Me quedaban todavía unos
níscalos y los preparé con bechamel. Esta es la forma en la que se
hicieron siempre en casa de mi madre. Nos gustaban mucho a todos y al
llevar bechamel, cundían más. Recuerdo que cuando era cría, en
cuando llegaba la época, mucha gente se iba a los pinares cercanos a
buscar níscalos y siempre había alguien que te regalaba algún
kilo. Por entonces había muchos (“crecían como setas” y nunca
mejor dicho) ya que llovía bastante más que ahora y no estaban
sobreexplotados. En el mercado eran muy fáciles de encontrar y a
precios baratos. Hoy en día, entre la “fiebre” que hay por toda
clase de setas, la sequía y la afición a buscarlos, en general hay
pocos y caros. Y cada día menos.
Y hablando de los
buscadores de setas: me ponen negra las malas prácticas de muchas de
las personas que salen al campo a recoger setas. Ya no hablo de las
mafias que arrasan por donde van sin importarles el daño que hacen,
sino de alguno de los particulares que o bien para consumo propio o
bien para la venta se dedican a ello y en muchos casos no se trata de
principiantes, sino de gente que lleva toda la vida haciéndolo.
Porque, vamos a ver ¿llevar las setas en una cesta para que se
propaguen las esporas es algo que sólo afecta a los demás?
¿arrancarlas de raíz o cortarlas con navaja según la seta que se
está recolectando es mucha molestia? ¿no coger setas inmaduras es
una tontería porque el que vaya detrás sí lo va a hacer? No sigo
que me caliento.
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
INGREDIENTES:
Para los níscalos:
900 gr. de níscalos
2 dientes de ajo grandes
85 gr. de jamón curado
(peso sin tocino)
sal
Para la bechamel:
el tocino que le hayamos
quitado al jamón
35 ml. de aceite
50 gr. de harina
600 ml. de leche
desnatada
pimienta negra molida (al
gusto)
nuez moscada molida (al
gusto)
sal
ELABORACIÓN:
Lavar bajo el grifo y uno
a uno los níscalos, frotándolos con un cepillito. Ir colocándolos
de canto en un escurridor.
Una vez limpios y
escurridos, picar en trozos regulares y reservar.
Pelar los ajos, quitar el
germen y laminar. Reservar.
Cortar el jamón en
taquitos, quitándole previamente el tocino. Reservar el tocino y el
jamón picado por separado.
En una sartén honda con
un fondo de aceite freír el jamón. Retirarlo cuando esté y
reservarlo. Incorporar a la sartén los ajos y sofreir a fuego lento
sin que tomen color. Agregar los níscalos, salar ligeramente, tapar
y cocer a fuego suave. Si los níscalos no soltaran agua, añadir un
chorrito para ayudarlos a sudar. Cocer 20 minutos removiendo de vez
en cuando. Pasado ese tiempo, añadir el jamón a la sartén y
cocinar otros 10 minutos o hasta que estén tiernos. Rectificar de
sal y cocer otros dos minutos. Retirar del fuego y reservar.
Los níscalos no han de
quedar secos. En caso de no ser tiernos y de haber perdido todo su
agua al guisarlos, añadir la que hiciera falta para que queden con
un poco de salsa.
Para preparar la bechamel,
calentar el aceite en una sartén honda. Freír en ese aceite el
tocino del jamón reservado. Una vez frito, retirar y deshechar.
Agregar la harina y rehogar hasta que empiece a cambiar de color y
huela a harina tostada. Añadir entonces la mitad de la leche o menos
y remover con unas varillas cuidando de disolver la harina para que
no queden grumos; al hacerlo con la mitad del líquido, resultará
más fácil. Una vez disuelta, agregar el resto de la leche y seguir
removiendo sin parar hasta que la mezcla espese y empiece a cocer. Ha
de quedar una bechamel ligera. En ese momento, rectificar de sal,
añadir pimienta negra molida y nuez moscada molida al gusto, pero de
forma generosa y cocer 2 minutos para que se mezclen bien las
especias. Añadir los níscalos reservados, mezclar para
homogeneizar, cocer otros dos minutos sin dejar de remover para
integrar sabores y retirar del fuego.
A comer.
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