miércoles, 30 de junio de 2021

Pollo con cardamomo

Receta sencilla y sabrosa de la que me llamó la atención la fritura del pollo sin aceite añadido. El caso es que esa manera de cocinar el pollo ya la había leído en no recuerdo ahora qué libro de cocina, pero la había olvidado hasta que leí esta receta, que he modificado ligeramente para adaptarla a lo que tenía en la despensa y es que me dio el antojo de hacerla el fin de semana y no iba a coger el coche y desplazarme doce kilómetros para comprar lo que me faltaba. No creo que por eso haya empeorado la receta, pues quedó muy rica, vamos, para repetirla, pues facilona lo es un rato y no queda nada grasienta, que la mayoría de los guisos de pollo al final siempre los desengraso, poco o mucho, porque ver el pollo nadando en grasa me supera, aunque lo malo de eso es que también tiro parte del rico aceite de oliva con el que guiso. Y es que, por mucha grasa que le quites al pollo antes de cocinarlo, salvo que estés usando pechugas, siempre suelta grasa, supongo que como resultado de la alimentación que les dan a los animales.

Animaos a prepararla, que os va a gustar, os lo digo yo.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

900 gr. de cuartos traseros de pollo (unos 3-4, según tamaño)

1/4 tsp de cardamomo molido

250 ml. de zumo de manzana sin azúcares añadidos

50 ml. de zumo de limón

2 tsp de maizena (almidón de maíz)

1 tbs de salsa de soja

1 tsp de miel de brezo

ELABORACIÓN:

Lavar el pollo y secarlo con papel de cocina. Eliminar el exceso de grasa, separar los muslos de los contramuslos, conservando la piel y disponerlos, con la piel hacia abajo, en una cazuela amplia formando una sola capa.

Colocar la cazuela en el fogón y calentar a fuego medio. El pollo desprenderá la grasa y se freirá con ella sin necesidad de añadir aceite. También se pegará a la cazuela, en ese caso, no intentar despegarlo, lo hará solo cuando la piel esté frita. Dar la vuelta en ese momento y dorar por el otro lado.

Una vez dorada la carne, separar un poco de zumo de manzana y disolver en éste la maizena. Añadir el resto del zumo de manzana y el de limón a la cazuela del pollo, agregar también el cardamomo, la miel, la salsa de soja y la maizena desleída. Remover, tapar y cocer a fuego bajo 20-25 minutos, dando la vuelta a las piezas de carne una sola vez. Si tuviera mucha salsa, cocer a fuego fuerte y destapado los últimos minutos hasta que reduzca y espese ligeramente. Servir caliente.

A comer.

viernes, 25 de junio de 2021

Cangrejos de río con especias cajún y ron añejo

Hace unos años, era fácil encontrar en la pescadería cangrejo rojo de río, el llamado americano, vivo. Como se trata de una especie invasora, para evitar su propagación ya no se puede comercializar vivo y sólo se encuentra actualmente cocido, salvo que tengas la suerte de conocer a algún pescador que aún madrugue para ir a pescarlos. Y digo “aún” porque no sé si ha disminuido la afición a su pesca o el número de cangrejos. El caso es que antes era fácil que alguien te los regalara u ofreciera, pero ahora es prácticamente imposible. Lástima, porque me encantan.

A cuenta de todo esto, llevaba mucho tiempo sin comerlos y el otro día no me pude resistir y compré unos pocos en la pescadería. Como ya estaban cocidos, no los hice con tomate y guindilla, porque es el cangrejo vivo el que le da el sabor a la salsa y pensando cómo los cocinaría, se me ocurrió que quedarían bien con una salsa de sabor fuerte en la que cocinarlos brevemente porque como digo, al estar ya cocidos, sólo se consigue al cocinarlos mucho que se sequen y queden estropajosos. Es por eso que conviene hacerlos de un día para otro, para que los bichos cojan algo de sabor y dejarlos enfriar tapados para que se impregnen de los efluvios de la salsa.

Hay veces, que cuando quieres hacer una receta nueva, anda la idea dando vueltas por tu cabeza pero no termina de materializarse. Otras, en cambio, surgen enteras y de corrido como si las hubieras hecho cientos de veces y eso es lo que ocurrió en esta ocasión. Fue preguntarme cómo y responderme de inmediato. Pues “mi dicho con mi hecho” y en un momento cangrejos con especias cajún y ron añejo. Lo más difícil fue esperar al día siguiente para probarlos, pero mereció la pena.

Nunca había cocinado con especias cajún y el sabor nos sorprendió. Al principio, el sabor diferente, aunque bueno, nos resultó extraño pero a medida que los íbamos comiendo, nos fue gustando cada vez más. Y los poquitos que sobraron, los encontramos deliciosos. No sé de qué se compone la mezcla que usé porque la compré en una tienda de esas en las que tienen especias, hierbas y condimentos todo a granel. Me encanta comprar en estas tiendas, creo que me llevaría un poco de todo, pero me da mucha rabia no saber qué llevan las mezclas de especias. Según internet, se compone principalmente de pimentón, pimienta, cebolla, ajo, tomillo, orégano y cayena, además de sal que actúa como antiapelmazante. Es una mezcla sabrosa, ligeramente picante y muy versátil, pues sirve tanto para carnes como para pescados y verduras.

Estuve por llamar a esta receta “cangrejos caribeños” pero me pareció que ese nombre podía confundir, pero es lo que me sugerían las especias y el ron. Hablando de éste, creo que la profundidad de matices y el sabor fuerte y aromático del que he usado, redondea muy bien la receta. No digo que utilicéis exactamente el mismo que yo, pero sí elegid un buen ron añejo. Son caros, pero la diferencia de sabor entre uno añejo o viejo y otro que no lo es, es más que abismal.

Os invito a que cocinéis estos cangrejos, que además están en temporada. Y si tenéis la posibilidad de conseguirlos vivos, seguro que quedan muchísimo más ricos.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

700 gr. de cangrejos de río cocidos

85 gr. de cebolla tierna

1 tbs de mezcla de especias cajún

150 ml. de ron Brugal Extra Viejo

100 ml de agua

4 tsp de maizena (almidón de maíz)

sal

aceite

ELABORACIÓN:

Disponer los cangrejos de río cocidos y a temperatura ambiente en una cazuela amplia. Tapar y reservar.

Pelar la cebolla y cortarla en dados de un centímetro de lado, aproximadamente. Reservar.

Separar un poco del agua en una taza y disolver en ésta la maizena. Reservar.

Disponer un buen fondo de aceite en una sartén, llevar al fuego y freír la cebolla a fuego medio alto, hasta que empiece a dorarse. Añadir entonces la mezcla de especias cajún y rehogar brevemente durante unos diez segundos. Apartar la sartén del fuego y de cualquier objeto inflamable, apagar la campana extractora (si se usa) y añadir el ron a la sartén. Flambear, dejar que la llama se extinga completamente, añadir el agua no usada para disolver la maizena y devolver al fuego. Llevar a ebullición, añadir sal y cocer suavemente la salsa, tapada, durante 10 minutos.

Incorporar a la sartén la maizena disuelta y continuar cociendo hasta que la salsa espese. Rectificar de sal y agregar el contenido de la sartén a la cazuela de los cangrejos, remover delicadamente y poner la cazuela en el fuego. Cocer tapado a fuego medio durante cinco minutos y retirar.

Dejar que la cazuela se enfríe, tapada y en lugar fresco y llevar al frigorífico hasta el día siguiente una vez se haya enfriado por completo.

Sacar la cazuela de la nevera con suficiente antelación para que se ponga a temperatura ambiente. Calentar el guiso a fuego bajo para evitar que los cangrejos se sequen y servir calientes.

A comer.

domingo, 20 de junio de 2021

Crema de cerezas y fresas

Este año ha habido pocas fresas en el mercado, al menos por aquí y han estado caras, por lo que casi no he comprado. Menos mal que aunque la temporada comercial de la fresa esté finalizando, es precisamente ahora cuando empiezan a madurar las fresas de mi huerta, con lo que ganas de ellas no voy a pasar, con permiso de pájaros y hormigas, por supuesto; lo malo es que ya es un poco tarde para traer por aquí recetas con fresas, lo sé. Aún así, todavía se pueden encontrar en la frutería, así que os da tiempo a preparar esta crema, llena de sabor y color.

Es una receta sencilla adaptada de aquí, para la que, sin embargo, hay que tener en cuenta un par de cosillas para que quede rica de verdad, a saber: es necesario que la fruta esté muy madura porque no sólo tendrá mejor sabor, sino que aportará más cantidad de líquido que si no lo estuviera y le dará ese precioso color que veis, que era aún más intenso al natural; del mismo modo, cuanto más madura esté, menos cantidad de azúcar será necesaria para que resulte dulce. Y ya está, tampoco era tan complicado, ¿no?.

Las cantidades de fruta que indico son un poco aproximadas, pues así como las fresas apenas pierden peso al quitarles el pedúnculo, no ocurre lo mismo con las cerezas, que si son como las que he utilizado, pequeñas y con el hueso grande, vienen a tener casi un 50% de merma.

¿La consistencia de la crema? Un poco como una natilla espesa, pero sin su fluidez. Si los conocéis, se parece más a la consistencia de esos postres comerciales con sabor a chocolate tipo yogur. Si os gusta más ligera, reducid la maizena. No aconsejo aumentarla porque perjudicará al sabor.

No os voy a engañar, salen dos raciones pequeñitas, perfectas para matar el ansia de dulce sin pecar demasiado, pero escasas para lo que serían dos raciones normales. Como en mi huerta aún tendré cerezas y fresas durante algunas semanas (otra vez con el permiso de pájaros y hormigas), lo repetiré utilizando algo más de fruta para que salgan dos raciones más grandecitas. Si no se me olvida, actualizaré la entrada.

No la he acompañado con nada para no quitarle protagonismo. Hubiera quedado muy fotogénica con un pegote de nata montada, pero en mi opinión, eso es estropear el postre. También es verdad que la nata montada no me hace mucha gracia, precisamente.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para dos raciones pequeñas:

300-350 gr. de cerezas frescas maduras

150-160 gr. de fresas frescas maduras

45 ml. de licor de avellana

25 gr. de azúcar blanquilla

1/4 tsp de azúcar vainillada

8 gramos de maizena (almidón de maíz)

20 gr. de mantequilla

ELABORACIÓN:

Lavar la fruta y eliminar la humedad con papel de cocina.

Quitar los rabillos de las cerezas y deshuesarlas. Para la receta son necesarios 130 gr. de cerezas limpias y deshuesadas, probablemente sobre alguna cereza.

Quitar el pedúnculo de las fresas y cortarlas en dos o tres trozos, según tamaño. Para la receta son necesarios 130 gr. de fresas limpias, probablemente sobre alguna fresa.

Disponer en un cazo pequeño las cerezas, las fresas y el licor de avellana. Tapar y llevar a ebullición a fuego medio. Dejar hervir suavemente machacando la fruta con un tenedor a medida que se ablanda. Cuando toda la fruta esté cocida y blandita, apartar del fuego.

Pasar la mezcla de fruta por un colador de malla fina, presionando la pulpa para sacar todo el jugo. Se necesitan 130 ml. de zumo.

Apartar 50 ml. del zumo y dejar que se enfríe. Una vez frío, disolver la maizena y reservar.

Disponer en un cazo el resto del zumo y añadir los azúcares. Revolver para que se disuelvan, llevar al fuego e incorporar, removiendo para evitar grumos, la mezcla de zumo y maizena y calentar a fuego medio hasta que la mezcla empiece a hervir y espese ligeramente. Apartar del fuego, añadir la mantequilla troceada y remover hasta que se integre por completo.

Seguir removiendo la mezcla hasta que pierda un poco de temperatura y verter en los recipientes elegidos. Tapar inmediatamente con papel film para evitar que se seque la parte superior de la crema. No filmar a piel pues la crema se quedará pegada al plástico.

Dejar enfriar por completo. Llevar al frigorífico al menos dos horas para que termine de adquirir consistencia.

Servir fresca.

A comer.

martes, 15 de junio de 2021

Conejo de campo con sriracha y menta, en olla WMF

Ordenado el archivo donde tengo las fotos, porque estaba un poco de aquella manera ya que tenía mezcladas sin orden ni concierto fotos para el blog, fotografías de recetas de cocina de revistas de mi madre, de lugares que hemos visitado recientemente, de mis sobrinas y de otras “categorías” un poco inclasificables, encontré las de esta receta. Como cuando le doy un repaso al archivo suelo hacerlo en el modo iconos medianos y las fotos se parecen a tantas que ya he hecho, me habían pasado desapercibidas, pero como en esta ocasión le dediqué un poco más de tiempo (y puse los iconos muy grandes, todo hay que decirlo), me detuve en ellas. Afortunadamente me acordaba de la receta, algo que a veces no me pasa, ya que tengo algunas fotografiadas que no sé con qué plato se corresponden, por esa manía que tengo de no ponerle nombre a las fotos y porque sigo teniendo demasiadas recetas en papel sin pasar al ordenador. Exactamente lo que me ocurrió con ésta, aunque por suerte, la receta había sobrevivido a uno de esos arrebatos que me dan en los que tiro papelotes y apuntajos y en los que ya se ha ido a la basura más de una receta. Después, cuando me doy cuenta, me digo de todo menos bonita...

Ya sé que no estamos en temporada de caza, pero si sois esposa/pareja/novia/madre/hija/tía/sobrina/cuñada/amiga/vecina de algún cazador generoso, es probable que aún os quede algún conejo en el congelador. Sí, por ahí veo una mano levantada... Pues ale, descongeladlo y preparad esta receta, que está bien buena. También se puede preparar con conejo de granja, por supuesto, que además, como ya sabéis y según dicen las autoridades en la materia, es una carne muy sana y sin grasas. ¿Que no sabéis como guisarla? Pues en el blog tenéis varias recetas que podéis cocinar igualmente con conejos comprados en la carnicería, elegid cualquiera que salen todas ricas.

La salsa sriracha es una salsa picante de chile rojo de origen asiático, espesa como una buena salsa de tomate y que aunque en crudo pica bastante (bueno, según la percepción de cada uno, claro), al cocinarla se rebaja su intensidad. De hecho, según las anotaciones que hice en mi receta, picaba poco y tengo apuntado “para la próxima, poner más sriracha”. Como no he vuelto a cocinarla, no sé el resultado con más salsa, pero seguro que está aún más rica.

Puede que alguien se esté preguntando por la menta. Su función es proporcionar frescor, equilibrando de este modo el picante de la salsa. Volviendo a mis anotaciones, su sabor no se percibe, así que utilizadla sin miedo. También tengo apuntado “añadir más menta, en proporción a la sriracha”. Y es que después de hacer una receta nueva, siempre apunto mis impresiones, lo que falló, lo que se puede mejorar, lo que sobra o si es el caso, si la misma resultó perfecta tal y como la hice. Vuelvo a ver más manos levantadas...

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

1 conejo de campo

* Para la marinada:

1/2 tsp de salsa sriracha

6 ml. de salsa de soja

1/4 tsp de comino en grano

5 ml. de vino blanco seco

*Para guisar el conejo:

135 gr. de cebolla

100 gr. de calabacín

10 gr. de ajo

1/2 tsp de salsa sriracha

1 pastilla de caldo concentrado de verduras

1/2 tsp de menta seca

100 ml. de vino blanco seco

50 ml. de agua

AOVE

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.

Lavar minuciosamente el conejo, escurrir bien, secar con papel de cocina, trocear y reservar.

Machacar ligeramente en el mortero las semillas de comino. Añadir el resto de ingredientes de la marinada, mezclar y verter sobre el conejo troceado. Remover para que todas las piezas se impregnen de la marinada, tapar y dejar una hora en sitio fresco, removiendo al menos una vez durante ese tiempo.

Eliminar las raíces y capa exterior de la cebolla. Cortar en plumas y reservar.

Lavar y secar el calabacín, secar, despuntar, pelar si se desea (yo no lo hago) y cortar en dados de un centímetro de lado. Reservar.

Poner un buen fondo de aceite de oliva virgen extra en una sartén amplia y llevar a fuego medio alto. Cuando adquiera temperatura, añadir la cebolla y cocinar removiendo de vez en cuando hasta que empiece a ablandarse. Incorporar el calabacín, mezclar y seguir cocinando hasta que el calabacín empiece a ablandarse, removiendo con delicadeza para no romperlo. Sacar a un plato escurriendo el aceite y reservar.

Sacar los trozos de conejo de la marinada y desechar la sobrante. Freír la carne a fuego alto y hasta que se dore, en el aceite de freír la cebolla, añadiendo más aceite se fuera necesario, sacando los trozos a medida que se hagan e introduciéndolos en la olla rápida.

Incorporar a la olla la cebolla y el calabacín reservados, junto con el aceite que hayan soltado.

Añadir a la sartén el vino blanco y la pastilla de caldo desmenuzada. Levantar el hervor, desglasar los jugos y apagar el fuego. Agregar el agua y la salsa sriracha, remover y verter sobre el conejo. Por último, añadir a la olla los ajos prensados, pelados y sin germen y la menta seca.

Colocar la olla rápida en el fuego y levantar el hervor. Poner la tapadera, cerrarla y cocer 25 minutos contados desde que suba la válvula del todo. Apagar el fuego y dejar que la olla pierda toda la presión antes de abrirla.

Abrir la olla WMF y si tuviera mucha salsa, sacar una parte a un cazo y reducirla a fuego fuerte, si se desea. Devolverla a la olla y remover para homogeneizar la salsa.

Dejar reposar cinco minutos para que se asiente el guiso y servir.

A comer.

jueves, 10 de junio de 2021

Solomillo de pavo con almendras

De sobra es sabido que las averías nunca vienen solas. ¿Que se estropea la lavadora?, pues al lavavajillas le da envidia y también se avería y claro, el secador de pelo no iba a ser menos y gracias que la tostadora anda despistada, que si no, también se apunta al carro... En esta ocasión ha sido el coche. La semana pasada lo sacaba del taller previo abono de una factura de 400 € (todavía me da un perrenque cada vez que lo pienso) y ayer en la tarde me llama A diciéndome que el otro coche lo ha dejado tirado a casi 40 km. de casa y que lo vaya a buscar. Pues esta avería va a ser más gorda, así que la factura del otro coche me va a parecer peccata minuta cuando nos pasen la de éste. El chaval del taller me va a hacer la ola cada vez que aparezca por allí, pues está esperando que le llegue una pieza para otro vehículo que nos tiene que reparar. En mi próxima vida voy a estudiar mecánica del automóvil (o reparación de pequeño electrodoméstico, fontanería o algo similar, nada de Filosofía y Letras, por ejemplo, que con eso no se hace dinero) porque como sigamos así, veo que cuando me llegue la próxima nómina, le voy a dar el sobre al mecánico sin abrirlo.

En fin, que mientras me pienso si busco en la sección de “Anuncios Clasificados” del periódico un segundo empleo o pongo un puesto en la carretera y me dedico a vender el excedente de mi huerta, aquí os dejo un rico solomillo de pavo que he versionado a mi manera de Atrapada en mi cocina, un blog del que hago muchas recetas en casa, algunas tantas veces que las pobres ya no se parecen en nada a la original. Por cierto, última vez que me pongo a hacer fotografías justo antes de comer, pues tener al comensal presionando con la frasecita “anda, deja eso y vamos a comer” (¿y digo yo, cuándo voy a hacer las fotos, cuando te lo hayas comido?) no es nada bueno para la cuestión artística, que el final tiras media docena de fotos de cualquier manera y claro, el resultado deja mucho que desear. Pero el solomillo de pavo estaba rico, de verdad.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

1 solomillo de pavo de unos 345 gr.

50 gr. de cebolla

50 gr. de cebolleta

2 dientes de ajo medianos

20 gr. de almendras repeladas

100 ml. de vino blanco verdejo de Rueda (D.O.)

mezcla de 5 pimientas

sal

30 ml. de AOVE

agua

ELABORACIÓN:

Precalentar el horno a 200º C, con calor arriba y abajo.

Lavar el solomillo de pavo y secar con papel de cocina. Eliminar grasas e impurezas y reservar tapado a temperatura ambiente.

Eliminar la capa exterior y raíces de la cebolla y de la cebolleta. Cortar la primera en plumas finas y la segunda en aros de 1'5-2 cm. de ancho. Reservar.

Pelar los dientes de ajo, eliminar el germen si lo tuvieren, partir a la mitad a lo largo y reservar.

Poner el aceite de oliva virgen extra en una sartén pequeña y llevar al fuego. Agregar las almendras cuando esté caliente y freír cuidando que no se quemen. Sacarlas, escurriendo el aceite y reservar.

Freír en el aceite sobrante de la sartén y a fuego medio-alto, la cebolla, la cebolleta y los ajos, hasta que la cebolla y la cebolleta empiecen a dorarse. Sacar a un plato el contenido de la sartén, escurriendo el aceite.

Formar una cama con la cebolla, la cebolleta y los ajos, en una fuente apta para horno. Poner encima las almendras fritas picadas groseramente.

Embadurnar por todos lados el solomillo de pavo con el aceite de la sartén. Sazonar generosamente con sal y la mezcla de cinco pimientas recién molida y disponer en la fuente de horno, encima de la cama preparada. Verter el verdejo alrededor de la carne e introducir la fuente en el horno, colocando la rejilla a media altura.

Hornear 20 minutos a 200º C con calor arriba y abajo, vigilando que no se quede sin líquido y añadiendo un poco de agua si fuera necesario. Dar la vuelta a la carne, añadir un poco más de agua si hiciera falta y hornear otros 15 minutos a 200º C, calor arriba y abajo.

Conectar el grill, subir la rejilla una posición y hornear otros cinco minutos para que tome un poco de color.

Sacar el horno. Dejar reposar cinco minutos y servir con las verduras, las almendras y la salsa de la fuente. Acompañar, si se desea, con un poco de ensalada.

A comer.

sábado, 5 de junio de 2021

Albóndigas especiadas de lechazo con berenjenas

Estaba esta tarde buscando en internet un destino cercano para una escapada de fin de semana. Ya tenía preseleccionados tres o cuatro sitios desde hace más de un mes para cuando se levantaran las restricciones a los desplazamientos y cómo se nota que ya podemos movernos entre comunidades autónomas, pues los precios de los alojamientos, según qué sitios, han sufrido una notable subida. Era de esperar, la verdad, que en cuanto nos abrieran las puertas hubiera un poco de estampida y eso que no estamos en pleno periodo vacacional, que me gustaría ver a mí cómo van a estar la mayoría de las localidades turísticas este verano. Porque hay ganas de viajar, con sus restricciones y medidas de seguridad, lógicamente, pero creo que todos necesitamos un cambio de aires, aunque sea por poquitos días. Nosotros no viajábamos desde julio de 2019, pues en el verano de 2020, cuando se hizo obligatorio el uso de la mascarilla, se redujeron aforos y horarios en hostelería y volvieron a implementarse otras medidas de seguridad que habían desaparecido o suavizado con la ya tan famosa “nueva normalidad”, no tuvimos muy claro que viajar fuera a resultar cómodo o seguro y decidimos quedarnos en casa.

Ahora, en la distancia, pienso que si llegamos a saber que el “encierro” iba a durar tantos meses, habríamos hecho una escapada, aunque si he de ser sincera conmigo misma, en Castilla y León se ha podido viajar entre provincias desde mediados de febrero y no hemos salido hasta finales de abril, cuando nos ha parecido que ya era seguro viajar, aunque incómodo, pues el interior de la hostelería seguía cerrado en muchas localidades y ésta no es tierra de temperaturas que permitan comer cómodamente en terraza hasta bien entrado mayo (o junio, según años). A eso hay que sumarle que debido a las restricciones y a la caída del turismo, muchos establecimientos hosteleros y muchísimos monumentos continúan cerrados. Aunque no todo iban a ser desventajas, ya que a cuenta de ésto mismo y habiendo tan poca gente, es una gozada visitar lugares y monumentos y si hablamos de las visitas guiadas, ganan muchos puntos con grupos tan reducidos como ahora se hacen.

En lo que sigo dándole vueltas a dónde vamos, os dejo aquí unas ricas y levemente especiadas albóndigas de lechazo. Al ser la carne de lechazo muy magra, sobre todo si se utiliza pierna como hice yo, como no llevan ni leche ni huevos, para que resulten jugosas hay mezclarla con carne de cerdo o tocino o bien, acompañarlas con gran cantidad de berenjena, que al absorber mucha salsa, compensa la textura de las albóndigas. La berenjena queda muy blandita, así que si os gusta con un poco más de cuerpo, añadidla a mitad de cocción.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

* Para 17 albóndigas (según tamaño)

700 gr. de carne de lechazo picada

250 gr. de berenjena

100 gr. de cebolleta

1 tbs de mezcla de especias Ras El Hanout

2 ramas grandes de perejil fresco

harina

sal fina

AOVE

200 ml. de agua

ELABORACIÓN:

Lavar y secar las ramas de perejil. Reservar una y picar menudas las hojas de la otra.

Si no lo han hecho en la carnicería, picar con una picadora la carne de lechazo (pierna o paletilla), libre de huesos, grasas e impurezas. Para picar la carne, utilizar la placa de la picadora con los agujeros más grandes.

Disponer la carne picada en una fuente amplia. Añadir el perejil picado, el Ras El Hanout y cinco gramos de sal fina. Remover a conciencia para que los ingredientes queden bien distribuidos, aplastar para eliminar bolsas de aire, tapar a piel con papel film y llevar al frigorífico al menos treinta minutos para que la carne coja cuerpo y sabor. El proceso de remover los ingredientes obtiene mejores resultados si se hace con las manos.

Lavar y despuntar la berenjena. Cortar en rodajas de un centímetro de grosor, espolvorear con sal fina y dejar que sude durante 20 minutos.

Eliminar las raíces y capa exterior de la cebolleta. Cortar en rodajas de un centímetro y reservar.

Disponer un buen fondo de aceite de oliva virgen extra en una sartén honda de tamaño medio y llevar al fuego.

Eliminar el film de la fuente de la carne y formar las albóndigas con las manos o con la ayuda de dos cucharas. Pasarlas por harina, sacudirlas para eliminar el exceso y freírlas por tandas hasta que se doren. Pasarlas a una cazuela grande de paredes bajas a medida que estén fritas.

Lavar las rodajas de berenjena para eliminar la sal y distribuirlas entre las albóndigas. Añadir la cebolleta, el agua, un chorreón del aceite de freír las albóndigas y sal al gusto. Tapar y llevar a ebullición. Cocer a fuego muy suave durante 20 minutos, añadiendo más agua si fuera necesario.

Rectificar de sal si procede y dejar reposar cinco minutos.

Disponer una cama de berenjena y cebolleta en los platos. Colocar encima las albóndigas, salsear, espolvorear con las hojas groseramente picadas de la rama de perejil reservada y servir.

A comer.

martes, 1 de junio de 2021

Crema fría de espárragos verdes y calabacín, en robot Monsieur Cuisine Plus (MC+)

Aunque hoy en día los espárragos verdes frescos se encuentran en el mercado todo el año, su temporada ya está finalizando, al menos en esta zona y no quería que se acabara sin traer alguna receta al blog, así que aquí estoy con esta sencillita y suave crema ideal para consumir fría o a temperatura ambiente. Para los poco amantes de los espárragos, decir que su sabor es muy sutil y seguramente en el caso de utilizar espárragos de invernadero, casi ni se apreciará, al ser más suaves. Como los espárragos se van a triturar, es una receta ideal para aprovechar los tallos más duros, reservando las puntas, mucho más tiernas, para cocinarlas al vapor, que es, en mi opinión, como más ricos están los espárragos, tanto verdes como blancos.

Para hacer esta crema, he utilizado los tallos de un montón de espárragos de distintos grosores, mayormente finos, que recogí en la huerta y que debido a que las temperaturas, sobre todo las nocturnas, no han acompañado, han tardado más días de los deseables en crecer, en perjuicio de su ternura, pues el espárrago, para que sea fino y tierno, además de otras condiciones, necesita temperaturas cálidas de día y no demasiado frías de noche. Algo que este año no ha podido ser, con lo que apenas hemos podido disfrutar de los espléndidos espárragos que se cultivan por estos lares. En fin, habrá que esperar al año que viene para disfrutarlos hasta hartarse.

También utilicé para la crema el agua de cocer las puntas de los espárragos, pero se puede sustituir perfectamente por caldo de verduras o en su defecto, agua, aunque con caldo queda más sabrosa.

Al tratarse de una receta de aprovechamiento, es mi aportación del mes de junio al proyecto de Marisa, 1+/-100, desperdicio 0

que promueve la reducción del desperdicio en la cocina y el aprovechamiento de las sobras y la reutilización y reciclaje en general.

Después de una ausencia obligada, espero volver a retomar el ritmo habitual de publicaciones. La verdad que he pasado unas semanas complicadas, con mucho estrés y sin tiempo para nada, tanto que no he podido cocinar nada para el blog y aunque lógicamente no hemos dejado de comer, también es cierto que he entrado en la cocina lo mínimo y no os voy a decir que nos hemos alimentado sólo de ensaladas y filetes, pero casi.

Lo peor del parón, es que ahora no estoy nada inspirada y reconozco que me ha costado muchísimo trabajo volver, pues de hecho hace ya una semana que podía haberlo hecho, pero he acabado tan super saturada de ordenador, que sólo me he acercado a él para trabajar y eso porque no me queda más remedio.

Bueno, ya vale de quejarse, que así no se llega a ningún sitio. A ponerse las pilas y a espabilar. Y como si fuera un grito de guerra...

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

* Todos los pesos en limpio

165 gr. de tallos pelados de espárragos verdes (reservar las puntas para otra preparación)

250 gr. de calabacín, preferiblemente verde claro

50 gr. de cebolleta, con un poco del tallo verde

50 gr. de puerro, sólo la parte blanca

320 ml. de caldo de verduras o agua

20 ml. de aceite

sal

queso Grana Padano DOP, rallado

almendras tostadas

flores de aciano comestibles (opcional)

ELABORACIÓN:

Lavar y escurrir todas las verduras.

Coger cada espárrago por ambos extremos y doblarlo, sin forzar, formando un arco y hasta que chasque: lo hará por la parte que ya empieza a ser tierna. Reservar la parte de las yemas para otra preparación. Cortar y deshechar un trocito del extremo inferior de los tallos por si tuvieran algún resto incrustado de tierra, pelarlos, si fueran duros, trocear con las manos y reservar.

Eliminar las raíces y hoja exterior, tanto de la cebolleta como del puerro. Picar groseramente ambos ingredientes y reservar.

Despuntar el calabacín, cortarlo a lo largo en cuatro trozos y laminar cada trozo. En caso de utilizar la variedad verde clara, no es necesario pelarlo. Reservar.

Introducir los espárragos en vaso del MC+, colocar la tapadera y con el orificio tapado, pulsar la tecla turbo durante tres segundos. Abrir el vaso, bajar los restos, incorporar la cebolleta y el puerro, tapar de nuevo y volver a pulsar la tecla turbo otros tres segundos.

Abrir nuevamente el vaso, bajar los restos con la espátula y añadir el aceite y un poco de sal. Colocar la tapadera y con el orificio tapado, programar 10 minutos, 120º C, tecla rehogar.

Cuando pare el MC+, incorporar al vaso el calabacín, colocar la tapadera y programar 10 minutos, 90º C, velocidad 1, marcha atrás.

Añadir 250 ml. del caldo o agua y programar otros 10 minutos, 90º C y velocidad 1.

Triturar 30 segundos, velocidad 10 y sin temperatura o hasta conseguir una crema fina y homogénea, añadiendo el resto del caldo o parte de él según la densidad deseada. Rectificar de sal, volcar la crema en un recipiente y dejar que se enfríe. Una vez fría, tapar y llevar al frigorífico hasta el momento de consumir.

Servir fresquita, espolvoreada con abundante queso Grana Padano y almendras tostadas picadas groseramente y unas flores de aciano (si se usan).

A comer.