La cuestión es que hoy me encuentro en el primer caso, receta rica-rica e inspiración cero. Así que no me voy a andar con más preámbulos y os voy a dejar la receta sin más. A mayor abundamiento, la blogosfera anda un poco perezosa, por lo que no os voy a torturar con mis tonterías.
Las carrilleras que os traigo hoy son firmes candidatas a formar parte del menú navideño, eso si logro vencer la reticencia de mi madre al queso en general y a los azules en particular. Y es que quedaron deliciosas, con un sabor festivo, por decirlo de alguna manera, diferente y sabroso. La cantidad de queso que he usado es muy pequeña, pero es que el roquefort en un queso de sabor tremendamente potente y es preferible quedarse corto que poner demasiado, pues eso arruinaría el plato. No creáis que por eso no se nota su sabor, al contrario, pero en mi opinión es muy equilibrado, se percibe perfectamente pero no anula el de la carne, sino que lo envuelve en un abrazo que enamora al paladar. Uf, creo que me he pasado con la figura poética, jajaja...
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
8 carrilleras de cerdo ibérico
125 gr. de cebolla
45 gr. de mantequilla
15 ml. de AOVE
1 pastilla de caldo concentrado de verduras
50 ml. de vino blanco verdejo D.O. Rueda
230 ml. de agua
20 gr. de queso roquefort u otro queso azul de sabor fuerte
12 gr. de almidón de maíz
sal
ELABORACIÓN:
NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.
Limpiar las carrilleras de grasas e impurezas. Reservar.
Cortar la cebolla en plumas finas. Reservar.
Poner 25 gr. de mantequilla y 10 ml. de aceite de oliva virgen extra en la olla rápida WMF. Calentar a fuego medio y cuando alcance temperatura, introducir la cebolla y una pizca de sal. Cocinar hasta que se ponga blanda pero sin que tome color. Sacar a un plato, escurriéndola y reservar.
Añadir a la olla 20 gr. de mantequilla y 5 ml. de aceite de oliva virgen extra y rehogar a fuego medio cuatro carrilleras, justo hasta que cambien de color por todos los lados pero sin dorarlas. Sacar a un plato cuando estén rehogadas y proceder del mismo modo con las otras cuatro. Reservar todas las carrilleras juntas.
Añadir el vino verdejo a la olla y evaporar el alcohol 30 segundos. Agregar 200 ml. de agua y la pastilla de caldo desmenuzada. Hervir hasta que la pastilla se disuelva y añadir las carrilleras con sus jugos, colocándolas en círculo y ligeramente acaballadas. Repartir por encima la cebolla, levantar el hervor, colocar la tapadera de la olla y cocer 10 minutos contados desde que la válvula suba completamente.
Transcurrido el tiempo, apartar la olla del fuego y despresurizar lentamente y con mucho cuidado. Una vez haya liberado toda la presión, abrirla, dar la vuelta a las carrilleras, devolver al fuego, levantar nuevamente el hervor, tapar y cocer 8 minutos contados desde que la válvula suba por completo.
Apartar la olla del fuego y dejar que pierda toda la presión antes de abrirla. Sacar la carne a un plato y triturar la salsa con la batidora de brazo. Poner la olla al fuego y reducir 3 minutos a fuego medio-alto. Añadir el queso roquefort desmenuzado y volver a triturar. Agregar el almidón de maíz disuelto en los 30 ml. de agua restante y remover. Reintegrar las carrilleras a la olla y hervir a fuego suave 5 minutos o hasta que la salsa espese ligeramente.
Rectificar de sal, si procede (no le he puesto) y dejar que repose hasta el día siguiente.
Calentar a fuego suave y servir.
A comer.
Buenos días Isabel. Te entiendo porque a mí me suele pasar, de hecho tengo más de un post con entradillas redactadas, porque me vienen las palabras y tengo que dejarlas recopiladas en algún sitio. A veces no llegan a ver la luz nunca, pero mi mente es así, desmesurada en todos los sentidos, jajajaja….
ResponderEliminarEste es tu espacio, y tú eres quien marca las pautas, así que de tonterías nada, tú déjate llevar, y quien quiera disfrutar un ratito de buena lectura, además de llevarse una magnífica receta, este es el lugar adecuado. En mi caso siempre digo lo mismo, lo mio no es un recetario de cocina, es el lugar donde cuento lo que me sale del al,a, y en ocasiones está asociado con el plato, en otras no, pero así es y será mientras sea mi espacio.
En tu cocina no me aburro nunca, me gusta no solo lo bien que cocinas, y eso que no he tenido la dicha de sentarme a tu mesa, pero eso se sabe leyendo tus recetas, están bien redactadas y se ve tu dominio de los fogones, y además escribes bien, y para una obsesa de las palabras como yo, eso es de agradecer, así que déjate llevar y sigue compartiendo lo que te rote, jajajaja…
Este guiso me ha puesto ojitos, me encanta el queso Roquefort, y no me importaría si fuera más generosa la porción que lleva la salsa, precisamente ayer tarde comentaba con mi cuñado Jesper, cuánto le gusta el solomillo al Roquefort y le explicaba cómo prepararlo en casa, es un magnífico cocinero, y aunque su cocina es danesa, todo lo nuestro le fascina, y esta salsa le gustaba comerla en el bar de mi Carmen, pero ya lo han traspasado por jubilación de mi otro cuñado, Pepe, y claro, Jesper se quedó sin su plato favorito del Bar La Taurina, dice que no hay bar en Sevilla que lo haga tan rico, jajajaja…, como ves yo no me quedo sin inspiración, ni siquiera en comentarios, y más cuando el plato que tengo por delante es de los que dejan la puerta abierta para disfrutarlo.
Besos y feliz martes.
Hola Concha. Últimamente me pasa mucho, no veo momento de redactar las entradas porque me falta inspiración para escribirlas. Es tal mi apatía que todas las semanas me tienta la idea de saltarme la publicación, pero acabo obligándome porque sé que eso es el principio del fin.
EliminarYa sé que éste es mi espacio y por eso mismo tengo libertad para hacer lo que me de la gana y así hago, pero también sé que las cosas que escribo no las perciben los demás igual que yo, algo natural cuando somos el lector y no el escritor, planteándome dudas sobre si las entradas resultan interesantes o entretenidas y si gustan tanto como pretendo gusten las recetas. Supongo que es un sentimiento bastante común entre los nos esmeramos en lo que hacemos.
Contente Concha, que a mi también me encantan los quesos azules y el plato son carrilleras al roquefort y no roquefort con carrilleras, jajaja...
Feliz día. Un beso.
A todos nos pasa de vez en cuando, que se nos va la inspiración, pero bueno, si luego nos traes recetas como esta ¡no pasa nada!
ResponderEliminarEs verdad que el queso azul no gusta a todo el mundo, a mí me encanta, así que daría buena cuenta de estas carrilleras que tienen una pinta espectacular. BSS!
¡Ay Mariam, es que la mía lleva una temporada que sale escopetada en cuando abro el portátil!. En fin, confiemos en que pase pronto.
EliminarCreo que en casa a la única que no le gustan los quesos azules es a mi madre, así que a ver cómo le vendo estas carrilleras, porque están buenísimas.
Un beso guapa.
Querida Isabel, páginas en blanco tienen hasta los mejores escritores, y nosotras somos blogueras cocineras, lo que pasa es que nos exigimos demasiado a la hora de hacer algún trabajo, aunque este vaya dirigido a poca gente como es la blogosfera, que cada día está más desierta, las redes sociales le han comido terreno a base de bien. Personalmente prefiero tener mi pequeño grupito, como el que tengo, y disfrutar un rato en este caso contigo.
ResponderEliminarLas carrilleras me han gustado mucho porque todo lo que lleve queso es de mi agrado, si es roquefort aún mejor. Esta carne no es una que compre a menudo, entre otras cosas porque estoy recortando el consumo de carne por el ácido úrico de mi marido, que es quien más la consumía junto con mi hijo, la dejo para ocasiones especiales, estas llegarán pronto porque aunque parezca que no, la Navidad está a la vuelta de la esquina y es cuando iré mirando estas recetas que no suelo preparar. Así que tú sigue haciendo que ya estoy yo aquí para copiarlas.
Un beso.
Qué razón tienes Lola, tal vez si fuera un poco menos exigente me resultara más fácil, pero ya me pilla mayor para cambiar, así que seguiré sufriendo el día que no esté inspirada.
EliminarMe aburren las redes sociales y prefiero la blogosfera, aunque cada vez haya menos gente por aquí. Ésta me parece más libre y sincera, podemos manejarla a nuestro antojo y no bajo las normas mercantilistas, autoritarias y sin sentido (FB me sigue trayendo frita) de las RRSS.
A la que nos despistemos pasamos de la vuelta al cole a las navidades, época en la que normalmente nos permitimos algunos caprichos culinarios, como bien podría ser éste.
Feliz día. Un beso.
Buenas noches, Isabel. Lo que dices me parece que es un problema común de los que escribimos en el blog, porque hay quien pone la foto, la receta y nada más. No es raro, más teniendo en cuenta que compartimos a menudo y no siempre la receta tiene una historia adosada o es inspiradora. En otras ocasiones, es nuestro ánimo decaído el que no acompaña.
ResponderEliminarDe las pocas carnes rojas que a veces como, creo que ya te lo he dicho antes, las carrilleras. Si son ibéricas, imagino, porque nunca las he comido, que ya el placer es absoluto. Soy de queso azul y creo que siempre sabes encontrar el punto adecuado para que el plato sea un éxito.
Besos y gracias por compartir.
Hola Marisa. Ya imagino que el problema es común, sería yo muy rarita si fuera la única y me lo tendría que hacer mirar, jajaja... Bromas aparte, a la hora de escribir, como en todo, lo primero es tener ánimo, porque si éste falta el resto se hace más cuesta arriba.
EliminarSí, ya me lo has comentado. La verdad que es una pieza (tanto la de porcino como la de vacuno), muy rica y queda tiernísima una vez cocinada. Las de ibérico no son fáciles de encontrar según en qué zona. Yo las prefiero a las de cerdo blanco, son más sabrosas, tiernas y melosas. Si alguna vez las encuentras, cómpralas y ya verás qué diferencia.
Un beso.
Ottimo piatto di carne, molto invitante!!!
ResponderEliminarLa guancia è un ottimo pezzo di carne da stufare, è sempre deliziosa.
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