Así que vuelta a los guisotes, que no es que deje de hacerlos todo el año, porque me vienen muy bien para dejar la comida hecha para el día siguiente y además para hacer cantidad y congelar, pues económicamente es más rentable guisar dos kilos de carne de una sola vez que de dos y más ahora con el precio que tiene la luz, sobre todo por las tardes que es cuando cocino, pero en esta época hago menos. Y como estos días de fiesta no he salido, me los he pasado metida en la cocina, que es donde más me divierto, la verdad, aunque mis pobres rodillas se quejen de tantas horas de pinote, pero como me gusta cocinar no noto el cansancio hasta que acabo y me siento, entonces ya es otro cantar, pero ya se sabe, sarna con gusto...
De estos días guisanderos ha nacido este guiso, fresco y diferente, muy rico, del que en casa no nos hemos puesto de acuerdo sobre a qué nos recuerda su sabor, no os lo voy a decir por no hacer un spoiler, pues de verdad que es de esos platos que hay que probar pues sorprende. Y si ya os ponéis a debatir en la mesa sobre el tema, tenéis conversación para rato, al menos es lo que pasó en mi casa. Así que lo hacéis y me contáis.
Antes de dejaros con la receta, si no conocéis la canción de Joaquín Sabina o no recordáis la letra, aquí tenéis una de las muchas páginas en la que figura el texto, tan triste como hermoso.
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
850 gr. de morcillo de ternera, en cubos de 5 cm., aprox.
150 gr. de cebolla, cortada en plumas anchas
1/2 limón grande, zumo y ralladura
20 gr. de AOVE
20 gr. de mantequilla con sal
10 bayas de enebro, golpeadas
1 tsp de mejorana seca
30 gr. de salsa de tomate casera espesa
80 ml. de ron blanco Bacardí
40 ml. de agua
1 tbs de espesante, marca Maizena
1/4 tsp de pimienta negra molida
sal
azúcar (opcional)
ELABORACIÓN:
NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.
Disponer en un recipiente los dados de carne y la cebolla, agregar la pimienta negra, sazonar con sal al gusto y mezclar bien.
Llevar al fuego una sartén grande con 10 gr. de aceite de oliva virgen extra y 10 gr. de mantequilla con sal. Cuando las grasas estén bien calientes, agregar la mitad de la mezcla de carne y cebolla y freír a fuego fuerte hasta que tanto la cebolla como la carne se doren bien por todos lados, removiendo con frecuencia para que la cebolla no se queme. Verter el contenido de la sartén en la olla rápida WMF, añadir a la sartén el resto del aceite y de la mantequilla y proceder del mismo modo con la otra mitad de la mezcla de carne y cebolla.
Incorporar el ron a la olla rápida y llevar a ebullición. Evaporar el alcohol durante un minuto e incorporar el agua, el zumo de limón y la ralladura, el enebro, la mejorana y la salsa de tomate. Remover, levantar el hervor, colocar la tapadera y cocer a fuego suave 20 minutos desde que suba la válvula por completo. Apagar el fuego y dejar que pierda toda la presión antes de abrirla.
Abrir la olla y colocarla nuevamente en el fuego. Incorporar el espesante y llevar a ebullición hasta que la salsa espese ligeramente. Añadir azúcar para rectificar la acidez del limón (el mío era muy ácido y necesité poner dos pizcas de azúcar) y sal, si hiciera falta.
A comer.