Esta receta (o algo
parecido) la saqué hace ya bastantes años de una revista. No
conservo el recorte porque tenía tantas anotaciones que hace tiempo
que la pasé a limpio y lo tiré, así que no puedo decir de dónde
era. Me gusta conservar las recetas originales pero a veces, con
tantas notas, llamadas e incluso post-it pegados, eso ya ni hay quien
lo entienda ni se parece al original. Es entonces cuando ya las
escribo en una libreta y desecho el original. Bueno, en realidad en
libretas tengo pocas, la mayoría están escritas en folios sueltos
“de sucio”, es decir, con una de sus caras ya usada y la otra
limpia. Es una de mis manías: si en una de las caras de un folio se
puede escribir porque está en blanco, se aprovecha. Aunque confieso
que eso en el mejor de los casos, porque bastantes veces estoy
guisando algo que se me ocurre sobre la marcha y lo voy anotando en
el margen de un periódico, en un sobre de publicidad, en un ticket
de la compra... y ahí queda anotado; vamos, un desastre.
Me encanta el lechazo
casi de cualquier forma y en casa se come bastante. Esta receta y la
de el lechazo a la sepulvedana son las que más triunfan. Tal es así
que el día de Navidad siempre cocinaba lechazo a la sepulvedana de
segundo plato, pero la verdad es que era un lío porque son días en
los que siempre te sientas tarde a comer y con los entrantes y el
primero, en los que se suele entretener uno más de lo normal,
resulta complicado calcular bien el tiempo del asado para que no esté
más de lo debido y se pase o bien tengan los comensales que esperar
a que se termine de hacer. Así que el año pasado lo hice al curry
el día antes con la ventaja que eso te da a la hora de organizar el
menú.
La gracia de este plato,
que es para mojar pan, es que la salsa esté picante. Una vez me
olvidé de poner la pimienta de cayena (guindilla seca) y ni
comparación. A mí, que aguanto poco el picante, no me gustó. Así
que mi consejo es que poco o mucho, el guiso pique. ¿Y el yogur?
Pues suaviza la salsa y le da un aire diferente. Y aviso: hay que
revolverlo antes con una cucharilla porque los trocitos no se
deshacen la cocer.
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
INGREDIENTES
800 gr. de lechazo
troceado (falda, pescuezo, pierna...)
180 gr. de cebolla
1 diente de ajo grande
1 tsp. de curry en polvo
1 ó 2 pimientas de
cayena (al gusto)
1 tbs. de harina
150 ml. de vino blanco
seco
1 yogur natural desnatado
sin azúcar
aceite y sal
ELABORACIÓN
Limpiar la cebolla y
cortarla en cuadrados no muy grandes. Pelar el ajo, quitar el germen
y cortar en láminas. Reservar ambos.
Salar el lechazo y dorar
en una sartén honda con aceite caliente. Sacar los trozos y ponerlos
directamente en la olla rápida. En la misma sartén y en el aceite
sobrante, rehogar a fuego medio la cebolla y el ajo hasta que la
primera se ponga casi transparente. Poco antes de que esté hecha,
añadir a la sartén las pimientas de cayena y el curry en polvo para
que vayan soltando el aroma. Una vez hecha, agregar la harina y
rehogar. Añadir el vino y el yogur natural previamente batido, dejar
que de un hervor, desglasar la sartén e incorporar su contenido a la
olla donde está el lechazo.
Poner la olla al fuego,
taparla y cocer 12-15 minutos desde que suban los anillos de la
válvula. Dejar que pierda toda la presión antes de abrir. Si se
quiere una salsa más espesa, sacar los trozos de carne, retirar y
desechar las pimientas de cayena y cocer la salsa a fuego fuerte
destapada unos cinco minutos o hasta que tenga la consistencia
deseada. Mejora de un día para otro.
A comer.
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