Qué exótico sonaba
cuando yo era cría aquello de ensalada “tropical”, porque
ponerle pollo o piña a la ensalada, era lo más. Por entonces, el
universo de las ensaladas no era el de hoy en día ni de lejos. Creo
que más allá de la ensalada mixta, la de tomate, la de escarola o
lechuga y la campera, no había mucho más. Vale que como yo no
cocinaba mis conocimientos culinarios eran muy limitados, aunque
siempre me gustó leer recetas de cocina, pero no creo que entonces
se hicieran en muchas casas ensaladas templadas, pongo por caso.
Así que en cuanto una
ensalada llevaba algún ingrediente no vegetal como el pollo o
langostinos, aquello pasaba a convertirse en algo muy exótico casi
siempre bautizado como tropical, que no sé yo que tendrá que ver el
pollo con los trópicos, pero así era la cosa. Lo de la piña si que
era exotismo puro, ya que entonces no era una fruta popular como lo
es hoy en día, de hecho había poca y era cara. Supongo que fue por
esa época que se inventó la piña rellena de marisco, plato muy
popular en bodas y banquetes varios y que pese a ser ya un poco
viejuno, sigue existiendo en la carta de celebraciones de muchos
restaurantes.
Esta ensalada tropical
(de mi madre, que no mía), queda muy rica con muy pocos
ingredientes. El secreto está en dejar que los filetes de pechuga
cojan el sabor del ajo y, muy importante, el añadir a la mayonesa
bastantes de éstos una vez fritos, porque será lo que dé
personalidad a la ensalada. Y también mezclarla con antelación,
porque reciente tiene muy poco sabor, por eso, aunque la presentación
en vasitos y por capas puede quedar muy mona, no lo recomiendo, salvo
que se presenten con los ingredientes ya mezclados, lo que sin
embargo restará vistosidad al plato.
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
INGREDIENTES:
500 gr. de pechuga de
pollo
275 gr. de jamón york
cortado en un trozo
240 gr. de piña en
conserva
4 huevos talla L
4-6 dientes de ajo
grandes
150 gr. de mayonesa
leche (opcional)
aceite y sal
lechuga
ELABORACIÓN:
Pelar cuatro dientes de
ajo, quitar el germen si lo tuvieran y laminar. Reservar.
Cortar la pechuga en
filetes más bien gruesos o pedirle al pollero que lo haga. Disponer
una capa de filetes en un plato. Colocar parte de los ajos por toda
la superficie. Poner otra capa de filetes y más ajos. Repetir la
operación hasta acabar con todos los filetes, debiendo finalizar con
ajos. Si no fueran suficientes (dependerá de lo gruesos que se hayan
laminado), pelar los dos ajos restantes, quitándoles también el
germen y laminándolos. Tapar el plato e introducir en la nevera al
menos dos horas.
Llenar con agua una
cazuela donde quepan los huevos holgadamente. Añadir un puñado de
sal gorda y llevar a ebullición. Lavar los huevos y cuando hierva el
agua, incorporarlos con cuidado para que no se rompan y cocer quince
minutos desde que vuelva a romper el hervor. Una vez finalizado el
tiempo, sacarlos de la cazuela y sumergirlos inmediatamente en un bol
grande lleno de agua muy fría o incluso con hielo. Esto ayudará a
que se pelen mejor. Dejar que se enfríen completamente dentro del
agua.
Escurrir la piña de su
jugo y reservar.
Sacar los filetes del
frigorífico. Dejar que se atemperen un poco, salarlos y freírlos en
una sartén con aceite de girasol u otro de sabor neutro, a fuego
medio procurando que no cojan color y sin quitar los ajos. Ir
sacándolos a un plato a medida que se fríen. Parte de los ajos se
desprenderá de la carne y quedarán en el aceite. Ir sacándolos al
plato de la carne antes de que se doren y para evitar que den sabor a
ajo frito al aceite. Dejar que los filetes se enfríen completamente.
Reservar.
Cortar el jamón de york
en dados de un centímetro de lado, como máximo. Reservar.
Cortar la piña en dados
del mismo tamaño que el jamón de york. Reservar.
Pelar los huevos y
cortarlos también de la misma manera que los anteriores
ingredientes. Reservar.
Cuando los filetes estén
completamente fríos (se cortarán mejor), quitarle las láminas de
ajo que tengan adheridas. Reservar parte de éstas, las
correspondientes a dos dientes de ajo, aproximadamente, eligiendo
aquellos trozos que no se hayan dorado pero que estén blandos.
Desechar el resto.
Una vez fría la carne,
ésta habrá soltado aceite y jugo. Reservar este liquido y cortar
los filetes en dados de un centímetro de lado, en la medida de lo
posible y disponerlos en un recipiente amplio, calculando que han de
caber todos los ingredientes. Agregar el jamón de york, la piña y
los huevos cocidos.
Machacar con un tenedor
hasta que se deshagan, los ajos fritos que se habían reservado.
Añadirlos a la mayonesa, así como el aceite y jugo de la carne
igualmente reservados. Remover. Tiene que resultar una salsa poco
espesa. Si fuera necesario, aligerar con un poco de leche.
Agregar la mayonesa
preparada al recipiente donde están el resto de ingredientes.
Remover delicadamente, tapar y llevar a la nevera al menos doce
horas, mejor de un día para otro.
Antes de servir,
rectificar de sal y presentar la ensalada en una fuente rodeada de
lechuga lavada y cortada en tiras finas.
A comer.
Isabel, había olvidado el mundo de lo exótico y su relación con las ensaladas. Toda la razón tienes
ResponderEliminarHaces bien en recordarla porque está muy buena.
Besos y buen fin de semana.
En la cocina, como en todo, hay modas y puede que esta receta ya esté un poco pasada de moda, pero sigue siendo igual de rica y es muy apetecible cuando hace calor. Y como hay que prepararla con antelación, resulta muy cómoda para esta época del año en la que se suele pasar más tiempo fuera de casa y se agradece mucho llegar y no tener que preparar comida.
ResponderEliminarGracias por comentar. Un beso.