Ya llevo una semana de
vacaciones y he parado menos que si estuviera trabajando. ¡Y no he
salido de casa!. Literal. Que como tengo congelador y frigorífico
hasta los topes y el pan me lo traen a la puerta de casa, no he
salido a la calle para nada. Bueno, de casa sí, porque tenemos la
huerta y los frutales justo en la parte de atrás de la vivienda,
pero no he ido más allá.
Y es que estar en casa de
vacaciones no es estar ociosa. Siempre he dicho que cuando estoy de
vacaciones de verdad es cuando salgo por ahí de viaje, porque no
tengo que preocuparme de cuestiones domésticas ya que me lo dan todo
hecho, aunque descansar en vacaciones, lo que se dice descansar, pues
como que no, que hay años que volvemos de ellas más cansados de lo
que nos fuimos, pero es que yo no las concibo tumbada en una playa,
media hora “pa'rriba”, media hora “pa'bajo” (lo confieso,
odio tomar el sol). Para mí las vacaciones es ir a conocer sitios
nuevos o volver a sitios antiguos de los que estoy enamorada, visitar
monumentos, museos, paisajes naturales y si de casualidad estamos en
un sitio pequeño donde se están celebrando las fiestas locales o
una semana cultural, me encanta mezclarme con lugareños y turistas y
vivir la fiesta como lo hacen ellos, salvando las distancias claro (y
no hablo de las físicas, en este caso), pues cada localidad tiene
sus propias manifestaciones culturales y su propia idiosincrasia a la
hora de vivirlas. El año pasado, sin ir más lejos, coincidió
nuestra estancia en Tapia de Casariego (Asturias) con la celebración
de sus Fiestas del Carmen, fiesta grande del Concejo, en las que la
localidad se pone hasta los topes de gente, sobre todo el día de la
Misa en honor de la Virgen del Carmen, aunque el año pasado, según
nos comentaron, hubo menos gente que otros años y aún así no cabía
un alma, con lo que no quiero ni imaginar cómo se podrá aquéllo en
años con una afluencia más “normal” de turistas y parroquianos.
Pero este año, de salir
de viaje, nada de nada. Entre la situación actual y la familiar con
la que hoy no os voy a aburrir, toca quedarse en casa, aunque a ver
si salgo un poco más a la huerta, aunque sólo sea porque me de el
aire, que cuando me enclaustro no me saca nadie ni con agua caliente,
es que me pongo a cocinar y me olvido del mundo o guiso un conejo
como éste, ligeramente dulce por la presencia de la uvas y suave y
equilibrado en sabores.
He utilizado una uva rosa
sin pepitas que tiene un ligero sabor a fresa. No sé como se llama,
nos dieron un plantón hace unos años y son las únicas uvas que
como, porque las demás no me gustan. Como este año vienen
adelantadas, ya se pueden comer algunos racimos y casi estoy
esperando sentada debajo de la cepa a que maduren del todo para
ponerme morada. A falta de éstas, se puede utilizar uva blanca dulce
sin pepita, el sabor tiene que resultar parecido.
La elección del vino es
importante, pues tiene que contrarrestar el dulce de la uva, por lo
que conviene utilizar uno seco o ligeramente ácido. Lo mismo pasa
con los tomates secos, pues si están condimentados como los que he
utilizado yo de la marca Hacendado, aportarán al guiso el sabor del
aderezo.
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
un conejo de campo
35 gr. de tomate seco en
aceite Hacendado (peso escurrido)
70 gr. de queso fresco
batido (tipo quark) con 0% de materia grasa
1/8 tsp.
de jengibre en polvo
1/8 tsp. de clavo en polvo
1/8 tsp. de nuez moscada
molida
100 gr. de cebolla
40 gr. de apio
2 hojas de laurel
150 ml. de vino blanco
seco
180 gr. de uvas rosas sin
pepitas
AOVE
sal
ELABORACIÓN:
NOTA: Los tiempos de
cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de
inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico,
gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo
mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela
convencional.
El día antes, lavar
minuciosamente el conejo y dejarlo escurrir bien.
Picar muy menudos los
tomates secos y disponerlos en un bol. Añadir el queso fresco
batido, el jengibre, el clavo y la nuez moscada y mezclar bien. Untar
con toda la pasta resultante el interior y el exterior del conejo,
colocarlo en una bandeja, tapar y llevar al frigorífico toda la
noche.
Al día siguiente, sacar
el conejo de la nevera y trocear. Colocarlo de nuevo en la bandeja
donde maceró, salar y dejar que se atempere. Cortar en trozos pequeños
la cebolla y el apio y rehogar con un poco de sal y a fuego
medio-alto en la olla rápida dispuesta con un fondo de aceite de
oliva virgen extra. Cuando la cebolla empiece a ablandarse, subir el
fuego e incorporar el conejo troceado. Cocinar el conjunto hasta que
el conejo cambie de color.
Añadir el vino blanco a
la bandeja del conejo y recoger los jugos de la maceración, si los
hubiere y los restos de la pasta con la que se untó el conejo e
incorporarlo a la olla. Añadir las hojas de laurel lavadas y las
uvas lavadas y sin tallos.
Levantar el hervor y
colocar la tapa de la olla. Cerrarla y cocer 25 minutos contados
desde que suba la válvula del todo. Apagar el fuego y dejar que la
olla pierda toda la presión antes de abrirla.
Abrir la olla, sacar los
trozos de conejo a una fuente, eliminar las hojas de laurel y pasar
la salsa por un chino o pasapurés de grano fino. Devolver la salsa y
el conejo a la olla, hervir cinco minutos para que la carne recupere
temperatura y la salsa espese ligeramente, rectificar de sal, si
procede y servir.
A comer.
¡Yo pongo el pan! Menuda salsita te ha quedado y el toque de la uva le debe ir muy bien y si son de producción propia, el gozo es mayor! Bss linda y ¡feliz finde!
ResponderEliminarYa mismo te estoy guardando un platito, para que lo disfrutes. Pues no sé si será porque son de casa pero a mi las uvas me saben buenísimas, claro que lo mismo pienso de mis calabacines, tomates, pepinos, pimientos... Creo que es el mimo con el que se trata lo que cultivas en casa lo que le da un plus de sabor.
EliminarBesos y disfruta del fin de semana.
Yo también me apunto a mojar pan en la salsa y a una presita de conejo también. Me parece una combinación deliciosa!! Un beso
ResponderEliminarPues ale, ya te voy dejando otro platito porque está realmente rico. Es un guiso muy suave que también le iría perfectamente a un conejo de granja, ya que no enmascara el sabor de la carne.
EliminarMe alegro de te guste. Un beso.