Cuando esta tarde
preparaba la entrada escribiendo sentada delante de la ventana, me
acordaba de este verano cuando sentada en el mismo lugar, veía el
trasiego de gente que iba o volvía del paseo y es que este pequeño
pueblo, como muchos en los meses de julio y agosto, ha vivido un
verano de oro, pues hacía muchos años que ni había tanta gente ni
se habían quedado tanto tiempo, porque esa es otra, la gente este
año se ha venido al pueblo a pasar todas sus vacaciones y no sólo
los días de las fiestas y poco más, que es lo que habitualmente
ocurre otros años. La verdad que ha sido una gozada ir por el pueblo
y verlo lleno de coches a las puertas de las casas, gente en la
tienda, en el bar, en la farmacia, por las calles, algarabía de
niños y no tan niños en el parque, en el frontón, en la piscina,
muchas bicicletas, muchos perros con correa, muchas mascarillas
ocultando caras que de tantos años sin verlas ya no te resultan
familiares. Hace semanas que han regresado todos a sus casas, que en
las tardes ya no se oye el jaleo de los juegos de la chiquillería a
la que los tremendos calores que hemos tenido no han impedido
disfrutar del placer de corretear por las calles, libres, sin
adultos, sin horarios y es que la infancia en un pueblo pequeño no
tiene nada que ver con la de una ciudad o pueblo grande, salvo que
vivas en un barrio de esos antiguos, de casas bajas, con pequeñas
zonas verdes y en las que se conocen todos los vecinos y aún así
tampoco es lo mismo, porque ¿qué va a pasar en un pueblo?. Pues
nada y por eso mismo descansan padres, disfrutan niños y enloquecen
abuelos, que todos han estado muy felices de tenerlos en casa, pero
me los han dejado mentalmente agotados, que ya no están para esos
trotes, pero como hasta las malas situaciones tienen un lado bueno,
ésta va a dejar niños en sus ojos, risas en sus oídos, besos en
sus caras y un nostálgico y bonito recuerdo de un verano como hacía
muchos años que no vivían, porque al final los malos ratos se
olvidan y sólo quedan los buenos.
No espero que el año que
viene, en el que supongo y espero que las cosas hayan vuelto a la
normalidad (la de verdad, no la estupidez de la “nueva normalidad”
que se ha inventado alguien en un despacho en vez de llamar a las
cosas por su nombre) la gente vuelva a pasarse todas las vacaciones
en el pueblo, pero confío en que se acuerden de este buen verano y
no hagan la visita del médico, quedándose algún día más de los
acostumbrados, para que vuelvan a descansar padres, disfrutar niños
y enloquecer abuelos.
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
INGREDIENTES:
*Todos los pesos en
limpio
750 gr. de carne de
ternera para guisar
125 gr. de cebolla
160 gr. de calabacín
preferiblemente de la variedad verde claro
1 punta de cuchillo roma
de pimienta blanca molida, generosa
1 tsp.
de hierbas provenzales
125 ml. de vino tinto
joven de Toro (D.O.P.)
aceite
sal
1 patata de 80-100 gr. por
comensal
4-6 pimientas de cayena
ELABORACIÓN:
Lavar las patatas y sin
pelar, colocarlas en una cazuela, cubrirlas con agua fría, añadir
un buen puñado de sal gorda y cocer 25 minutos o hasta que estén
tiernas, comprobando el punto de cocción pinchado con una brocheta
una de ellas. Dejar que pierdan temperatura dentro del agua y fuera
del fuego.
Limpiar la carne de
restos de grasas y telillas y cortar en dados de tamaño bocado.
Reservar.
Pelar la cebolla y lavar
el calabacín. Cortar la primera en plumas y rallar fino el segundo,
reservando por separado.
Poner un buen fondo de
aceite en la olla rápida y llevar al fuego. Cuando esté caliente,
añadir la cebolla y un poco de sal y cocinarla a fuego medio hasta
que empiece a ponerse transparente; en ese momento añadir el
calabacín y continuar cocinando el conjunto hasta consumir todo el
agua que soltarán las verduras. Una vez hechas, agregar la nuez
moscada y rehogar para que suelte los aromas. Incorporar las hierbas
provenzales, subir el fuego y añadir la carne y sal al gusto y
cocinar hasta que la ternera cambie de color. Agregar entonces el
vino, llevar a ebullición, colocar la tapa de la olla, cerrarla y
cocer l5 minutos contados desde que suba la válvula por completo.
Finalizado el tiempo de
cocción, apartar la olla del fuego y dejar que pierda toda la
presión antes de abrirla. Si el guiso tuviera mucha salsa, cocerlo
cinco minutos a fuego alto y destapado para que evapore. Rectificar
de sal, si procede y dejar reposar tapado en lo que se fríen las
patatas.
Sacar las patatas del
agua, pelarlas y cortarlas en trozos de tamaño bocado. Reservar.
Poner aceite en un cazo o
sartén honda, en cantidad suficiente para que después las patatas
queden cubiertas, añadir las cayenas previamente pinchadas con un
palillo (de esta forma, al entrar el aceite en su interior, picará
más sin ensuciarlo, como ocurriría en el caso de partirlas) y
llevarlo al fuego. Freír las cayenas hasta que empiecen a
oscurecerse, sacarlas y eliminarlas y en ese aceite muy caliente,
dorar las patatas por tandas para que no pierda temperatura. Sacarlas
a un plato dispuesto con papel de cocina para que suelten el exceso
de aceite.
Servir la carne
acompañada de las patatas.
A comer.
Este verano ha sido atípico en todos los lugares del país, en los pueblos pequeños se habrá notado aún más, pero no es tan bueno que vengan de una gran ciudad y lo inunden, ya que va en perjuicio de sus mayores, a menos claro está, que tengan la seguridad que se han dejado el bicho en sus lugares de origen. Yo también espero que muy pronto volvamos a ser lo que fuimos, pero no lo tengo tan claro.
ResponderEliminarLa ternera que has preparado me ha gustado, en casa solo la quieren así, en trozos con salsita, y me ha parecido muy facilita y cocinada enseguida. Las patatas a veces las preparo así también, sobre todo cuando les hago una salsa para acompañar, muy bueno el truquito de pinchar la cayena en lugar de romperla. Buen conjunto para una comida.
Un beso.
Hola Lola. Aquí el aumento de población no ha provocado un aumento de contagios, que se haya sabido, aunque somos tan pocos que es casi imposible ocultar un hecho como ese; además lo que hemos tenido no ha sido turismo, sino hijos del pueblo o descendientes que tienen aquí familia, una familia muy mayor y nadie quiere contagiar a los suyos.
EliminarLa receta de hoy la hago mucho porque es facilona y rápida, casi entretienen más las patatas que la carne. Y lo de la cayena hace tiempo que lo hago pues casi siempre le pongo alguna al aceite para los pimientos fritos y me repateaba que se ensuciara el aceite.
Un beso.
Isabel, nunca he vivido en un pueblo tan pequeño, como para contar de primera persona circunstancias como las del tuyo, mi pueblo, en el que crecí y que literalmente está unido por una calle, al que vivo actualmente, están a tan solo diez minutos del centro de Sevilla, por lo que realmente no tienes la sensación de vivir en un pueblo, aquí todo es a lo grande, en plan ciudad, y claro cuando mis amigas, de pequeña, me contaban sus vacaciones en el pueblo de sus padres, a mí me sonaba como tu historia, más un cuento que una realidad, porque no podía hacerme a la idea de vivir en un sitio tan chico, yo soy urbana cien por cien cien, pero eso no quita que sepa valorar, ahora ya con mi edad, la calidad de vida que tenéis en lugares así. Yo vivo en una zona residencial, de casas con jardín, con parques y zonas verdes comunes, y si te cruzas con los vecinos, algunos te ignoran como si no te hubieran visto, yo eso lo detesto, porque en mi barrio, donde crecí, la gente era como familia, en verano nos sentábamos en las puertas a tomar el fresco, y era como un mini pueblo, por eso más o menos, se lo que se siente en una situación similar, pero a la inversa, la ciudad se quedaba tan vacía, que era un respiro, poder ir al cine de verano sin aglomeraciones y pasear por las calles sin a penas coches, en fin supongo que cada uno se adapta a lo que le viene, como a esta terrible “nueva normalidad” que así pasen cien años, nunca será nueva, porque ha llegado para quedarse, desafortunadamente.
ResponderEliminarMe resulta interesante la salsa de tu estofado, con calabacín, nunca lo he cocinado así, pero seguro debe quedar riquísimo, solo hay que verlo para saber que cuando algo está cocinado con ingredientes de primera, sale divino.
Besos
Hola Concha. Es cierto, para los niños de ciudad oír hablar de los veranos en los pueblos era como si te hablaran de otro planeta y es que la libertad de un niño en un pueblecito o en un barrio popular es algo que no se tiene en una ciudad, lástima que de críos no tengamos la capacidad de apreciarlo en lo que vale.
EliminarMuy típico de ciudad que pase el vecino al lado y vuelva la cara. Aquí se saluda todo el mundo, se conozca o no y enseguida notas si con el que te cruzas es "forastero", porque no suelen responder al saludo. Con lo poco que cuesta ser amable, que tampoco estoy diciendo que saludes a todo el mundo en la Puerta del Sol, pero al vecino de al lado o al usuario del autobús con el que coincides todas las mañanas del año de camino al trabajo, no cuesta tanto.
Yo uso mucho calabacín en mis guisos, sobre todo en verano, cuando tengo superproducción, porque espesa las salsas y las deja suaves. Y así también cuelo de rondón más verduras en la dieta diaria sin oír protestas, jejeje.
Un beso.
Hola Isabel, todo ha sido muy diferente en todos sitios, yo también espero que el año que viene volvamos a vivir el verano como siempre ha sido. Yo tengo confianza y quiero que sea así. Esto encantada con tu receta de hoy,no suelo hacer ternera en casa con frecuencia por eso la disfruto cuendo veo estos platos tan bien preparados. Un beso!!
ResponderEliminarHola Elisa. Hay que mantener la actitud positiva y pensar que esta situación no durará siempre. Yo estoy convencida de que cambiará, tal vez tarde más de lo que se esperaba, pero cambiará.
EliminarMe alegro de que te haya gustado la ternera, la verdad que queda muy buena y es fácil de cocinar.
Un beso.