso que en casa consumimos legumbre local, pero en una ocasión en que no tenía alubias pintas me vi tentada por una oferta 2x1 de una conocida marca de legumbres y las compré. En mala hora lo hice, creo que nunca he comido alubias tan ásperas, duras e insípidas. A trancas y barrancas las fui comiendo, pero al final se me hicieron viejas y quedaron relegadas a un rincón de la despensa.

Harta de mover el paquete de alubias de un lado para otro, he estado tentada de tirarlo más de una vez, pero ya sabéis que no soporto tirar comida, así que volvía a su sitio esperando que algún día me decidiera a poner unas pocas en remojo, día que no llegaba nunca pues no me apetecía comer algo que no me gustaba. En el último arrebato de “si no te las vas a comer, tíralas” me acordé de repente de los purés que hacía mi madre cuando era cría, aquéllos que mi hermana y yo llamábamos “de frigorífico” porque, además de los ingredientes que utilizaba para hacerlos, aprovechaba las verduras y hortalizas menos lozanas del cajón de la nevera, las hojas exteriores de berzas y repollos y legumbres viejas. No era una receta exacta, dependía de las existencias de ese momento y era precisamente en eso en donde estaba la gracia, en que cada vez sabían distintos y siempre ricos. Tanto era así, que solíamos pedirle que hiciera “puré de frigorífico”, pues lo preferíamos por encima de cualquier otro.

Animada por ese recuerdo, decidí darles otra oportunidad a las alubias. Las tuve en remojo 24 horas y cuando me dispuse a hacer el puré, al igual que hacía mi madre miré en el cajón de las verduras para ver qué se podía aprovechar y ahí estaban un trozo de coliflor y una manzana arrugada poniéndome ojitos. Si en mi última entrada os decía que me faltaba inspiración en la cocina, éste no fue el caso, enseguida supe qué añadir, qué quitar y cómo cocinar los ingredientes. Vale que la receta no tiene ninguna complicación, pero aún así no todo vale y el instinto y la experiencia te dicen lo que va o no a funcionar, como el anís verde o matalahúva, como también se le conoce, que aparte de aportar al puré sus propiedades carminativas, le proporciona un sabor dulce y anisado que casa muy bien con las alubias. Yo he triturado el anís con el resto de ingredientes, pero si no queréis hacerlo, preparad una muñequilla con las semillas o metedlas dentro de una bola para infusiones.

A mi padre le encantaban los picatostes tanto para sopas como para purés y nunca podían faltar. A mí en cambio es algo que nunca me ha hecho mucha gracia así que el elemento crujiente siempre lo sustituyo por semillas o frutos secos o por ambas, en este caso sésamo y pipas. Y el hilito de aceite de oliva virgen extra crudo, que no falte.

Siguiendo con mi costumbre de utilizar poca sal, no le he puesto ninguna, la que aporta la pastilla de caldo concentrado es para mí suficiente. Con las cantidades indicadas salen 800 ml. de puré, aproximadamente, ligeramente denso, suave y sedoso. No le añado más agua que la que utilizo inicialmente, para mí tiene la textura perfecta. Si se la queréis corregir, esperad a que se enfríe pues espesará ligeramente.

Siendo como es una receta de aprovechamiento, es también mi aportación mensual al proyecto 1+/- 100, desperdicio 0 que gestiona Marisa desde su blog Thermofan y que promueve la reducción del desperdicio de alimentos y el reciclaje y reutilización en general.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
INGREDIENTES:

100 gr. de alubias pintas (peso en seco)

100 gr. de patata pelada, en 2-3 trozos

50 gr. de coliflor, en 2 trozos

40 gr. de cebolla cortada en plumas gruesas

75 gr. de manzana roja, con piel y sin pepitas, en 2 trozos

1/8 tsp de anís verde (matalahúva)

1 pastilla de caldo concentrado de verduras

1 hoja de laurel pequeña

500 ml. de agua

AOVE

semillas de sésamo negro y pipas de girasol peladas, para servir (opcional)

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.

Poner las alubias pintas en remojo de agua fría con sal, al menos 12 horas antes o hasta 24 horas si son muy viejas.

Al día siguiente, tirar el agua del remojo de las alubias, lavarlas y dejar que escurran.

Poner un fondo de aceite de oliva virgen extra en la olla rápida WMF. Llevar al fuego y una vez esté el aceite bien caliente, añadir la cebolla y freír hasta que esté bien dorada. Apartar la olla del fuego y con el calor residual, saltear las semillas de anís durante 10 segundos. Agregar el agua, las alubias pintas escurridas, la patata, la coliflor, la manzana, la hoja de laurel lavada y la pastilla de caldo desmenuzada. Devolver la olla al fuego, llevar a ebullición y colocar la tapadera de la olla. Cerrarla.

Cocer 20-25 minutos, dependiendo de lo viejas que sean las alubias, contados desde que suba la válvula por completo. Apagar el fuego, retirar y dejar que pierda toda la presión antes de abrirla. Comprobar el punto de cocción de las alubias por si fueran necesarios unos minutos más.

Quitar la hoja de laurel y triturar el contenido de la olla con la batidora de brazo hasta que el puré esté fino y homogéneo. Rectificar de sal y densidad, si procede. Yo no añado ni sal ni más agua.

Disponer el puré caliente en los platos, regar con un hilo de aceite de oliva virgen extra cruda, añadir semillas de sésamo negro y pipas de girasol peladas y servir enseguida.

A comer.

jueves, 1 de abril de 2021

Ensalada de alubias, fruta y trucha fresca

Según van aumentando las temperaturas, hay platos que dejamos de cocinar pues ya apetecen menos. En este tiempo, algunos de los más damnificados son los que se elaboran con legumbres, por eso, una buena opción para que no desaparezcan de nuestra dieta, es prepararlos en ensalada. Si además le añadimos alguna hortaliza, fruta y en este caso, la carne de la espina de una hermosísima trucha arco iris (pesaba más de kilo y medio), no sólo tenemos una ensalada muy completa, sino que además aprovechamos la trucha al máximo recuperando una carne que normalmente queda en el cubo de la basura de la pescadería. Y es que ya sabéis que siempre le digo al pescadero que me guarde cabezas y espinas, que ya le buscaré yo uso y si no es así (cosa rara), ya las tiraré yo. Como igualmente podéis imaginar, con esta receta participo en el proyecto de Marisa, 1+/-100, desperdicio 0
iniciativa que pretende reducir al máximo el desperdicio y promover el reciclaje y la reutilización.

A la ensalada no le he puesto sal, para mí es suficiente la que tienen las alubias. Tampoco le añadí más limón ni ningún tipo de vinagre, pues los tomates, los pepinillos, la fresa y el kiwi ya le aportan acidez suficiente. Resulta una ensalada suave en sabor, con la textura mantecosa de las alubias y la crujiente de los pepinillos, de los cherrys y de la fruta y deliciosamente perfumada por la ralladura de limón. Os animo a probarla, seguro que os gusta.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

200 gr. de alubias blancas cocidas, en conserva

la carne de la espina central de una trucha arco iris fresca grande o 120 gr. de trucha arco iris fresca

140 gr. de tomates cherry

20 gr. de mini pepinillos en vinagre

75 gr. de kiwi

50 gr. de fresa

AOVE

ELABORACIÓN:

Escurrir las alubias del líquido de conservación, enjuagar bajo el grifo y dejar que escurran el agua.

Con un cuchillo muy afilado, extraer toda la carne de la espina de la trucha, previamente lavada y seca o bien cortar láminas finas de un trozo de 120 gr. de trucha. Disponer en un recipiente.

Lavar muy bien el limón y exprimirlo. Añadir el zumo, reservando un poco para aliñar la ensalada, a la trucha, remover para que se impregne bien, tapar y dejar macerar 10 minutos. Remover, tapar, dejar macerar otros diez minutos, escurrir y desechar el zumo y cortar la trucha en trozos no muy pequeños. Reservar.

Lavar los tomates y picar en dos o cuatro trozos, según tamaño. Pelar el kiwi, partir en cuatro a lo largo y laminar. Lavar la fresa, eliminar el pedúnculo y picar en cuadraditos pequeños. Poner todos los ingredientes en una ensaladera, añadir las alubias, los pepinillos enteros, la trucha picada, aceite de oliva virgen extra al gusto y si se desea, un poco de zumo de limón. Remover con delicadeza,

Rallar la piel de una mitad del limón y distribuir por encima de la ensalada.

Servir fresca.

A comer.

domingo, 10 de enero de 2021

Lenteja pardina con sepia y langostinos

Mi intención hoy era traer una receta dulce, que ya va tocando, pero con el temporal que nos está trayendo la borrasca Filomena, pues como que apetece más un reconfortante plato de legumbre, así que, cambio de planes y lentejas al canto.

¡Madre mía el caos que nos ha traído Filomena! La nieve es muy bonita (sobre todo blanquita y detrás de la ventana), sí, pero por estos lares, no estamos acostumbrados a ella y ni sabemos conducir ni tenemos calzado adecuado. A ver dónde voy yo con mis zapatos de tacón según está la calle y es que no tengo nada plano, lo mismo que no tengo cadenas para el coche ni sabría ponerlas. Recuerdo que después de la gran nevada que cayó en Madrid el día de nochevieja del año 1998 y que provocó el caos en la A-6, del que por cierto me libré porque me puse en carretera media hora antes del monumental atasco, compré unas cadenas para el coche y según me explicaba amablemente el dependiente cómo tenía que ponerlas, pensaba para mis adentros “uf, más vale que si llega el caso, me ayude algún alma caritativa porque ésto no lo pongo yo ni loca”. Afortunadamente han pasado un montón de años y nunca he tenido necesidad de ellas, pues aunque ahora mismo recuerdo un par de ocasiones en que me ha patinado el coche por placas de hielo y algún viajecito que no se acababa nunca, como aquélla ocasión en que un trayecto de una hora y media por autovía se convirtió en una odisea de tres horas en una fría madrugada de lunes, las nevadas en general han sido pocas y moderadas, tanto que he cambiado de coche, las cadenas que tengo no le sirven al que ahora conduzco y si no me han hecho falta en los veinte años pasados, malo ha de ser que me hagan falta en los próximos veinte. Después ya estaré más que jubilada y no creo que precisamente tenga que coger el coche un día de temporal de nieve.

Lo que sí pienso hacer es seguir cocinando durante muchos años, lo que me lleva de vuelta a las lentejas, a estas lentejas, espesitas y con sabor a mar, un sabor que seguro es mucho mejor si se utiliza sepia fresca, pero como espere a encontrarla en el mercado, me dan las uvas (y no sé las de qué año) y ni cocino estas lentejas ni los garbanzos que ya tengo en el blog ni la hago a la plancha que es como más me gusta y es que es dificilísimo que la haya en la pescadería, por lo que tengo que conformarme con utilizar congelada, que ni comparación, oiga, pero es lo que hay. ¡Envidia sana me da quien vive en la costa o en localidades grandes y tiene acceso a una gran oferta de pescados y mariscos! Así que, si alguien por ahí puede comprar sepia fresca, ya está tardando en echar las lentejas en remojo, porque se va a chupar los dedos con esta receta.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para las lentejas:

150 gr. de lentejas pardinas

20 gr. de apio (tallo y hojas)

40 gr. de pimiento verde

25 gr. de cebolleta

1 hoja de laurel

325 ml. de caldo de pescado

el caldo de cocción de los langostinos

10 ml. de AOVE

sal

agua (si fuera necesaria)

*Para los langostinos:

180 gr. de langostinos crudos

1 diente de ajo pequeño

75 ml. de brandy

75 ml. de agua

AOVE

*Para la sepia:

200 gr. de sepia

40 gr. de puerro (de la parte blanca)

AOVE

ELABORACIÓN:

Poner las lentejas en remojo con agua fría y sal la noche anterior.

*De los langostinos:

Pelar los langostinos, reservando cáscaras y cabezas separadamente de los cuerpos.

Llevar una sartén pequeña al fuego con un fondo de aceite de oliva virgen extra y el ajo pelado, laminado y desgerminado. Cocinar a fuego medio y en el momento en que empiece a freír el ajo, subir el fuego y añadir los langostinos. Cocinarlos justo hasta que cambien de color y vigilando que el ajo no se queme. Sacar los langostinos a un plato y añadir a la sartén las cáscaras y las cabezas reservadas. Freír, hasta que empiecen a cambiar de color y removiendo para que el ajo no se queme.

Apartar del fuego, alejarse de cualquier elemento inflamable, apagar el extractor de humos si estuviera encendido, añadir el brandy y flambear. El líquido no cubrirá el contenido de la sartén, por lo que habrá que removerlo para evitar que cáscaras y cabezas se quemen. Dejar que la llama se extinga completamente y añadir el agua.

Devolver la sartén al fuego, llevar a ebullición y hervir a fuego medio durante cinco minutos. Pasar el contenido de la sartén por el chino y reservar el líquido resultante, unos 100 ml. aproximadamente.

*De la sepia:

Lavar, escurrir y trocear la sepia no demasiado pequeña.

Poner una sartén pequeña al fuego con un fondo de aceite de oliva virgen extra. Cuando tome temperatura, añadir el diente de ajo pelado, laminado y desgerminado y el puerro sin raíces, pelado y picado en brunoise. Cocinar a fuego medio hasta que el puerro se ponga transparente, subir el fuego y añadir la sepia. Rehogar a fuego muy fuerte para evitar que el agua que suelte cueza la sepia y removiendo sin parar, durante dos minutos. Apartar y reservar.

*De las lentejas:

Escurrir y lavar las lentejas. Disponerlas en una cazuela, añadir la hoja de laurel lavada, la cebolleta pelada y cortada en aros finos, las hojas y tallo de apio lavados y picados finos, el pimiento verde lavado y cortado en dados de un centímetro de lado, el aceite de oliva virgen extra, el caldo de cocción de los langostinos, el caldo de pescado y si fuera necesaria, el agua justa para cubrir las lentejas. Tapar y llevar a ebullición a fuego suave durante diez minutos. Añadir la sepia cocinada y hervir otros cinco minutos. Agregar por último los langostinos picados en dos o tres trozos, según tamaño, cocer dos minutos, rectificar de sal, dejar reposar cinco minutos y servir.

A comer.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Ensalada de garbanzos con mejillones


¿No tienes tiempo de cocinar? O te faltan ganas, que no todos los días apetece meterse entre fogones, pues nada, a tirar de conservas y a preparar una rica ensalada, en este caso de garbanzos, una forma de comer legumbre en verano, que la verdad, a mi en caliente no me apetece nada, sólo pensarlo ya me da calor, pero así, fresquita, se come estupendamente.

Un plato rápido, como esta entrada porque hoy estoy muy liada y no tengo tiempo para más, además esta tarde me he cortado un dedo con la mandolina (por hacer las cosas mal, mea culpa) y aparte de dolerme mogollón, tengo un vendaje bastante aparatoso que me dificulta a la hora de escribir.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:


210 gr. de garbanzos cocidos en conserva (peso escurrido)

1 lata de mejillones al natural de 115 gr.

40 gr. de cebolla tierna

40 gr. de pimiento verde

1 huevo tamaño L

4 tomates cherry

6 corazones de alcachofa baby en conserva

2 tsp. de AOVE

1 tsp. de vinagre de Jerez (D.O.P.)

sal



ELABORACIÓN:


Poner una cazuela al fuego con suficiente agua para cubrir el huevo y llevar a ebullición. Cuando rompa el hervor, añadir un puñado de sal gruesa e introducir el huevo con cuidado para que no se rompa. Cocerlo 15 minutos contados desde que el agua vuelva a hervir. Una vez finalizado el tiempo de cocción, sacar el huevo a un bol con agua muy fría para detener la cocción y facilitar después la eliminación de la cáscara. Dejar enfriar completamente. Pelar el huevo y pasarlo por un chorro de agua para eliminar posibles restos de cáscara, secar con papel de cocina y cortar a lo largo en seis trozos. Reservar.

Colocar los garbanzos en un colador y lavar con agua. Escurrir y disponer en una fuente.

Pelar la cebolla y picar pequeña. Añadir a los garbanzos.

Lavar el pimiento, eliminar nervaduras interiores y semillas y cortar en trozos similares a los de la cebolla. Añadir a los garbanzos.

Lavar los tomates cherrys, cortar en rodajas y añadir a los garbanzos.

Escurrir los corazones de alcachofa, cortar a la mitad a lo largo y añadir a los garbanzos.

Escurrir y reservar el agua de la lata de los mejillones y agregar éstos a los garbanzos.

Disponer en un frasco el agua de la lata de los mejillones, el aceite de oliva virgen extra, el vinagre y sal al gusto. Cerrar y agitar fuertemente para disolver la sal y emulsionar la vinagreta. Añadirla a la ensalada y remover con delicadeza para no deshacer los mejillones y las alcachofas. Disponer por encima el huevo cocido y llevar al frigorífico una hora antes de consumir.

A comer.





lunes, 25 de febrero de 2019

Garbanzos de Fuentesaúco (IGP) con sepia, en olla WMF


En casa nos gusta mucho la sepia a la plancha acompañada de mayonesa con ajo machacado (osea, un falso ali oli). Así que de vez en cuando cae una sepia para comer. Lo malo es que las patas, las aletas y la cabeza son mucho más duras que el cuerpo y aunque las tengas más tiempo haciéndose en la plancha, la textura no es tan buena como la del cuerpo. Así que normalmente, esas partes no la aprovecho para la plancha y suelo utilizarlas para hacer arroz, porque las sopas en mi casa están descartadas, ya que si Mafalda se resignaba a que fuera San Estómago Mártir cuando su mamá le ponía sopa, si yo la pongo en la mesa, mi pareja me arma la de San Quintín. Hay que ver lo poquito que le gusta la cuchara a este hombre...
Así que un día que no me apetecía hacer arroz o no me cuadraba (ya ni me acuerdo), me sentí inspirada y surgió está receta. La verdad que desde el primer momento nos gustó mucho y aunque ya la he hecho varias veces, no he modificado nada de aquélla primera receta que fui apuntando según la cocinaba. Lo habitual es que cuando cocinas algo, ya sea una creación propia o ajena, es que introduzcas variaciones en la receta para adaptarla a tus gustos o a lo que tengas en la despensa o simplemente para corregir el balance de sabores del plato. Pero en ocasiones no resulta necesario y es lo que le pasa a esta receta. Evidentemente es una opinión personal y si alguien se anima a hacerla, que le haga todos los cambios que le pida el cuerpo y que la disfrute.
Recomiendo encarecidamente comerla al día siguiente.
Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:
200 gr. de garbanzos de Fuentesaúco (IGP), peso en seco
caldo de pescado *
1 diente de ajo pequeño
100 gr. de cebolla
tsp. de ñora picada
375 gr. de sepia (patas, boca, aletas...), peso en limpio
75 ml. de vino blanco seco
aceite
sal **
* en caso de no tener caldo de pescado, hará falta:
  • 1 pastilla de caldo de pescado
  • 1 diente de ajo mediano
  • 1 rama de perejil
  • 1 hoja de laurel
  • 50 gr, de cebolla en uno o dos trozos
  • agua
** yo no le pongo sal, salvo la que lleva el caldo de pescado. Si se comen recién hechos rectificar de sal, si se desea, antes de servir. Si se comen al día siguiente, rectificar de sal, si se desea, al día siguiente y antes de servir, puesto que el sabor del guiso se acentúa con el paso de las horas.

ELABORACIÓN:
La noche antes, poner los garbanzos en remojo en agua con sal.
Al día siguiente, escurrir y lavar los garbanzos. Disponerlos en la olla WMF y añadir caldo de pescado justo hasta que los cubra. En caso de no tener caldo de pescado, colocar en un cestillo un diente de ajo mediano, pelado, cortado a la mitad y sin el germen, una rama de perejil y una hoja de laurel lavadas y 50 gr. de cebolla en uno o dos trozos. Poner el cestillo junto con los garbanzos en la olla y añadir agua justo hasta que los garbanzos queden cubiertos. Desmenuzar la pastilla de caldo y añadirla a la olla.
Cerrar la olla y cocer 15 minutos contados desde que salgan todos los anillos de la válvula. Pasado el tiempo, apartar la olla y dejarla enfriar fuera del fuego. Cuando baje la presión, abrir la olla y retirar el cestillo de las verduras, si se ha utilizado y desecharlas.
Pelar un diente de ajo pequeño, quitar el germen y picar menudo. Reservar.
Picar la cebolla menuda y reservar.
Lavar la sepia y ponerla en un escurridor. Cuando esté bien escurrida, picarla en trozos no demasiado pequeños, teniendo en cuenta que encogerá al cocinarse. Reservar.
Cubrir el fondo de una sartén honda y grande con aceite. Cuando esté caliente, añadir el ajo, la cebolla y la ñora picada. Pochar el conjunto a fuego suave. Cuando esté hecho, incorporar la sepia picada y rehogar a fuego fuerte removiendo continuamente. Una vez rehogada la sepia, incorporar unos cacillos del caldo de los garbanzos y el vino blanco y cocer a fuego fuerte siete minutos.
Incorporar la mezcla de la sartén a la olla de los garbanzos, mezclar delicadamente el conjunto y cocer cinco minutos a fuego fuerte.
Deberán quedar unos garbanzos ligeramente caldosos, por lo que ambas cocciones (la de la sepia con el ajo y la cebolla, el caldo y el vino y la de todo esto con los garbanzos y el resto del caldo) deberán hacerse tapadas o no, dependiendo de la cantidad de caldo con que inicialmente se hayan cocido los garbanzos.
Mejoran sustancialmente de un día para otro.
A comer.