viernes, 20 de agosto de 2021

Sopa fría de pepino, pera y rúcula, en robot Monsieur Cuisine Plus (MC+)

Hoy os traigo una receta muy refrescante y rápida de hacer, de complicación cero y llena de vitaminas. Si además habéis tenido todos los ingredientes en la nevera antes de empezar a hacerla, la podéis degustar de inmediato. Está tremendamente buena, si os gusta lo verde, claro está. Como es habitual en mi casa, este tipo de platos los hago sólo para mí, ni me molesto en ofrecérselo a mi pareja, porque ya sé que me va a decir que no, así que los disfruto yo sola y como me gustan mucho, preparo bastante. Con las cantidades que doy, salen aproximadamente 900 ml. de sopa y no creáis que me dura tanto, pues la guardo en una botella en el frigorífico y como la textura es más bien ligera, muchas veces, en vez de servirme un vaso de agua, me lo sirvo de sopa y me sabe tan rico.

Utilizad peras que estén todavía un poco verdes o mitad y mitad, si os gustan las comidas un poquito dulces. Como las peras se oxidan rápido, yo las pelo y descorazono justo antes de añadirlas al vaso, así no les da tiempo a oscurecerse.

Hoy empiezan mis vacaciones, así que aprovecho para despedirme de vosotr@s. Cierro el chiringuito durante unos días, a ver si consigo desconectar un poco del ordenador, que falta me hace, por lo que estaré ausente.

El tiempo pasa muy rápido así que, antes de que os deis cuenta, estaré otra vez por aquí dándoos guerra.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

600 gr. de pepino, pelado y sin semillas

300 gr. de peras conferencia, peladas y descorazonadas

40 gr. de rúcula, lavada

sal

vinagre de manzana

AOVE

unos tomates cherry y hojas de rúcula, para decorar (opcional)

ELABORACIÓN:

Disponer en el vaso del MC+ el pepino troceado. Colocar la tapadera y con el orificio tapado, pulsar la tecla turbo durante 10 segundos. Abrir, bajar los restos con la espátula, cerrar y volver a pulsar la tecla turbo otros 10 segundos.

Abrir el vaso, introducir las peras partidas y las hojas de rúcula; sazonar al gusto con sal, vinagre de manzana y aceite de oliva virgen extra. Cerrar el vaso y siempre con el orificio tapado, volver a pulsar la tecla turbo 10 segundos. Abrir, bajar los restos, rectificar sal, aceite y vinagre, si procede, tapar de nuevo y pulsar la tecla turbo otros 10 segundos. Comprobar la textura de la sopa y si se desea más fina, pulsar la tecla turbo el tiempo necesario hasta que quede a nuestro gusto.

Servir fría decorada con unos tomates cherry y unas hojas de rúcula.

A comer.

domingo, 15 de agosto de 2021

Puntillas con champiñones

No sé si será por la situación sanitaria actual, pero da la sensación de que todo está más parado que otros años, al menos por aquí. No hay apenas tráfico en las carreteras y aunque por las calles se ven muchos más coches que habitualmente, no se ve por ello más gente en la calle. Gente hay, pues no hay más que ir a los supermercados para comprobarlo, vayas a la hora que vayas hay muchos más clientes que en invierno, pero no sé si es que luego no salen de casa o qué. El caso es que entre eso y que estos días SÍ está haciendo calor, mucho calor, no como hace una semana que nos pelábamos de frío, estoy bastante apática, sin ganas de nada, ni de cocinar y hay muy poquitas cosas que me quiten las ganas de meterme en la cocina. Así que hoy, una receta rapidita para así podernos poner a hacer otras cosas, como por ejemplo, decidir el destino de las vacaciones los que a estas alturas todavía no las hayáis cogido, como yo, que aún continúo trabajando, aunque ya por pocos días.

Receta sencilla, rápida y resultona, que acompañada de una cervecita y poco más, viste de lujo la mesa para la cena y sobre todo si compráis puntillas frescas, que nada tienen que ver con las congeladas, que son a las únicas a las que aquí tengo acceso.  La única ventaja de las segundas sobre las primeras, es que suelen venir medio limpias y algo de trabajo ahorran, ahora bien, si yo pudiera comprarlas frescas desde luego que no las compraba congeladas, por mucho trabajo que den para limpiarlas. Y es que son tan ricas que cuando vamos de vacaciones al sur, raro es que no las pidamos si las vemos en alguna carta, eso y las berenjenas con miel, que me pirran y no consigo que me queden bien.

Ale, os dejo con estas puntillas con champiñones y me voy a poner a mirar dónde vamos de vacaciones, que normalmente vamos al norte pero este año, con lo irregular que está siendo el verano, a lo mejor tiramos para el sur, que siempre te aseguras del calor, aunque a lo peor nos aseguramos demasiado…

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Todos los pesos en limpio

500 gr. de puntilla de calamar

250 gr. de champiñones

50 gr. de cebolla

25 ml. de vino blanco seco

AOVE

sal

ELABORACIÓN:

Poner las puntillas de calamar en un escurridor. Apretar ligeramente para que suelten el agua que pudieran tener y reservar.

Picar la cebolla muy pequeña y reservar.

Lavar bajo el grifo con un hilo de agua y uno a uno los champiñones, frotándolos con un cepillito para eliminar restos de tierra. Secar con papel de cocina y cortarlos en cuartos o sextos, según tamaño. Reservar.

Disponer una sartén amplia y honda con un fondo de aceite de oliva virgen extra. Calentar a fuego medio, añadir la cebolla y un poco de sal. Rehogar hasta que empiece a ponerse transparente, subir el fuego, añadir los champiñones y saltear el conjunto a fuego muy fuerte durante un minuto. Bajar el fuego, agregar el vino blanco y sal, remover, colocar una tapadera y cocinar a fuego medio hasta que los champiñones estén tiernos, unos diez minutos, vigilando que no se queden sin líquido.

Retirar el contenido de la sartén a un plato. Limpiar la sartén con un papel de cocina y añadir un fondo de aceite de oliva virgen extra. Calentar a fuego fuerte y cuando el aceite esté muy caliente, incorporar las puntillas y saltear justo hasta que empiecen a cambiar de color. Añadir inmediatamente los champiñones, mezclar el conjunto y cocinar a fuego muy fuerte y destapado para que se consuma casi todo el líquido que soltará las puntillas, tres minutos, removiendo para evitar que se pegue. Rectificar de sal y servir inmediatamente.

A comer.

martes, 10 de agosto de 2021

Bizcocho con semillas de amapola y glaseado de licor de limón

Aprovechando que estamos teniendo un verano bastaste inestable en lo que a temperatura se refiere (lo de “inestable” es lenguaje políticamente correcto y eso porque por escrito queda muy fea la retahíla de sapos y culebras que salen por mi boquita cada vez que se menciona el tema del clima) y el sábado hizo francamente frío, decidí encender el horno y hacer, por fin, un bizcocho con semillas de amapola, que no sé el tiempo que llevo queriéndolo hacer, pero es que me faltan días para tantas recetas que se acumulan en la carpeta de “pendientes”. Bueno, días no, vidas, que este blog, como muchos, empezó con la pretensión de tener ordenadas en un mismo lugar las recetas que pululaban por ahí escritas en cualquier sitio y de cualquier manera y que andando el tiempo, se ha convertido en algo de un tamaño inmanejable, no el blog, sino las recetas pululantes, que en vez de disminuir, aumentan y “crecen” por los rincones como si fueran setas. ¿Qué me consuela? Pues que, a pesar de no haber conseguido mi objetivo inicial, he descubierto muchísimas recetas muy interesantes, he desarrollado mucho mi creatividad culinaria (ya antes creaba recetas, pero ahora es un no parar), he conocido virtualmente a gente que me alegra los días con sus comentarios, a la que considero mi amiga y a la que, con la estampida del verano, echo mucho de menos (salvo l@s fieles que continúan al pie del cañón) y porqué no decirlo, porque sé que a vosotr@s os pasa lo mismo. Ya se sabe, mal de muchos... Pero siempre con cariño, ¿eh?.

En fin, que me disperso. Que como hacía frío y estaban aquí mis sobrinas, a las que hacía un año y medio que no veía (ya sabemos todos porqué) y había que entretenerlas de alguna manera pues dada la situación actual lo de bajar a la plaza a jugar con los niños del pueblo estaba completamente descartado, aproveché para hacer el bizcocho. Así, mientras les explicaba el proceso como si fuera la maestra de la escuela y se turnaban para batir los huevos, pasamos la tarde en un suspiro, bueno, hasta que metimos el bizcocho en el horno y empezaron a preguntar “¿cuándo lo podemos comer?” y explícale tú a un niño que tiene que esperar varias horas para comerse una golosina. ¡Já! Los niños no entienden de relojes, así que, como ya se estaban poniendo pesadas, las mandé con sus padres y con su abuela, que habían pasado una tarde muy tranquila sin niñas y ya les tocaba un poco. Y conste que no me quejo, que se portaron muy bien y no dieron guerra (su madre no se lo creía cuando se lo contaba), pero de alguna manera tenía que conseguir que se olvidaran del bizcocho, pues ninguna de las dos es mucho de dulces (chuches aparte) y aunque querían probarlo porque habían colaborado en su elaboración, dudo mucho que les gustara la textura.

Afortunadamente y como cabía esperar, al día siguiente ya ni se acordaban del bizcocho, así que pude hacer el glaseado con licor, que de otra manera no hubiera podido ser posible si lo iban a comer ellas.

Finalmente, no hice ninguna de las recetas que tenía guardadas de bizcocho con semillas de amapola, sino que seguí la receta de mi bizcocho cuatro cuartos ligeramente adaptada. En esta ocasión, como la miel y las semillas hacen que la masa sea más densa y pesada, añadí impulsor químico para ayudarla a subir en el horno y asegurar un bizcocho esponjoso. Ha quedado muy rico, con ese ligero e interesante crujiente que aportan las semillas de amapola y el suave aroma a licor del glaseado, este último todo un “peligroso” descubrimiento por lo adictivo y tremendamente bueno que está.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

* Para el bizcocho:

4 huevos talla L a temperatura ambiente

el peso de los huevos, sin cáscara, de harina

3/4 partes del peso de los huevos, sin cáscara, de azúcar

1/4 parte del peso de los huevos, sin cáscara, de miel de mil flores

el peso de los huevos, sin cáscara, de margarina vegetal

30 gr. de semillas de amapola

1 tsp de ralladura de piel de limón

1 tsp de impulsor químico

* Para el glaseado:

200 gr. de azúcar glas (azúcar impalpable)

50 ml. de licor de orujo con limón (tipo limoncello)

semillas de amapola, para decorar (optativo)

* Y además:

unas varillas eléctricas

papel sulfurizado

un molde de plum cake de 21 cm. de largo por 11 cm. de ancho (medidas de la base) y 7 cm. de alto o un molde de 1'650 litros, mínimo, de capacidad

ELABORACIÓN:

NOTA: Los tiempos, temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.

* Del bizcocho:

Humedecer el molde con agua y forrar el interior con papel sulfurizado. Humedecer también éste, una vez colocado, para que resulte más fácil acomodarlo al molde. Reservar.

Precalentar el horno a 200º C, con calor arriba y abajo.

Poner un cuenco amplio en la báscula de cocina, destarar, cascar los huevos en el cuenco y pesar.

Pesar el mismo peso de margarina. Ponerla en un cazo y calentar a fuego muy bajo para que se licue. Retirar del fuego cuando aún quede algo de margarina semi sólida (terminará de derretirse con el calor residual), añadir las semillas de amapola y la ralladura de limón, remover y dejar enfriar a temperatura ambiente. Reservar.

Pesar el mismo peso de harina y tamizar junto con el impulsor químico. Reservar.

Pesar una cuarta parte del peso de los huevos, de miel. Si estuviera sólida, templar a fuego muy bajo para que se licue y dejar enfriar. Reservar.

Pesar tres cuartas partes del peso de los huevos, de azúcar y añadirlo a los huevos.

Batir la mezcla de huevos y azúcar con las varillas a velocidad alta hasta que blanquee, duplique su volumen y alcance el punto de cinta (*) .

Agregar en hilo y de una sola vez, la mezcla de margarina, semillas y ralladura e integrar someramente con una espátula, con movimientos suaves y envolventes, de abajo hacia arriba, para que la mezcla de huevos no pierda volumen.

Proceder del mismo modo con la miel.

Incorporar la mezcla de harina y levadura en dos o tres veces e integrarla de la misma manera.

Verter la masa en el molde, bajar la temperatura del horno a 180º C y poner el calor sólo por abajo, colocar la rejilla en la segunda posición empezando por abajo e introducir el molde en el horno.

Hornear 40 minutos. Comprobar el punto de cocción pinchando el centro del bizcocho con una brocheta: debe salir seca. Si no fuera así, prologar la cocción otros cinco minutos y volver a comprobarla antes de finalizar el horneado.

Sacar el molde del horno y colocar en una rejilla. Desmoldar el bizcocho pasados diez minutos y ponerlo en la rejilla. Dejar que se enfríe completamente,

* Del glaseado:

Una vez el bizcocho esté bien frío, preparar el glaseado.

Poner en un cuenco el azúcar glas, añadir el licor y batir con un tenedor hasta conseguir una mezcla perfectamente integrada y fluida. Seguidamente, colocar la rejilla junto con el bizcocho sobre un plato y verter el glaseado por toda la superficie del bizcocho. Espolvorear por encima con semillas de amapola (si se usan), dejar que el glaseado se seque por completo y servir.

A comer.

(*) A SABER:

El punto de cinta es aquél que alcanza el batido cuando al levantar las varillas y caer la mezcla, ésta cae d forma fluida, lisa y continua, formando un dibujo que tarda en desaparecer unos segundos. También recibe el nombre de punto de letra.

jueves, 5 de agosto de 2021

Pan semi integral con yogur, cacao y pasas, en panificadora Lidl

Una receta sencillita, que estamos en verano y apetece más hacer otras cosas que estar en la cocina: un pan en panificadora que no tiene complicación ninguna ni trabajo, que todo lo hace la máquina. Sólo hay que estar pendiente de adicionar las pasas y quitar las palas. Y ya está, con poco esfuerzo o mejor dicho, ninguno, tenemos un pan apenas dulce, con un sutil sabor a chocolate, denso y tierno a la vez, con cuerpo, para comerlo sólo o con mantequilla o mermelada, muy rico y con ese toque de las uvas pasas que tanto me gusta. Hablando de las pasas, mi idea era haber puesto 100 gr. pero cuando cogí el paquete que ya tenía empezado, sólo me quedaban 80 gr., así que fue lo que puse, pero estaría mejor con los cien gramos que tenía pensado poner, porque queda, para mi gusto, un poco corto de pasas. Así que si lo hacéis, ya sabéis, ponerle 100 gr. que estará mucho mejor.

He utilizado la mitad del peso de la harina, de harina de trigo integral, aprovechando que con el color que le da el preparado para chocolate a la taza, pasa desapercibida, que por aquí hay quien no es muy aficionado a los productos integrales. También el cacao disimula un poco su sabor, así que, si como a mí os ponen pegas a la utilización de esta harina, en este pan ni la notarán.

Venga, a lavarse las manos y a cocinar.

INGREDIENTES:

255 ml. de leche desnatada, a temperatura ambiente

150 gr. de yogur tipo griego con un 2% de materia grasa, a temperatura ambiente

1 tsp de sal marina fina

2 tsp de azúcar blanquilla

300 gr. de harina de trigo de todo uso

300 gr. de harina de trigo integral

80 gr. de preparado en polvo para cacao a la taza (he utilizado Lacasa)

7 gr. de levadura seca instantánea de panadería

80 gr. de uvas pasas sultanas sin pepitas

ELABORACIÓN:

Verter en un bol la leche y el yogur. Mezclar con unas varillas manuales hasta que ambos ingredientes estén perfectamente integrados y reservar.

En otro bol, tamizar juntas las harinas y el preparado para cacao a la taza, incorporando al bol el salvado de trigo que vaya quedando en el tamiz. Reservar.

Sacar la cubeta de la panificadora e introducir los ingredientes por éste orden: mezcla de leche y yogur, sal, azúcar, mezcla de harinas y cacao y levadura instantánea en polvo.

Colocar la cubeta en el interior de la panificadora. Cerrar la tapa y conectar el aparato. Seleccionar el programa 4 (dulce), peso 1 kgr. y tueste bajo.

Cuando la máquina emita los tonos de aviso para incorporar ingredientes adicionales a la mitad del segundo amasado, sin sacar la cubeta incorporar las pasas, cerrar la amasadora y dejar que continúe con el programa.

Cuando la panificadora emita los tonos de aviso en la segunda fermentación, sacar la cubeta y con las manos húmedas quitar las palas amasadoras e introducir éstas inmediatamente en un bol con agua que las cubra para facilitar su posterior limpieza.

Al sacar las palas de la masa, es probable que ésta se haya dividido en dos o tres trozos, así que, con las manos todavía húmedas, sacarla a una superficie limpia y ligeramente húmeda (es una masa bastante tenaz aunque un poco pegajosa, pero se maneja bien) volver a unirlos sin manipular demasiado (sólo hay que juntar los trozos, no amasar) evitando burbujas de aire, introducir nuevamente la masa dentro de la cubeta y acomodarla. Colocar nuevamente la cubeta en la panificadora y continuar con el programa.

Una vez finalizado el programa, desconectar la panificadora, abrir la tapadera y sin sacar la cubeta de la máquina, dejar reposar el pan cinco minutos. Pasado ese tiempo, desanclar la cubeta, colocarla ligeramente oblicua por encima de los anclajes y sin sacarla de la panificadora, dejar otros cinco minutos dentro de la máquina. Sacar la cubeta y sin desmoldar el pan, colocarla encima de una rejilla durante otros 10 minutos. Finalmente, desmoldar y dejar enfriar por completo sobre la rejilla lejos de corrientes de aire. De esta forma, al enfriarse despacio, se arrugará menos la superficie del pan, endureciéndose ligeramente la corteza, lo suficiente para que al darle la vuelta no se aplaste y pierda su bonita panza.

No dejar el pan dentro de la cubeta más tiempo del que se indica, pues el calor residual va a formar humedad que no interesa que absorba la corteza del pan.

Una vez frío, introducirlo en una bolsa de plástico para que se conserve tierno por más tiempo.

A comer.

domingo, 1 de agosto de 2021

Paté de cangrejo de río y atún

La receta que os traigo es, como dicen hoy en día, facilona no, lo siguiente. Y si conseguís “engañar” a alguien para que os ayude a pelar y desvenar cangrejos, ya, ni os cuento. Y es que lo más tedioso de este paté es el asunto de la peladura, bueno, del desvenado también, que aunque ambas tareas son fáciles, llevan su tiempo y más si los cangrejos, como ha sido en mi caso, son pequeños: necesité 640 gr. de cangrejo de río cocido para obtener los 125 gr. de colas que utilicé para la receta. No os harán falta tantos si los compráis cocidos en la pescadería, pues suelen ser de tamaño medio o grandes. Los míos eran salvajes y vivos y me los habían regalado. La verdad que lo agradecí un montón porque como os comentaba hace poco, hacía años que no los comía, pero casi todos eran muy pequeñitos y aunque los hemos comido de varias formas distintas, nos hemos pegado una “jartá” a pelar bichos y chupar cabezas, lo cual es muy entretenido y si lo miráis bien, hasta bueno para la línea, porque como con el marisco, chupar-chupar, mucho, pero comer-comer, poco, aunque tanto los unos como el otro están taaaannn buenos, que no importa el mucho tiempo y la poca chicha. ¿O sí?.

Os recomiendo encarecidamente que hagáis este paté, pues está tremendamente rico. La textura no es untuosa como la de los patés de carne, pues no tiene el elemento graso que se la proporciona. Pero no es seco, se unta bien y de forma uniforme y tiene la textura de un paté de pescado.

Para hacer esta receta utilicé dos yemas de huevo cocidas que me habían sobrado de otra receta y como ya podéis imaginar, esta es mi aportación del mes de agosto al proyecto 1+/-100, desperdicio 0

que Marisa, desde Thermofan, promueve mensualmente para la reducción del desperdicio en la cocina y el aprovechamiento y reutilización en general, tanto de alimentos como de utensilios, un proyecto muy interesante que si no conocéis os animo a que lo hagáis pinchando en el logo.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

125 gr. de colas cocidas de cangrejos de río (peso en limpio, sin cáscaras y desvenados)

60 gr. de conserva de atún al natural (peso escurrido)

2 yemas de huevo talla L, cocidas

1'5 tsp de leche desnatada

3/4 tsp de salsa worcestershire (salsa inglesa)

1/2 tsp de brandy

sal

ELABORACIÓN:

Disponer en el vaso de la batidora de brazo las colas cocidas de las cangrejos picadas, ,el atún escurrido y desmenuzado, las yemas de huevo picadas, la leche, la salsa worcestershire, el brandy y sal al gusto. Triturar con la batidora a máxima potencia hasta conseguir una pasta fina y homogénea.

Introducir en un recipiente procurando que no queden bolsas de aire, tapar, llevar al frigorÍfico y dejar reposar 24 horas antes de consumir para que gane en sabor.

Consumir fresco untado en pan tostado.

A comer.