lunes, 26 de junio de 2023

Hojaldre de champiñones, cebolla y queso azul

Ya han empezado las vacaciones escolares y de aquí a nada lo harán las de los adultos. Las de casi todos los adultos, porque este año a algun@s nos toca trabajar todo el verano. Y no me quejo, que al fin y al cabo ya me fui de vacaciones a primeros de junio y teniendo en cuenta que en casa no tengo aire acondicionado, donde mejor paso el verano es en la oficina y aunque el calor de las tardes no me lo quita nadie, al menos en las mañanas estoy fresquita. A ver, con el corazón en la mano, que preferiría estar de vacaciones aunque pasara calor pero como mi trabajo no cierra, alguien tiene que currar. Si podemos haremos alguna escapada de fin de semana y si no, habrá que esperar a finales de septiembre, cuando ya estén de vuelta todos los compañeros y pueda disfrutar yo el resto de las que me quedan, probablemente en casa, porque como os dije, este año ya nos hemos ido de viaje.

Así que, contadme, dónde tenéis planeado ir de vacaciones o “de veraneo” como dirían mis abuelas. Si es en terreno patrio, a lo mejor me dais alguna idea para mis próximas vacaciones, pues nos lo tenemos casi todo pateado y no se nos ocurre dónde ir. Y si es al extranjero me pondréis los dientes largos porque apenas hemos ido más allá de nuestras fronteras un par de veces y la verdad que ganas sí tenemos, pero el trabajo de mi pareja lo hace un poco complicado. Aún así, contadme, me servirá para distraerme mientras me aso en mi cocina, pues mi horno no descansa en todo el año, ni siquiera en verano, diría más, creo que en verano es cuando más lo uso, ya que la mayoría de las cosas que se hornean no requieren mucho trabajo previo ni estar muy pendiente del horno, de tal manera que una vez se introduce en él el alimento en cuestión, podemos irnos a otra parte de la casa más fresca y dejar que el horno haga todo el trabajo. ¿O no?.

Y como muestra de ello, este hojaldre de champiñones, cebolla y queso azul. Es muy fácil de hacer, apenas lleva elaboración previa más allá de un breve salteado de los champiñones para eliminar parte de su agua y así evitar que humedezcan en exceso la masa. La cebolla va cruda, con lo que aún se mantiene ligeramente crujiente una vez horneado el hojaldre, aportando así textura. La nata aporta humedad y suavidad y el curry aromatiza de forma tal sutil y se integra tan bien con el resto de sabores que apenas se nota su presencia, pero sí se notaría su ausencia. Que no os parezca poco queso azul; podéis aumentar su cantidad pero no os lo aconsejo, se trata de que aporte su sabor en algunos de los bocados, no de que se apodere de todo el hojaldre. No prescindáis del tomillo, le va genial a los champiñones y si podéis, utilizadlo fresco, su sabor en poco se parece al seco, pero ni no tenéis, éste también puede funcionar.

Es un hojaldre muy ligero y muy rico. Os quedaréis con ganas de repetir. Seguro.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

1 lámina de hojaldre refrigerado, de 30x32 cm., aproximadamente

250 gr. de champiñones frescos

85 gr. de cebolla morada

25 gr. de queso azul

50 ml. de nata con un 5% de materia grasa

1/4 tsp (un poco escasa) de curry en polvo

1/8 tsp de pimienta negra molida

1/4 tsp de hojas de tomillo, frescas

AOVE

sal

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

Sacar el hojaldre del frigorífico con diez minutos de antelación para que se atempere y sea más fácil de manejar. Una vez atemperado, sacar de su envase, desenrollar o desdoblar y poner en la bandeja del horno provista de una hoja de papel de hornear o bien utilizar el papel de soporte que suele traer el hojaldre. Pinchar toda la masa con un tenedor, hasta 1'5 cm. de los bordes. Tapar con paño limpio y llevar al frigorífico.

Precalentar el horno a 220º C (428º F) con calor arriba y abajo.

Cortar la cebolla en plumas finas y reservar tapada.

Picar el queso azul en trocitos pequeños. Dejar a un lado.

Limpiar los champiñones con papel de cocina para eliminar los restos de tierra. Una vez limpios, cortar en láminas de 4-5 milímetros.

Poner una pizca de aceite de oliva virgen extra en una sartén amplia, calentar y agregar los champiñones. Sin dejar de remover, dorarlos a fuego muy fuerte durante dos minutos, añadir la pimienta negra y las hojas de tomillo y dorar otro minuto. Apartar del fuego, salar ligeramente y enfriar.

Mezclar en una taza la nata y el curry.

Sacar el hojaldre del frigorífico. Pincelar con la mezcla de nata y curry sin llegar a los bordes, distribuir por encima la cebolla de forma homogénea, esparcir los champiñones enfriados y repartir el queso azul.

Introducir la bandeja en el horno colocándola en la segunda posición empezando por abajo. Hornear a 220º C (428º F) con calor arriba y abajo durante 18 minutos.

Sacar el horno y servir templado.

A comer.

lunes, 19 de junio de 2023

Bizcocho con chocolate blanco y arándanos rojos

Por fin he desempolvado los moldes de repostería o mi pereza para hacer dulces, no sé si ésto es más correcto que lo primero, porque mis moldes están casi todos metiditos en bolsas de plástico y polvo no tienen, pero mi pereza sí lo tiene, aunque sea metafórico y es que llevo mucho tiempo pensando en hacer alguna dulzanga pero no paso del pensamiento a la acción, ya os he comentado (creo) que no estoy nada motivada y como cocinar galgadas es algo, llamémoslo, supérfluo, ni abro el armario de los utensilios de repostería, si tengo ganas de algo dulce lo compro y asunto arreglado. Cocinar para el día a día lo sigo haciendo, porque así como no le hago remilgos a los dulces industriales, sí a muchas de las comidas preparadas y aunque guisar-guisar, lo que se dice guisar, guiso poco (¡vivan la plancha y el horno!), en casa se sigue comiendo lo que sale de mis manitas, nada del otro mundo, por cierto, lo que algunos días me estresa un poco porque hay que darle de comer al blog y no es plan publicar un filete a la plancha, pero al paso que voy o espabilo o hago un paréntesis blogueril por falta de material para publicar.

Como os decía, me decidí por fin a coger la escalera y bajar uno de los moldes (como podéis observar, a mano no están, señal inequívoca de lo poco o nada que los uso) y hacer un sencillo bizcocho de yogur con chocolate blanco, uno de mis bizcochos estrella en la época en que horneaba todas las semanas. Me apetecía ponerle arándanos deshidratados aunque me da mucha rabia que siempre se me vayan al fondo, de nada me sirve enharinarlos, invariablemente acaban en el fondo. Esto tiene dos problemas: que el azúcar que contienen los arándanos se carameliza haciendo que la base del bizcocho se tueste mucho y que queden todos apelotonados en la parte de abajo en vez de armoniosamente repartidos por toda la masa, razones por las que tampoco pongo muchos, porque total, pa qué. Si alguien conoce algún truco para que no se hundan (y que no sea aumentar la cantidad de harina para que una masa más densa impida su hundimiento), que me lo diga, que estoy deseando hacer un bizcocho que resulte con un corte tan bonito como esos que se ven en muchos blogs.

¿Sabe a chocolate blanco? Eso depende mucho de la marca que se use, si tiene un sabor muy suave, simplemente aportará sus matices a vainilla y su característico dulzor, sin más. Así que tenedlo en cuenta. También que resulta imprescindible utilizar papel sulfurizado si no queréis que desmoldar el bizcocho sea tarea imposible, pues irremediablemente el azúcar de los arándanos hará que se pegue al molde. Ya aviso.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

3 huevos tamaño L a temperatura ambiente

150 gr. de azúcar blanquilla

100 gr. de aceite de girasol

1 yogur natural desnatado sin azúcar

165 gr. de harina

16 gr. de impulsor químico

una pizca de sal

100 gr. de chocolate blanco

75 gr. de arándanos rojos deshidratados

*Y además

batidora de brazo o varillas eléctricas o manuales

un molde alargado de 27 cm de largo, 9 cm. de ancho y 8 cm. de largo o 1.700 ml. de capacidad (mínimo)

papel sulfurizado para el molde

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

Humedecer el molde con agua y forrar el interior con papel sulfurizado dejando que sobresalga por todos los lados. Humedecer también éste, una vez colocado, para que resulte más fácil acomodarlo al molde. Reservar.

Precalentar el horno a 200º C, con calor arriba y abajo.

Hidratar los arándanos durante 10 minutos en agua templada. Escurrir, secar con papel de cocina, enharinar con una cucharada de los 165 gramos de la harina del bizcocho y sacudirlos a fin de retirar la sobrante. Reservar los arándanos y juntar la harina sobrante con la preparada para el bizcocho.

Picar groseramente el chocolate blanco y reservar.

Tamizar juntos la harina, el impulsor y la pizca de sal. Dejar de lado.

Cascar los huevos en un cuenco amplio y añadir el azúcar, el aceite y el yogur. Batir con la batidora de brazo hasta que no se noten los granos de azúcar. Añadir en dos veces la mezcla de harina tamizada, batiendo hasta que no queden grumos. Agregar el chocolate picado y la mitad de los arándanos e integrar con una espátula.

Verter la masa en el molde, distribuir por encima el resto de los arándanos y hundirlos muy ligeramente.

Bajar la temperatura del horno a 180º C y poner el calor sólo por abajo, colocar la rejilla en la segunda posición empezando por abajo e introducir el molde en el horno.

Hornear 22 minutos, subir la rejilla una posición y hornear otros 22 minutos. Comprobar el punto de cocción pinchando el centro del bizcocho con una brocheta: debe salir seca. Si no fuera así, prologar la cocción otros dos minutos y volver a comprobar antes de finalizar el horneado.

Sacar el molde del horno y colocar en una rejilla. Desmoldar el bizcocho pasados diez minutos y ponerlo nuevamente en la rejilla. Transcurridos otros 10 minutos, quitar el papel sulfurizado delicadamente y dejar que se enfríe completamente encima de la rejilla,

A comer.

lunes, 12 de junio de 2023

Magro con tomate y calabacín, en olla WMF

He estado unos días fuera y no os hacéis una idea de lo que me está costando volver a la rutina. Cada vez que la rompo me cuesta más retomarla. Supongo que será la edad, que ya las cosas no te motivan tanto como antes y el más de lo mismo sólo te produce sensación de hastío. Introducir cambios en la rutina diaria sólo es una solución temporal pues dichos cambios con el tiempo se tornan rutina y todo vuelve a empezar, es la pescadilla que se muerde la cola.

Al menos esos días me han servido para desconectar, pero para desconectar de verdad, que ni móvil ni internet, dejé el teléfono en casa y avisé a la familia cómo localizarme si había algo urgente, lo que afortunadamente no ha ocurrido y nos fuimos a trotar por ahí, en uno de esos viajes organizados en los que te lo dan todo hecho, no te dejan un momento de respiro, vuelves más cansado de lo que te fuiste y a los que, pese a los inconvenientes que siempre tienen, te apuntarías nuevamente sin dudarlo una vez pasado el cansancio. Eso sí, no me preguntéis dónde he estado porque el viaje ha sido como el de la película Si hoy es martes, ésto es Bélgica, sólo que el programa de la Agencia de Viajes no era muy específico en algunos destinos, de tal manera que se señalaba “zona del valle tal” como toda indicación. Osea, que si alguien me hubiera preguntado alguno de esos días por dónde había estado, mi respuesta hubiera sido “por ahí”, sin poder precisar mucho más, la verdad.

Pero no me quejo, nos ha gustado mucho y no me importaría volver. Quejarme ya me quejaré esta tarde, después de mi primera jornada laboral tras las mini vacaciones, pues no tengo ninguna gana de volver a la rutina del trabajo ni a la de la casa, que estos días no sabía ni qué cocinar y he tirado de congelador, en el que siempre tengo algún plato preparado como este guiso de magro de cerdo que hice antes de irnos, que como era mucha cantidad dio para el día que hice las fotos y para congelar el que hemos comido ahora, más un poco para unas patatas estofadas, un guiso lleno de sabor y con una salsa que es un auténtico pecado, así que preparad un buen pan porque queda con bastante salsa y no tiene perdón dejarla en el plato.

Aconsejo no pelar el calabacín porque al cocinarlo se deshace en el guiso y sólo queda un poco de su carne adherida a la piel. Claro que si en casa os lo protestan, peladlo y ni notarán que lo lleva. No le he puesto sal, considero que la que le aportan las salsas de soja y Worcestershire es suficiente, pero eso ya queda a vuestro criterio y paladar. Eso sí, dejadlo reposar hasta el día siguiente, recién hecho el guiso está rico pero ni comparación con el sabor que tiene pasadas unas horas, casi no parece ni el mismo.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Todos los pesos en limpio

1 kgr. de magro de cerdo

200 gr. de tomates frescos, pelados

225 gr. de calabacín, sin pelar

100 gr. de cebolla

1 hoja grande de laurel

50 ml. de salsa de soja suave

50 ml. de salsa Worcestershire

1/4 tsp de semillas de comino enteras

1 tsp de albahaca seca

2 tbs de espesante instantáneo (marca Maicena)

200 ml. de agua

AOVE

sal (no le he puesto)

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.

Cortar la carne en dados grandes, como de dos bocados, el calabacín y la cebolla en dados de 1'5-2 cm. de lado y el tomate groseramente. Reservar todos los ingredientes por separado.

Machacar ligeramente en el mortero las semillas de comino. Dejar a un lado.

Disponer un fondo de aceite de oliva virgen extra en la olla rápida WMF y llevar al fuego. Cuando el aceite esté bien caliente, dorar la carne por todos sus lados y a fuego alto, sacándola a un plato a medida que se vaya dorando. Hacerlo por tandas para que el aceite no pierda temperatura y agregando más cuando fuera necesario.

Una vez dorada la carne, bajar el fuego a medio, dejar que el aceite pierda un poco de temperatura e incorporar la cebolla. Cocinar a fuego medio y cuando empiece a dorarse, añadir el tomate. Cocinar el conjunto hasta que se consuma el agua del tomate y agregar entonces el calabacín. Rehogar tres minutos y añadir el comino machacado, la albahaca seca, la hoja de laurel, las salsas de soja y Worcestershire y el agua. Remover y devolver la carne a la olla, mezclar, levantar el hervor y colocar la tapa. Cerrarla y cocinar 20 minutos contados desde que la válvula suba completamente.

Transcurrido el tiempo, apartar la olla del fuego y dejar que pierda toda la presión antes de abrirla. Sacar un poco de salsa a una taza, añadir el espesante y disolver. Devolver la olla al fuego y llevar a ebullición, añadir la mezcla de salsa y espesante y hervir a fuego medio durante cinco minutos o hasta que alcance el espesor deseado. Rectificar de sal si procede (no le he puesto) y dejar que repose hasta el día siguiente.

Recalentar a fuego suave y servir bien caliente.

A comer.