miércoles, 20 de abril de 2022

Morcillo de ternera con limón y enebro, en olla WMF

”¿Quién me ha robado el mes de abril?” cantaba Sabina allá por el lejano año de 1988, casi en otra vida pues ya sólo tengo en común con aquélla jovencita que fui el nombre. Emulando al cantautor, yo pregunto ¿quién me ha robado la primavera?, porque, uf, qué frío, que me ha tocado volver a encender la calefacción y de ir quitando el edredón, naranjas de la China (¿se sigue utilizando ésta expresión?). Andaba ya pensando en preparar alguna ensalada de lentejas y al final he sacado el perol para hacerlas guisaditas, calentitas y reconfortantes... Me las prometía muy felices pensando en los primeros espárragos que ya se empiezan a recoger en Fuentesaúco, tan ricos, comprados directamente en la cooperativa, muchas veces recién traídos del campo y sin lavar, pura delicia. Pues tampoco, porque con este tiempo y el que se avecina casi no saldrán y serán más ásperos, pues al espárrago le pasa como a las setas, cuanto más calor hace más deprisa crecen y mejor calidad alcanzan. De los frutales ya ni hablamos, pues las poquísimas flores que se habían salvado de las heladas de primeros de mes no resistirán las temperaturas de esta semana. En fin, que ya hacía tiempo que no me quejaba y hoy toca, es lo que hay.

Así que vuelta a los guisotes, que no es que deje de hacerlos todo el año, porque me vienen muy bien para dejar la comida hecha para el día siguiente y además para hacer cantidad y congelar, pues económicamente es más rentable guisar dos kilos de carne de una sola vez que de dos y más ahora con el precio que tiene la luz, sobre todo por las tardes que es cuando cocino, pero en esta época hago menos. Y como estos días de fiesta no he salido, me los he pasado metida en la cocina, que es donde más me divierto, la verdad, aunque mis pobres rodillas se quejen de tantas horas de pinote, pero como me gusta cocinar no noto el cansancio hasta que acabo y me siento, entonces ya es otro cantar, pero ya se sabe, sarna con gusto...

De estos días guisanderos ha nacido este guiso, fresco y diferente, muy rico, del que en casa no nos hemos puesto de acuerdo sobre a qué nos recuerda su sabor, no os lo voy a decir por no hacer un spoiler, pues de verdad que es de esos platos que hay que probar pues sorprende. Y si ya os ponéis a debatir en la mesa sobre el tema, tenéis conversación para rato, al menos es lo que pasó en mi casa. Así que lo hacéis y me contáis.

Antes de dejaros con la receta, si no conocéis la canción de Joaquín Sabina o no recordáis la letra, aquí tenéis una de las muchas páginas en la que figura el texto, tan triste como hermoso.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

850 gr. de morcillo de ternera, en cubos de 5 cm., aprox.

150 gr. de cebolla, cortada en plumas anchas

1/2 limón grande, zumo y ralladura

20 gr. de AOVE

20 gr. de mantequilla con sal

10 bayas de enebro, golpeadas

1 tsp de mejorana seca

30 gr. de salsa de tomate casera espesa

80 ml. de ron blanco Bacardí

40 ml. de agua

1 tbs de espesante, marca Maizena

1/4 tsp de pimienta negra molida

sal

azúcar (opcional)

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.

Disponer en un recipiente los dados de carne y la cebolla, agregar la pimienta negra, sazonar con sal al gusto y mezclar bien.

Llevar al fuego una sartén grande con 10 gr. de aceite de oliva virgen extra y 10 gr. de mantequilla con sal. Cuando las grasas estén bien calientes, agregar la mitad de la mezcla de carne y cebolla y freír a fuego fuerte hasta que tanto la cebolla como la carne se doren bien por todos lados, removiendo con frecuencia para que la cebolla no se queme. Verter el contenido de la sartén en la olla rápida WMF, añadir a la sartén el resto del aceite y de la mantequilla y proceder del mismo modo con la otra mitad de la mezcla de carne y cebolla.

Incorporar el ron a la olla rápida y llevar a ebullición. Evaporar el alcohol durante un minuto e incorporar el agua, el zumo de limón y la ralladura, el enebro, la mejorana y la salsa de tomate. Remover, levantar el hervor, colocar la tapadera y cocer a fuego suave 20 minutos desde que suba la válvula por completo. Apagar el fuego y dejar que pierda toda la presión antes de abrirla.

Abrir la olla y colocarla nuevamente en el fuego. Incorporar el espesante y llevar a ebullición hasta que la salsa espese ligeramente. Añadir azúcar para rectificar la acidez del limón (el mío era muy ácido y necesité poner dos pizcas de azúcar) y sal, si hiciera falta.

A comer.

viernes, 15 de abril de 2022

Sal de jamón, en microondas y en horno eléctrico

Tal vez llamar a ésto “receta” sea un poco pretencioso, porque tiene el mecanismo de un colador, como suele decirse, pero no por eso deja de ser una elaboración muy resultona para dar color y sabor a algunos platos. Además es una buena opción para utilizar los recortes del jamón o alguno loncheado que no haya salido bueno, claro está que cuanto mejor sea el jamón, mejor será la sal que se obtenga.

El jamón ya asado puede cortarse a cuchillo pero para ahorrar trabajo he utilizado el accesorio picador de la batidora de brazo. El inconveniente es que no deja todos los trozos picados uniformemente, pero siempre se le puede dar un repaso con el cuchillo.

Os doy dos opciones, horneado en horno eléctrico y en microondas. ¿Cual prefiero yo? Pues aunque el jamón no queda igual según el método utilizado, una vez picado yo, personalmente, no noto diferencia entre uno y otro (en la foto, a la izquierda el preparado en microondas, a la derecha, en horno eléctrico), así que me decanto por la utilización del microondas, por rapidez y economía, aunque si hacéis como yo, que aproveché que estaba horneado otra cosa y me cabía una bandeja al lado del asado, el horno eléctrico no es mala opción, pero encender el horno sólo para el jamón, no lo veo, salvo que se vaya a preparar mucha cantidad y no sé si eso es muy práctico en una cocina doméstica.

No puedo deciros cuánto se conserva, normalmente preparo poquita cantidad y lo gasto enseguida. ¿Y en qué? Probad con unos huevos fritos, un pescado blanco a la plancha o una crema de verduras, siempre sustituyendo a la sal o reduciendo ésta y me contáis. Seguro que os gusta.

Como he hecho parte de la sal de jamón en el microondas, me alegra mucho presentar esta receta al proyecto En Buena Onda

que Elisa, de Que no te falte un perejil y Marisa, de Thermofan promueven mensualmente para animarnos a utilizar más el microondas.

La cosa va doble, pues al aprovechar que ya tenía el horno eléctrico funcionando para hornear también otro poco de jamón, creo que merece estar en el proyecto 1+/-100, desperdicio 0 que gestiona Marisa desde su blog Thermofan y que promueve la reducción del desperdicio de alimentos y el reciclaje y reutilización en general.

No os entretengo más, que son días de procesiones o vacaciones, no de estar pegados a la pantalla de un ordenador.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

recortes de jamón curado, cortados finos, sin tocino (he utilizado jamón de cebo de campo ibérico)

*Y además:

papel de cocina y papel sulfurizado

2 bandejas metálicas aptas para horno

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos de horneado, tanto en horno microondas como eléctrico, son orientativos, pues dependerá, y mucho, del punto de curación del jamón y del tipo de jamón utilizado. Los que se indican son para recortes bastante curados pero no secos, de jamón de cebo de campo ibérico.

* En horno microondas:

Poner una hoja de papel de cocina en un plato. Repartir por encima los recortes de jamón, preferiblemente cortados finos y en trozos de 3-4 cm. de lado, unos junto a otros pero sin amontonar. Colocar encima otra hoja de papel de cocina y a continuación un plato.

Introducir en el horno microondas y hornear a 800 watios durante un minuto y diez segundos, seguidos de un minuto de reposo dentro del microondas.

Sacar del microondas y pasar el jamón a un plato dispuesto con otro papel de cocina para que absorba el exceso de grasa. Tal exceso dependerá del jamón utilizado, si es jamón curado de cerdo blanco será mucho más magro que si se utiliza, por ejemplo, jamón ibérico.

Proceder de igual modo con el resto de los recortes, si los hubiere.

Una vez se haya enfriado el jamón, desmenuzar con los dedos eliminando los restos de tocino que hubiera e introducir en el accesorio picador de la batidora de brazo o un procesador de alimentos pequeño. Triturar hasta que queden trocitos pequeños.

Introducir en un frasco hermético y utilizar al gusto.

*En horno eléctrico:

Precalentar el horno a 180º C, con calor arriba y abajo.

Poner una hoja de papel de sulfurizado en una bandeja metálica apta para horno. Repartir por encima los recortes de jamón, preferiblemente cortados finos y en trozos de 3-4 cm. de lado, unos junto a otros pero sin amontonar. Colocar encima otra hoja de papel sulfurizado, a continuación otra bandeja metálica de horno y encima un peso.

Introducir en el horno eléctrico a media altura, con calor arriba y abajo y hornear a 180º C durante 25 minutos.

Sacar del horno y dejar enfriar aprovechando el calor residual de las bandejas para seguir secando el jamón. Una vez frío, pasar el jamón a un plato dispuesto con un papel de cocina para que absorba el exceso de grasa. Tal exceso dependerá del jamón utilizado, si es jamón curado de cerdo blanco será mucho más magro que si se utiliza, por ejemplo, jamón ibérico.

Una vez se haya enfriado el jamón, desmenuzar con los dedos eliminando los restos de tocino que hubiera e introducir en el accesorio picador de la batidora de brazo o un procesador de alimentos pequeño. Triturar hasta que queden trocitos pequeños.

Introducir en un frasco hermético y utilizar al gusto.

A comer.

domingo, 10 de abril de 2022

Pollo con mantequilla y especias

He mantenido el nombre original de la receta, pero si yo la hubiera tenido que bautizar, se habría llamado pollo al cilantro, pues el sabor de sus semillas es lo que predomina en el guiso, en cambio, el de la mantequilla, sinceramente, no lo aprecio y conste que aunque la receta está ligeramente modificada, he utilizado la misma cantidad que indica su autor para casi el mismo peso de carne, vamos, que los 60 gr. más que yo he añadido no descompensan el resultado final del guiso en el que el cocinero utiliza 500 gr. de carne de pollo. Uy, que todavía no os he dicho quién es el papá de la criatura, pues Gordon Ramsay, mediático chef inglés con más estrellas Michelín que un general. La receta pertenece al libro Cocina Conmigo, editado hace ya unos añitos y que saqué de la biblioteca de rebote, pues en principio no me atraía nada pero dada la antigüedad de sus fondos, en la que este libro, editado en el año 2013, es de los más modernos que tiene, me resigné ante la falta de otras opciones más atrayentes.

El caso es que el libro, a pesar de su caótica estructura (como la de muchos libros de cocina actuales) me ha gustado bastante más de lo que esperaba. Las primeras frases son toda una declaración de intenciones “hace unos diez años estaba de moda que los cocineros con estrellas Michelín creasen libros de cocina increíblemente complicados (…) quiero que sepas que este libro no tiene nada que ver con eso” y así es, las recetas son sencillas, tanto en ingredientes como en elaboración, las más “exóticas” son las pertenecientes al apartado Con Especias, lo que por otra parte es natural, pero casi todas son fáciles de encontrar en cualquier tienda en las que las venden a granel y ya, afortunadamente, en bastantes supermercados. Tengo marcadas varias para hacer, así que, ya irán desfilando por aquí.

Os decía que yo habría llamado al guiso de otra forma y es que el sabor del cilantro, es, recién guisado, digamos...”abrumador”. Hay que estar muy acostumbrado al sabor de la semilla de cilantro para que guste. En cambio, al día siguiente, los sabores se han asentado, perdiendo muchísima intensidad y ofreciendo un guiso muy equilibrado en especias, aromático, con personalidad, que no potente, con una salsa espesa que invita a comer mucho pan, (se me antoja que este plato tiene que estar de vicio con algún pan plano). Verdaderamente, muy rico.

Antes de dejaros con la receta, ojo a la sal, no pongáis mucha, el sabor de las especias ya refuerza suficientemente el guiso y es mejor quedarse corto y rectificar al final que pasarse, pues luego ya no tendrá solución.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

2 cuartos traseros de pollo, deshuesados y sin piel (560 gr. de carne), en cubos de 4 cm. aproximadamente

*Para la marinada:

2 tsp de semillas de cilantro

1/2 tsp de semillas de comino

2 dientes de ajo, pelados, sin germen y prensados

1/2 tsp de jengibre en polvo

1 pimienta de cayena, sin semillas, picada

1/2 tsp de cúrcuma en polvo

125 gr. de yogur natural tipo griego, sin azúcar

pimienta negra molida

sal

*Para el guiso:

150 gr. de cebolla, cortada en mirepoix

1 diente de ajo, pelado, sin germen y finamente picado

1/2 tsp de jengibre en polvo

1 tsp de semillas de cilantro

1 tsp de garam masala

1/2 tsp de cúrcuma en polvo

30 gr. de pasta de tomate concentrado

25 gr. de mantequilla

100 ml. de agua

1 rama grande de perejil fresco, sólo las hojas

AOVE

sal

ELABORACIÓN:

*De la marinada:

En una sartén seca, tostar a fuego medio las semillas de cilantro. Cuando empiecen a crepitar, añadir las de comino, tostar el conjunto sin dejar de remover unos treinta segundos y apartar del fuego Dejar enfriar y machacar en el mortero hasta convertir en un polvo lo más fino posible. Mezclar con la cúrcuma, los ajos prensados, el jengibre, la cayena, el yogur griego y una pizca de sal y otra de pimienta negra molida. Añadir los dados de pollo, remover para que se impregnen bien todos los trozos (la marinada será muy espesa), tapar y llevar al frigorífico hasta el día siguiente.

*Del guiso:

Sacar el pollo del frigorífico al menos con una hora de antelación para que se atempere. Sacar los trozos de pollo a un plato y reservar los restos de marinada y la carne por separado.

Machacar en el mortero las semillas de cilantro. Reservar.

Disponer un fondo de aceite de oliva virgen extra en una olla amplia. Llevar al fuego y cuando el aceite esté caliente, añadir la cebolla y una pizca de sal y dorar a fuego medio. Cuando la cebolla adquiera color, incorporar el ajo picado y dorar un minuto.

Incorporar a la olla el cilantro machacado, el garam masala, la cúrcuma y el jengibre y cocinar a fuego medio durante diez segundos. Añadir la pasta de tomate, remover y cocinar 20 segundos. Agregar la mantequilla y derretir.

Añadir los trozos de pollo y un poco de sal. Cocinar cinco minutos a fuego medio, removiendo e incorporar los restos de marinada diluidos en el agua. Tapar, bajar el fuego y cocinar diez minutos sin que apenas hierva, para evitar que la salsa se corte. Ésto no afecta al sabor del guiso, sólo a su apariencia.

Rectificar de sal, si procede y dejar reposar hasta el día siguiente. Para recalentar, hacerlo a fuego suave.

Emplatar, añadir las hojas de perejil picadas y servir.

A comer.

martes, 5 de abril de 2022

Muffins de mandarina y semillas de amapola

Últimamente tengo ganas de magdalenas o muffins o cupcakes, lo mismo me da. He probado dos o tres recetas nuevas que no me han convencido, tanto que unas se fueron directamente a la basura pues resultaron incomibles, eso que la fuente se suponía fiable y por una vez, cosa rara en mí, seguí la receta al pie de la letra. Como no tenía ganas de otro fracaso, consulté el muy fiable Pasteles, pastas, galletas, merengues, tartas, panes dulces y salados, apunté la receta (nunca me veréis cocinando con un libro de cocina abierto en la encimera, qué disgusto si se mancha), hice alguna pequeña modificación y aquí tenéis estos muffins, crujientes y perfumados, que me han quitado un poco, sólo un poco, las ganas de magdalenas. Porque seguramente pruebe otra receta nueva en breve, pues me pasa a veces que cuando algo me apetece mucho, principalmente dulce, para que os voy a engañar, tardo en verme satisfecha y tiendo a cocinar recetas de la misma clase o con el mismo ingrediente en poco tiempo. Me pasa mucho con el chocolate, que o bien no me acuerdo de él o no me lo puedo quitar de la cabeza y como obsesionarse con algo no es bueno, pues chocolate para varias semanas. Es por salud mental, ya sabéis, mens sana in corpore sano...

Mi idea inicial fue hacer un poco de glaseado con el zumo de mandarina que me sobraba y adornar los muffins con él, no sólo porque estéticamente quedan mejor sino también para reforzar el sabor de la fruta, que yo no distingo mucho, aunque se nota que algo lleva. Ocurrió que en lo que se humedecía la masa fui recogiendo trastos y me bebí el zumo porque se me olvidó lo que tenía pensado hacer, aunque si soy sincera, no ha sido hasta que me he puesto a escoger fotos que me he dado cuenta que faltaba el glaseado... ¡Ay, qué cabeza!.

Aquí os dejo la receta para que la hagáis si os apetece. Yo me voy a preparar un cafecito bien caliente, que con las temperaturas tan frías con las que nos está obsequiando abril apetece más que una cerveza y para que no se sienta solo, lo acompañaré con un par de muffins, ahora que no me ve nadie...

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para 18 unidades, todos los ingredientes a temperatura ambiente

250 gr. de harina de trigo de todo uso

30 gr. de harina integral de trigo

10 gr. de impulsor químico (tipo Royal)

200 gr. de azúcar blanquilla

30 gr. de azúcar vainillada

1 pizca de sal

20 gr. de semillas de amapola

1 tsp de ralladura de piel de mandarina

60 gr. de margarina vegetal

1 huevo tamaño L

200 ml. de leche desnatada

50 ml. de nata con 18% de materia grasa

50 ml. de zumo de mandarina sin filtrar

* Y además:

1-2 bandejas para hornear magdalenas

cestillos de papel para magdalenas de 5 cm. de base

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

Preparar una o dos bandejas de hornear con 18 cestillos de papel y reservar.

Derretir a fuego bajo la margarina y dejar templar. Reservar.

Precalentar el horno a 220º C con calor arriba y abajo.

Tamizar juntos en un cuenco grande las harinas, los azúcares, el impulsor y la sal. Añadir al cuenco el salvado que quede en el cedazo. Incorporar las semillas de amapola y mezclar. Proceder de igual modo con la ralladura de mandarina. Hacer un hueco en el centro y reservar.

En otro cuento, cascar y batir el huevo. Añadir la margarina, la leche, la nata y el zumo de mandarina. Mezclar.

Verter la mezcla líquida en el hueco practicado en el cuenco de los ingredientes secos y dejar reposar 5 minutos para que se vayan humedeciendo. De esta forma luego habrá que remover menos la mezcla, ya que hacerlo en exceso perjudica la textura final de los muffins, volviéndolos gomosos.

Mezclar cuidadosamente con la ayuda de una lengua de cocina y de abajo a arriba, justo hasta que dejen de verse los ingredientes secos, cercionándose de que no quedan restos de ellos en el fondo del cuenco. Dejar reposar la masa 10 minutos.

Distribuir la masa en los cestillos preparados e introducir en el horno, colocando la rejilla en la zona intermedia del mismo. Hornear 15 minutos a 220º C con calor sólo por abajo. Comprobar el punto de cocción pinchando con una brocheta el centro de uno de ellos. Si no saliera seca, hornear dos minutos más. Es preferible que el interior quede ligeramente tierno a sobrecocerlos.

Sacar del horno y desmoldar pasados cinco minutos. Disponerlos en una rejilla hasta que se enfríen.

Conservar, una vez completamente fríos, en un recipiente hermético.

A comer.

viernes, 1 de abril de 2022

Puré de alubias pintas con anís verde (matalahúva) en olla WMF

Vivo en una comarca que es extraordinaria para el cultivo de legumbres, muy conocida por los garbanzos, que tradicionalmente se han cultivado de forma mayoritaria y que en la actualidad cuentan con la I.G.P. “Garbanzo de Fuentesaúco”, siendo la única legumbre de aquí cuya comercialización está extendida por el territorio nacional. De forma local se pueden adquirir a pequeños agricultores lentejas y alubias de varias clases que en calidad nada tienen que envidiar a los garbanzos, pero es que el terreno ama a cualquier tipo de legumbre (los guisantes son pura delicia) tanto como a las vides y a los espárragos. Es por eso que en casa consumimos legumbre local, pero en una ocasión en que no tenía alubias pintas me vi tentada por una oferta 2x1 de una conocida marca de legumbres y las compré. En mala hora lo hice, creo que nunca he comido alubias tan ásperas, duras e insípidas. A trancas y barrancas las fui comiendo, pero al final se me hicieron viejas y quedaron relegadas a un rincón de la despensa.

Harta de mover el paquete de alubias de un lado para otro, he estado tentada de tirarlo más de una vez, pero ya sabéis que no soporto tirar comida, así que volvía a su sitio esperando que algún día me decidiera a poner unas pocas en remojo, día que no llegaba nunca pues no me apetecía comer algo que no me gustaba. En el último arrebato de “si no te las vas a comer, tíralas” me acordé de repente de los purés que hacía mi madre cuando era cría, aquéllos que mi hermana y yo llamábamos “de frigorífico” porque, además de los ingredientes que utilizaba para hacerlos, aprovechaba las verduras y hortalizas menos lozanas del cajón de la nevera, las hojas exteriores de berzas y repollos y legumbres viejas. No era una receta exacta, dependía de las existencias de ese momento y era precisamente en eso en donde estaba la gracia, en que cada vez sabían distintos y siempre ricos. Tanto era así, que solíamos pedirle que hiciera “puré de frigorífico”, pues lo preferíamos por encima de cualquier otro.

Animada por ese recuerdo, decidí darles otra oportunidad a las alubias. Las tuve en remojo 24 horas y cuando me dispuse a hacer el puré, al igual que hacía mi madre miré en el cajón de las verduras para ver qué se podía aprovechar y ahí estaban un trozo de coliflor y una manzana arrugada poniéndome ojitos. Si en mi última entrada os decía que me faltaba inspiración en la cocina, éste no fue el caso, enseguida supe qué añadir, qué quitar y cómo cocinar los ingredientes. Vale que la receta no tiene ninguna complicación, pero aún así no todo vale y el instinto y la experiencia te dicen lo que va o no a funcionar, como el anís verde o matalahúva, como también se le conoce, que aparte de aportar al puré sus propiedades carminativas, le proporciona un sabor dulce y anisado que casa muy bien con las alubias. Yo he triturado el anís con el resto de ingredientes, pero si no queréis hacerlo, preparad una muñequilla con las semillas o metedlas dentro de una bola para infusiones.

A mi padre le encantaban los picatostes tanto para sopas como para purés y nunca podían faltar. A mí en cambio es algo que nunca me ha hecho mucha gracia así que el elemento crujiente siempre lo sustituyo por semillas o frutos secos o por ambas, en este caso sésamo y pipas. Y el hilito de aceite de oliva virgen extra crudo, que no falte.

Siguiendo con mi costumbre de utilizar poca sal, no le he puesto ninguna, la que aporta la pastilla de caldo concentrado es para mí suficiente. Con las cantidades indicadas salen 800 ml. de puré, aproximadamente, ligeramente denso, suave y sedoso. No le añado más agua que la que utilizo inicialmente, para mí tiene la textura perfecta. Si se la queréis corregir, esperad a que se enfríe pues espesará ligeramente.

Siendo como es una receta de aprovechamiento, es también mi aportación mensual al proyecto 1+/- 100, desperdicio 0 que gestiona Marisa desde su blog Thermofan y que promueve la reducción del desperdicio de alimentos y el reciclaje y reutilización en general.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
INGREDIENTES:

100 gr. de alubias pintas (peso en seco)

100 gr. de patata pelada, en 2-3 trozos

50 gr. de coliflor, en 2 trozos

40 gr. de cebolla cortada en plumas gruesas

75 gr. de manzana roja, con piel y sin pepitas, en 2 trozos

1/8 tsp de anís verde (matalahúva)

1 pastilla de caldo concentrado de verduras

1 hoja de laurel pequeña

500 ml. de agua

AOVE

semillas de sésamo negro y pipas de girasol peladas, para servir (opcional)

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.

Poner las alubias pintas en remojo de agua fría con sal, al menos 12 horas antes o hasta 24 horas si son muy viejas.

Al día siguiente, tirar el agua del remojo de las alubias, lavarlas y dejar que escurran.

Poner un fondo de aceite de oliva virgen extra en la olla rápida WMF. Llevar al fuego y una vez esté el aceite bien caliente, añadir la cebolla y freír hasta que esté bien dorada. Apartar la olla del fuego y con el calor residual, saltear las semillas de anís durante 10 segundos. Agregar el agua, las alubias pintas escurridas, la patata, la coliflor, la manzana, la hoja de laurel lavada y la pastilla de caldo desmenuzada. Devolver la olla al fuego, llevar a ebullición y colocar la tapadera de la olla. Cerrarla.

Cocer 20-25 minutos, dependiendo de lo viejas que sean las alubias, contados desde que suba la válvula por completo. Apagar el fuego, retirar y dejar que pierda toda la presión antes de abrirla. Comprobar el punto de cocción de las alubias por si fueran necesarios unos minutos más.

Quitar la hoja de laurel y triturar el contenido de la olla con la batidora de brazo hasta que el puré esté fino y homogéneo. Rectificar de sal y densidad, si procede. Yo no añado ni sal ni más agua.

Disponer el puré caliente en los platos, regar con un hilo de aceite de oliva virgen extra cruda, añadir semillas de sésamo negro y pipas de girasol peladas y servir enseguida.

A comer.