
Aprovechando que estamos teniendo un verano bastaste inestable en lo que a temperatura se refiere (lo de “inestable” es lenguaje políticamente correcto y eso porque por escrito queda muy fea la retahíla de sapos y culebras que salen por mi boquita cada vez que se menciona el tema del clima) y el sábado hizo francamente frío, decidí encender el horno y hacer, por fin, un bizcocho con semillas de amapola, que no sé el tiempo que llevo queriéndolo hacer, pero es que me faltan días para tantas recetas que se acumulan en la carpeta de “pendientes”. Bueno, días no, vidas, que este blog, como muchos, empezó con la pretensión de tener ordenadas en un mismo lugar las recetas que pululaban por ahí escritas en cualquier sitio y de cualquier manera y que andando el tiempo, se ha convertido en algo de un tamaño inmanejable, no el blog, sino las recetas pululantes, que en vez de disminuir, aumentan y “crecen” por los rincones como si fueran setas. ¿Qué me consuela? Pues que, a pesar de no haber conseguido mi objetivo inicial, he descubierto muchísimas recetas muy interesantes, he desarrollado mucho mi creatividad culinaria (ya antes creaba recetas, pero ahora es un no parar), he conocido virtualmente a gente que me alegra los días con sus comentarios, a la que considero mi amiga y a la que, con la estampida del verano, echo mucho de menos (salvo l@s fieles que continúan al pie del cañón) y porqué no decirlo, porque sé que a vosotr@s os pasa lo mismo. Ya se sabe, mal de muchos... Pero siempre con cariño, ¿eh?.
En fin, que me disperso. Que como hacía frío y estaban aquí mis sobrinas, a las que hacía un año y medio que no veía (ya sabemos todos porqué) y había que entretenerlas de alguna manera pues dada la situación actual lo de bajar a la plaza a jugar con los niños del pueblo estaba completamente descartado, aproveché para hacer el bizcocho. Así, mientras les explicaba el proceso como si fuera la maestra de la escuela y se turnaban para batir los huevos, pasamos la tarde en un suspiro, bueno, hasta que metimos el bizcocho en el horno y empezaron a preguntar “¿cuándo lo podemos comer?” y explícale tú a un niño que tiene que esperar varias horas para comerse una golosina. ¡Já! Los niños no entienden de relojes, así que, como ya se estaban poniendo pesadas, las mandé con sus padres y con su abuela, que habían pasado una tarde muy tranquila sin niñas y ya les tocaba un poco. Y conste que no me quejo, que se portaron muy bien y no dieron guerra (su madre no se lo creía cuando se lo contaba), pero de alguna manera tenía que conseguir que se olvidaran del bizcocho, pues ninguna de las dos es mucho de dulces (chuches aparte) y aunque querían probarlo porque habían colaborado en su elaboración, dudo mucho que les gustara la textura.
Afortunadamente y como cabía esperar, al día siguiente ya ni se acordaban del bizcocho, así que pude hacer el glaseado con licor, que de otra manera no hubiera podido ser posible si lo iban a comer ellas.
Finalmente, no hice ninguna de las recetas que tenía guardadas de bizcocho con semillas de amapola, sino que seguí la receta de mi bizcocho cuatro cuartos ligeramente adaptada. En esta ocasión, como la miel y las semillas hacen que la masa sea más densa y pesada, añadí impulsor químico para ayudarla a subir en el horno y asegurar un bizcocho esponjoso. Ha quedado muy rico, con ese ligero e interesante crujiente que aportan las semillas de amapola y el suave aroma a licor del glaseado, este último todo un “peligroso” descubrimiento por lo adictivo y tremendamente bueno que está.
Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:
* Para el bizcocho:
4 huevos talla L a temperatura ambiente
el peso de los huevos, sin cáscara, de harina
3/4 partes del peso de los huevos, sin cáscara, de azúcar
1/4 parte del peso de los huevos, sin cáscara, de miel de mil flores
el peso de los huevos, sin cáscara, de margarina vegetal
30 gr. de semillas de amapola
1 tsp de ralladura de piel de limón
1 tsp de impulsor químico
* Para el glaseado:
200 gr. de azúcar glas (azúcar impalpable)
50 ml. de licor de orujo con limón (tipo limoncello)
semillas de amapola, para decorar (optativo)
* Y además:
unas varillas eléctricas
papel sulfurizado
un molde de plum cake de 21 cm. de largo por 11 cm. de ancho (medidas de la base) y 7 cm. de alto o un molde de 1'650 litros, mínimo, de capacidad
ELABORACIÓN:
NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.
* Del bizcocho:
Humedecer el molde con agua y forrar el interior con papel sulfurizado. Humedecer también éste, una vez colocado, para que resulte más fácil acomodarlo al molde. Reservar.
Precalentar el horno a 200º C, con calor arriba y abajo.
Poner un cuenco amplio en la báscula de cocina, destarar, cascar los huevos en el cuenco y pesar.
Pesar el mismo peso de margarina. Ponerla en un cazo y calentar a fuego muy bajo para que se licue. Retirar del fuego cuando aún quede algo de margarina semi sólida (terminará de derretirse con el calor residual), añadir las semillas de amapola y la ralladura de limón, remover y dejar enfriar a temperatura ambiente. Reservar.
Pesar el mismo peso de harina y tamizar junto con el impulsor químico. Reservar.
Pesar una cuarta parte del peso de los huevos, de miel. Si estuviera sólida, templar a fuego muy bajo para que se licue y dejar enfriar. Reservar.
Pesar tres cuartas partes del peso de los huevos, de azúcar y añadirlo a los huevos.
Batir la mezcla de huevos y azúcar con las varillas a velocidad alta hasta que blanquee, duplique su volumen y alcance el punto de cinta (*) .
Agregar en hilo y de una sola vez, la mezcla de margarina, semillas y ralladura e integrar someramente con una espátula, con movimientos suaves y envolventes, de abajo hacia arriba, para que la mezcla de huevos no pierda volumen.
Proceder del mismo modo con la miel.
Incorporar la mezcla de harina y levadura en dos o tres veces e integrarla de la misma manera.
Verter la masa en el molde, bajar la temperatura del horno a 180º C y poner el calor sólo por abajo, colocar la rejilla en la segunda posición empezando por abajo e introducir el molde en el horno.
Hornear 40 minutos. Comprobar el punto de cocción pinchando el centro del bizcocho con una brocheta: debe salir seca. Si no fuera así, prologar la cocción otros cinco minutos y volver a comprobarla antes de finalizar el horneado.
Sacar el molde del horno y colocar en una rejilla. Desmoldar el bizcocho pasados diez minutos y ponerlo en la rejilla. Dejar que se enfríe completamente,
* Del glaseado:
Una vez el bizcocho esté bien frío, preparar el glaseado.
Poner en un cuenco el azúcar glas, añadir el licor y batir con un tenedor hasta conseguir una mezcla perfectamente integrada y fluida. Seguidamente, colocar la rejilla junto con el bizcocho sobre un plato y verter el glaseado por toda la superficie del bizcocho. Espolvorear por encima con semillas de amapola (si se usan), dejar que el glaseado se seque por completo y servir.
A comer.
(*) A SABER:
El punto de cinta es aquél que alcanza el batido cuando al levantar las varillas y caer la mezcla, ésta cae d forma fluida, lisa y continua, formando un dibujo que tarda en desaparecer unos segundos. También recibe el nombre de punto de letra.
