Después de tres rotundos
desastres, en los que los panes que he hecho han ido a la basura pues
no eran ni mínimamente aprovechables, me ha salido un pan en
condiciones. Bueno, más que en condiciones, un pan muy rico,
estupendo sólo recién hecho, tostado con unas lonchas de pavo o sin
tostar con chutney de tomate, por poner algunos ejemplos.
Os contaba que los tres
panes anteriores a éste habían acabado en la basura. Hice tres
recetas distintas, de tres páginas web diferentes y en las tres
ocasiones, seguí las recetas al pie de la letra pues con el pan no
me atrevía a experimentar, dada mi poca experiencia. Y sólo obtuve
tres estrepitosos fracasos. No voy a entrar en el debate de receta
probada/no probada, sólo voy a decir que algunos blogs deberían
tener algo más de ética en su trabajo pues no están las cosas para
tirar dinero, que es lo que pasa cuando una receta no sale.
Si os fijáis, digo que
no me atrevía a experimentar. Pero vistos los nefastos resultados,
me dije a mí misma (me hablo mucho, no sé si ya os habíais dado
cuenta): “peor de lo que te han salido los otros panes, no te puede
salir éste”. Así que siguiendo el consejo que una vez leí en no
sé que blog, que venía a decir (no lo recuerdo con exactitud) que
si una fórmula te salía bien, experimentaras con ella hasta hacerla
tuya, me armé de lápiz y papel y me puse a hacer matemáticas con
el porcentaje panadero hasta que la suerte o el instinto, a saber, me
hizo discurrir esta delicia. ¡Y encima salió bien a la primera!. Y
a la segunda, que ya lo he repetido otra vez. Así que, a partir de
ahora, ¿quién dijo miedo?.
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
INGREDIENTES:
300 ml. de agua templada
8 gr. de sal fina
30 ml. de AOVE de sabor
suave
500 gr. de harina de
trigo de fuerza
40 gr. de tomate seco
hidratado en aceite durante al menos 3 días, escurrido
25 gr. de queso de cabra
curado picado fino
2 tsp. de orégano seco
13 gr. de levadura fresca
de panadería
ELABORACIÓN:
Picar en trocitos los
tomates secos escurridos y mezclar con una cucharada de harina para
que queden sueltos y se distribuyan mejor por la masa. Ayudarse con
los dedos para separar los trozos de tomate.
Sacar la cubeta de la
panificadora e introducir, por este orden: el agua templada, la sal,
el aceite de oliva virgen extra, la harina, el tomate enharinado
junto con la harina sobrante (si la hubiere), el queso, el orégano y
la levadura desmenuzada.
Colocar la cubeta en el
interior de la panificadora. Cerrar la tapa y conectar el aparato.
Seleccionar el programa 1 (normal), peso 1.000 gr. y tueste medio.
Cuando la máquina emita
los tonos de aviso en la segunda fermentación, sacar la cubeta y con
las manos húmedas quitar las palas amasadoras e introducir éstas
inmediatamente en un bol con agua que las cubra para facilitar su
posterior limpieza.
Con las manos húmedas,
acomodar la masa para evitar las burbujas de aire que se puedan haber
introducido en la misma al quitar las palas. Colocar nuevamente la
cubeta en la panificadora y continuar con el programa.
Una vez finalizado el
programa, sacar la cubeta de la máquina, desmoldar y dejar enfriar
encima de una rejilla.
Cuando esté
completamente frío, introducirlo en una bolsa de plástico para que
se conserve tierno por más tiempo.
A comer.
Holaaaa!!!! que invento el de la panificadora...si la mia hablara...no la dejo respirar,,,jajjjjaa...ese tuyo se ve fantástico...el tomate seco ...pues al próximo se lo pongo!!!
ResponderEliminarBesitos.
Con la mala suerte que tuve con los últimos panes que hice, andaba yo un poco desinflada con su uso, pero este pan ha hecho que me reconcilie con la panificadora, que aunque la pobre no tenía culpa de las malas recetas, era la que había pagado el pato. Pero ahora que le he quitado el polvo...
EliminarUn beso guapa.
Qué pan tan espectacular, no hace falta que le pongamos ni relleno, seguro que estas rebanadas saben a gloria. Un beso
ResponderEliminarLa verdad que es un pan que no necesita nada más, pues está muy rico por si sólo.
EliminarUn beso.