domingo, 30 de octubre de 2022

Ensalada de arroz a la hierbabuena

Que levante la mano quien no esté de puente. A ver, a ver... pocas manos veo yo levantadas y es que éste es, creo, uno de los puentes con mayor movimiento del año. Entre los que se van a cumplir la tradición a sus lugares de origen y los que se van de turismo, se vacían unos sitios y se llenan otros. Y si no, ya me lo contaréis los que me leáis a la vuelta del puente. Aunque, a decir verdad, yo no sé de dónde sale la gente: he estado en Granada hace unos días, que no era ni puente, ni vacaciones ni nada y estaba hasta la bandera de gente. Daba igual que fuera sábado que martes, todos los días gente por todos los lados. Mucho extranjero, sí, pero también muchísimo nacional. No sé yo cómo estará la ciudad en verano o mismamente estos días, que seguro que no cabe un alfiler. Ya le preguntaré a unos amigos que están allí pasando el puente, que espero que hayan tenido más suerte que nosotros y hayan conseguido entradas para la Alhambra, que nos vinimos sin verla, imposible conseguir entradas y es que, según las fechas, hay que comprarlas con semanas de antelación, pero como la decisión de irnos de viaje fue muy precipitada, no pude organizarlo como a mí me gusta hacerlo. Aún así disfrutamos de la ciudad, tiene mucho qué ver, muchas calles por donde perderse y mucha animación. Si no la conocéis, ya estáis organizando una visita, para la que voy a daros el consejo que me dieron a mí: si sabéis las fechas en las que váis a ir, comprad primero las entradas de la Alhambra y luego buscad el alojamiento. Ya aviso.

Nos vinimos sin visitarla, lo que me sirve de excusa para volver, porque, aunque ya la habíamos visto hace unos años, creo que es de esos sitios que por muchas veces que vayas, siempre descubres algo nuevo. Lástima que haya siempre tantísima gente, pues eso te priva de disfrutarla pausadamente, de asomarte a todas sus ventanas, de desgastar con la vista todas sus yeserías, de pasear perezosamente por sus jardines, de tratar de imaginar (tarea imposible), cómo era cuando la entregó Boabdil... Tal vez, la única manera de disfrutar de una forma más íntima de la Alhambra, sea con la visita nocturna, aunque no sé yo cómo son ahora esas visitas, cuando yo la hice, eran grupos muy pequeños, creo recordar que con guía, sólo se visitaba una parte reducida de los Palacios Nazaríes y no sólo era nocturna, si no que también en penumbra, pues apenas había iluminación, pero la existente estaba tan bien planteada que te hacía ver el monumento y su ornamentación de una manera completamente distinta a como se ve de día. Eso, unido al silencio, convertían la experiencia en algo, no sé cómo deciros, íntimo y a la vez invasivo, como asomarse por una ventana al interior de una casa y curiosear sin el permiso de sus dueños, casi daban ganas de pedir disculpas por el atrevimiento a los espíritus de sus antiguos moradores. Pero como os decía, no sé si ahora se podrá tener la misma sensación, pues haciendo un rastreo por la página oficial de venta de entradas, he visto disponibilidad para un mismo día de hasta 144 entradas. Como sea todo el mundo a la vez, adiós la magia. Aún así, os recomiendo, si tenéis oportunidad, que hagáis la visita nocturna, es otra forma de ver la Alhambra.

Visitéis o no la Alhambra, disfrutad de Granada, de sus monumentos, de sus calles, de su gastronomía, de su clima, como hicimos nosotros, que además tuvimos muy buen tiempo, bueno, como lo viene haciendo en todo el país durante todo lo que llevamos de otoño, que no terminan las temperaturas de acomodarse a la época del año, por favor, que venga el frío, que quería cocinar unas lentejas y al final cambié el menú e hice ensalada, que está mal que yo lo diga, pero está tremenda, buena culpa de lo cual lo tiene el dulce de los tomates cherry, el saladillo del queso feta y sobre todo, el frescor de la hierbabuena, alma de la ensalada y que la hace diferente, al menos a lo que yo he cocinado hasta ahora. Está mucho más rica reposada, así que, si podéis, hacedla con bastante antelación, eso sí, sin aceite y sin las hierbas, pues si no, el primero se lo beberá el arroz y las segundas se quedarán lacias.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

50 gr. de arroz de grano largo

150 gr. de tomates cherry (he utilizado normales y cebra)

75 gr. de pepino

25 gr. de aceitunas verdes

45 gr. de queso feta

1 rama pequeña de perejil fresco (sólo las hojas)

1 rama bien grande de hierbabuena fresca (sólo las hojas)

AOVE

sal

pimienta blanca molida

ELABORACIÓN:

Hervir el arroz en abundante agua salada hasta que esté hecho, unos 18 minutos o lo que indique el fabricante. Una vez cocido, refrescar con agua fría y dejar escurrir.

Lavar los cherrys y el pepino. Cortar los tomates a la mitad. en cuartos y en rodajas y disponer en una fuente. Pelar el pepino dejando tiras alternas de piel, cortar en rodajas no muy gruesas y luego cada rodaja en ocho triángulos y agregar a los tomates. Añadir las aceitunas cortadas en rodajitas y el queso feta en dados pequeños. Incorporar el arroz, un par de pizcas de pimienta blanca molida y un poco de sal (yo no le pongo), teniendo en cuenta que el arroz y el queso ya llevan. Mezclar con delicadeza, tapar y dejar reposar al menos una hora en lugar fresco.

Justo antes de servir, lavar las hierbas, secar con papel de cocina y picar las hojas. Distribuir la ensalada en los platos, regar con aceite de oliva virgen extra al gusto y espolvorear con las hierbas picadas. Servir inmediatamente.

A comer.

lunes, 10 de octubre de 2022

Curry de pollo con pimientos en olla lenta (slow cooker)

Curry verde tailandés, ese es el nombre de la receta original, pero no me he atrevido a llamar a la mía verde porque por esa alquimia de los alimentos, verde, lo que se dice verde, no ha quedado. Bien es cierto que la pasta de curry no tenía un color verde muy intenso que digamos, pero el poco verde lo perdió por el camino, no hay más que ver las fotos. Tailandés tampoco se apellida, pues la pasta de curry es de curry verde sin más nacionalidades, aunque no sé si habla español, que está fabricada en Holanda, pero sí envasada en España, así que la dejaremos apátrida, para evitar conflictos internacionales. Además, tampoco he probado en mi vida una pasta de curry verde tailandés, así que, a saber si mi pasta de curry se parece en algo a una tailandesa, aunque sea europeizada. Por todo ésto he decido llamar a la criatura curry de pollo con pimientos aunque suene menos exótico.

Cuestiones aparte de cómo llamamos a la niña, si como tu madre o como la mía, lo que interesa es que esté rica y lo está. Con un sabor diferente, en el que el dulce del coco casi mata el picante de la pasta de curry, una carne jugosa y muy tierna que no necesita cuchillo, unos pimientos rojos que se integran sorprendentemente bien en el guiso y muchísima salsa para mojar pan, esta receta os va a encantar. Y de complicación cero, sólo hace falta un poco de planificación si queréis tener el pollo listo para la hora de comer.

La receta original añade chile rojo picado. No me atreví por si quedaba demasiado picante pero le hubiera ido muy bien. La verdad que se lo tenía que haber puesto porque además este año tengo mucha producción de guindillas de distintas clases (algunas de padre desconocido) y se las estoy poniendo a casi todo, no sólo porque en casa nos estemos enganchando al picante, sino porque me da pena tirarlas...

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

6 contramuslos de pollo, de unos 175 gr. cada uno, con piel y sin el hueso del espinazo

125 gr. de pimiento rojo, cortado en tiras de 1'5-2 cm. de ancho

1 tbs de pasta de curry verde

2 tbs de salsa de soja suave

200 ml. de crema de coco

manteca de coco

pimienta negra molida

sal

ELABORACIÓN:

Lavar el pollo, secarlo con papel de cocina y sazonar ligeramente con sal y pimienta negra molida.

Disponer suficiente manteca de coco en una sartén pequeña para que cubra el fondo, llevar al fuego y dorar las tajadas de pollo, por tandas, en la manteca muy caliente, agregando más si fuera necesario.

Colocar el pollo en la olla lenta, con la piel hacia abajo y en una sola capa. Mezclar en un cuenco la pasta de curry verde, la salsa de soja y la manteca sobrante y añadir a los contramuslos.

Tapar la olla lenta y cocinar en ALTO durante una hora. Dar la vuelta a las tajadas y cocinar, en ALTO, cuarenta y cinco minutos más.

Añadir a la olla la crema de coco muy caliente y el pimiento rojo en tiras y cocinar, en ALTO, otros treinta minutos.

Desconectar la olla lenta, rectificar de sal si procede y dejar reposar diez minutos antes de servir.

A comer.

lunes, 3 de octubre de 2022

Barquitas de langostinos, surimi y piña

El veranillo de San Miguel ha hecho honor al refranero y nos está regalando unos días muy cálidos, por no decir calurosos, que 28º C en las horas centrales del día para mí ya es mucho calor, tan cálidos que yo, que ya tenía para guardar toda la ropa de verano, me he visto obligada a tirar de alguna prenda, pues con las de medio tiempo o mid season como se dice ahora, paso un calor que ya creía haber despedido hasta el año próximo. Vamos, que tengo trastocado el armario, que hace dos días puse una mantita fina en la cama porque las noches eran ya algo más que frescas y ahora me sobra y a la hora de planificar las comidas, tres cuartos de lo mismo, que ya estaba pensando en platos de cuchareo y de repente ha habido que cambiar el chip y volver a los platos fríos, que apetecen mucho más que un pote de patatas, no por lo ricas, que se entienda, sino porque un plato tan caliente y con fundamento como diría aquél, pues como que no.

En uno de esos cambios de menú de última hora, me acordé de este plato. Lo preparo de vez en cuando porque lleva ingredientes que siempre tengo en casa, es muy fácil, nada entretenido y está muy rico. A veces lo presento en el plato sin más florituras pero en otras ocasiones lo preparo como hoy os enseño. Está pensado para comerlo con la mano y en un par de bocados, así que os aconsejo utilizar las hojas centrales de los cogollos de lechuga y no cargarlas demasiado, porque si no no aguantarán el peso de los ingredientes con el peligro de convertirse, al primer mordisco, en un desastre de langostinos y surimi.

Conviene preparar el relleno con antelación, así los sabores de unifican e intensifican, sobre todo el sabor a mar de los langostinos y el dulce y ácido a la vez de la piña. No le pongo sal, la que ya aportan el marisco, el surimi y las salsas es más que suficiente, pero probadlo antes, por si acaso para vuestro paladar resultara soso.

No es una receta nueva, ni original, pero siempre gusta.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

180 gr. de langostinos cocidos, peso pelados

120 gr. de surimi

100 gr. de piña en su jugo, escurrida

2 huevos cocidos tamaño L, sin cáscara

95 gr. de salsa cocktail (o rosa)

65 gr. de mayonesa

1/2 tsp de salsa Worcestershire

2 tsp del jugo de conservación de la piña

la punta de un cuchillo de pimienta blanca molida, generosa

cogollos de lechuga

ELABORACIÓN:

Picar los langostinos, la piña y los huevos cocidos en trozos pequeños de tamaño similar. Reservar.

Desenrollar los palitos de surimi y cortas en tiras de 2x0'4 cm., aproximadamente. Reservar.

Disponer en un bol las salsas cocktail, mayonesa y Worcestershire, el jugo de piña y la pimienta blanca. Remover para integrar y agregar langostinos, piña, huevos y surimi. Mezclar el conjunto, tapar y llevar al frigorífico al menos media hora para que tome sabor.

Separar las hojas de los cogollos de lechuga. Lavar y secar con papel de cocina. Disponer en cada hoja una o dos cucharadas de la farsa fría de langostinos, según tamaño y servir inmediatamente.

A comer.