Siempre que cuezo pulpo,
marisco, huesos de pollo y/o jamón, espinas de pescado o lo que se
tercie, congelo el caldo sobrante en botellas de plástico de 330 ml.
o de 500 ml., según las necesidades. Vienen muy bien después para
una sopa o para enriquecer un arroz o un guiso, con lo que siempre
tengo en el arcón congelador botellitas con caldo. Los caldos que
más uso son los de carne y los de pescado, por lo que los de marisco
suelen quedarme un poco más atrasados.
Buscando en el arcón a
ver qué descongelaba para cocinar al día siguiente, apareció una
bolsita con siete langostinos que me sobraron de otra elaboración y
que ya llevaban un tiempo rondando sin que les diera salida, pero
hete aquí que debía andar alguna musa despistada por ahí y se
tropezó conmigo, con tan buena fortuna que me inspiró en un momento
la receta que os traigo. La verdad que se me ocurrió de un tirón,
tanto que fui a apuntarla para que al día siguiente no se me
olvidara, cosa que me pasa con demasiada frecuencia, pero claro,
también es verdad que la mayoría de los platos los ideo cuando el
insomnio decide quedarse de juerga conmigo y no me levanto a
escribirlas, porque sé que ya no me vuelvo a la cama y claro, por la
mañana no me acuerdo ni de la mitad.
Y lo que son las cosas,
quedaron unos huevos muy ricos y por cuatro perras, además.
Por si los hacéis, unas
cosillas sin importancia, o sí:
No me he olvidado de la
sal, es que no se la he puesto. Hay que tener en cuenta que el caldo
que usemos, sea del marisco que sea, va a estar sabroso. Lo mismo
pasa con el paté. En cualquier caso, antes de rellenar los huevos o
añadir la salsa, probad el punto de sal.
Las almendras peladas no
me hacen mucha gracia, pero la fibra de la piel es muy buena, por eso
usé mitad y mitad, resultando indistinto que estén todas peladas o
repeladas.
El colorante es optativo,
pero cuando tenía la salsa hecha no me gustó el color y se lo
añadí. Se me fue la mano, lo sé, las prisas, que nunca son buenas.
La mezcla de almendras y
queso de oveja fue, para mí, todo un acierto, por el contraste de
sabores del plato y por el punto crujiente que aporta. Eso sí,
imprescindible que el queso tenga personalidad, pues en caso
contrario el sabor a marisco lo anulará por completo.
Ya sólo me queda decir
que, tratándose de una receta de aprovechamiento, va por descontando
al proyecto que Marisa, de Thermofan, promueve para evitar el desperdicio de comida y para
fomentar el reciclaje en general. Pinchad en el enlace para ver las
propuestas que mensualmente se presentan al proyecto 1+/-100, desperdicio 0
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
INGREDIENTES:
6 huevos talla M
7 langostinos crudos
medianos (unos 125 gr.)
160 gr. de paté de buey
de mar y bogavante o de cualquier otro marisco
150 ml. de agua de
cocción de buey de mar o de caldo de marisco
1 diente de ajo pequeño
1 tbs.
de maizena
4 almendras crudas
peladas
4 almendras crudas
repeladas
1 tbs. de queso de oveja
curado rallado grueso
aceite
colorante alimentario
amarillo (optativo)
sal gruesa
Poner una olla al fuego
con suficiente agua para cubrir los huevos y llevar a ebullición.
Cuando rompa el hervor, añadir un puñado de sal gruesa e introducir
los huevos (mejor si están a temperatura ambiente) con cuidado para
que no se rompan. Cocerlos 15 minutos contados desde que el agua
vuelva a hervir.
Una vez finalizado el
tiempo de cocción, sacar los huevos a un bol con agua muy fría,
incluso con hielo, para detener la cocción y facilitar después la
eliminación de la cáscara. Dejar enfriar completamente.
Pelar los langostinos y
reservar las cáscaras y cabezas y los cuerpos por separado.
Disponer en un cazo el
agua de cocción de buey de mar (o caldo de marisco), introducir las
cáscaras y cabezas de los langostinos y llevar a ebullición. Cocer
5 minutos, apartar del fuego, tapar y dejar en infusión 10 minutos.
Colar el caldo, aplastando las cabezas y cáscaras para que suelten
todo el líquido y reservar éste. Eliminar cáscaras y cabezas.
Cortar los langostinos a
lo largo en dos mitades, quitar el intestino y picar cada mitad en
trocitos pequeños. Reservar.
Pelar el ajo, eliminar el
germen si lo tuviera y laminar. Freír en una sartén pequeña con un
fondo de aceite a fuego muy bajo hasta que empiece a tomar color.
Sacar el ajo y desecharlo, subir el fuego para que el aceite coja más
temperatura y agregar los langostinos picados. Sofreír y retirar del
fuego justo cuando empiecen a cambiar de color. Reservar junto con el
aceite sobrante.
Pelar los huevos.
Pasarlos por un chorro de agua para eliminar posibles restos de
cáscara, secar con papel de cocina y cortar a lo largo, Disponer
claras y yemas por separado.
Machacar las yemas con un
tenedor, añadir el paté de buey de mar y bogavante (o de marisco) y
homogeneizar. Agregar los langostinos y el aceite y mezclar. Rellenar
las claras con esta farsa y colocarlas, con el relleno hacia arriba,
en una fuente que pueda ir al horno.
Disolver la maizena en el
caldo de cocción reservado y calentar en un cazo hasta que espese.
Añadir un poquito de colorante alimentario amarillo, si se usa.
Verter por encima de los huevos.
Picar groseramente las
almendras y mezclar con el queso curado de oveja. Distribuir encima
de los huevos y gratinar en el horno hasta dorar ligeramente.
Sacar del horno y
consumir calientes o templados.
A comer.
Que sepas, señorita, que he venido sin saber que esta delicia iba a 1+/- 100, pero también asegurarte, que suelo tener capacidades de bruja y suelo adivinar si la receta viene para el proyecto o si la veo en el correo que avisa que alguien ha colgado una, de quién es. No me digas cómo, pero me suele pasar y ¡bingo!
ResponderEliminarEsta vez antes de leer, ya lo he intuido y solamente he tenido que bajar un poquito por la pantalla para volver a gritar ¡bingo!
No sé si serán las horas y es que el cambio de hora, me ha afectado tanto, que no mi cuerpo no ha cambiado rutinas. Imagino que también el confinamiento pone de su parte porque parece que estoy en un día sin fin y la noche es rara.
Esta noche, ya en la cama, estoy cansada porque no he parado de hacer cosas todo el día, pero no porque sea la hora de dormir, que lo es.
Y después de tanto rollo "sincero", eso sí, vamos a tu idea (el insomnio a mí también me da por crear o me marea) es muy original. Estos huevos rellenos son diferentes, originales y encima con marisco. Más vergüenza acrecentada porque hace siglos que no como huevos rellenos y ni te digo, que no los hago. En el blog 0 recetas.
Mil gracias por traerlos al proyecto. Un lujo de receta que compartiré por Facebook y ya te digo, que más de uno va a venir por aquí a leerte.
Besos y cuidaos mucho, que la cosa está para no pensar.
Lo tuyo es intuición y lo demás tonterías, jeje y lo de adivinar de quién es solo por el nombre de la receta sí que tiene mérito.
EliminarA mi este cambio de hora me suele tener descolocada durante una semana, pero coincido contigo en que eso, unido a la situación actual, favorece la desorientación y aunque al final nos acostumbremos, cuesta.
Tienes que poner remedio a eso de no cocinar huevos rellenos, con lo apañados que son y seguro que con lo bien que tú cocinas, te han de quedar de lujo. Te reto a que los prepares y los cuelgues en el blog, a lo mejor iniciamos una batalla "de huevos" y todo.
Me alegra que estés tan activa que llegues cansada a la noche, eso es señal de una actitud positiva y constructiva.
Cuídate. Besos.
Si algo bueno nos trae esta epidemia es la utilización de la imaginación, ahora que tenemos tiempo de calentarnos la cabeza en otras cosas. Ya sabes, y si no te lo digo, que todos los dias intento buscar algo positivo a este tiempo de confinamiento, y mira, hoy viene de tu mano, porque estos huevos me parecen originales y ricos preparados en ná de tiempo y recursos. La inspiración no siempre llega cuando estamos trabajando, a veces lo hace cuando descansamos, en mil formas y sabores. Muy rica tu receta y encima de aprovechamiento.
ResponderEliminarUn beso.
Siempre hay que buscar el lado positivo de todas las cosas y situaciones y tener ahora más tiempo libre, aunque sea por obligación, también tiene algo bueno, porque podemos hacer esas cosas que dejamos a un lado en el día a día por falta de tiempo.
EliminarMe alegro de que te haya gustado la receta. Quedaron realmente ricos y como bien dices, rápidos y casi hechos con nada.
Cuídate. Besos.
Qué pinta amiga! La farsa me encanta, añadiré alguno de esos patés en mi próxima compra y el crujiente de la almendra le va que ni pintado. Me llevo 6 ó 7...jjj BSS guapa!
ResponderEliminarHola guapa. Yo suelo tener patés de varias clases en la despensa, más que para comerlos con pan, que también, porque son muy apañados para rellenos y coberturas o para preparar unas tostas, así que, ya sabes, para el carrito.
EliminarTambién utilizo mucha almendra porque me encanta el contraste de texturas que aporta a los platos salados. Aquí, como tanto los huevos como el relleno son blanditos, resulta muy agradable morder la almendra y sentir esa diferencia de texturas de la que hablo.
Un beso, guapa.