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lunes, 8 de julio de 2024

Coulis de cerezas

El coulis es una salsa ligera que sirve para dar sabor y sobre todo color, a platos tanto dulces como salados, ya que se prepara con frutas, carnes y pescados.

El coulis de frutas se puede hacer con fruta cruda o ligeramente cocida. Con la primera es mucho más rápido, pero hay que trabajar muy deprisa para evitar que la oxidación de la fruta cambie el color final de la preparación. No todas las frutas se oxidan a igual velocidad, influyendo también mucho su punto de maduración, pero habida cuenta que se prepara con poco azúcar, es necesario que la fruta esté madura. Cocer la fruta evita que cambie mucho el color, pero también le cambia el sabor y aunque las cerezas se oxidan rápidamente, he preferido utilizarlas crudas para no adulterar su sabor. Igualmente, la cocción previa de la fruta en el almíbar alargará la vida útil del producto.

El almíbar se puede preparar sólo con agua, pero el zumo de limón ayuda a evitar la oxidación y actúa como conservante. El coulis que os muestro se conserva perfectamente al menos cinco días, siempre en un recipiente hermético y refrigerado. Más tiempo no lo sé pues fue lo que duró.

Es una salsa perfecta para emplatar, eso si tenéis arte para ello, por que lo que es la que suscribe es un desastre y mirad que lo intento, que el otro día me estuve un buen rato haciendo pruebas en un plato todas con resultados nefastos. Al final me rendí y me resigné a que la presentación me quedara como un churro y si no me creéis, no os perdáis la próxima publicación y veréis cuánta verdad hay en mis palabras.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para 150 ml., aprox.

150 gr. de cerezas maduras deshuesadas (175 gr. de cerezas con hueso, aprox.)

30 gr. de azúcar blanquilla

25 ml. de agua

10 ml. de zumo de limón, colado

ELABORACIÓN:

Lavar y escurrir las cerezas.

Poner en un cazo el azúcar, el agua y el zumo de limón. Llevar al fuego y hervir a fuego medio durante dos minutos. Apartar y dejar templar.

Mientras se enfría el almíbar, eliminar los tallos de las cerezas, si los tuvieren, deshuesar y triturar con la batidora de brazo hasta conseguir un puré fino. Pasar el puré por un colador de malla fina para que quede más fino. Añadir inmediatamente el almíbar, dar un par de golpes de batidora para mezclar bien y verter rápidamente en un recipiente hermético.

Llevar al frigorífico y conservar en frío hasta su uso.

A comer.

viernes, 15 de abril de 2022

Sal de jamón, en microondas y en horno eléctrico

Tal vez llamar a ésto “receta” sea un poco pretencioso, porque tiene el mecanismo de un colador, como suele decirse, pero no por eso deja de ser una elaboración muy resultona para dar color y sabor a algunos platos. Además es una buena opción para utilizar los recortes del jamón o alguno loncheado que no haya salido bueno, claro está que cuanto mejor sea el jamón, mejor será la sal que se obtenga.

El jamón ya asado puede cortarse a cuchillo pero para ahorrar trabajo he utilizado el accesorio picador de la batidora de brazo. El inconveniente es que no deja todos los trozos picados uniformemente, pero siempre se le puede dar un repaso con el cuchillo.

Os doy dos opciones, horneado en horno eléctrico y en microondas. ¿Cual prefiero yo? Pues aunque el jamón no queda igual según el método utilizado, una vez picado yo, personalmente, no noto diferencia entre uno y otro (en la foto, a la izquierda el preparado en microondas, a la derecha, en horno eléctrico), así que me decanto por la utilización del microondas, por rapidez y economía, aunque si hacéis como yo, que aproveché que estaba horneado otra cosa y me cabía una bandeja al lado del asado, el horno eléctrico no es mala opción, pero encender el horno sólo para el jamón, no lo veo, salvo que se vaya a preparar mucha cantidad y no sé si eso es muy práctico en una cocina doméstica.

No puedo deciros cuánto se conserva, normalmente preparo poquita cantidad y lo gasto enseguida. ¿Y en qué? Probad con unos huevos fritos, un pescado blanco a la plancha o una crema de verduras, siempre sustituyendo a la sal o reduciendo ésta y me contáis. Seguro que os gusta.

Como he hecho parte de la sal de jamón en el microondas, me alegra mucho presentar esta receta al proyecto En Buena Onda

que Elisa, de Que no te falte un perejil y Marisa, de Thermofan promueven mensualmente para animarnos a utilizar más el microondas.

La cosa va doble, pues al aprovechar que ya tenía el horno eléctrico funcionando para hornear también otro poco de jamón, creo que merece estar en el proyecto 1+/-100, desperdicio 0 que gestiona Marisa desde su blog Thermofan y que promueve la reducción del desperdicio de alimentos y el reciclaje y reutilización en general.

No os entretengo más, que son días de procesiones o vacaciones, no de estar pegados a la pantalla de un ordenador.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

recortes de jamón curado, cortados finos, sin tocino (he utilizado jamón de cebo de campo ibérico)

*Y además:

papel de cocina y papel sulfurizado

2 bandejas metálicas aptas para horno

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos de horneado, tanto en horno microondas como eléctrico, son orientativos, pues dependerá, y mucho, del punto de curación del jamón y del tipo de jamón utilizado. Los que se indican son para recortes bastante curados pero no secos, de jamón de cebo de campo ibérico.

* En horno microondas:

Poner una hoja de papel de cocina en un plato. Repartir por encima los recortes de jamón, preferiblemente cortados finos y en trozos de 3-4 cm. de lado, unos junto a otros pero sin amontonar. Colocar encima otra hoja de papel de cocina y a continuación un plato.

Introducir en el horno microondas y hornear a 800 watios durante un minuto y diez segundos, seguidos de un minuto de reposo dentro del microondas.

Sacar del microondas y pasar el jamón a un plato dispuesto con otro papel de cocina para que absorba el exceso de grasa. Tal exceso dependerá del jamón utilizado, si es jamón curado de cerdo blanco será mucho más magro que si se utiliza, por ejemplo, jamón ibérico.

Proceder de igual modo con el resto de los recortes, si los hubiere.

Una vez se haya enfriado el jamón, desmenuzar con los dedos eliminando los restos de tocino que hubiera e introducir en el accesorio picador de la batidora de brazo o un procesador de alimentos pequeño. Triturar hasta que queden trocitos pequeños.

Introducir en un frasco hermético y utilizar al gusto.

*En horno eléctrico:

Precalentar el horno a 180º C, con calor arriba y abajo.

Poner una hoja de papel de sulfurizado en una bandeja metálica apta para horno. Repartir por encima los recortes de jamón, preferiblemente cortados finos y en trozos de 3-4 cm. de lado, unos junto a otros pero sin amontonar. Colocar encima otra hoja de papel sulfurizado, a continuación otra bandeja metálica de horno y encima un peso.

Introducir en el horno eléctrico a media altura, con calor arriba y abajo y hornear a 180º C durante 25 minutos.

Sacar del horno y dejar enfriar aprovechando el calor residual de las bandejas para seguir secando el jamón. Una vez frío, pasar el jamón a un plato dispuesto con un papel de cocina para que absorba el exceso de grasa. Tal exceso dependerá del jamón utilizado, si es jamón curado de cerdo blanco será mucho más magro que si se utiliza, por ejemplo, jamón ibérico.

Una vez se haya enfriado el jamón, desmenuzar con los dedos eliminando los restos de tocino que hubiera e introducir en el accesorio picador de la batidora de brazo o un procesador de alimentos pequeño. Triturar hasta que queden trocitos pequeños.

Introducir en un frasco hermético y utilizar al gusto.

A comer.

domingo, 30 de enero de 2022

Mezcla de especias para pan de especias

Posiblemente habéis oído hablar del pan de especias, una especialidad francesa que con variantes, también se encuentra en Alemania, Holanda, Suiza y en general en el norte de Europa. Como todo lo que tiene especias, ya sea dulce o salado, me atrae como un imán, llevo un tiempo atesorando recetas, principalmente francesas, de este dulce. En principio su elaboración no entraña mucha dificultad ni sus ingredientes son extraños y aunque en la mayoría de las recetas se indica una relación de especias, en otras muchas se emplea una mezcla para pan de especias que se comercializa bajo ese nombre, pero claro, en Francia y en aquellos países donde es tradicional, sí, pero aquí al menos yo no la he visto nunca, en ciudades grandes y en el norte de España (por su cercanía al país galo), tal vez se encuentre, pero como os digo, por aquí, nada de nada y es que ya ni pregunto en las tiendas donde suelo comprar las especias, porque a veces me miran con una cara que es un auténtico poema, que es que veo cómo su pensamiento pasa por su frente como si fuera un luminoso de luces de neón en el que se lee “pero qué me está pidiendo ahora la rara ésta”.

En vez de complicarme la vida, podía haberme limitado a las recetas en las que se especifican las especias empleadas, pero no, yo quería la mezcla para pan de especias que se comercializa como tal, de la que, por supuesto, desconozco su contenido, pero tenía capricho. Como no iba a cruzar los Pirineos para comprarla, básicamente porque no están a la vuelta de la esquina, ni tampoco “colaba” que en este tiempo organizase unas vacaciones en esa zona porque “estuviera deseando volver”, me ha tocado darme varias vueltas por la red buscando recetas. Con ligeras variantes, la gran mayoría de las mezclas se asemejan mucho tanto en ingredientes como en sus cantidades, así que después de comparar bastantes recetas, hice mi propia mezcla, reduciendo aquí, aumentado allá y suprimiendo el anís estrellado del que no soporto ni su olor.

En unos días os enseñaré el bizcocho que hice con esta mezcla. Ya os adelanto que está (estaba, que ya voló) de muerte lenta. Mientras, os dejo la receta y me voy corriendo a preparar la maleta, que me voy el fin de semana a Valladolid a ver a mi madre. Evidentemente esta es una entrada programada; cuando se publique, espero estar durmiendo como los angelitos en la que fue mi cama hasta que me independicé.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

8 gr. de canela en polvo

0'5 gr. de cardamomo molido (1/8 tsp, escaso)

0'5 gr. de clavo de olor en polvo (1/8 tsp)

5 gr. de semillas de cilantro (1 tbs)

4 gr. de semillas de anís verde (1'5 tsp)

2 gr. de jengibre en polvo (1/2 tsp)

0'3 gr. de nuez moscada molida (la punta de un cuchillo romo, generosa)

* Y además:

una báscula de precisión (optativa, pero muy recomendable)

un mortero

un molinillo de café

un colador de malla fina

ELABORACION:

Machacar groseramente en el mortero las semillas de cilantro y las de anís verde, mezcladas. Molerlas seguidamente en el molinillo de café en tres o cuatro tandas y en pulsaciones de no más de cinco segundos para no calentar las especias y evitar que suelten sus aceites. Tamizar con el colador cada tanda molida y reservar en un platito aparte los restos que queden en el colador.

Una vez molidas en el molinillo todas las semillas machacadas de cilantro y anís, introducir en el molinillo los restos de semillas que no pasaron por el colador y molerlas, siempre en pulsaciones no superiores a cinco segundos. Tamizarlas y devolver al molinillo los restos que queden en el colador. Seguir moliendo y tamizando hasta que la cantidad que quede sea tan pequeña que ya no la muelan las cuchillas del molinillo, aproximadamente un tercio de una cucharilla de café. Desechar estos restos.

Agregar al cilantro y al anís molidos el resto de las especias. Remover bien para que se distribuyan de forma homogénea. Introducir en un recipiente hermético y conservar en un lugar seco y oscuro.

Utilizar según demande la receta.

lunes, 15 de noviembre de 2021

Salsa de champiñones y queso, en robot Monsieur Cuisine Plus (MC+)

Ando yo un poco tarde este año elaborando el menú del día de navidad. Otros años, a estas alturas, ya llevaba más de un mes seleccionando y probando recetas, porque entre intolerancias y alergias alimenticias, gustos personales y la búsqueda de platos un poco más esmerados o especiales de lo habitual, yo, al menos, no organizo el menú en una tarde y si a eso le sumamos que estoy pasando por una época de inspiración cero, incluso para las comidas de diario, apaga y vámonos. De verdad que no sé como lo hacen en esas casas donde se juntan 15, 20 o más comensales esos días; a lo mejor es que me complico mucho o me exijo demasiado porque no me satisface poner “cualquier cosa”, que es lo que te dicen en cuanto pides que te echen una mano con la inspiración o te sugieren unos huevos fritos con patatas, que todos los años siempre hay alguien que lo dice, pero que luego, cuando los ofrezco para cenar ese día, nadie quiere, porque lo único que apetece es cenar una ensalada, una sopita o nada, directamente, que sí gastaremos mucho en las comidas y cenas de los días claves, pero el resto casi ni comemos o muy frugalmente, así que, económicamente, se compensa el dispendio con el ahorro. Y es que ya lo he dicho muchas veces, cada día comemos menos, mucho menos en realidad y en mi familia, que siempre hemos tenidos todos muy buen “saque”, es un claro síntoma de que nos vamos haciendo mayores y el escaso relevo generacional es aún muy joven para que coja el testigo.

Sin embargo, aunque comamos menos cantidad, no por ello deja de haber mucha menos variedad y aunque el plato principal lo tengo medio hilvanado ya que va a ser pescado, sí o sí, los entrantes son los que me traen por la calle de la amargura, que por hacerlo diferente este año, no van a ir emplatados individualmente, sino todos al centro de la mesa y que cada uno se sirva lo que quiera, pero al paso que voy, en el centro de la mesa va a haber bandejas vacías. Se nos va a quedar un tipo...

Lo único que este año voy a repetir, cosa que nunca hago pero se lo prometí a mi sobrina, es el sorbete de mandarina. Mi preciosa lo tomó con siete años y le impresionó de tal manera que a mitad de la comida se sirviera algo frío y ligeramente dulce, que se pasó todo el año diciendo que quería que volviera a ser navidad para venir a mi casa a comer el sorbete. Menudo disgusto se llevó la pobre cuando el año pasado no pudimos celebrar todos juntos ese día, se quedaba sin sorbete y se la notaba tan disgustada que le prometí que la siguiente vez que viniera al pueblo, se lo haría. No cumplí mi promesa porque no vino hasta este verano, que no era época de mandarinas, pero estoy deseando ver su cara cuando saque el sorbete el día de navidad.

Mientras sigo dándole vueltas a la cabeza pensando con qué entrantes me lío para la comida de navidad, os dejo una receta sencillísima y muy rica, una salsita de champiñones y queso que está para ponerle un piso. Va bien con todo, con pasta, con solomillo (cerdo, ternera o pavo, indistintamente), con pechuga de pollo o con pescado blanco, quedan unos platos deliciosos. Con las cantidades que indico, sale una salsa de textura semi espesa perfecta para pasta. Para acompañar carnes o pescados queda mejor más densa; en ese caso, sólo se utilizarían 150-200 ml. de leche, según el gusto personal. También se puede sustituir la leche por caldo de pollo o vegetal y tendréis una riquísima crema de setas. Y es que está tan buena, que se come a cucharadas.

Congela muy bien, por lo que hago bastante cantidad y la congelo en porciones de 200 ml., que es la cantidad perfecta para dos raciones de pasta.

Antes de dejaros con la receta, se admiten sugerencias para el menú de navidad. ¡Que no sean huevos fritos con patatas, por favor!.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para unos 600 ml. de salsa, aproximadamente. Todos los pesos en limpio

140 gr. de champiñones portobello

140 gr. de champiñones blancos

75 gr. de cebolla

15 ml. de salsa Worcestershire (salsa inglesa)

la punta de un cuchillo romo de pimienta blanca molida

la punta de un cuchillo romo de sal rosa del Himalaya

100 gr. de queso fresco de untar (tipo Philadelphia) bajo en grasa, a temperatura ambiente

300 ml. de leche desnatada, a temperatura ambiente

20 ml. de AOVE

ELABORACIÓN:

Eliminar la base terrosa de los champiñones, limpiar con un cepillo suave o con un papel de cocina, cortar en cuartos y reservar.

Pelar la cebolla y cortarla en 2-3 trozos. Introducirlos en vaso del MC+, colocar la tapadera con el orificio tapado y picar 10 segundos, velocidad 6. Bajar los restos, añadir el aceite de oliva virgen extra, tapar y cocinar con el cubilete puesto, 8 minutos a 80º C, velocidad 1.

Añadir al vaso los champiñones picados, la sal rosa, la pimienta blanca y la salsa Worcestershire. Cocinar tapado 15 minutos, velocidad 1, 90º C, marcha atrás.

Incorporar al vaso la leche y el queso, bajar los restos con la espátula y cocinar tapado, 5 minutos, velocidad 1, 90º C, marcha atrás.

Triturar el contenido del vaso durante 30 segundos a velocidad 10. Debe quedar una textura fina y homogénea. Utilizar caliente.

A comer.

lunes, 30 de noviembre de 2020

Pasta de castañas

Las Navidades están a la vuelta de la esquina y ya tenemos servida en bandeja la polémica: ¿nos juntamos? ¿no nos juntamos? ¿a quién dejamos fuera? ¿cada uno en su casa? ¿y los abuelos se quedan solos? ¿y los que están solos, las van a pasar igual de solos?... Las actitudes ante la situación son muy variadas, desde el “por descontado que mis padres no van a pasar Navidad solos” al “prefiero estar sola que es más seguro”, con todos los supuestos intermedios y que en algunos casos están provocando acaloradas discusiones. ¡Y falta todavía casi un mes! Miedo me da según se vayan acercando las fechas, porque las presiones van a ser muy grandes y me temo que alguien va a dar un paso atrás y no voy a ser precisamente yo, que tengo las ideas muy claras al respecto, además que mi salud no me permite andar con tonterías, pero eso parece que los demás no lo entienden y a final me temo que tendré que dar la nota, que a estas alturas de la película tampoco me duelen prendas, ojo. En fin, espero que el personal entre en razón y pueda comerme el tostón en paz.

Porque solos o acompañados, no debemos dejar de cuidarnos y darnos un capricho. Bien es cierto que este año no prepararé ni la mitad de chuminadas que otros (por una cuestión meramente matemática: menos comensales, menos comida), pero tampoco voy a preparar unos huevos con patatas fritas, aunque sé de uno al que no le importaría, jajaja... Asaré tostón o lechazo, pues el asado es un clásico que no puede faltar esos días y alguna cosilla sencilla y sabrosa de entrante y poco más. Y de postre, si tengo ganas, un pastel de chocolate y castaña del que forma parte la receta de hoy, que la traigo por separado para que la entrada no quede tan densa.

Esta pasta de castaña es muy sencilla de hacer, sólo requiere tiempo para pelar las castañas, pero tiene la ventaja de que se puede congelar en porciones, con lo que ya nos metemos en harina, merece la pena preparar una buena cantidad. Con las que indico, salen alrededor de 950 gr. de pasta. Es una elaboración poco dulce, pues siempre va a formar parte de otra receta, que si es dulce ya llevará su azúcar correspondiente y si es salada, no provocará demasiado contraste de sabores. Por la misma razón está apenas aromatizada con vainilla, pues si se va a usar en una receta dulce se puede añadir más vainilla y si es para una receta salada, ese toque perfumado resultará muy interesante según en qué preparación.

Como las castañas están asadas en el microondas, la presento al proyecto En Buena Onda

que de forma conjunta gestionan Elisa, de Que no te falte un perejil y Marisa, de Thermofan, encaminado a animarnos a utilizar el microondas más allá de calentar la leche.

Pinchad en el icono de la barra lateral si queréis ver los recopilatorios mensuales del proyecto.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

500 gr. de castañas ya peladas y asadas en el microondas (unos 800-900 gr. de castañas frescas)

600 ml. de leche desnatada

50 gr. de azúcar moreno integral de caña

50 gr. de mantequilla

1/4 tsp de azúcar de vainilla (mín. 50% semillas de vainilla)

ELABORACIÓN:

Colocar un trozo de papel de cocina en un plato llano. Practicar un corte en la piel exterior dura de las castañas para que no estallen y colocarlas extendidas en el plato y sin amontonar. Habrá que preparar varias tandas.

Introducir el plato sin tapar en el microondas y programar 3 minutos a 800 watios (ver *NOTAS). Sacar el plato en cuanto acabe el tiempo y una vez que la temperatura de las castañas permita su manipulación (salen muy calientes), eliminar la piel exterior dura, la piel interior peluda y las partes oscuras que puedan tener y que dan mal sabor a la castaña. Proceder de la misma forma con el resto de castañas hasta obtener 500 gr. de castañas peladas y asadas.

*NOTAS:

El horneado de las castañas en el microondas requiere de cierta experiencia pues los resultados difieren mucho según el microondas que se utilice, el tamaño de las castañas y su frescura.

El papel de cocina no sólo sirve para absorber la humedad de las castañas, si no también como orientación a la hora de asarlas. Si al sacar el plato el papel está muy mojado es porque las castañas son muy frescas, así que habrá hornear las siguientes tandas sin tapar. Si por el contrario, el papel está apenas húmedo es que las castañas ya están perdiendo agua, por lo que habrá que colocar una tapadera apta para microondas en las demás tandas de castañas; de esta forma, la humedad que retendrá la tapadera hará que las castañas se sequen menos y se horneen mejor.

El tiempo es también muy importante, pues si es escaso, dificultará la eliminación de la piel interior de las castañas, pero si es excesivo, las castañas se secarán tanto que quedarán pilongas.

Teniendo en cuenta lo anterior, la primera hornada de castañas dará la pauta de cómo hornear las siguientes: tapadas o no o más o menos tiempo. En cuanto al tiempo, es aconsejable aumentarlo o reducirlo en intervalos de 20-30 segundos como máximo y en caso de ser necesario.

La textura final de la castaña asada tiene que ser blanda, ligeramente “gomosa” y sin partes secas o duras.

Partir las castañas peladas en 2-4 trozos y disponerlas en un cazo amplio. Añadir 500 ml. de leche y hervir a fuego bajo y semi tapado durante 30 minutos, removiendo de vez en cuando y vigilando que la leche no se agarre al fondo del cazo. Al final del tiempo se habrá consumido toda la leche y las castañas deberían estar ya cocidas; si no fuera así, añadir un poco más de leche y continuar la cocción hasta que estén cocinadas.

Apartar el cazo del fuego, incorporar la mantequilla, el azúcar moreno y el azúcar de vainilla y remover.

Pasar el contenido del cazo a un procesador de alimentos potente o en su defecto al vaso de la batidora de brazo. Agregar los 100 ml. de leche desnatada restante y procesar hasta conseguir una pasta fina y sin trozos de castaña. En caso de utilizar una batidora de brazo y si no fuera muy potente, una vez triturados con ésta los trozos más grandes, pasar la pasta por un pasapurés de orificio fino y después trabajar la pasta con una cuchara o espátula de madera hasta que quede compacta.

La textura y humedad final de la pasta es muy similar a la del mazapán, tal vez un poco más seca. No se pega a las manos ni a la superficie de trabajo y es fácilmente modelable.

Formar un rulo con la pasta y envolver en papel film para que no absorba olores extraños ni se seque. Dejar reposar en el frigorífico al menos doce horas antes de su utilización.

Utilizar según requiera la receta.

A comer.

martes, 30 de junio de 2020

Crema agria ligera casera


Herniada me he quedado hoy con la receta. Qué trabajazo, por favor... El de encender el ordenador, editar las fotos y escribir la entrada, porque lo que es la receta, se puede calificar de “esfuerzo: -2”. Pero como pretender encontrar crema agria en algún supermercado de aquí es una utopía, toca hacerla en casa, aunque el trabajo sea equiparable a abrir un frasco de conserva. Bueno, ni eso, que hay tarros que me ha costado abrir mucho más que hacer la crema agria.

Supongo que sabréis lo que es la crema agria (o sour cream): no es más que nata fermentada con bacterias lácticas. La versión casera y facilona es la que os enseño aquí y que he tomado de esta receta de Directo al Paladar.

Según he leído por ahí, a mayor porcentaje de grasa en la nata, antes y más espesará la crema agria. El método para hacerla es el mismo, evidentemente. En cualquier caso, supongo que según qué nata se utilice, habrá una gran diferencia en el resultado y no sólo como consecuencia el porcentaje de grasa que contenga: parece ser que es infinitamente mejor la obtenida a partir de nata fresca, pero volvemos a la misma, hay que arreglarse con lo que se encuentra por aquí en formato doméstico y ésta suele ser pasteurizada. Digo formato doméstico porque sí he visto nata fresca, pero en envases para hostelería de un litro ¿y dónde voy yo con tanta nata, a la que, por otra parte, no soy excesivamente aficionada?. Así que nos apañamos con esos bricks pequeños y asunto arreglado. Total, tampoco he probado nunca la nata agria auténtica con lo que no sé a qué sabe y me vale perfectamente este sucedáneo hecho en casa.

Os preguntaréis a qué sabe. Pues recién hecha tiene un sabor más suave que el de la nata y ligeramente ácido, pero al día siguiente, la acidez es más sutil y su sabor recuerda al de el queso de untar aún teniendo un deje a nata.

La nata agria o sour cream, se utiliza en muchísimas recetas europeas y americanas, sobre todo en repostería. Ahora bien, para ese uso, es aconsejable prepararla con nata con un 35% de materia grasa (la de montar) porque el resultado es bastante diferente. Yo la quería para elaboraciones saladas y necesitaba una textura más ligera.

Un consejito: no batáis mucho la nata, es suficiente con removerla con una cuchara para integrar el zumo de limón y la sal. Si estáis utilizando nata con un 35% de materia grasa y os emocionáis batiendo como hice yo, se os cortará la mezcla, se separará el suero y obtendréis algo que se supone que es mascarpone pero que sabe a mantequilla y tiene una textura (a temperatura ambiente) deliciosamente sedosa (foto-testimonio más abajo). Si sentís curiosidad, haced la prueba: batid la mezcla con unas varillas manuales hasta que adopte una apariencia granulosa (ojo, que tarda poco), eso indicará que ya empieza a separarse el suero (el famoso y fantasmal buttermilk) de la materia grasa. Seguid batiendo: al principio la parte sólida se quedará hecha un pegote dentro de las varillas y en el fondo del recipiente quedará la parte líquida. Escurrir ésta a otro cuenco, colándola al propio tiempo para que no caiga nada de materia sólida. Poner toda la materia sólida en el colador y presionar con una cuchara para que siga soltando suero. Cuando ya no escurra nada de líquido, devolver el contenido del colador al bol donde estabais batiendo y continuad dándole con las varillas, se volverá a pegar a ellas. Poco a poco, la mezcla irá desprendiéndose de las varillas y pegándose a las pareces del bol, a la vez que se vuelve muy sedosa, con una textura parecida a la de la mantequilla a punto pomada. Batid un poco más hasta que esté homogénea, volcar en un recipiente y distribuirla intentando que no queden bolsas de aire. Cerrar y conservar en el frigorífico. Yo la he utilizado después en sustitución de la mantequilla. El suero no lo pude usar porque al recoger los trastos de la sesión de fotos, le dí un golpe al frasco y se fue todo el contenido a paseo.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.


INGREDIENTES:


100 ml. de nata con un 18% de materia grasa (de la de cocinar), a temperatura ambiente

7 ml. de zumo natural de limón filtrado, a temperatura ambiente

una pizca de sal


ELABORACIÓN:


Disponer en un bol la nata y agregar el zumo de limón. Remover con una cuchara, tapar y dejar reposar 30 minutos en un lugar cálido para que espese. Lo hará ligeramente.

Añadir una pizca de sal, volver a remover con la cuchara para integrarla y verter en un frasco que cierre bien. Colocar la tapadera y llevar al frigorífico; seguirá espesando.

Esperar al menos cuatro horas antes de consumir, o mejor aún, toda la noche. Eso hará que la crema coja cuerpo, aumente de volumen y afine el sabor.

Sacar del frigorífico y utilizar en la forma que requiera la receta.

A comer.

jueves, 30 de abril de 2020

Salsa chraimeh


Esta salsa está tan buena, que merece una entrada para ella sola. En casa la hemos comido para acompañar unos pinchos de magro de cerdo a la brasa y para unas alitas de pollo embadurnadas con ella y después asadas en las brasas y las carnes, de ambas maneras, estaban muy ricas, sobre todo las alitas, así que supongo que también ha de quedar muy bien con churrasco de ternera, con unas costillas fritas o asadas y con una fondue de solomillo de cerdo. Es desde luego, una salsa muy versátil.

La salsa, recién hecha, no es muy picante, pero no caigáis en la tentación de añadir más guindilla, pues el sabor se va intensificando con el paso de las horas y de los días, pues se conserva perfectamente al menos dos semanas, que es el tiempo que hemos tardado en consumirla. Como es una salsa de sabor potente, cunde mucho y con las cantidades que doy, sale bastante. Pero si dobláis cantidades, aconsejo que preparéis la mezcla en un procesador de alimentos, ya que os facilitará mucho la tarea, cuidando siempre que la textura quede un poco gruesa.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.



INGREDIENTES:


3 tbs. de aceite de girasol

3 dientes de ajo medianos

1 tsp. de pimentón dulce

1 tsp. de semillas de alcaravea

1/2 tsp. de semillas de comino

una punta generosa de cuchillo romo de canela en polvo

2 pimientas de cayena verdes frescas o 1 chile verde fresco

75 ml. de agua caliente

tbs. de salsa de tomate espesa

1/2 tsp. de azúcar blanquilla

2 tbs. de zumo de limón

sal y pimienta negra en polvo


ELABORACIÓN:


En una sartén sin aceite, tostar a fuego medio las semillas de alcaravea hasta que empiecen a desprender su aroma y cuidando que no se quemen. Apartar del fuego y dejar enfriar.

Pelar los ajos, eliminar el germen e introducir en un mortero. Añadir las semillas de comino, las de alcaravea frías y las cayenas verdes picadas gruesas o el chile picado igualmente grueso. Machacar hasta formar una pasta. Añadir 2 tbs de aceite y homogeneizar.

Poner a calentar 1 tbs de aceite en una sartén pequeña. Cuando esté bien caliente, añadir la pasta del mortero, remover y sofreír a fuego alto durante medio minuto. Apartar del fuego y añadir un poco del agua caliente para bajar la temperatura del aceite y evitar que salte. Agregar el resto del agua, la salsa de tomate, el pimentón dulce, el azúcar, la canela, el zumo de limón, 1/4 tbs de sal y una pizca de pimienta negra, remover y volver a llevar al fuego. Calentar el conjunto a temperatura suave y hervir durante dos minutos.

Apartar del fuego y consumir templada o a temperatura ambiente.

A comer.

lunes, 10 de junio de 2019

Leche condensada en robot Monsieur Cuisine Plus (MC+)


 
Hoy una receta sencillita, rápida y sin complicaciones.
 
Que además sirve para dar salida a esa leche en polvo que-compraste-para-añadirla-a-los-yogures-pero-qué-demonios-haces-con-lo-que-te-sobra-si-sólo-necesitabas-una-cucharada y para usar el robot Monsieur Cuisine Plus (MC+) que-compraste-con-toda-la-ilusión-y-está-cogiendo-polvo-en-un-rincón.
 
La receta es de Cocinillas: La Gastronomía de El Español. Yo la dejé cocer dos minutos más porque no me parecía lo suficientemente espesa, pero tal vez no era necesario. Queda más blanquita que la comercial pero muy rica, no teniéndole nada que envidiar. Durará menos que la comprada pero la hice hace dos semanas y la que me queda está en buen estado.
 

Evidentemente se puede hacer en Thermomix o en un cazo, al modo tradicional, hirviendo suavemente y no dejando de remover en ningún momento. También se puede hacer con leche líquida normal. En la red hay montones de recetas.
 
Venga, a lavarse las manos y a cocinar.
 


INGREDIENTES:


200 gr. de leche desnatada en polvo

290 gr. de azúcar blanquilla

140 ml. de agua mineral a temperatura ambiente


ELABORACIÓN:


Introducir en el vaso del robot MC+ y por éste orden, la leche condensada, el azúcar y el agua. Colocar la tapadera y programar 13 minutos a 90º centrígrados, velocidad 3 y con el orificio destapado. Pasado el tiempo, volcar el contenido del vaso en el recipiente donde se vaya a guardar la leche condensada y dejar que se enfríe sin tapar. Espesará bastante al enfriar.

Una vez fría, tapar y conservar en el frigorífico.

Utilizar para otras elaboraciones o pecar comiéndosela a cucharadas.

A comer.





martes, 20 de noviembre de 2018

Cebolla caramelizada (sin atajos)




Sí, sin atajos. Nada de ponerle azúcar, vinagre balsámico o bicarbonato para acelerar el proceso. Solamente aceite, un poco de sal y tiempo para que la cebolla se haga con sus propios azúcares. Respecto al porqué del proceso de caramelización la cebolla, aconsejo leer la muy interesante entrada que Miriam, de El invitado de invierno tiene dedicada a este tema. Creo que no se puede explicar más y mejor.  
 
Cebolla, aceite, sal y tiempo, mucho tiempo. El que yo indico es orientativo, ya que dependerá mucho de lo fina o gruesa que se corte la cebolla y sobre todo, de la clase, porque no tiene el mismo agua una cebolla de verano que una de invierno. Cuanto más agua tenga, más tierna será y quedará infinitamente más rica. Y también se reducirá más. Yo usé cebollas de hojas gruesas, con gran contenido en agua y por curiosidad las pesé una vez cocinadas y los 500 gr. iniciales se quedaron en ¡157 gramos!. Menos mal que luego cunde...


Venga, a lavarse las manos y a cocinar.
 
 
 
INGREDIENTES

500 gr. de cebolla
aceite de girasol
sal


ELABORACIÓN


Poner a calentar una sartén amplia y honda con un buen fondo de aceite.

Pelar y cortar en juliana la cebolla. Hacer los cortes en sentido paralelo al corazón de la cebolla; de esta manera se deshará menos al cocinarse.

Agregar la cebolla a la sartén cuando el aceite esté caliente. Remover bien para que se impregne toda la cebolla con el aceite, salar ligeramente para favorecer que la cebolla sude, tapar y dejar cocinar a fuego suave cuarenta minutos o hasta que esté traslúcida, removiendo de vez en cuando. Pasado ese tiempo, destapar y poner a fuego medio para que se evapore todo el líquido que ha soltado la cebolla y empiece a dorarse ésta cuando quede sólo aceite. Tardará en hacerse una hora, aproximadamente, durante la que habrá que estar muy pendiente para evitar que se queme.

Una vez hecha, escurrir el aceite, si se desea y consumir.

 

sábado, 10 de noviembre de 2018

Crema pastelera rápida con huevos enteros



 
 
Me repatean las recetas en las que se usan sólo las yemas o sólo las claras de los huevos, porque al final la parte del huevo que no he usado acaba en la basura. Eso mismo me pasó hace poco con una clara; usé la mitad y la otra mitad, después de unos días de rodar por el frigorífico, acabé tirándola. Así que si puedo, uso huevos enteros, como en esta crema pastelera, que no discuto que quede más rica hecha sólo con yemas, pero la verdad, si va a formar parte de un relleno al que además se le van a añadir otros ingredientes (por ejemplo, naranja confitada, mermelada, crema de almendras), como que yo no noto la diferencia.
 
Está hecha con leche desnatada, pero no por nada, sino porque es la leche que tomamos en casa y es la que uso para todo. Si se hace con leche entera, quedará con más cuerpo.
 
Venga, a lavarse las manos y a cocinar.
 
 

INGREDIENTES

225 ml. leche desnatada
 
2 huevos medianos
 
50 gr. de azúcar blanquilla
 
20 gr. de maizena
 
1 rama de canela y/o un trozo de cáscara de limón (sin la parte blanca)
 
10 gr. de mantequilla (opcional)


PREPARACIÓN
 

Separar en un cazo 100 ml. de leche. Agregar la canela y/o la piel de limón y llevar a ebullición. Apartar del fuego, tapar y dejar en infusión 15 minutos. Colar y dejar que se enfríe.
 

Poner en el vaso de la batidora de brazo los otros 125 mililitros de leche, los huevos, el azúcar y la maizena. Batir con la batidora y colar por si hubiera quedado algún grumo. Poner en un cazo amplio y agregar la leche infusionada. Calentar el conjunto a fuego medio-bajo sin dejar de remover con unas varillas hasta que la mezcla espese. Espesará más al enfriar. Para que la crema quede más sedosa, agregar 10 gr. de mantequilla y remover hasta integrar.
 

No queda muy dulce. Depende del uso que se la vaya a dar, añadir más azúcar si se va a usar sola y en caso de mezclarla con otra preparación, no poner más ya que aquello con lo que se mezcle también llevará azúcar.