lunes, 30 de diciembre de 2019

Salsa de manzana y champiñones


Hoy os traigo una receta sencillita pues imagino que la mayoría andáis sin tiempo estos días. Esta salsa forma parte de otra receta que ya os enseñaré, pero está tan buena que merece una entrada para ella sola para que así resulte más fácil de localizar. Sabe mucho a manzana y es perfecta para acompañar lomo o codillo de cerdo asados, redondo de ternera guisado o pechuga de pollo a la plancha. Se puede preparar con antelación y dura hasta cinco días en el frigorífico dentro de un recipiente hermético.

Con las cantidades que indico no sale mucha salsa, más o menos para dos raciones utilizada como puré espeso para guarnición, así que según para qué se vaya a utilizar, habrá que doblar o triplicar las cantidades.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:
 

45 gr. de cebolla (peso en limpio)

95 gr. de manzana granny smith (peso en limpio)

75 gr. de champiñones (peso en limpio)

pimienta blanca molida

aceite y sal

75-100 ml. de agua caliente

 

ELABORACIÓN:
 

Pelar y picar en brunoise la cebolla y rehogar a fuego lento en una sartén honda con un fondo de aceite y un poco de sal hasta que esté casi transparente. En ese momento, añadir la manzana pelada, descorazonada y cortada en cubos no más grandes de medio centímetro de lado. Continuar rehogando a la misma temperatura hasta que se vea la manzana medio cocinada. Entonces, incorporar los champiñones lavados y picados groseramente en trozos no muy grandes, agregar pimienta blanca molida al gusto y cocinar el conjunto tapado hasta que los champiñones estén guisados y hayan consumido todo el agua de vegetación.

Apartar la preparación del fuego, verter en el vaso de la batidora de brazo y triturar con ésta hasta conseguir un puré muy fino. Agregar de 75 a 100 ml. de agua, según el espesor deseado en función del uso que se le vaya a dar, rectificar de sal y servir caliente.

A comer.


jueves, 26 de diciembre de 2019

Espárragos rellenos de ceviche suave de corvina


Este mes voy de cabeza. No sé en qué se me va el tiempo pero ando tarde para todo y encima voy acelerada. A ver si llega enero con su cuesta y con eso de que hay que subirla, me freno un poco, que una ya no tiene edad para la escalada...

Hoy no os doy guerra porque imagino que la mayoría andáis sin tiempo a consecuencia de las preparaciones navideñas, así que, sin más, os dejo estos espárragos rellenos de ceviche de corvina que han quedado muy ricos y que a mis comensales les han gustado mucho (o eso o mienten muy bien).

El ceviche suele ser picante, pero para que le gustara a todo el mundo y no enmascarara el sabor del espárrago, sólo le puse un poco de pimienta blanca para que reforzara el sabor, pero no para que picara. También suele llevar cilantro fresco pero personalmente me sabe a jabón y no puedo con él. Curiosamente, las semillas tienen un sabor que recuerda al limón y esas sí me gustan y las utilizo en alguno de mis platos, pero las hojas, como que no.

Si os gusta el pescado un poco crudo, dejarlo macerar menos tiempo del que indico, pues según lo preparo yo, queda completamente “cocido”.

Una última cosa: los espárragos, una vez rellenos, resultan frágiles de manipular, así que, para evitar disgustos, es mejor prepararlos en los platos en los que se vayan a comer.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:
 

8 espárragos blancos en conserva, muy gruesos

100 gr. de lomo de corvina en un trozo (peso sin piel ni espinas)

20 gr. de pimiento verde

20 gr. de pimiento rojo

20 gr. de pimiento amarillo

30 gr. de cebolla roja

el zumo de 2-3 limones (según tamaño)

pimienta blanca molida

sal
 
 

ELABORACIÓN:
 

Para eliminar el exceso de líquido de los espárragos, escurrirlos del agua de conservación y disponerlos en un plato preparado con dos hojas de papel de cocina. Cubrir con otras dos hojas y reservar.

Lavar y secar los pimientos. Despepitar y picar en cuadraditos pequeños y ponerlos en un bol.

Pelar la cebolla y picarla muy menuda. Añadirla al bol de los pimientos, junto con pimienta blanca molida, al gusto y remover. No ha de quedar picante, sólo tiene que llevar la justa para reforzar el sabor. Añadir zumo de limón hasta que los vegetales queden cubiertos. Dejar en maceración al menos media hora, removiendo de vez en cuando.

Si el pescadero no lo ha hecho, eliminar la piel de la corvina, así como las espinas que pudiera tener. Cortar en tiras y éstas a su vez en cubos de no más de medio centímetro de lado. Colocar el pescado en un bol, añadir sal al gusto y cubrir con zumo de limón. Dejar que macere durante veinte minutos, removiendo de vez en cuando.

Una vez transcurrido el tiempo de maceración, mezclar el contenido de ambos boles, removiendo para distribuir los ingredientes, escurrir el zumo de limón, reservando unas cucharadas y desechando el resto.

Eliminar el papel de cocina de los espárragos y colocarlos en los platos que vayan a ir a la mesa. Con un cuchillo muy afilado, cortar a lo largo sin llegar a cortarlos del todo (tienen que quedar ambas mitades unidas). Con la ayuda de dos cucharillas, rellenar los espárragos con el ceviche, agregar una cucharadita del zumo del limón reservado en el interior de cada espárrago y servir.

A comer.


sábado, 21 de diciembre de 2019

Sam tatlisi (delicias de Damasco). Receta de Turquía


¿No os parece que los dulces de la mayoría de los países de Oriente Próximo son hiper calóricos? O bien tienen azúcar o miel hasta empalagar o sus ingredientes principales son los frutos y frutas secos o están bien cargaditos de mantequilla. Tal vez esté confundida, pero es la impresión que a mí me da. Baste como ejemplo el archiconocido baklava, las deblas tunecinas (dulce de sartén empapado en almíbar de miel y azúcar y espolvoreado con sésamo y pistacho), las haloua marroquíes (pastas rellenas de dátiles, nueces y almendras) o estas sam tatlisi, sencillas en ingredientes y dulzonas.

La receta la he sacado del libro "Un viaje por la cocina mediterránea" de Daniel Rouche y editado por Somoslibros: una recopilación de recetas de diversos países de la Cuenca Mediterránea.

He seguido la receta al pie de la letra (raro en mí). La única modificación es que hice menor cantidad de almíbar reduciéndolo en un tercio, porque las cantidades originales me parecían una barbaridad, aunque visto el resultado, a lo mejor me equivoqué reduciéndolo, pues el almíbar no llegó a empapar la parte superior de los pastelillos. Es por eso que en la receta indico las cantidades originales.

El dulce está rico, tiene un sutil sabor a naranja, es diferente y perfecto para los muy golosos. Yo, que soy golosa pero con los años me van gustando las cosas menos dulces, no los he encontrado empalagosos, que era como me los esperaba y me han sorprendido gratamente: son lo suficientemente buenos como para que si se tiene la oportunidad de probarlos, no dejarla pasar.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.




INGREDIENTES:
 

* Para las delicias:.

500 gr. de sémola de trigo fina

250 gr. de azúcar fino o glas

10 gr. de impulsor químico

400 ml. de leche desnatada a temperatura ambiente

la ralladura de la piel de media naranja grande

40-60 gr. de almendra cruda laminada

30 almendras fritas sin sal, repeladas

margarina para el molde
 

*Para el almíbar:

500 gr. de azúcar blanquilla

300 ml. de agua

55 gr. de limón cortado en rodajas (4-5, según tamaño)
 

*Y además:

un molde antiadherente de 24x20 cm. de base
 

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

Embadurnar generosamente con margarina el molde elegido. Distribuir las almendras fileteadas por toda la base y en una sola capa. Dependiendo del grosor de las láminas, será necesario mayor o menor peso de almendras. Las mías las corté finas y tuve suficiente con 40 gr. Presionar con delicadeza las almendras para que se peguen un poco a la margarina y reservar el molde.

Lavar y secar la piel de naranja. Rallar con un rallador fino sin llegar a la parte blanca y reservar.

Disponer en un bol la sémola y añadir el azúcar y el impulsor tamizados. Mezclar con una cuchara hasta que quede homogéneo. Agregar la leche y mezclar hasta que no se vea ninguna parte seca. Por último, añadir la ralladura de naranja, remover de nuevo para distribuirla por la pasta y volcarla delicadamente en el molde (para evitar que se muevan las almendras). Golpear el molde con cuidado contra la encimera para que suban las posibles burbujas que pueda contener la mezcla, taparlo con papel film alimentario y dejar reposar un día en la nevera.

Al día siguiente, sacar el molde del frigorífico una hora antes de hornearlo para que se atempere.

Precalentar el horno a 180º C con calor arriba y abajo e introducir el molde, sin el film, colocando la rejilla a media altura. Hornear 25 minutos, comprobando el punto de cocción pinchando con una aguja, si sale seca ya está hecho. Si no fuera así, hornear un poco más hasta que esté hecho. Si fuera necesario (dependerá del horno), gratinar unos minutos para dorar la superficie.

Mientras se hornean las delicias, poner un cazo el agua, el azúcar y las rodajas de limón lavadas y llevar a ebullición durante cinco minutos. Mantener caliente hasta sacar el molde del horno.

En cuanto se saque el molde del horno, regar con el almíbar caliente, eliminando el limón, y dejar al menos una hora para que se absorba todo el líquido. Yo lo hice por la noche y lo dejé hasta el día siguiente.

Desmoldar con cuidado para que las almendras no se despeguen de la masa. Cortar en quince porciones y decorar cada una con dos almendras fritas.

A comer.



 

domingo, 15 de diciembre de 2019

Pollo con crema de champiñones, en olla WMF


Por fin he puesto el árbol. Normalmente lo hago durante el puente de la Constitución, pero como me pasé la mitad de los días fuera de casa, no pude hacerlo, así que llevo pringada todo este fin de semana. Cada año me da más pereza, la verdad. Si no fuera por la carita que me puso mi sobrina el otro día cuando le dije que no sabía si lo iba a poner, se queda en la caja. Ya el año pasado no lo saqué, ni el árbol ni ningún adorno. Tenía muy mal recuerdo de las navidades anteriores (aún lo tengo y creo que me va a durar varios años) y no tuve ánimo para ponerlo. Preparé la comida del día de Navidad porque tenía invitados, como todos los años, que si llegamos a estar mi pareja y yo solos, no creo que hubiera cocinado nada especial. Aún así, estuve tres meses planificando el menú y probando platos. El esfuerzo mereció la pena pues todos coincidieron en que era el mejor menú de Navidad que había hecho nunca. Este año no creo que lo digan, porque a estas alturas aún no lo tengo cerrado y ni las prisas ni la improvisación son buenos pinches de cocina.

Estoy un poco monotemática con las setas. No he caído en la cuenta hasta que me he puesto a preparar la entrada de hoy. Últimamente cocino mucho con ellas, aunque no traigo por aquí todas las recetas para no repetirme en exceso. Me suele pasar que me da por cocinar con un ingrediente y aparece en casi todos mis platos, Así hasta que paso a otro y vuelta a empezar. Rarita que es una.

Para variar, traigo una receta con una salsa espesa, tanto que tiene más la textura de una crema, de ahí el nombre. La razón es que mi pareja no es muy amiga de las guarniciones de los guisos y primero protesta cuando sirves los platos (“a mí no me pongas muchos tropezones”) y después se come las tajadas dejando casi todo de lo demás. Solución: pasarlo todo por la batidora, como con lo niños chicos. ¡Ay, estos hombres!.

El pollo, muy rico.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:

2 cuartos traseros de pollo

105 gr. de champiñón laminado en conserva (peso escurrido)

50 gr. de puerro (peso en limpio)

70 gr. de cebolla (peso en limpio)

100 gr. de leche de coco (a temperatura ambiente)

100 gr. de queso fresco batido 0% de materia grasa

1 pimienta de cayena verde fresca o roja seca

aceite y sal



ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.

Lavar el pollo y secarlo con papel de cocina. Limpiar de grasas, separar los muslos de los contramuslos y sazonar. Reservar.

Eliminar la raíces y las hojas exteriores del puerro. Cortarlo en rodajas de medio centímetro de grosor y reservar.

Eliminar igualmente raíces y hojas exteriores de la cebolla, cortarla en plumas y reservar.

Escurrir y eliminar el agua de vegetación de los champiñones y reservar.
 
Remover la leche de coco para que se mezcle la parte sólida con la líquida, ponerla en un cuenco, añadir el queso fresco y remover hasta que se integren ambos ingredientes. Reservar.
 
Lavar la pimienta de cayena (fresca o seca), abrir al medio y eliminar las semillas. Reservar.
 
Poner a calentar la olla rápida con un fondo de aceite. Cuando esté bien caliente, freír los trozos de pollo, dorándolos ligeramente. Sacarlos a un plato y reservar.
 
Introducir la cebolla y el puerro en la olla, añadiendo un poco más de aceite si fuera necesario y freír hasta dorar. Agregar los champiñones y la pimienta de cayena y desglasar los jugos del fondo de la olla. Rehogar un par de minutos y añadir la mezcla de leche de coco y queso fresco, así como un poco más de sal, remover y colocar encima las tajadas de pollo. Cerrar la olla, llevar a ebullición y cocer 15 minutos desde que suba la válvula por completo.
 
Cumplido el tiempo, dejar que la olla pierda toda la presión antes de abrirla. Sacar el pollo, quitar la pimienta de cayena e introducir la salsa en el vaso de la batidora de brazo y triturar con ésta hasta conseguir una crema fina, Rectificar de sal si fuera necesario. Si se desea un poco más espesa, hervir durante cinco minutos. Si no, devolver el pollo a la olla, cubrir con la crema y calentar un par de minutos.
 
Servir, si se desea, con unas pimientas de cayena verdes frescas picadas y sin semillas.
 
A comer.

martes, 10 de diciembre de 2019

Rillettes de sardinas en aceite

 
La rillette (femenino y singular, en francés), es, según la Wikipedia, una especie de paté blando y hebroso típico de las ciudades de Le Mans y Tours. Tradicionalmente de cerdo, hoy en día se encuentra elaborada con distintos tipos de carne, incluida la de caza, así como de pescado.
 
Esta de sardinas es probablemente de las más sencillas que se pueden elaborar, además de económica. Para hacerla he leído bastantes recetas, tanto en francés como en español y prácticamente todas son iguales, así que después de varias pruebas, me quedo con ésta que os enseño. La consistencia de la mezcla es untuosa y suave y las sardinas no tienen que convertirse en una pasta, pues una de las características de la rillete es que el ingrediente base (carne o pescado) se encuentra desmenuzado formando hebras que se distinguen perfectamente a la vista y al paladar. Para conseguir esa textura, es importante que el queso sea muy cremoso y ligero pero con consistencia, por lo que no todos los que se comercializan son idóneos.

Se hace en un momento y resulta un entrante diferente y muy rico.

Por cierto, que “rillette” es singular, pero habitualmente se utiliza la palabra en plural, es decir, “rillettes”.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:
 

1 lata de sardinas en aceite, 90 gr. peso escurrido

30 gr. de queso de untar (tipo Philadelphia) bajo en grasa

10 gr. de cebolleta, incluyendo parte verde
 
1/2 tsp. de zumo de limón

pimienta blanca molida

sal



ELABORACIÓN:
 

Escurrir el aceite de las sardinas, reservándolo para posibles modificaciones de textura. Desmenuzar las sardinas groseramente con las manos y disponerlas en un bol. Si se desea, eliminar previamente la espina central (yo no lo hago).

Picar muy menuda la cebolleta, incluyendo un poco de la parte verde y añadirla a las sardinas. Agregar pimienta blanca molida y sal al gusto, el zumo de limón y el queso de untar. Mezclar con un tenedor procurando no deshacer mucho el pescado.

Si la mezcla resultara demasiado espesa, corregir la textura añadiendo cantidades pequeñas del aceite de las sardinas hasta conseguir una mezcla cremosa y suave.

Introducir en el frigorífico al menos treinta minutos antes de consumir.

Servir acompañado de panecillos tostados, regañás, picos o similar.

A comer.



jueves, 5 de diciembre de 2019

Albóndigas de cerdo y setas, al vapor, con salsa de champiñones y castañas, en MC+

Setas y castañas. Son dos cosas que me evocan el otoño, aunque las setas sean cultivadas como en este caso. Será porque las castañas son de esa estación, así como muchas setas o por el color, en una asociación de ideas con el color de las hojas de los árboles, no sé, pero son dos cosas que me saben a otoño: la presencia de las castañeras anunciaba, al menos por mi tierra, la llegada del otoño, era casi su apertura oficial. ¿No os pasa a vosotr@s que asociáis determinados alimentos a una estación concreta y se os hace raro, tal vez, consumirlos fuera de temporada? Cuando yo era cría a nadie se le ocurría comer un helado en invierno, por ejemplo, ni siquiera se vendían. Ahora podemos comer casi todo durante casi todo el año. Creo que hemos salido perdiendo, pues para mí era un auténtico placer comer el primer helado artesanal de la temporada. No importaban las largas colas que se hacían para comprar uno en El Salón Ideal, ni el fastidio que suponía tener que hacerla primero para pagar y sacar un ticket y luego (aunque más rápida) para pedir el helado, siempre de cucurucho y de una, dos o tres bolas (enormes) o de dos sabores y ponerle ojitos al heladero de turno para que te diera una cucharita de plástico, las cuales estaban reservadas para quien pedía el helado en tarrina. No existían los toppings ni otros aderezos modernos, ni esos colores chillones que tienen ahora, era el helado sin más, con su intenso sabor a mantecado (un auténtico pecado) o a nata (a nata de verdad, con el sabor de la nata que tenía la leche antes de la uperización) o a tutti frutti, con trocitos de fruta escarchada o a avellana, con el pronunciado sabor y aroma del fruto tostado... En El Salón Ideal tenían una larga lista de helados, todos artesanales y buenísimos. Lástima que cerró hace muchos años.
Nunca compro carne picada de cerdo, suelo comprarla casi siempre de ternera. Pero la compré un día a última hora en un supermercado en los que ya te la venden en bandeja y las de ternera o mixta eran demasiado grandes para mis necesidades, así que cogí una de cerdo. Me hace poca gracia comprar así la carne picada, prefiero pedirle al carnicero que me pique la pieza que yo elija, pero era última hora de un sábado y me hacía falta.

Total, que seguía siendo mucha y me sobró. Y en lo que pensaba cómo emplearla, me vino a la cabeza la imagen de un cerdo hozando en el campo, levantando las hojas caídas de los árboles y poniéndose ciego a setas y demás. Como lo cuento. Casualmente tenía todos los ingredientes de la receta, así que me puse a ello. Es la primera vez que las hago al vapor y me ha gustado mucho el resultado. Son increíblemente jugosas y tiernas y con un pronunciado sabor a setas.

No os fieis de su feo aspecto. Están muy buenas.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:

* Para las albóndigas:

500 gr. de carne picada de cerdo

115 gr. de setas shiitake

125 gr. de champiñones

1 huevo pequeño

1 ramita de perejil fresco

1/8 tsp. de nuez moscada molida

1/8 tsp. de pimienta negra molida

1/2 tsp. de sal

aceite para el accesorio de vapor

* Para la salsa:

70 gr. de puerro (incluyendo un poco de la parte verde)

60 gr. de cebolla

125 gr. de champiñones

140 gr. de castañas crudas con piel u 85 gr. de castañas cocidas y sin piel

20 ml. de AOVE

200 ml. de agua

50 ml. de vino blanco seco

una pizca de nuez moscada molida

sal



ELABORACIÓN:

* Antes de empezar:

Cortar el pie terroso de los champiñones. Lavar éstos y las setas bajo el grifo, con un hilo de agua y una a una, frotando con un cepillito. Ir colocándolas con las celdillas hacia abajo en un escurridor. Una vez limpias y escurridas, quitar los tallos de los champiñones, pesarlos y completar con los sombreros de champiñón necesarios hasta los 125 gr. que hacen falta para la salsa. Reservar por separado los champiñones y setas de las albóndigas de los champiñones de la salsa.

* De las albóndigas:

Lavar y secar el perejil. Cortar las hojas y reservar, desechando el tallo.

Disponer en un bol amplio donde quepan todos los ingredientes de las albóndigas, la carne picada, la sal, la nuez moscada y la pimienta negra molidas. Mezclar con las manos para distribuir homogéneamente las especias. Reservar.

Cortar las setas y los champiñones en mitades o cuartos, según tamaño e introducirlos junto con las hojas de perejil en el vaso del robot Monsieur Cuisine Plus (MC+). Cerrar el vaso, colocar el medidor tapando el orificio y programar 10 segundos a velocidad 5. Sacar el picadillo de setas y perejil y añadirlo al bol de la carne. Volver a mezclar para distribuir los ingredientes, añadir el huevo sin batir y continuar mezclando hasta que se vea una pasta homogénea, amalgamada y muy jugosa.

Aceitar con una brocha de silicona, la bandeja plana de la vaporera del MC+ para evitar que se puedan pegar las albóndigas. Colocar un plato debajo para no marchar la encimera.

Con la ayuda de dos cucharas, un vaso, las manos o una cuchara de helado, formar albóndigas y colocarlas cuidadosamente en la bandeja plana. A mí me salieron 17 grandecitas y no hubiera cabido ninguna más. En caso de hacerlas más pequeñas, usar también la bandeja honda de la vaporera, igualmente aceitada. Tapar la bandeja y reservar.

La masa de las albóndigas es muy blanda, pero no se pega demasiado a las manos, por lo que resulta bastante manejable.

* De la salsa:

Practicar un corte en un lateral de las castañas y disponerlas en un plato preparado con una hoja de papel de cocina. Tapar con un tapadera apta para microondas e introducir en éste. Programarlo un minuto y medio a 800 W. No es necesario que las castañas queden cocinadas del todo, se hace para que se puedan pelar con facilidad.

Sacar el plato con cuidado pues estará muy caliente debido a la humedad de las castañas (el papel de cocina estará muy mojado, según lo frescas que sean). En cuanto su temperatura permita la manipulación, pelarlas, eliminando la piel exterior y la pielecilla interior. Picar groseramente con las manos en un par de trozos cada una y reservar. Se precisan 85 gr. para la salsa, si no hubiera suficientes, cocinar más castañas según se indica hasta obtener el peso necesario.

Sin lavar el vaso, introducir en éste los champiñones reservados para la salsa, cerrar y tapar el orificio y programar 4 segundos a velocidad 5. Sacar los champiñones a un plato, tapar para que no se oxiden mucho y reservar.

Pelar y lavar la cebolla y el puerro. Cortar ambos en dos trozos e introducirlos en el vaso del MC+. Cerrarlo, colocar el medidor en el orificio y programar 10 segundos a velocidad 5. Añadir sal al gusto y el aceite de oliva virgen extra, tapar y pulsar la tecla rehogar con la programación que viene determinada de fábrica (7 minutos, 130º C, velocidad 1, marcha atrás).

Abrir el vaso, agregar los champiñones picados reservados y una pizca de nuez moscada molida. Cerrar, tapar el orificio y pulsar la tecla rehogar, programando 5 minutos (el resto no se modifica, es decir, a 130º C, velocidad 1, marcha atrás).

Cuando pare el robot, quitar la tapadera, agregar las castañas, el agua y el vino blanco y cerrar con la bandeja honda de la vaporera. Colocar encima la bandeja plana con las albóndigas tapada.

* De la cocción al vapor y finalización del plato:

Programar el MC+ 22 minutos a 105º C, velocidad 1, marcha atrás. Cuando acabe y con cuidado para evitar quemaduras de vapor, retirar las bandejas de la vaporera. Con delicadeza pues estarán tiernas, trasladar las albóndigas a una cazuela plana donde quepan con holgura y formando una sola capa. Tapar y reservar.

Recoger los jugos que hayan podido quedar en las bandejas y añadirlos al vaso del robot. Colocar la tapadera y programar 30 segundos, velocidad 10, orificio tapado. Rectificar de sal en caso de ser necesario y añadir más agua si se desea una salsa más ligera, pues queda muy espesa. En este supuesto, programar otros 10 segundos a velocidad 4.

Verter la salsa por encima de las albóndigas y llevar la cazuela tapada a ebullición durante 5 minutos, para que tomen el sabor de la salsa.

A comer.


domingo, 1 de diciembre de 2019

Copas de crema de chocolate al Cointreau


Una de mis muchas manías consiste en no mezclar dos productos alimenticios de distintos fabricantes, es decir, que si tengo un resto de arroz de marca X no lo mezclo con arroz de marca Y. Es una bobada, lo sé, porque si el resto es pequeño no se nota la diferencia respecto del alimento cuya proporción es mayor, pero es que ya me ha pasado de mezclar dos marcas de macarrones de diferentes fabricantes y después notarse pues no habían cocido igual. Esa diferencia suele ser mayor cuanto más elaborado es el alimento, pero aún así, si puedo evitarlo, no hago esas mezclas, por lo que suelo comprar casi siempre las mismas marcas.

¿Cuál es el problema entonces? Pues que a veces no vuelvo a encontrar el mismo producto y mi despensa se ya llenando poco a poco de restitos que por si solos no valen para nada. Eso no quiere decir que los tire, noooo, ni mucho menos, pero en ocasiones se pasan bastante tiempo dando vueltas por ahí hasta que les encuentro avío.

Así que en una de esas que me dije “bueno, guapa, ya va siendo hora de que te quites de en medio algunas sobras, así que estrújate la mollera un poco”, me puse a revolver y salió un paquetito con un trozo de chocolate de cobertura (44 gr. para ser más exactos) y le dije “llegó tu hora, a ver qué hago contigo”. Ese día estaba inspirada y me acordé que tenía en el frigorífico un resto de leche condensada desnatada casera mareado ya de tantas vueltas que daba por la nevera y enseguida me vino a la mente una idea para utilizar ambas cosas y así nacieron estas copas. Ricas, casi viciosas (si gusta la mezcla chocolate-Cointreau) y sólo aptas para adultos. No salieron nada más que las dos que se ven en las fotos, pero es que era muy poca cantidad de ingredientes.

Y como es una receta de aprovechamiento, pues se va lógicamente a 1+/-100, desperdicio 0



el espacio que Marisa, de Thermofan. pone amablemente cada mes a nuestra disposición para que presentemos recetas elaboradas para evitar el desperdicio en general y en particular el de comida.

Me quedó un resto de preparado para cuajada. A ver en qué lo empleo ahora...

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.



INGREDIENTES:

45 gr. de chocolate de cobertura (56% de cacao mínimo)

40 gr. de leche condensada desnatada casera o industrial

6 gr. de preparado en polvo para cuajada

200 ml. de leche desnatada a temperatura ambiente

25 ml. de Cointreau u otro licor de naranja



ELABORACIÓN:

Rallar con un rallador fino el chocolate. Reservar.

Apartar en una taza 60 ml. de leche. Calentar en un cazo los 140 ml. restantes junto con la leche condensada hasta que alcance el hervor, apartar el cazo del fuego y añadir el chocolate rallado. Dejar reposar un minuto, remover y volver a poner al fuego, incorporar el Cointreau y llevar a ebullición, removiendo con unas varillas de vez en cuando.

Mientras, disolver en una taza la cuajada en la leche reservada. Cuando la mezcla del cazo empiece a hervir, apartar del fuego y agregar la cuajada disuelta a través de un colador por si hubieran quedado grumos. Devolver el cazo al fuego y calentar removiendo hasta que hierva. En el momento en que arranque el hervor, apartar del fuego y remover enérgica y constantemente con unas varillas hasta que la mezcla se temple (de esta forma la cuajada espesa la mezcla sin solidificarla). Distribuir en dos copas, tapar a piel con papel film, dejar enfriar del todo e introducir en el frigorífico unas tres horas para que coja cuerpo.

A comer.