Tuve la suerte la pasada
temporada de caza de que me regalaran dos liebres. Digo suerte porque
lo habitual por esta zona, es que las liebres que se cazan las coman
la cuadrilla de cazadores que las mató, para lo cual se reúnen
normalmente en una bodega familiar para cenar la liebre. Son las
típicas reuniones de hombres a las que no suelen acudir mujeres, no
por nada, sino porque son reuniones de cazadores y no hay muchas
mujeres que cacen.
Cocinar una liebre
requiere de cierta experiencia. Es una carne muy firme y sabrosa que
exige mimo y atención en su preparación y que a mí tal vez sea de
las carnes que más me ha costado cogerle el punto, porque como dicen
por aquí, una liebre mal guisada no hay quien la coma. Es tan
particular, que no queda bien cocinada en la olla rápida,
obteniéndose los mejores resultados con una cocción lenta
tradicional. No sé como admitirá las nuevas técnicas de cocina,
como la cocción al vacío a baja temperatura, pero seguramente le
vaya bien.
La receta de hoy es la de
mi suegra. Una preparación sencilla bastante condimentada, porque es
lo que necesita esta carne, un aderezo que la acompañe y
complemente, fuerte y con carácter, que realce su sabor sin que
pierda identidad y yo creo que esta receta lo consigue.
En cuanto al vino (*),
aconsejo encarecidamente utilizar un vino tinto con sabor fuerte,
como puede ser un Toro o un Somontano y nunca un vino suave o joven
porque mucha parte del éxito de esta receta está precisamente en el
vino: un reserva la va como anillo al dedo o mejor aún, para quien
tenga la oportunidad, un vino “de casa”, es decir, del que
todavía siguen haciendo algunas familias con las uvas de las viñas
propias. Merece la pena.
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
INGREDIENTES:
1 liebre con su hígado
(la mía pesó, una vez limpia, 1'900 kgr.)
230 gr. de cebolla
2 dientes de ajo grades
1 tbs.
de pimentón agridulce de La Vera (DOP)
20 granos de pimenta
negra
1/8 tsp.
de pimenta negra molida
1/4 tsp.
de nuez moscada molida
3 hojas de laurel
500 ml. de vino tinto de
D.O. Toro *
500 ml. De agua
sal y AOVE
ELABORACIÓN:
Lavar con agua fría
(ayudará a desangrar el animal) y minuciosamente la liebre y su
hígado. Secar con papel de cocina, trocear, salar y reservar por
separado la liebre y el hígado.
Pelar los dientes de ajo,
eliminar el germen si lo tuvieran, laminar y reservar.
Picar la cebolla en
cuadrados medianos y reservar.
Disponer un fondo de
aceite de oliva virgen extra en una sartén pequeña y añadir los
ajos. Llevar la sartén al fuego y confitar los ajos a fuego lento.
Cuando empiecen a ponerse blandos, subir ligeramente la temperatura y
agregar el hígado troceado. Freir el conjunto removiéndolo
suavemente y procurando que los ajos no tomen color y que el hígado
no se tueste, sino que se vaya haciendo despacio. Una vez cocinado el
hígado, poner todo contenido de la sartén en un mortero y machacar
hasta obtener una pasta. Reservar.
Poner a calentar una
cazuela donde quepa holgadamente la liebre, con un buen fondo de
aceite de oliva virgen extra. Cuando alcance temperatura, incorporar
la cebolla y la liebre y regohar a fuego medio-alto. Cuando la carne
cambie de color, añadir el vino y el agua, de tal forma que queden
cubiertas todas las tajadas. Dependiendo de la cazuela elegida, tal
vez haga falta más líquido. Si fuera así, agregar más vino y
agua, a partes iguales, hasta cubrir por completo la liebre.
Añadir a la cazuela el
laurel, las dos pimientas, la nuez moscada, el pimentón agridulce y
la pasta de hígado y ajo. Tapar y poner a cocer a fuego suave de dos
horas y media a tres horas.
El tiempo de cocción
dependerá del tamaño de la liebre y de su edad. Comprobar la
textura de la carne cuando lleve cociendo dos horas y media,
pinchando para ello con una brocheta una de las tajadas de la zona de
los riñones, ya que éstas son las más secas y duras. La brocheta
ha de entrar con facilidad. Si todavía no estuviera cocida, seguir
cocinando y controlando la cocción cada 30 minutos.
Cuando alcance la textura
deseada, retirar del fuego, rectificar de sal y dejar reposar 24
horas antes de consumir.
A comer.
Hola: me ha llamado la atención tu liebre, pues no la como desde pequeña en casa de mis abuelos y la encuentro muy parecida a la que hacía mi abuela. A mi me trae buenos recuerdos y estoy segura que te ha quedado muy buena, con salsita incluída.
ResponderEliminarUn saludo.
Me alegro muchísimo de que te haya gustado y sobre todo, de que te haya traído buenos recuerdos. Si tienes la oportunidad de conseguir una liebre, me encantaría que la hicieras y la disfrutaras tanto como la que cocinaba tu abuela.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu amable comentario.