He buscado referencias de
este plato en la red y la verdad que no he encontrado nada salvo la
misma receta que hoy traigo ligerísimamente adaptada del libro
"Un viaje por la cocina mediterránea". Ni siquiera he encontrado una traducción aceptable de la palabra
myma, salvo que se refiere a una antigua receta griega elaborada con
cualquier tipo de carne (incluso pescado), sus despojos y su sangre y
condimentada con especias, vinagre, aceite y miel.
Esta versión moderna se
inspira en el clásico griego
"El banquete de los eruditos"
de Ateneo de Náucratis, obra literaria que gira en torno a las
conversaciones que un grupo de personajes tienen sobre literatura
helenística, filología, lujo, música, sexualidad, comida y chismes
varios, escrita en Roma a principios del siglo III d.C. En dicha
obra, en la que al parecer se habla de todo lo divino y lo humano
(como en cualquier reunión de hoy en día, vamos, que mucho no hemos
cambiado y si no que alguien confiese que nunca ha arreglado el mundo
en una larga sobremesa de Navidad), se habla de la conducta en la
mesa y de recetas de la época, entre ellas de este plato, que aunque
no se describe su elaboración sí sus ingredientes, que son
reinterpretados en esta receta, eliminando la sangre y los despojos
salvo el hígado, basándose en los conocimientos de las costumbres
alimentarias antiguas griegas.
El resultado es un plato
sorprendente. Muy rico y diferente a otras cosas que he probado. Al
cocinarse tapado los primeros cuarenta y cinco minutos, las cebollas
sudan proporcionando una gran cantidad de líquido que hace que los
ingredientes, más que asarse, se cuezan, dando como resultado una
carne tierna y jugosa y un hígado que sorprendentemente no está
como una piedra después de un cocinado tan prolongado. El sabor es
muy ligeramente dulce, con un fondo muy aromático en el que no
destaca ninguna de las especias y con personalidad. No me esperaba
ese sabor, sinceramente y nos ha gustado mucho. Estuve por no ponerle
el queso, pues no acababa de convencerme, pero me alegro de haberlo
puesto ya que le da un toque diferente y saladillo al bocado en el
que se toma. Una receta para repetirla, sin duda. Y además se
conserva muy bien de un día para otro.
Venga, manos limpias,
cuchillo afilado y a cocinar.
INGREDIENTES:
1 kgr. de filetes de
cuartos traseros de pollo (peso sin piel ni huesos)
5 hígados de pollo
2 cebollas rojas medianas
(300 gr. aprox.) con piel y sin raíces
300 gr. de cebolla tierna
(peso en limpio)
1/2
tsp.
de semillas negras de amapola
1
tsp. de semillas de
cilantro
1
tsp. de semillas de
alcaravea
1
tsp. de pimienta negra
molida
50 gr. de pasas sultanas
sin pepitas
70 ml. de miel de brezo
70 ml. de vinagre de vino
tinto
70 ml. de AOVE más extra
para saltear los hígados
200 gr. de queso feta
(D.O.P.)
* Y además:
una fuente honda de
borosilicato con tapadera apta para horno con un mínimo de 3 litros
de capacidad o una bandeja grande y profunda apta para horno
papel de aluminio
ELABORACIÓN:
NOTA: Los tiempos,
temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno
que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos
hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada
cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque
probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.
Eliminar las raíces de
las cebollas rojas y lavarlas sin quitar la piel. Envolver en papel
de aluminio y hornear en horno precalentado a 180º C con calor
arriba y abajo con la bandeja a media altura. Según lo tiernas o
duras que sean, tardarán entre 30 minutos y una hora en asarse.
Dejar que pierdan temperatura dentro del envoltorio.
Limpiar los filetes de
pollo de posible restos de grasa y cortar los contramuslos en seis
trozos y los muslos en cuatro, según tamaño, procurado que los
trozos sean más o menos iguales. Reservar.
Lavar los hígados de
pollo, retirar las impurezas y cortar en cinco o seis trozos.
Calentar una sartén a fuego fuerte con un hilo de aceite de oliva
virgen extra y saltear los hígados justo hasta que cambien de color.
Sacar a un plato y reservar.
Pelar la cebolla tierna y
cortarla en medias lunas. Reservar.
Machacar ligeramente en
el mortero las semillas de cilantro y mezclar con las de amapola, las
de alcaravea, la sal y la pimienta negra molida. Reservar.
Cortar el queso feta en
dados de un centímetro y medio de lado, aproximadamente y reservar.
Cuando la temperatura de
las cebollas rojas permita manipularlas, desechar el papel de
aluminio y la piel y capa exterior más duras y cortarlas en plumas.
Reservar.
Precalentar el horno a
200º C con calor arriba y abajo.
En la fuente elegida para
hornear, introducir el vinagre de vino tinto, la miel y los 70 ml. de
aceite de oliva virgen extra. Remover hasta disolver la miel y añadir
los dados de pollo, los hígados, las cebollas rojas y la tierna, las
pasas y la mezcla de especias y sal. Revolver bien para que se
distribuyan todos los ingredientes y todo quede bien impregnado y por
igual de especias y líquidos.
Colocar la tapadera de la
fuente si se usa una de borosilicato y en caso contrario, tapar bien
con papel de aluminio, adaptando éste a los bordes de la fuente y
practicando dos agujeritos para facilitar la salida de vapor.
Introducir en el horno con la rejilla colocada en la segunda posición
empezando por abajo si se usa una fuente de borosilicato o a media
altura en caso el otro caso, bajar la temperatura a 180º C y hornear
45 minutos.
Sacar la fuente del
horno, quitar la tapadera o el papel de aluminio, remover, procurando
que no asome ningún trozo de hígado para evitar que se sequen en
exceso y volver a introducir en el horno. En caso de utilizar la
fuente de borosilicato, subir una posición la rejilla.
Continuar el horneado
otros 45 minutos y añadir el queso feta. Hornear 10 minutos más,
sacar del horno, dejar reposar cinco minutos y servir.
A comer.