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lunes, 25 de noviembre de 2024

Calamares harissa

Queda ¡horror! menos de un mes para las fiestas y aún no estoy en modo “navidad”. A este paso me pilla el toro y eso que sólo preparo comida para un día y para cuatro gatos. Claro, que también he comprobado que me inspiro más bajo presión, pero como no me espabile me veo llamando a Glovo... El segundo lo tengo claro, será un asado de lechazo o tostón, más que nada por petición popular, porque ya el año pasado me dijeron que sí, que preparo cositas muy ricas pero que mejor que hiciera un asado, que me queda muy bueno y los demás, por unas cosas u otras nunca lo hacen en sus casas, así que por ese lado me lo ponen fácil, la verdad, pero por aquéllo de llevar la contraria preferiría deleitarles con otra cosa, aunque, sinceramente, entiendo que para los demás un asado sea algo extraordinario, culpa no tienen de que en mi casa se coma con cierta regularidad y es que yo tengo una relación apasionada con el horno pues es, después de la vitrocerámica, el electrodoméstico con el que más cocino, vamos, que el día que se me estropee y el arreglo cueste más que uno nuevo me va a dar un soponcio, pues tendré que comprar uno nuevo (que si el mío se siguiera fabricando ya os digo yo que compraba el mismo modelo) y ya sabéis lo que pasa con todas las relaciones, que hasta que nos conocemos bien hay un periodo largo de adaptación y concesiones, porque no sé si os habéis dado cuenta, pero la relación cociner@-horno es tan íntima y especial como una relación de pareja, con la ventaja de que el horno no se enfurruña contigo, aunque a veces sí te lleve la contraria, jajaja... ¿o no?.

Así que este año a lo mejor pongo de entrante estos calamares, quedan super ricos y como se pueden hacer con tubos de calamar congelado, como he hecho yo, tiene la ventaja de que no hay que estar a expensas de encontrar en el mercado, en esas fechas tan complicadas, unos buenos calamares, por no hablar del precio que tendrán esos días, que esa es otra. Que sí, que con calamar de potera tiene que estar para ponerle un piso, lo sé, pero también os digo que en el mercado hay buenos calamares congelados que quedan muy dignos y ricos con esta receta. Incluso con éso que venden como pota (“se vuelva” como dicen en mi casa, porque de pota tienen lo que yo de delgada), queda el guiso muy rico. Ya os digo yo que vais a quedar de estrella michelín sin mucho esfuerzo y sin dejaros un dineral. Y para remate, como hay que prepararlos con antelación (hasta tres días sin ningún problema), no os tenéis que dar tanto “empacho” a cocinar el día crítico.

Ya se me olvidaba. La harissa en pasta es mucho más picante que la que viene en polvo. He utilizado ésta y los calamares quedan picantitos, pero no mucho, así que si tenéis de la otra, yo le pondría la mitad de la que indico y probaría el guiso, ajustando con posterioridad si fuera necesario, no sea que os quede muy picante y tengáis que beberos todo el vino de golpe para calmar el picante...

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

900 gr. de tubo de calamar congelado, descongelado y escurrido

180 gr. de cebolla

10 gr. de ajo, pelado y sin germen

2 tsp de harissa en polvo

15 gr. de pasta de tomate

125 gr. de tomate pera, pelado

50 ml. de vino blanco verdejo D.O. Rueda

100 ml. de agua

sal

AOVE

cebollino fresco, para servir

ELABORACIÓN:

Lavar los tubos de calamar y secar con papel de cocina. Cortar en cuadrados de 3-3'5 cm. de lado y reservar.

Cortar la cebolla en dados de 0'5-1 cm. de lado y el ajo en láminas finas. Reservar.

Picar los tomates en dados de 0'5-1 cm. de lado y reservar.

Poner un fondo generoso de aceite de oliva virgen extra en una cazuela. Calentar y añadir la cebolla, el ajo y una pizca de sal. Freír a fuego medio-alto y cuando la cebolla empiece a dorarse, bajar el fuego a medio y agregar la harissa. Rehogar 20 segundos y añadir la pasta de tomate. Cocinar un minuto e incorporar los tomates de pera. Pochar hasta que se consuma el agua de vegetación de los tomates y añadir los calamares. Subir el fuego a medio-alto y cocinar 3 minutos, removiendo constantemente. Agregar el vino, evaporar el alcohol durante dos minutos y verter el agua. Remover el guiso, tapar y cocer a fuego medio-bajo 25 minutos o hasta que los calamares estén tiernos.

Apartar del fuego y dejar enfriar. Llevar al frigorífico hasta el día siguiente.

Calentar los calamares, previamente atemperados, a fuego medio. Rectificar de sal y servir, espolvoreados con cebollino lavado y picado.

A comer.

lunes, 25 de septiembre de 2023

Sepia con verduras

Este verano ha habido bastante sepia fresca en el súper, tanta, que a las horas que voy yo a hacer la compra aún había y he comprado bastante porque en casa nos gusta mucho. Además encontrar sepia sucia es tan difícil, que no dudo en llevarla siempre que la veo, aunque me da un poco de rabia tener que congelarla por el tema del anisakis, pero qué le vamos a hacer. Normalmente la preparo a la plancha porque es como más la disfrutamos o bien con lentejas o con garbanzos, pero por variar un poco la he cocinado de distintas formas, como la receta que os muestro hoy, que está para ponerle un piso en el centro, decir que está rica es quedarse corto, no sé si porque la sepia era fresca, que aunque la congelé previamente nada tiene que ver con la que se compra congelada o descongelada, o porque siguiendo los buenos consejos de Marisa, la he cocinado con piel. Creo que han sido ambas cosas, en cualquier caso no vuelvo a pelar la sepia en la vida, me ahorro trabajo y consigo un guiso más sabroso.

La preparé con verduras, aprovechando las bondades de la huerta de casa y porque si las cocino solas el costillo no me las come pero así le gustaron mucho, la verdad que como absorben el sabor del guiso están riquísimas, que variando las cantidades se pueden preparar “verduras con sepia”. Es sólo una idea que dejo ahí para quien le interese, que si yo supiera que no me iban a poner caras largas, el guiso iría mucho más cargadito de “verde”.

Quedó muy caldoso, pues ya sabéis que la sepia suelta mucho líquido y las verduras no digamos, pero ese caldillo es un auténtico pecado bien mojado con pan. Si no os gusta con tanto, escurridlo y ponedlo a reducir aparte una vez hecha la sepia, luego lo reintegráis al guiso y listo.

Aunque recién hecha está muy rica, mejora sustancialmente con el reposo, volviéndose más sabrosa, por eso, no rectificar de sal hasta el momento de servir,

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

una sepia de 780 gr., peso con piel y sin tripas ni hueso

100 gr. de cebolla roja

65 gr. de pimiento verde

65 gr. de pimiento amarillo

200 gr. de tomate maduro y firme (peso sin piel)

130 gr. de calabacín

1 diente de ajo grande

1 pimienta de cayena seca

100 ml. de vino blanco verdejo D.O. Rueda

1 pastilla (10 gr.) de caldo concentrado de verduras

AOVE

sal

ELABORACIÓN:

Lavar todas las verduras. Quitar la capa exterior y las raíces de la cebolla y cortar en plumas finas. Eliminar tallos, nervaduras interiores y semillas de los pimientos y cortar ambos en dados de 1 cm. de lado. Despuntar el calabacín y cortar en dados de 1 cm. de lado. Reservar todas las hortalizas por separado.

Pelar el tomate, cortar en dados de 1 cm. de lado y ponerlo en un escurridor. Dejar a un lado.

Pelar el diente de ajo, picar y prensar con una prensa para ajos. Reservar.

Lavar la sepia minuciosamente. Secar muy bien con papel absorbente de cocina y cortar en trozos tamaño bocado, teniendo en cuenta que una vez cocinada encogerá bastante. Reservar.

Disponer un fondo de aceite de oliva virgen extra en una cazuela ancha y llevar al fuego. Cuando el aceite esté caliente, añadir la cebolla y los pimientos y cocinar a fuego medio-alto hasta que las verduras empiecen a ablandarse, unos 3 minutos. Agregar el ajo prensado, remover y cocinar 1 minuto. Incorporar el tomate escurrido y cocinar hasta que pierda el agua, unos 3 minutos. Subir el fuego a alto y añadir la sepia y el calabacín, cocinar 1 minuto sin dejar de remover e incorporar el vino blanco. Evaporar el alcohol durante 1 minuto, añadir la pimienta de cayena (entera, pinchada o partida, según el nivel de picante deseado) y la pastilla de caldo desmenuzada, remover y bajar el fuego a medio. Cocinar destapado 10 minutos, agregar un buen chorreón de aceite de oliva virgen extra cruda y cocinar otros 7 minutos o hasta que la sepia esté tierna, con cuidado de no cocerla en exceso porque eso la endurecerá.

Eliminar la pimienta de cayena y dejar reposar 12-24 horas antes de consumir. Calentar brevemente a fuego suave, rectificar de sal y servir.

A comer.

domingo, 15 de agosto de 2021

Puntillas con champiñones

No sé si será por la situación sanitaria actual, pero da la sensación de que todo está más parado que otros años, al menos por aquí. No hay apenas tráfico en las carreteras y aunque por las calles se ven muchos más coches que habitualmente, no se ve por ello más gente en la calle. Gente hay, pues no hay más que ir a los supermercados para comprobarlo, vayas a la hora que vayas hay muchos más clientes que en invierno, pero no sé si es que luego no salen de casa o qué. El caso es que entre eso y que estos días SÍ está haciendo calor, mucho calor, no como hace una semana que nos pelábamos de frío, estoy bastante apática, sin ganas de nada, ni de cocinar y hay muy poquitas cosas que me quiten las ganas de meterme en la cocina. Así que hoy, una receta rapidita para así podernos poner a hacer otras cosas, como por ejemplo, decidir el destino de las vacaciones los que a estas alturas todavía no las hayáis cogido, como yo, que aún continúo trabajando, aunque ya por pocos días.

Receta sencilla, rápida y resultona, que acompañada de una cervecita y poco más, viste de lujo la mesa para la cena y sobre todo si compráis puntillas frescas, que nada tienen que ver con las congeladas, que son a las únicas a las que aquí tengo acceso.  La única ventaja de las segundas sobre las primeras, es que suelen venir medio limpias y algo de trabajo ahorran, ahora bien, si yo pudiera comprarlas frescas desde luego que no las compraba congeladas, por mucho trabajo que den para limpiarlas. Y es que son tan ricas que cuando vamos de vacaciones al sur, raro es que no las pidamos si las vemos en alguna carta, eso y las berenjenas con miel, que me pirran y no consigo que me queden bien.

Ale, os dejo con estas puntillas con champiñones y me voy a poner a mirar dónde vamos de vacaciones, que normalmente vamos al norte pero este año, con lo irregular que está siendo el verano, a lo mejor tiramos para el sur, que siempre te aseguras del calor, aunque a lo peor nos aseguramos demasiado…

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Todos los pesos en limpio

500 gr. de puntilla de calamar

250 gr. de champiñones

50 gr. de cebolla

25 ml. de vino blanco seco

AOVE

sal

ELABORACIÓN:

Poner las puntillas de calamar en un escurridor. Apretar ligeramente para que suelten el agua que pudieran tener y reservar.

Picar la cebolla muy pequeña y reservar.

Lavar bajo el grifo con un hilo de agua y uno a uno los champiñones, frotándolos con un cepillito para eliminar restos de tierra. Secar con papel de cocina y cortarlos en cuartos o sextos, según tamaño. Reservar.

Disponer una sartén amplia y honda con un fondo de aceite de oliva virgen extra. Calentar a fuego medio, añadir la cebolla y un poco de sal. Rehogar hasta que empiece a ponerse transparente, subir el fuego, añadir los champiñones y saltear el conjunto a fuego muy fuerte durante un minuto. Bajar el fuego, agregar el vino blanco y sal, remover, colocar una tapadera y cocinar a fuego medio hasta que los champiñones estén tiernos, unos diez minutos, vigilando que no se queden sin líquido.

Retirar el contenido de la sartén a un plato. Limpiar la sartén con un papel de cocina y añadir un fondo de aceite de oliva virgen extra. Calentar a fuego fuerte y cuando el aceite esté muy caliente, incorporar las puntillas y saltear justo hasta que empiecen a cambiar de color. Añadir inmediatamente los champiñones, mezclar el conjunto y cocinar a fuego muy fuerte y destapado para que se consuma casi todo el líquido que soltará las puntillas, tres minutos, removiendo para evitar que se pegue. Rectificar de sal y servir inmediatamente.

A comer.

miércoles, 20 de enero de 2021

Calamar con salsa de almendras y canela

A veces, de visita por las cocinas ajenas, ves una receta y piensas “tiene que estar rico” y sigues navegando sin tomar nota. Pero en tu subconsciente queda la susodicha receta dando vueltas y en la retina la imagen del plato, de manera que aunque no la hayas apuntado, de vez en cuando te acuerdas de su existencia y te dices “tenía que cocinar aquéllo tan rico”, pero no es el momento y sigues a otras cosas. Sin embargo, la mente a veces es como una mosca cojonera y ahí sigue, dando la matraca con la recetita o la foto en cuestión, que casi la puedes oír decir “te la pienso estar recordando hasta que la cocines, que no te creas que voy a dejar que la olvides”. ¡Y luego no me acuerdo de lo que comí ayer!. Hasta que un día te das por vencida y recurriendo a tu memoria fotográfica, buceas en la red hasta que la encuentras, aunque no siempre tienes éxito y eres incapaz de dar con ella, como os contaba en la receta del tartiflette, lo cual es muy frustrante, dicho sea de paso, pero la mayoría de las veces ahí aparece, tal y como la recordabas.

Pues precisamente éso es lo que me paso con estos calamares. Los ví hace muchísimo tiempo en el blog Las Comidas de Carmen. Me pareció una receta rica y diferente a lo que yo cocino, pero como os contaba, ni la apunté, ni descargué, ni guardé en favoritos ni nada, bueno, la fotografía del plato quedó grabada en mi cabeza, la verdad y ahí ha estado, haciéndose presente de vez en cuando recordándome que tenía que hacerla hasta que por fin, le llegó su momento y ahora lamento no haberla guisado antes, pues nos ha gustado mucho, es un plato que pienso repetir y os invito a que lo hagáis, sobre todo si os gusta la canela, porque la da un sabor diferente y muy interesante. Eso sí, no le pongáis más de la indicada pues se adueñará de todos los sabores del plato hasta anularlos.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

375 gr. de anillas de calamar

50 gr. de cebolla

50 gr. de tomate

1 diente de ajo grande

1 ramita de perejil fresco (sólo las hojas)

100 ml. de vino blanco seco

25 gr. de almendras crudas repeladas

1/8 tsp de canela molida

50 ml. de agua

AOVE

sal

ELABORACIÓN:

Pelar la cebolla y cortarla en brunoise. Pelar, despepitar el tomate y picarlo en brunoise. Pelar el ajo, quitar el germen y laminar. Lavar el perejil y picar groseramente las hojas. Reservar todos los ingredientes por separado.

Enjuagar las anillas de calamar y retirar los posibles restos de impurezas. Dejar escurrir en un colador y reservar.

Poner un fondo de aceite de oliva virgen extra en una sartén pequeña. Calentar el aceite y freír el ajo laminado y las almendras enteras a fuego medio hasta que los primeros empiecen a dorarse. Sacar ajo y almendras y disponerlos en el vaso de la batidora de brazo.

En la misma sartén y añadiendo un poco más de aceite si fuera necesario, freír la cebolla y cuando empiece a tomar color, agregar el tomate y continuar cocinando hasta que las hortalizas estén hechas. Verter el contenido de la sartén en el vaso de la batidora, añadir las hojas de perejil y el vino blanco y triturar con la batidora de brazo hasta conseguir una salsa fina y homogénea. Reservar.

Poner un hilo de aceite de oliva virgen extra en una olla y saltear brevemente las anillas de calamar a fuego fuerte. Añadir la canela y rehogar unos segundos. Bajar el fuego e incorporar la salsa de almendras. Echar el agua en el vaso de la batidora, recoger los restos de salsa y verter en la olla. Cocer a fuego suave unos treinta minutos o hasta que el calamar esté tierno, añadiendo agua si fuera necesario.

Retirar del fuego, añadir sal al gusto y servir.

A comer.

domingo, 10 de enero de 2021

Lenteja pardina con sepia y langostinos

Mi intención hoy era traer una receta dulce, que ya va tocando, pero con el temporal que nos está trayendo la borrasca Filomena, pues como que apetece más un reconfortante plato de legumbre, así que, cambio de planes y lentejas al canto.

¡Madre mía el caos que nos ha traído Filomena! La nieve es muy bonita (sobre todo blanquita y detrás de la ventana), sí, pero por estos lares, no estamos acostumbrados a ella y ni sabemos conducir ni tenemos calzado adecuado. A ver dónde voy yo con mis zapatos de tacón según está la calle y es que no tengo nada plano, lo mismo que no tengo cadenas para el coche ni sabría ponerlas. Recuerdo que después de la gran nevada que cayó en Madrid el día de nochevieja del año 1998 y que provocó el caos en la A-6, del que por cierto me libré porque me puse en carretera media hora antes del monumental atasco, compré unas cadenas para el coche y según me explicaba amablemente el dependiente cómo tenía que ponerlas, pensaba para mis adentros “uf, más vale que si llega el caso, me ayude algún alma caritativa porque ésto no lo pongo yo ni loca”. Afortunadamente han pasado un montón de años y nunca he tenido necesidad de ellas, pues aunque ahora mismo recuerdo un par de ocasiones en que me ha patinado el coche por placas de hielo y algún viajecito que no se acababa nunca, como aquélla ocasión en que un trayecto de una hora y media por autovía se convirtió en una odisea de tres horas en una fría madrugada de lunes, las nevadas en general han sido pocas y moderadas, tanto que he cambiado de coche, las cadenas que tengo no le sirven al que ahora conduzco y si no me han hecho falta en los veinte años pasados, malo ha de ser que me hagan falta en los próximos veinte. Después ya estaré más que jubilada y no creo que precisamente tenga que coger el coche un día de temporal de nieve.

Lo que sí pienso hacer es seguir cocinando durante muchos años, lo que me lleva de vuelta a las lentejas, a estas lentejas, espesitas y con sabor a mar, un sabor que seguro es mucho mejor si se utiliza sepia fresca, pero como espere a encontrarla en el mercado, me dan las uvas (y no sé las de qué año) y ni cocino estas lentejas ni los garbanzos que ya tengo en el blog ni la hago a la plancha que es como más me gusta y es que es dificilísimo que la haya en la pescadería, por lo que tengo que conformarme con utilizar congelada, que ni comparación, oiga, pero es lo que hay. ¡Envidia sana me da quien vive en la costa o en localidades grandes y tiene acceso a una gran oferta de pescados y mariscos! Así que, si alguien por ahí puede comprar sepia fresca, ya está tardando en echar las lentejas en remojo, porque se va a chupar los dedos con esta receta.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para las lentejas:

150 gr. de lentejas pardinas

20 gr. de apio (tallo y hojas)

40 gr. de pimiento verde

25 gr. de cebolleta

1 hoja de laurel

325 ml. de caldo de pescado

el caldo de cocción de los langostinos

10 ml. de AOVE

sal

agua (si fuera necesaria)

*Para los langostinos:

180 gr. de langostinos crudos

1 diente de ajo pequeño

75 ml. de brandy

75 ml. de agua

AOVE

*Para la sepia:

200 gr. de sepia

40 gr. de puerro (de la parte blanca)

AOVE

ELABORACIÓN:

Poner las lentejas en remojo con agua fría y sal la noche anterior.

*De los langostinos:

Pelar los langostinos, reservando cáscaras y cabezas separadamente de los cuerpos.

Llevar una sartén pequeña al fuego con un fondo de aceite de oliva virgen extra y el ajo pelado, laminado y desgerminado. Cocinar a fuego medio y en el momento en que empiece a freír el ajo, subir el fuego y añadir los langostinos. Cocinarlos justo hasta que cambien de color y vigilando que el ajo no se queme. Sacar los langostinos a un plato y añadir a la sartén las cáscaras y las cabezas reservadas. Freír, hasta que empiecen a cambiar de color y removiendo para que el ajo no se queme.

Apartar del fuego, alejarse de cualquier elemento inflamable, apagar el extractor de humos si estuviera encendido, añadir el brandy y flambear. El líquido no cubrirá el contenido de la sartén, por lo que habrá que removerlo para evitar que cáscaras y cabezas se quemen. Dejar que la llama se extinga completamente y añadir el agua.

Devolver la sartén al fuego, llevar a ebullición y hervir a fuego medio durante cinco minutos. Pasar el contenido de la sartén por el chino y reservar el líquido resultante, unos 100 ml. aproximadamente.

*De la sepia:

Lavar, escurrir y trocear la sepia no demasiado pequeña.

Poner una sartén pequeña al fuego con un fondo de aceite de oliva virgen extra. Cuando tome temperatura, añadir el diente de ajo pelado, laminado y desgerminado y el puerro sin raíces, pelado y picado en brunoise. Cocinar a fuego medio hasta que el puerro se ponga transparente, subir el fuego y añadir la sepia. Rehogar a fuego muy fuerte para evitar que el agua que suelte cueza la sepia y removiendo sin parar, durante dos minutos. Apartar y reservar.

*De las lentejas:

Escurrir y lavar las lentejas. Disponerlas en una cazuela, añadir la hoja de laurel lavada, la cebolleta pelada y cortada en aros finos, las hojas y tallo de apio lavados y picados finos, el pimiento verde lavado y cortado en dados de un centímetro de lado, el aceite de oliva virgen extra, el caldo de cocción de los langostinos, el caldo de pescado y si fuera necesaria, el agua justa para cubrir las lentejas. Tapar y llevar a ebullición a fuego suave durante diez minutos. Añadir la sepia cocinada y hervir otros cinco minutos. Agregar por último los langostinos picados en dos o tres trozos, según tamaño, cocer dos minutos, rectificar de sal, dejar reposar cinco minutos y servir.

A comer.

lunes, 25 de febrero de 2019

Garbanzos de Fuentesaúco (IGP) con sepia, en olla WMF


En casa nos gusta mucho la sepia a la plancha acompañada de mayonesa con ajo machacado (osea, un falso ali oli). Así que de vez en cuando cae una sepia para comer. Lo malo es que las patas, las aletas y la cabeza son mucho más duras que el cuerpo y aunque las tengas más tiempo haciéndose en la plancha, la textura no es tan buena como la del cuerpo. Así que normalmente, esas partes no la aprovecho para la plancha y suelo utilizarlas para hacer arroz, porque las sopas en mi casa están descartadas, ya que si Mafalda se resignaba a que fuera San Estómago Mártir cuando su mamá le ponía sopa, si yo la pongo en la mesa, mi pareja me arma la de San Quintín. Hay que ver lo poquito que le gusta la cuchara a este hombre...
Así que un día que no me apetecía hacer arroz o no me cuadraba (ya ni me acuerdo), me sentí inspirada y surgió está receta. La verdad que desde el primer momento nos gustó mucho y aunque ya la he hecho varias veces, no he modificado nada de aquélla primera receta que fui apuntando según la cocinaba. Lo habitual es que cuando cocinas algo, ya sea una creación propia o ajena, es que introduzcas variaciones en la receta para adaptarla a tus gustos o a lo que tengas en la despensa o simplemente para corregir el balance de sabores del plato. Pero en ocasiones no resulta necesario y es lo que le pasa a esta receta. Evidentemente es una opinión personal y si alguien se anima a hacerla, que le haga todos los cambios que le pida el cuerpo y que la disfrute.
Recomiendo encarecidamente comerla al día siguiente.
Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:
200 gr. de garbanzos de Fuentesaúco (IGP), peso en seco
caldo de pescado *
1 diente de ajo pequeño
100 gr. de cebolla
tsp. de ñora picada
375 gr. de sepia (patas, boca, aletas...), peso en limpio
75 ml. de vino blanco seco
aceite
sal **
* en caso de no tener caldo de pescado, hará falta:
  • 1 pastilla de caldo de pescado
  • 1 diente de ajo mediano
  • 1 rama de perejil
  • 1 hoja de laurel
  • 50 gr, de cebolla en uno o dos trozos
  • agua
** yo no le pongo sal, salvo la que lleva el caldo de pescado. Si se comen recién hechos rectificar de sal, si se desea, antes de servir. Si se comen al día siguiente, rectificar de sal, si se desea, al día siguiente y antes de servir, puesto que el sabor del guiso se acentúa con el paso de las horas.

ELABORACIÓN:
La noche antes, poner los garbanzos en remojo en agua con sal.
Al día siguiente, escurrir y lavar los garbanzos. Disponerlos en la olla WMF y añadir caldo de pescado justo hasta que los cubra. En caso de no tener caldo de pescado, colocar en un cestillo un diente de ajo mediano, pelado, cortado a la mitad y sin el germen, una rama de perejil y una hoja de laurel lavadas y 50 gr. de cebolla en uno o dos trozos. Poner el cestillo junto con los garbanzos en la olla y añadir agua justo hasta que los garbanzos queden cubiertos. Desmenuzar la pastilla de caldo y añadirla a la olla.
Cerrar la olla y cocer 15 minutos contados desde que salgan todos los anillos de la válvula. Pasado el tiempo, apartar la olla y dejarla enfriar fuera del fuego. Cuando baje la presión, abrir la olla y retirar el cestillo de las verduras, si se ha utilizado y desecharlas.
Pelar un diente de ajo pequeño, quitar el germen y picar menudo. Reservar.
Picar la cebolla menuda y reservar.
Lavar la sepia y ponerla en un escurridor. Cuando esté bien escurrida, picarla en trozos no demasiado pequeños, teniendo en cuenta que encogerá al cocinarse. Reservar.
Cubrir el fondo de una sartén honda y grande con aceite. Cuando esté caliente, añadir el ajo, la cebolla y la ñora picada. Pochar el conjunto a fuego suave. Cuando esté hecho, incorporar la sepia picada y rehogar a fuego fuerte removiendo continuamente. Una vez rehogada la sepia, incorporar unos cacillos del caldo de los garbanzos y el vino blanco y cocer a fuego fuerte siete minutos.
Incorporar la mezcla de la sartén a la olla de los garbanzos, mezclar delicadamente el conjunto y cocer cinco minutos a fuego fuerte.
Deberán quedar unos garbanzos ligeramente caldosos, por lo que ambas cocciones (la de la sepia con el ajo y la cebolla, el caldo y el vino y la de todo esto con los garbanzos y el resto del caldo) deberán hacerse tapadas o no, dependiendo de la cantidad de caldo con que inicialmente se hayan cocido los garbanzos.
Mejoran sustancialmente de un día para otro.
A comer.