miércoles, 30 de diciembre de 2020

Curry de lechazo con leche de coco, en olla WMF

Se acaba un año que muchos dicen que para olvidar. Pues no, yo creo que no debemos olvidarlo, porque 2.020 también ha tenido cosas buenas, entre ellas, la de darle una cura de humildad al ser humano, auto encumbrado “rey de la creación” y que está siendo vencido por un organismo diminuto respecto del que la comunidad científica no se pone de acuerdo en si se trata de una forma de vida o solamente es un conjunto de materia orgánica que necesita de una célula para multiplicarse (si por ahí hay algún aficionado a la biología, recomiendo éste muy interesante artículo de la Wikipedia). Vamos, que el hombre, con toda su complejidad biológica, está siendo aniquilado por “algo” que los científicos no saben decir si está vivo o no, ahí es nada.

Pero aparte de habernos hecho desempolvar el libro de Ciencias Naturales de nuestros años mozos, este año nos ha recordado (y demostrado), que en situaciones de emergencia o catastróficas, las personas son generosas y solidarias con su prójimo, sea o no conocido (no voy a enumerar aquí los numerosos ejemplos que todos conocemos, aunque para mí, uno de los más bonitos han sido las iniciativas espontáneas de muchos jóvenes durante el confinamiento de ayudar a sus conciudadanos más vulnerables). También este año nos ha enseñado la cantidad de cosas de las que podemos prescindir y a redescubrir el valor de otras muchas; nos ha recordado quiénes son nuestros verdaderos amigos y la importancia del amor del entorno familiar.

No niego la existencia de todo lo malo que ha tenido, pero soy de la opinión de que siempre hay que mirar el lado bueno de todas las cosas y quedarse con él. Ver siempre el vaso medio lleno (ojo, sabiendo que la otra mitad esta vacía, que hay que ser realista, a ver si nos entendemos) ayuda a encarar el futuro con optimismo y energía. Yo me quedo con eso.

Igual que me quedo con este suave curry de lechazo adaptado de aquí y que gustará mucho a los amantes del curry y de la leche de coco. Y a los demás también, que está muy rico y si no me creéis, lo cocináis y me lo contáis.

Feliz año a tod@s. Disfrutad con moderación de la cena de mañana, que ya se sabe que “de grandes cenas están las sepulturas llenas” y como dice mi querida compañera de trabajo C, se os quiere.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

700 gr. de carne de lechazo con hueso, troceada (pierna, falda, pescuezo...)

150 gr. de cebolla cortada en rodajas finas

5 gr. de jengibre fresco, pelado

1 diente de ajo grande

1/2 tsp de canela en polvo

1/2 tsp de semillas de cilantro

1/2 tsp de cúrcuma en polvo

2 tbs de pasta de curry rojo suave

400 ml de leche de coco entera (partes sólida y líquida)

100 ml de agua

perejil fresco (sólo las hojas)

aceite

sal

*Y además (opcional):

una prensa de ajos

un molinillo de café

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.

Moler las semillas de cilantro en el molinillo de café o en su defecto, machacarlas en el mortero. Reservar.

Pelar el diente de ajo, quitar el germen y prensar con la prensa o en su defecto, machacar en el mortero hasta reducirlo a una pasta. Reservar.

Prensar igualmente el jengibre o rallarlo con un rallador muy fino. Reservar.

Diluir la pasta de curry en 25 ml. de agua y reservar.

Disponer un generoso fondo de aceite en la olla WMF. Calentar a fuego alto y freír la cebolla. Cuando esté bien dorada, añadir las semillas de cilantro molidas, el ajo y el jengibre prensados, la canela y la cúrcuma y cocinar un minuto. Incorporar el lechazo troceado y sofreír someramente. Añadir la pasta de curry diluida, los 75 ml. de agua restantes, la leche de coco y sal. Colocar la olla rápida en el fuego y levantar el hervor. Poner la tapadera, cerrarla y cocer 20 minutos contados desde que suba la válvula del todo. Apagar el fuego, apartar y dejar que la olla pierda toda la presión antes de abrirla.

Abrir la olla y si se quiere una salsa más espesa, sacar ésta a un cazo y hervir hasta obtener la consistencia deseada. Devolver a la olla, rectificar de sal si procede, dar un último hervor para que la carne vuelva a coger temperatura y servir.

Mejora de un día para otro.

A comer.

viernes, 25 de diciembre de 2020

Cóctel de langostinos y alcachofas con salsa picante de yogur

Un clásico que sobrevive al paso del tiempo: el cóctel de gambas o en este caso, de langostinos. Rápido, sencillo, adaptable y vistoso en su presentación. Ésta es una receta adaptada de la que publicaba la revista alemana Burda a mediados del año 1980. Sí, habéis leído bien, hace 30 años, por eso lo de sobrevivir. Mi madre aún conserva algunos recortes de recetas de aquella revista, que no sé si aún se publica. Por aquél entonces, la revista se vendía en España en versión original, osea, en alemán y venía con un cuadernillo con los textos traducidos al español. La revista lo era de moda, con patrones para coser los modelos, no recuerdo si éstos venían traducidos pero sí las recetas de las últimas páginas. Traía recetas muy ricas, bastante diferentes a la cocina tradicional española, con una presentación moderna para la época y en las que, a veces, lo más difícil era encontrar algún ingrediente, muy exótico en España en aquellos años aunque hoy común. Las traducciones a veces eran un poco nefastas, parecían hechas a golpe de diccionario sin muchos conocimientos de gramática española, pero con buena voluntad y conocimientos culinarios se sacaban adelante. Varias de aquéllas recetas las cocinó mi madre durante muchos años, como este cóctel, que solía preparar con motivo de alguna celebración y en el que el yogur y la pimienta de la salsa, le dan un toque diferente muy alejado de la típica salsa rosa que tanto se usa para este tipo de platos.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Por ración, como aperitivo

4-5 canónigos, según tamaño

3 langostinos grandes, cocidos

2 corazones de alcachofa baby

2 tiras de jamón cocido de 10 cm. de largo por 3 cm. de ancho

1/2 tbs de mayonesa

1/2 tbs de yogur natural desnatado sin azúcar

1/4 tsp de zumo de limón

1 punta de cuchillo romo, generosa, de pimienta blanca molida

*Y además:

1 copa de champán de boca ancha o similar

ELABORACIÓN:

Poner a escurrir los corazones de alcachofa boca abajo sobre papel absorbente de cocina.

Pelar los langostinos, dejando uno de ellos con la cola. Dejar éste entero y partir al medio los otros dos.

Batir el yogur para licuarlo, agregar la mayonesa, el zumo de limón y la pimienta blanca y remover hasta integrar todos los ingredientes. Rectificar de pimienta, si fuera necesario, tiendo en cuenta que ha de quedar un poco picante.

Disponer los canónigos en el fondo del recipiente elegido, formando una cama. Formar dos rollitos con las tiras de jamón cocido y poner sobre los canónigos. Colocar de forma armoniosa los corazones de alcachofa y los langostinos troceados. Distribuir la salsa por encima, colocar el langostino entero en un lateral del recipiente y servir a temperatura ambiente o ligeramente fresco.

A comer.

lunes, 21 de diciembre de 2020

Berenjena rellena de arroz con frutas secas

Estoy un poco saturada de mirar y remirar recetas para estos días de fiesta y eso que para dos que vamos a ser en casa no hay que preparar mucho, pero siempre me gusta, con ocasión de cualquier celebración, esmerarme un poco y preparar platos diferentes de lo que comemos a diario, intentando siempre también que sean elaboraciones que no haya preparado nunca. Como eso no se improvisa, empiezo a buscar e incluso probar el menú sobre el mes de septiembre (vamos, que al final en casa sí comemos repetido, para quien los platos son una novedad es para los invitados, pero no voy a poner un plato en la mesa del que desconozco sus resultados, que luego vienen los disgustos), pero como este año ya se veía venir la situación, no me he decidido a preparar nada hasta que no ha empezado diciembre y ahora ando a la carrera. La mesa donde “trabajo” es un poema, llena de revistas plagadas de puntos de página marcando recetas susceptibles de cocinar, papeles con direcciones web de recetas que ya han pasado una criba previa de la carpeta de “pendientes”, post-it con sugerencias e ideas para platos propios... en fin, la “fiesta” que monto todos los años sólo que concentrada en tres semanas. Mi pareja me mira y me dice “pero no te compliques, que vamos a ser sólo tú y yo”. Jeje, que no me complique, dice, como si no me conociera, además que sé que lo dice con la boca pequeña, que luego disfruta mucho con lo que cocino, pero lo dice por no darme trabajo, que sabe que luego ando agotada y tardo en recuperarme varios días (¡asco de salud!) y si por él fuera, la cena de nochebuena y la de nochevieja serían un par de huevos fritos con una montaña de patatas fritas, de hecho me lo ha propuesto, por si colaba...

En fin, que para el día de navidad no voy a complicarme en absoluto, pues me ha pedido que prepare marisco y pescado y como siempre se conforma con lo que yo decido cocinar, voy a darle gusto con el menú. Para la noche anterior ya están programados entrantes varios y chuletillas de lechazo, así compenso el trabajo que dan los entrantes con el que no dan las chuletillas, pero aún me quedan por redefinir el resto de las comidas y cenas, con lo que de momento, la mesa seguirá igual de revolucionada, lo que ya me está poniendo un poquito de los nervios, pero menos mal que ya va a ser por pocos días.

Y mientras llegan las comidas de celebración, seguimos preparando cosas sencillitas, como esta berenjena, dulzona y sutilmente especiada, que ya he cocinado dos veces en poco tiempo. Salen dos raciones cumpliditas, pues el relleno queda con copete, lo que hay que tener en cuenta a la hora de elegir el segundo plato.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

1 berenjena de unos 300-350 gr.

55 gr. de arroz de grano largo

3 nueces tipo California, sin cáscara

15 gr. de arándanos rojos deshidratados

15 gr. de ciruelas pasas sin hueso

10 gr. de piña deshidratada

2 tsp de pasta de curry rojo suave

4 tsp de leche desnatada

1 tbs de aceite de sésamo

1 tbs de aceite de girasol

sal

ELABORACIÓN:

Lavar la berenjena y sin cortar el tallo (así evitaremos que después se desarme la berenjena y nos ayudará en su manipulación), cortarla a lo largo. Realizar unos cortes en la carne de cada mitad de la berenjena siguiendo un patrón romboidal y cuidando de no llegar a la piel. Cuantos más cortes se practiquen, antes se asarán.

Colocar contrapeadas las dos porciones de berenjena en un plato llano, tapar con una tapadera apta para microondas y asar en éste 5 minutos a 800 watios de potencia. Dejar reposar otros 5 minutos dentro del microondas, sacar y comprobar el punto de cocción: si la carne no se despegara de la piel, asar nuevamente a intervalos de un minuto, con reposos también de un minuto, hasta que esté hecha. Posiblemente sólo haga falta un minuto o dos más, según lo tierna que sea. Cuando la temperatura de la berenjena permita su manipulación, retirar la carne con la ayuda de una cucharilla y con mucho cuidado para no romper la piel. Reservar tapadas las barcas de berenjena. Picar la pulpa y reservar separadamente de las barcas.

Cocer el arroz en abundante agua con sal el tiempo que se indique en el envase o según el gusto personal. Una vez cocido volcarlo en un escurridor y lavar bajo el chorro de agua fría para detener la cocción. Dejar que escurra todo el agua.

Cortar a la mitad los arándanos. Cortar del mismo tamaño las nueces, las ciruelas pasas y la piña. Ponerlo todo junto en un bol, mezclar y reservar.

Disolver la pasta de curry en la leche y reservar.

Disponer los dos tipos de aceite en una sartén grande y honda y llevar al fuego. Añadir el arroz escurrido cuando los aceites estén calientes y rehogar sin dejar de remover unos dos minutos hasta que se vea rehogado todo por un igual. Incorporar la pulpa de berenjena y rehogar dos minutos más. Agregar las frutas secas, mezclar y verter el curry diluido. Remover el conjunto hasta que absorba todo el líquido, rectificar de sal si procede, retirar del fuego y dejar reposar cinco minutos.

Salar ligeramente el interior de las barcas de berenjena y repartir el relleno de arroz y frutas. Dar un golpe de calor en el microondas y servir templadas.

A comer.

martes, 15 de diciembre de 2020

Paté de níscalos y avellana

La naturaleza es generosa. El ser humano la maltrata pero ella, como una madre amantísima y consentidora, nos malcría regalándonos sus frutos, aunque a veces se enfade y nos niegue sus dones o nos castigue iracunda con toda su fuerza. Pero en este final de otoño excepcionalmente cálido por estos lares, está contenta y lo demuestra con una gran abundancia de níscalos, los cuales, después de varios años de ausencia, parece que han decidido compensarlos y están naciendo como locos. ¡Qué bien, qué ricos! Níscalos con patatas, níscalos con jamón, pollo con níscalos, níscalos a la plancha, crema de níscalos, tarta salada de níscalos... Hasta aquí el párrafo bucólico.

Ahora la realidad sin florituras. Níscalos, níscalos, níscalos. ¡Ya sólo me falta mojarlos en la leche del desayuno! Me salen por los ojos los níscalos. ¡Oh, qué divertido es ir a coger níscalos!, sí claro, cuando los tiene que limpiar otro, que llevo tres semanas limpiando níscalos casi todos los días, no muchos de cada vez, es cierto, pero casi todos los días, ya que como no hay a dónde ir, pues al campo, que es muy sano y no hay nadie y sí, eso es cierto y muy buena opción, pero, por favor ¡vuelve con las manos en los bolsillos!. Ahora mismo, sin ir más lejos, tengo una cajita con un par de kilos en la cochera. En fin.

Así que, como amar es compartir y yo os quiero mucho, aquí vengo con otra receta de níscalos, que espero os guste tanto como nos ha gustado a nosotros, con su sabor picantito y dulce a la vez, con el perfume y el crujiente de la avellana y una textura perfecta tanto para untar en una tostada como para untarlo con unos picos. Se conserva perfectamente una semana en un frasco de cristal en la parte más fría del frigorífico y la avellana se mantiene crujiente hasta el final. Así que, si ya no sabéis qué hacer con los níscalos, os invito a preparar este paté, pues esta muy pero que muy rico.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

240 gr. de níscalos

35 gr. de cebolla

35 gr. de puerro, sólo la parte blanca

70 gr. de manzana golden madura

20 ml. de agua

20 ml. de licor de avellana

20 gr. de avellanas peladas crudas

55 gr. de queso blando de untar, tipo Philadelphia, bajo en grasa, a temperatura ambiente

25 gr. de margarina vegetal

1/4 tsp escasa de pimienta blanca molida

sal

ELABORACIÓN:

Lavar bajo el grifo con un hilo de agua y uno a uno los níscalos, frotándolos con un cepillito para eliminar la suciedad y cortar la parte terrosa del pie, si la tuvieren. Ir colocándolos en un escurridor. Una vez limpios y escurridos, cortar en trozos menudos y reservar.

Calentar el horno a 170º C y hornear las avellanas durante 17 minutos, volteándolas un par de veces. Las avellanas estarán listas cuando empiecen a desprender olor a tostado. Sacar las avellanas del horno y frotarlas todavía calientes con un paño de cocina para que se desprenda la piel. Dejar que se enfríen y picar no muy finas. Reservar.

Pelar la cebolla y el puerro y picar ambos en brunoise. Reservar.

Lavar y pelar la manzana, descorazonarla y cortar en dados pequeños. Reservar.

Poner la margarina a calentar en una sartén pequeña y cuando se deshaga, añadir la cebolla, el puerro y sal, tapar y cocinar a fuego bajo hasta que las hortalizas estén blandas y transparentes. Agregar entonces la manzana y la pimienta blanca molida y seguir cocinando hasta que la manzana empiece a ablandarse. Incorporar los níscalos y algo más de sal, subir el fuego y rehogar destapado un par de minutos, añadir el agua, tapar, bajar el fuego y cocinar hasta que los níscalos estén blandos. Incorporar a la sartén el licor de avellana, volver a tapar y cocinar tres minutos más a fuego bajo. Destapar, subir el fuego y cocinar hasta que se haya consumido todo el líquido.

Apartar del fuego y dejar que se temple. Verter en el vaso de la batidora de brazo y triturar con ésta hasta conseguir una pasta fina. Pasar a un bol, añadir el queso de untar y mezclar con un tenedor hasta homogeneizar. Rectificar de sal si procede y añadir las avellanas picadas. Remover, tapar y llevar al frigorífico al menos un par de horas para que se asiente y coja cuerpo.

Servir fresco acompañado de panecillos tostados, regañás o similar.

A comer.

jueves, 10 de diciembre de 2020

Ragout de jabalí

Me gusta la carne de jabalí. Reconozco que es una carne muy magra, fibrosa y fuerte que no gusta a todo el mundo, pero si la veo en la carta de un restaurante, no puedo resistirme a pedirla. La verdad es que me gusta la carne de caza y si me ofrecen venado o corzo, allá que me tiro en plancha. Así que cuando mi cuñado J me dijo que si quería un jabalí, no pude negarme, sobre todo teniendo en cuenta que esta no es zona de caza mayor y es difícil de conseguir. Ahí lo tuve en la despensa, desarmado en paletillas, costillares y jamones casi dos días, hasta que el veterinario nos dijo que se podía comer. Después tuve entretenimiento un par de tardes deshuesando la carne, empaquetándola al vacío y congelándola: “esto para patatas, esto para guisar, esto para picada, esto para terrina para navidades...”. Sí, “para navidades”. Me las prometía yo muy felices hace dos meses, justo antes del endurecimiento de las medidas para frenar el avance del COVID y es que la vida puede cambiar de un momento a otro, a veces sólo un poco y otras de forma radical, así que, disfrutad al máximo de lo que tengáis en cada momento (siempre con cabeza, eso sí), valorad lo que os rodea aunque pueda parecer insignificante, mimad a los que os quieren y a los que os aprecian y no os lamentéis por lo que no tenéis o habéis perdido, porque eso os impedirá disfrutar y valorar lo que poseéis.

Y para disfrutar en la mesa, esta receta de jabalí, que apenas he modificado del blog Cogollos de Agua y que según la cocinas ya huele que alimenta. He elegido para guisarla dos vinos tintos diferentes, uno joven, que aporta al guiso frescura y aromas a frutos rojos y un reserva roble, que proporciona unas notas de madera muy interesantes. Lo he acompañado de una ensalada verde para ayudar al paladar a lidiar con la rotundez del plato.

Para disfrutar plenamente de este ragout de Sierra Morena (Jaén), es aconsejable dejarlo reposar al menos veinticuatro horas antes de consumir. Eso si podéis resistir a la tentación...

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

900 gr. de carne de jabalí, sin hueso

200 gr. de zanahorias

360 gr. de cebolla

35 gr. de ajo

2 hojas grandes de laurel

1 rama de romero fresco de 10 cm. de longitud

1/2 tbs de tomillo seco

15 granos de pimienta negra

400 ml. de vino tinto joven Toro (D.O.)

200 ml. de vino tinto reserva roble Toro (D.O.)

200 ml. de brandy

AOVE

sal

ELABORACIÓN:

Cortar la carne en trozos algo más grandes que tamaño bocado y disponerlos en una olla. Añadir los granos de pimienta, el tomillo seco, la rama de romero lavada y cortada en tres trozos, las hojas de laurel lavadas y troceadas y los ajos pelados, partidos al medio y sin germen. Remover el conjunto para que la carne se impregne de las especias.

Pelar la cebolla, cortarla en juliana fina y distribuirla uniformemente por encima de la carne.

Lavar y pelar las zanahorias. Cortarlas en rodajas de un centímetro de grosor y repartirlas por encima de la cebolla.

Agregar a la olla los dos tipos de vino y el brandy. Tapar y llevar al frigorífico cuarenta y ocho horas.

Pasado el tiempo de maceración, sacar la cebolla y las zanahorias y ponerlas en un colador, recogiendo el líquido que suelten. Proceder de la misma forma con la carne, escurriéndola por separado en otro colador. Reservar el líquido sobrante del marinado, así como los ajos y las especias.

Disponer un buen fondo de aceite de oliva virgen extra en una olla y calentar a fuego fuerte. Cuando el aceite esté muy caliente, añadir la carne y dorarla, sin dejar de remover, durante cinco minutos. Incorporar cebolla y zanahorias y cocinar otros cinco minutos, siempre con el fuego al máximo, para evitar que los jugos cuezan la carne. Añadir a la olla el líquido del marinado reservado anteriormente junto a los ajos y especias y el que hayan escurrido la cebolla y la carne. Agregar sal al gusto.

Llevar a ebullición, tapar y cocer a fuego bajo, manteniendo el hervor, durante dos horas y media o hasta que la carne esté hecha.

Una vez hecha la carne, reducir la salsa a fuego fuerte, si se desea. Rectificar de sal, apartar del fuego y consumir, preferiblemente al día siguiente.

A comer.

sábado, 5 de diciembre de 2020

Níscalos con comino

Esta receta me la pasó mi compañera de trabajo C hace ya ni sé los años y confieso que me había olvidado por completo de ella y es una lástima pues aparte de ser facilísima de hacer, queda muy rica. Pero el otro día, rebuscando entre los montones de recetas que aún tengo en papel la de unas mollejas que también hacía un siglo que no cocinaba, me topé con ella y aprovechando que tenía níscalos, la preparé. Es una receta que seguramente ya conoceréis más de una, pues es bastante tradicional. Tanto, que en El Libro de la Cocina Judía, Claudia Roden recoge una receta llamada “setas con comino al estilo marroquí” en la que prescinde de cebolla y perejil y añade pimentón, hojas de cilantro y los cominos enteros, pero que en el resto es idéntica, con lo que me pregunto cuál de las dos recetas es más antigua, pues aunque la del libro procede de la herencia sefardita de los judíos de Marruecos, parece claro que ambas recetas son versiones de una única. Es más, en las anotaciones que me pasó mi amiga (cuyo original conservo con cariño), el pimentón aparece como optativo. Como poco resulta interesante.

Por cierto, que cuando abrí el blog, la idea principal era poner en orden y archivar todas las recetas que tengo guardadas (y pelín desperdigadas) en diversos formatos y veo que no sólo no he conseguido mi propósito, sino que cada vez tengo más recetas metidas en carpetas y no únicamente en las virtuales, sino también en las físicas, pues escribo muchas recetas en papel, en parte porque me gusta escribir a mano y en parte porque con tanto ordenador se pierde práctica en la escritura, con lo que la letra se vuelve cada vez más espantosa. Entre recetas, atrezzo para las fotos y utensilios de cocina, un día me echan de casa.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

400 gr. de níscalos

100 gr. de cebolla

2 dientes de ajo medianos

1 rama grande de perejil fresco (sólo las hojas)

1/4 tsp de comino en grano

50 ml. de agua

sal

AOVE ELABORACIÓN:

Lavar bajo el grifo con un hilo de agua y uno a uno los níscalos, frotándolos con un cepillito para eliminar la suciedad y cortar la parte terrosa del pie, si la tuvieren. Ir colocándolos en un escurridor. Una vez limpios y escurridos, cortar en cuatro, seis u ocho trozos, según tamaño y reservar.

Pelar y cortar la cebolla en brunoise. Pelar los ajos, eliminar el germen si lo tuvieren y chafar ligeramente con la hoja plana de un cuchillo grande. Lavar, secar el perejil y cortar las hojas.

Reservar la cebolla e introducir el ajo y el perejil en un mortero. Agregar los cominos y una pizca de sal gorda y machacar el conjunto hasta obtener una pasta. Reservar.

Disponer un fondo de aceite de oliva virgen extra en una cazuela y llevar a fuego medio. Cuando alcance temperatura, añadir la cebolla y pochar hasta que se ablande y esté casi transparente. Agregar los níscalos y rehogar a fuego fuerte dos minutos. Añadir el contenido del mortero, sal al gusto y el agua, tapar y cocinar a fuego medio quince minutos o hasta que los níscalos estén tiernos y casi se haya consumido toda la salsa.

Retirar del fuego, rectificar de sal si procede y servir inmediatamente.

A comer.

martes, 1 de diciembre de 2020

Patatas con salsa de verduras al curry

Hace unas semanas, Concha, del blog De Buena Mesa, publicaba unas Albóndigas de berenjena blanca con salsa de verduritas al curry que prometían estar muy ricas y la verdad, cumplen su promesa con creces. ¡Por favor, qué ricas! Por una cuestión meramente logística, hice primero la salsa y al día siguiente las albóndigas y no sé si fue por eso o porqué, que debí confundirme con las cantidades y me sobró salsa para un regimiento.

¿Iba a tirarla? Nooo..., con lo rica que estaba era una auténtica lástima así que se me ocurrió preparar unas patatas como para la importancia pero en vez de hacerles una salsa verde, les añadí la salsa sobrante de las berenjenas y una pimienta de cayena para darles un poco de alegría. ¡Oh delicioso descubrimiento! Como dicen ahora, “ricas no, lo siguiente”. Os recomiendo encarecidamente que hagáis las berenjenas de Concha pues están realmente buenísimas y ya que os ponéis a picar verduras, haced más cantidad de salsa de la necesaria y preparad al día siguiente estas patatas, dudo mucho que os arrepintáis tanto de su receta como de la mía.

Como la receta de es aprovechamiento, es mi propuesta de diciembre al proyecto 1+/- 100, desperdicio 0

que Marisa, de Thermofan promueve mensualmente para concienciarnos de la necesidad de evitar en la medida de lo posible el desperdicio y fomentar el reciclaje.

Pinchad en el icono de la barra lateral si queréis ver los recopilatorios mensuales del proyecto.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

400 gr. de patatas

350 ml. de salsa de verduras al curry

1 pimienta de cayena

1 huevo

harina (para rebozar las patatas)

agua

aceite

sal

ELABORACIÓN:

Lavar y pelar las patatas. Cortar en rodajas de un centímetro y medio de grosor y reservar.

Disponer un plato con harina. En otro plato, cascar el huevo, salar al gusto y batir como para tortilla. Enharinar las patatas, sacudir el exceso de harina y rebozar en el huevo. Escurrir un poco y freír por tandas en una sartén un poco honda con aceite caliente. A medida que se doren, sacarlas a una cazuela baja y amplia e ir colocándolas en una o dos capas, según el tamaño de la cazuela.

Agregar a la cazuela de las patatas la pimienta de cayena pinchada en un par de sitios con un palillo, la salsa de verduras al curry, sal, dos cucharadas del aceite de freír las patatas y el agua suficiente para que queden cubiertas. Tapar y cocer a fuego suave durante veinte minutos.

Comprobar el punto de cocción pinchando una de las patatas con un palillo, debe entrar sin encontrar resistencia. Si no fuera así, prolongar la cocción hasta que estén hechas.

Apartar del fuego, eliminar la pimienta de cayena, dejar reposar cinco minutos y servir.

A comer.