¿No os parece que los
dulces de la mayoría de los países de Oriente Próximo son hiper
calóricos? O bien tienen azúcar o miel hasta empalagar o sus
ingredientes principales son los frutos y frutas secos o están bien
cargaditos de mantequilla. Tal vez esté confundida, pero es la
impresión que a mí me da. Baste como ejemplo el archiconocido
baklava, las deblas tunecinas (dulce de sartén empapado en almíbar
de miel y azúcar y espolvoreado con sésamo y pistacho), las haloua
marroquíes (pastas rellenas de dátiles, nueces y almendras) o estas
sam tatlisi, sencillas en ingredientes y dulzonas.
La receta la he sacado
del libro "Un viaje por la cocina mediterránea" de Daniel Rouche
y editado por Somoslibros: una recopilación de recetas de diversos
países de la Cuenca Mediterránea.
He seguido la receta al
pie de la letra (raro en mí). La única modificación es que hice
menor cantidad de almíbar reduciéndolo en un tercio, porque las
cantidades originales me parecían una barbaridad, aunque visto el
resultado, a lo mejor me equivoqué reduciéndolo, pues el almíbar
no llegó a empapar la parte superior de los pastelillos. Es por eso
que en la receta indico las cantidades originales.
El dulce está rico,
tiene un sutil sabor a naranja, es diferente y perfecto para los muy
golosos. Yo, que soy golosa pero con los años me van gustando las
cosas menos dulces, no los he encontrado empalagosos, que era como me
los esperaba y me han sorprendido gratamente: son lo suficientemente
buenos como para que si se tiene la oportunidad de probarlos, no
dejarla pasar.
Venga, a lavarse las manos y a cocinar.
INGREDIENTES:
* Para las delicias:.
500 gr. de sémola de
trigo fina
250 gr. de azúcar fino o
glas
10 gr. de impulsor
químico
400 ml. de leche
desnatada a temperatura ambiente
la ralladura de la piel
de media naranja grande
40-60 gr. de almendra
cruda laminada
30 almendras fritas sin
sal, repeladas
margarina para el molde
*Para el almíbar:
500 gr. de azúcar
blanquilla
300 ml. de agua
55 gr. de limón cortado
en rodajas (4-5, según tamaño)
*Y además:
un molde antiadherente de
24x20 cm. de base
ELABORACIÓN:
NOTA: Los tiempos,
temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno
que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos
hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada
cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque
probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.
Embadurnar generosamente
con margarina el molde elegido. Distribuir las almendras fileteadas
por toda la base y en una sola capa. Dependiendo del grosor de las
láminas, será necesario mayor o menor peso de almendras. Las mías
las corté finas y tuve suficiente con 40 gr. Presionar con
delicadeza las almendras para que se peguen un poco a la margarina y
reservar el molde.
Lavar y secar la piel de
naranja. Rallar con un rallador fino sin llegar a la parte blanca y
reservar.
Disponer en un bol la
sémola y añadir el azúcar y el impulsor tamizados. Mezclar con una
cuchara hasta que quede homogéneo. Agregar la leche y mezclar hasta
que no se vea ninguna parte seca. Por último, añadir la ralladura
de naranja, remover de nuevo para distribuirla por la pasta y
volcarla delicadamente en el molde (para evitar que se muevan las
almendras). Golpear el molde con cuidado contra la encimera para que
suban las posibles burbujas que pueda contener la mezcla, taparlo con
papel film alimentario y dejar reposar un día en la nevera.
Al día siguiente, sacar
el molde del frigorífico una hora antes de hornearlo para que se
atempere.
Precalentar el horno a
180º C con calor arriba y abajo e introducir el molde, sin el film,
colocando la rejilla a media altura. Hornear 25 minutos, comprobando
el punto de cocción pinchando con una aguja, si sale seca ya está
hecho. Si no fuera así, hornear un poco más hasta que esté hecho.
Si fuera necesario (dependerá del horno), gratinar unos minutos para
dorar la superficie.
Mientras se hornean las
delicias, poner un cazo el agua, el azúcar y las rodajas de limón
lavadas y llevar a ebullición durante cinco minutos. Mantener
caliente hasta sacar el molde del horno.
En cuanto se saque el
molde del horno, regar con el almíbar caliente, eliminando el limón,
y dejar al menos una hora para que se absorba todo el líquido. Yo lo
hice por la noche y lo dejé hasta el día siguiente.
Desmoldar con cuidado
para que las almendras no se despeguen de la masa. Cortar en quince
porciones y decorar cada una con dos almendras fritas.
A comer.
Hola Isabel, antes de irme a la cama que ya está siendo hora, vengo a leerte. No conocía este dulce y me ha llamado la atención. Estuve en Turquía de viaje de novios y recuerdo los dulces exageradamente cargados de azúcar. Yo también soy golosa, pero no me gustaron y ahora, que no puedo tomar azúcar, ni te digo. Lo que me encantó fue todo lo salado, los pescados y especialmente el yogur que era denso y delicioso. Todo habrá cambiado porque de mi visita hace ya mucho.
ResponderEliminarMe alegra compartir contigo el gusto por la almendra y tienes suerte de tener árboles. En mi vida ya no queda nada de todo lo que disfruté en la infancia y es una pena.
Te deseo unas felices fiestas navideñas.
Un beso.
Resulta un dulce curioso, por la textura que le da la sémola y contrariamente a lo que pueda parecer por la gran cantidad de azúcar que lleva, no resulta empalagoso como otros dulces turcos o árabes.
EliminarNo he estado en Turquía (ni apenas fuera de España) pero me encantaría probar ese yogur que dices que comiste, seguro que aparte de estar muy rico, no se parecía en nada a lo que aquí conocemos como yogur.
Me encantan los árboles, tanto ornamentales como frutales y cuando decidimos plantar unos árboles, yo quise desde el principio almendros y cerezos, los primeros porque son árboles que se ven en cualquier gavia, muchísimos de ellos silvestres, y para mí anuncian el final del invierno y los segundos porque las cerezas son mi fruta favorita (mi madre dice que es de tantas que comió durante el embarazo) y sí, me considero muy afortunada por tenerlos.
Besos y felices fiestas, también para ti y tu familia.
A mí me pasa al revés, con los años me he vuelto más golosa, antes no me gustaba el turrón y este año no sé que me ha pasado que me encanta, jjj. Así que seguro que estas delicias me gustarán aunque como a ti menos empalagoso que lo que normalmente lo hacen, porque es verdad que suelen pasarse de dulces. Qué tengas unas felices fiestas preciosa!
ResponderEliminarNo eres la única: a mi abuela materna le pasó lo mismo, de no gustarle el dulce cuando joven a ser una golosona de mayor y es que el paladar cambia con los años. Yo estoy esperando a ver cuándo le cambia a mi pareja y le empiezan a gustar las verduras, pero no sé yo...
EliminarUn beso y felices fiestas (lo que queda).
Me pasa como a ti, que los dulces muy cargados de todo me empalagan mucho, por eso los que más me gustan son los caseros porque utilizo los ingredientes a mi gusto. Aunque éste dulce tuyo de Damasco lo probaría seguro, tiene muy buena pinta.
ResponderEliminarTe deseo una Feliz Navidad, no sé si lo he hecho ya, pero no importa, espero que en el 2020 sigamos compartiendo recetas y comentarios.
Un beso.
Por suerte parece que la industria se va concienciando y va reduciendo el azúcar y la sal, aunque a mí la mayoría de los dulces industriales me siguen pareciendo demasiado dulces y prefiero, como tú, los caseros.
EliminarAunque ya estemos a mitad de las navidades, felices fiestas también para ti y por supuesto que en el 2020 seguiremos cocinando, compartiendo y comentando, pues es muy gratificante.
Un beso.