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lunes, 19 de agosto de 2024

Gazpacho de tomate y sandía

Todo en esta vida evoluciona y eso también afecta a los platos que cocinamos. Lo que ocurre es que ahora la evolución es muy rápida y platos cuya receta lleva inamovible años y años, se reconvierten de la noche a la mañana con infinidad de sabores e ingredientes hasta hace bien poco inimaginables. Pues, ¿quién me iba a decir a mí, hace 20 años, pongamos por caso, que llegaría el día en que al gazpacho le pondríamos fresas, calabacín, aguacate o remolacha y que ya no sería necesariamente rojo? ¡SACRILEGIO! hubiera sido la respuesta ante tan peregrina idea. Y aquí estoy, con un gazpacho de tomate y sandía y sin despeinarme. Ale, porque yo lo valgo y porque está muy rico. Ya está, había que decirlo y se dijo.

Y ahora, un momento de sinceridad: recién hecho no me gustó nada. Aquéllo estaba dulcísimo, venga a ponerle vinagre y sal y no había manera de equilibrar el dulzor. Pues vaya faena, pensé. Como lo estaba haciendo para el día siguiente y el gazpacho, como tantos platos, mejora con el reposo, dejé de modificarle la sazón y que la química y el paso de las horas hicieran su magia.

Et voilà, el gazpacho que saqué al día siguiente de la nevera no se parecía en nada al que había guardado por la noche. ¡Si hasta parecía que me habían dado el cambiazo! Pero no, era el fruto de mis manitas ese gazpacho tan rico que devoraba con fruición. Suave, afrutado, ligerísimamente dulce, con la densidad justa para tomar bebido o con cuchara... Una delicia que disfruté yo sola y no porque no quisiera compartirla, sino porque como ya sabéis, verduras y hortalizas se llevan fatal con mi pareja. En fin, él se lo pierde.

No me enrollo más, que sé que estáis por ahí de vacaciones o en esa envidiable piscina que he visto en algún reels de FB y en lo que menos pensáis es en perder el tiempo leyéndome.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para 1'350 litros, aproximadamente

550 gr. de tomates maduros, pelados y sin semillas

500 gr. de sandía, pelada y sin semillas

100 gr. de pepino, con la mitad de la piel y sin semillas

100 gr. de pimiento verde, sin pedúnculo ni semillas

50 gr. de pimiento rojo, sin pedúnculo ni semillas

60 gr. de cebolla morada, pelada

50 ml. de AOVE

45 ml. de vinagre de Jerez

1 tsp de sal rosa del Himalaya

agua, optativa (no le puse)

pepino y pimiento verde troceados pequeños, para servir

tomates cherry partidos y albahaca fresca, para decorar

ELABORACIÓN:

Lavar y trocear todas las hortalizas.

Introducir en un procesador de alimentos potente el pepino, los pimientos, la cebolla y la mitad del tomate o todos los ingredientes, según la capacidad del procesador. Yo he utilizado el Monsieur Cuisine Plus (MC+) e introduje los ingredientes y cantidades que se indican.

Triturar a máxima potencia (con el MC+, función turbo sin tiempo ni temperatura) hasta conseguir una mezcla fina y homogénea. Incorporar la sandía, el resto del tomate (si no se puso todo desde el principio), el aceite de oliva virgen extra, el vinagre de Jerez y la sal rosa y volver a triturar.

Añadir agua para modificar la densidad si se desea y rectificar la sazón, si procede, teniendo en cuenta que recién hecho estará muy dulce debido a la sandía, cuyo sabor se atenuará bastante con el paso de las horas, siendo preferible rectificarla cuando se vaya a consumir.

Introducir en un recipiente hermético y llevar al frigorífico al menos doce horas para que repose.

En el momento de servir, añadir unos trocitos de pepino y de pimiento y decorar con tomates cherry y albahaca.

Consumir muy frío.

A comer.

lunes, 29 de julio de 2024

Crema fría de pepino y manzana

Si la vida te da limones, haz limonada”. Y si te da fresas, calabacines, pimientos, pepinos y otros productos de huerta, vuélvete tarumba ideando recetas en las que utilizar el exceso porque aquí no se tira nada. De esta necesidad a veces salen elaboraciones maravillosas, como la mermelada que tenia pensado publicar hoy pero que ha sido desplazada por esta crema que no puse en el blog el día que la hice por no salirme de mi rutina de publicar los lunes y que está... de vicio total, si os gusta el pepino, claro, aunque al llevar la manzana y sobre todo, mucho limón, el sabor de aquél no es muy pronunciado.

Es una crema para tomar con cuchara que queda con una textura muy ligera. Se puede degustar sola, pero el queso fresco batido, sólo ligeramente mezclado, le aporta una cremosidad muy agradable y el sésamo algo de crujiente.

Otra opción es añadirle agua hasta que quede con textura bebible, prescindiendo en este caso del queso y del sésamo y también está riquísima, os lo garantizo, porque es lo que hice con la última ración para que me cundiera más.

Con cuchara o bebida, es tremendamente refrescante, lo que es de agradecer ahora que ya el verano ha irrumpido apoteósicamente con temperaturas diurnas de 36/38 grados y nocturnas (que es lo peor) de 18/20 y que como es costumbre por aquí, lo ha hecho de golpe, pillando al personal con el pie cambiado y el cuerpo desacostumbrado. Menos mal que durará pocas semanas, pues de mediados de agosto en adelante las temperaturas ya se suavizan mucho. Eso si tenemos un verano “normal”, se entiende, porque este año no lo está siendo mucho. Luego nos quejaremos de lo poco que ha durado el buen tiempo...

Entramos en la recta final del curso bloguero y ya sois muchas las cocinas que habéis cerrado o lo haréis estos días. La mía la mantendré abierta, tal vez publique menos, no sé, ya veremos. En cualquier caso, feliz verano.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

Para 800 ml., aproximadamente

500 gr. de pepino (*)

300 gr. de manzana granny smith, pelada y sin semillas

45 gr. de zumo de limón recién exprimido

1/4 tsp de sal rosa

queso fresco batido 0% materia grasa (tipo quark) y semillas de sésamo, para servir

ELABORACIÓN:

(*) Después de lavar el pepino, pelarlo del todo si no gusta la piel. En caso contrario, dejar la mitad, aproximadamente, pues se dice que ésta ayuda a que sea más digestivo. Abrirlo a lo largo y eliminar las semillas sólo si son grandes y duras. Trocear groseramente y pesar hasta obtener los 500 gr. que precisa la receta.

Introducir en un procesador de alimentos potente la manzana, 35 gr. de zumo de limón, la sal y todo o parte del pepino, según la capacidad del procesador. Yo he utilizado el Monsieur Cuisine Plus (MC+) y sólo añadí una cuarta parte del pepino.

Triturar a máxima potencia (con el MC+, función turbo sin tiempo ni temperatura) hasta conseguir una mezcla fina y homogénea. Añadir el resto del pepino si no se puso todo desde el principio y volver a triturar.

Rectificar de sal (no he añadido más) y de limón (yo he puesto todo el que se indica en la lista de ingredientes). Debe quedar ligeramente ácida.

Servir muy fría con un poco de queso fresco batido y semillas de sésamo.

A comer.

lunes, 9 de octubre de 2023

Huevos rellenos de langostinos y manzana

Recuerdo de cría oír decir a los mayores “el tiempo está loco” cuando el tiempo meteorológico no coincidía con el que correspondía a la fecha del calendario. Y yo añadiría ahora “de atar”, pues hay que ver lo largo y caluroso que está siendo el veranillo de San Miguel, que también me trae loca a mí, que hace cosa de tres semanas andábamos por aquí pelaos de frío, que hasta en casa nos planteamos poner un rato la calefacción porque ya se había quedado helada y aunque hacía fresco en la calle se estaba más calentito fuera que dentro. Que guardé casi toda la ropa y calzado de verano y saqué una mantita para la cama, no digo más. Estaba yo tan contenta (ya os he comentado que prefiero el frío al calor), preparando los primeros platos de cuchara, señal inequívoca en mi casa de la llegada del mal tiempo, lamentando únicamente que por estos lares casi no hay otoño y se pasa muy deprisa al largo invierno, pero sin llevarme mal rato, no vayáis a creer, pues una de las cosas que más me gustan es salir a la calle uno de los muchos y muy luminosos días de invierno, sentir el aire frío en la cara y ver la inmensidad de un cielo intensamente azul y sin nubes. Y es que para mí, los cielos de Castilla son los más hermosos, pues al tener un clima seco suele haber pocas nubes y poseen un color que he visto en pocos sitios, tal vez en los Pirineos, pero ahí, al estar entre montañas, no se ve tanto cielo como en la meseta. Y por supuesto, los cielos invernales sobre los veraniegos, en esta época la luz atenúa bastante su color, mientras que en invierno, la incidencia de los rayos solares da como resultado un cielo profundamente azul. Además, una de las ventajas de vivir en un zona rural poco poblada es que el índice de polución es bajísimo, con lo que disfrutamos de unos cielos muy limpios.

El descalabro climático ha hecho que vuelva a sacar la ropa de verano y las sandalias, que la manta esté recogida todas las noches a los pies de la cama, que me pase casi todo el día abanico en mano diciendo “ay qué calor” y que vuelvan a predominar en mi mesa los platos fríos. Y para muestra, un botón: huevos rellenos de langostinos y manzana, fáciles, rápidos, de sabor suave y llenos de texturas. Creo que no necesitan más presentación, los huevos rellenos son de esos platos en los que la mayor dificultad suele ser que no se estropeen mucho al pelarlos, pero por lo demás y si son una elaboración fría, se hacen en un plis y no hace falta técnica culinaria alguna. Éstos os van a gustar mucho, seguro.

A los que cojáis el puente de El Pilar, que lo disfrutéis mucho, aunque dicen que va a cambiar el tiempo y parece que ahora sí, se va a poner otoñal. Y a los que no, disfrutadlo también en vuestro lugar de residencia, que tampoco hace falta irse al quinto pino para sacarle el jugo a la vida. En el trabajo lo hemos sorteado y he tenido suerte en el sorteo y como afortunadamente mi pareja ha podido organizarse en su trabajo para también poder disfrutarlo, nos iremos fuera. Nos vamos a mojar, lo sé, y además parece ser que mucho, pero con el año de sequía que llevamos, va a ser tan emocionante como una atracción de feria.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

5 huevos tamaño L, a temperatura ambiente

60 gr. de langostinos cocidos, pelados

30 gr. de manzana roja sin piel u otra dulce de textura crujiente

2 tsp de cebollino fresco picado, más un poco para decorar

60 gr. de salsa cocktail (comercial)

salsa Tabasco

sal gruesa

sal fina (optativa, no le he puesto)

ELABORACIÓN:

Poner una olla al fuego con suficiente agua para cubrir los huevos y llevar a ebullición. Cuando rompa el hervor, añadir un puñado de sal gruesa e introducir los huevos con cuidado para que no se rompan. Cocerlos 14 minutos contados desde que el agua recupere el hervor.

Una vez finalizado el tiempo de cocción, sacar los huevos a un bol con agua muy fría, incluso con hielo, para detener la cocción y facilitar después la eliminación de la cáscara. Dejar enfriar completamente.

Pelar los huevos cuando estén fríos. Pasarlos por un chorro de agua para eliminar posibles restos de cáscara, secar con papel de cocina y cortar a lo largo. Reservar claras y yemas por separado, tapadas y en la nevera hasta el momento de usar.

Picar los langostinos en trozos pequeños. Picar la manzana en trozos más pequeños que los langostinos. Dejar a un lado.

Disponer las yemas, reservando una para decorar, en un plato hondo. Machacar con un tenedor y agregar los langostinos y la manzana. Mezclar hasta que se integren correctamente todos los ingredientes.

Poner en un cuenco la salsa cocktail y agregar salsa Tabasco al gusto, la suficiente para que esté ligerísimamente picante para compensar el dulzor de la manzana pero sin que anule el resto de sabores. Añadir el cebollino y mezclar. Verter sobre la farsa de yemas e integrar. Rectificar de sal, si procede (no le he puesto), tapar y reservar 30 minutos en frigorífico para que los sabores se asienten.

Rellenar el hueco de las claras con la farsa. Añadir más relleno por toda la superficie plana de las claras dándole forma abombada como si fuera la otra mitad del huevo y colocarlos en una fuente de servir con el relleno hacia arriba. Rallar la yema reservada y espolvorear por encima de los huevos. Decorar con un poco de cebollino y servir.

A comer.

lunes, 28 de agosto de 2023

Salmorejo de tomates cherry (sin pan), en Monsieur Cuisine Plus (MC+)

No sé si alguien cultiva en casa tomates cherry. Si es así, sabréis que son como una mala hierba, creciendo como locos y dando tomates hasta el aburrimiento. Nosotros ponemos todos los años y siempre sobran, al final no sé qué hacer con ellos, pero como me encanta ver las matas llenas de tomates y aunque todos los años digo que es el último que se siembran, todos los años volvemos a plantarlos. A mayor abundamiento, este año se me fue la pinza y pusimos más matas de las habituales, así que ya os podéis imaginar la super producción de cherrys que tengo, no damos abasto, tanto que muchísimos se estropean en las plantas. Hormigas y pájaros están encantados, menudos festines de están pegando, pero a mí me da mucha pena ver cómo se desperdician, así que se me ocurrió utilizarlos para hacer salmorejo, un plato que me encanta, que siempre pido cuando lo veo en algún restaurante pero que nunca había hecho, con lo fácil que es, la verdad.

No tenía pan, no suele sobrar casi nunca y como ya se me había metido en la cabeza hacer el salmorejo, no pude esperar y busqué una receta que lo hiciera sin él y dí con ésta, que es la que he adaptado a mi gusto y robot, aunque es prácticamente igual pues es una elaboración que no tiene mucha ciencia. Con el Monsieur Cuisine (MC+) se hace en un momento y sin preparar mucho cacharrerío aunque si lo queréis comer enseguida es imprescindible que los tomates estén muy fríos pues el triturado los calienta y si están a temperatura ambiente, alcanzan los 37º C, lo que no quiere decir que con tomates fríos se pueda consumir enseguida, pues con éstos sí se entibia ligeramente, pero con un rato en el frigo es suficiente para que se refresque.

Me gustó mucho el resultado, tanto que lo he preparado dos veces seguidas y en la segunda tampoco le puse pan. Lo que sí hice en ésta fue enfriar los tomates pues como os cuento, se calienta mucho y tarda bastante rato en enfriarse. El reposo mejora el sabor, al menos para mi gusto, así que si vais a tardar varias horas en consumirlo, os podéis saltar el paso de enfriar los tomates.

He visto recetas de salmorejo en las que se añade azúcar para compensar la acidez del tomate. Yo no lo he hecho pues los tomates cherry negros que he utilizado son muy dulces y compensan con creces la posible acidez de los otros tomates. Pero como siempre digo, que cada cual adapte la receta a su gusto personal, faltaría más.

Me he dado cuenta, según redactaba la receta, que es completamente de aprovechamiento, así que se la ofrezco con mucho gusto a Marisa, para que forme parte de su proyecto 1+/-100, desperdicio 0

enfocado a evitar el desperdicio de alimentos y fomentar el reciclaje en general.

No os olvidéis cocer uno o dos huevos y cortar unas lascas de jamón curado para acompañar el salmorejo, pues un salmorejo sin huevo ni jamón es como un jardín sin flores. Una última cosita: cuando cortéis el jamón, procurad que no haya nadie pululando por la cocina, pues creo que no hay nadie que se resista a robar, furtiva o descaradamente, el jamón que estéis cortando para cocinar. ¿A que sí?

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para unos 750 ml., aproximadamente

500 gr. de tomates cherry

250 gr. de tomates cherry negros

1 diente de ajo pequeño, sin piel ni germen (2 gr.)

1/2 tsp de sal fina

50 ml. de AOVE

huevo cocido y jamón curado, para servir

ELABORACIÓN:

Quitar el rabillo a las dos clases de tomates cherry, si lo tienen, lavar, escurrir y llevar al frigorífico al menos dos horas para que estén lo más fríos posible.

Partir los tomates (fríos) al medio e introducir en la jarra del robot Monsieur Cuisine Plus (MC+). Programar 3 minutos, velocidad 6, sin temperatura.

Bajar los restos con la espátula, añadir el diente de ajo picado en cuatro trozos, la sal y el aceite de oliva virgen extra. Programar 8 minutos, velocidad 10, sin temperatura.

Verter el salmorejo en una jarra limpia y enfriar en el frigorífico. Mantener en la nevera hasta el momento de consumir.

Servir bien frío espolvoreado con huevo cocido picado y con unas lacas de jamón curado.

A comer.

lunes, 24 de julio de 2023

Melocotones rellenos de atún, tomate y pepinillos

Sin darme cuenta ya llevamos un mes de verano, lo que significa, por aquí, la mitad del verano, una estación que este año está siendo más benévola que el año pasado, que fue horrorosa y salvo algunos días en los que sí, ha hecho un calor diurno de tres pares y un calor nocturno fuera de lo normal, está siendo como tiene que ser, ni más ni menos, porque por mucho que diga el hombre del tiempo, aquí no estamos teniendo olas de calor, afortunadamente. Eso no significa que no esté haciendo calor, ya quisiera yo, ni que me apetezca mucho liarme en la cocina. De hecho me estoy limitando a comidas muy sencillas, mucha plancha, mucho horno y muchos platos fríos, recetas casi todas ya publicadas, pues tampoco tengo ganas de experimentos y ni de romperme la cabeza, lo que en la práctica supone que no tengo mucho material para el blog, así que, aunque no tengo idea de cerrar este año, sí publicaré algo menos (el lunes pasado ya hice “pellas”) pero seguiré por aquí, colgando alguna receta y visitando las pocas cocinas que resistáis como jabatas la calorina estival.

Los melocotones rellenos se pusieron de moda hace algunos años. Casi no había sitio de cocina que se preciase que no tuviera su propia versión. Se siguen publicando recetas pero ya no es el furor de antaño, las modas pasan y ésta también. La verdad que es una preparación muy resultona, sobre todo si gusta el contraste dulce/salado, además de tremendamente sencilla y versionable. Y si tenéis peques pululando por la casa a los que ya no sabéis cómo entretener, me parece una receta perfecta para hacer con ellos, salvo la parte en la que hay que usar cuchillo, que esa mejor dejársela a un adulto, pero el resto, que es desmenuzar, mezclar y rellenar, lo pueden hacer perfectamente, aunque no les guste eso de tener que esperar hasta el día siguiente para comer lo que han ayudado a cocinar, pues aunque para un adulto ese lapso de tiempo es un suspiro, para un niño es una eternidad. Ya se sabe, la relatividad de la percepción del tiempo.

Es importante dejar que la farsa repose para que se asienten y mezclen los sabores. Este tipo de rellenos me gusta hacerlos de un día para otro, pero si no se dispone de tanto tiempo, al menos dejadla reposar cuatro horas. Y no rellenéis los melocotones hasta poco antes de servir, pues por mucho que los escurráis y los sequéis, siempre soltarán almíbar.

La cantidad de melocotones que indico es aproximada, pues dependerá del tamaño de los mismos y de la cantidad de relleno que se le ponga. Yo he usado unos pequeños que eran poco más grandes que dos bocados porque los puse como entrante y tampoco los rellené mucho. Tenedlo en cuenta.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

18 mitades de melocotones en almíbar (pequeños)

100 gr. de atún en aceite, peso escurrido

50 gr. de atún en escabeche, peso escurrido

50 gr. de tomates cherry, peso sin pepitas

50 gr. de pepinillos en vinagre, escurridos

120 gr. de queso de untar bajo en grasa (tipo Philadelphia), a temperatura ambiente

30 gr. de mayonesa

ELABORACIÓN:

Desmenuzar con un tenedor las dos clases de atún.

Picar los pepinillos y los tomates cherry en trozos menuditos de tamaño similar y añadir al pescado.

Mezclar el queso y la mayonesa hasta homogeneizar y añadir a lo anterior. Mezclar el conjunto, tapar y reservar en el frigorífico hasta el día siguiente para integrar sabores.

Escurrir los melocotones del almíbar de conservación. Secar ligeramente con papel absorbente de cocina y rellenar al gusto con la farsa de atún.

Servir frescos.

A comer.

lunes, 22 de mayo de 2023

Ensaladilla de salmón ahumado

El tiempo está frío, tanto que he vuelto a poner la calefacción, pero aún así el cuerpo tiene ganas de verano, ropa ligera y platos frescos. Hablando de ropa ligera y ahora que no nos oye nadie, más de una mañana me he quedado helada de frío en el pequeño trayecto que media entre la calle donde dejo el coche y la oficina y es que volvemos a tener 8-10 grados de temperatura a primera hora de la mañana y para ir a cuerpo gentil como voy yo pues como que no, pero es que volver a sacar la chaqueta de invierno tampoco y eso que este año lo de “hasta el 40 de mayo no te quites el sayo” me parece a mí que se va a cumplir a rajatabla, pero estoy en plan rebelde y me niego a abrigarme en las mañanas y a llevar la chaqueta de la mano al medio día, así que seguiré pasando frío hasta que cambie el tiempo, pero eso sí, con cara de “qué temperatura tan buena hay” y más chula que un ocho. Genio y figura...

Pues eso, que igual que he guardado la chaqueta he desterrado los platos de cuchara y he empezado a preparar platos fresquitos como esta ensaladilla de salmón que ya me llevaba un tiempo rondando por la cabeza y que tenía muchas ganas de preparar. No tiene mucho misterio, lo más “complicado” es encontrarle el punto de cocción a la patata, pero que nadie se asuste que es muy facilona. Ojo a la sal, que la patata toma algo de ella al cocer, la mayonesa ya lleva y el salmón no digamos, yo no le he añadido nada, para mi gusto no le hace falta pero en cualquier caso, como cada paladar es distinto, comprobad la sazón justo antes de servir, pues el reposo acentúa el sabor del salmón y por ende el punto de sal de la ensaladilla. Por ese mismo motivo, si se va a preparar con mucha antelación, no añadáis el salmón hasta 30 minutos antes de servir.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

* Todos los pesos en limpio

100 gr. de salmón ahumado

300 gr. de patata

50 gr. de cebolla roja

100 gr. de maíz dulce en conserva (escurrido)

100 gr. de zanahoria

1 tbs de eneldo fresco picado

100 gr. de yogur natural tipo griego sin azúcar

75 gr. de mayonesa

1/8 tsp de pimienta blanca molida

sal

ELABORACIÓN:

Pelar la patata, cortarla en dados de 1-1'5 cm. de lado y cocerla en abundante agua con sal y a fuego suave para que no se rompa, durante 8 minutos. El tiempo puede variar en función de la clase de patata utilizada; comprobar el punto de cocción a los seis minutos y después cada minuto hasta que esté cocida. Debe quedar hecha, firme y entera.

Apartar del fuego, volcar delicadamente en un escurridor ancho y rociar con agua fría para cortar la cocción. Dejar que escurra y se enfríe.

Cortar la cebolla en dados de medio centímetro de lado y sumergirla 10 minutos en agua fría para suavizarla. Escurrir y secar con papel de cocina.

Mezclar en un bol la mayonesa, el yogur y la pimienta blanca.

Rallar la zanahoria cruda con un rallador fino y agregar inmediatamente a la mezcla de mayonesa para que no se ennegrezca.

Picar el salmón ahumado en trozos pequeños.

Disponer en una fuente el salmón, la patata cocida (*), la cebolla, el maíz, el eneldo picado y la mezcla de mayonesa y zanahoria. Mezclar delicadamente, tapar y dejar reposar en el frigorífico durante 30 minutos antes de consumir.

Rectificar de sal (no le he puesto) si procede y servir fresca con unos picos de pan.

(*) Si al momento de montar la ensaladilla la patata aún tuviera mucha humedad, extender sobre papel absorbente de cocina durante 5-10 minutos.

A comer.

lunes, 6 de febrero de 2023

Tortillas de trigo con trucha ahumada, lechuga y huevos de codorniz

A mi querida Concha, del conocido blog De Buena Mesa, le han borrado, sin ningún tipo de explicación, la cuenta de IG. Diez años de trabajo a la basura, así “porque yo lo valgo”. No sé de qué humor estará, yo estaría encendida, despotricando a todas horas en todos los sitios, incluido éste. Pero ella no, ha sabido separar su más que seguro cabreo, de su blog y nos ha seguido regalando su buen humor en sus muy cuidadas entradas. La verdad que no sé qué normas rigen IG, no tengo cuenta, pero supongo que las mismas que FB ya que son del mismo grupo y aunque a priori, éstas me parecen correctas (las he leído enteras), también es cierto que quien se encarga de comprobar que se cumplen no es un grupo humano, sino una serie de algoritmos y ¡ay de ti como la maquinita diga que no las cumples! Ya te puedes romper los cuernos diciéndoles que no es correcto, que por mucho que anuncien que tienen un grupo de personas que se encarga constantemente de revisar las normas comunitarias, no sé, deben tener mucho trabajo y aún no le ha tocado a las muestras de disconformidad que les envío desde hace año y medio, pues mi página de FB, aquélla que abrí con tanta ilusión hace dos años, fue castigada a los pocos meses por supuestos “incumplimientos” y aunque hoy en día no eres nadie si no estás en las RRSS, ganas me dan de eliminarla, pues no me deja enlazar ninguna publicación al blog, ni por supuesto, poner la dirección web del blog. ¡Si hasta me han bloqueado temporalmente la página personal en la que no tengo más actividad que seguir unas pocas páginas! A mayor abundamiento, el sistema que amablemente te proporcionan para revisar tu caso, no funciona. ¡Qué casualidad!

Si al final elimino la página de FB, no pienso abrir una nueva, al contrario de lo que ha hecho Concha, que con esa vitalidad que la caracteriza ya tiene en marcha un nuevo perfil en IG, debuenamesa_ (creo que es así) que seguro pronto llenará de fotografías y vídeos de los deliciosos platos que cocina. Daos una vuelta por su perfil, seguro que os gusta todo lo que veaís. Como espero os gusten estas tortillas de trigo rellenas de trucha ahumada, lechuga, huevos de codorniz y guacamole, fruto del aprovechamiento de un resto de trucha que tenía de las pruebas de platos para el menú de navidad. Sólo tenía 50 gr. y pensaba añadirlos a una ensalada, pero buscando otra cosa en la despensa, me topé con un paquete de tortillas que había comprado en un arranque curioso-consumista y que languidecían en la estantería esperando su ya próxima fecha de caducidad pues no sabía cómo utilizarlas. ¡Eureka! Fue ver el paquete e instantáneamente visualicé la tortilla rellena. No sé si fue porque estaba preparando una ensalada y tenía en la encimera lechuga, apio y unos huevos de codorniz ya cocidos, pero el caso es que en mi cabeza lo puse todo dentro de la tortilla y me pareció deliciosa. Bueno, si he de ser sincera, el guacamole no formaba parte de la receta originalmente imaginada pero una vez que preparé la mise en place encontré que le faltaba algo, así que hice lo que hago muchas veces, abrir el frigorífico o mirar la estantería de la despensa buscando inspiración y como casi siempre, la encontré.

Como no tenia más trucha para repetir la receta, hice las tortillas y las fotografié antes de probarlas, sabía que el resultado no me iba a decepcionar, como así fue. Mi única duda era si había suficiente trucha y suficiente relleno. Pues, sí y sí. La trucha ahumada tiene un sabor muy potente y con 25 gr. por tortilla fue, para nosotros, la cantidad adecuada para que se apreciara sin anular al resto de ingredientes. Quedaron bastante rellenas, al menos para nuestro gusto personal, pero una de las ventajas de estas tortillas es que son muy fácilmente adaptables, así que, ya sabéis, aumentad, reducid, cambiad, pero no dejéis de hacerlas, os encantarán. Para nosotros han sido un auténtico descubrimiento y no sólo nos comimos todo el paquete de tortillas antes de que caducara, sino que acabo de comprar el tercero...

Esta es, creo, una de las recetas nacidas del más puro, rápido e improvisado aprovechamiento y me alegra mucho presentarla al proyecto 1+/-100, desperdicio 0

que Marisa, del blog Thermofan promueve mensualmente para evitar el desperdicio de alimentos y fomentar el reciclaje en general.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Todos los ingredientes a temperatura ambiente

2 tortillas de trigo grandes (18 cm. de diámetro, aproximadamente)

50 gr. de trucha ahumada

50 gr. de lechuga

15 gr. de apio

5 huevos de codorniz

100 gr. de guacamole

sal

ELABORACIÓN:

Llevar a ebullición un cazo con agua y abundante sal. Cuando empiece a hervir, incorporar delicadamente los huevos de codorniz y cocer cuatro minutos desde que el agua recupere el hervor. Para refrescarlos, introducirlos en un cuenco con agua muy fría hasta que estén completamente fríos. Pelar con cuidado y reservar.

Lavar y secar la lechuga y el apio. Cortar en tiras la primera y en trocitos muy pequeños el segundo. Reservar separadamente.

Cortar la trucha a lo largo en tiras estrechas. Reservar.

Tostar ligeramente las tortillas en una sartén seca y extender sobre una tela limpia para que la condensación no las humedezca.

Mezclar el guacamole con el apio y untar cada tortilla con la mitad de la mezcla. Repartir entre ambas la trucha ahumada y a continuación la lechuga. Cortar los huevos por la mitad a lo largo y poner cinco mitades en el centro de cada tortilla. Doblar hacia adentro unos 2-3 cm. del borde de la tortilla más alejado de nosotros, a continuación doblar el lado derecho o el izquierdo hacia el centro y después doblar el lado contrario también hacia el centro montándolo ligeramente sobre el anterior. Por último, fijar con un palillo y servir.

A comer.

domingo, 30 de octubre de 2022

Ensalada de arroz a la hierbabuena

Que levante la mano quien no esté de puente. A ver, a ver... pocas manos veo yo levantadas y es que éste es, creo, uno de los puentes con mayor movimiento del año. Entre los que se van a cumplir la tradición a sus lugares de origen y los que se van de turismo, se vacían unos sitios y se llenan otros. Y si no, ya me lo contaréis los que me leáis a la vuelta del puente. Aunque, a decir verdad, yo no sé de dónde sale la gente: he estado en Granada hace unos días, que no era ni puente, ni vacaciones ni nada y estaba hasta la bandera de gente. Daba igual que fuera sábado que martes, todos los días gente por todos los lados. Mucho extranjero, sí, pero también muchísimo nacional. No sé yo cómo estará la ciudad en verano o mismamente estos días, que seguro que no cabe un alfiler. Ya le preguntaré a unos amigos que están allí pasando el puente, que espero que hayan tenido más suerte que nosotros y hayan conseguido entradas para la Alhambra, que nos vinimos sin verla, imposible conseguir entradas y es que, según las fechas, hay que comprarlas con semanas de antelación, pero como la decisión de irnos de viaje fue muy precipitada, no pude organizarlo como a mí me gusta hacerlo. Aún así disfrutamos de la ciudad, tiene mucho qué ver, muchas calles por donde perderse y mucha animación. Si no la conocéis, ya estáis organizando una visita, para la que voy a daros el consejo que me dieron a mí: si sabéis las fechas en las que váis a ir, comprad primero las entradas de la Alhambra y luego buscad el alojamiento. Ya aviso.

Nos vinimos sin visitarla, lo que me sirve de excusa para volver, porque, aunque ya la habíamos visto hace unos años, creo que es de esos sitios que por muchas veces que vayas, siempre descubres algo nuevo. Lástima que haya siempre tantísima gente, pues eso te priva de disfrutarla pausadamente, de asomarte a todas sus ventanas, de desgastar con la vista todas sus yeserías, de pasear perezosamente por sus jardines, de tratar de imaginar (tarea imposible), cómo era cuando la entregó Boabdil... Tal vez, la única manera de disfrutar de una forma más íntima de la Alhambra, sea con la visita nocturna, aunque no sé yo cómo son ahora esas visitas, cuando yo la hice, eran grupos muy pequeños, creo recordar que con guía, sólo se visitaba una parte reducida de los Palacios Nazaríes y no sólo era nocturna, si no que también en penumbra, pues apenas había iluminación, pero la existente estaba tan bien planteada que te hacía ver el monumento y su ornamentación de una manera completamente distinta a como se ve de día. Eso, unido al silencio, convertían la experiencia en algo, no sé cómo deciros, íntimo y a la vez invasivo, como asomarse por una ventana al interior de una casa y curiosear sin el permiso de sus dueños, casi daban ganas de pedir disculpas por el atrevimiento a los espíritus de sus antiguos moradores. Pero como os decía, no sé si ahora se podrá tener la misma sensación, pues haciendo un rastreo por la página oficial de venta de entradas, he visto disponibilidad para un mismo día de hasta 144 entradas. Como sea todo el mundo a la vez, adiós la magia. Aún así, os recomiendo, si tenéis oportunidad, que hagáis la visita nocturna, es otra forma de ver la Alhambra.

Visitéis o no la Alhambra, disfrutad de Granada, de sus monumentos, de sus calles, de su gastronomía, de su clima, como hicimos nosotros, que además tuvimos muy buen tiempo, bueno, como lo viene haciendo en todo el país durante todo lo que llevamos de otoño, que no terminan las temperaturas de acomodarse a la época del año, por favor, que venga el frío, que quería cocinar unas lentejas y al final cambié el menú e hice ensalada, que está mal que yo lo diga, pero está tremenda, buena culpa de lo cual lo tiene el dulce de los tomates cherry, el saladillo del queso feta y sobre todo, el frescor de la hierbabuena, alma de la ensalada y que la hace diferente, al menos a lo que yo he cocinado hasta ahora. Está mucho más rica reposada, así que, si podéis, hacedla con bastante antelación, eso sí, sin aceite y sin las hierbas, pues si no, el primero se lo beberá el arroz y las segundas se quedarán lacias.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

50 gr. de arroz de grano largo

150 gr. de tomates cherry (he utilizado normales y cebra)

75 gr. de pepino

25 gr. de aceitunas verdes

45 gr. de queso feta

1 rama pequeña de perejil fresco (sólo las hojas)

1 rama bien grande de hierbabuena fresca (sólo las hojas)

AOVE

sal

pimienta blanca molida

ELABORACIÓN:

Hervir el arroz en abundante agua salada hasta que esté hecho, unos 18 minutos o lo que indique el fabricante. Una vez cocido, refrescar con agua fría y dejar escurrir.

Lavar los cherrys y el pepino. Cortar los tomates a la mitad. en cuartos y en rodajas y disponer en una fuente. Pelar el pepino dejando tiras alternas de piel, cortar en rodajas no muy gruesas y luego cada rodaja en ocho triángulos y agregar a los tomates. Añadir las aceitunas cortadas en rodajitas y el queso feta en dados pequeños. Incorporar el arroz, un par de pizcas de pimienta blanca molida y un poco de sal (yo no le pongo), teniendo en cuenta que el arroz y el queso ya llevan. Mezclar con delicadeza, tapar y dejar reposar al menos una hora en lugar fresco.

Justo antes de servir, lavar las hierbas, secar con papel de cocina y picar las hojas. Distribuir la ensalada en los platos, regar con aceite de oliva virgen extra al gusto y espolvorear con las hierbas picadas. Servir inmediatamente.

A comer.

lunes, 3 de octubre de 2022

Barquitas de langostinos, surimi y piña

El veranillo de San Miguel ha hecho honor al refranero y nos está regalando unos días muy cálidos, por no decir calurosos, que 28º C en las horas centrales del día para mí ya es mucho calor, tan cálidos que yo, que ya tenía para guardar toda la ropa de verano, me he visto obligada a tirar de alguna prenda, pues con las de medio tiempo o mid season como se dice ahora, paso un calor que ya creía haber despedido hasta el año próximo. Vamos, que tengo trastocado el armario, que hace dos días puse una mantita fina en la cama porque las noches eran ya algo más que frescas y ahora me sobra y a la hora de planificar las comidas, tres cuartos de lo mismo, que ya estaba pensando en platos de cuchareo y de repente ha habido que cambiar el chip y volver a los platos fríos, que apetecen mucho más que un pote de patatas, no por lo ricas, que se entienda, sino porque un plato tan caliente y con fundamento como diría aquél, pues como que no.

En uno de esos cambios de menú de última hora, me acordé de este plato. Lo preparo de vez en cuando porque lleva ingredientes que siempre tengo en casa, es muy fácil, nada entretenido y está muy rico. A veces lo presento en el plato sin más florituras pero en otras ocasiones lo preparo como hoy os enseño. Está pensado para comerlo con la mano y en un par de bocados, así que os aconsejo utilizar las hojas centrales de los cogollos de lechuga y no cargarlas demasiado, porque si no no aguantarán el peso de los ingredientes con el peligro de convertirse, al primer mordisco, en un desastre de langostinos y surimi.

Conviene preparar el relleno con antelación, así los sabores de unifican e intensifican, sobre todo el sabor a mar de los langostinos y el dulce y ácido a la vez de la piña. No le pongo sal, la que ya aportan el marisco, el surimi y las salsas es más que suficiente, pero probadlo antes, por si acaso para vuestro paladar resultara soso.

No es una receta nueva, ni original, pero siempre gusta.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

180 gr. de langostinos cocidos, peso pelados

120 gr. de surimi

100 gr. de piña en su jugo, escurrida

2 huevos cocidos tamaño L, sin cáscara

95 gr. de salsa cocktail (o rosa)

65 gr. de mayonesa

1/2 tsp de salsa Worcestershire

2 tsp del jugo de conservación de la piña

la punta de un cuchillo de pimienta blanca molida, generosa

cogollos de lechuga

ELABORACIÓN:

Picar los langostinos, la piña y los huevos cocidos en trozos pequeños de tamaño similar. Reservar.

Desenrollar los palitos de surimi y cortas en tiras de 2x0'4 cm., aproximadamente. Reservar.

Disponer en un bol las salsas cocktail, mayonesa y Worcestershire, el jugo de piña y la pimienta blanca. Remover para integrar y agregar langostinos, piña, huevos y surimi. Mezclar el conjunto, tapar y llevar al frigorífico al menos media hora para que tome sabor.

Separar las hojas de los cogollos de lechuga. Lavar y secar con papel de cocina. Disponer en cada hoja una o dos cucharadas de la farsa fría de langostinos, según tamaño y servir inmediatamente.

A comer.

domingo, 15 de mayo de 2022

Bocaditos de ensalada de pavo y manzana

”Estás estresada”, “no, no lo estoy”, “te digo que sí lo estás”, “pues te digo yo que no”... ¿Y al final quién tenía razón? Pues este hombre, que hay qué ver la paciencia que tiene a veces conmigo. Y lo que me conoce, que él lo había notado hacía tiempo y yo viviendo en la inopia, sin ser consciente del estrés que tenía encima. En mi defensa diré que ésta no fue una de esas ocasiones en las que tu tranquila y monótona vida se ve alterada de un momento a otro por la causa que sea, causa que es perfectamente identificable como culpable del estrés. No, fue más bien como la piedrecilla que se desliza ladera abajo por una montaña cubierta de nieve y que va cogiendo volumen y velocidad a medida que avanza: a veces te vas cargando de pequeñas obligaciones que consumen tu tiempo y energía, que separadamente son asumibles pero que todas juntas generan una tensión y angustia con la que no siempre podemos y que no identificamos como estrés, porque se ha ido desarrollando lenta y silenciosamente y nos parecen normales el aumento del insomnio, la aparición de dolores “fantasma”, los comportamientos compulsivos... hasta que algo lo hace estallar o alguien te abre los ojos cuando te dice, casi de un día para otro, “cógete un par de días de vacaciones que este fin de semana nos vamos por ahí”. Y así, sin tener nada preparado, haciendo las reservas hoteleras a las once de la noche del día antes de irnos (más estrés, pero éste con gusto) y la maleta aún más tarde, nos escapamos unos días fuera que me hicieron darme cuenta de que él tenía razón y que yo tenía que parar un poco.

Y paré. Paré de todo lo que pude, incluido este rinconcito. Procrastiné también todo lo que pude (un inciso, el corrector del portátil no entiende estresada ni piedrecilla, pero sí procrastiné, que manda narices lo difícil que es decir la palabrita, pero, o el corrector es muy snob o yo una inculta) y no voy a decir que me he quedado como nueva, pero sí bastante apañada, ahora a ver si aguanto hasta las vacaciones de verano, que yo creo que sí, que tres meses sí tiro. Lo malo es que a algunas cosas me está costando volver, como aquí. He pensado tomarme un descanso, para replantearme algunas cosas, pero me he visto a mí misma como el perro que se persigue la cola y me he dado cuenta de que no es el momento. También se me ha pasado por la cabeza echar el cierre, pero finalmente lo he descartado. Así que volveré a daros guerra y a traeros recetas que no sé si le gustan a alguien, pero a mi sí y por eso os las enseño. Como la de hoy, fácil, rica, crujiente y fresquita, que está muy buena servida en un plato, pero aún más dentro de un bollito y si es un poquito dulce, como un croissant o un brioche, mejor que mejor, a mí es un contraste que me chifla.

No la hagáis con demasiada antelación para que la lechuga no pierda el punto crujiente, aunque otra opción es añadirla poco antes de comer. Tampoco la sirváis muy fría pues su sabor es suave y se aprecia mejor si no está recién sacada del frigorífico.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

120 gr. de fiambre de jamón de pavo, en un trozo

85 gr. de manzana granny smith, pelada y descorazonada

2 huevos tamaño L, cocidos y sin cáscara

50 gr. lechuga iceberg

25 gr. de cebolleta

1 tbs de eneldo fresco picado, sólo las hojas

60 gr. de mayonesa

60 gr. de queso fresco batido (tipo quark) con 0% materia grasa

10 gr. de ketchup

mini bollitos, mini croissants, rebanadas de pan brioche...

ELABORACIÓN:

Cortar el fiambre de pavo en daditos pequeños, como de medio centímetro de lado y disponerlo en un bol. Añadir la manzana cortada en dados de tamaño similar, los huevos cocidos picaditos y la cebolleta cortada menuda.

Lavar la lechuga, escurrir y secar con papel absorbente. Cortar en tiras de 3x1'5 cm., aproximadamente y añadir al bol.

En un cuenco aparte, mezclar la mayonesa, el queso fresco y el ketchup hasta conseguir una salsa de textura homogénea. Agregar el eneldo y mezclar. Verter en el bol y remover el conjunto hasta que los ingredientes queden distribuidos de forma uniforme. Tapar y llevar al frigorífico durante 30 minutos para refrescar e integrar los sabores.

Sacar de la nevera diez minutos antes de servir para que pierda un poco de frío.

Abrir los bollitos al medio, rellenar con ensalada y servir inmediatamente.

A comer.

jueves, 10 de febrero de 2022

Egg salad (ensalada de huevos). Receta de Estados Unidos

Sheldon Cooper mencionaba la ensalada de huevos en uno de sus habituales comentarios políticamente incorrectos de los que se encuentra tachonada la serie The Bing Bang Theory. Hasta que la oí nombrar en dicho capítulo (para l@s curios@s, fue en el titulado “The Egg Salad Equivalency”) era completamente desconocida para mí y sinceramente, despertó mi curiosidad, aunque no fue hasta hace relativamente poco tiempo que me puse a buscar su receta. En esta búsqueda, me enteré que, aparte de ser una receta típica de Estados Unidos, su origen parece encontrarse en la necesidad de utilizar el excedente de los huevos de Pascua (ya sabéis, como en Cuaresma no se podían comer huevos, se almacenaban, normalmente cocidos para que duraran más tiempo y no se consumían hasta que se acababa el tiempo de ayuno y abstinencia). Recetas para aprovechar ese excedente de huevos hay a montones por todos los países de tradición católica, sin salir de casa tenemos la típica mona de Pascua, por ejemplo, pero lo bueno de esta receta de ensalada es su extrema sencillez, que además de prepararse en un momento, permite el uso de bastantes huevos, ya que, según he podido leer, en su versión más sencilla se compone de huevos cocidos, mayonesa, algún elemento ácido y algún elemento crujiente y fresco. Y ya está. Simple y sabrosa.

El elemento ácido suele ser mostaza y zumo de limón. Como esa acidez me parecía excesiva, he sustituido el zumo por ralladura. El elemento crujiente suele ser apio y cebolleta. El primero me gusta, pero con moderación y como había que ponerle bastante, lo he omitido. De la segunda tiene suficiente, ya que hay que tener en cuenta que las cebolletas de este tiempo son más duras y picantes que las de primavera y excederse en su cantidad puede arruinar la ensalada al apoderarse su sabor de toda ella. Para añadir un poco más de crujiente, he utilizado mostaza a la antigua, por las semillas. Por último, la parte fresca, que suele ser eneldo y perejil, en mi versión ha sido éste último. Que conste que he leído un montón de recetas y no habiendo dos iguales, sí he visto que se utilizan todos los ingredientes que yo he usado, así que he cogido de aquí y de allá y éste es el resultado.

¿Lo importante para que una ensalada de huevo tenga éxito? El punto justo de mayonesa y que la ensalada no sea pesada y mazacote; tiene que resultar fluida, del tal manera que al ponerla en un montoncito, el huevo se desplace perezosamente por los costados. Así que según sea de densa la mayonesa utilizada, tal vez haya que corregir la textura de la ensalada añadiendo un poquito de leche.

Está más rica recién hecha o con pocas horas, así que tenedlo en cuenta si la vais a preparar con mucha antelación, pues los sabores ácidos se acentúan mucho y las yemas tienden a espesarla.

Curiosamente es una ensalada que, aunque también se come en plato, normalmente de consume en sandwich, sola entre dos rebanadas gruesas de pan de molde o con algún ingrediente adicional. En casa la hemos cenado en pan de mollete ligeramente tostado, con una base de lechuga y coronada por unos langostinos cocidos. Riquísimo bocata. Lo siento, no hay fotos porque con la luz artificial me quedan fatal. Sólo le veo un inconveniente a esta versión sandwich y es que al morder el pan se sale todo el relleno de huevo, igualito que cuando comes una hamburguesa solo que más pringoso. Bueno, al menos cuando la como yo, que la mitad del relleno acaba en el plato mientras veo cómo a A. sólo se le han caído dos o tres trocitos. Por no hablar que yo me pongo de salsa hasta los codos y él, no sé cómo lo hace, acaba casi impoluto... Con lo repulida que soy comiendo, cáchis. Me parece que el problema está en que aprieto el pan como si no hubiera un mañana y claro, parte del relleno, necesariamente, huye de tal espachurramiento.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

4 huevos tamaño L, a temperatura ambiente

90 gr. de salsa mayonesa

10 gr. de salsa de mostaza a la antigua

25 gr. de cebolleta tierna

1 tbs de hojas de perejil, muy picadas

1/4 tsp de ralladura de piel de limón

1/8 tsp de pimienta negra molida

una pizca de azúcar blanquilla

una pizca de sal fina

ELABORACIÓN:

Poner una olla al fuego con suficiente agua para cubrir los huevos y llevar a ebullición. Cuando rompa el hervor, añadir un puñado de sal gruesa e introducir los huevos con cuidado para que no se rompan. Cocerlos 14 minutos contados desde que el agua vuelva a hervir.

Una vez finalizado el tiempo de cocción, sacar los huevos a un bol con agua muy fría, incluso con hielo, para detener la cocción y facilitar después la eliminación de la cáscara. Dejar enfriar completamente.

Una vez fríos, pelar los huevos. Pasarlos por un chorro de agua para eliminar posibles restos de cáscara, secar con papel de cocina y picar groseramente. Reservar.

Picar la cebolleta menuda y mezclar con la mayonesa, la mostaza, el perejil, la ralladura, la pimienta, el azúcar y la sal. Remover para que se disuelvan sal y azúcar. Añadir los huevos picados, remover, tapar y llevar al frigorífico hasta el momento de consumir.

Degustar fresca.

A comer.

martes, 25 de enero de 2022

Paté picante de mejillones y atún

Paté de mejillones y atún. Receta simple donde las haya, de esas de juntar todo, triturar y listo, pero por muy facilona que sea, si no la has hecho nunca, necesitas una receta o al menos unas directrices que te orienten para hacerla. Y es que a veces no nos acordamos que cuando empezamos a hacer nuestros pinitos en la cocina alguien nos enseñó o ayudó o leímos cómo hacer una receta o la vimos cocinar en la tele, porque nadie nace enseñado ni en ésto ni en nada, distinto es que se tengan habilidades para algo, a veces tan extraordinarias que parece que los conocimientos se han adquirido por ciencia infusa, pero que la sapiencia nos moja como lluvia caída del cielo, pues me vais a permitir que lo dude.

Os cuento ésto porque mi compañero de trabajo R, treintañero muy majete que se acaba de independizar y que nunca había frito un huevo (literal) porque no había tenido la necesidad de hacerlo, quiso hacer el otro día uno en la plancha eléctrica y se encontró con la primera dificultad: cascar el huevo sin hacer un estropicio. El chaval, que tiene en las manos toda la fuerza que a mi me falta, lo cascaba con tanta que hacía migas la cáscara, rompía la yema y ponía la encimera perdidita de restos de huevo. Yo hubiera hecho una llamada telefónica de socorro a mi madre, porque en mis tiempos no había internet, pero él, hijo de la era digital, buscó en el móvil “cómo cascar un huevo” (y no morir en el intento, eso es un añadido mío) y se empapó de vídeos explicativos que según confesó no le sirvieron para nada pues se quedó sin huevos antes de conseguir su objetivo.

Nos reímos mucho al día siguiente cuando nos lo contó en la oficina. La verdad que se lo tomó con mucho humor pues os podéis imaginar las bromas a cuenta de “los huevos de R” que tuvo que soportar esa mañana, pidiéndonos consejo a todos sobre la mejor forma de cascar un huevo y consultándonos sobre si tendría suficiente con seis o necesitaría una docena para practicar y los días sucesivos, comentando los resultados y enseñándonos fotos de sus prácticas hueveriles. Y el orgullo con el que nos mostró en el grupo de whatsapp de la oficina el primer huevo que consiguió cocinar, con una pequeña pérdida de clara ocurrida después de un ligero percance, pero al menos un huevo que se pudo comer, aunque siguiendo con la broma pensó en ponerle nombre y no comérselo, tan mono le quedó. Ahora, cada vez que R abre el explorador del móvil, le asaltan tantos vídeos de “cómo cascar un huevo” que va a poder hacer un doctorado, jajaja...

Y como nadie nace sabiendo, aquí os dejo esta sencilla y muy rica receta de paté picantito de mejillones y atún. No pica mucho, pero tiene su puntito. Si lo preferís dulce, utilizad sólo mejillones en escabeche normal y al contrario, si os gusta lo picante, ponedlos todos picantes e incluso si vuestro nivel de tolerancia al picante es alto, ponedle un poco de Tabasco, estará buenísimo. La textura es cremosa, lo suficiente para mojar unos picos de pan sin que escurra pero lo suficientemente denso como para resultar untable. Si os gusta con más cuerpo, omitid la adición de la salsa de escabeche.

Aunque en la receta no se diga, se entiende que tanto los mejillones como el atún son en conserva.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

68 gr. de mejillones en escabeche picante (peso escurrido)

68 gr. de mejillones en escabeche dulce (peso escurrido)

60 gr. de atún en aceite (peso escurrido)

30 gr. de queso crema (tipo Philadelphia) bajo en grasa, a temperatura ambiente

10 ml. de la salsa de escabeche picante

ELABORACIÓN:

Escurrir los mejillones picantes y reservar la salsa de escabeche. Eliminar los posibles restos de biso y cáscaras e introducir en el vaso de la batidora de brazo.

Escurrir los mejillones dulces y desechar la salsa de escabeche. Eliminar los posibles restos de biso y cáscaras e incorporar al vaso de la batidora de brazo.

Escurrir el atún de su aceite, desechar éste e introducir el atún en el vaso de la batidora de brazo, así como el queso crema.

Batir con una cuchara el escabeche picante reservado, tomar 10 ml. y añadir al vaso de la batidora. Triturar el contenido del vaso con la batidora de brazo hasta conseguir una crema fluida, fina y homogénea.

Verter la crema en un recipiente, tapar y llevar al frigorífico al menos una hora para que tome cuerpo y se asienten los sabores.

Servir fresco con picos o pan tostado.

A comer.

viernes, 15 de octubre de 2021

Paté de hígado de pollo al brandy

Comentaba Marisa hace unos días en su Pisto del revés revisitado (por cierto, me encanta el nombre de la receta) que la berenjena no es nada fotogénica pero sí muy rica y eso mismo pensé yo cuando hice este paté, que bueno está un rato, pero la vista... Seguro que si hubiera pasado por las manos de un estilista de alimentos se vería mucho más bonito y apetecible, pero éste es un rincón modesto en el que se muestra la comida tal como es y con el mismo aspecto que tendrá en las manos de cualquiera que se anime a hacer alguna receta, porque es muy frustrante invertir esfuerzo e ilusión en preparar un plato y comprobar que el resultado final, a la vista, en nada se parece a aquél que mostraba la fuente de la receta. Y vale que ya partimos de la base que las recetas de revistas, libros y sitios de internet profesionales tienen mucho trabajo de estilismo y de edición fotográfica, pero de ahí a que se falseen las fotografías, por no hablar de las recetas que clarísimamente no están cocinadas como se explican, hay mucho trecho. Si ya antes miraba atentamente las fotografías, ahora las escudriño con lupa buscando las posibles “trampas”, más fáciles de ver en ediciones impresas que en formato digital y que van más allá de licencias artísticas, lo que viene a colación de que hace un par de días, destripando la fotografía de un guiso de carne, se veía claramente que las cebollitas y las zanahorias no se habían cocinado con el guiso, si no que se habían cocinado aparte y añadido al plato una vez montado, al igual que las ciruelas pasas, que ni siquiera estaban cocinadas. ¡Pero si la carne no estaba guisada, si no frita y salseada! Señores, eso no es serio, eso es engaño.

En cambio este paté no tiene nada de engañoso. Ese color tan oscuro es el suyo, porque el hígado cuando se cocina se pone muy oscuro y como este paté es casi todo hígado, su color predomina y no queda rosado como otros que se ven por ahí. Pero está bueno, muy bueno en realidad. Aunque está más rico a temperatura ambiente, frío también está muy rico y se unta bien. Su sabor es dulzón pero no demasiado, por lo que le van genial unos pepinillos en vinagre, si os gustan los contrastes.

No sobre cocinéis el hígado, porque se volverá más duro, por eso es importante picarlo en trozos pequeños, para que se haga antes sin correr el riesgo de que se ponga más rígido y así conseguir después un paté de textura fina y cremosa, con cuerpo pero muy untable, que apenas endurece una vez hecho.

Tal vez os llame la atención la leche enriquecida con nata (*). En casa tomamos leche desnatada y para esta receta necesitaba que tuviera algo de grasa para que el paté no resultara demasiado magro, con lo que aquélla no me servía y tampoco quería abrir un brick de nata para tan poca cantidad, así que he utilizado monodosis de nata para café (en realidad es leche con nata, según los ingredientes), esas tarrinitas pequeñas de leche que dan en los aviones cuando te sirven el café (o daban, que hace años que no subo a uno). Creo que tienen la cantidad de grasa perfecta para la textura final del paté. Pero llegado el caso ni no queréis comprarlas, funcionará igual de bien sustituir la leche enriquecida por 15 gr. de leche desnatada y 15 gr. de nata con un 18% de materia grasa.

Para evitar que el paté se oxide en exceso, aconsejo, una vez se enfríe completamente, cubrirlo con una fina capa de mantequilla derretida, aunque si os gustan los patés tanto como a nosotros, no le daréis tiempo a que se oxide.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

300 gr. de hígados de pollo, a temperatura ambiente

100 gr. de cebolla

15 gr. de mantequilla

15 ml. de AOVE

30 ml. de brandy

30 gr. de leche enriquecida con nata (10% de materia grasa) (*)

10 gr. de copos de puré de patata

3 gr. de sal rosa del Himalaya

2 gr. de mezcla de cinco pimientas recién molida

ELABORACIÓN:

Limpiar los hígados de grasas, telas e impurezas. Sumergir en agua fría durante quince minutos, escurrir, lavar, secar con papel de cocina, picar en trozos pequeños y reservar.

Disponer en una sartén la mantequilla y el aceite de oliva virgen extra y llevar al fuego. Añadir la cebolla previamente cortada en brunoise y rehogar a fuego medio-alto y removiendo hasta que se ponga blanda y empiece a dorarse. Agregar entonces los hígados reservados, subir un poco el fuego y rehogar, removiendo, hasta que cambien de color; si empezaran a soltar agua, subir el fuego al máximo para que se consuma, sin dejar de remover. Incorporar la sal, las pimientas molidas y el brandy. Evaporar el alcohol y continuar la cocción hasta que la salsa reduzca y espese.

Bajar un poco el fuego y agregar la leche enriquecida. Remover y cuando recupere el hervor, apagar el fuego, apartar los hígados a un lado de la sartén y espolvorear los copos de puré de patata en la zona que tiene sólo salsa. Tapar y dejar en reposo un minuto. Destapar, remover para terminar de hidratar el puré y pasar el contenido de la sartén al vaso de la batidora de brazo.

Triturar inmediatamente la mezcla con la batidora de brazo hasta conseguir una pasta fina y homogénea, densa y untuosa, rectificando de sal, si procede. Aún caliente, pasar el paté al recipiente elegido, procurando que no queden huecos de aire, alisar la superficie y filmar a piel.

Dejar que el paté se enfríe a temperatura ambiente y después llevar al frigorífico hasta el día siguiente para que se asienten los sabores.

Consumir a temperatura ambiente. A comer.

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Huevos picantitos

¡Qué pereza, madre mía, volver de vacaciones! En realidad volver no, sino reincorporarse a la vida laboral, que en mi caso, este año, ha sido justito al día siguiente de regresar de vacaciones y no lo vuelvo a hacer ni muerta, aunque bueno, si estoy muerta ni vacaciones ni regreso ni ná, que si he estirado la pata como que ya me la refanfinfla todo y hablando de estirarse, que mira que la playa no me gusta “naá”, pero este año como que he estado tan a gusto tumbada en la arena, viendo pasar los minutos perezosamente y con la mente en encefalograma plano, que no me lo puedo creer, según son soy yo, así que he llegado a la conclusión de que me estoy haciendo mayor (¡ilusa, si ya lo eres hace rato!) y que cosas que antes no me gustaban, ahora empiezo a cogerles el gustillo. En cierto modo estos cambios resultan interesantes, pues descubres que sigues evolucionando a pesar de la edad. Si a este paso al final hasta bailo y todo, aunque ahora que lo pienso, eso es del todo imposible pues entre otras cosas no tengo oído musical ni sentido del ritmo y como suele decirse, “tengo una oreja enfrente de la otra”, jajaja...

Y como estoy en “modo pereza”, una receta facilona, sin complicación ninguna, de esas perfectas para quien no sabe o no quiere cocinar o no tiene mucho tiempo o para hacer con niños, que les encanta eso de revolver y ver como sale el churrillo de relleno por la manga pastelera, además si les llamáis a la cocina cuando los huevos ya están cocidos y pelados, es una receta muy rápida cuyo resultado pueden ver enseguida y casi comerlo con la misma inmediatez, pues según la edad del niño, dile tú que tiene que esperar a que se hornee y enfríe el bizcocho o magdalenas que te ha estado ayudando a preparar durante media tarde. Y es que la percepción del tiempo de los peques no tiene nada que ver con la de los adultos o ¿no recordáis cuando el verano era largo y la vuelta al cole quedaba lejísimos y ahora las vacaciones se pasan en un suspiro y antes de darnos cuenta ya hemos vuelto al trabajo?.

El relleno de los huevos pica ligeramente, así que hay margen para hacerlos más picantes añadiendo más salsa sriracha. El pepino no sólo sirve de adorno, sino que su frescura equilibra el calor del relleno. ¿Que no os gusta el pepino? Pues lechuga picada en juliana fina también le iría bien. Con el primero o con la segunda, animaos a hacerlos, están ricos, son diferentes y no tienen complicación ninguna.

Receta adaptada de ésta.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

6 huevos tamaño L, a temperatura ambiente

2 tbs de mayonesa

2 tsp de salsa sriracha

1 tsp de salsa de mostaza a la antigua

3/4 tsp de salsa Worcestershire

1/2 tsp de miel

12 rodajas finas de pepino, pelado o sin pelar, al gusto

* Y además (optativo):

un procesador de alimentos pequeño o el accesorio con cuchillas de la batidora de brazo

ELABORACIÓN:

Poner una olla al fuego con suficiente agua para cubrir los huevos y llevar a ebullición. Cuando rompa el hervor, añadir un puñado de sal gruesa e introducir los huevos con cuidado para que no se rompan. Cocerlos 15 minutos contados desde que el agua vuelva a hervir.

Una vez finalizado el tiempo de cocción, sacar los huevos a un bol con agua muy fría, incluso con hielo, para detener la cocción y facilitar después la eliminación de la cáscara. Dejar enfriar completamente.

Una vez fríos, pelar los huevos. Pasarlos por un chorro de agua para eliminar posibles restos de cáscara, secar con papel de cocina y cortar a lo largo, Disponer claras y yemas por separado.

Disponer en el accesorio con cuchillas de la batidora de brazo o procesador de alimentos, las yemas cocidas, la mayonesa, la sriracha, la mostaza a la antigua, la Worcestershire y la miel y triturar hasta conseguir una pasta fina y homogénea. También se puede hacer a mano en un cuenco con la ayuda de un tenedor. Introducir la pasta en una manga pastelera con o sin boquilla o en una bolsa de plástico apto para alimentos con una de las esquinas inferiores cortada.

Introducir las claras cocidas en un recipiente provisto de tapadera y llevar al frigórifico, así como el relleno, durante 30 minutos.

Colocar las rodajas de pepino en la fuente de servicio y dejar a un lado.

Sacar las claras y el relleno de la nevera. Rellenar las claras e ir colocando medio huevo encima de cada rodaja de pepino, hasta acabar con las doce mitades.

Servir inmediatamente.

A comer.

lunes, 5 de julio de 2021

Tarta de atún, anchoas y feta

Ya sé que con estos calores os da mucha pereza encender el horno, pero como esta tarta está mucho más rica fría, siempre se puede hacer pronto por la mañana o a última hora de la tarde, ya que aguanta muy bien hasta el día siguiente. Además, si mientras la cocináis estáis pensando en la playa o en la piscina, como que el horno no se nota tanto, que sólo con pensar que tenéis la comida o la cena hecha cuando volváis del remojo, ya es otra cosa.

Yo, personalmente, no dejo de hornear en todo el verano, bien es cierto que tal vez lo uso menos, pero lo sigo utilizando, porque además muchas veces no tienes que estar en la cocina mientras se hornea lo que sea que estés haciendo y la mayoría de los platos que se hacen en el horno dan poco trabajo, pues hay una cantidad enorme de recetas en las que pones todos los ingredientes limpios y sazonados, picados o enteros, en la bandeja del horno y hala, “pa” dentro y a otra cosa. Vamos, que da más trabajo (y calor) hacer un kilo de albóndigas, pongamos por caso.

Esta tarta es muy fácil, muy rica y con ingredientes muy habituales en la mayoría de las despensas. La masa es suave y sencilla de hacer, pues apenas hay que manipularla para evitar que se desarrolle el gluten, con lo que no hay amasados ni nada. Tampoco es necesario un molde, vale cualquier recipiente que pueda ir al horno, pudiéndose hacer directamente en la bandeja de éste o sobre un tapete de silicona. He utilizado la base de un molde desmontable porque me resulta más cómodo para calcular la masa sobrante de los lados y porque como ésta es fina y el relleno pesa, de esa forma es más fácil de manipular al introducirla y sacarla del horno. Pero que si estáis en un apartamento playero con poco menaje de cocina, siempre la podéis hacer en un recipiente de aluminio de un sólo uso disponible en múltiples medidas en cualquier bazar.

Bueno, que ya no sé cómo más vendérosla para que la hagáis. ¿Deciros que está tremendamente rica? Si no fuera el caso no os la hubiera traído por aquí. ¿Deciros que mi santo, según la probó dijo “la puedes volver a hacer mañana”? Pues a lo mejor eso os convence más. ¿Que si ya tenéis hecha la salsa de tomate no hay que cocinar nada? Osea, que toda la elaboración previa al horno es en frío. ¿Que está hecha con ingredientes que le gustan a casi todo el mundo? Nota para los odiadores de anchoas: al ir picaditas no se distingue específicamente su sabor, en realidad potencian el conjunto del resto de ingredientes, aportando la sal que pudiera hacerle falta al relleno, pues no lleva ninguna añadida, pues todos los sus ingredientes ya tienen sal, menos la cebolla, por supuesto. Y hablando de la cebolla: al añadirse cruda, queda un poquito crujiente, dando textura a la tarta, que en general resulta blandita y suave. Si después de esta perorata nadie se anima a hacerla, cierro el blog.

Que no se me olvide, la receta está adaptada de aquí. A cada uno, su mérito.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

* Para la masa:

150 gr. de harina de trigo blanca de todo uso

75 ml. de nata con un 18% de materia grasa, a temperatura ambiente

15 ml. de AOVE

sal

* Para el relleno:

110 gr. de atún en aceite, peso escurrido

90 gr. de atún en escabeche, peso escurrido

25 gr. de anchoas en aceite de oliva, peso escurrido

200 gr. de salsa de tomate espesa

15 gr. de cebolla cortada en plumas finas

55 gr. de queso feta, escurrido, cortado en dados pequeños

orégano seco

unas hojas de orégano fresco para decorar (optativo), lavadas y secas

* Y además:

papel de hornear

la base de un molde desmontable de 22 cm. de diámetro

ELABORACIÓN:

* De la masa:

Tamizar la harina en un cuenco, añadir la nata, el aceite de oliva virgen extra y un poco de sal. Revolver los ingredientes con una cuchara hasta que se integren y amasar brevemente para terminar de homogeneizar la masa. El amasado ha de ser corto y rápido para no desarrollar el gluten. Formar una bola, tapar con un paño limpio que no suelte pelusa y dejar descansar en la encimera unos 10 minutos para que el gluten se relaje.

Volcar la masa sobre la superficie de trabajo limpia, seca y sin harina y estirar con el rodillo formando un círculo de unos 26-28 cm. de diámetro. Humedecer la base del molde y cubrir con una hoja de papel de hornear más grande que el círculo de masa. Colocar la masa centrada en la base del molde, encima del papel de hornear, tapar con un paño limpio y llevar al frigorífico 10 minutos.

* Del relleno:

Disponer en un bol los atunes escurridos y desmenuzados, las anchoas escurridas y picadas menudas, la cebolla en plumas y la salsa de tomate. Mezclar.

* Del montaje y horneado:

Precalentar el horno a 180º C, con calor arriba y abajo. Disponer la rejilla en la segunda posición empezando por abajo.

Sacar la masa del frigorífico. Distribuir uniformemente el relleno y doblar los extremos sobrantes de la masa sobre aquél. Introducir en el horno cuando alcance la temperatura requerida, poner el calor sólo por abajo y hornear 20 minutos a 180º C.

Sacar la tarta del horno, subir la rejilla una altura y poner el calor arriba y abajo.

Distribuir el queso por encima de la tarta y devolver al horno. Hornear otros quince minutos. Sacar del horno, espolvorear generosamente por encima con orégano seco y dejar enfriar.

Servir decorada con unas hojitas de orégano fresco (si se usan).

Consumir a temperatura ambiente o ligeramente fría.

A comer.