Pero aparte de habernos hecho desempolvar el libro de Ciencias Naturales de nuestros años mozos, este año nos ha recordado (y demostrado), que en situaciones de emergencia o catastróficas, las personas son generosas y solidarias con su prójimo, sea o no conocido (no voy a enumerar aquí los numerosos ejemplos que todos conocemos, aunque para mí, uno de los más bonitos han sido las iniciativas espontáneas de muchos jóvenes durante el confinamiento de ayudar a sus conciudadanos más vulnerables). También este año nos ha enseñado la cantidad de cosas de las que podemos prescindir y a redescubrir el valor de otras muchas; nos ha recordado quiénes son nuestros verdaderos amigos y la importancia del amor del entorno familiar.
No niego la existencia de todo lo malo que ha tenido, pero soy de la opinión de que siempre hay que mirar el lado bueno de todas las cosas y quedarse con él. Ver siempre el vaso medio lleno (ojo, sabiendo que la otra mitad esta vacía, que hay que ser realista, a ver si nos entendemos) ayuda a encarar el futuro con optimismo y energía. Yo me quedo con eso.
Igual que me quedo con este suave curry de lechazo adaptado de aquí y que gustará mucho a los amantes del curry y de la leche de coco. Y a los demás también, que está muy rico y si no me creéis, lo cocináis y me lo contáis.
Feliz año a tod@s. Disfrutad con moderación de la cena de mañana, que ya se sabe que “de grandes cenas están las sepulturas llenas” y como dice mi querida compañera de trabajo C, se os quiere.
Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.
700 gr. de carne de lechazo con hueso, troceada (pierna, falda, pescuezo...)
150 gr. de cebolla cortada en rodajas finas
5 gr. de jengibre fresco, pelado
1 diente de ajo grande
1/2 tsp de canela en polvo
1/2 tsp de semillas de cilantro
1/2 tsp de cúrcuma en polvo
2 tbs de pasta de curry rojo suave
400 ml de leche de coco entera (partes sólida y líquida)
100 ml de agua
perejil fresco (sólo las hojas)
aceite
sal
*Y además (opcional):
una prensa de ajos
un molinillo de café
ELABORACIÓN:
NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.
Moler las semillas de cilantro en el molinillo de café o en su defecto, machacarlas en el mortero. Reservar.
Pelar el diente de ajo, quitar el germen y prensar con la prensa o en su defecto, machacar en el mortero hasta reducirlo a una pasta. Reservar.
Prensar igualmente el jengibre o rallarlo con un rallador muy fino. Reservar.
Diluir la pasta de curry en 25 ml. de agua y reservar.
Disponer un generoso fondo de aceite en la olla WMF. Calentar a fuego alto y freír la cebolla. Cuando esté bien dorada, añadir las semillas de cilantro molidas, el ajo y el jengibre prensados, la canela y la cúrcuma y cocinar un minuto. Incorporar el lechazo troceado y sofreír someramente. Añadir la pasta de curry diluida, los 75 ml. de agua restantes, la leche de coco y sal. Colocar la olla rápida en el fuego y levantar el hervor. Poner la tapadera, cerrarla y cocer 20 minutos contados desde que suba la válvula del todo. Apagar el fuego, apartar y dejar que la olla pierda toda la presión antes de abrirla.
Abrir la olla y si se quiere una salsa más espesa, sacar ésta a un cazo y hervir hasta obtener la consistencia deseada. Devolver a la olla, rectificar de sal si procede, dar un último hervor para que la carne vuelva a coger temperatura y servir.
Mejora de un día para otro.
A comer.
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