No llevaba la batidora funcionando ni cinco minutos cuando decidió fallecer en acto de servicio. No podía ser. ¡Si está nueva! No es nueva, tampoco vieja precisamente, lo que tiene es muy poquito uso. Pero sí, lo era, había dejado de funcionar. Después de proferir unos cuantos improperios, saqué la batidora eléctrica de varillas (¡será por aperos!) y continué con el resto de la receta.
Al final de la tarde, tenía la cocina y la despensa llena de chismes varios y de cacharrerío sucio. Este no era problema, al lavavajillas y listo, pero el resto del trasterío había que recogerlo: la caja de los cestillos de papel, la que estaba encima en el armario y que también tuve que sacar para poder coger la otra, la caja de la batidora de varillas más tres o cuatro cosas que estaban delante y que también tuve que sacar, el montón de moldes que estaban encima de las bandejas de magdalenas y las bolsas en las que las guardo...uf, tenía que haber hecho una foto para enseñárosla porque no sé si os hacéis a la idea. A veces no me meto en estos berenjenales por no sacar tanto trasto, no os digo más.
Pero bueno, reconozco que no me da pereza recoger la cocina, así que después de dejarlo todo recogidito, me encontré con 24 ricas magdalenas y el cadáver de la batidora planetaria. Con las primeras sé lo que voy a hacer: disfrutarlas con un cafetito o palo seco, que tampoco le hago ascos. Con la segunda, no sé si mandarla a arreglar o a hacer puñetas. En eso ando todavía...
Normalmente hago estas magdalenas con mermelada hecha con los melocotones de mis árboles, pero esta vez la he cambiado por una de melón que hice este verano y que me encanta. Cuando sea temporada de melones y salga alguno “pepino”, volveré a hacer mermelada y os traeré la receta. En esta ocasión la integré por completo y como tiene un color muy parecido al de la masa de las magdalenas, no se aprecia. Si utilizáis mermelada de frambuesas, como la receta original (que he modificado a mi gusto), fresa o cereza y la removéis poco, al abrir las magdalenas se verán unas bonitas trazas rosadas.
Venga, a lavarse las manos y a cocinar.
* Para 24 unidades
350 gr. de harina de trigo de todo uso
160 gr. de mantequilla, en pomada
3 huevos tamaño L, a temperatura ambiente
200 ml. de leche desnatada, a temperatura ambiente
250 gr. de azúcar blanquilla
12 gr. de impulsor químico, tipo Royal
85 gr. de mermelada casera de melón (u otra, al gusto)
* Y además
1 ó 2 bandejas para magdalenas de 12 cavidades
24 cestillos de papel para magdalenas
ELABORACIÓN:
Precalentar el horno a 180º C, con calor sólo por abajo.
Preparar la o las bandejas, poniendo un cestillo de papel en cada cavidad.
Tamizar juntas la harina y el impulsor.
En el recipiente de la batidora planetaria o en un bol, introducir la mantequilla troceada y el azúcar. Batir con el accesorio de varillas o con unas varillas eléctricas hasta que la mantequilla blaquee y se ponga esponjosa.
Incorporar los huevos ligeramente batidos y de uno en uno, no añadiendo el siguiente hasta que el anterior no esté bien integrado.
Añadir una tercera parte de la harina al recipiente de la mantequilla y mezclar con una espátula justo hasta que esté integrada. Añadir la mitad de la leche y proceder de la misma manera. Del mismo modo, incorporar otra tercera parte de harina, seguidamente el resto de la leche y por último el resto de la harina, procurando no batir en exceso para evitar que la mezcla de vuelva áspera.
Finalmente, incorporar la mermelada. Remover sólo ligeramente si se desea que se vea en la masa o integrarla por completo.
Rellenar los cestillos hasta dos tercios de su capacidad. Introducir una bandeja de magdalenas en el horno, colocando la rejilla en la segunda posición empezando por abajo. Hornear 23 minutos y sacar la bandeja a una rejilla. Desmoldar pasados cinco minutos, colocando las magdalenas encima de una rejilla para que terminen de enfriarse. Proceder de la misma forma con la segunda bandeja.
Una vez frías, guardar en un recipiente hermético en una sola capa, para que no se peguen unas a otras.
A comer.
Isabel, las magdalenas son siempre bienvenidas en cualquier momento del día, eso sí hay que guardalas en algún lugar secreto para que no desaparezcan en un santiamen.
ResponderEliminarBasos desde
https://siempreseraprimavera.blogspot.com/
Jajaja, qué razón tienes. Es que es muy tentador pasar al lado de la caja y no coger una al descuido.
EliminarUn beso.
Con mermelada incorporada que jugosas deben quedar las magdalenas, más todavía que con fruta imagino, no se si de esta forma he probado con bizcocho, son tantas las recetas que llevo incluidas en el blog que no me acuerdo, pero ha sido leer el encabezado y se me han abierto los ojos como platos, y cuando las he visto, más todavía. Tienes razón, a la hora del café da gusto encontrarlas, para comérselas claro.
ResponderEliminarLa cocina llena de trastos se pone siempre que cocino una receta para el blog, pues a los reglamentarios de la comida, se suman los de la foto y si queremos esmerarnos más de lo normal con algo, pá qué te cuento. Pero el resultado suele ser satisfactorio y eso es lo que vale.
Un beso.
La verdad Lola que más jugosas no quedan. La ventaja que tiene la mermelada sobre la fruta fresca es que no humedece la masa, que es algo que no me gusta cuando lo hace en exceso y por eso mismo se conservan mejor, sobre todo con el calor, pues no hay peligro de que la fruta del bizcocho se ponga ácida, que es algo con lo que hay que tener mucho cuidado en verano. Y si la mermelada es casera, mejor que mejor, pues no está tan saturada de azúcares como la mayoría de las industriales. La que he utilizado, por ejemplo, tiene un treinta por ciento de azúcar sobre el peso total de la fruta y envasada al vacío en frascos esterilizados, no le hace falta más azúcar para que no se estropee. Como ya digo, ésta la hice el verano pasado y está perfectamente bien conservada y suficientemente dulce.
EliminarA mi no me da pereza el trasterío ni me molesta recogerlo, lo que pasa es que a veces miro la cocina y la despensa y me parece mentira que haya sido capaz de montar semejante lío. Y si como dices a la presentación esmerada se le une la sesión fotográfica, apaga y vámonos.
Un beso.
Buenos días, Isabel. A pesar del fallecimiento de tu amasadora, me has hecho sonreír. Siento el desenlace, pero si te cuento los que llevo yo seguidos... Ayer, nueva vitro y no llevo la cuenta, pero que todo sea eso.
ResponderEliminarTambién ayer, después de colocarla junto al horno, tenía la cocina para volver a limpiar porque cada vez que entran extraños en casa, a limpiar de nuevo todo.
Por lo tanto, tus post y tus magdalenas son un regalo también para mí.
Tengo varias recetas de mermelada de melón en el blog y me gusta mucho. No he rellenado magdalenas nunca con mermelada, pero con lo que me gusta hacer mermeladas y las magdalenas, ya encontraré el momento.
Me apunto a comerme una.
Besos y cuidaos. Feliz Semana Santa.
El fallecimiento de la amasadora me lo tomé de forma bastante estoica, la verdad, me fastidia porque casi no la he usado y no debería haberse estropeado y por el gasto, lógicamente, pero dadas las circunstancias actuales y las mías particulares, que todos los males venga por ahí.
EliminarCuando se me estropeó a mí la vitro y anduve dos o tres días sin ella, eso sí que fue un drama porque si ahora uso poquísimo el microondas entonces menos y a ver cómo me las arreglaba para la comida, pues no era plan de andar a bocadillos. Menos mal que no tuve que cambiarla, con lo que el asunto se arregló pronto. Y tampoco fue en estos tiempos, que mucha gracia tampoco me hace que entren extraños en casa.
Si te animas con las magdalenas, reduce la cantidad de azúcar de abedul de la receta que te funcione, para así compensar la que aporta la mermelada. Yo le hubiera quitado a éstas un poco de azúcar, pero luego me protestan...
Cuídate. Un beso.
Hola, estos bocaditos son una verdadera exquisitez, con mermelada casra de las que soy adicta. EN cuento a la batidora, pues mándala lejos, jjjjj, seguro que no merece la pena arreglarla y te das el gusto de estrenar una nueva y mejor. Mil besos!!!
ResponderEliminarCon lo que cuesta hoy en día arreglar cualquier electrodoméstico, seguro que no me merece la pena, al menos respecto a lo que me costó. Lo malo es que la que quiero ahora es muy cara y si la uso tanto como la otra, la verdad que no sé si compensa el gasto... Ya veremos, al final seguramente me dé el capricho y como bien dices, me daré el gusto de estrenar aparatito nuevo.
EliminarUn beso.