Últimamente no me cunde
nada el tiempo. No sé cómo me las apaño pero ahora con el mismo
tiempo de antes hago la mitad de cosas. No sé si será por la
monotonía, el calor o la edad pero la vida no me llega para hacer lo
que tengo que hacer. Ayer tenía que haber publicado pero me fue
completamente imposible. La verdad es que anduve todo el día de
cabeza aunque había conseguido dejar un ratito libre para venir por
aquí pero los hados se pusieron en contra y un hecho luctuoso vino a
dar al traste con mis planes. Por este motivo quiero dedicarle esta
entrada a mi amiga M.C. y guardarle uno de estos vasitos para que le
ayuden a pasar el momento tan amargo que está viviendo.
Cultivar tus propias
frutas y hortalizas puede ser muy gratificante, a la par que
trabajoso, aunque yo en la huerta hago poco, la verdad, el que la
atiende es mi pareja, que es un bendito y muy trabajador, aunque eso
no se lo digo, que luego se hincha y no hay quien le tosa (pobre,
menos mal que no me lee, que si no, me arranca las tomateras y me lo
tendría merecido, porque las cultiva y cuida y no le gustan los
tomates).
A lo que iba. Que sí,
que muy bonito todo, pero cuando la huerta está en plena producción,
te salen sus frutos por las orejas y aunque repartas, siempre sobra.
El año pasado los melocotoneros dieron una salvajada de kilos y a
pesar de que toda la familia nos hartamos de comerlos y de hacer
mermelada y conserva, muchos se estropearon en el suelo, pero es que
era imposible consumirlos todos. Yo hice mermelada como para dos
años, lo que me vino bien porque este año todos los frutales han
florecido muy mal y no sé si darán algo.
Toda esta perorata es
para decir que después de repartir, me junté con tres kilos de
fresas. Y como no sólo de fresas vive el hombre, ahora que es una
gloria ver el frutero con la variedad de fruta que nos trae el buen
tiempo, parte de la fresas se fue arrugado en el frigorífico, junto
con unas naranjas que quedaron relegadas en un rincón del cajón de
la fruta ante la invasión de albaricoques, paraguayas, melocotones y
nectarinas que se produce en mi casa cuando empieza la temporada.
Hasta que mis frutales empiecen a producir en la segunda mitad del
verano, ir a la frutería me pierde, para alegría de mi frutera...
Total, que ¿qué mejor
manera de aprovechar la fruta que hacer mermelada?. Las mermeladas
son recetas cien por cien aprovechamiento, como las conservas y los
escabeches. Así que con las fresas que me quedaban y parte de las
tristes naranjas, hice esta mermelada que quedó riquísima. Seguro
que no es una combinación original y que Marisa ya la tiene (no lo
he comprobado) pero la voy a llevar a 1+/-100, desperdicio 0
porque
el destino de aquéllas fresas era una mermelada o la basura, ya que
estaban excesivamente maduras. Por esto mismo no lleva mucho azúcar
y porque las fresas “de casa” son muchísimo más dulces,
sabrosas y sobre todo aromáticas que las compradas. Eso no quita
para que siempre salgan algunas que no saben completamente a nada.
Como
preparar una mermelada para Thermofan me
parecía poca cosa y tenía unos yogures próximos a su fecha de
caducidad, un resto de nata para cocinar que estaba dando vueltas por
el frigorífico y sobre todo un paquete empezado de gelatina en polvo
que no se para qué compré porque no me gusta nada trabajar con ella
y ya acababa de caducar (lo confieso), preparé estos sencillos
vasitos. No llevan azúcar añadido porque para mi gusto la mermelada
y los yogures edulcorados ya aportan el azúcar suficiente.
Elegí
mal los vasos. Los llené hasta arriba para que no me sobrara nada de
crema y ésta resulta desproporcionada respecto de la mermelada.
Hubiera quedado mejor en vasos anchos y bajos (y sin llenarlos hasta
el borde, por supuesto) para que ambas capas quedaran más
compensadas e incluso resultara más fácil de empezar a comer. De
los fallos se aprende.
Así
que, aunque haya publicado con retraso, lo compenso con dos recetas
para
y una
entrada más larga que un año sin pan. Bendita la paciencia de quien
se la lea hasta el final.
Venga, a lavarse las
manos y a cocinar.
Mermelada de fresas y naranja
INGREDIENTES:
1.415 gr. de fresas muy maduras (peso
en limpio)
425 gr. de azúcar blanquilla (el 30%
de peso de la fruta)
140 ml de zumo natural de naranja con
pulpa (el 10 % del peso de la fruta)
14 gr. de piel de naranja sin nada de
la parte blanca (el 1% del peso de la fruta)
ELABORACIÓN:
Lavar la fresas y escurrir.
Quitar el pedúnculo de las fresas,
cortarlas en varios trozos, según tamaño y colocarlas en una
cazuela grande y ancha.
Exprimir dos naranjas hasta obtener 140
ml. de zumo. Incorporarlo sin colar a la cazuela de las fresas.
Lavar la piel de naranja, quitarle toda
la parte blanca y añadirla a la cazuela junto con el azúcar.
Llevar la olla a ebullición. Cocinar a
fuego fuerte 30 minutos contados desde que empiece a cocer a
borbotones removiendo para evitar que se pegue.
Apartar del fuego y dejar templar.
Si las fresas hubieran
quedado muy enteras y preferimos una mermelada sin tropezones,
aplastar con un tenedor o pasarla por el chino. En esta ocasión yo
preferí dejarla con los trozos de fruta.
Es una mermelada con poco
azúcar, por lo que si no se va a consumir toda, es aconsejable hacer
conserva. Para ello, llenar unos frascos pequeños, de 250 ml. de
capacidad, dejando un espacio libre de un centímetro y medio hasta
el borde. Introducir en una olla a presión, cubrir de agua, cerrar,
no poner la válvula y cocer a fuego fuerte 10 minutos desde
que empiece a salir el vapor. Apartar del fuego. Esperar cinco
minutos para abrir la olla y dejarla semicerrada hasta que el agua no
queme al tacto. Sacar los tarros entonces y dejar enfriar
completamente.
Vasitos de crema
aireada de coco con mermelada de fresa y naranja
INGREDIENTES:
* Para 4 vasitos de 100
ml. de capacidad (llenos hasta el borde)
4 tbs. de mermelada de fresa y naranja
2 yogures de coco,
desnatados y edulcorados, fríos
60 ml. de nata para
cocinar (18 % de materia grasa), fría
5 gr. de gelatina en
polvo
1 tsp. de coco rallado
ELABORACIÓN:
Poner la nata fría en un
cacito o bol pequeño que se pueda calentar y agregar la gelatina en
polvo. Remover para que toda la gelatina quede impregnada de nata y
dejar que se hidrate durante 10 o 15 minutos.
Poner el coco rallado en
una sartén pequeña sin nada de aceite y tostarlo a fuego medio,
removiendo para que se tueste todo por igual. Una vez tostado,
volcarlo inmediatamente en un plato (para evitar que el calor
residual de la sartén lo siga tostando) y dejar enfriar. Reservar.
Colocar una tbs.
de mermelada de fresas y naranja (preferiblemente con trozos de
fruta) en cada vasito e introducir en el frigorífico para que coja
cuerpo.
Para disolver la gelatina
que ya estará hidratada, vamos a hacerlo al baño María. Para ello,
coger un cazo un poco más grande que el recipiente en el que esté
la nata con la gelatina y verter en su interior un poco de agua, la
suficiente para que NO supere la altura de la base del recipiente de
la nata o mejor aún, que no la toque. Colocar el cazo con el agua y
con el recipiente de la nata dentro, en el fuego y calentar a fuego
fuerte, removiendo continuamente la nata para ayudar a disolver la
gelatina y a distribuir la temperatura. Ahora hay que prestar mucha
atención a este proceso: en cuanto veamos que el agua va romper
a hervir, apartar inmediatamente el cazo del fuego y seguir
removiendo la nata hasta que la gelatina se disuelva por completo. Si
el agua perdiera temperatura y no se hubiera terminado de disolver la
gelatina, volver a llevar el cazo al fuego poniendo siempre especial
cuidado en evitar que el agua hierva, porque eso estropearía la
gelatina. Una vez disuelta, sacar el recipiente de la nata del cazo y
dejar que se enfríe removiendo de vez en cuando.
Abrir los envases de
yogur (fríos) y colocar su contenido en un bol. Batir con unas
varillas eléctricas a velocidad baja hasta que tengan textura de
crema. Agregar la nata enfriada y seguir batiendo aumentando
progresivamente la velocidad hasta alcanzar una velocidad media. Batir
dos o tres minutos hasta que se vea que la crema ha cogido aire y un
poquito de cuerpo.
Sacar los vasitos del
frigorífico, distribuir la crema en ellos y llevarlos nuevamente al
frigorífico hasta que la crema cuaje, unas dos horas según la marca
o hasta el día siguiente.
En el momento de servir,
distribuir entre los vasitos el coco rallado y tostado. Consumir
fríos.
A comer.
Querida Isabel. Desde esta mañana que he visto las dos recetas estoy muy muy contenta.
ResponderEliminarTengo muchas mermeladas en el blog de fresa y naranja también, pero la tuya es diferente en el momento que no copiamos nuestra creatividad hace que cocinemos recetas parecidas pero no tienen por qué ser idénticas.
Los vasitos son una maravilla y ahora mismo me tomaría uno que tengo pocas ganas de cenar porque he tenido un día muy duro.
Tú a tu pareja es un sol porque cultivar tomates sin que le gusten no lo haría todo el mundo.
en casa somos adictos al tomate con pan y aceite y si es posible así que ya me vendría bien a mí tener unos cuantos kilitos a mi disposición.
Le sigo hablando al móvil por lo tanto si hay algún error es de eso.
pero por suerte ya utilizo algún dedo de la mano derecha y eso es un descanso aunque duela.
Es un placer tenerte de nuevo y mil gracias de corazón.
Buenas noches Marisa. No sabes cómo me alegran tus palabras y a la vez me animan a seguir con este humilde rincón. Resulta muy gratificante saber que hay alguien del otro lado, aunque eso tu ya lo sabes de sobra.
ResponderEliminarEs cierto que mi pareja es un bendito, porque además de los tomates me cultiva pepinos y calabazas que no come ni aún así lo mates, pero como a mi sí me gustan, los planta y cuida para que yo los disfrute. Es una lástima que no le gusten los tomates, no sabe lo que se pierde.
Cuídate el brazo y no lo fuerces, no te vayas a lastimar por querer volver a la normalidad rápidamente, aunque no parece que hayas parado mucho a juzgar por lo que has estado publicando.
Un fuerte abrazo.