viernes, 10 de diciembre de 2021

Magdalenas veganas de piña y coco

Cambiamos de tercio y lo hacemos con una receta dulce, antes de que turrones y demás repostería navideña invada todos los rincones de nuestras vidas. Hoy tocan magdalenas, ese, para mí, pecado de media tarde y al que no pienso renunciar aunque los diseñadores de la pirámide nutricional coloquen la bollería en todo lo alto y en color rojo, que parece que desde ahí nos señalan con un dedo acusador (“estás comiendo más de lo que debes”) o prohibitivo (“no comas”) y que no sé porqué en una extraña asociación de ideas de mi cabeza se me asemeja al Tío Sam de los antiguos carteles de reclutamiento del ejército estadounidense, que, fríamente, la similitud no se la veo por ningún lado, salvo en el hecho de que siempre me ha parecido que el famoso cartel más que animar a los jóvenes a alistarse en el ejército, los reñía por no haberlo hecho ya. Pues con la pirámide de marras, me pasa eso, que me riñen y no sólo desde arriba, sino en todas las capas pues, sinceramente, cumplirla a rajatabla es tarea complicada y poco menos que imposible si ya entran en juego alergias e intolerancias alimenticias y gustos personales. Así que yo la pirámide se la dejo a quien quiera cumplirla y en mi casa seguiremos comiendo variado, magdalenas incluidas. Porque yo me pregunto, ¿esa bollería de la pirámide, es la industrial o la casera? Porque la primera se parece a la segunda como un higo a una castaña, la verdad, ya que la una está llena de ingredientes ultraprocesados y/o añadidos para alargar su vida útil y la otra, pues no y mientras que me parece muy bien limitar el consumo de la industrial, no así el de la que yo hago en casa, porque las magdalenas de hoy, ¿qué tienen de malo?. Vale que se podrían hacer más saludables utilizando harina y azúcar integrales, aceite de oliva y zumo natural casero, pero que tampoco son veneno tal y como las hago y una diaria poco daño puede hacer.

Todo esto porque hoy tengo al gusanillo de la conciencia dándome una voces que ya ya, sorda me tiene y es que esta mañana me pesé y la báscula me echó la bronca ¡y a las puertas de las navidades! Así que no hice propósito de enmienda y me he comido una magdalena esta tarde, pues total, como ya no me da tiempo a hacer dieta pre-navideña, de perdidos al río.

La receta está muy modificada de una publicada en una revista del grupo Lecturas, no sé en cual porque lo que tengo es una fotografía de la receta, no la susodicha revista. La versión original no está mal, pero me gusta mucho más mi adaptación, la cual os animo a que preparéis antes de que el turrón se haga omnipresente en nuestras mesas. Además es vegana, perfecta para quienes siguen esta dieta o tienen intolerancia al huevo.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para 12 unidades

125 gr. de azúcar blanquilla

40 ml. de aceite de girasol u oliva suave

250 ml. de zumo de piña y coco a temperatura ambiente

200 gr. de harina de todo uso

16 gr. de impulsor químico

25 gr. de piña desecada

20 gr. de coco rallado

*Y además:

1 bandeja para magdalenas de 12 cavidades de 5 cm. de base

12 cestillos de papel para magdalenas de 5 cm. de base

ELABORACION:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

Precalentar el horno a 200º C con calor arriba y abajo.

Preparar la bandeja de las magdalenas, poniendo un cestillo de papel en cada cavidad.

Tamizar juntas la harina y el impulsor. Dejar a un lado.

Picar la piña muy menuda y mezclar con 15 gr. de coco rallado, separando los trocitos de piña que hayan podido pegarse entre sí. Reservar.

Disponer en un bol el zumo y el azúcar y batir con la batidora de brazo hasta que éste se disuelva. Agregar el aceite y mezclar. Incorporar la harina y la levadura y batir con la batidora hasta que no queden grumos. Añadir la mezcla de coco y piña e integrar con una espátula.

Repartir la mezcla entre las cavidades del molde y espolvorear por encima con los cinco gramos restantes de coco rallado.

Bajar la temperatura del horno a 180º C y poner el calor sólo por abajo. Colocar la rejilla en la segunda posición empezando por abajo y encima el molde de magdalenas. Cerrar el horno y hornear durante 25 minutos. A los veinte minutos de horneado, comprobar la cocción pinchando el centro de una magdalena con una brocheta: si no sale seca, continuar el horneado otros cinco minutos o hasta que salga seca.

Sacar la bandeja del horno y colocar encima de una rejilla. A los diez minutos sacar las magdalenas de las cavidades y ponerlas en la rejilla hasta que se enfríen completamente.

A comer.

12 comentarios:

  1. De perdidos al río y me parece de maravilla, porque a estas alturas y teniendo un blog en el que toca cocinar variado y apetecible, a veces comemos más que si no lo tuviéramos.
    Lo de tu reflexión piramidal, toda la razón porque es verdad que lo ultraprocesado no tiene nada que ver con lo casero.
    Muy ricas y originales tus magdalenas, lo que no sé es si la piña lleva azúcar o no y dónde la consigues.
    Besos.

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    1. Pues sí, es verdad que a cuenta del blog (o con la excusa del blog, jjj) a veces comemos más pero también es cierto que más variado, así que se compensa lo uno con lo otro.
      La pirámide no debería establecer una serie de alimentos así, sin más, sino que tendría que introducir matices en relación a sin son o no procesados, porque no hay comparación entre unos y otros.
      La piña sí tiene azúcar. La compro en Carrefour y viene en bolsitas de 150 gr.
      Un beso.

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  2. Pues mira, mi madre es diabética y no puede ni mirar los dulces, pero el médico le ha dicho que si se come alguno que sea casero, así que tan malo no será. Elaborados con ingredientes de confianza, sin pasarse en los que no debemos, ni en las cantidades, no veo porqué no. Si el ojo de la pirámide que todo lo ve, echara un vistazo a tus magdalenas, dudo que no se llevara alguna para el camino. Te han quedado preciosas y menudo sabor tendrán a piña y coco. Yo tampoco me resistiría si las tuviera cerca, una al día no puede hacer daño.
    Un beso.

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    1. Estoy de acuerdo con tu médico, con moderación y sentido común se puede comer de todo, salvo intolerancias, alergias y dietas especiales, pero eso es otro cantar. Pues no sé si el ojo se llevaría alguna pero ya me encargaría yo de tentarlo, a ver si cambiaba de opinión, jajaja... Pues ni te cuento cómo olía la cocina cuando estaban en el horno, deseandito probar una y eso que ya las había hecho más veces, pero es que me encanta la combinación piña-coco.
      Un beso.

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  3. Yo sigo convencida que la clave está en la variedad y en lo casero... Algún dulce casero si está preparado con ingredientes de toda la vida no puede sentar mal si se lleva una vida normal al lado. Se ven muy jugositas y eso que son veganas. Seguro que caen en casa pero el año próximo jajaja
    Besos y feliz fin de semana,
    Palmira

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    1. Pienso igual, en una alimentación variada, sana y casera, se puede comer de todo. Sí, el bizcocho no es seco, sino jugoso, ya que aunque el aceite es poco y no tienen la grasa que proporciona la yema de huevo, llevan mucho líquido. Dentro de una lata se mantienen estupendamente los seis días que nos duran (dos personas, dos magdalenas día, jjj).
      En casa no empezamos con los dulces navideños hasta el día 24, así que aún podemos comer alguno casero antes de los pecados dulces de las fiestas, porque luego, hasta que no se acaben éstos, nada de nada, que ya vamos servidos.
      Un beso.

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  4. No hay ocasión en la que la báscula no nos eche la bronca ¡a mí me tiene aburrida! Hace tiempo que en casa comemos saludable y equilibrado. No se hace la cruz a nada ni tampoco adoramos alimentos milagrosos como veo por redes sociales. Todo en su justa medida, algún que otro capricho y la salud lo nota.

    Tus magdalenas tienen una pinta buenísima y la combinación piña y coco me parece muy top ¡Besos mil!

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    1. Hola Cuca. Yo ya no le hago caso a la báscula pero tengo que reconocer que a veces hace que me sienta un poquito culpable, pero con moderación, como la ingesta de dulces, jajaja... Nosotros tampoco demonizamos ni encumbramos alimentos, tratamos de comer variado dentro de nuestros gustos personales, con algún caprichito y ya está.
      Es que la piña y el coco son un "matrimonio" muy bien avenido, siempre quedan bien.
      Un beso.

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  5. Hola preciosa!! vaya cosa rica!! Pues así todos se podrán dar un capricho dulce y rico sin pasarlo mal después . A mí me ha gustado mucho la idea, mil besos!!!

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    1. A mí el cargo de conciencia me dura poco, no creas y además sigo pensando que una al día no puede ser malo o al menos no tanto. Yo desde luego no pienso privarme de ellas, que luego la ansiedad es muuuu mala, jajaja...
      Un beso.

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  6. Un dulce casero no es pecado mujer, ya haremos dieta en enero con las rebajas jjj. Además bien originales con ese punto de piña y coco, dan ganas de probarlas. Besitos preciosa!

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    1. Eso pienso yo también, que ya habrá tiempo después que pasen las fiestas y el despiporre de dulce y salado de esos días, que por mucho que no se quiera, siempre nos pasamos. La combinación piña y coco siempre funciona, al menos a mi me encanta.
      Un beso.

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