Y ahora os voy a contar un secreto: mi intención era hacer las albóndigas redondas, pero la masa es tan suave y tierna que apenas mantenían la forma y la primera que hice de prueba, porque ya veía yo que aquéllo iba por mal camino, al salir de la sartén había quedado plana por abajo y abollada por arriba y a ver luego cómo se sostenía al darle la vuelta al cocerlas. Solución: la del viejísimo chiste “mamá, qué hay de comida; albóndigas; yo quería filetes rusos; (plaf) toma, filetes rusos”, las aplané ligeramente y tan monas que quedaron. Mejor así además, porque con esa forma se puede hacer una cocción más corta, evitando así secar en exceso el pescado y obteniendo unas albóndigas muy tiernas y jugosas.
Como os digo, la masa es muy tierna, así que manipuladla lo mínimo. No hace falta que las aplanéis en exceso al formarlas, pues al freírlas se van a achatar otro poquito. Lo mejor es que hagáis una de prueba como yo, que tampoco es obligatorio, que se trata más de una cuestión estética que de otra cosa. Conviene humedecerse la manos para formarlas y mejor aún, si tenéis guantes de nitrilo de uso alimentario, os facilitará tremendamente la tarea, pues la masa apenas se pega a ellos. Si los usáis, recordad que también los tenéis que humedecer ligeramente.
Es primero de mes y toca cita con el proyecto 1+/-100 desperdicio 0, proyecto que mensualmente gestiona Marisa desde su blog Thermofan e ideado para reducir el desperdicio de alimentos y fomentar el reciclaje y reutilización en general.
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
*Para 10-12 unidades, según tamaño. Todos los pesos en limpio
260 gr. de salmón fresco
65 gr. de mejillones cocidos
65 gr. de cebolleta
1 huevo tamaño L
1 rama hermosa de perejil fresco, sólo las hojas
25 gr. de pan rallado
2-3 pimientas de cayena, al gusto
1 diente de ajo pequeño
1/4 tsp de cúrcuma en polvo
175 ml. de caldo de pescado
AOVE
sal
harina
* Y además:
el accesorio picador de la batidora de brazo o un robot de cocina
ELABORACIÓN:
Eliminar las semillas y nervaduras interiores de las pimientas de cayena y picar en trozos pequeñitos. Reservar.
Pelar el diente de ajo, eliminar el germen si lo tuviere y laminar. Reservar.
Picar groseramente la cebolleta, el salmón y los mejillones e introducirlo todo en el accesorio picador de la batidora de brazo. Incorporar también las hojas de perejil, el huevo y el pan rallado y salar al gusto. Picarlo hasta conseguir una pasta sin apenas trozos, rectificar de sal si procede y pasarla a un bol. Agregar las cayenas picadas, integrar a mano, tapar y dejar reposar diez minutos para que adquiera algo de consistencia.
Llevar al fuego una sartén con aceite de oliva virgen extra y calentar. Con las manos humedecidas, tomar porciones de la masa, dar forma, pasar por harina, sacudir con delicadeza el exceso y dorar en el aceite bien caliente, lo justo para que se frían un poco por fuera pero queden sin hacer por dentro. Ir pasándolas a una cazuela baja donde quepan formando una sola capa.
Colar el aceite de freír las albóndigas para eliminar la harina y tomar 15 ml. Disponerlos en una sartén limpia y freír a fuego suave el ajo laminado. Apenas empiece a tomar color, sacarlo de la sartén y desecharlo, agregar la cúrcuma, rehogar unos segundos hasta que empiece a desprender olor y añadir el caldo. Levantar el hervor, verter sobre las albóndigas, tapar la cazuela y ponerla al fuego. Hervir dos minutos, dar la vuelta con cuidado a las albóndigas, volver a tapar y cocer otro minuto. Apartar del fuego, dejar reposar tapado cinco minutos para que el calor residual termine de cocinar las albóndigas sin secarlas y servir.
A comer.
Es que ya imaginaba que habrías publicado. ¿Soy un poco bruja o es que sueles hacerlo?
ResponderEliminarMe alegra irme a la cama sabiendo que ahí estás de nuevo regalándome y regalando otra de tus ricas recetas de aprovechamiento, además de los consejos que sirven y mucho.
Lo de aplanar las albóndigas y convertirlas en chatas es una idea genial que yo también hubiera puesto en práctica porque lo importante es disfrutar del sabor y seguro que están de lo más ricas.
Mil gracias por estar de nuevo en el proyecto.
Besos.
Jajaja... a lo mejor un poquito de lo primero y otro poquito de lo segundo, jajaja... Ya sabes que me gusta estar ahí, aunque al paso que voy termino por convertirme en la reina de las espinas y eso que no publico todas las recetas que hago con ellas, más que nada por no aburrir, pero no será porque no tengan aprovechamiento.
EliminarComo digo en la entrada la idea inicial no era achatar las albóndigas, pero si quería conseguir una textura suave y sedosa, ni podía añadirle más pan ni embadurnarlas con mucha harina, así que, a grandes males grandes remedios. Lo que resultó muy acertado, ya que así se cocinan en menos tiempo, quedando su interior perfectamente cocinado a la vez que conservan esa textura que buscaba.
Un beso.
Aprovechar las cabezas y espinas del pescado es lo que he visto en casa para hacer el caldito siempre, en otro tiempo en que iban menos sobrados que nosotros, es cierto que no me gustan todos los pescados para tal fin, los restos del Gallo Pedro no, son los únicos que desecho. Me ha gustado el nombre de tus albóndigas, no se si existe o te lo has inventado una vez has visto la forma de las mismas, otra manera de aprovechar si quedan blanditas, pues quedan igual de ricas. Yo no les suelo poner cebolleta si no está pasada por la sartén, no me gusta encontrarla cruda en estas preparaciones, por lo demás no tienen desperdicio, como bien indicas.
ResponderEliminarUn beso.
Yo tampoco aprovecho todas las espinas, pero casi. A veces son tan pocas que dan lo justo para una ración de sopa pero como solo la voy a comer yo, me basta y me sobra. El nombre me lo he inventado, aunque no creo que sea la primera a la que se le ha ocurrido. Es que llamarlas hamburguesas no se me hace, por la forma sí le iría bien el nombre pero para mí una hamburguesa siempre es de carne. La cebolleta apenas se nota pues va muy triturada pero sí es cierto que si queda algún trocito más grande sí se nota. Otra solución es picarla primero sola al máximo y luego añadir el resto de ingredientes. En ese caso yo escurriría el agua que suelta para que su sabor no fuera excesivo.
EliminarUn beso.
Concuerdo contigo que siempre se saca algo para comer de las espinas y cabezas aunque sea un caldito para preparar sopa o arroz. El salmón me gusta más no usarlo para caldos (mi hija es alérgica al salmón) pero anda que no hay carne en una cabeza de salmón que tiran en la pescadería!!!
ResponderEliminarDeliciosas estas albóndigas o como las llamemos, la forma es lo de menos ;o)
Por cierto, siento la demora, acabo de mandarte el listado de mermeladas del sorteo!! Los días se me pasan volando y no doy pie con bola estos días!
Besos,
Palmira
Y no sólo en la cabeza, como te toque un pescadero poco hábil te deja muchísimo en la espina central, que ya me ha pasado a mí alguna vez. En cualquier caso, si carne no tiene, siempre sirve para dar gusto al caldo.
EliminarNo te preocupes Palmira, no pasa nada. Todas tenemos muchas cosas que hacer y no siempre el tiempo llega para todo. En un ratito me paso a leer tu correo.
Un beso.
Isabel, a mí también me pasa lo mismo, prefiero limpiar yo en casa el pescado, y hacer sopas, no con todos porque los pescados azules me resultan muy fuertes de sabor, y no me gustan los caldos que hacen. Pero la verdad, cuando una está acostumbrada a limpiar pescado, como que nos quedamos más a gusto haciéndolo a nuestro modo.
ResponderEliminarTus albóndigas me parecen ideales, a mi también me gustan las albóndigas super tiernas, por eso las suelo hacer de tamaño Mignone, es más fácil manipularlas y cocinarlas.
Las de Salmón nunca las he hecho, pero no tardaré, me han gustado mucho.
Besos
Al pescadero sólo le pido que me arregle los peces grandes, pues yo no tengo cuchillos apropiados para ello, si no fuera por eso, con que me los desescamaran tenía suficiente, ya los destripaba yo luego para que el pescado sufriera menos en el transporte y por supuesto lo arreglaría a mi modo.
EliminarConfieso que no tengo paciencia para hacer albóndigas pequeñas y si hablamos de croquetas, ni te digo, me aburre enormemente hacerlas así que, en las contadas ocasiones que las hago, me quedan hermositas, que así acabo antes, jjj...
Un beso.
Al final experimentando salen cosas tan ricas como estas y con ese picantito, están de aperitivo de domingo. Además aprovechando la cabeza, más barato imposible. Besitos preciosa.
ResponderEliminarBueeenooo... Algunas veces no quedan tan ricas pero estas albóndigas sí, quedaron muy buenas, para servirse ración doble pues son tan suaves que se comen sin sentir, aunque estén picantitas. Y hechas con los desperdicios del pescado, muy económicas.
EliminarUn beso.
Hola, no tirar nada en la cocina es tener el mejor gusto y la educación más exquisita, así me lo enseñaron. A ti te sobra de todo esto y se nota en cada plato que nos enseñas. Me encanta el salmón y estas albóndigas sabrán a gloria. Besos!!
ResponderEliminarHola Elisa. A nosotras nos enseñaron a valorar el esfuerzo de nuestras madres como amas de casa y el de nuestros padres trabajadores, que salían todos los días a ganar el pan con el que las primeras hacían maravillas y que nos inculcaron, entre otras cosas, que la comida no se tira nunca y que con muy poquito se podía dar de comer a toda la familia, sólo hacía falta añadir entre los ingredientes mucha imaginación y cariño. Como a estas albóndigas, que además llevan un toque picantito que les sienta fenomenal.
EliminarUn beso.