miércoles, 30 de enero de 2019

Lengua de ternera o cerdo guisada


Hacía mucho tiempo que no cocinaba lengua y eso que me encanta, pero me da un poco de pereza pelar la lengua. Ya se que es una tontería porque normalmente se pela muy bien simplemente tirando de la piel, pero ya me ha tocado en más de una ocasión pelar a cuchillo alguna de cerdo. Y también lo de tener que esperar al día siguiente para cocinarla, porque la verdad es que la lengua se corta mejor cuando está muy fría y el caldo se limpia fenomenal y rápidamente igualmente frío. Y otro día más para comerla, ya que su sabor mejora sensiblemente con el reposo. Esto es por quejarse de algo...

Pero el otro día andaba yo por la sección de carnicería de un conocido supermercado y estaban bajando el precio de bastantes de artículos que se conoce que como eran los días previos a Navidad, no tenían el tirón habitual entre los consumidores y ya no me pude resistir. Así que me traje la lengua para casa. Una mitad fileteé y la hice rebozada, acompañada de salsa de tomate y la otra mitad, guisada así. Queda picantita.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.



INGREDIENTES


Para cocer la/s lengua/s:


1 lengua de ternera o 3 lenguas de cerdo

3-4 cascos de cebolla

1 diente de ajo mediano

1 rama perejil

1 hora laurel

1 hueso de jamón (con jamón)

100 ml. de vino blanco seco

2 clavos de olor

12 granos de pimienta negra

sal



Para guisarla/s:


500 gr. de lengua/s ya cocida/s

170 gr. de cebolla

2 ajos medianos

1 rama de perejil

1 pimienta de cayena

1 tsp. de pimentón agridulce (de la Vera, siempre)

75 ml. de vino blanco seco

425-500 ml. del agua de cocción de la/s lengua/s

el jamón del hueso utilizado para cocer la/s lengua/s

sal


ELABORACIÓN:


De la cocción:

Lavar la lengua de ternera o las de cerdo y ponerla/s en la olla rápida WMF. Introducir igualmente los cascos de cebolla, el ajo pelado, el perejil y el laurel lavados, los clavos de olor, los granos de pimienta y sal.

Si se trata de una lengua de ternera, cubrir hasta la mitad de agua (no se cubre totalmente con agua para que el caldo de cocción resultante que vamos a emplear para guisarla esté más concentrado), cerrar la olla y cocer 15 minutos contados desde que suba la válvula. Dejar que pierda la presión, abrirla y dar la vuelta a la lengua. Volver a tapar y cerrar y cocer otros 15 minutos. Dejar nuevamente que pierda la presión, abrir y pinchar con una aguja larga o brocheta en su parte más gruesa para comprobar el punto de cocción. La aguja ha de entrar fácilmente pero con una ligera resistencia.

Si se trata de lenguas de cerdo, cubrir completamente con agua, cerrar la olla y cocer 30 minutos contados desde que suba la válvula. Dejar que pierda la presión, abrirla y pinchar con una aguja larga o brocheta una de las lenguas en su parte más gruesa para comprobar el punto de cocción. La aguja ha de entrar fácilmente pero con una ligera resistencia.
Sacar la/s lengua/s de su caldo de cocción y dejar que temple/s. En cuando su temperatura lo permita (se hace mejor en caliente), pelarla/s. Desechar la piel y reservarla/s envuelta/s en una bolsa de plástico hasta que enfríe/n por completo. Es recomendable hacerlo de un día para otro.

Colar el caldo de cocción, reservando el hueso de jamón y desechando todo lo demás. Limpiar el hueso reservando el jamón que tuviere y tirando el resto. Poner el caldo en un recipiente alto y estrecho como el vaso de la batidora de brazo y dejar que enfríe completamente y solidifique, mejor de un día para otro. Una vez sólido, retirar la capa superficial de color blanquecino y que contiene toda la grasa e impurezas y deshechar.

Del guiso:

Pelar y cortar menuda la cebolla. Reservar.

Pelar, quitar el germen y laminar los ajos. Reservar.

Lavar la rama de perejil, picar y reservar.

Deshilachar con los dedos el jamón del hueso utilizado en la cocción y reservar.

En una sartén honda mediana, poner a calentar un fondo de aceite y pochar a fuego suave la cebolla, los ajos y el perejil reservados y ligeramente salados. Añadir la pimienta de cayena. Cuando la cebolla se ponga transparente, subir el fuego y agregar el pimentón. Rehogar cuidando que no se queme para que no amargue. Incorporar 425 ml. del agua de cocción, el vino blanco y el jamón desmenuzado. Tapar y cocer 10 minutos. Rectificar de sal.

Lonchear la lengua y disponerla ordenadamente formando capas en una cazuela. Verter por encima el contenido de la sartén de tal forma que cubra todos los filetes de lengua. Si no quedasen cubiertos, añadir un poco más del caldo de cocción. Cocer todo el conjunto tapado otros diez minutos y rectificar de sal, se procede.
Mejora de un día para otro.

A comer.


viernes, 25 de enero de 2019

Crêpes de morcilla de Burgos (IGP), queso azul y nueces


La masa de estas crêpes es la que ha hecho mi madre toda la vida. Quedan ricas, ligeras y sobre todo, flexibles, lo que es importante a la hora de rellenarlas. El relleno se lo he cogido prestado a Lidia de Atrapada en mi cocina, aunque he hecho ligeras variaciones en cuanto a los ingredientes y la forma de prepararlos.

He hecho unas crêpes pequeñas porque aunque es un relleno muy rico, “cansa”, ya que la morcilla de Burgos (IGP) es muy contundente y además lo preparé como entrante.

La masa de las crêpes se seca con facilidad porque además son muy finas, así que las que sobren, han de conservarse convenientemente tapadas. Por ese motivo no conviene hacerlas con antelación, no así el relleno, que se puede preparar dos o tres días antes.
 
Por cierto, que la morcilla de Burgos tiene reconocida la Indicación Geográfica Protegida desde el 05/09/18.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.
 
 
 
INGREDIENTES:
 
 
Para las crêpes:
 
* Salen 16-17 crêpes finas de un diámetro aproximado de 11 cm.
 
1 huevo tamaño L
65 ml. de leche desnatada
60 ml. de agua
15 ml. de aceite de girasol
58 gr. de harina de trigo
sal
margarina para la sartén
 
Para el relleno:
370 gr. de morcilla de Burgos IGP (peso sin tripa) a temperatura ambiente
110 gr. de queso azul (el 30% del peso de la morcilla) temperatura ambiente
73 gr. de nueces sin cáscara del país (el 20% del peso de la morcilla)
70-80 ml. de leche desnatada temperatura ambiente
 

ELABORACIÓN:
 
De las crêpes:
 
Disponer en el vaso de la batidora de brazo el huevo, la harina, el agua, la leche, el aceite y la sal y batir hasta homogeneizar. Dejar reposar media hora en el frigorífico para que se hidrate la harina.
 
Del relleno:
 
Picar groseramente las nueces (sin cáscara) y reservar.
 
Desmenuzar en trozos menudos el queso azul. Reservar.
 
Disponer en un plato hondo la morcilla de Burgos sin la tripa y desmenuzar groseramente con un tenedor. Añadir el queso y las nueces y mezclar homogéneamente. Añadir la leche necesaria para que resulte una pasta compacta de textura maleable pero con cuerpo, teniendo en cuenta que la cantidad de leche dependerá de la densidad de la morcilla empleada. Reservar.
 
De la fritura de las crêpes y rellenado:
 
Sacar del frigorífico la masa de las crêpes y remover con una cuchara, ya que la harina se habrá precipitado al fondo de la preparación. Untar de margarina con una brocha de silicona la sartén elegida y calentarla a fuego fuerte. Cuando esté bien caliente, verter en la sartén aproximadamente 12 ml. de masa y mover la sartén para distribuir la masa uniformemente por todo el fondo. Cuando al mover la sartén la crêpe se despegue, ya estará lista para darle la vuelta. Freír por el otro lado sin agregar margarina y sacar a un plato cuando las burbujas de aire caliente que se forman debajo de la masa la levanten. Repetir la operación hasta acabar con la masa, engrasando cada vez con margarina la sartén y removiendo igualmente cada vez la masa de las crêpes antes de coger la cucharada que se vaya a freír.
 
En lo que se hace un crêpe en la sartén, distribuir en la que se acaba de hacer el relleno al gusto, enrollar e ir colocando en una fuente o si se prefiere, hacer primero todas las crêpes y luego rellenarlas.
 
Tapar las crêpes con una hoja de papel de cocina y humedecer bien éste con un pulverizador de agua o bien mojar el papel, estrujarlo para eliminar el exceso de agua y colocarlo sobre las crêpes. Introducir en el microondas unos minutos (dependiendo de la potencia) y calentar en la temperatura de descongelación, así se calentarán de forma uniforme cocinándose el relleno sin recalentarse ni resecarse.
 
A comer.

 
Y con el relleno que sobre:
 
Calentar un poco de aceite en una sartén y sofreir ligeramente un diente de ajo cortado en láminas, pelado y sin germen. Retirar y desechar el ajo y agregar la masa de morcilla. Rehogar hasta que esté casi hecha y añadir uno o dos huevos, un poco de sal y revolver el conjunto hasta que cuajen los huevos. No cuajar los huevos en exceso: queda el revuelto más rico si está ligeramente meloso.




domingo, 20 de enero de 2019

Asadura de lechazo o tostón guisada, en olla WMF



Cuando yo era cría (y de eso ya hace), había muchas casquerías. Ahora no sé porqué motivo, están desapareciendo en la mayoría de los sitios y no lo acabo de entender. Porque si mi generación se crió comiendo productos de casquería (a tenor de los establecimientos que había) ¿porqué no los consumimos ahora de adultos? ¿y porqué no hemos enseñado a nuestros hijos a comerlos y no digo ya a cocinarlos? Y el caso es que uno de los productos de casquería por antonomasia como son los callos sigue figurando en la barra de muchísimos bares, pero cada vez encuentras menos sitios donde comprarlos. Lo mismo pasa con otras casquerías. No hace mucho me recorrí el mercado de abastos (no es muy grande, la verdad) buscando una sesada de ternera y no la encontré. Y no es la primera vez que me ocurre. Con lo ricos que son los sesos huecos. Recuerdo que cuando la crisis de las vacas locas, se prohibió la venta de los sesos de ternera y yo pasé unas ganas de ellos que cuando se volvieron a vender daba botes de alegría. La verdad es que la casquería en general me encanta, salvo la de textura gelatinosa (morro, pata, manillas), gomosa (crestas) y “ternillosa” (oreja). No puedo con esas texturas, es superior a mi. En cambio dame una cabeza de lechazo asada y te garantizo que me como hasta los ojos. Y no es una forma de hablar.

La asadura de lechazo (o asadurilla), así como la de tostón son muy tiernas para guisar y se hacen rápido. No consumo la tráquea (o gorja) porque no me gusta y al hígado le doy sólo un hervor al final porque es una carne que, al igual que los riñones, endurece al cocer. Es un plato lleno de texturas: la dura y musculosa del corazón, la esponjosa de los pulmones (o bofes) y la pastosilla del hígado. Si alguien no la ha comido nunca, yo le animo a que al menos la cocine una vez: descubrirá un plato diferente y sabroso.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.





INGREDIENTES


1 asadura de lechazo o tostón (corazón, pulmones e hígado)

200 gr. de cebolla

1 tbs. de pimentón agridulce de La Vera

1 diente de ajo grande

1 rama de perejil

1 hoja de laurel

1/4 tbs. de comino en grano

300 ml. de agua

aceite y sal



ELABORACIÓN


Lavar cuidadosamente la asadura y escurrir.

Cortar el corazón en tiras a lo largo y los pulmones en trozos regulares de tamaño bocado. Salar y reservar.

Cortar el hígado en trozos regulares de tamaño bocado y salar. Reservar en otro plato por separado.

Machacar en el mortero junto con una pizca de sal gruesa (esto es para evitar que el ajo salte por los aires cuando lo machaquemos con la mano del mortero) el ajo chafado, el perejil lavado y los cominos. Reservar.

Picar menuda la cebolla y pochar en la olla rápida Perfect WMF con un fondo de aceite. Cuando esté hecha, añadir el corazón y los pulmones y rehogar. Agregar el pimentón y rehogar ligeramente cuidando de no quemarlo para que no amargue. Incorporar a continuación el machado reservado en el mortero y la hoja de laurel. Cubrir con el agua, tapar la olla y cocer 10 minutos desde que suba la válvula. Dejar que la olla pierda toda la presión antes de abrir.

Abrir la olla. Si tuviera demasiado líquido o preferimos una salsa más espesa, cocer a fuego fuerte y destapada durante cuatro minutos. Agregar el hígado reservado, poner la tapa a la olla y cocer un minuto sin cerrar la válvula. Apagar el fuego, dejar reposar cinco minutos sin destapar para que el hígado termine de hacerse con el calor residual y servir.

A comer.

Y si te sobra... Prepara un arroz rehogando un poco de cebolla y el arroz, agrega la asadura junto con toda su salsa completada con el agua que corresponda a la cantidad de arroz y una pastilla de caldo de carne y cuece 18-20 minutos en cazuela o 10-11 minutos en olla exprés. Riquísimo.






martes, 15 de enero de 2019

Tarta salada de coliflor con medio pisto

 
 
Me encantan las tartas saladas. Son versátiles, no se tarda mucho en prepararlas y se pueden degustar tanto calientes como frías o templadas, el mismo día o al siguiente, con lo que son ideales para cuando tienes que dejar la comida hecha con antelación.
 
Las hago bastante a menudo y casi siempre con la misma masa, con pequeñas variaciones. La ventaja que tiene esta masa es que no hay que cocerla previamente y queda durita y por lo tanto, aguanta muy bien el paso de las horas, porque aunque se reblandece debido a la humedad que le proporcionan los rellenos, no se queda blandurria como otras masas. También me gusta porque no hace falta enharinar ni la superficie de trabajo ni el rodillo, con lo que resulta limpia de trabajar y además es manejable y resistente.
 
Esta tarta queda muy jugosita, con tanta verdura y muy suave de sabor. Contrariamente a lo habitual, no lleva nata, sino queso blanco bajo en grasa, aunque se puede utilizar entero sin ningún problema. La he hecho pequeñita, de dos raciones, porque no quería que me sobrara. Doblando las cantidades de la masa da para un molde redondo de 23 cm. de diámetro, aunque el relleno habría que triplicarlo para que no quede muy bajita.
 
¿Y porqué lo de “medio pisto”? Pues porque no lleva tomate.
 

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.
 
 
 
INGREDIENTES
 
* Para la masa:
 
100 gr. de harina
12 ml. de aceite de oliva virgen extra
40-50 ml. de agua
sal y pimienta blanca molida

* Para el relleno:
 
170 gr. de coliflor
60 gr. de calabacín verde claro
20 gr. de pimiento verde
20 gr. de pimiento rojo
25 gr. de cebolleta
1 huevo pequeño
50 gr. de queso blanco de untar (tipo Philadelphia) bajo en grasa
1 tsp. de leche
nuez moscada molida
sal
aceite
queso rallado (al gusto)
 

ELABORACIÓN

Preparar primero la masa: en un bol, poner la harina, el aceite de oliva virgen extra y un poco de sal y de pimienta blanca molida y mezclar con una cuchara de palo. Añadir la mitad del agua y volver a mezclar. Se formarán como unas migas. Dejar que la harina se hidrate un par de minutos y amasar la mezcla, incorporando el agua poco a poco hasta que apenas se pegue a las manos. Lo más probable es que no haga falta todo el agua, pero eso dependerá del grado de absorción de la harina. Como es poca cantidad, resulta difícil de manejar, pero con un poco de paciencia se consigue. Tapar la masa, que aún se notará un poco húmeda, con un paño limpio y dejar reposar 30 minutos. Pasado ese tiempo la harina habrá terminado de hidratarse y la masa resultará más seca.
 
Mientras reposa la masa, preparar el relleno. Para ello, lavar la coliflor, partirla en cuatro o cinco trozos y cocerla dos minutos en la olla rápida Perfect WMF, desde que suba la válvula, con el cestillo del vapor y un fondo de agua ligeramente salada. El tiempo de cocción dependerá de la olla utilizada.
 
Dejar que la olla pierda la presión antes de abrirla. La coliflor tiene que quedar ligeramente al dente.
 
Pelar y cortar la cebolleta en dados pequeños, incluyendo parte de la parte verde del tallo. Reservar.
 
Lavar y despepitar los pimientos y cortar en dados de tamaño similar a los de la cebolleta. Reservar.
 
Lavar el calabacín y sin pelar, cortar igual que las verduras anteriores. Reservar.
 
Poner un fondo de aceite en una sartén pequeña y honda y rehogar la cebolla, los pimientos y el calabacín, agregando un poco de sal. Abrir la olla, sacar la coliflor, escurrir y cortar en ramitos pequeños. Incorporarla a la sartén cuando los vegetales estén casi hechos. Añadir más sal y rehogar un par de minutos para mezclar sabores. Dejar templar la preparación.
 
Precalentar el horno a 200º centígrados con calor arriba y abajo.
 
Enmantequillar un molde redondo de 16 cm. de base.
 
Sobre una superficie de trabajo limpia y sin enharinar, estirar la masa con el rodillo lo suficiente para cubrir el molde y lo más fina posible. Si la masa tiende a encogerse al estirarla, ir dándole reposos de cinco minutos hasta que se relaje el gluten y resulte manejable. Acomodarla en el molde procurando que no queden bolsas de aire en la base y retirar el sobrante con el rodillo.
 
Rellenar el molde con la mezcla de verduras.
 
En un plato hondo, poner el huevo, añadir sal y nuez moscada molida al gusto y batir con un tenedor. Añadir el queso y la leche y mezclar hasta homogeneizar. Verter esta mezcla sobre la verduras y espolvorear con queso rallado al gusto.
 
Introducir el molde en el horno colocando la rejilla en la segunda posición empezando por abajo. Bajar la temperatura a 180º C y poner calor sólo por abajo. Cocer 22 minutos y pasado ese tiempo, subir una posición la rejilla y cocer otros 22 minutos.
 
A comer.
 
 


 


jueves, 10 de enero de 2019

Níscalos con bechamel



Me quedaban todavía unos níscalos y los preparé con bechamel. Esta es la forma en la que se hicieron siempre en casa de mi madre. Nos gustaban mucho a todos y al llevar bechamel, cundían más. Recuerdo que cuando era cría, en cuando llegaba la época, mucha gente se iba a los pinares cercanos a buscar níscalos y siempre había alguien que te regalaba algún kilo. Por entonces había muchos (“crecían como setas” y nunca mejor dicho) ya que llovía bastante más que ahora y no estaban sobreexplotados. En el mercado eran muy fáciles de encontrar y a precios baratos. Hoy en día, entre la “fiebre” que hay por toda clase de setas, la sequía y la afición a buscarlos, en general hay pocos y caros. Y cada día menos.

Y hablando de los buscadores de setas: me ponen negra las malas prácticas de muchas de las personas que salen al campo a recoger setas. Ya no hablo de las mafias que arrasan por donde van sin importarles el daño que hacen, sino de alguno de los particulares que o bien para consumo propio o bien para la venta se dedican a ello y en muchos casos no se trata de principiantes, sino de gente que lleva toda la vida haciéndolo. Porque, vamos a ver ¿llevar las setas en una cesta para que se propaguen las esporas es algo que sólo afecta a los demás? ¿arrancarlas de raíz o cortarlas con navaja según la seta que se está recolectando es mucha molestia? ¿no coger setas inmaduras es una tontería porque el que vaya detrás sí lo va a hacer? No sigo que me caliento.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
 
 



INGREDIENTES:


Para los níscalos:

900 gr. de níscalos

2 dientes de ajo grandes

85 gr. de jamón curado (peso sin tocino)

sal


Para la bechamel:

el tocino que le hayamos quitado al jamón

35 ml. de aceite

50 gr. de harina

600 ml. de leche desnatada

pimienta negra molida (al gusto)

nuez moscada molida (al gusto)

sal



ELABORACIÓN:
 

Lavar bajo el grifo y uno a uno los níscalos, frotándolos con un cepillito. Ir colocándolos de canto en un escurridor.

Una vez limpios y escurridos, picar en trozos regulares y reservar.

Pelar los ajos, quitar el germen y laminar. Reservar.

Cortar el jamón en taquitos, quitándole previamente el tocino. Reservar el tocino y el jamón picado por separado.

En una sartén honda con un fondo de aceite freír el jamón. Retirarlo cuando esté y reservarlo. Incorporar a la sartén los ajos y sofreir a fuego lento sin que tomen color. Agregar los níscalos, salar ligeramente, tapar y cocer a fuego suave. Si los níscalos no soltaran agua, añadir un chorrito para ayudarlos a sudar. Cocer 20 minutos removiendo de vez en cuando. Pasado ese tiempo, añadir el jamón a la sartén y cocinar otros 10 minutos o hasta que estén tiernos. Rectificar de sal y cocer otros dos minutos. Retirar del fuego y reservar.

Los níscalos no han de quedar secos. En caso de no ser tiernos y de haber perdido todo su agua al guisarlos, añadir la que hiciera falta para que queden con un poco de salsa.

Para preparar la bechamel, calentar el aceite en una sartén honda. Freír en ese aceite el tocino del jamón reservado. Una vez frito, retirar y deshechar. Agregar la harina y rehogar hasta que empiece a cambiar de color y huela a harina tostada. Añadir entonces la mitad de la leche o menos y remover con unas varillas cuidando de disolver la harina para que no queden grumos; al hacerlo con la mitad del líquido, resultará más fácil. Una vez disuelta, agregar el resto de la leche y seguir removiendo sin parar hasta que la mezcla espese y empiece a cocer. Ha de quedar una bechamel ligera. En ese momento, rectificar de sal, añadir pimienta negra molida y nuez moscada molida al gusto, pero de forma generosa y cocer 2 minutos para que se mezclen bien las especias. Añadir los níscalos reservados, mezclar para homogeneizar, cocer otros dos minutos sin dejar de remover para integrar sabores y retirar del fuego.

A comer.





sábado, 5 de enero de 2019

Níscalos encebollados



Mi buena amiga Narci me trajo hace unos días una caja de níscalos. La verdad que se lo agradecí un montón porque hacía por lo menos tres años que no los comía, ya que con las sequías de los últimos años ha habido muy pocos (el año pasado ninguno) y a unos precios prohibitivos.

Limpiar setas tiene telita, porque hay que hacerlo con delicadeza y una a una, ya que no hay cosa más desagradable que notar tierra al comerlos. Yo lo hago con un cepillo de uñas que tengo para estos menesteres. Si los níscalos están recién recolectados, los voy cogiendo de la caja de uno en uno y los voy limpiando bajo un chorro fino de agua. Pero si ya llevan cortados un par de días y se les ha pegado la tierra, los voy poniendo en agua con el pie hacia abajo y que queden siempre flotando, para que así se ablande la suciedad que puedan tener. Esto facilita a limpieza y de paso los hidrata ligeramente. En la mayoría de las recetas se indica que las setas no deben dejarse en agua porque se estropean y es cierto que no conviene hacerlo con los champiñones, por ejemplo, porque se ennegrecen. Pero a mi me va bien para los níscalos y así lo hago.
 
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


 
 
 
INGREDIENTES

800 gr. de níscalos
125 gr. de cebolleta, incluyendo un poco de la parte verde
2 dientes de ajo medianos
60 gr. de jamón curado
1 ramita de perejil
sal y aceite


ELABORACIÓN

Lavar bajo el grifo y uno a uno los níscalos, frotándolos con un cepillito. Ir colocándolos de canto en un escurridor.

Una vez limpios y escurridos, picar en trozos regulares y reservar.

Pelar los ajos, quitar el germen y laminar. Reservar.

Picar la cebolleta, incluyendo un trozo de la parte verde, en trozos no muy menudos. Reservar.

Cortar el jamón en taquitos y freír en una sartén honda con un fondo de aceite. Retirar el jamón y agregar a la sartén la cebolleta y los ajos. Salar ligeramente y pochar a fuego suave. Cuando esté todo pochado, añadir los níscalos y un poco de sal. Tapar, dejar que suden los níscalos y cocer 20 minutos removiendo de vez en cuando.

Añadir el jamón a la sartén. Cocinar 10 minutos, incorporar el perejil lavado y picado y rectificar de sal. Cocer otros cinco minutos, apagar el fuego y servir.

A comer.




martes, 1 de enero de 2019

Vasitos de paté ibérico con su crema de tomate y albahaca sobre cama de manzana salteada

Esta receta surgió de una improvisación de última hora. Iba a hacer una receta con foie que había visto por ahí y el día antes, haciendo un repaso de lo que tenía que preparar para que no se me olvidara nada, me da por leer los ingredientes del foie y no pone por ningún lado que no contuviera gluten. De los ingredientes no se deducía que lo llevara pero uno de los comensales del día siguiente tiene intolerancia al gluten y no come nada que no especifique que no lo tiene. ¡Horror! ¿Y ahora qué hago? ¿Qué tengo? Menos mal que en estas fechas siempre compro muchos “por si acasos” y mi despensa está mejor provista que algunas tiendas. Y así nacieron estos vasitos, donde lo más entretenido es picar la manzana y tal vez lo más difícil de encontrar sea el queso. Es un queso de untar tipo Philadelphia con tomate y albahaca de la marca Día que está realmente muy bueno pero que cada vez me cuesta más encontrarlo. Se conoce que no tiene mucho tirón y lo están dejando de traer. Lástima porque le da un toque interesante al puré de patata del pastel de carne picada.

Aunque la textura de las preparaciones sea suave, se trata de sabores fuertes, por lo que no aconsejo hacer las capas más gruesas de lo que indico para que no resulte pesado de comer. Los vasitos que he utilizado tienen 100 ml. de capacidad.

¿Y el nombrecito de la receta, qué? Pues una chorrada como las de las cartas de muchos restaurantes. Pero hay que reconocer que cuando haces el menú de Navidad y le pones estos nombres a la comida, parece que estás haciendo algo más especial de lo que ya es. Es como un regalo: si lo envuelves en un papel bonito se recibe con más gusto que si lo das sin envolver.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.
 

INGREDIENTES
 

* Para 9-10 vasitos
 

210 gr. de manzana granny smith (peso sin piel ni corazón)

30 gr. de margarina

250 gr. de paté ibérico a temperatura ambiente

20 gr. de pasas rubias

150 gr. de queso de untar con tomate y albahaca a temperatura ambiente (utilicé Día)

35-40 ml. de leche desnatada a temperatura ambiente

pimienta negra molida
 


ELABORACIÓN



Cortar la manzana en cuadritos y rehogar en a margarina hasta que esté casi blanda pero no del todo. Tiene que quedar con un poquito de corazón para dar textura. Dejar templar y espolvorear con un poco de pimienta negra molida. Mezclar delicadamente y reservar.


Cortar las pasas a la mitad con unas tijeras y añadir al paté junto con 5-10 ml. de leche, según sea de densa o ligera la textura de paté empleado. Tiene que quedar una mezcla cremosa pero consistente. Colocar en una manga pastelera y reservar.


Mezclar el queso con tomate y albahaca con 30 ml. de leche. Integrar e introducir en una manga pastelera. Reservar.


Colocar en fondo de cada vasito o recipiente elegido, dos cucharaditas de manzana. A continuación, poner una capa de paté de dos centímetros de grosor, aproximadamente. Seguidamente poner una capa de queso de un centímetro y medio, aproximadamente. Introducir en el frigorífico una media hora. Espolvorear con un poquito de pimienta negra molida y servir.


A comer.