Hoy no me encuentro con
ánimo para daros la lata un rato desde este rincón. Hace unas horas
fallecía mi tío A. como consecuencia de esta peste del siglo XXI.
Su carnet de identidad decía que tenía 70 años, pero era algo que
desmentían tanto su aspecto físico como su vitalidad, energía y
ganas de vivir. Estaba muy grave y no ha podido superar la
enfermedad. Su fallecimiento, como todos, es muy triste y deja un
vacío que irá poco a poco desapareciendo, pero lo que nunca
desaparecerá será esa sensación como de abandono por no haber
podido estar con él para despedirlo y sobre todo, no haber podido
abrazar, besar, tocar, consolar e incluso sonreír tristemente a su
familia en estos momentos en los que tanto necesitan saber que no
están solos. Los entierros y funerales, no son sólo para despedir a
los muertos, sino que también y mucho, para ayudar a los vivos a
iniciar el duelo. Creo que hasta ahora no me había dado cuenta
realmente de la huella tan honda que va a dejarnos esta enfermedad,
tanto como individuos como sociedad.
Una receta muy sencilla
en la que no se fríe el pescado previamente como en la mayoría de
los escabeches. Ha quedado muy suave, tanto de textura como de sabor.
La receta está muy adaptada de aquí.
Lo siento, hoy no doy
para más.
Venga, manos limpias,
cuchillo afilado y a cocinar.
INGREDIENTES:
4 caballas (verdel) de
ración
200 ml. de aceite
200 ml. de vinagre de
vino blanco
100 ml. de agua
1/4 tsp.
de pimienta negra en grano
1/2 tsp. de semillas de
cilantro
2 hojas grandes de laurel
o cuatro pequeñas
1 rama de romero de unos
10 cm.
2 ramas de tomillo
limonero de unos 10 cm. cada una
la piel de medio limón
pequeño o la de un cuarto de limón grande
25 gr. de dientes de ajo
(peso con piel)
45 gr. de cebolleta
sal
NOTA: Los tiempos,
temperaturas, fuentes de calor y posición de la bandeja en el horno
que se indican, son los que funcionan en mi horno. Como no hay dos
hornos iguales (ni siquiera siendo de la misma marca y modelo), cada
cual deberá adaptar la forma de cocción a su horno, aunque
probablemente las correcciones habrán de ser mínimas.
Pedir en la pescadería
que limpien de tripas el pescado pero que le dejen las cabezas. Con
éstas, las caballas se desarmarán menos y será más fácil
manipularlas.
Precalentar el horno a
110º C, con calor arriba y abajo.
Lavar bien las caballas
por dentro y por fuera y salar ligeramente. Disponerlas en una fuente
apta para horno donde queden con cierta holgura, pero no demasiada.
Lavar los dientes de ajo
sin pelar, eligiendo aquéllos que no tengan germen, la piel del
limón sin la parte blanca, las hojas de laurel, el romero y el
tomillo-limón y añadir todo a la fuente del pescado. Agregar
también la pimienta negra en grano y la mitad de las semillas de
cilantro enteras. Machacar groseramente en el mortero el resto del
cilantro e incorporar a la fuente.
Pelar y lavar la
cebolleta. Si fuera fina, cortar en rodajas gruesas y en plumas si
fuera más gordita. Ponerla en la fuente del pescado junto con el
aceite, el vinagre de vino blanco y el agua. El pescado debería
quedar cubierto hasta la mitad. Si no fuera así, añadir más
aceite, vinagre y vino, proporcionalmente, hasta completar.
Colocar encima de la
fuente de las caballas una bandeja apta para el horno y que encaje
con la fuente: la idea es tener un mini-horno dentro del horno. Si no
fuera posible, tapar con papel de aluminio ajustándolo a los bordes
de la fuente para que el pescado no pierda humedad.
Bajar la temperatura del
horno a 100º C y colocar la rejilla en la tercera posición
empezando por abajo. Introducir la fuente de los verdeles y hornear
una hora u hora y cuarto si fueran muy grandes. A la media hora,
sacar la bandeja y dar la vuelta a las caballas con mucho cuidado y
cogiéndolas por los extremos, volver a colocar la bandeja-tapa o el
papel de aluminio y continuar con el horneado. Una vez finalizado
éste, sacar la fuente del horno y sin destapar, dejar que se enfríe
hasta que alcance la temperatura ambiente. Entonces, introducir en el
frigorífico, siempre tapado y esperar al menos 24 horas antes de
consumir, a temperatura ambiente, aunque gana más pasadas 48 horas.
A comer.
Querida Isabel, vengo tarde, pero aquí estoy. Yo he pasado unos días tristes y sin tener el mismo motivo que tú, por lo tanto, me quedo sin palabras al leerte.
ResponderEliminarNo valgo para dar el pésame, ni condolencias, lo llevo muy mal, más, si tengo que escribir. Siento mucho tu pérdida y siento en la situación en la que se ha producido que es inhumana. No poder despedirse de la persona querida y que parta sola, grave, sin los suyos es muy duro. También, no poder acompañar en el duelo a sus familiares. Ayer fue el 41 aniversario de la muerte de mi padre y estuve muy triste, ya ves el tiempo que hace.
Te envío mi abrazo más fuerte, mi cariño, que sabes que te lo tengo y todo mi ánimo y fuerza. Sé que es muy difícil y que no hay palabras.
Me gusta mucho la caballa, en escabeche más, justo ayer, me trajeron en mi compra.
Cuídate, cuidaos.
Tus palabras son dulces y consoladoras y se agradecen mucho.
EliminarCuídate Marisa. Besos y otra vez gracias.
Querida Isabel, no me puedo ni imaginar por lo que estás pasando. Esta enfermedad es cruel y despiadada. El no poder estar con tus seres queridos en un momento así, es lo más doloroso de todo esto. Mucho ánimo guapa, no decaigas y sigue regalándonos tus ricas recetas, como este verdel que nos traes hoy.
ResponderEliminarMe alegró mucho que te saliera rico el arroz. Un fuerte abrazo.
No poder apoyarte en los tuyos en esos momentos es ciertamente lo más doloroso y lo que dejará una huella más profunda.
EliminarGracias por tus ánimos.
Cuídate Mariam. Besos.
Hola Isabel, siento mucha pena y tristeza por todo lo que está pasando, te envío todo mi cariño y fuerzas para superarlo. Aunque sé que en estos momentos no hay consuelo. mil besos preciosa!!
ResponderEliminarVuestras palabras y vuestro cariño ayudan a mitigar la tristeza. Gracias.
EliminarCuídate Elisa. Besos.