viernes, 30 de octubre de 2020

Tagliatelle con beicon, jamón cocido y bechamel

Hoy un plato sin complicaciones, sencillo y económico que seguro que en casa gusta a todo el mundo. Entretiene un poco por tener que hacer la bechamel pero compensa no sólo por lo rico que está, sino porque cunde mucho. No me gusta poner las raciones en las recetas pues depende mucho de la gente que se siente a la mesa, pues no come la misma cantidad un adolescente que una persona mayor, ni una mujer lo que un hombre, pero con las cantidades que indico salen tres hermosas raciones para tres adultos que ya no cumplen los cincuenta.

Hoy no hay tiempo para más, ni ganas tampoco. Es viernes por la noche, llevo toda la semana aporreando el ordenador en la oficina y lo que menos ganas tengo ahora es de darle a la tecla.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para la pasta:

120 gr. de tagliatelle al huevo

70 gr. de beicon ahumado, cortado en lonchas

100 gr. de jamón cocido, cortado en lonchas

225 gr. de salsa de tomate espesa

queso emmental rallado

sal

*Para la bechamel:

30 gr. de harina de trigo de todo uso

30 ml. de aceite

330 ml. de leche desnatada

pimienta negra molida

sal

*Y además:

un molde rectangular apto para horno de 23 cm de largo y 20 cm de ancho, aproximadamente

ELABORACIÓN:

*De la pasta:

Cocer la pasta en abundante agua con sal el tiempo indicado por el fabricante o al gusto. Una vez cocida, escurrir bien y disponer en un molde rectangular apto para horno.

Cortar por separado el beicon y el jamón en cuadrados de un centímetro de lado. Disponer el beicon en una sartén sin nada de aceite y colocar en el fuego. Calentar a fuego bajo para que suelte la grasa y cocinar hasta que empiece a dorarse. Subir el fuego, añadir el jamón cocido y rehogar dos minutos, removiendo.

Repartir el contenido de la sartén por encima de la pasta. Distribuir la salsa de tomate de forma homogénea formando una capa fina.

*De la bechamel:

Calentar el aceite en una sartén honda. Agregar la harina y rehogar hasta que empiece a cambiar de color y huela a harina tostada. Añadir entonces la mitad de la leche o menos y remover con unas varillas cuidando de disolver la harina para que no queden grumos; al hacerlo con la mitad del líquido, resultará más fácil. Una vez disuelta, agregar el resto de la leche y seguir removiendo sin parar hasta que la mezcla espese y empiece a cocer. Ha de quedar una bechamel ligera. Añadir sal y pimienta negra molida al gusto y continuar la cocción otros 2 minutos.

Repartir la bechamel por encima de la capa de tomate, agregar queso emmental rallado al gusto y gratinar bajo el grill del horno hasta que se dore.

A comer.

domingo, 25 de octubre de 2020

Pimento cheese (queso de pimiento). Receta de Estados Unidos

Según se está poniendo el panorama, lo de ir el domingo a tomar el vermut va a tener que esperar. Pero que no vaya al bar a tomarme el aperitivo no quiere decir que no lo pueda preparar en casa y como me gusta mucho untar quesos y patés en pan tostado o galletitas saladas, he preparado este queso de pimiento, que se hace con la gorra, pero no por eso está menos rico.

Le he puesto muy poquito ajo (si os fijáis en las fotos, la receta lleva el trozo de ajo que la falta al diente que se ve en ellas) y sólo una pimienta de Cayena sin semillas, pues el ajo y el picante se acentúan con el paso de las horas y son sabores que si te pasas, predominan sobre el resto hasta anularlos. Además quería que el sabor fuera suave. Yo no le he puesto sal, porque para mí es suficiente con la que tienen todos los ingredientes, pero a lo mejor alguien tiene que ajustar el punto de sal.

Los ingredientes se procesarán mejor si están a temperatura ambiente. Por contra, el queso cheddar se rallará mejor si está frío.

Y poco más. Deciros que este queso, que he adaptado de “Once upon a chef”, pertenece a la cocina sureña tradicional estadounidense y es conocido como paté del sur. La base se compone de queso cheddar de sabor fuerte, queso cremoso, mayonesa y pimiento, a la que, según la zona, se suele añadir guindilla, jalapeños, cebolla, apio, pepinillos... Tendría que haber sido más picante, pero lo quería suave. Se suele consumir con pan tostado, galletas saladas y crudités, aunque la verdad, la textura no se me presta mucho para untar zanahoria o apio, sino más bien para untarla en pan. También se utiliza como relleno de sandwiches y en hamburguesas. ¡Incluso he visto por ahí que con macarrones!

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

100 gr. de queso crema (tipo Philadelphia) bajo en grasa, a temperatura ambiente

40 gr. de salsa mayonesa, a temperatura ambiente

1/2 tsp de salsa Worcestershire

1 trocito pequeño de ajo

1 pimienta de cayena fresca

100 gr. de queso cheddar naranja madurado, frío

45 gr. de pimiento rojo en conserva, escurrido

ELABORACIÓN:

Lavar la pimienta de cayena, abrir y retirar las semillas. Cortar la guindilla con unas tijeras en trozos pequeños y disponerlos en un procesador de alimentos equipado con cuchilla o en el accesorio picador de la batidora de brazo. Añadir el ajo machacado, el queso crema, la mayonesa y la salsa Worcestershire. Procesar hasta que quede una crema fina y homogénea. Quitar la cuchilla.

Rallar el queso cheddar y agregar a la crema de queso. Mezclar con una espátula.

Picar a cuchillo el pimiento rojo en trozos pequeños y añadir a la crema de queso. Mezclar con la espátula hasta homogeneizar.

Servir a temperatura ambiente o ligeramente fresco, acompañado de pan tostado o galletas saladas.

A comer.

Reedición a 5 de noviembre de 2020.

Hoy me he llevado una gran alegría al ver esta receta nombrada en el Paseo por la gastronomía de la red con platos caseros y reconfortantes para el otoño de Directo al Paladar. Gracias Pakus por mencionar este humilde rincón.

martes, 20 de octubre de 2020

Tajine de berenjenas y lechazo. Receta de Túnez

Estamos acostumbrados a las recetas de tajine que se cocinan en el recipiente de barro con tapadera cónica del que toman su nombre, típico de los países del Magreb, pero en Túnez, se denomina tajine a un plato bien distinto, compuesto por una base de huevos y queso rallado, al que se añaden verduras y hortalizas, así como carne o pescado y que se cocina en todo o en parte en el horno, teniendo un gran parecido a la frittata italiana en lo que a elaboración se refiere, más que a su homónimo marroquí. Existen múltiples recetas de tajine, siendo los rellenos casi infinitos y habitualmente se presentan como el que os traigo hoy, aunque si se forra el molde previamente con hojas de pasta brick enmantequilladas, se coloca en su interior el relleno y se cierra con más pasta brick igualmente enmantequillada, recibe el nombre de tajine malsuka, un plato que a la vista a mí me recuerda mucho a la pastela moruna. Se puede consumir caliente, frío o a temperatura ambiente, cortado en trozos cuadrados o triangulares para facilitar su consumo con la mano, que es la forma tradicional de comerlo.

El tajine de berenjenas y cordero es un plato típico del ramadán, que debido a la gran cantidad de berenjena que lleva, queda jugoso aunque pueda no parecerlo, ya que para poderlo comer con las manos ha de quedar muy cuajado, pero curiosamente no es nada seco y pesado. Ligerísimamente especiado, su sabor se profundiza con el paso de las horas, mejorando notablemente al día siguiente. En caso de no encontrar harissa en polvo, se puede utilizar harissa en pasta. Al ser éste un condimento de sabor fuerte, recomiendo añadir un poquito, probar y añadir algo más si se desea, teniendo en cuenta que se pretende que acentúe el sabor general del plato, no que lo enmascare.

La receta está adaptada del libro “Un viaje por la cocina mediterránea” y ha sido todo un descubrimiento. Animaos a preparlo. No os defraudará.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

* Todos los pesos en limpio

600 gr. de pierna de lechazo deshuesada

500 gr. de berenjena

250 gr. de cebolla

100 gr. de queso rallado

2 ramas grandes de perejil (sólo las hojas)

1/4 tsp de cúrcuma en polvo

1/4 tsp de harissa en polvo

5 huevos tamaño L

sal

AOVE

agua

margarina (para el molde)

* Y además:

un molde desmontable de 22 cm. de diámetro

ELABORACIÓN:

Limpiar el lechazo de grasas y telillas y cortar en dados de tres centímetros de lado. Reservar.

Lavar las berenjenas y cortar en láminas de un centímetro de grosor, como máximo. Pincelar una plancha eléctrica o una carmela con aceite de oliva virgen extra y asar las rodajas de berenjena unos cinco minutos por cada lado o hasta que estén hechas. Sacar a un plato dispuesto con papel absorbente y reservar.

Lavar y secar las hojas de perejil. Picar groseramente y reservar.

Sofreír la cebolla cortada en brunoise con un poco de sal en una cazuela con un fondo de aceite de oliva virgen extra. Cuando empiece a dorarse, añadir la cúrcuma y la harissa, rehogar unos segundos y agregar el lechazo. Rehogar removiendo el conjunto hasta que la carne cambie de color y añadir agua, la justa para que queden cubiertos los ingredientes. Tapar la cazuela y cocer a fuego medio alto unos veinte minutos o hasta que la carne esté tierna. Finalizado el tiempo de cocción, debería haberse consumido todo el agua, si no es así, cocer a fuego fuerte y destapado hasta que se consuma por completo, vigilando que no se agarre.

Apartar del fuego, rectificar de sal, añadir el perejil picado y dejar templar.

Precalentar el horno a 180º C con calor arriba y abajo.

Untar con margarina las paredes y la base del molde elegido.

Partir a la mitad las rodajas más grandes de berenjena, añadir a la cazuela de la carne y mezclar. Batir los huevos con un poco de sal, añadirlos a la cazuela, así como el queso rallado y mezclar hasta integrar.

Verter el contenido de la cazuela en el molde e introducir en el horno, colocando la rejilla a media altura y hornear 35 minutos a 180º C con calor arriba y abajo. Comprobar que está cocido pinchando en el centro del tajine con una brocheta: debe salir seca.

Sacar del horno, esperar diez minutos y desmoldar. Dejar enfriar por completo y consumir caliente, frío o a temperatura ambiente.

A comer.

jueves, 15 de octubre de 2020

Hojaldritos de pera, portobellos y cebolla caramelizada


Quien tiene una masa de hojaldre, tiene un tesoro. Y es que lo mismo va bien para dulce que para salado, con cualquier cosa que le pongas queda rica. Además no hace falta liarse mucho y basten como ejemplo la típica tarta de manzana y crema pastelera que casi todo el mundo ha hecho alguna vez (yo no, lo confieso y conste que me gusta) o estos hojaldritos, que si ya tienes la cebolla caramelizada preparada, no llevan nada de trabajo y quedan muy ricos y resultones. Vale, si ya te toca cocinar la cebolla, la cosa cambia, pues hay que reconocer que lleva su tiempo, por eso merece la pena hacer de más, pues aguanta muy bien en el frigorífico dentro de un recipiente hermético. Aparte de que cunde mucho ya que proporciona mucho sabor con poca cantidad.

Animaos a preparar estos hojaldritos, seguro que en casa gustan a todos. ¿No os habéis dado cuenta que cualquier cosa puesta encima o dentro de una masa (hojaldre, quebrada, de pan, filo...) está riquísima y gusta a todo el mundo? Los bocadillos, por ejemplo, desde el más rápido y sencillo de pan con chocolate que nos arreaba nuestra madre pinchando el trozo de tableta en la miga y que era perfecto para comer mientras jugabas porque no se le caía el relleno, hasta el más moderno y sofisticado con un montón de ingredientes que tan bien luce en blogs gastronómicos, todos sin excepción están para chuparse los dedos. Porque puede que a mí no me guste un plátano con pan, pero me pirra un bocadillo de croquetas y si vamos al campo, no sabría elegir entre el de tortilla de patatas, el de merluza a la romana o el de ternera rebozada y pimientos fritos. Uf, qué ganas de salir por ahí tengo, pero como de momento no va a poder ser, me quedo con estos hojaldritos, que también están para relamerse.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.

INGREDIENTES:

*Para 9 unidades, todos los pesos en limpio

1 lámina de hojaldre rectangular de 38x25 cm, aprox.

125 gr. de champiñones portobello

85 gr. de pera de carne firme (bartlett roja o conferencia)

40 gr. de cebolla caramelizada

2 pizcas de tomillo seco

1 pizca de clavo de olor molido

5 ml. de brandy

leche desnatada

AOVE

sal

semillas de amapola


*Y además: una rueda para cortar pizzas o similar (optativo)


ELABORACIÓN:

Lavar bajo el grifo con un hilo de agua y uno a uno los portobellos, frotándolos con un cepillito para eliminar restos de tierra. Ir colocándolos de pie en un escurridor.

Cortar y desechar la parte inferior del pie de los champiñones. Picar los pies en 4-6 trozos cada uno, cortar al medio los sobreros y laminar. Reservar.

Pelar y descorazonar la pera. Cortarla en cubos de 0'5-1 cm. de lado y reservar.

Poner un fondo de aceite de oliva virgen extra de sabor suave en una sartén honda y cocinar a fuego medio los champiñones con un poco de sal durante unos cinco minutos, agregar la pera, tomillo, clavo y brandy, tapar y cocinar diez minutos, procurando no remover demasiado para no deshacer la fruta. Pasado el tiempo, destapar y si aún le quedara algo de líquido, subir un poco el fuego y cocinar destapado hasta que no le quede nada de jugo. Rectificar de sal si procede y dejar enfriar la farsa.

Precalentar el horno a 200º C con calor arriba y abajo. Sacar la masa de hojaldre del frigorífico, eliminar el envase, colocarla en una superficie plana y cortar 18 rectángulos iguales con la ayuda de una rueda para cortar pizzas (de esta forma no se desgarrará la masa).

Distribuir la farsa entre nueve piezas de hojaldre, sin llegar a los bordes y repartir encima de la farsa la cebolla caramelizada.

Con la ayuda de un cortapastas pequeño, una boquilla o un tapón de botella, practicar un agujero en el centro de los nueve trozos de hojaldre que no llevan relleno e ir colocando uno encima de cada uno de los que sí lo llevan. Presionar los bordes para que se unan ambas piezas de hojaldre y disponer los hojaldritos en una bandeja de horno cubierta con una lámina de papel sulfurizado.

Pincelar cada hojaldre con leche desnatada, espolvorear con semillas de amapola e introducirlos en el horno, colocando la bandeja en la segunda posición empezando por abajo. Hornear 20 minutos a 200º C, con calor arriba y abajo, subir la bandeja una posición y hornear otros 4-5 minutos.

Sacar del horno, dejar enfriar en la propia bandeja de horneado y servir a temperatura ambiente.

A comer.

sábado, 10 de octubre de 2020

La desastrosa nueva interfaz de Blogger

Hoy no hay receta.

Llevo sentada delante del ordenador dos horas intentando editar una entrada y no ha habido manera. Blogger ha cambiado su interfaz y es un auténtico desastre. Incluso escribir este texto me está costando. Hace ya unos meses Blogger insertaba un mensaje en el que informaba del cambio e invitaba a probar la nueva interfaz. Por curiosidad miré a ver cómo era e intenté publicar una entrada. Misión imposible y desesperante. Así que volví a la versión antigua con la esperanza de que ante las protestas de los usuarios, Blogger corrigiera los errores de su nueva versión.

Hace tres días, el blog ha cambiado automáticamente a la nueva versión sin posibilidad de volver a la antigua y por lo que he visto, no han corregido absolutamente nada. No os voy a aburrir con los problemas que me ha dado para publicar, cosa que finalmente no he conseguido, pues no he podido configurar la entrada decentemente y cuanto más he intentado modificarla, más se ha bloqueado y al final la he tenido que dejar en borrador a ver si consigo en otro momento dejarla decentemente.

Así que no sé cuándo voy a poder publicar. Tal vez mañana, tal vez dentro de un mes. O tal vez termine tirando el ordenador, que a puntito he estado de hacerlo ya media docena de veces en poco rato.

Espero volver pronto.



lunes, 5 de octubre de 2020

Conejo de campo a la mostaza de Dijon, en olla WMF


Estamos en otoño y ya se nota que los días tienen menos horas de luz. Que amanezca más tarde me da un poco igual pero que anochezca antes me gusta menos pues siempre me ha pasado que una vez que es de noche, me parece que ya no son horas para hacer ninguna actividad (salvo el ocio) y como que se me apaga el interruptor (aunque invariablemente se me encienda a partir de las once de la noche que ya, no viviendo sola, hay muchas cosas que no puedes hacer por molestas), con lo que los días empiezan a quedárseme cortos para hacer todo lo que tengo que hacer. Y eso que aún no han cambiado la hora, que ya me oiréis protestar a finales de mes pues odio el horario de invierno. ¿No habían dicho que iban a dejar de cambiarla? Eso tenía entendido pero o bien no me enteré de para cuándo o han cambiado de opinión. De momento este año nos vuelven a tocar las narices con el relojito. Uf, ya me estoy calentando y eso que aún faltan veinte días.

La cuestión es que de noche, hay cosas que no me apetece hacer, como cocinar, por ejemplo y es que para ponerme a guisar necesito luz, mucha luz y natural, con lo que el mismo problema tengo los días muy nublados y es que cada uno tenemos nuestras manías y una de las mías es cocinar con luz. Así que entro en modo “guisar para dos-tres días y sin complicaciones” y “adiós a la vena creativa”. Lo primero seguramente se notará por aquí, aunque espero que lo segundo no, al menos me esforzaré en que así sea para que así os animéis a seguir visitándome.

De los guisos sin complicaciones es buen ejemplo la receta de hoy. Ya os aviso: preparad una barra de pan para mojar la salsa. Y unas zapatillas cómodas para salir a dar un paseo después de comer a “bajar las migas”, porque esa salsa es una tentación y no comerla un pecado. He utilizado para esta receta el último conejo de campo que tenía en el congelador y estoy deseando que se abra la veda para volver a cocinarlo de lo rico que está. Podría comprar un conejo de granja y guisarlo, pero acostumbrada como estoy a los de caza, su carne me sabe insípida, la verdad, no sé si es por la cría intensiva o porqué, pues los conejos que criaba mi suegro sí tenían una carne sabrosa, nada que ver con los comerciales. Por supuesto que la receta se puede preparar con éstos, ya que no todo el mundo tiene acceso a la carne de caza, reparos aparte, así que animaos a prepararla porque os gustará.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:


1 conejo de campo

85 gr. de cebolla

65 gr. de zanahoria

1 diente de ajo mediano

1/8 tsp. de nuez moscada molida

150 ml. de vino blanco Verdejo de Rueda (D.O.)

100 ml. de agua

1'5 tbs. de mostaza de Dijon

1 rama de romero fresco de unos 12 cm.

100 ml. de nata con un 18% de materia grasa, a temperatura ambiente

AOVE

sal



ELABORACIÓN:


NOTA: Los tiempos de cocción que se indican lo son para una placa vitrocerámica de inducción. En el caso de utilizar otra fuente de calor (eléctrico, gas, halógeno), los tiempos variarán, debiendo ser adaptados. Lo mismo ocurre en caso de utilizar otra olla a presión o una cazuela convencional.

Lavar minuciosamente el conejo, escurrir bien, secar con papel de cocina, trocear, salar y reservar.

Pelar la cebolla cortarla en plumas finas. Lavar y raspar la zanahoria y cortarla en rodajas. Pelar el diente de ajo y dejar entero. Reservar juntos los tres ingredientes.

Disponer un buen fondo de aceite de oliva virgen extra en una sartén honda y grande, llevar al fuego y dorar el conejo por tandas a fuego muy fuerte. Sacar las tajadas de carne según se vayan haciendo e introducirlas en la olla rápida.

Dejar que el aceite pierda temperatura. Añadir más si fuera necesario y cocinar el ajo, la cebolla y la zanahoria a fuego medio-bajo hasta que la cebolla empiece a ablandarse. Agregar la nuez moscada, freirla ligeramente y añadir el vino blanco Verdejo. Desglasar los jugos de la sartén raspando el fondo con una cuchara de madera y cocer dos minutos para evaporar el alcohol. Verter el contenido de la sartén en la olla donde está el conejo.

Disolver la mostaza de Dijon en el agua y añadir a la olla, así como la rama de romero lavada. Mecer suavemente la olla para que se mezclen los líquidos.

Colocar la olla rápida en el fuego y levantar el hervor. Colocar la tapadera, cerrarla y cocer 25 minutos contados desde que suba la válvula del todo. Apagar el fuego y dejar que la olla pierda toda la presión antes de abrirla.

Abrir la olla, retirar la rama de romero (se habrá deshojado), sacar un par de cacillos de la salsa y ponerlos en un bol. Dejar que se temple esta salsa y agregar la nata a temperatura ambiente (se disolverá mejor), remover y echar en la olla, meciéndola de nuevo para que se integre la nata y procurando no remover el guiso para que no se desmenucen las verduras. Cocer destapado cinco minutos para que la salsa espese ligeramente, rectificar de sal si procede y servir.

Mejora de un día para otro.

A comer.




viernes, 2 de octubre de 2020

Crema quemada de melón


¿Que te sale un melón pepino? No lo tires, que le podemos buscar solución. Si no es muy malo, un jamón serrano decente lo mejorará sustancialmente, por ejemplo. Si es nefasto, haz mermelada, está buenísima (no la tengo en el blog, a ver si la subo). Y si no te apetece liarte con la mermelada, puedes hacer la crema que propongo hoy. Que no es nada del otro mundo, no es más que una crema pastelera de melón, pero queda rica. Y es que en general, aunque los melones que nos ha dado la huerta este año han sido muy buenos, siempre sale alguno soso y como me da pena tirarlo, suelo reconvertirlo.

Lo de la crema quemada en este caso ha sido literal. Estaba yo torpe con el manejo del soplete, eso unido al cansancio que tenía encima y el estrés y las prisas porque se me iba la luz, hicieron que quemara (y bastante) un par de raciones. Tan zote estaba que puse las galletas y luego quemé con el soplete; resultado: galleta achicharrada y crema “tostada” de más. Y es que algunos días es mejor no meterse en la cocina. Si yo os contara algunos de mis días “gloriosos”, seguro que pensabais “esta mujer es un peligro”.

He utilizado una miel de brezo muy oscura que le ha dado a la crema un color “raro”. Además, como andaba con prisa (¿ya os lo había dicho, no?) se me tostó un poquito el melón cuando lo rehogué con la mantequilla y me cogió algo de color. Pero eso no afecta al resultado final, conste.

Como he aprovechado un melón que más parecía una patata, la receta va al proyecto de Marisa 1+/-100 desperdicio 0



al que mensualmente se aportan ideas encaminadas a reducir al máximo el desperdicio y a fomentar el reciclaje.

Venga, manos limpias, cuchillo afilado y a cocinar.


INGREDIENTES:


* Para un litro de mezcla, aprox.

925 gr. de pulpa de melón (peso sin piel, tripas ni pepitas)

40 gr. de mantequilla

130 gr. de miel de brezo o mil flores

4 huevos tamaño L

45 gr. de maizena u otro almidón de maíz

azúcar para espolvorear


* Y además:

un soplete de cocina (optativo)

unas galletitas (para decorar)



ELABORACIÓN:

Derretir la mantequilla en una sartén grande y honda y agregar el melón en trozos no muy grandes. Tapar y cocinar a fuego medio hasta que el melón esté blandito, cuidando que no tome color.

Apartar del fuego, colar la pulpa hasta conseguir 150 ml. del agua que habrá soldado y triturar el resto de agua y pulpa con la batidora. Reservar por separado el agua y el puré de melón hasta que el agua alcance la temperatura ambiente.

Disolver la maizena en el agua del melón ya enfriada y reservar.

Añadir al puré de melón la miel y los huevos y batir con la batidora de brazo. Disponerlo en un cazo amplio y llevar al fuego. Cocinar a fuego medio removiendo con unas varillas y agregar la mezcla de maizena cuando el contenido del cazo esté templado. Llevar a ebullición sin dejar de remover, cocer dos minutos y apartar del fuego. Seguir removiendo unos cinco minutos para que pierda un poco de temperatura y distribuir en los recipientes elegidos. Tapar a piel con film de cocina y dejar enfriar por completo. Seguirá espesando al enfriar.

Espolvorear con azúcar al gusto, quemar con el soplete de cocina o bien gratinar bajo el grill del horno, decorar con las galletas y servir enseguida.

A comer.