viernes, 30 de agosto de 2019

Tsatsiki


O la odisea del eneldo fresco. Me recorrí todos los supermercados medianos y grandes de la ciudad y no lo tenían en ningún sitio. Fui incluso a una frutería que conozco que tienen artículos un poco más de “delicatessen” que la mayoría y tampoco lo tenían. En las fruterías normales ni me molesté en mirar. No sé si es que el verano no es buena temporada para el eneldo o aquí no tiene tirón y han dejado de comercializarlo, porque yo sí lo he visto en alguna ocasión. El caso es que dí tanta guerra que una compañera de trabajo me lo hizo traer desde Madrid. Más contenta yo con mi eneldo fresco... Por cierto, que el susodicho estaba cultivado en Marruecos; ahí es “ná” el viajecito que se ha hecho.

La receta está adaptada del libro “Cocina griega. 300 recetas tradicionales” del que ya hablé en la entrada del kuneli. El tsatsiki se suele servir acompañado de crudités o pan para comerlo como entrante, de hecho en el libro viene en el apartado “tapas”. Yo prefiero comerlo como salsa para aderezar otros platos. Está de muerte como aliño de un buen tomate, que es para lo que lo utilizo e incluso sobre una rebanada de pan tostado con un par de buenas anchoas en aceite de Santoña. Se me ocurre que tiene que quedar muy bien servido con un pescado blanco cocinado al vapor; tengo que probarlo. Por este motivo lo hago muy espeso y además porque para mi gusto, añadir más yogur resta protagonismo al pepino, pero es una opinión personal.

Es muy importante estrujar al máximo la pulpa de pepino para no licuar la preparación. Aún así, con el paso de la horas el pepino seguirá soltando agua y habrá que remover el tsatsiki para unificar la textura.

Amantes del pepino, ésta es vuestra salsa.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:

650 gr. de pepino (peso con piel y pepitas) para obtener 170 gr. de pepino rallado y escurrido, aproximadamente

170 gr. de yogur tipo griego, natural y sin azúcar (el mismo peso del pepino rallado y escurrido)

1 diente de ajo pequeño

25 ml. de AOVE

25 ml. de zumo de lima

2 tsp. de hojas picadas de eneldo fresco

sal
 

ELABORACIÓN:

Lavar y pelar el pepino, dejando algunas tiras finas de piel para facilitar su digestión. Cortar a lo largo en dos trozos y quitar las pepitas. Rallarlo con rallador de verduras de orificio fino y disponerlo en un escurridor. Dejar escurrir una hora y media o hasta que se vea que ya no suelta casi líquido.

Pasado el tiempo, estrujar con fuerza la pulpa del pepino para escurrir al máximo el agua. Repetir el proceso hasta que ya casi no suelte líquido. Esto es importante para no aguar posteriormente la salsa.

Pesar la pulpa estrujada y disponer en un cuenco tantos gramos de yogur griego como gramos de pepino. Si el yogur tuviera algo de suero, eliminar éste antes de pesarlo.

Pelar el diente de ajo y quitar el germen si lo tuviera. Partir en cuatro o cinco trozos, estrujarlo con el prensa-ajos y añadirlo al cuenco del yogur. Agregar igualmente el aceite de oliva virgen extra, el zumo de lima y sal. Remover para integrar.

Lavar y secar el eneldo fresco. Picar las hojas con unas tijeras y añadir 2 tsp. de hojas cortadas al cuenco del yogur y remover.

Colocar en un bol el pepino rallado y mezclar con la salsa de yogur. Llevar al frigorífico un mínimo de media hora para unificar sabores y refrescar.

A comer.


domingo, 25 de agosto de 2019

Frittata de calabacín y quesos aromatizada con romero


La frittata es un mezcla de huevos con otros ingredientes que se cuajan como si fuera una tortilla. Es una especialidad italiana que no conocía hasta el año pasado y recuerdo que la primera vez que leí una receta de frittata, consulté la red para conocer un poco más de su forma de elaboración. Después de leer varias webs tanto italianas como españolas, llegué a la conclusión de que cada uno la hace como le da la gana: mezclando los ingredientes con los huevos batidos o bien, colocando primero una capa de huevo batido a modo de base y encima el resto de ingredientes, cocinándola en la sartén al igual que se hace aquí con la tortilla de patata o cocinándola casi del todo en la sartén y acabando de cuajarla en el horno o directamente haciéndola en el horno desde el principio. O sea, para todos los gustos. No había vuelto a cocinar una frittata desde el verano pasado, que la hice de calabacín, berenjena y cebolla (muy rica, ya la traeré por aquí) y este año, cuando me acordé de la receta pensando en cómo cocinaba parte de la superproducción de calabacines que tengo, volví a consultar cómo la hacía y llegué a la misma conclusión: como me diera la gana, que todas las formas son válidas. Así que volví a optar por no hacerla como nuestra tortilla de patata ni como una quiche sin base y la hice primero en la vitrocerámica y la acabé en el horno, ya que me pareció una forma diferente de cocinar.
 
Queda muy rica y aunque se deje cuajar el huevo por completo, al llevar tanto calabacín queda muy jugosa. Sale una frittata grande, que se conserva estupendamente hasta tres días, eso sí, bien tapada y en el frigorífico.

Se puede comer caliente, fría, templada o del tiempo, que es como más me gusta y en cuando a ingredientes, admite cualquier cosa que le pongas. Versátil a más no poder.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:

920 gr. de calabacín preferiblemente verde claro (peso en limpio)

un tallo de apio de unos 30 cm. (sin las hojas)

2 ramas de 6-7 cm. cada una, de romero fresco

160 gr. de queso cheddar naranja en lonchas

5 huevos talla M

85 gr. de queso de cabra en rulo sin corteza (si ya está precortado, cinco medallones)

25 ml. de leche desnatada

aceite, sal y pimienta blanca molida
 

Y además:

una sartén apta para horno de 24 cm. de diámetro
 

ELABORACIÓN:

Lavar y secar el apio y el romero. Rallar el primero con un rallador de orificio medio hasta obtener 30 gr., eliminando las hebras que pudiera tener. Deshojar el segundo y picar finas las hojas hasta obtener 1 tsp.

Poner un fondo de aceite en una sartén pequeñita y pochar a fuego bajo los treinta gramos de apio rallado y la cucharadita de hojas de romero picadas y hasta que el apio haya consumido todo el agua de vegetación y quede muy reducido. Poner a escurrir el apio y el romero en un colador, recuperando el aceite que suelte. Utilizando una brocha de silicona, embadurnar con este aceite la sartén elegida.

Mientras se pocha el apio, lavar y secar el calabacín. Despuntar y cortar en láminas finas de 3-5 milímetros de grosor.

Pincelar muy ligeramente con aceite cada lámina de calabacín por un lado y colocar con el lado aceitado hacia abajo en una plancha de asar caliente. Asar un minuto o minuto y medio según la potencia de la plancha y el grosor de las rodajas. Mientras se asan, pincelar el lado de las láminas de calabacín que está hacia arriba y pasado el tiempo, dar la vuelta y asar otro minuto o minuto y medio. Sacar el calabacín a un plato y proceder del mismo modo con el resto de las láminas hasta asarlas todas. Utilizar para pincelar el aceite sobrante que pudiera quedar después de embadurnar la sartén.

Distribuir la mitad del calabacín en la sartén, procurando que la capa de calabacín quede de la misma altura por todos los lados, colocar por encima el queso cheddar y seguidamente el resto del calabacín.

Batir los huevos con la leche desnatada y sal y pimienta blanca molida, al gusto. Añadir el apio y romero reservados, remover e incorporar a la sartén. Dejar que el huevo se cuele por los huecos, meciendo suavemente la sartén para favorecer que llegue al fondo.

Conectar el grill del horno a máxima potencia.

Llevar la sartén al fuego y cocinar a fuego medio hasta que la frittata empiece a cuajarse. Tardará unos 10-12 minutos para una frittata completamente cuajada. Dejar menos tiempo si no queremos el huevo tan cuajado. Pasado el tiempo, poner por encima el queso de cabra e introducir la sartén en el horno, colocando la rejilla en la segunda posición empezando por arriba y gratinar 5 minutos o hasta que el queso se dore ligeramente y se vea cuajada la superficie de la frittata.

Degustar caliente o templada.

A comer.


martes, 20 de agosto de 2019

Pastel de arándanos frescos con almendras


Decididamente tengo que comprarme una cámara. Normalmente hago las fotografías a última hora de la tarde, que es cuando tengo un rato libre, pero ahora que los días se van haciendo más cortos empiezo a tener dificultades con la luz. Mi pobre camarita compacta de 6 megapixeles no da más de sí y para su antigüedad hace buenas fotos, pero se me queda corta. Y digo antigüedad porque la susodicha tiene 13 años y eso, en la era digital, es como hablar de la prehistoria. Mi problema es que entiendo de cámaras fotográficas tanto como de gallinas preñadas, que dirían por aquí. Osea, menos que nada y no tengo ni idea de qué debo comprar. Alguien dirá “déjate asesorar por el de la tienda”, sí, vale, hasta ahí llego, pero mi problema es que últimamente tengo la impresión de que los dependientes saben aún menos que yo o al contrario, saben tanto que es como si te hablaran en chino. Y a mí es que me da corte estar preguntando a cada tecnicismo que sueltan “¿y eso qué es?”, para al final tener tanta información (inútil debido a la ignorancia sobre el tema) en la cabeza que hubiera sido mejor no preguntar. ¡Quien pudiera tener en estos casos un amigo entendido al lado al que freír a preguntas hasta casi perder la amistad!. Por desgracia no es mi caso, así que, chungo lo veo...

Y todo este rollo porque la foto del corte no le hace justicia al pastel. Las otras están pasables, pero esa, la verdad, no muestra lo rico que está. La receta está adaptada del libro “Pasteles rápidos y tarta frías” de NGV, del que ya he hablado en otra entrada. Creo que se puede hacer con menos arándanos, con 180 gr. me parece que es suficiente. Es de sabor suave y poco dulce y muy delicado en caliente, así que cuidado al manipularlo. Un consejo: al quitar la base del molde, NO ponerlo a enfriar directamente encima de la rejilla porque como la base del pastel es toda de fruta, empezará a desmoronarse por entre los huecos de la rejilla, que me ha pasado. El que avisa no es traidor.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.



INGREDIENTES:

200 gr. de arándanos frescos

1 tsp. de pasta de vainilla

50 ml. de aceite de girasol

75 gr. de miel

2 huevos talla L

110 gr. de nata para montar (35% de materia grasa)

135 gr. de harina de todo uso

6 gr. de impulsor químico

40 gr. de almendras crudas repeladas (*)

harina y mantequilla para el molde

azúcar glas (optativo)
 

Y además:

un molde desmontable de 20 cm. de diámetro
 

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

(*) Si las almendras son sólo peladas, es decir, no tienen la cáscara de madera y conservan la piel interior, lo primero que hay que hacer es repelarlas mediante su escaldado. Para ello, poner un cazo pequeño con agua a hervir. En el momento que arranque el hervor, añadir todas las almendras de golpe, hervir cincuenta segundos, apagar el fuego y sacarlas inmediatamente. Ponerlas sobre papel absorbente y en cuando su temperatura permita la manipulación, pelarlas una a una retorciendo la piel a la vez que se presiona ligeramente. Ir colocando las almendras ya repeladas en una bandeja cubierta con papel absorbente y extendidas para que se sequen bien. Una vez secas, cortarlas en bastoncitos y reservar.

Precalentar el horno a 190º C con calor arriba y abajo.

Enmantequillar y enharinar (retirando el exceso de harina poniéndolo boca abajo y dándole unos golpecitos en la base y costados) el molde elegido.

Lavar los arándanos, escurrir y secar delicadamente con papel de cocina. Retirar los rabitos que pudieran tener. No retirarlos nunca antes de lavarlos para evitar que entre agua en la fruta por el orificio de inserción de los rabillos. Distribuirlos por la base del molde.

Mezclar la harina y el impulsor químico y tamizar. Reservar.

Utilizando unas varillas eléctricas, batir el aceite con la miel e incorporar los huevos poco a poco y ligeramente batidos. Integrar y añadir la pasta de vainilla y la nata sin montar y seguir integrando. Por último, incorporar a cucharadas la mezcla de harina e impulsor tamizada y mezclar hasta conseguir una pasta fina y homogénea. Tapar y dejar reposar a temperatura ambiente 20 minutos.

Distribuir la pasta en el molde donde están arándanos, golpear suavemente la base para que la masa penetre por los huecos existentes entre la fruta y suban las burbujas de aire, repartir por encima las almendras picadas e introducirlo en el horno, colocando la rejilla en la tercera posición empezando por abajo. Bajar la temperatura a 180º C y poner calor sólo por abajo. Hornear 35 minutos o hasta que al pinchar el centro del pastel con una brocheta, ésta salga limpia.

Sacar del horno y colocar sobre una rejilla. Pasados 10 minutos, quitar el aro del molde. Transcurridos otros diez minutos y con mucha delicadeza porque es un bizcocho muy frágil, darle la vuelta, quitar la base del molde y, dándole nuevamente la vuelta, colocar el pastel sobre el plato de presentación. Poner éste nuevamente sobre la rejilla hasta que se enfríe. Cuando esté completamente frío, espolvorear con azúcar glas, si se desea.

A comer.











jueves, 15 de agosto de 2019

Dúo de mermeladas: de cereza picota sencilla y de melocotón con manzana y canela


Media España en fiestas, incluido el pueblecito en el que vivo. Menos mal que acaban hoy, porque una ya no tiene edad para trasnochar tanto y eso que este año estoy especialmente cansada y no he ido a ninguna verbena, pero aún así, nos juntamos muchos a cenar (anoche 36, ¡menos mal que no era en mi casa!) y las cenas y sobremesas se hacen largas, con lo que, cuando quieres “recogerte”, es bastante tarde.

Así que hoy un par de recetitas sin complicaciones. Con las últimas picotas de la temporada, hice esta mermelada. Es tan oscura porque ya estaban tan maduras que eran casi negras. He utilizado azúcar especial para mermeladas de la marca Sidul, que al llevar pectina incorporada (la pectina es un gelificante natural), ayuda a que la mermelada espese. El fabricante indica que se deberá sustituir el azúcar de la receta por la misma cantidad de azúcar para mermeladas. Otras marcas indican la proporción 2:1 (dos partes de fruta por una de azúcar) o 1:1 (una parte de fruta por una de azúcar). A mí me parece una barbaridad de azúcar, tienen que resultar unas mermeladas excesivamente dulces. Tal vez si se utiliza fruta poco madura o poco dulce, puede que no estén tan dulces, pero en mi caso, que aprovecho para hacer mermelada la fruta de mi huerto que ya está demasiado madura (y por lo tanto bastante dulce, incluso demasiado a veces según la fruta), entre el 25-35% de azúcar sobre el peso de la fruta es más que suficiente.

La manzana que utilicé para la mermelada de melocotón le confirió una textura un tanto peculiar. Aplasté la mermelada con un aplasta-patatas, dejado trozos pequeños e irregulares de fruta y al comerla, se nota el toque crujiente de los trocitos de manzana. Confieso que al principio no me gustó, la textura me resultaba un tanto extraña, pero según la he ido comiendo me ha gustado cada vez más, por eso he decidido compartirla. Tiene un sabor intenso a canela, así que si a alguien no le entusiasma tanto como a mí, tendrá que reducirla. Y aunque supongo que todo el mundo lo sabe, la manzana contiene mucha pectina, más cuando la fruta está verde y menos cuando está madura, concentrándose en la piel y en el corazón, por eso el incorporarla en la muñequilla para espesar la mermelada.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:
 

* Para la mermelada de cereza:

1 kgr. de cerezas picotas (peso en limpio)

300 gr. de azúcar para mermeladas Sidul
 

*Para la mermelada de melocotón con manzana y canela:

1,400 kgr. de melocotones (peso en limpio)

600 gr. de manzanas rojas (peso en limpio)

10 gr. de canela en rama

500 gr. de azúcar blanquilla
 

ELABORACIÓN:
 

* De la mermelada de cereza:

Lavar y secar las cerezas. Quitar los rabos y, utilizando guantes para uso alimentario, deshuesar, bien con un deshuesador o bien con una brocheta de madera o palillo chino, cogiendo la cereza entre dos dedos y presionando con firmeza en la inserción del rabo con la fruta, hasta sacar el hueso por el lado contrario. Desechar los huesos.

Disponer las cerezas deshuesadas y enteras en una olla alta y amplia y poner a calentar a fuego suave para que la fruta suelte jugo. Remover de vez en cuando. Cuando el jugo de las cerezas cubra el fondo de la olla, agregar el azúcar para mermeladas, remover y subir a fuego medio. Como la fruta está caliente, el azúcar se deshará enseguida. Cuando esté todo deshecho, aumentar el fuego a medio-alto y cocinar treinta minutos desde que comience a cocer alegremente, removiendo frecuentemente para evitar que se pegue a la olla. Dejar templar.

Si queremos una mermelada sin trozos, darle unos golpes de batidora hasta conseguir la textura deseada.

Llenar unos frascos pequeños, de 250 ml. de capacidad, dejando un espacio libre de un centímetro y medio hasta el borde. Introducir en una olla a presión, cubrir de agua, cerrar, no poner la válvula y cocer a fuego fuerte 10 minutos desde que empiece a salir el vapor. Apartar del fuego. Esperar cinco minutos para abrir la olla y dejarla semicerrada hasta que el agua no queme al tacto. Sacar los tarros entonces y dejar enfriar completamente.

En caso de utilizar frascos de hasta 350 ml. de capacidad, hervir 15 minutos y si son de hasta 450 ml. hervir 20 minutos.

Es una mermelada con poco azúcar, por lo que, una vez abierta, conservar en el frigorífico.


* De la mermelada de melocotón con manzana y canela:

Lavar y secar los melocotones, las manzanas y la canela en rama. Pelar y deshuesar los melocotones, partirlos en trozos (tres o cuatro por cada cuarto de fruta) y disponerlos en una olla alta y amplia. Desechar pieles y huesos.

Pelar y descorazonar las manzanas. Cortar cada cuarto en seis trozos e incorporar a la olla de los melocotones. Disponer en una gasa la piel y los corazones de las manzanas y hacer una muñequilla. Introducirla en la olla junto con la canela en rama y ponerla a calentar a fuego suave para que la fruta suelte jugo. Remover de vez en cuando. Cuando el jugo de la fruta cubra el fondo de la olla, agregar el azúcar , remover y subir a fuego medio. Como la fruta está caliente, el azúcar se deshará enseguida. Cuando esté todo deshecho, aumentar el fuego a medio-alto y cocinar treinta minutos desde que comience a cocer alegremente, removiendo frecuentemente para evitar que se pegue a la olla. Eliminar la muñequilla y el trozo de canela y dejar templar.

Si la fruta hubiera quedado muy entera y preferimos una mermelada sin tropezones, aplastar con un tenedor o pasarla por el chino.

Es una mermelada con poco azúcar, por lo que es recomendable embotar la que no se vaya a consumir de inmediato. En ese caso, proceder como se describe para la conserva de la mermelada de cereza. Si hacemos conserva, una vez abierta, mantener en el frigorífico.

A comer.

sábado, 10 de agosto de 2019

Pastel de carne picada con puré de patata y berenjena


No pensaba publicar este pastel porque las fotos no dicen nada, pero está tan rico que es una pena no colgarlo. Que a mi me gusta es obvio, porque si una receta no me gusta o no me convence demasiado, desde luego que no la pongo aquí. Eso ha pasado con un bizcocho que hice la semana pasada. Todo el que lo probó dijo que estaba muy bueno, pero la verdad que a mí, ni fú ni fá. Y tengo hechas las fotos y todo, pero como que no, así que se irá directamente a la papelera de reciclaje.

Pero volviendo al pastel de carne. Está bien bueno, con ese puntito crujiente del apio, que al estar hecho a la vez que el resto de verduras y necesitando éstas menos tiempo para hacerse, no queda cocinado del todo, aportando una textura interesante. Como no me gustan esos pasteles de carne que rezuman salsa, yo dejo que se consuma todo el líquido de la farsa, pero eso cada cual que lo adapte a su gusto. Admite una capa más gruesa de puré de patata y berenjena, pero a mi pareja no le hace mucha gracia, así que no le pongo demasiado. También y por el mismo motivo, lo hago muy espeso porque así es la única forma en que lo “soporta”, pero se puede hacer más ligero añadiendo algo más de agua.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES:
 

* Para el puré de patata y berenjena:

1 berenjena pequeña (240 gr. aproximadamente)

70 gr. de puré de patata instantáneo en copos

425 ml. de agua

sal y nuez moscada molida

mantequilla para gratinar
 

* Para la farsa de carne:

450 gr. de carne picada mixta (mitad ternera, mitad cerdo)

100 gr. de cebolla

100 gr. de pimiento verde

100 gr. de calabacín, preferiblemente verde claro

1 tallo de apio (30 gr. aproximadamente), sin las hojas

1 diente de ajo mediano

1/4 tsp. de romero seco

1/4 tsp. de tomillo seco

1/4 tsp. de albahaca seca

1/4 tsp. de orégano seco

1/4 de la piel de un limón pequeño

50 gr. de paté a las finas hierbas

tbs. de salsa de tomate muy espesa

30 ml. de zumo de limón

15 ml. de salsa Worcestershire

75 ml. de vino tinto Toro (D.O.)

aceite y sal
 

ELABORACIÓN:
 

* De la farsa de carne:

Pelar la cebolla y el diente de ajo. Lavar y secar el pimiento verde, el calabacín y el apio. Cortar en brunoise la cebolla, el pimiento verde y el calabacín (si éste es de la variedad verde claro, no hace falta pelarlo), procurando que todas las verduras queden de un tamaño similar. Picar el diente de ajo y el apio a la mitad del tamaño de las otras hortalizas. Reservar.

Lavar, secar y rallar la piel de limón, evitando la parte blanca para que no amargue. Reservar.

Poner a calentar una sartén honda y amplia con un buen fondo de aceite. Cuando alcance temperatura, incorporar los vegetales picados con un poco de sal. Agregar también la ralladura de limón y las cuatro hierbas. Tapar y rehogar a fuego bajo. Una vez que las verduras estén casi hechas, añadir 50 ml. de vino y la salsa de tomate, tapar nuevamente y cocer hasta que se consuma el líquido. Incorporar el paté y remover hasta que se deshaga. Subir el fuego y añadir la carne, rehogar removiendo constantemente para que la carne picada se separe y una vez esté suelta, incorporar a la sartén el zumo de limón, la salsa Worcestershire y los 25 ml. de vino tinto restante. Cocer tapado hasta que se consuma casi todo el líquido. Rectificar de sal y reservar.

* Del puré de patata y berenjena:

Lavar la berenjena, cortar a la mitad, practicar en cada porción unas incisiones en forma de cruz, salpimentar y dejar que suelten el amargor durante 15 minutos. Posteriormente, lavarlas para quitar la sal, ponerlas en un plato con la carne hacia arriba y cubrir con film alimentario o con una tapadera apta para microondas y asar en éste durante 10 minutos a 800 W de potencia. El tiempo puede variar en función de lo tierna que sea la berenjena y de la potencia del microondas. Si con ese tiempo no estuviera hecha, asar otros dos o tres minutos. Pelar la berenjena en cuanto su temperatura permita su manipulación y reservar la pulpa.

Poner a calentar un cazo con los 425 ml. de agua. Cuando esté caliente, apartar 100 ml. y disponerlos en el vaso de la batidora de brazo. Agregar a éste la pulpa de la berenjena y triturar con la batidora hasta conseguir un puré fino. Reservar.

Llevar a ebullición los 325 ml. de agua que quedaron en el cazo y preparar el puré de patata instantáneo en copos según las instrucciones del fabricante. Añadir sal y nuez moscada molida al gusto y remover. Incorporar el puré de berenjena y mezclar ambos purés hasta homogeneizar. Quedará una mezcla bastante espesa. Rectificar de sal y reservar.

* Del montaje:

En una fuente o molde apto para horno, disponer la farsa de carne y a continuación y con cuidado para no levantar la carne, distribuir el puré de patata y berenjena. Alisar ligeramente la superficie del puré para igualarlo, hacer unas incisiones con un tenedor si se desea, repartir un poco de mantequilla por encima y gratinar hasta dorar.

A comer.



lunes, 5 de agosto de 2019

Pan semiintegral sencillo, en panificadora Lidl


Después de mucho tiempo dudando en si comprar o no la tan alabada panificadora del Lidl, ya que aunque le tenía ganas pensaba que era otro trasto que no iba a utilizar, cuando salió este invierno me decidí por fin a comprarla y hete aquí y para mi sorpresa, que la estoy utilizando más de lo que pensaba. De hecho no he vuelto a comprar pan de molde. De momento estoy haciendo pruebas con panes más bien densos, que lo mismo te sirven para las tostadas del desayuno que te aguantan el peso de unos cuantos ingredientes salados.

La receta de este pan está adaptada de aquí y aunque ya lo he hecho bastantes veces (con y sin harina integral), no consigo que me quede con copete. Todo lo más me queda plano por arriba o se me hunde un poquito, como confieso me pasó con éste, aunque el pan está estupendo. Que alguien me lo explique porque no lo entiendo.

A la receta original le quité todo el azúcar porque para mi gusto el pan sabía demasiado dulce. Con la cantidad de miel que le pongo, no sabe dulce, sino a pan pan, ni siquiera se nota que la lleve, pero que nadie caiga en la tentación de quitarla porque ayuda a que el pan se conserve tierno algo más de tiempo.

Personalmente me gusta más esta versión semiintegral que la que lleva sólo harina refinada. Lo encuentro con más sabor a pan y si por mi fuera, le ponía mayor porcentaje pero si lo hago me lo protestan. ¿Porqué a la mayoría de los hombres no les gusta ni lo verde ni lo integral?.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.



INGREDIENTES:
 

220 ml de agua

130 ml. de leche desnatada fría

10 gr. de sal fina

20 gr. de miel a temperatura ambiente

55 gr. de mantequilla troceada a temperatura ambiente

500 gr. de harina de trigo de fuerza

60 gr. de harina integral de trigo

10 gr. de levadura fresca a temperatura ambiente
 

ELABORACIÓN:
 

Sacar la cubeta de la panificadora.

Calentar el agua en el microondas a máxima potencia durante 50 segundos.

Introducir el agua caliente en la cubeta y a continuación la leche fría, mezclar y añadir la sal. A continuación incorporar la miel y la mantequilla, distribuyendo ambos ingredientes por toda la cubeta.

Mezclar someramente las harinas y distribuir uniformemente por la cubeta. Por último, desmenuzar la levadura fresca y agregarla a la cubeta en forma de lluvia.

Colocar la cubeta en el interior de la panificadora. Cerrar la tapa y conectar el aparato. Seleccionar el programa 1 (normal), peso 1'250 kgr. y tueste medio.

Cuando la máquina emita los tonos de aviso en la segunda fermentación, sacar la cubeta y con las manos húmedas quitar las palas amasadoras e introducir éstas inmediatamente en un bol con agua que las cubra para facilitar su posterior limpieza.

Con las manos húmedas, acomodar la masa para evitar las burbujas de aire que se puedan haber introducido en la misma al quitar las palas. Colocar nuevamente la cubeta en la panificadora y continuar con el programa.

Una vez finalice el programa, dejar el pan dentro de la máquina con la función de mantenimiento en caliente para que pierda humedad, 30 minutos en verano y hasta 60 minutos en invierno.

Utilizando unas manoplas de cocina, sacar la cubeta de la panificadora y desmoldar inmediatamente el pan en una rejilla. Darle la vuelta y colocarlo nuevamente en la rejilla hasta que se enfríe.

Si se prefiere una corteza más blandita, meter el pan en una bolsa de plástico cuando al tocarlo, se note algo más caliente que la temperatura corporal.

Conservar en una bolsa de plástico.

A comer.








jueves, 1 de agosto de 2019

Gratinado de calabacín, setas y salmón


 No cierro en agosto y aquí estoy, un mes más, poniendo mi granito de arena en el proyecto de Marisa 1+/-100, desperdicio 0


¿Que no lo conocéis? Pues ya estáis tardando en daros una vuelta por su blog para conocer su propuesta. Además de ser interesante, la animarán vuestras visitas, que me parece que anda un pelín alicaída.

Tengo que descongelar el arcón congelador. Como está hasta los topes, estoy intentando no comprar nada y tirar de congelado para así tener menos comida dentro el día que lo vaya a limpiar. En una de esas que me sumergí en las profundidades abisales del arcón (cuando lo compré pedí el más grande del mercado, hala, como si fuera a haber escasez mundial de alimentos y eso que sólo somos dos en casa), encontré un resto de salmón ahumado que me sobró de navidades y que en su día congelé, a pesar de que no me gusta nada porque me parece que se estropea la textura, porque con tanta comida como se prepara para esas fechas no veía la forma de darle salida. También apareció un paquete con media cabeza y media espina dorsal de salmón, que cuando lo compro entero, cuezo las espinas, le quito la carne y ya congelo caldo y carne porque me resulta así más práctico, pero se conoce que el día que no lo congelé andaba sin tiempo y fue así para el arcón.

También tenía un paquete de setas congeladas empezado y una mozzarella caducada de pocos días que, confieso, me fui de vacaciones y olvidé por completo que estaba en el frigorífico. La verdad que es mucha mozzarella para el molde, pero al estar pasada de fecha y ya abierto el paquete, lo más seguro es que el sobrante se estropeara en muy poquitos días y como en ese momento no le veía una salida próxima, la puse toda. Por eso y porque en casa somos muy queseros.

Los pesos del salmón ahumado y de las setas son un poco raros, pero es que era exactamente lo que tenía. Por eso mismo quedó un poquito escaso de relleno.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.




INGREDIENTES:
 

* Para el gratinado:

460 gr. de calabacín preferiblemente verde claro

178 gr. de mezcla de setas congeladas

108 gr. de salmón ahumado

55 gr. de cebolla

75 gr. de recortes de calabacín

pimienta blanca molida

nuez moscada molida

aceite y sal

125 gr. de mozzarella en salmuera
 

* Para el caldo de salmón:

½ espina dorsal de salmón

½ cabeza de salmón

400 ml. de agua
 

* Para la bechamel:

300 ml. De caldo de salmón

100 ml. De leche desnatada

40 gr. de harina

30 ml. De aceite

sal
 

* Y además:

un molde apto para horno de 18x18 cm.
 

ELABORACIÓN:

* Del caldo de salmón:

Poner en una cazuela pequeña el agua y llevar a ebullición. Cuando hierva, añadir la espina y la cabeza del salmón y cocer 5 minutos desde que vuelva a hervir. Apartar del fuego, tapar y dejar en infusión 10 minutos. Pasado el tiempo, sacar la espina y la cabeza a un plato y en cuanto pierdan temperatura, quitarle la carne de salmón que tengan y reservar, desechando las espinas.

Colar el caldo y medir. Necesitaremos 300 ml.; si no hubiera suficiente, añadir agua hasta completar. Reservar.

* Del gratinado:

Picar groseramente el salmón ahumado y reservar.

Lavar el calabacín. Si se utiliza la variedad verde claro, no es necesario pelarlo. Cortarlo en láminas finas a lo largo, mejor con una mandolina. Recortar los bordes para ajustar las láminas al tamaño del molde y para que queden rectos.

Disponer una taza con un poco de aceite y pincelar someramente las láminas de calabacín con una brocha de silicona por una sola cara. Ir colocando el calabacín, con el lado aceitado hacia abajo, en una plancha eléctrica o carmela bien caliente. Asar un minuto o minuto y medio (según potencia), pincelar ligeramente el calabacín con la brocha aceitada y darle la vuelta para que se haga por el lado ahora engrasado. Asar otro minuto o minuto y medio, sacar a un plato y reservar.

Cortar en brunoise menuda parte de los recortes del calabacín hasta obtener 75 gr. Reservar.

Pelar la cebolla, picar del mismo tamaño que el calabacín, salar ligeramente y pochar en una sartén amplia con un fondo de aceite. Cuando esté casi hecha, añadir el calabacín y continuar pochando. En el momento que el calabacín empiece a ponerse transparente, agregar las setas sin descongelar y sal. Continuar rehogando hasta que se consuma todo el agua de vegetación y las verduras estén hechas. Si hubiera alguna seta grande, picarla al tamaño del resto.

Agregar el salmón ahumado y el salmón recuperado del caldo, remover y cocinar un par de minutos. Reservar esta farsa.

* De la bechamel:

Limpiar con un papel de cocina la sartén en la que hemos preparado la farsa del gratinado. En esa misma sartén y sin necesidad de fregarla, vamos a preparar la bechamel. Para ello, disponer el aceite dentro y cuando esté caliente, incorporar la harina y rehogar hasta que adquiera un todo dorado. Agregar la mitad del caldo, sal y pimienta blanca y nuez moscada molidas, al gusto. Remover bien para desleír la harina y cuando ya no queden grumos, agregar el resto del caldo y de la leche y llevar a ebullición suavemente sin dejar de remover. No es aconsejable poner todo el caldo y la leche desde el principio porque resulta más fácil disolver la harina con menos líquido. Hervir cinco minutos a fuego suave sin dejar de remover. Deberá quedar con una textura semi-espesa, teniendo en cuenta que espesará al enfriar.

Apartar del fuego, añadir cuatro cucharadas soperas a la farsa y remover para integrar. Tapar la sartén para que no se enfríe la bechamel.

* Montaje:

Embadurnar ligeramente con la brocha aceitada el molde elegido y colocar una capa de calabacín como si estuviéramos preparando una lasaña. Distribuir la farsa por encima y colocar el resto del calabacín. Probablemente habrá calabacín suficiente para poner una capa doble. Remover la bechamel y verter encima del calabacín.

Escurrir el suero de la mozzarella, cortarla en láminas y colocarla sobre la bechamel.

Introducir en el horno previamente calentado con el grill y gratinar hasta que se dore el queso.

Degustan caliente o templado e incluso frío.

A comer.